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Jhosman Barbosa
March 24, 2025
© Photo: Public domain

La historia es una sustancia viva, dinámica, que señala en sus registros los agotamientos, los ciclos y las duraciones.

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

¿Cuánto tarda una nación en generar los líderes capaces de dirigirlos? ¿Cuánto tarda una nación en tener una oportunidad de emerger o renacer? En términos materialistas, ¿cuánta agua pasa bajo el puente hasta que las condiciones objetivas y subjetivas confluyen y se decanten en un proceso de cambio?

Estas preguntas son centrales para determinar el carácter vital de lo que está jugando la Federación de Rusia en el conflicto con Occidente, porque considero que si bien como desarrollé en el artículo anterior, Apuntes de una guerra intra clasista: hacia una nueva arquitectura de diálogo y seguridad global, las relaciones ruso – estadounidenses necesitan de un esfuerzo honesto de memoria sobre las épocas de cooperación, el asunto hoy expresa naciones y mega corporaciones oligopólicas en acenso y a contra pelo de las élites clásicas, como ya he explicado en artículos anteriores y desborda la mera negociación bilateral.

De tal suerte que se tienen tres aspectos como expresión del mismo objetivo de derrotar a Rusia y a China: a) existe el grupo de Europa, Turquía, Japón, Australia, Corea del Sur, Canadá e Israel que está interesado en una guerra abierta y forzará a la actual administración estadounidense a tomar parte de su lado, b) Estados Unidos es un país en franca decadencia, que para imponerse debe gritar, intimidar, golpear, acorralar, pero lo hace a través de un lente de élite diferente según sean halcones neoconservadores (proguerra) -republicanos y/o demócratas- o nacionalistas, particularmente republicanos. No estoy de acuerdo con la expresión ‘globalistas’ como antagonista de los ‘nacionalistas’ pues no veo que éstos últimos renuncien a la ejecución de negocios con el mundo, ni que sus políticas arancelarias hagan más fuerte a la capacidad productiva de sus naciones, particularmente la estadounidense. Tampoco veo que los ‘globalistas’ sean menos proteccionistas. Los aranceles y las sanciones son los colmillos podridos de EE.UU. El caso ruso es diferente. Es en parte la continuación del capitalismo en Rusia, interrumpido por el periodo bolchevique, como en parte argumenta A. Tarasov, en su artículo La segunda edición del capitalismo en Rusia. Es un capitalismo sui generis. c) En Estados Unidos se rompió a mi modo de ver por primera vez un pacto de élite y partidos y no hay una política exterior de Estado previsible. Lo que se negocie en el cuatrienio de D. Trump cambiará radicalmente de volver alguien de línea contraria, quizá demócrata, pero no necesariamente.

En tal sentido, la Europa belicista y la corriente neoconservadora estadounidense minarán todo acuerdo en los términos que quiere imponer la actual administración a Ucrania, Europa y Rusia. Pero también Donald Trump tiene como objetivo desde hace ocho años en su primer mandato, derrotar a Rusia. Es claro que a Ucrania se le comenzó a armar y dotar de entrenamiento, logística e infraestructura de guerra durante el mandato de Trump y los laboratorios para agentes químicos y bacteriológicos recibieron apoyo, como continuidad de la política del presidente Barack Hussein Obama. Las importaciones de armas desde Ucrania le convierten en el principal consumidor de éstas a nivel global y no ha bajado esto pese a la supuesta interrupción de siete días de la administración Trump. Alemania es el exportador europeo mayoritario y acaba de elegir a un belicista fanático de restaurar la desafortunada grandeza nazi de su país. Friedrich Merz, es de la Unión Democrática Cristiana de Alemania (CDU). Léase bien cómo va el talante democrático y cristiano europeo.

Por otra parte, la resonada llamada entre Putin y Trump, del martes 18 de marzo no entrega nada claro hacia afuera. Sólo palabras, amenazas desesperadas posteriores de EE.UU. confesiones tardías como las del vicepresidente Vince, y respuestas de ‘sí pero no’ y ‘tal vez’, pero ‘sigamos adelante’ de parte de Rusia; negociaciones secretas que tantean al contertulio y al parecer prometen una repartición del mundo y el equilibro de poder entre potencias nucleares. Salvo el alto al fuego sobre infraestructura energética que ya ha incumplido tres o cuatro veces Ucrania y que Rusia se empecina en mantener, no hay nada concreto a mi modo de ver. Hay muchos expertos infiriendo sobre, la señal que manda Putin al ir vestido de militar a Kursk (¿esperaban que fuera en smoking?) y lo que no se sabe de la conversación oculta de Putin y Trump, de la que opino hay más preguntas que respuestas. Veamos.

