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Jhosman Barbosa
September 24, 2024
© Photo: Public domain

Rusia no es “un enigma envuelto en un misterio dentro de un acertijo”, como dijo Churchill.

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El historiador y sociólogo británico Perry Anderson, conocido por su trayectoria como: editor de la revista “New Left Review”, ser parte del grupo denominado ‘marxistas británicos’, sus debates sobre la teoría marxista, su análisis del capitalismo y por trabajos notables como The New Old World, (2009) escribió en 2015 un artículo en la propia “New Left Review” N° 94 de septiembre – octubre (en inglés N° 94 julio – agosto) titulado Incommensurate Russia, (Rusia inconmensurable)

En mi concepto es un texto memorable, más allá de los prejuicios o adjetivaciones en las que a veces incurre el autor para caracterizar al gobierno del presidente Vladimir Putin como “autoritario”, “personalista”, “opaco”, “represivo”, “corrupto”. También indica que el gobierno ruso se expresa “centralizado” y “revolucionario” en su manera de manejar el poder y la política, lo que manifiesta la naturaleza compleja y contradictoria del liderazgo de Putin y del sistema político en Rusia, que combina elementos de autoritarismo con una capacidad para maniobrar dentro de un contexto global cambiante y, sobre todo, ceñido al marco jurídico heredado por Putin tras la disolución de la Unión Soviética.

Anderson examina cómo la vasta extensión territorial y la diversidad cultural de Rusia han influido en su desarrollo histórico y político, y cómo estos factores han contribuido a su carácter único y a menudo incomprendido en el contexto global. Asimismo, se aproxima a la relación dada entre las Rusias zarista, soviética y postsoviética; mostrando cómo cada una de estas fases ha dejado una marca duradera en la estructura social y política del país. Además, el texto explora la tensión entre la tradición y la modernidad, así como las contradicciones internas de Rusia que han moldeado su evolución.

Así, tenemos a una Rusia, inabarcable, inconmensurable, incomprendida, misteriosa, impenetrable, inescrutable, todos estos adjetivos puestos desde occidente, y particularmente para este caso, desde dos ingleses. Pero, ¿realmente no comprende occidente a Rusia? ¿no le interesa comprenderla? Considero que occidente comprende perfectamente, pero no le interesa llegar a un entendimiento. No ahora. Sobre ello escribí cuatro extensos artículos antes del inicio de la Operación Militar Especial en febrero de 2022.

En el artículo, A treinta años del desmantelamiento de la Unión Soviética: los Vampiros eslavos persisten señalo hacia el final que,

Una parte de Rusia – la que traicionó el deseo de transición sin cambio total de modelo ni balcanización – desde el fin del mundo bipolar inició un doloroso galanteo a la vieja Europa. Quiso olvidar aquella ‘pesadilla del comunismo’ y ser abrazada por su prima esquiva más allá de los Urales; como si despertara de una catalepsia para persistir en las botas, los salones y bailes de los Romanov. La Rusia donde se posa Vladímir Vladimirovich Putin, ha debido desde el retorno de Crimea a la madre rusa en 2014 y más recientemente con la presión occidental sobre sus fronteras con Ucrania, Bielorrusia y Armenia-Azerbaiyán, darse cuenta que una vez más ni europeos anti eslavos, ni estadounidenses rusófobos le quieren; por el contrario, le combaten y le tergiversan, persuadiéndola a ver de manera decidida a su lado más oriental: China. Rusia llevará la huella del Vampiro eslavo, in saeculam saeculorom.

Además, en una serie de tres artículos titulados EE.UU. – OTAN vs Federación de Rusia: Entre contradicciones antagónicas y no antagónicas (tercera y última parte) detallo cómo la guerra que devendría sólo es la expresión de las contradicciones no antagónicas, de donde es clave retomar a V. Lenin, cuando señala:

El rasgo característico de las contradicciones antagónicas estriba en que en el proceso de su desarrollo, se agudizan, se hacen más hondas y la lucha entre ellas llega hasta el conflicto agudo. No obstante, las formas en que el conflicto se resuelve son determinadas por las condiciones históricas concretas de la lucha. Son un ejemplo claro de estas contradicciones las que existen entre la burguesía y el proletariado en la sociedad capitalista, así como aquellas que se dan entre estados imperialistas; las últimas arrancan de la lucha existente entre los países capitalistas por los mercados y esferas de influencia, o sea de la competencia. Y aunque las contradicciones mencionadas en último término no son de clase y resultan, por ende, menos fuertes y agudas que el antagonismo entre proletariado y burguesía, llevan a la lucha violenta entre los imperialistas de países diferentes. En tales contradicciones se encuentran las causas de las guerras imperialistas por un nuevo reparto del mundo, por los mercados de venta, etc. Las contradicciones no antagónicas expresan las que se dan no entre clases enemigas, sino entre clases y grupos sociales que poseen, además de contradicciones entre sí, una comunidad de intereses esenciales. (El subrayado es mío, fragmento extraído de Diccionario soviético de filosofía y que articula mi tesis en el artículo señalado.)

Entonces, a la luz de estas dos últimas citas, ¿Qué pasa con Rusia? i) Que la Rusia actual no es comunista, pero es poderosa a muchos niveles – ya quedó claro que la canción del difunto Jhon McKein, “Rusia es una gasolinera con armas nucleares” no era verdad – razón por la cual se ha plantado como un contradictor intra élite de EE.UU. – occidente colectivo. ii) Rusia será enemiga del occidente colectivo, sea zarista, comunista, cooperativista, mormona o capitalista. Encierra así dos antagonismos insalvables.

Ya han pasado casi diez años desde la escritura del artículo de Anderson a modo de balance sobre los dos primeros gobiernos de Vladímir Putin e invito a los lectores a releerlo en este link. Aquí formulo dos preguntas en el ánimo de comprender o alertar – no sé – acerca de qué no están comprendiendo y dimensionando en Rusia, respecto de occidente, particularmente de Inglaterra y Estados Unidos. Esta preocupación se expresa en el contexto de la actual guerra en Ucrania que como ya se ha dicho hasta la nausea expresa el cambio de la composición de poder desde una hegemonía unipolar hacia una multipolaridad, policéntrica e Inter civilizacional, al menos como meta.

Parecerá acaso una alevosía pensar que haya algo que no se comprenda con claridad en una nación con credenciales de resistencia y victoria. Asumo el riesgo de tal alevosía.

La Federación de Rusia: entre eurófilos, nacionalistas, comunistas, eurasianistas y quintas columnas.

Como pasa en toda nación y con todas las disputas de intereses que se tejen en torno un país – continente como Rusia hay varios sectores en disputa. El paso de las élites soviéticas como cuadros de la Intelligentsia hacia las llamadas en occidente ‘oligarquías’ y grupos gansteriles que robaron la propiedad estatal de los medios de producción y que acumularon poder en la gestión y administración de toda la energía y potencial de una nación soviética basada en la propiedad estatal, determina el acento de las caracterizaciones de este subtitulo.

Así, y lo sé por vivencias de amigas y amigos rusos, la década de los años 1990 fueron de desconcierto, de un ‘sálvese quien pueda’, en el que la propiedad colectiva por inercia de un modo de producción socialista, fue vendida a precios irrisorios. El artículo de Ruslan Dzarasov, de 2014, Cómo Rusia volvió al capitalismo: el desarrollo del subdesarrollo en sociedades postsoviéticas, depositado en revista Nueva Sociedad N° 253, está nutrido de este argumento que como señalé es la vivencia y la memoria de amigas, amigos y colegas de carne y hueso; por ejemplo, señala el autor que,

… En este contexto, la desigualdad social creció enormemente y Rusia es un claro ejemplo. De acuerdo con el informe Global Wealth report, este país se caracteriza por <<el más elevado nivel de desigualdad de ingresos en el mundo con la excepción de los pequeños estados de la cuenca del Caribe con residentes multimillonarios. En todo el mundo hay un multimillonario por cada 170 mil millones de dólares de la riqueza de los hogares. En Rusia hay uno por cada 11,000 millones. En todo el mundo los multimillonarios representan el 1% al 2% de la riqueza de los hogares; hoy, en Rusia, 110 multimillonarios poseen 35% del total de la riqueza del país>>. (pág. 123. Se refiere al año 2013)

No es posible pensar esto sin un imaginario de orden acumulador y capitalista que ya estaba enquistado en las personas que no querían o se desengañaron, por lo que sea, del ideario comunista. En tal sentido se dan quienes quieren ser parte de Europa, eurófilos, quienes quieren una riqueza autónoma nacionalista, quizá eurasianista y rusa, pero desde una concepción de clase de orden capitalista.

