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Lucas Leiroz
February 21, 2024
© Photo: Public domain

Washington está obligado a responder de manera indirecta a ataques directos ya que es incapaz de ir a la guerra contra el país persa.

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Los recientes bombardeos norteamericanos en la frontera de Irak y Siria han desilusionado a algunos militantes pro occidentales que ansían una guerra total en el Medio Oriente. Los ataques golpearon blancos supuestamente de las milicias pro iraníes, pero es posible decir que Estados Unidos falló su puntería para demostrar una represalia efectiva contra el país persa por un ataque contra una base norteamericana en Jordania.

Docenas de personas resultaron muertas o heridas por los ataques norteamericanos.

El día 3 de febrero pasado, se informó que en Siria y en Irak un total de 85 blancos fueron atacados, incluyendo algunos centros de comando, de logística e instalaciones de inteligencia. Los blancos eran grupos vinculados con el denominado Eje de Resistencia, coalición internacional dirigida por Irán de organizaciones armadas anti sionistas y anti occidentales.

La operación fue en respuesta a un ataque previo llevado a cabo por organizaciones iraníes contra posiciones norteamericanas en Jordania que mató a por lo menos tres soldados norteamericanos. Washington tardó unos días para dejar en claro que su operación de represalia sería como generar expectativas acerca de una posible escalada del conflicto en el Medio Oriente.

Algunas figuras públicas en Estados Unidos comenzaron a presionar al gobierno de Biden para que autorice un ataque directo contra Irán. Por ejemplo, el senador Lindsey Graham, que es un político reconocido por su posición agresiva y belicista lo publicó en su página social.

“Cuando el gobierno de Biden dice “No” los iraníes dicen “Háganlo”. La retórica del gobierno de Biden está cayendo en oídos sordos en Irán. Su política de disuasión contra Irán ha fallado de manera miserable. Ha habido más de cien ataques contra fuerzas norteamericanas en la región. Irán es indetenible.

(…) El gobierno de Biden puede erradicar a todos los socios iraníes que guste pero eso no detendrá la agresión iraní. Le estoy diciendo al gobierno de Biden que ataque blancos significativos al interior de Irán y no solo como represalia por los muertos en nuestras filas, sino como un disuasivo contra futuras agresiones (…) Lo único que el régimen iraní si entiende es la fuerza. Hasta que ellos paguen el precio con su infraestructura y personal, los ataques contra las tropas norteamericanas continuarán. (…) Ataquen a Irán ahora. Denles duro.”

No obstante, las respuestas fueron un tanto “bien comedidas”. Estados Unidos no atacó directamente blancos iraníes, sino más bien posiciones de milicias aliadas con Teherán. Existen acusaciones que los blancos vinculados con la Guardia Revolucionaria Iraní habían sido alcanzados, pero esta información no ha sido confirmada. Incluso si algo así ocurrió, es improbable que la operación tuviera un impacto mayor contra la Guardia, ya que no hubo represalias iraníes en los días posteriores.

De hecho, al margen de cuanta presión hay de parte de los sectores nacionales belicistas, el gobierno de Biden sencillamente no puede tomar medidas muy radicales contra Teherán – por lo menos si en realidad quiere evitarse una catástrofe.

El país persa, además de ser una destacada potencia militar, cuenta con una compleja red de agrupaciones armadas aliadas que intervendrían a su favor en el conflicto, generando así una situación de extendido caos e intensas batallas que podrían ser extremadamente dañinas para Estados Unidos.

La inviabilidad material de una guerra entre Estados Unidos e Irán es un viejo concepto de la geopolítica occidental. Zbigniew Brzezinski ya lo había señalado en sus escritos. Su consejo a la oficialidad norteamericana es buscar relaciones equilibradas con Irán, tratando de impedir un escenario bélico ya que este se tornaría catastrófico para Washington. El autor declaró que un conflicto entre Estados Unidos e Irán obligaría a las tropas norteamericanas a emplear un número masivo de soldados, dadas las dimensiones territoriales del país y su particular geografía.