  1.  Si Estados Unidos domina a Europa, ¿por qué ésta actúa como actúa? Porque están actuando las élites a través de las naciones.
  2. Si Zelensky es sólo un títere de EE.UU., ¿por qué reta, engaña e incumple? Porque se ha subestimado al ‘payaso’ y quien le suministra el maquillaje no está en el lado de la administración Trump, sino en el MI6 británico, el Mosad israelí, los neoconservadores y las capas profundas de la CIA, que fue fundada para estos objetivos en 1947, la contención del comunismo, del enemigo interno, la amenaza soviética, del terrorismo, y todo aquello que contraviniera los intereses ‘nacionales’ léase de las élites estadounidenses.
  3. Si EE.UU. intenta llevar la paz a Ucrania, ¿por qué la dotó rápidamente de flujo de armas y de datos de inteligencia, luego de la llamada entre jefes de Estado? Porque Trump no puede interrumpir el negocio del complejo militar industrial y le sigue interesando jugar la carta de diezmar, derrotar y humillar a Rusia.
  4. Si como aseguran J. Sachs, G. Doctorow, G. Diesen, entre otros, la llamada telefónica Putin-Trump ya está arreglando la nueva arquitectura de poder y seguridad, ¿dónde quedan los BRICS+ y la necesidad de sumar a China e India? Si esto es cierto, debe haber diálogo entre Rusia y sus socios, de lo contrario, así como Europa no apoya un acuerdo sin Ucrania en OTAN, la rendición incondicional de Rusia y la vuelta a las fronteras de 1991, India, China y otras naciones menores pueden no llegar a concordar con el acuerdo ruso-estadounidense. Es difícil pensar que la guerra en Ucrania solo concierne a Rusia y EE.UU. Tal ligereza rompería el mundo en formación y las transferencias en monedas nacionales, pues estoy seguro que EE.UU. condicionaría la vuelta a la dolarización de las transacciones globales. Fin o estancamiento de BRICS+. Quebrantamiento de relaciones ruso-chinas.
  5.  Si el presidente Putin señala que Zelensky no puede firmar ningún acuerdo por no ser un mandatario legítimo, ¿por qué Trump aceptaría un acuerdo sobre tierras raras e Inglaterra aceptó una firma de acuerdo de cooperación de cien años con la firma de éste? Porque ambos países son la expresión del ‘orden basado en reglas’ y no respetarán sino lo que les conviene y harán cumplir lo mismo. Sin embargo, en el marco de la fractura de poder en EE.UU. Trump se arriesga a no ser validado en el próximo cuatrienio, tal cual hoy él va vengándose de la administración Biden.
  6. Si el gobierno de D. Trump es torpedeado por los neoconservadores y puede perder preminencia en las elecciones parlamentarias de 2026, ¿por qué Rusia se dispondría a firmar acuerdos con tal administración y conociendo el talante traidor de éstos? ¿Quién será el país garante y qué país tiene la capacidad de exigir cumplimiento a las partes por la vía legal o por la fuerza, cuando ni siquiera el Consejo de Seguridad, garante de los Acuerdos de Minsk pudo hacer nada?
  7. Si las Naciones Unidas cuentan con un centro de administración de los grandes conflictos denominado Consejo de Seguridad y existe voluntad de paz entre las partes rusa y estadounidense, ¿por qué no ha sido informada ésta de las negociaciones? Porque se están reestableciendo las relaciones bilaterales; esto debido a la negación sistemática de EE.UU. a reconocer que son parte directa del conflicto con Ucrania como proxy.
  8. Si los acuerdos de Rusia con EE.UU. contemplan la presencia empresarial y de inversión en Ucrania estadounidense ya sea en gas, control de la salida al mar por el puerto de Odessa o energía nuclear o ‘tierras raras’ -tierras tal vez inexistentes- así como el desarrollo de negocios en el ártico, ¿por qué creería Rusia que tal presencia no derivará, por tradición atlántica, en presencia militar?
  9. Si la OTAN está debilitada y EE.UU. amenaza con retirarse de la misma o cobrarles el 5% del PIB a las naciones integrantes, ¿por qué se mantiene dentro de los ejercicios militares Defender 2025? Porque EE.UU. nuevamente, juega a la derrota militar de Rusia, comprende que ‘todo vale’ y que salirse de la OTAN es perder el control de un componente de guerra importante también como cliente. Si sale, Alemania quiere iniciar su propia carrera de rearme con tecnología propia. Merz dijo: Alemania está de vuelta. Seguro la Alemania nazi. Puede ser esto una veleidad alemana, pero es una aspiración desde el 10 de mayo de 1945 en los derrotados nazis.
  10. Si seguramente la élite política, diplomática y militar rusas saben o tienen claridad sobre estas preguntas, ¿qué les hace pensar que lograrán un acuerdo para los próximos cien años de estabilidad estratégica? ¿qué les hace pensar que estarán en igual o mejor posición de negociar o avanzar en una guerra, en 5 o 10 años?
  11. Si Rusia lleva una guerra de desgaste prolongada, basada en principios hasta ahora inamovibles: desnazificación, desmilitarización, neutralidad, garantías para las regiones y población rusas, regreso de capitales confiscados. Si además va ganando la guerra en términos militares, diplomáticos, económicos y reputacionales, ¿qué está cediendo? ¿qué sacrificará en pro de una arquitectura de seguridad? ¿renunciará a Odessa? ¿la dejará como una zona de amortiguamiento sin tropas ucranianas ni europeas y tampoco estadounidenses? Dejar el Mar Negro por fuera de las fronteras rusas, será como dejar la puerta entre abierta al demonio de la guerra en el mediano plazo.

Vuelvo sobre las preguntas con las cuales inicié y señalo que, Rusia sólo tiene los cinco años del gobierno de Putin y no estoy seguro que pueda ir a otro sexenio. Los relevos de estadistas igual de fuertes, la aceptación pública de nuevos líderes, las luchas internas por el poder en Rusia, los pro occidentales, los quintacolumnistas, lo que menos le conviene a Rusia es tener un momento de desestabilización interna y externa en su política a causa de estas circunstancias. Aprovechar su momento de conjunción de las condiciones es vital para las garantías futuras. Con esto, no estoy planteando que la transición del mundo unipolar al multipolar se defina en cinco años, pero sí puede frustrarse su proceso en tal tiempo, de actuar con excesiva esperanza en la diplomacia. Ni la segunda profesión más vieja del mundo, se fía tanto de la primera nunca, por parafrasear al canciller Lavrov.

Estas reflexiones no sólo las hago pensando en Rusia. Si el fascismo gana, si Rusia es dominada, caerá el resto. Los chinos en mi concepto, son confusionistas, enemigos de la guerra y miran con desdén la confrontación, se han anclado en los negocios y su zona de confort, mirándose el ombligo con vanidad mística o siguiendo inconmovibles a la saga, cinco mil años más.

Por otra parte, Europa habla de un rearme y una guerra con Rusia en dos o seis años. Ya se puede apreciar “En el Libro Blanco, donde Moscú es calificado de ‘amenaza fundamental’ para la seguridad de Europa”. La crisis económica que atraviesa Occidente y EE.UU. les obliga a ir a la guerra como una estrategia económica y Trump chantajeará con no ir a una, no liberará el Termidor neoconservador, si se le ofrece un buen negocio, si muerde una buena moneda de oro. Toda la campaña comunicacional actual y futura está dirigida a persuadir suficientemente a la población europea para que no se quejen cuando le acaben de quitar el Estado de Bienestar que les queda de la posguerra de 1945. Además, que se sumen iracundos y rusófobos a la guerra para defender los valores Woke y paradójicamente fascistas. Inglaterra ha amenazado con acabar con 40 ciudades rusas con sus submarinos nucleares del programa Trident, aunque más allá de la real capacidad o no de los ingleses, su retórica refleja su anhelo y su impotencia.

Es claro que Rusia está negociando con la potencia que puede hacerle daño: EE.UU., aunque declaraciones como las de Fyodor Lukyanov, director del club Valdai ante Glenn Diesen, son más que entusiastas algo genuflexas, como si estuviera contento porque los estadounidenses hacen algo parecido a ‘diplomacia’ y tienen en cuenta los intereses rusos. Posturas como las de Lukyanov tienden a la candidez que Rusia no necesita en estos momentos.