En la misma obra de Nueva Sociedad citada, se pueden apreciar los artículos de Anna Óchkina sobre el rescate del estado de bienestar soviético en el periodo posterior postsoviético. Asimismo, el artículo de Bruno Groppo se esmera en revisar lo que llama Los problemas no resueltos de la memoria rusa y señala el rescate de Stalin como el constructor del proceso de modernización soviética, así como el estatus de potencia que se manifiesta en el mundo bipolar.

Por su parte los comunistas como partido problematizaron el propio rumbo dado a la perestroika (reestructuración) y a la glasnost (apertura) que se comprendían o como un giro gradual al capitalismo en un sentido auténtico ruso o la preservación del propio comunismo. Esto hasta el día de hoy se mantiene, así como persistencias en ciertos grupos como el Movimiento Esencia del Tiempo (Rossa Primavera) del dramaturgo e ideólogo comunista Sergei Kurginyan. El mismo puede enmarcarse dentro del eurasianismo o el anti europeísmo, que no son lo mismo, pero es evidentemente nacionalista y pro soviético, aunque revisionista de los errores del estalinismo.

Vuelvo sobre el eurasianismo, a propósito de lo que se supone marca la línea de pensamiento de la Administración Putin. En el compilado de trabajos titulado, Pensamiento político contemporáneo ruso, artículo de Leonid Savin, Bazavluk, Kurylev y Stanis, La ideología y la práctica política de los euroasiáticos, se esboza el inicio de tal tendencia desde la década de 1920, en donde su enfoque se expresa anti moderno, (respecto al liberalismo) anti marxista (frente al bolchevismo) y anti fascista (ante el nazismo). En tal sentido, los herederos de tales intelectuales como Savitsky, Bulgakov, Arapov, entre otros exiliados en aquella época en Francia y Checoslovaquia, se definen como neo eurasianistas. Su referente más notable es Alexander Duguin, quien desde occidente se considera el ideólogo y consejero de Vladímir Putin. Los autores señalan que,

Por lo tanto, podemos definir el Eurasianismo como un fenómeno meta-político que combinaba varias ideas y conceptos acerca de la cultura, la religión, la filosofía, las humanidades y las ciencias naturales. El Eurasianismo a su vez atravesó por varias etapas en su desarrollo.

No podría aquí desarrollar un análisis acerca de por qué si Duguin ha sido un cercano concejero del presidente ruso desde hace años, hasta ahora puede apreciarse una línea decididamente eurasianista de Putin. Puedo especular que la teoría y doctrina eurasianista se vio confirmada por el proceso agresivo occidental sobre el mundo euroasiático, al punto que la doctrina elegida como antagónica al mundo ruso por el occidente colectivo ha sido el neonazismo en su expresión banderista, legado del criminal pronazi ucraniano Stephan Bandera, puesto como héroe de Ucrania por la administración derivada del Euromaidán. Es decir, una doctrina que como señalan Savin et. tal. que, …jamás intervinieron en la política interna de los países donde vivían, pero sí se dedicaron a pensar teóricamente el cómo iban a llevar a cabo el cambio de régimen en la Unión Soviética., que siempre fue una tendencia sin poder resuelto, ahora cobra sentido en el marco de una ausencia comunista y que en efecto puede sentirse cómoda con la competencia y el capitalismo, más aún cuando su base es ‘un discurso filosófico y religioso’, como señalan Savin y sus colegas.

Esto encaja perfecto con el rescate de la línea cismática, la segunda Jerusalén que encarna la Iglesia ortodoxa rusa. Podría decirse que esta conmoción actual de lucha intra clasista, también puede ser una lucha intra cristiana, en donde como se ha visto en Ucrania y los pronunciamientos del papado de Roma, la iglesia ortodoxa ha sido prohibida y perseguida en Ucrania y la propia iglesia ortodoxa de Rusia rompió relaciones con la de Grecia desde 2019.

Entonces, el Eurasianismo encaja perfecto como necesidad y como inevitabilidad. Es nacionalista, es anti moderna y también anti comunista y anti fascista. Lo que no quiere decir que no haya comunistas, modernos y proto fascistas en Rusia a la luz del día, sólo que están en el lugar de los cristianos antes de la memorable visión de Constantino en el siglo IV. “In hoc signo Vinces” (“Con este signo vencerás”) y de los Eurasianistas hasta antes de Putin.

De otra parte, analistas a extramuros de Rusia, como Mira Milosevich-Juaristi, señalan que,

La definición más adecuada del sistema político ruso sería la de putinismo, un Estado híbrido y modernitario de régimen autocrático, que refleja el papel personal de Vladimir Putin en su creación, desde su llegada al poder en el año 2000. El putinismo es la consecuencia del fracaso de Rusia en la transición a la democracia en los años 90 y de su legado histórico imperial.

El gobierno de Putin se ha definido a sí mismo como una ‘Democracia soberana’. Es indudable su impronta nacionalista, sobre todo dada en los sectores estratégicos de energía, recursos naturales y defensa. El propio presidente Putin en la entrevista efectuada en 2015 y 16 por Oliver Stone, que suelo citar, señala que no nacionalizó en gran cantidad los sectores de la economía rusa, pero sí reguló la acción de los empresarios e impuso fiscalmente responsabilidades respecto a la nación rusa. Las simpatías de Putin por Europa, la concordia en la que se esmeró fue traicionada paulatinamente hasta los actuales momentos de confrontación en toda regla y que sólo escapa a una guerra total por la tolerancia o la redefinición constante de las líneas rojas por parte de la administración rusa, bajo la premisa de ‘reservarse el derecho a una respuesta’.

Este es un punto clave en donde se plantan y potencian – en mi concepto – estas tendencias desarrolladas aquí someramente y de las que los quintacolumnistas instan desde sus posturas para o bien inclinar la gestión del gobierno ruso hacia una confrontación total con occidente también en términos nucleares tácticos, o quintacolumnistas de línea pro occidental que desean e instan por la ineficiencia del gobierno ruso y de su arquitectura militar en pleno auge y la disposición en la Operación Militar Especial. El cambio de ministro de defensa hacia un economista, Andréi Beloúsov, es una expresión del combate de Putin contra la corrupción, la gestión ineficiente y el debilitamiento económico de Rusia en un momento en que ha girado por la urgencia de la guerra hacia un complejo militar industrial fortalecido y direccionado hacia una economía de guerra. La ineficiencia dramática en el campo de batalla de varios generales o comandantes también está vinculada con esta línea quintacolumnista, una negligencia expresa por corrupción y pro ucranismo. Las declaraciones osadas de Margarita Simonyan, directora general de Sputnik y RT, hacia el gobierno y el propio canciller Sergei Lavrov, cuestionando con ironía si no es acaso el ministerio de Asuntos Exteriores el Ministerio de ‘las líneas rojas’, para mofarse de lo que ella percibe como tolerancias excesivas o debilidad del gobierno ruso.

En resumen, hay que comprender que Vladímir V. Putin es una fuerza centralizadora del equilibro entre todas estas tendencias, de la cual es factible que sea el Eurasianismo la que tiende a fortalecerse en detrimento de las otras sin perder de vista la impredecibilidad de las tendencias quintacolumnistas de diversa sepa. Las personalidades fuertes siempre han efectuado esta función de fuerza centrípeta y quedan cinco años de gestión de Putin en las cuales deberá amarrar el final de la guerra en Ucrania, dejando dispuesto el barco ruso con un capitán idóneo y leal hacia la multipolaridad con una Rusia protagonista. Aunque lo logre, será necesaria otra personalidad fuerte, inteligente, magnética que se sabe, tienden a escasear en la historia. Pero tal nuevo personaje, indecible ahora será también consecuencia del nivel de beligerancia y tensión intra clasista global que exista en 2030. En ese caso las diferentes quintas columnas tendrán una nueva oportunidad histórica, si el Eurasianismo, que al parecer apenas despuntó tras cien años como gestión del poder y administración estatal con impronta filosófica, política e ideológica madura, no estuviera a la altura de las circunstancias para dotar al Rusia del relevo adecuado.

¿Qué no comprenden o dimensionan en Rusia?

Vistos quiénes son o pueden ser esos sectores que en Rusia se disputan o gestionan el poder, además de tener claridad respecto a la negativa del occidente colectivo a llegar a un entendimiento con Rusia, me dispongo a expresar lo que desde mi perspectiva y mi visión desde América Latina considero Rusia no comprende o dimensiona en tanto estos grupos en pugna o tensión se manifiestan ante Estados Unidos e Inglaterra.