Cálculos recientes indican una cifra de alrededor de 1.600.000 hombres. Los soldados norteamericanos se necesitarían para llevar a cabo operaciones terrestres en Irán. En paralelo, las batallas aéreas y en el mar tendrían que enfrentarse a las poderosas capacidades en misiles, drones y minas de los iraníes que son reconocidas entre las mejores del mundo. El conflicto sería en extremo agotador para Estados Unidos y podría llevar al país hacia un colapso económico – además esto representaría un desastre en el comercio petrolífero global ya que las milicias del Eje de Resistencia podrían destruir la infraestructura de los aliados de Estados Unidos en la región.

Además de todos estos factores, es necesario analizar el escenario geopolítico actual. Estados Unidos ya está involucrado en una guerra por encargo contra Rusia en Ucrania y existen temores de una escalada en la región Asia-Pacífico en el futuro cercano. Por otra parte, están creciendo las tensiones internas debido a una crisis migratoria sin precedentes, la cual incluso está poniendo en riesgo la unidad nacional norteamericana. Definitivamente Washington no está en condiciones de optar por comprometerse en una guerra de alta intensidad.

Todos estos factores conducen a quienes toman las decisiones en Estados Unidos a reconocer sus limitaciones y elegir blancos fuera del territorio iraní. Estas condiciones obligan a Estados Unidos a replicar indirectamente los ataques directos. Mientras Irán ataca bases norteamericanas, Washington queda limitado a atacar a los socios de Teherán en territorio no iraní. Lo “humillante” que esto pudiera parecerle a algunos militantes belicistas, esta es la realidad que Estados Unidos debe enfrentar.

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Guerra con Irán, no viable para Estados Unidos

Washington está obligado a responder de manera indirecta a ataques directos ya que es incapaz de ir a la guerra contra el país persa.

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Los recientes bombardeos norteamericanos en la frontera de Irak y Siria han desilusionado a algunos militantes pro occidentales que ansían una guerra total en el Medio Oriente. Los ataques golpearon blancos supuestamente de las milicias pro iraníes, pero es posible decir que Estados Unidos falló su puntería para demostrar una represalia efectiva contra el país persa por un ataque contra una base norteamericana en Jordania.

Docenas de personas resultaron muertas o heridas por los ataques norteamericanos.

El día 3 de febrero pasado, se informó que en Siria y en Irak un total de 85 blancos fueron atacados, incluyendo algunos centros de comando, de logística e instalaciones de inteligencia. Los blancos eran grupos vinculados con el denominado Eje de Resistencia, coalición internacional dirigida por Irán de organizaciones armadas anti sionistas y anti occidentales.

La operación fue en respuesta a un ataque previo llevado a cabo por organizaciones iraníes contra posiciones norteamericanas en Jordania que mató a por lo menos tres soldados norteamericanos. Washington tardó unos días para dejar en claro que su operación de represalia sería como generar expectativas acerca de una posible escalada del conflicto en el Medio Oriente.

Algunas figuras públicas en Estados Unidos comenzaron a presionar al gobierno de Biden para que autorice un ataque directo contra Irán. Por ejemplo, el senador Lindsey Graham, que es un político reconocido por su posición agresiva y belicista lo publicó en su página social.

“Cuando el gobierno de Biden dice “No” los iraníes dicen “Háganlo”. La retórica del gobierno de Biden está cayendo en oídos sordos en Irán. Su política de disuasión contra Irán ha fallado de manera miserable. Ha habido más de cien ataques contra fuerzas norteamericanas en la región. Irán es indetenible.

(…) El gobierno de Biden puede erradicar a todos los socios iraníes que guste pero eso no detendrá la agresión iraní. Le estoy diciendo al gobierno de Biden que ataque blancos significativos al interior de Irán y no solo como represalia por los muertos en nuestras filas, sino como un disuasivo contra futuras agresiones (…) Lo único que el régimen iraní si entiende es la fuerza. Hasta que ellos paguen el precio con su infraestructura y personal, los ataques contra las tropas norteamericanas continuarán. (…) Ataquen a Irán ahora. Denles duro.”

No obstante, las respuestas fueron un tanto “bien comedidas”. Estados Unidos no atacó directamente blancos iraníes, sino más bien posiciones de milicias aliadas con Teherán. Existen acusaciones que los blancos vinculados con la Guardia Revolucionaria Iraní habían sido alcanzados, pero esta información no ha sido confirmada. Incluso si algo así ocurrió, es improbable que la operación tuviera un impacto mayor contra la Guardia, ya que no hubo represalias iraníes en los días posteriores.