La OTAN, puede que se fortalezca o desaparezca, pero una alianza militar occidental se fundará y la única razón para cerrarla consiste en formar una alianza con fines globales, no sólo atlánticos. De cualquier forma, una agrupación militar llegará al ártico, al Estrecho de Malaca, al Caribe y a África. Inventarán nuevos enemigos. Impulsarán rearmes y carreras armamentistas en tales regiones. Europa dirigida por psicópatas, particularmente mujeres, expresan tanto su ideología supremacista como la crisis económica que viven y se agudiza. Los 800 mil millones de euros para rearme, bajo la amenaza de una Rusia marchando militarmente hacia occidente, es la forma de redireccionar el gasto social para los próximos cinco años, ante la realidad de estar perdiendo por ejemplo Francia, posiciones en África, o Europa en la competencia tecnológica con China y en el campo automotriz. Perdiendo además la posibilidad de tomar ganancias de ucrania ante la voracidad de D. Trump.

Por otra parte, el títere y su tropa neonazi de Azov, están completamente persuadidos de hacer el mayor daño posible a Rusia incluso en detrimento de la propia Ucrania con bombas nucleares sucias. Como señala el experto, Theodore Apostol del MIT, existe una ignorancia crónica en los decisores de políticas de la gestión del riesgo nuclear, aterrador y letal. Hay que sumar a ello la pérdida del temor al riesgo de confrontación nuclear. El resurgimiento del nazismo en Europa y el mundo, que en mi concepto implica que la tarea de desnazificación no sólo se limitará a Ucrania, nos habla de la determinación de un segmento de las élites a resolver mediante la dominación. Como señaló John Mearsheimer, Estados Unidos no negocia en posición de igualdad ni de debilidad, sino de superioridad. ¿Se dan cuenta los rusos que negocian con fascistas, como Trump, Musk, Bannon? Seguro que sí. Si esto es una verdad obvia, no hay forma de conciliar un arreglo duradero con nazis, ni fascistas ni élites e ideologías acostumbradas a dominar y prevalecer.

En resumen, Rusia puede esmerarse en mejorar las relaciones diplomáticas y comerciales con la actual administración Trump, pero eso no le garantiza una paz duradera en cuatro años. No solo se juegan relaciones bilaterales. Los intereses de EE.UU. son superiores al pragmatismo comercial de D. Trump, son la expresión de una lucha de élites estadounidenses y globales y pactar con D. Trump es perder el momento histórico ruso -y chino- en donde hay líderes fuertes y pueblos respaldando tal dirección.

Si el gobierno republicano de Trump tiene declarada una guerra a la vieja élite interna y global, entonces deberá aliarse con Rusia y posteriormente con China para destruir a tal élite de manera definitiva. Esto implicará que, por segunda vez, luego del pacto Molotov – Ribbentrop, de agosto de 1939, Rusia pactaría con un proto nazismo y como en aquel entonces eso sólo postergaría la guerra total. La única forma en la que el fascismo se frena o retrocede, es mediante la fuerza. Su doctrina es irracional, darwinista social, supremacista, excepcionalista, esotérica y cabalística. No hay que olvidar que el sionismo que libra una guerra de exterminio en Gaza ahora mismo -patrocinada por la administración Trump-, es la hermana gemela del nazismo y esa parte de la historia tiene que ver con la nueva reconfiguración global a largo plazo.

Hay una idea adjudicada a Jean Paul Sartre que en sus variaciones señala: “Al fascismo se le destruye, el diálogo no es para las bestias” o “Con el fascismo no se negocia, se le derrota”. ¿Intentan Rusia y China persuadirla, recostarla en el edredón como a la bella durmiente? La última negociación con el nazismo duró 46 años           hasta 1991 con el declive de la URSS.

En mi concepto no depende de los presidentes Putin y Trump evitar una guerra. La historia sí tiene condiciones objetivas, estructuras determinando coyunturas. Si está planteada una lucha existencial de la Federación de Rusia, como ellos dicen, entonces esto se expresará en la posibilidad de pactar con el nazismo por segunda vez y por segunda vez terminar en la guerra con éstos. Solo la derrota militar, económica y política del fascismo, le llevará a éste a aceptar términos para una paz en un entorno multipolar y policéntrico. El fascismo es traidor. No tiene socios, tiene intereses.

La historia es una sustancia viva, dinámica, que señala en sus registros los agotamientos, los ciclos y las duraciones. Los humanos que la hacen la acatan inexorablemente y en ella se consumen y reinventan.

Los próximos cien años sin conflictos globales: ¿mediante la guerra?

La historia es una sustancia viva, dinámica, que señala en sus registros los agotamientos, los ciclos y las duraciones.

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¿Cuánto tarda una nación en generar los líderes capaces de dirigirlos? ¿Cuánto tarda una nación en tener una oportunidad de emerger o renacer? En términos materialistas, ¿cuánta agua pasa bajo el puente hasta que las condiciones objetivas y subjetivas confluyen y se decanten en un proceso de cambio?

Estas preguntas son centrales para determinar el carácter vital de lo que está jugando la Federación de Rusia en el conflicto con Occidente, porque considero que si bien como desarrollé en el artículo anterior, Apuntes de una guerra intra clasista: hacia una nueva arquitectura de diálogo y seguridad global, las relaciones ruso – estadounidenses necesitan de un esfuerzo honesto de memoria sobre las épocas de cooperación, el asunto hoy expresa naciones y mega corporaciones oligopólicas en acenso y a contra pelo de las élites clásicas, como ya he explicado en artículos anteriores y desborda la mera negociación bilateral.

De tal suerte que se tienen tres aspectos como expresión del mismo objetivo de derrotar a Rusia y a China: a) existe el grupo de Europa, Turquía, Japón, Australia, Corea del Sur, Canadá e Israel que está interesado en una guerra abierta y forzará a la actual administración estadounidense a tomar parte de su lado, b) Estados Unidos es un país en franca decadencia, que para imponerse debe gritar, intimidar, golpear, acorralar, pero lo hace a través de un lente de élite diferente según sean halcones neoconservadores (proguerra) -republicanos y/o demócratas- o nacionalistas, particularmente republicanos. No estoy de acuerdo con la expresión ‘globalistas’ como antagonista de los ‘nacionalistas’ pues no veo que éstos últimos renuncien a la ejecución de negocios con el mundo, ni que sus políticas arancelarias hagan más fuerte a la capacidad productiva de sus naciones, particularmente la estadounidense. Tampoco veo que los ‘globalistas’ sean menos proteccionistas. Los aranceles y las sanciones son los colmillos podridos de EE.UU. El caso ruso es diferente. Es en parte la continuación del capitalismo en Rusia, interrumpido por el periodo bolchevique, como en parte argumenta A. Tarasov, en su artículo La segunda edición del capitalismo en Rusia. Es un capitalismo sui generis. c) En Estados Unidos se rompió a mi modo de ver por primera vez un pacto de élite y partidos y no hay una política exterior de Estado previsible. Lo que se negocie en el cuatrienio de D. Trump cambiará radicalmente de volver alguien de línea contraria, quizá demócrata, pero no necesariamente.