  1. La historia que se desenvuelve una vez y otra vez no implica que siempre sea cíclica, lineal ni inevitable. Hay una confianza a veces excesiva en que Rusia siempre ha vencido a sus enemigos y este mismo hecho lo repite como un mantra cada enemigo de Rusia, solo diré un nombre, pero hay decenas: Donald Trump. Si bien es cierto este carácter del pueblo ruso y de su historia de triunfo sobre escoceses, franceses, ingleses y alemanes, así como el alto nivel de preparación técnico, industrial y militar respaldado en una economía capaz de alcanzar cierto grado de autarquía y de nuevos socios comerciales, no está demás dimensionar que su propia historia acabó con el zarismo de tajo, asesinando a los Romanov. Que se fundó la Unión Soviética como nuevo paradigma y ello dejó perplejo a quienes en el siglo XIX e inicios del XX no creían en las ideas de cambio tejidas desde los populistas y decembristas como Lavrov, Herzen, Cherníshevsky, Zasúlich, Plejánov, Ryléyev, Muraviov y Péstel, entre otros.
  2. En general la historia de Inglaterra y Estados Unidos se ha fundamentado en la mentira y el engaño. Y en esta línea se mueven Europa, Canadá y Australia, particularmente. El proceso de confianza, escepticismo, alerta, tolerancia es una constante rusa que le hace aparecer o como ingenua o como excesivamente paciente. Esto se expresa en la forma en que asumen sus líneas rojas, varias veces movidas en estos casi tres años de guerra. Tocar aeródromos militares y sus aeronaves o tocar sus sistemas de radares de alerta temprana, son cosas que ha efectuado la OTAN a través del proxy ucraniano y que figuran en los documentos de doctrina de defensa de la Federación Rusa. Pero, además, los acuerdos de Minsk I y II, nunca fueron implementados, siempre fueron una burla no sólo al gobierno ruso como mediador o garante sino a las regiones declaradas como autónomas de Donetsk y Luhansk, que en sí encarnan la región más occidental de la cultura, la lengua y la religión rusas. En esto estaba de lleno Francia y Alemania. Pero siempre con auspicio de los estadounidenses. Desde los casos de montaje de envenenamiento del matrimonio Skripal con agente tóxico Novichok, adjudicado a Rusia por parte de Inglaterra, hasta la fecha, la guerra de desinformación ha sido una variante significativa. Asimismo, la reescritura de la historia de la Segunda Guerra Mundial, por parte del occidente colectivo demuestra la perfidia de estos países. La predictibilidad de este comportamiento hace incomprensible que Rusia o los rusos a cargo se planteen siempre el juego de la paciencia y de la confianza sempiterna en la larga duración como apuesta de la propia estrategia de desgaste.
  3. Las guerras de desgaste, ‘también te desgastan’ y abren la posibilidad a una reposición de fuerzas o la aparición de una innovación o invención que cambien el curso de la guerra. La ventaja tecnológica rusa actual, el nivel de producción industrial y la tasa de bajas a favor hasta el día de hoy, podría cambiar y, de hecho, considero que occidente y particularmente ingleses y estadounidenses buscan ganar tiempo para llegar a tal nivel que sin duda aprovecharían de manera óptima. Hay que recordar que el propio Harry Truman postergó una reunión con Stalin hasta tener la certeza de la bomba atómica que desarrollaba Oppenheimer. Es claro que también Rusia puede tender a mantener la brecha, pero ello redunda en una confianza, como los puntos anteriores.
  4. Las formas de imperialismo ruso e incluso del chino, no han ido históricamente más allá de sus límites continentales y sus propias geografías, mientras los ingleses y estadounidenses han ido más allá de sus zonas inmediatas. De ello se desprende la mentalidad de los rusos no ha devenido en una doctrina agresiva hacia zonas no inmediatas a su geografía, pero también implica – y esto es una gruesa aventura de mi parte – que reacciona siempre desde una psicología de la defensa y hasta el ataque es una extensión de una actitud defensiva. Esto puede impedir que sepa ganar como acción de una iniciativa propia y gana desde su confianza en la inevitabilidad de su sentencia histórica, dada hasta ahora. Esto se escaparía de una comprensión propia y autocrítica, si es como creo un condicionamiento estructural e histórico del ethos ruso.
  5. Creer que al occidente colectivo le interesa una guerra convencional. Europa no ha instaurado jornadas de reclutamiento, tiene una tasa demográfica decreciente, un problema migratorio al alza y problemas con el complejo militar industrial. Será que Europa pensaría luchar una guerra convencional seduciendo a los africanos y musulmanes para que luchen una guerra en nombre de ellos a cambio de una ciudadanía. Pero esto no pueden pensarlo en Rusia, aunque de hecho se acaba de firmar un incremento de efectivos a 2 389.130 con 1500.000 militares. Si la lucha de clases intra elite se peleará hasta el último ucraniano, entonces luego de ello sólo quedará la guerra nuclear.

Paul Krugman ha señalado en repetidas ocasiones que es también responsabilidad de Rusia dar respuestas firmes proporcionales sin dejar avanzar la profundidad de los desmanes occidentales. Evidentemente la forma en que entienden la confrontación los rusos es diferente a la occidental, moderna y capitalista. Pero hay asuntos que se vuelven de índole universal. Estamos en el borde de una guerra nuclear abierta. Los grupos de poder y decisión en pugna vistos anteriormente tienen una responsabilidad que excede la propia estabilidad estratégica rusa: implica la estabilidad mundial.

Rusia no es “un enigma envuelto en un misterio dentro de un acertijo”, como dijo Churchill. A los occidentales les gusta mostrarlo incompresible para justificar su incapacidad de diálogo y acuerdos, para mostrar que solo es posible hacer una cosa con ella: balcanizarla. Pero la Rusia inconmensurable de Anderson, es posible que asuste o presione más a los propios rusos en tanto les exige el control total de su país – continente, multicultural con doce usos horarios y ser verdaderamente decisivos en el nuevo relevo multipolar. La lucha intra elite ha de continuar en el contexto del auge, crisis y decadencia de su relación con China, por inercia de los poderes y fuerzas centrípetas y centrífugas que es posible la pongan de nuevo en un trance ‘existencial’, pero eso es otra historia para los próximos cien años.

La “Rusia inconmensurable”, la Rusia incomprendida, pero, ¿qué no comprenden o dimensionan en Rusia?

Rusia no es “un enigma envuelto en un misterio dentro de un acertijo”, como dijo Churchill.

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El historiador y sociólogo británico Perry Anderson, conocido por su trayectoria como: editor de la revista “New Left Review”, ser parte del grupo denominado ‘marxistas británicos’, sus debates sobre la teoría marxista, su análisis del capitalismo y por trabajos notables como The New Old World, (2009) escribió en 2015 un artículo en la propia “New Left Review” N° 94 de septiembre – octubre (en inglés N° 94 julio – agosto) titulado Incommensurate Russia, (Rusia inconmensurable)

En mi concepto es un texto memorable, más allá de los prejuicios o adjetivaciones en las que a veces incurre el autor para caracterizar al gobierno del presidente Vladimir Putin como “autoritario”, “personalista”, “opaco”, “represivo”, “corrupto”. También indica que el gobierno ruso se expresa “centralizado” y “revolucionario” en su manera de manejar el poder y la política, lo que manifiesta la naturaleza compleja y contradictoria del liderazgo de Putin y del sistema político en Rusia, que combina elementos de autoritarismo con una capacidad para maniobrar dentro de un contexto global cambiante y, sobre todo, ceñido al marco jurídico heredado por Putin tras la disolución de la Unión Soviética.

Anderson examina cómo la vasta extensión territorial y la diversidad cultural de Rusia han influido en su desarrollo histórico y político, y cómo estos factores han contribuido a su carácter único y a menudo incomprendido en el contexto global. Asimismo, se aproxima a la relación dada entre las Rusias zarista, soviética y postsoviética; mostrando cómo cada una de estas fases ha dejado una marca duradera en la estructura social y política del país. Además, el texto explora la tensión entre la tradición y la modernidad, así como las contradicciones internas de Rusia que han moldeado su evolución.

Así, tenemos a una Rusia, inabarcable, inconmensurable, incomprendida, misteriosa, impenetrable, inescrutable, todos estos adjetivos puestos desde occidente, y particularmente para este caso, desde dos ingleses. Pero, ¿realmente no comprende occidente a Rusia? ¿no le interesa comprenderla? Considero que occidente comprende perfectamente, pero no le interesa llegar a un entendimiento. No ahora. Sobre ello escribí cuatro extensos artículos antes del inicio de la Operación Militar Especial en febrero de 2022.