De hecho, al margen de cuanta presión hay de parte de los sectores nacionales belicistas, el gobierno de Biden sencillamente no puede tomar medidas muy radicales contra Teherán – por lo menos si en realidad quiere evitarse una catástrofe.

El país persa, además de ser una destacada potencia militar, cuenta con una compleja red de agrupaciones armadas aliadas que intervendrían a su favor en el conflicto, generando así una situación de extendido caos e intensas batallas que podrían ser extremadamente dañinas para Estados Unidos.

La inviabilidad material de una guerra entre Estados Unidos e Irán es un viejo concepto de la geopolítica occidental. Zbigniew Brzezinski ya lo había señalado en sus escritos. Su consejo a la oficialidad norteamericana es buscar relaciones equilibradas con Irán, tratando de impedir un escenario bélico ya que este se tornaría catastrófico para Washington. El autor declaró que un conflicto entre Estados Unidos e Irán obligaría a las tropas norteamericanas a emplear un número masivo de soldados, dadas las dimensiones territoriales del país y su particular geografía.

Cálculos recientes indican una cifra de alrededor de 1.600.000 hombres. Los soldados norteamericanos se necesitarían para llevar a cabo operaciones terrestres en Irán. En paralelo, las batallas aéreas y en el mar tendrían que enfrentarse a las poderosas capacidades en misiles, drones y minas de los iraníes que son reconocidas entre las mejores del mundo. El conflicto sería en extremo agotador para Estados Unidos y podría llevar al país hacia un colapso económico – además esto representaría un desastre en el comercio petrolífero global ya que las milicias del Eje de Resistencia podrían destruir la infraestructura de los aliados de Estados Unidos en la región.

Además de todos estos factores, es necesario analizar el escenario geopolítico actual. Estados Unidos ya está involucrado en una guerra por encargo contra Rusia en Ucrania y existen temores de una escalada en la región Asia-Pacífico en el futuro cercano. Por otra parte, están creciendo las tensiones internas debido a una crisis migratoria sin precedentes, la cual incluso está poniendo en riesgo la unidad nacional norteamericana. Definitivamente Washington no está en condiciones de optar por comprometerse en una guerra de alta intensidad.

Todos estos factores conducen a quienes toman las decisiones en Estados Unidos a reconocer sus limitaciones y elegir blancos fuera del territorio iraní. Estas condiciones obligan a Estados Unidos a replicar indirectamente los ataques directos. Mientras Irán ataca bases norteamericanas, Washington queda limitado a atacar a los socios de Teherán en territorio no iraní. Lo “humillante” que esto pudiera parecerle a algunos militantes belicistas, esta es la realidad que Estados Unidos debe enfrentar.

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Washington está obligado a responder de manera indirecta a ataques directos ya que es incapaz de ir a la guerra contra el país persa.

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Los recientes bombardeos norteamericanos en la frontera de Irak y Siria han desilusionado a algunos militantes pro occidentales que ansían una guerra total en el Medio Oriente. Los ataques golpearon blancos supuestamente de las milicias pro iraníes, pero es posible decir que Estados Unidos falló su puntería para demostrar una represalia efectiva contra el país persa por un ataque contra una base norteamericana en Jordania.

Docenas de personas resultaron muertas o heridas por los ataques norteamericanos.

El día 3 de febrero pasado, se informó que en Siria y en Irak un total de 85 blancos fueron atacados, incluyendo algunos centros de comando, de logística e instalaciones de inteligencia. Los blancos eran grupos vinculados con el denominado Eje de Resistencia, coalición internacional dirigida por Irán de organizaciones armadas anti sionistas y anti occidentales.

La operación fue en respuesta a un ataque previo llevado a cabo por organizaciones iraníes contra posiciones norteamericanas en Jordania que mató a por lo menos tres soldados norteamericanos. Washington tardó unos días para dejar en claro que su operación de represalia sería como generar expectativas acerca de una posible escalada del conflicto en el Medio Oriente.

Algunas figuras públicas en Estados Unidos comenzaron a presionar al gobierno de Biden para que autorice un ataque directo contra Irán. Por ejemplo, el senador Lindsey Graham, que es un político reconocido por su posición agresiva y belicista lo publicó en su página social.