En tal sentido, la Europa belicista y la corriente neoconservadora estadounidense minarán todo acuerdo en los términos que quiere imponer la actual administración a Ucrania, Europa y Rusia. Pero también Donald Trump tiene como objetivo desde hace ocho años en su primer mandato, derrotar a Rusia. Es claro que a Ucrania se le comenzó a armar y dotar de entrenamiento, logística e infraestructura de guerra durante el mandato de Trump y los laboratorios para agentes químicos y bacteriológicos recibieron apoyo, como continuidad de la política del presidente Barack Hussein Obama. Las importaciones de armas desde Ucrania le convierten en el principal consumidor de éstas a nivel global y no ha bajado esto pese a la supuesta interrupción de siete días de la administración Trump. Alemania es el exportador europeo mayoritario y acaba de elegir a un belicista fanático de restaurar la desafortunada grandeza nazi de su país. Friedrich Merz, es de la Unión Democrática Cristiana de Alemania (CDU). Léase bien cómo va el talante democrático y cristiano europeo.

Por otra parte, la resonada llamada entre Putin y Trump, del martes 18 de marzo no entrega nada claro hacia afuera. Sólo palabras, amenazas desesperadas posteriores de EE.UU. confesiones tardías como las del vicepresidente Vince, y respuestas de ‘sí pero no’ y ‘tal vez’, pero ‘sigamos adelante’ de parte de Rusia; negociaciones secretas que tantean al contertulio y al parecer prometen una repartición del mundo y el equilibro de poder entre potencias nucleares. Salvo el alto al fuego sobre infraestructura energética que ya ha incumplido tres o cuatro veces Ucrania y que Rusia se empecina en mantener, no hay nada concreto a mi modo de ver. Hay muchos expertos infiriendo sobre, la señal que manda Putin al ir vestido de militar a Kursk (¿esperaban que fuera en smoking?) y lo que no se sabe de la conversación oculta de Putin y Trump, de la que opino hay más preguntas que respuestas. Veamos.

  1.  Si Estados Unidos domina a Europa, ¿por qué ésta actúa como actúa? Porque están actuando las élites a través de las naciones.
  2. Si Zelensky es sólo un títere de EE.UU., ¿por qué reta, engaña e incumple? Porque se ha subestimado al ‘payaso’ y quien le suministra el maquillaje no está en el lado de la administración Trump, sino en el MI6 británico, el Mosad israelí, los neoconservadores y las capas profundas de la CIA, que fue fundada para estos objetivos en 1947, la contención del comunismo, del enemigo interno, la amenaza soviética, del terrorismo, y todo aquello que contraviniera los intereses ‘nacionales’ léase de las élites estadounidenses.
  3. Si EE.UU. intenta llevar la paz a Ucrania, ¿por qué la dotó rápidamente de flujo de armas y de datos de inteligencia, luego de la llamada entre jefes de Estado? Porque Trump no puede interrumpir el negocio del complejo militar industrial y le sigue interesando jugar la carta de diezmar, derrotar y humillar a Rusia.
  4. Si como aseguran J. Sachs, G. Doctorow, G. Diesen, entre otros, la llamada telefónica Putin-Trump ya está arreglando la nueva arquitectura de poder y seguridad, ¿dónde quedan los BRICS+ y la necesidad de sumar a China e India? Si esto es cierto, debe haber diálogo entre Rusia y sus socios, de lo contrario, así como Europa no apoya un acuerdo sin Ucrania en OTAN, la rendición incondicional de Rusia y la vuelta a las fronteras de 1991, India, China y otras naciones menores pueden no llegar a concordar con el acuerdo ruso-estadounidense. Es difícil pensar que la guerra en Ucrania solo concierne a Rusia y EE.UU. Tal ligereza rompería el mundo en formación y las transferencias en monedas nacionales, pues estoy seguro que EE.UU. condicionaría la vuelta a la dolarización de las transacciones globales. Fin o estancamiento de BRICS+. Quebrantamiento de relaciones ruso-chinas.
  5.  Si el presidente Putin señala que Zelensky no puede firmar ningún acuerdo por no ser un mandatario legítimo, ¿por qué Trump aceptaría un acuerdo sobre tierras raras e Inglaterra aceptó una firma de acuerdo de cooperación de cien años con la firma de éste? Porque ambos países son la expresión del ‘orden basado en reglas’ y no respetarán sino lo que les conviene y harán cumplir lo mismo. Sin embargo, en el marco de la fractura de poder en EE.UU. Trump se arriesga a no ser validado en el próximo cuatrienio, tal cual hoy él va vengándose de la administración Biden.
  6. Si el gobierno de D. Trump es torpedeado por los neoconservadores y puede perder preminencia en las elecciones parlamentarias de 2026, ¿por qué Rusia se dispondría a firmar acuerdos con tal administración y conociendo el talante traidor de éstos? ¿Quién será el país garante y qué país tiene la capacidad de exigir cumplimiento a las partes por la vía legal o por la fuerza, cuando ni siquiera el Consejo de Seguridad, garante de los Acuerdos de Minsk pudo hacer nada?
  7. Si las Naciones Unidas cuentan con un centro de administración de los grandes conflictos denominado Consejo de Seguridad y existe voluntad de paz entre las partes rusa y estadounidense, ¿por qué no ha sido informada ésta de las negociaciones? Porque se están reestableciendo las relaciones bilaterales; esto debido a la negación sistemática de EE.UU. a reconocer que son parte directa del conflicto con Ucrania como proxy.
  8. Si los acuerdos de Rusia con EE.UU. contemplan la presencia empresarial y de inversión en Ucrania estadounidense ya sea en gas, control de la salida al mar por el puerto de Odessa o energía nuclear o ‘tierras raras’ -tierras tal vez inexistentes- así como el desarrollo de negocios en el ártico, ¿por qué creería Rusia que tal presencia no derivará, por tradición atlántica, en presencia militar?
  9. Si la OTAN está debilitada y EE.UU. amenaza con retirarse de la misma o cobrarles el 5% del PIB a las naciones integrantes, ¿por qué se mantiene dentro de los ejercicios militares Defender 2025? Porque EE.UU. nuevamente, juega a la derrota militar de Rusia, comprende que ‘todo vale’ y que salirse de la OTAN es perder el control de un componente de guerra importante también como cliente. Si sale, Alemania quiere iniciar su propia carrera de rearme con tecnología propia. Merz dijo: Alemania está de vuelta. Seguro la Alemania nazi. Puede ser esto una veleidad alemana, pero es una aspiración desde el 10 de mayo de 1945 en los derrotados nazis.
  10. Si seguramente la élite política, diplomática y militar rusas saben o tienen claridad sobre estas preguntas, ¿qué les hace pensar que lograrán un acuerdo para los próximos cien años de estabilidad estratégica? ¿qué les hace pensar que estarán en igual o mejor posición de negociar o avanzar en una guerra, en 5 o 10 años?
  11. Si Rusia lleva una guerra de desgaste prolongada, basada en principios hasta ahora inamovibles: desnazificación, desmilitarización, neutralidad, garantías para las regiones y población rusas, regreso de capitales confiscados. Si además va ganando la guerra en términos militares, diplomáticos, económicos y reputacionales, ¿qué está cediendo? ¿qué sacrificará en pro de una arquitectura de seguridad? ¿renunciará a Odessa? ¿la dejará como una zona de amortiguamiento sin tropas ucranianas ni europeas y tampoco estadounidenses? Dejar el Mar Negro por fuera de las fronteras rusas, será como dejar la puerta entre abierta al demonio de la guerra en el mediano plazo.