En el artículo, A treinta años del desmantelamiento de la Unión Soviética: los Vampiros eslavos persisten señalo hacia el final que,

Una parte de Rusia – la que traicionó el deseo de transición sin cambio total de modelo ni balcanización – desde el fin del mundo bipolar inició un doloroso galanteo a la vieja Europa. Quiso olvidar aquella ‘pesadilla del comunismo’ y ser abrazada por su prima esquiva más allá de los Urales; como si despertara de una catalepsia para persistir en las botas, los salones y bailes de los Romanov. La Rusia donde se posa Vladímir Vladimirovich Putin, ha debido desde el retorno de Crimea a la madre rusa en 2014 y más recientemente con la presión occidental sobre sus fronteras con Ucrania, Bielorrusia y Armenia-Azerbaiyán, darse cuenta que una vez más ni europeos anti eslavos, ni estadounidenses rusófobos le quieren; por el contrario, le combaten y le tergiversan, persuadiéndola a ver de manera decidida a su lado más oriental: China. Rusia llevará la huella del Vampiro eslavo, in saeculam saeculorom.

Además, en una serie de tres artículos titulados EE.UU. – OTAN vs Federación de Rusia: Entre contradicciones antagónicas y no antagónicas (tercera y última parte) detallo cómo la guerra que devendría sólo es la expresión de las contradicciones no antagónicas, de donde es clave retomar a V. Lenin, cuando señala:

El rasgo característico de las contradicciones antagónicas estriba en que en el proceso de su desarrollo, se agudizan, se hacen más hondas y la lucha entre ellas llega hasta el conflicto agudo. No obstante, las formas en que el conflicto se resuelve son determinadas por las condiciones históricas concretas de la lucha. Son un ejemplo claro de estas contradicciones las que existen entre la burguesía y el proletariado en la sociedad capitalista, así como aquellas que se dan entre estados imperialistas; las últimas arrancan de la lucha existente entre los países capitalistas por los mercados y esferas de influencia, o sea de la competencia. Y aunque las contradicciones mencionadas en último término no son de clase y resultan, por ende, menos fuertes y agudas que el antagonismo entre proletariado y burguesía, llevan a la lucha violenta entre los imperialistas de países diferentes. En tales contradicciones se encuentran las causas de las guerras imperialistas por un nuevo reparto del mundo, por los mercados de venta, etc. Las contradicciones no antagónicas expresan las que se dan no entre clases enemigas, sino entre clases y grupos sociales que poseen, además de contradicciones entre sí, una comunidad de intereses esenciales. (El subrayado es mío, fragmento extraído de Diccionario soviético de filosofía y que articula mi tesis en el artículo señalado.)

Entonces, a la luz de estas dos últimas citas, ¿Qué pasa con Rusia? i) Que la Rusia actual no es comunista, pero es poderosa a muchos niveles – ya quedó claro que la canción del difunto Jhon McKein, “Rusia es una gasolinera con armas nucleares” no era verdad – razón por la cual se ha plantado como un contradictor intra élite de EE.UU. – occidente colectivo. ii) Rusia será enemiga del occidente colectivo, sea zarista, comunista, cooperativista, mormona o capitalista. Encierra así dos antagonismos insalvables.

Ya han pasado casi diez años desde la escritura del artículo de Anderson a modo de balance sobre los dos primeros gobiernos de Vladímir Putin e invito a los lectores a releerlo en este link. Aquí formulo dos preguntas en el ánimo de comprender o alertar – no sé – acerca de qué no están comprendiendo y dimensionando en Rusia, respecto de occidente, particularmente de Inglaterra y Estados Unidos. Esta preocupación se expresa en el contexto de la actual guerra en Ucrania que como ya se ha dicho hasta la nausea expresa el cambio de la composición de poder desde una hegemonía unipolar hacia una multipolaridad, policéntrica e Inter civilizacional, al menos como meta.

Parecerá acaso una alevosía pensar que haya algo que no se comprenda con claridad en una nación con credenciales de resistencia y victoria. Asumo el riesgo de tal alevosía.

La Federación de Rusia: entre eurófilos, nacionalistas, comunistas, eurasianistas y quintas columnas.

Como pasa en toda nación y con todas las disputas de intereses que se tejen en torno un país – continente como Rusia hay varios sectores en disputa. El paso de las élites soviéticas como cuadros de la Intelligentsia hacia las llamadas en occidente ‘oligarquías’ y grupos gansteriles que robaron la propiedad estatal de los medios de producción y que acumularon poder en la gestión y administración de toda la energía y potencial de una nación soviética basada en la propiedad estatal, determina el acento de las caracterizaciones de este subtitulo.

Así, y lo sé por vivencias de amigas y amigos rusos, la década de los años 1990 fueron de desconcierto, de un ‘sálvese quien pueda’, en el que la propiedad colectiva por inercia de un modo de producción socialista, fue vendida a precios irrisorios. El artículo de Ruslan Dzarasov, de 2014, Cómo Rusia volvió al capitalismo: el desarrollo del subdesarrollo en sociedades postsoviéticas, depositado en revista Nueva Sociedad N° 253, está nutrido de este argumento que como señalé es la vivencia y la memoria de amigas, amigos y colegas de carne y hueso; por ejemplo, señala el autor que,

… En este contexto, la desigualdad social creció enormemente y Rusia es un claro ejemplo. De acuerdo con el informe Global Wealth report, este país se caracteriza por <<el más elevado nivel de desigualdad de ingresos en el mundo con la excepción de los pequeños estados de la cuenca del Caribe con residentes multimillonarios. En todo el mundo hay un multimillonario por cada 170 mil millones de dólares de la riqueza de los hogares. En Rusia hay uno por cada 11,000 millones. En todo el mundo los multimillonarios representan el 1% al 2% de la riqueza de los hogares; hoy, en Rusia, 110 multimillonarios poseen 35% del total de la riqueza del país>>. (pág. 123. Se refiere al año 2013)

No es posible pensar esto sin un imaginario de orden acumulador y capitalista que ya estaba enquistado en las personas que no querían o se desengañaron, por lo que sea, del ideario comunista. En tal sentido se dan quienes quieren ser parte de Europa, eurófilos, quienes quieren una riqueza autónoma nacionalista, quizá eurasianista y rusa, pero desde una concepción de clase de orden capitalista.

En la misma obra de Nueva Sociedad citada, se pueden apreciar los artículos de Anna Óchkina sobre el rescate del estado de bienestar soviético en el periodo posterior postsoviético. Asimismo, el artículo de Bruno Groppo se esmera en revisar lo que llama Los problemas no resueltos de la memoria rusa y señala el rescate de Stalin como el constructor del proceso de modernización soviética, así como el estatus de potencia que se manifiesta en el mundo bipolar.

Por su parte los comunistas como partido problematizaron el propio rumbo dado a la perestroika (reestructuración) y a la glasnost (apertura) que se comprendían o como un giro gradual al capitalismo en un sentido auténtico ruso o la preservación del propio comunismo. Esto hasta el día de hoy se mantiene, así como persistencias en ciertos grupos como el Movimiento Esencia del Tiempo (Rossa Primavera) del dramaturgo e ideólogo comunista Sergei Kurginyan. El mismo puede enmarcarse dentro del eurasianismo o el anti europeísmo, que no son lo mismo, pero es evidentemente nacionalista y pro soviético, aunque revisionista de los errores del estalinismo.

Vuelvo sobre el eurasianismo, a propósito de lo que se supone marca la línea de pensamiento de la Administración Putin. En el compilado de trabajos titulado, Pensamiento político contemporáneo ruso, artículo de Leonid Savin, Bazavluk, Kurylev y Stanis, La ideología y la práctica política de los euroasiáticos, se esboza el inicio de tal tendencia desde la década de 1920, en donde su enfoque se expresa anti moderno, (respecto al liberalismo) anti marxista (frente al bolchevismo) y anti fascista (ante el nazismo). En tal sentido, los herederos de tales intelectuales como Savitsky, Bulgakov, Arapov, entre otros exiliados en aquella época en Francia y Checoslovaquia, se definen como neo eurasianistas. Su referente más notable es Alexander Duguin, quien desde occidente se considera el ideólogo y consejero de Vladímir Putin. Los autores señalan que,

Por lo tanto, podemos definir el Eurasianismo como un fenómeno meta-político que combinaba varias ideas y conceptos acerca de la cultura, la religión, la filosofía, las humanidades y las ciencias naturales. El Eurasianismo a su vez atravesó por varias etapas en su desarrollo.

No podría aquí desarrollar un análisis acerca de por qué si Duguin ha sido un cercano concejero del presidente ruso desde hace años, hasta ahora puede apreciarse una línea decididamente eurasianista de Putin. Puedo especular que la teoría y doctrina eurasianista se vio confirmada por el proceso agresivo occidental sobre el mundo euroasiático, al punto que la doctrina elegida como antagónica al mundo ruso por el occidente colectivo ha sido el neonazismo en su expresión banderista, legado del criminal pronazi ucraniano Stephan Bandera, puesto como héroe de Ucrania por la administración derivada del Euromaidán. Es decir, una doctrina que como señalan Savin et. tal. que, …jamás intervinieron en la política interna de los países donde vivían, pero sí se dedicaron a pensar teóricamente el cómo iban a llevar a cabo el cambio de régimen en la Unión Soviética., que siempre fue una tendencia sin poder resuelto, ahora cobra sentido en el marco de una ausencia comunista y que en efecto puede sentirse cómoda con la competencia y el capitalismo, más aún cuando su base es ‘un discurso filosófico y religioso’, como señalan Savin y sus colegas.