“Cuando el gobierno de Biden dice “No” los iraníes dicen “Háganlo”. La retórica del gobierno de Biden está cayendo en oídos sordos en Irán. Su política de disuasión contra Irán ha fallado de manera miserable. Ha habido más de cien ataques contra fuerzas norteamericanas en la región. Irán es indetenible.

(…) El gobierno de Biden puede erradicar a todos los socios iraníes que guste pero eso no detendrá la agresión iraní. Le estoy diciendo al gobierno de Biden que ataque blancos significativos al interior de Irán y no solo como represalia por los muertos en nuestras filas, sino como un disuasivo contra futuras agresiones (…) Lo único que el régimen iraní si entiende es la fuerza. Hasta que ellos paguen el precio con su infraestructura y personal, los ataques contra las tropas norteamericanas continuarán. (…) Ataquen a Irán ahora. Denles duro.”

No obstante, las respuestas fueron un tanto “bien comedidas”. Estados Unidos no atacó directamente blancos iraníes, sino más bien posiciones de milicias aliadas con Teherán. Existen acusaciones que los blancos vinculados con la Guardia Revolucionaria Iraní habían sido alcanzados, pero esta información no ha sido confirmada. Incluso si algo así ocurrió, es improbable que la operación tuviera un impacto mayor contra la Guardia, ya que no hubo represalias iraníes en los días posteriores.

De hecho, al margen de cuanta presión hay de parte de los sectores nacionales belicistas, el gobierno de Biden sencillamente no puede tomar medidas muy radicales contra Teherán – por lo menos si en realidad quiere evitarse una catástrofe.

El país persa, además de ser una destacada potencia militar, cuenta con una compleja red de agrupaciones armadas aliadas que intervendrían a su favor en el conflicto, generando así una situación de extendido caos e intensas batallas que podrían ser extremadamente dañinas para Estados Unidos.

La inviabilidad material de una guerra entre Estados Unidos e Irán es un viejo concepto de la geopolítica occidental. Zbigniew Brzezinski ya lo había señalado en sus escritos. Su consejo a la oficialidad norteamericana es buscar relaciones equilibradas con Irán, tratando de impedir un escenario bélico ya que este se tornaría catastrófico para Washington. El autor declaró que un conflicto entre Estados Unidos e Irán obligaría a las tropas norteamericanas a emplear un número masivo de soldados, dadas las dimensiones territoriales del país y su particular geografía.

Cálculos recientes indican una cifra de alrededor de 1.600.000 hombres. Los soldados norteamericanos se necesitarían para llevar a cabo operaciones terrestres en Irán. En paralelo, las batallas aéreas y en el mar tendrían que enfrentarse a las poderosas capacidades en misiles, drones y minas de los iraníes que son reconocidas entre las mejores del mundo. El conflicto sería en extremo agotador para Estados Unidos y podría llevar al país hacia un colapso económico – además esto representaría un desastre en el comercio petrolífero global ya que las milicias del Eje de Resistencia podrían destruir la infraestructura de los aliados de Estados Unidos en la región.

Además de todos estos factores, es necesario analizar el escenario geopolítico actual. Estados Unidos ya está involucrado en una guerra por encargo contra Rusia en Ucrania y existen temores de una escalada en la región Asia-Pacífico en el futuro cercano. Por otra parte, están creciendo las tensiones internas debido a una crisis migratoria sin precedentes, la cual incluso está poniendo en riesgo la unidad nacional norteamericana. Definitivamente Washington no está en condiciones de optar por comprometerse en una guerra de alta intensidad.

Todos estos factores conducen a quienes toman las decisiones en Estados Unidos a reconocer sus limitaciones y elegir blancos fuera del territorio iraní. Estas condiciones obligan a Estados Unidos a replicar indirectamente los ataques directos. Mientras Irán ataca bases norteamericanas, Washington queda limitado a atacar a los socios de Teherán en territorio no iraní. Lo “humillante” que esto pudiera parecerle a algunos militantes belicistas, esta es la realidad que Estados Unidos debe enfrentar.

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

The views of individual contributors do not necessarily represent those of the Strategic Culture Foundation.

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