Vuelvo sobre las preguntas con las cuales inicié y señalo que, Rusia sólo tiene los cinco años del gobierno de Putin y no estoy seguro que pueda ir a otro sexenio. Los relevos de estadistas igual de fuertes, la aceptación pública de nuevos líderes, las luchas internas por el poder en Rusia, los pro occidentales, los quintacolumnistas, lo que menos le conviene a Rusia es tener un momento de desestabilización interna y externa en su política a causa de estas circunstancias. Aprovechar su momento de conjunción de las condiciones es vital para las garantías futuras. Con esto, no estoy planteando que la transición del mundo unipolar al multipolar se defina en cinco años, pero sí puede frustrarse su proceso en tal tiempo, de actuar con excesiva esperanza en la diplomacia. Ni la segunda profesión más vieja del mundo, se fía tanto de la primera nunca, por parafrasear al canciller Lavrov.

Estas reflexiones no sólo las hago pensando en Rusia. Si el fascismo gana, si Rusia es dominada, caerá el resto. Los chinos en mi concepto, son confusionistas, enemigos de la guerra y miran con desdén la confrontación, se han anclado en los negocios y su zona de confort, mirándose el ombligo con vanidad mística o siguiendo inconmovibles a la saga, cinco mil años más.

Por otra parte, Europa habla de un rearme y una guerra con Rusia en dos o seis años. Ya se puede apreciar “En el Libro Blanco, donde Moscú es calificado de ‘amenaza fundamental’ para la seguridad de Europa”. La crisis económica que atraviesa Occidente y EE.UU. les obliga a ir a la guerra como una estrategia económica y Trump chantajeará con no ir a una, no liberará el Termidor neoconservador, si se le ofrece un buen negocio, si muerde una buena moneda de oro. Toda la campaña comunicacional actual y futura está dirigida a persuadir suficientemente a la población europea para que no se quejen cuando le acaben de quitar el Estado de Bienestar que les queda de la posguerra de 1945. Además, que se sumen iracundos y rusófobos a la guerra para defender los valores Woke y paradójicamente fascistas. Inglaterra ha amenazado con acabar con 40 ciudades rusas con sus submarinos nucleares del programa Trident, aunque más allá de la real capacidad o no de los ingleses, su retórica refleja su anhelo y su impotencia.

Es claro que Rusia está negociando con la potencia que puede hacerle daño: EE.UU., aunque declaraciones como las de Fyodor Lukyanov, director del club Valdai ante Glenn Diesen, son más que entusiastas algo genuflexas, como si estuviera contento porque los estadounidenses hacen algo parecido a ‘diplomacia’ y tienen en cuenta los intereses rusos. Posturas como las de Lukyanov tienden a la candidez que Rusia no necesita en estos momentos.

La OTAN, puede que se fortalezca o desaparezca, pero una alianza militar occidental se fundará y la única razón para cerrarla consiste en formar una alianza con fines globales, no sólo atlánticos. De cualquier forma, una agrupación militar llegará al ártico, al Estrecho de Malaca, al Caribe y a África. Inventarán nuevos enemigos. Impulsarán rearmes y carreras armamentistas en tales regiones. Europa dirigida por psicópatas, particularmente mujeres, expresan tanto su ideología supremacista como la crisis económica que viven y se agudiza. Los 800 mil millones de euros para rearme, bajo la amenaza de una Rusia marchando militarmente hacia occidente, es la forma de redireccionar el gasto social para los próximos cinco años, ante la realidad de estar perdiendo por ejemplo Francia, posiciones en África, o Europa en la competencia tecnológica con China y en el campo automotriz. Perdiendo además la posibilidad de tomar ganancias de ucrania ante la voracidad de D. Trump.

Por otra parte, el títere y su tropa neonazi de Azov, están completamente persuadidos de hacer el mayor daño posible a Rusia incluso en detrimento de la propia Ucrania con bombas nucleares sucias. Como señala el experto, Theodore Apostol del MIT, existe una ignorancia crónica en los decisores de políticas de la gestión del riesgo nuclear, aterrador y letal. Hay que sumar a ello la pérdida del temor al riesgo de confrontación nuclear. El resurgimiento del nazismo en Europa y el mundo, que en mi concepto implica que la tarea de desnazificación no sólo se limitará a Ucrania, nos habla de la determinación de un segmento de las élites a resolver mediante la dominación. Como señaló John Mearsheimer, Estados Unidos no negocia en posición de igualdad ni de debilidad, sino de superioridad. ¿Se dan cuenta los rusos que negocian con fascistas, como Trump, Musk, Bannon? Seguro que sí. Si esto es una verdad obvia, no hay forma de conciliar un arreglo duradero con nazis, ni fascistas ni élites e ideologías acostumbradas a dominar y prevalecer.