Esto encaja perfecto con el rescate de la línea cismática, la segunda Jerusalén que encarna la Iglesia ortodoxa rusa. Podría decirse que esta conmoción actual de lucha intra clasista, también puede ser una lucha intra cristiana, en donde como se ha visto en Ucrania y los pronunciamientos del papado de Roma, la iglesia ortodoxa ha sido prohibida y perseguida en Ucrania y la propia iglesia ortodoxa de Rusia rompió relaciones con la de Grecia desde 2019.

Entonces, el Eurasianismo encaja perfecto como necesidad y como inevitabilidad. Es nacionalista, es anti moderna y también anti comunista y anti fascista. Lo que no quiere decir que no haya comunistas, modernos y proto fascistas en Rusia a la luz del día, sólo que están en el lugar de los cristianos antes de la memorable visión de Constantino en el siglo IV. “In hoc signo Vinces” (“Con este signo vencerás”) y de los Eurasianistas hasta antes de Putin.

De otra parte, analistas a extramuros de Rusia, como Mira Milosevich-Juaristi, señalan que,

La definición más adecuada del sistema político ruso sería la de putinismo, un Estado híbrido y modernitario de régimen autocrático, que refleja el papel personal de Vladimir Putin en su creación, desde su llegada al poder en el año 2000. El putinismo es la consecuencia del fracaso de Rusia en la transición a la democracia en los años 90 y de su legado histórico imperial.

El gobierno de Putin se ha definido a sí mismo como una ‘Democracia soberana’. Es indudable su impronta nacionalista, sobre todo dada en los sectores estratégicos de energía, recursos naturales y defensa. El propio presidente Putin en la entrevista efectuada en 2015 y 16 por Oliver Stone, que suelo citar, señala que no nacionalizó en gran cantidad los sectores de la economía rusa, pero sí reguló la acción de los empresarios e impuso fiscalmente responsabilidades respecto a la nación rusa. Las simpatías de Putin por Europa, la concordia en la que se esmeró fue traicionada paulatinamente hasta los actuales momentos de confrontación en toda regla y que sólo escapa a una guerra total por la tolerancia o la redefinición constante de las líneas rojas por parte de la administración rusa, bajo la premisa de ‘reservarse el derecho a una respuesta’.

Este es un punto clave en donde se plantan y potencian – en mi concepto – estas tendencias desarrolladas aquí someramente y de las que los quintacolumnistas instan desde sus posturas para o bien inclinar la gestión del gobierno ruso hacia una confrontación total con occidente también en términos nucleares tácticos, o quintacolumnistas de línea pro occidental que desean e instan por la ineficiencia del gobierno ruso y de su arquitectura militar en pleno auge y la disposición en la Operación Militar Especial. El cambio de ministro de defensa hacia un economista, Andréi Beloúsov, es una expresión del combate de Putin contra la corrupción, la gestión ineficiente y el debilitamiento económico de Rusia en un momento en que ha girado por la urgencia de la guerra hacia un complejo militar industrial fortalecido y direccionado hacia una economía de guerra. La ineficiencia dramática en el campo de batalla de varios generales o comandantes también está vinculada con esta línea quintacolumnista, una negligencia expresa por corrupción y pro ucranismo. Las declaraciones osadas de Margarita Simonyan, directora general de Sputnik y RT, hacia el gobierno y el propio canciller Sergei Lavrov, cuestionando con ironía si no es acaso el ministerio de Asuntos Exteriores el Ministerio de ‘las líneas rojas’, para mofarse de lo que ella percibe como tolerancias excesivas o debilidad del gobierno ruso.

En resumen, hay que comprender que Vladímir V. Putin es una fuerza centralizadora del equilibro entre todas estas tendencias, de la cual es factible que sea el Eurasianismo la que tiende a fortalecerse en detrimento de las otras sin perder de vista la impredecibilidad de las tendencias quintacolumnistas de diversa sepa. Las personalidades fuertes siempre han efectuado esta función de fuerza centrípeta y quedan cinco años de gestión de Putin en las cuales deberá amarrar el final de la guerra en Ucrania, dejando dispuesto el barco ruso con un capitán idóneo y leal hacia la multipolaridad con una Rusia protagonista. Aunque lo logre, será necesaria otra personalidad fuerte, inteligente, magnética que se sabe, tienden a escasear en la historia. Pero tal nuevo personaje, indecible ahora será también consecuencia del nivel de beligerancia y tensión intra clasista global que exista en 2030. En ese caso las diferentes quintas columnas tendrán una nueva oportunidad histórica, si el Eurasianismo, que al parecer apenas despuntó tras cien años como gestión del poder y administración estatal con impronta filosófica, política e ideológica madura, no estuviera a la altura de las circunstancias para dotar al Rusia del relevo adecuado.

¿Qué no comprenden o dimensionan en Rusia?

Vistos quiénes son o pueden ser esos sectores que en Rusia se disputan o gestionan el poder, además de tener claridad respecto a la negativa del occidente colectivo a llegar a un entendimiento con Rusia, me dispongo a expresar lo que desde mi perspectiva y mi visión desde América Latina considero Rusia no comprende o dimensiona en tanto estos grupos en pugna o tensión se manifiestan ante Estados Unidos e Inglaterra.

  1. La historia que se desenvuelve una vez y otra vez no implica que siempre sea cíclica, lineal ni inevitable. Hay una confianza a veces excesiva en que Rusia siempre ha vencido a sus enemigos y este mismo hecho lo repite como un mantra cada enemigo de Rusia, solo diré un nombre, pero hay decenas: Donald Trump. Si bien es cierto este carácter del pueblo ruso y de su historia de triunfo sobre escoceses, franceses, ingleses y alemanes, así como el alto nivel de preparación técnico, industrial y militar respaldado en una economía capaz de alcanzar cierto grado de autarquía y de nuevos socios comerciales, no está demás dimensionar que su propia historia acabó con el zarismo de tajo, asesinando a los Romanov. Que se fundó la Unión Soviética como nuevo paradigma y ello dejó perplejo a quienes en el siglo XIX e inicios del XX no creían en las ideas de cambio tejidas desde los populistas y decembristas como Lavrov, Herzen, Cherníshevsky, Zasúlich, Plejánov, Ryléyev, Muraviov y Péstel, entre otros.
  2. En general la historia de Inglaterra y Estados Unidos se ha fundamentado en la mentira y el engaño. Y en esta línea se mueven Europa, Canadá y Australia, particularmente. El proceso de confianza, escepticismo, alerta, tolerancia es una constante rusa que le hace aparecer o como ingenua o como excesivamente paciente. Esto se expresa en la forma en que asumen sus líneas rojas, varias veces movidas en estos casi tres años de guerra. Tocar aeródromos militares y sus aeronaves o tocar sus sistemas de radares de alerta temprana, son cosas que ha efectuado la OTAN a través del proxy ucraniano y que figuran en los documentos de doctrina de defensa de la Federación Rusa. Pero, además, los acuerdos de Minsk I y II, nunca fueron implementados, siempre fueron una burla no sólo al gobierno ruso como mediador o garante sino a las regiones declaradas como autónomas de Donetsk y Luhansk, que en sí encarnan la región más occidental de la cultura, la lengua y la religión rusas. En esto estaba de lleno Francia y Alemania. Pero siempre con auspicio de los estadounidenses. Desde los casos de montaje de envenenamiento del matrimonio Skripal con agente tóxico Novichok, adjudicado a Rusia por parte de Inglaterra, hasta la fecha, la guerra de desinformación ha sido una variante significativa. Asimismo, la reescritura de la historia de la Segunda Guerra Mundial, por parte del occidente colectivo demuestra la perfidia de estos países. La predictibilidad de este comportamiento hace incomprensible que Rusia o los rusos a cargo se planteen siempre el juego de la paciencia y de la confianza sempiterna en la larga duración como apuesta de la propia estrategia de desgaste.
  3. Las guerras de desgaste, ‘también te desgastan’ y abren la posibilidad a una reposición de fuerzas o la aparición de una innovación o invención que cambien el curso de la guerra. La ventaja tecnológica rusa actual, el nivel de producción industrial y la tasa de bajas a favor hasta el día de hoy, podría cambiar y, de hecho, considero que occidente y particularmente ingleses y estadounidenses buscan ganar tiempo para llegar a tal nivel que sin duda aprovecharían de manera óptima. Hay que recordar que el propio Harry Truman postergó una reunión con Stalin hasta tener la certeza de la bomba atómica que desarrollaba Oppenheimer. Es claro que también Rusia puede tender a mantener la brecha, pero ello redunda en una confianza, como los puntos anteriores.
  4. Las formas de imperialismo ruso e incluso del chino, no han ido históricamente más allá de sus límites continentales y sus propias geografías, mientras los ingleses y estadounidenses han ido más allá de sus zonas inmediatas. De ello se desprende la mentalidad de los rusos no ha devenido en una doctrina agresiva hacia zonas no inmediatas a su geografía, pero también implica – y esto es una gruesa aventura de mi parte – que reacciona siempre desde una psicología de la defensa y hasta el ataque es una extensión de una actitud defensiva. Esto puede impedir que sepa ganar como acción de una iniciativa propia y gana desde su confianza en la inevitabilidad de su sentencia histórica, dada hasta ahora. Esto se escaparía de una comprensión propia y autocrítica, si es como creo un condicionamiento estructural e histórico del ethos ruso.
  5. Creer que al occidente colectivo le interesa una guerra convencional. Europa no ha instaurado jornadas de reclutamiento, tiene una tasa demográfica decreciente, un problema migratorio al alza y problemas con el complejo militar industrial. Será que Europa pensaría luchar una guerra convencional seduciendo a los africanos y musulmanes para que luchen una guerra en nombre de ellos a cambio de una ciudadanía. Pero esto no pueden pensarlo en Rusia, aunque de hecho se acaba de firmar un incremento de efectivos a 2 389.130 con 1500.000 militares. Si la lucha de clases intra elite se peleará hasta el último ucraniano, entonces luego de ello sólo quedará la guerra nuclear.