En resumen, Rusia puede esmerarse en mejorar las relaciones diplomáticas y comerciales con la actual administración Trump, pero eso no le garantiza una paz duradera en cuatro años. No solo se juegan relaciones bilaterales. Los intereses de EE.UU. son superiores al pragmatismo comercial de D. Trump, son la expresión de una lucha de élites estadounidenses y globales y pactar con D. Trump es perder el momento histórico ruso -y chino- en donde hay líderes fuertes y pueblos respaldando tal dirección.

Si el gobierno republicano de Trump tiene declarada una guerra a la vieja élite interna y global, entonces deberá aliarse con Rusia y posteriormente con China para destruir a tal élite de manera definitiva. Esto implicará que, por segunda vez, luego del pacto Molotov – Ribbentrop, de agosto de 1939, Rusia pactaría con un proto nazismo y como en aquel entonces eso sólo postergaría la guerra total. La única forma en la que el fascismo se frena o retrocede, es mediante la fuerza. Su doctrina es irracional, darwinista social, supremacista, excepcionalista, esotérica y cabalística. No hay que olvidar que el sionismo que libra una guerra de exterminio en Gaza ahora mismo -patrocinada por la administración Trump-, es la hermana gemela del nazismo y esa parte de la historia tiene que ver con la nueva reconfiguración global a largo plazo.

Hay una idea adjudicada a Jean Paul Sartre que en sus variaciones señala: “Al fascismo se le destruye, el diálogo no es para las bestias” o “Con el fascismo no se negocia, se le derrota”. ¿Intentan Rusia y China persuadirla, recostarla en el edredón como a la bella durmiente? La última negociación con el nazismo duró 46 años           hasta 1991 con el declive de la URSS.

En mi concepto no depende de los presidentes Putin y Trump evitar una guerra. La historia sí tiene condiciones objetivas, estructuras determinando coyunturas. Si está planteada una lucha existencial de la Federación de Rusia, como ellos dicen, entonces esto se expresará en la posibilidad de pactar con el nazismo por segunda vez y por segunda vez terminar en la guerra con éstos. Solo la derrota militar, económica y política del fascismo, le llevará a éste a aceptar términos para una paz en un entorno multipolar y policéntrico. El fascismo es traidor. No tiene socios, tiene intereses.

La historia es una sustancia viva, dinámica, que señala en sus registros los agotamientos, los ciclos y las duraciones. Los humanos que la hacen la acatan inexorablemente y en ella se consumen y reinventan.

La historia es una sustancia viva, dinámica, que señala en sus registros los agotamientos, los ciclos y las duraciones.

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

¿Cuánto tarda una nación en generar los líderes capaces de dirigirlos? ¿Cuánto tarda una nación en tener una oportunidad de emerger o renacer? En términos materialistas, ¿cuánta agua pasa bajo el puente hasta que las condiciones objetivas y subjetivas confluyen y se decanten en un proceso de cambio?

Estas preguntas son centrales para determinar el carácter vital de lo que está jugando la Federación de Rusia en el conflicto con Occidente, porque considero que si bien como desarrollé en el artículo anterior, Apuntes de una guerra intra clasista: hacia una nueva arquitectura de diálogo y seguridad global, las relaciones ruso – estadounidenses necesitan de un esfuerzo honesto de memoria sobre las épocas de cooperación, el asunto hoy expresa naciones y mega corporaciones oligopólicas en acenso y a contra pelo de las élites clásicas, como ya he explicado en artículos anteriores y desborda la mera negociación bilateral.

De tal suerte que se tienen tres aspectos como expresión del mismo objetivo de derrotar a Rusia y a China: a) existe el grupo de Europa, Turquía, Japón, Australia, Corea del Sur, Canadá e Israel que está interesado en una guerra abierta y forzará a la actual administración estadounidense a tomar parte de su lado, b) Estados Unidos es un país en franca decadencia, que para imponerse debe gritar, intimidar, golpear, acorralar, pero lo hace a través de un lente de élite diferente según sean halcones neoconservadores (proguerra) -republicanos y/o demócratas- o nacionalistas, particularmente republicanos. No estoy de acuerdo con la expresión ‘globalistas’ como antagonista de los ‘nacionalistas’ pues no veo que éstos últimos renuncien a la ejecución de negocios con el mundo, ni que sus políticas arancelarias hagan más fuerte a la capacidad productiva de sus naciones, particularmente la estadounidense. Tampoco veo que los ‘globalistas’ sean menos proteccionistas. Los aranceles y las sanciones son los colmillos podridos de EE.UU. El caso ruso es diferente. Es en parte la continuación del capitalismo en Rusia, interrumpido por el periodo bolchevique, como en parte argumenta A. Tarasov, en su artículo La segunda edición del capitalismo en Rusia. Es un capitalismo sui generis. c) En Estados Unidos se rompió a mi modo de ver por primera vez un pacto de élite y partidos y no hay una política exterior de Estado previsible. Lo que se negocie en el cuatrienio de D. Trump cambiará radicalmente de volver alguien de línea contraria, quizá demócrata, pero no necesariamente.

En tal sentido, la Europa belicista y la corriente neoconservadora estadounidense minarán todo acuerdo en los términos que quiere imponer la actual administración a Ucrania, Europa y Rusia. Pero también Donald Trump tiene como objetivo desde hace ocho años en su primer mandato, derrotar a Rusia. Es claro que a Ucrania se le comenzó a armar y dotar de entrenamiento, logística e infraestructura de guerra durante el mandato de Trump y los laboratorios para agentes químicos y bacteriológicos recibieron apoyo, como continuidad de la política del presidente Barack Hussein Obama. Las importaciones de armas desde Ucrania le convierten en el principal consumidor de éstas a nivel global y no ha bajado esto pese a la supuesta interrupción de siete días de la administración Trump. Alemania es el exportador europeo mayoritario y acaba de elegir a un belicista fanático de restaurar la desafortunada grandeza nazi de su país. Friedrich Merz, es de la Unión Democrática Cristiana de Alemania (CDU). Léase bien cómo va el talante democrático y cristiano europeo.

Por otra parte, la resonada llamada entre Putin y Trump, del martes 18 de marzo no entrega nada claro hacia afuera. Sólo palabras, amenazas desesperadas posteriores de EE.UU. confesiones tardías como las del vicepresidente Vince, y respuestas de ‘sí pero no’ y ‘tal vez’, pero ‘sigamos adelante’ de parte de Rusia; negociaciones secretas que tantean al contertulio y al parecer prometen una repartición del mundo y el equilibro de poder entre potencias nucleares. Salvo el alto al fuego sobre infraestructura energética que ya ha incumplido tres o cuatro veces Ucrania y que Rusia se empecina en mantener, no hay nada concreto a mi modo de ver. Hay muchos expertos infiriendo sobre, la señal que manda Putin al ir vestido de militar a Kursk (¿esperaban que fuera en smoking?) y lo que no se sabe de la conversación oculta de Putin y Trump, de la que opino hay más preguntas que respuestas. Veamos.

  1.  Si Estados Unidos domina a Europa, ¿por qué ésta actúa como actúa? Porque están actuando las élites a través de las naciones.
  2. Si Zelensky es sólo un títere de EE.UU., ¿por qué reta, engaña e incumple? Porque se ha subestimado al ‘payaso’ y quien le suministra el maquillaje no está en el lado de la administración Trump, sino en el MI6 británico, el Mosad israelí, los neoconservadores y las capas profundas de la CIA, que fue fundada para estos objetivos en 1947, la contención del comunismo, del enemigo interno, la amenaza soviética, del terrorismo, y todo aquello que contraviniera los intereses ‘nacionales’ léase de las élites estadounidenses.
  3. Si EE.UU. intenta llevar la paz a Ucrania, ¿por qué la dotó rápidamente de flujo de armas y de datos de inteligencia, luego de la llamada entre jefes de Estado? Porque Trump no puede interrumpir el negocio del complejo militar industrial y le sigue interesando jugar la carta de diezmar, derrotar y humillar a Rusia.
  4. Si como aseguran J. Sachs, G. Doctorow, G. Diesen, entre otros, la llamada telefónica Putin-Trump ya está arreglando la nueva arquitectura de poder y seguridad, ¿dónde quedan los BRICS+ y la necesidad de sumar a China e India? Si esto es cierto, debe haber diálogo entre Rusia y sus socios, de lo contrario, así como Europa no apoya un acuerdo sin Ucrania en OTAN, la rendición incondicional de Rusia y la vuelta a las fronteras de 1991, India, China y otras naciones menores pueden no llegar a concordar con el acuerdo ruso-estadounidense. Es difícil pensar que la guerra en Ucrania solo concierne a Rusia y EE.UU. Tal ligereza rompería el mundo en formación y las transferencias en monedas nacionales, pues estoy seguro que EE.UU. condicionaría la vuelta a la dolarización de las transacciones globales. Fin o estancamiento de BRICS+. Quebrantamiento de relaciones ruso-chinas.
  5.  Si el presidente Putin señala que Zelensky no puede firmar ningún acuerdo por no ser un mandatario legítimo, ¿por qué Trump aceptaría un acuerdo sobre tierras raras e Inglaterra aceptó una firma de acuerdo de cooperación de cien años con la firma de éste? Porque ambos países son la expresión del ‘orden basado en reglas’ y no respetarán sino lo que les conviene y harán cumplir lo mismo. Sin embargo, en el marco de la fractura de poder en EE.UU. Trump se arriesga a no ser validado en el próximo cuatrienio, tal cual hoy él va vengándose de la administración Biden.
  6. Si el gobierno de D. Trump es torpedeado por los neoconservadores y puede perder preminencia en las elecciones parlamentarias de 2026, ¿por qué Rusia se dispondría a firmar acuerdos con tal administración y conociendo el talante traidor de éstos? ¿Quién será el país garante y qué país tiene la capacidad de exigir cumplimiento a las partes por la vía legal o por la fuerza, cuando ni siquiera el Consejo de Seguridad, garante de los Acuerdos de Minsk pudo hacer nada?
  7. Si las Naciones Unidas cuentan con un centro de administración de los grandes conflictos denominado Consejo de Seguridad y existe voluntad de paz entre las partes rusa y estadounidense, ¿por qué no ha sido informada ésta de las negociaciones? Porque se están reestableciendo las relaciones bilaterales; esto debido a la negación sistemática de EE.UU. a reconocer que son parte directa del conflicto con Ucrania como proxy.
  8. Si los acuerdos de Rusia con EE.UU. contemplan la presencia empresarial y de inversión en Ucrania estadounidense ya sea en gas, control de la salida al mar por el puerto de Odessa o energía nuclear o ‘tierras raras’ -tierras tal vez inexistentes- así como el desarrollo de negocios en el ártico, ¿por qué creería Rusia que tal presencia no derivará, por tradición atlántica, en presencia militar?
  9. Si la OTAN está debilitada y EE.UU. amenaza con retirarse de la misma o cobrarles el 5% del PIB a las naciones integrantes, ¿por qué se mantiene dentro de los ejercicios militares Defender 2025? Porque EE.UU. nuevamente, juega a la derrota militar de Rusia, comprende que ‘todo vale’ y que salirse de la OTAN es perder el control de un componente de guerra importante también como cliente. Si sale, Alemania quiere iniciar su propia carrera de rearme con tecnología propia. Merz dijo: Alemania está de vuelta. Seguro la Alemania nazi. Puede ser esto una veleidad alemana, pero es una aspiración desde el 10 de mayo de 1945 en los derrotados nazis.
  10. Si seguramente la élite política, diplomática y militar rusas saben o tienen claridad sobre estas preguntas, ¿qué les hace pensar que lograrán un acuerdo para los próximos cien años de estabilidad estratégica? ¿qué les hace pensar que estarán en igual o mejor posición de negociar o avanzar en una guerra, en 5 o 10 años?
  11. Si Rusia lleva una guerra de desgaste prolongada, basada en principios hasta ahora inamovibles: desnazificación, desmilitarización, neutralidad, garantías para las regiones y población rusas, regreso de capitales confiscados. Si además va ganando la guerra en términos militares, diplomáticos, económicos y reputacionales, ¿qué está cediendo? ¿qué sacrificará en pro de una arquitectura de seguridad? ¿renunciará a Odessa? ¿la dejará como una zona de amortiguamiento sin tropas ucranianas ni europeas y tampoco estadounidenses? Dejar el Mar Negro por fuera de las fronteras rusas, será como dejar la puerta entre abierta al demonio de la guerra en el mediano plazo.

Vuelvo sobre las preguntas con las cuales inicié y señalo que, Rusia sólo tiene los cinco años del gobierno de Putin y no estoy seguro que pueda ir a otro sexenio. Los relevos de estadistas igual de fuertes, la aceptación pública de nuevos líderes, las luchas internas por el poder en Rusia, los pro occidentales, los quintacolumnistas, lo que menos le conviene a Rusia es tener un momento de desestabilización interna y externa en su política a causa de estas circunstancias. Aprovechar su momento de conjunción de las condiciones es vital para las garantías futuras. Con esto, no estoy planteando que la transición del mundo unipolar al multipolar se defina en cinco años, pero sí puede frustrarse su proceso en tal tiempo, de actuar con excesiva esperanza en la diplomacia. Ni la segunda profesión más vieja del mundo, se fía tanto de la primera nunca, por parafrasear al canciller Lavrov.