Paul Krugman ha señalado en repetidas ocasiones que es también responsabilidad de Rusia dar respuestas firmes proporcionales sin dejar avanzar la profundidad de los desmanes occidentales. Evidentemente la forma en que entienden la confrontación los rusos es diferente a la occidental, moderna y capitalista. Pero hay asuntos que se vuelven de índole universal. Estamos en el borde de una guerra nuclear abierta. Los grupos de poder y decisión en pugna vistos anteriormente tienen una responsabilidad que excede la propia estabilidad estratégica rusa: implica la estabilidad mundial.

Rusia no es “un enigma envuelto en un misterio dentro de un acertijo”, como dijo Churchill. A los occidentales les gusta mostrarlo incompresible para justificar su incapacidad de diálogo y acuerdos, para mostrar que solo es posible hacer una cosa con ella: balcanizarla. Pero la Rusia inconmensurable de Anderson, es posible que asuste o presione más a los propios rusos en tanto les exige el control total de su país – continente, multicultural con doce usos horarios y ser verdaderamente decisivos en el nuevo relevo multipolar. La lucha intra elite ha de continuar en el contexto del auge, crisis y decadencia de su relación con China, por inercia de los poderes y fuerzas centrípetas y centrífugas que es posible la pongan de nuevo en un trance ‘existencial’, pero eso es otra historia para los próximos cien años.

Rusia no es “un enigma envuelto en un misterio dentro de un acertijo”, como dijo Churchill.

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El historiador y sociólogo británico Perry Anderson, conocido por su trayectoria como: editor de la revista “New Left Review”, ser parte del grupo denominado ‘marxistas británicos’, sus debates sobre la teoría marxista, su análisis del capitalismo y por trabajos notables como The New Old World, (2009) escribió en 2015 un artículo en la propia “New Left Review” N° 94 de septiembre – octubre (en inglés N° 94 julio – agosto) titulado Incommensurate Russia, (Rusia inconmensurable)

En mi concepto es un texto memorable, más allá de los prejuicios o adjetivaciones en las que a veces incurre el autor para caracterizar al gobierno del presidente Vladimir Putin como “autoritario”, “personalista”, “opaco”, “represivo”, “corrupto”. También indica que el gobierno ruso se expresa “centralizado” y “revolucionario” en su manera de manejar el poder y la política, lo que manifiesta la naturaleza compleja y contradictoria del liderazgo de Putin y del sistema político en Rusia, que combina elementos de autoritarismo con una capacidad para maniobrar dentro de un contexto global cambiante y, sobre todo, ceñido al marco jurídico heredado por Putin tras la disolución de la Unión Soviética.

Anderson examina cómo la vasta extensión territorial y la diversidad cultural de Rusia han influido en su desarrollo histórico y político, y cómo estos factores han contribuido a su carácter único y a menudo incomprendido en el contexto global. Asimismo, se aproxima a la relación dada entre las Rusias zarista, soviética y postsoviética; mostrando cómo cada una de estas fases ha dejado una marca duradera en la estructura social y política del país. Además, el texto explora la tensión entre la tradición y la modernidad, así como las contradicciones internas de Rusia que han moldeado su evolución.

Así, tenemos a una Rusia, inabarcable, inconmensurable, incomprendida, misteriosa, impenetrable, inescrutable, todos estos adjetivos puestos desde occidente, y particularmente para este caso, desde dos ingleses. Pero, ¿realmente no comprende occidente a Rusia? ¿no le interesa comprenderla? Considero que occidente comprende perfectamente, pero no le interesa llegar a un entendimiento. No ahora. Sobre ello escribí cuatro extensos artículos antes del inicio de la Operación Militar Especial en febrero de 2022.

En el artículo, A treinta años del desmantelamiento de la Unión Soviética: los Vampiros eslavos persisten señalo hacia el final que,

Una parte de Rusia – la que traicionó el deseo de transición sin cambio total de modelo ni balcanización – desde el fin del mundo bipolar inició un doloroso galanteo a la vieja Europa. Quiso olvidar aquella ‘pesadilla del comunismo’ y ser abrazada por su prima esquiva más allá de los Urales; como si despertara de una catalepsia para persistir en las botas, los salones y bailes de los Romanov. La Rusia donde se posa Vladímir Vladimirovich Putin, ha debido desde el retorno de Crimea a la madre rusa en 2014 y más recientemente con la presión occidental sobre sus fronteras con Ucrania, Bielorrusia y Armenia-Azerbaiyán, darse cuenta que una vez más ni europeos anti eslavos, ni estadounidenses rusófobos le quieren; por el contrario, le combaten y le tergiversan, persuadiéndola a ver de manera decidida a su lado más oriental: China. Rusia llevará la huella del Vampiro eslavo, in saeculam saeculorom.

Además, en una serie de tres artículos titulados EE.UU. – OTAN vs Federación de Rusia: Entre contradicciones antagónicas y no antagónicas (tercera y última parte) detallo cómo la guerra que devendría sólo es la expresión de las contradicciones no antagónicas, de donde es clave retomar a V. Lenin, cuando señala:

El rasgo característico de las contradicciones antagónicas estriba en que en el proceso de su desarrollo, se agudizan, se hacen más hondas y la lucha entre ellas llega hasta el conflicto agudo. No obstante, las formas en que el conflicto se resuelve son determinadas por las condiciones históricas concretas de la lucha. Son un ejemplo claro de estas contradicciones las que existen entre la burguesía y el proletariado en la sociedad capitalista, así como aquellas que se dan entre estados imperialistas; las últimas arrancan de la lucha existente entre los países capitalistas por los mercados y esferas de influencia, o sea de la competencia. Y aunque las contradicciones mencionadas en último término no son de clase y resultan, por ende, menos fuertes y agudas que el antagonismo entre proletariado y burguesía, llevan a la lucha violenta entre los imperialistas de países diferentes. En tales contradicciones se encuentran las causas de las guerras imperialistas por un nuevo reparto del mundo, por los mercados de venta, etc. Las contradicciones no antagónicas expresan las que se dan no entre clases enemigas, sino entre clases y grupos sociales que poseen, además de contradicciones entre sí, una comunidad de intereses esenciales. (El subrayado es mío, fragmento extraído de Diccionario soviético de filosofía y que articula mi tesis en el artículo señalado.)

Entonces, a la luz de estas dos últimas citas, ¿Qué pasa con Rusia? i) Que la Rusia actual no es comunista, pero es poderosa a muchos niveles – ya quedó claro que la canción del difunto Jhon McKein, “Rusia es una gasolinera con armas nucleares” no era verdad – razón por la cual se ha plantado como un contradictor intra élite de EE.UU. – occidente colectivo. ii) Rusia será enemiga del occidente colectivo, sea zarista, comunista, cooperativista, mormona o capitalista. Encierra así dos antagonismos insalvables.

Ya han pasado casi diez años desde la escritura del artículo de Anderson a modo de balance sobre los dos primeros gobiernos de Vladímir Putin e invito a los lectores a releerlo en este link. Aquí formulo dos preguntas en el ánimo de comprender o alertar – no sé – acerca de qué no están comprendiendo y dimensionando en Rusia, respecto de occidente, particularmente de Inglaterra y Estados Unidos. Esta preocupación se expresa en el contexto de la actual guerra en Ucrania que como ya se ha dicho hasta la nausea expresa el cambio de la composición de poder desde una hegemonía unipolar hacia una multipolaridad, policéntrica e Inter civilizacional, al menos como meta.