Estas reflexiones no sólo las hago pensando en Rusia. Si el fascismo gana, si Rusia es dominada, caerá el resto. Los chinos en mi concepto, son confusionistas, enemigos de la guerra y miran con desdén la confrontación, se han anclado en los negocios y su zona de confort, mirándose el ombligo con vanidad mística o siguiendo inconmovibles a la saga, cinco mil años más.

Por otra parte, Europa habla de un rearme y una guerra con Rusia en dos o seis años. Ya se puede apreciar “En el Libro Blanco, donde Moscú es calificado de ‘amenaza fundamental’ para la seguridad de Europa”. La crisis económica que atraviesa Occidente y EE.UU. les obliga a ir a la guerra como una estrategia económica y Trump chantajeará con no ir a una, no liberará el Termidor neoconservador, si se le ofrece un buen negocio, si muerde una buena moneda de oro. Toda la campaña comunicacional actual y futura está dirigida a persuadir suficientemente a la población europea para que no se quejen cuando le acaben de quitar el Estado de Bienestar que les queda de la posguerra de 1945. Además, que se sumen iracundos y rusófobos a la guerra para defender los valores Woke y paradójicamente fascistas. Inglaterra ha amenazado con acabar con 40 ciudades rusas con sus submarinos nucleares del programa Trident, aunque más allá de la real capacidad o no de los ingleses, su retórica refleja su anhelo y su impotencia.

Es claro que Rusia está negociando con la potencia que puede hacerle daño: EE.UU., aunque declaraciones como las de Fyodor Lukyanov, director del club Valdai ante Glenn Diesen, son más que entusiastas algo genuflexas, como si estuviera contento porque los estadounidenses hacen algo parecido a ‘diplomacia’ y tienen en cuenta los intereses rusos. Posturas como las de Lukyanov tienden a la candidez que Rusia no necesita en estos momentos.

La OTAN, puede que se fortalezca o desaparezca, pero una alianza militar occidental se fundará y la única razón para cerrarla consiste en formar una alianza con fines globales, no sólo atlánticos. De cualquier forma, una agrupación militar llegará al ártico, al Estrecho de Malaca, al Caribe y a África. Inventarán nuevos enemigos. Impulsarán rearmes y carreras armamentistas en tales regiones. Europa dirigida por psicópatas, particularmente mujeres, expresan tanto su ideología supremacista como la crisis económica que viven y se agudiza. Los 800 mil millones de euros para rearme, bajo la amenaza de una Rusia marchando militarmente hacia occidente, es la forma de redireccionar el gasto social para los próximos cinco años, ante la realidad de estar perdiendo por ejemplo Francia, posiciones en África, o Europa en la competencia tecnológica con China y en el campo automotriz. Perdiendo además la posibilidad de tomar ganancias de ucrania ante la voracidad de D. Trump.

Por otra parte, el títere y su tropa neonazi de Azov, están completamente persuadidos de hacer el mayor daño posible a Rusia incluso en detrimento de la propia Ucrania con bombas nucleares sucias. Como señala el experto, Theodore Apostol del MIT, existe una ignorancia crónica en los decisores de políticas de la gestión del riesgo nuclear, aterrador y letal. Hay que sumar a ello la pérdida del temor al riesgo de confrontación nuclear. El resurgimiento del nazismo en Europa y el mundo, que en mi concepto implica que la tarea de desnazificación no sólo se limitará a Ucrania, nos habla de la determinación de un segmento de las élites a resolver mediante la dominación. Como señaló John Mearsheimer, Estados Unidos no negocia en posición de igualdad ni de debilidad, sino de superioridad. ¿Se dan cuenta los rusos que negocian con fascistas, como Trump, Musk, Bannon? Seguro que sí. Si esto es una verdad obvia, no hay forma de conciliar un arreglo duradero con nazis, ni fascistas ni élites e ideologías acostumbradas a dominar y prevalecer.

En resumen, Rusia puede esmerarse en mejorar las relaciones diplomáticas y comerciales con la actual administración Trump, pero eso no le garantiza una paz duradera en cuatro años. No solo se juegan relaciones bilaterales. Los intereses de EE.UU. son superiores al pragmatismo comercial de D. Trump, son la expresión de una lucha de élites estadounidenses y globales y pactar con D. Trump es perder el momento histórico ruso -y chino- en donde hay líderes fuertes y pueblos respaldando tal dirección.

Si el gobierno republicano de Trump tiene declarada una guerra a la vieja élite interna y global, entonces deberá aliarse con Rusia y posteriormente con China para destruir a tal élite de manera definitiva. Esto implicará que, por segunda vez, luego del pacto Molotov – Ribbentrop, de agosto de 1939, Rusia pactaría con un proto nazismo y como en aquel entonces eso sólo postergaría la guerra total. La única forma en la que el fascismo se frena o retrocede, es mediante la fuerza. Su doctrina es irracional, darwinista social, supremacista, excepcionalista, esotérica y cabalística. No hay que olvidar que el sionismo que libra una guerra de exterminio en Gaza ahora mismo -patrocinada por la administración Trump-, es la hermana gemela del nazismo y esa parte de la historia tiene que ver con la nueva reconfiguración global a largo plazo.

Hay una idea adjudicada a Jean Paul Sartre que en sus variaciones señala: “Al fascismo se le destruye, el diálogo no es para las bestias” o “Con el fascismo no se negocia, se le derrota”. ¿Intentan Rusia y China persuadirla, recostarla en el edredón como a la bella durmiente? La última negociación con el nazismo duró 46 años           hasta 1991 con el declive de la URSS.

En mi concepto no depende de los presidentes Putin y Trump evitar una guerra. La historia sí tiene condiciones objetivas, estructuras determinando coyunturas. Si está planteada una lucha existencial de la Federación de Rusia, como ellos dicen, entonces esto se expresará en la posibilidad de pactar con el nazismo por segunda vez y por segunda vez terminar en la guerra con éstos. Solo la derrota militar, económica y política del fascismo, le llevará a éste a aceptar términos para una paz en un entorno multipolar y policéntrico. El fascismo es traidor. No tiene socios, tiene intereses.

La historia es una sustancia viva, dinámica, que señala en sus registros los agotamientos, los ciclos y las duraciones. Los humanos que la hacen la acatan inexorablemente y en ella se consumen y reinventan.

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