Parecerá acaso una alevosía pensar que haya algo que no se comprenda con claridad en una nación con credenciales de resistencia y victoria. Asumo el riesgo de tal alevosía.

La Federación de Rusia: entre eurófilos, nacionalistas, comunistas, eurasianistas y quintas columnas.

Como pasa en toda nación y con todas las disputas de intereses que se tejen en torno un país – continente como Rusia hay varios sectores en disputa. El paso de las élites soviéticas como cuadros de la Intelligentsia hacia las llamadas en occidente ‘oligarquías’ y grupos gansteriles que robaron la propiedad estatal de los medios de producción y que acumularon poder en la gestión y administración de toda la energía y potencial de una nación soviética basada en la propiedad estatal, determina el acento de las caracterizaciones de este subtitulo.

Así, y lo sé por vivencias de amigas y amigos rusos, la década de los años 1990 fueron de desconcierto, de un ‘sálvese quien pueda’, en el que la propiedad colectiva por inercia de un modo de producción socialista, fue vendida a precios irrisorios. El artículo de Ruslan Dzarasov, de 2014, Cómo Rusia volvió al capitalismo: el desarrollo del subdesarrollo en sociedades postsoviéticas, depositado en revista Nueva Sociedad N° 253, está nutrido de este argumento que como señalé es la vivencia y la memoria de amigas, amigos y colegas de carne y hueso; por ejemplo, señala el autor que,

… En este contexto, la desigualdad social creció enormemente y Rusia es un claro ejemplo. De acuerdo con el informe Global Wealth report, este país se caracteriza por <<el más elevado nivel de desigualdad de ingresos en el mundo con la excepción de los pequeños estados de la cuenca del Caribe con residentes multimillonarios. En todo el mundo hay un multimillonario por cada 170 mil millones de dólares de la riqueza de los hogares. En Rusia hay uno por cada 11,000 millones. En todo el mundo los multimillonarios representan el 1% al 2% de la riqueza de los hogares; hoy, en Rusia, 110 multimillonarios poseen 35% del total de la riqueza del país>>. (pág. 123. Se refiere al año 2013)

No es posible pensar esto sin un imaginario de orden acumulador y capitalista que ya estaba enquistado en las personas que no querían o se desengañaron, por lo que sea, del ideario comunista. En tal sentido se dan quienes quieren ser parte de Europa, eurófilos, quienes quieren una riqueza autónoma nacionalista, quizá eurasianista y rusa, pero desde una concepción de clase de orden capitalista.

En la misma obra de Nueva Sociedad citada, se pueden apreciar los artículos de Anna Óchkina sobre el rescate del estado de bienestar soviético en el periodo posterior postsoviético. Asimismo, el artículo de Bruno Groppo se esmera en revisar lo que llama Los problemas no resueltos de la memoria rusa y señala el rescate de Stalin como el constructor del proceso de modernización soviética, así como el estatus de potencia que se manifiesta en el mundo bipolar.

Por su parte los comunistas como partido problematizaron el propio rumbo dado a la perestroika (reestructuración) y a la glasnost (apertura) que se comprendían o como un giro gradual al capitalismo en un sentido auténtico ruso o la preservación del propio comunismo. Esto hasta el día de hoy se mantiene, así como persistencias en ciertos grupos como el Movimiento Esencia del Tiempo (Rossa Primavera) del dramaturgo e ideólogo comunista Sergei Kurginyan. El mismo puede enmarcarse dentro del eurasianismo o el anti europeísmo, que no son lo mismo, pero es evidentemente nacionalista y pro soviético, aunque revisionista de los errores del estalinismo.

Vuelvo sobre el eurasianismo, a propósito de lo que se supone marca la línea de pensamiento de la Administración Putin. En el compilado de trabajos titulado, Pensamiento político contemporáneo ruso, artículo de Leonid Savin, Bazavluk, Kurylev y Stanis, La ideología y la práctica política de los euroasiáticos, se esboza el inicio de tal tendencia desde la década de 1920, en donde su enfoque se expresa anti moderno, (respecto al liberalismo) anti marxista (frente al bolchevismo) y anti fascista (ante el nazismo). En tal sentido, los herederos de tales intelectuales como Savitsky, Bulgakov, Arapov, entre otros exiliados en aquella época en Francia y Checoslovaquia, se definen como neo eurasianistas. Su referente más notable es Alexander Duguin, quien desde occidente se considera el ideólogo y consejero de Vladímir Putin. Los autores señalan que,

Por lo tanto, podemos definir el Eurasianismo como un fenómeno meta-político que combinaba varias ideas y conceptos acerca de la cultura, la religión, la filosofía, las humanidades y las ciencias naturales. El Eurasianismo a su vez atravesó por varias etapas en su desarrollo.

No podría aquí desarrollar un análisis acerca de por qué si Duguin ha sido un cercano concejero del presidente ruso desde hace años, hasta ahora puede apreciarse una línea decididamente eurasianista de Putin. Puedo especular que la teoría y doctrina eurasianista se vio confirmada por el proceso agresivo occidental sobre el mundo euroasiático, al punto que la doctrina elegida como antagónica al mundo ruso por el occidente colectivo ha sido el neonazismo en su expresión banderista, legado del criminal pronazi ucraniano Stephan Bandera, puesto como héroe de Ucrania por la administración derivada del Euromaidán. Es decir, una doctrina que como señalan Savin et. tal. que, …jamás intervinieron en la política interna de los países donde vivían, pero sí se dedicaron a pensar teóricamente el cómo iban a llevar a cabo el cambio de régimen en la Unión Soviética., que siempre fue una tendencia sin poder resuelto, ahora cobra sentido en el marco de una ausencia comunista y que en efecto puede sentirse cómoda con la competencia y el capitalismo, más aún cuando su base es ‘un discurso filosófico y religioso’, como señalan Savin y sus colegas.

Esto encaja perfecto con el rescate de la línea cismática, la segunda Jerusalén que encarna la Iglesia ortodoxa rusa. Podría decirse que esta conmoción actual de lucha intra clasista, también puede ser una lucha intra cristiana, en donde como se ha visto en Ucrania y los pronunciamientos del papado de Roma, la iglesia ortodoxa ha sido prohibida y perseguida en Ucrania y la propia iglesia ortodoxa de Rusia rompió relaciones con la de Grecia desde 2019.

Entonces, el Eurasianismo encaja perfecto como necesidad y como inevitabilidad. Es nacionalista, es anti moderna y también anti comunista y anti fascista. Lo que no quiere decir que no haya comunistas, modernos y proto fascistas en Rusia a la luz del día, sólo que están en el lugar de los cristianos antes de la memorable visión de Constantino en el siglo IV. “In hoc signo Vinces” (“Con este signo vencerás”) y de los Eurasianistas hasta antes de Putin.

De otra parte, analistas a extramuros de Rusia, como Mira Milosevich-Juaristi, señalan que,

La definición más adecuada del sistema político ruso sería la de putinismo, un Estado híbrido y modernitario de régimen autocrático, que refleja el papel personal de Vladimir Putin en su creación, desde su llegada al poder en el año 2000. El putinismo es la consecuencia del fracaso de Rusia en la transición a la democracia en los años 90 y de su legado histórico imperial.

El gobierno de Putin se ha definido a sí mismo como una ‘Democracia soberana’. Es indudable su impronta nacionalista, sobre todo dada en los sectores estratégicos de energía, recursos naturales y defensa. El propio presidente Putin en la entrevista efectuada en 2015 y 16 por Oliver Stone, que suelo citar, señala que no nacionalizó en gran cantidad los sectores de la economía rusa, pero sí reguló la acción de los empresarios e impuso fiscalmente responsabilidades respecto a la nación rusa. Las simpatías de Putin por Europa, la concordia en la que se esmeró fue traicionada paulatinamente hasta los actuales momentos de confrontación en toda regla y que sólo escapa a una guerra total por la tolerancia o la redefinición constante de las líneas rojas por parte de la administración rusa, bajo la premisa de ‘reservarse el derecho a una respuesta’.

Este es un punto clave en donde se plantan y potencian – en mi concepto – estas tendencias desarrolladas aquí someramente y de las que los quintacolumnistas instan desde sus posturas para o bien inclinar la gestión del gobierno ruso hacia una confrontación total con occidente también en términos nucleares tácticos, o quintacolumnistas de línea pro occidental que desean e instan por la ineficiencia del gobierno ruso y de su arquitectura militar en pleno auge y la disposición en la Operación Militar Especial. El cambio de ministro de defensa hacia un economista, Andréi Beloúsov, es una expresión del combate de Putin contra la corrupción, la gestión ineficiente y el debilitamiento económico de Rusia en un momento en que ha girado por la urgencia de la guerra hacia un complejo militar industrial fortalecido y direccionado hacia una economía de guerra. La ineficiencia dramática en el campo de batalla de varios generales o comandantes también está vinculada con esta línea quintacolumnista, una negligencia expresa por corrupción y pro ucranismo. Las declaraciones osadas de Margarita Simonyan, directora general de Sputnik y RT, hacia el gobierno y el propio canciller Sergei Lavrov, cuestionando con ironía si no es acaso el ministerio de Asuntos Exteriores el Ministerio de ‘las líneas rojas’, para mofarse de lo que ella percibe como tolerancias excesivas o debilidad del gobierno ruso.

En resumen, hay que comprender que Vladímir V. Putin es una fuerza centralizadora del equilibro entre todas estas tendencias, de la cual es factible que sea el Eurasianismo la que tiende a fortalecerse en detrimento de las otras sin perder de vista la impredecibilidad de las tendencias quintacolumnistas de diversa sepa. Las personalidades fuertes siempre han efectuado esta función de fuerza centrípeta y quedan cinco años de gestión de Putin en las cuales deberá amarrar el final de la guerra en Ucrania, dejando dispuesto el barco ruso con un capitán idóneo y leal hacia la multipolaridad con una Rusia protagonista. Aunque lo logre, será necesaria otra personalidad fuerte, inteligente, magnética que se sabe, tienden a escasear en la historia. Pero tal nuevo personaje, indecible ahora será también consecuencia del nivel de beligerancia y tensión intra clasista global que exista en 2030. En ese caso las diferentes quintas columnas tendrán una nueva oportunidad histórica, si el Eurasianismo, que al parecer apenas despuntó tras cien años como gestión del poder y administración estatal con impronta filosófica, política e ideológica madura, no estuviera a la altura de las circunstancias para dotar al Rusia del relevo adecuado.

¿Qué no comprenden o dimensionan en Rusia?

Vistos quiénes son o pueden ser esos sectores que en Rusia se disputan o gestionan el poder, además de tener claridad respecto a la negativa del occidente colectivo a llegar a un entendimiento con Rusia, me dispongo a expresar lo que desde mi perspectiva y mi visión desde América Latina considero Rusia no comprende o dimensiona en tanto estos grupos en pugna o tensión se manifiestan ante Estados Unidos e Inglaterra.

  1. La historia que se desenvuelve una vez y otra vez no implica que siempre sea cíclica, lineal ni inevitable. Hay una confianza a veces excesiva en que Rusia siempre ha vencido a sus enemigos y este mismo hecho lo repite como un mantra cada enemigo de Rusia, solo diré un nombre, pero hay decenas: Donald Trump. Si bien es cierto este carácter del pueblo ruso y de su historia de triunfo sobre escoceses, franceses, ingleses y alemanes, así como el alto nivel de preparación técnico, industrial y militar respaldado en una economía capaz de alcanzar cierto grado de autarquía y de nuevos socios comerciales, no está demás dimensionar que su propia historia acabó con el zarismo de tajo, asesinando a los Romanov. Que se fundó la Unión Soviética como nuevo paradigma y ello dejó perplejo a quienes en el siglo XIX e inicios del XX no creían en las ideas de cambio tejidas desde los populistas y decembristas como Lavrov, Herzen, Cherníshevsky, Zasúlich, Plejánov, Ryléyev, Muraviov y Péstel, entre otros.
  2. En general la historia de Inglaterra y Estados Unidos se ha fundamentado en la mentira y el engaño. Y en esta línea se mueven Europa, Canadá y Australia, particularmente. El proceso de confianza, escepticismo, alerta, tolerancia es una constante rusa que le hace aparecer o como ingenua o como excesivamente paciente. Esto se expresa en la forma en que asumen sus líneas rojas, varias veces movidas en estos casi tres años de guerra. Tocar aeródromos militares y sus aeronaves o tocar sus sistemas de radares de alerta temprana, son cosas que ha efectuado la OTAN a través del proxy ucraniano y que figuran en los documentos de doctrina de defensa de la Federación Rusa. Pero, además, los acuerdos de Minsk I y II, nunca fueron implementados, siempre fueron una burla no sólo al gobierno ruso como mediador o garante sino a las regiones declaradas como autónomas de Donetsk y Luhansk, que en sí encarnan la región más occidental de la cultura, la lengua y la religión rusas. En esto estaba de lleno Francia y Alemania. Pero siempre con auspicio de los estadounidenses. Desde los casos de montaje de envenenamiento del matrimonio Skripal con agente tóxico Novichok, adjudicado a Rusia por parte de Inglaterra, hasta la fecha, la guerra de desinformación ha sido una variante significativa. Asimismo, la reescritura de la historia de la Segunda Guerra Mundial, por parte del occidente colectivo demuestra la perfidia de estos países. La predictibilidad de este comportamiento hace incomprensible que Rusia o los rusos a cargo se planteen siempre el juego de la paciencia y de la confianza sempiterna en la larga duración como apuesta de la propia estrategia de desgaste.
  3. Las guerras de desgaste, ‘también te desgastan’ y abren la posibilidad a una reposición de fuerzas o la aparición de una innovación o invención que cambien el curso de la guerra. La ventaja tecnológica rusa actual, el nivel de producción industrial y la tasa de bajas a favor hasta el día de hoy, podría cambiar y, de hecho, considero que occidente y particularmente ingleses y estadounidenses buscan ganar tiempo para llegar a tal nivel que sin duda aprovecharían de manera óptima. Hay que recordar que el propio Harry Truman postergó una reunión con Stalin hasta tener la certeza de la bomba atómica que desarrollaba Oppenheimer. Es claro que también Rusia puede tender a mantener la brecha, pero ello redunda en una confianza, como los puntos anteriores.
  4. Las formas de imperialismo ruso e incluso del chino, no han ido históricamente más allá de sus límites continentales y sus propias geografías, mientras los ingleses y estadounidenses han ido más allá de sus zonas inmediatas. De ello se desprende la mentalidad de los rusos no ha devenido en una doctrina agresiva hacia zonas no inmediatas a su geografía, pero también implica – y esto es una gruesa aventura de mi parte – que reacciona siempre desde una psicología de la defensa y hasta el ataque es una extensión de una actitud defensiva. Esto puede impedir que sepa ganar como acción de una iniciativa propia y gana desde su confianza en la inevitabilidad de su sentencia histórica, dada hasta ahora. Esto se escaparía de una comprensión propia y autocrítica, si es como creo un condicionamiento estructural e histórico del ethos ruso.
  5. Creer que al occidente colectivo le interesa una guerra convencional. Europa no ha instaurado jornadas de reclutamiento, tiene una tasa demográfica decreciente, un problema migratorio al alza y problemas con el complejo militar industrial. Será que Europa pensaría luchar una guerra convencional seduciendo a los africanos y musulmanes para que luchen una guerra en nombre de ellos a cambio de una ciudadanía. Pero esto no pueden pensarlo en Rusia, aunque de hecho se acaba de firmar un incremento de efectivos a 2 389.130 con 1500.000 militares. Si la lucha de clases intra elite se peleará hasta el último ucraniano, entonces luego de ello sólo quedará la guerra nuclear.

Paul Krugman ha señalado en repetidas ocasiones que es también responsabilidad de Rusia dar respuestas firmes proporcionales sin dejar avanzar la profundidad de los desmanes occidentales. Evidentemente la forma en que entienden la confrontación los rusos es diferente a la occidental, moderna y capitalista. Pero hay asuntos que se vuelven de índole universal. Estamos en el borde de una guerra nuclear abierta. Los grupos de poder y decisión en pugna vistos anteriormente tienen una responsabilidad que excede la propia estabilidad estratégica rusa: implica la estabilidad mundial.

Rusia no es “un enigma envuelto en un misterio dentro de un acertijo”, como dijo Churchill. A los occidentales les gusta mostrarlo incompresible para justificar su incapacidad de diálogo y acuerdos, para mostrar que solo es posible hacer una cosa con ella: balcanizarla. Pero la Rusia inconmensurable de Anderson, es posible que asuste o presione más a los propios rusos en tanto les exige el control total de su país – continente, multicultural con doce usos horarios y ser verdaderamente decisivos en el nuevo relevo multipolar. La lucha intra elite ha de continuar en el contexto del auge, crisis y decadencia de su relación con China, por inercia de los poderes y fuerzas centrípetas y centrífugas que es posible la pongan de nuevo en un trance ‘existencial’, pero eso es otra historia para los próximos cien años.

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September 20, 2024

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