Jhosman Barbosa
March 27, 2025
© Photo: Public domain

La ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas, consiste en la incertidumbre del potencial de las mismas.

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Richard Wolff, economista marxista de la Universidad de Massachusetts Amherst, señala que no son las tierras raras el trasfondo del acuerdo entre D. Trump y V. Putin, sino la salida al mar negro por Odessa. Este argumento es interesante y quizá complementario, ya que de nada le serviría a EE.UU. tener acceso a insumos agrícolas, minerales y energéticos sin un punto de salida, particularmente un puerto mirando hacia el Mediterráneo. Esto encaja en la perspectiva de la crítica de la economía política marxista que comprende la cadena de producción, consumo, distribución, cambio, circulación. Sobre ello se volverá líneas adelante.

El puerto de Odessa y el sistema de puertos que confluyen por el Río Dniéster en Ucrania y por el Danubio entre Ucrania y Rumanía, hacia la costa del Mar Negro han movilizado armas, mercenarios, cereales y demás productos de exportación ucraniana. No pocas veces han sido objeto de ataques de precisión rusa ante estos embarques de avituallamiento militar. La gran masa continental euroasiática en esta zona, que es el centro, tiene esta única oportunidad navegable, lo que implica mejor eficiencia en la carga por tonelaje. El sistema ferroviario europeo conecta algunos países de la Europa del Este, pero aun presenta problemas para una integración eficiente, como una adecuada red eléctrica, ancho de vías y señalización estándar. A esto se suma que verificando varios mapas del sistema ferroviario europeo y particularmente el de la página oficial del eurail, se aprecia que, al llegar a Moldavia, Ucrania, Rusia y Bielorrusia, la integración ferroviaria cesa. Toneladas de carga de cereal, por ejemplo, como renglón clave de la economía ucraniana, difícilmente se movería por vía férrea, si Ucrania perdiera Odessa. Claro, siempre puede haber una concesión de uso por buena vecindad. A ello hay que sumar que si se hacen inversiones para las ‘tierras raras’ ucranianas el puerto de Odessa será clave.

De ello, un par de preguntas: Si finalmente EE.UU. se queda con un pacto sobre minerales y centros de distribución de gas y materias primas y vista de manera sucinta la centralidad del puerto, ¿esto implica que en las negociaciones con Rusia el puerto de Odessa -y la región- ya no está en discusión, como parte de los territorios que por resultados en el terreno Rusia podría exigir y tomar de continuar su avance lento y efectivo? ¿Esto no implicará cambiar a la OTAN en la frontera por EE.UU.? ¿una potencia nuclear en la misma frontera, en un acuerdo que al parecer firmaría con Ucrania por cien años? Si Rusia avanza de manera decidida en la Operación Militar Especial y toma Odessa por la fuerza ¿cómo seguirá la negociación con Estados Unidos en este aspecto? ¿Tiene capacidad diplomática o coercitiva Estados Unidos para imponerse a Rusia, -e incluso a Inglaterra- y Ucrania en este aspecto?

Una breve digresión como ejemplo: el caso de los salarios en el T-MEC

La pandemia COVID-19 enseñó la necesidad de la recomposición de las cadenas de valor o como señalé, la cadena de producción, consumo, distribución, cambio, circulación. Antes de pasar a ver la ‘rareza de las tierras raras en Ucrania’ -tema sobre el cual se ha escrito bastante últimamente- me parece clave comprender qué, cómo y hacia dónde intenta comerciar EE.UU. los recursos ucranianos. Porque una cosa es cómo lo hace Ucrania, ya que desde su geografía tiene sentido exportar y producir, pero los estadounidenses y la administración Trump aún más con el (Make American Great Again) MAGA, quieren llevar las fábricas de varias naciones, como Alemania o las norteamericanas asentadas en México hacia suelo estadounidense. El propio Richard Wolff ha advertido que nadie hará un giro tan osado -desde México- para caer en la incertidumbre de un cambio de política en otro mandato, porque además deslocalizar y relocalizar toda una infraestructura industrial es costoso, lento e implica comparativamente más pérdidas que ganancias en el corto y mediano plazo.

Una década puede tardar en estabilizarse una empresa y yo lo dudo, pues tal visión centraliza producciones y mediante tal acción pretende generar empleos y economía real. En mi concepto, pasar una fábrica de autos de México a EE.UU. tiene el problema de los salarios y demás prestaciones de ley. Los países latinoamericanos han modificado con ahínco sus constituciones y legislaciones laborales, sobre todo desde 1991 con el arribo franco del neoliberalismo, para favorecer a los inversores la posibilidad de contratos leoninos y una franja de salarios mucho más rentable para el inversor, (dumping salarial) que luego se lleva el dinero sin cargas fiscales. Para el caso propuesto como ejemplo, el T-MEC tenía la intensión en su marco de acuerdos reducir la diferencia salarial. Producir un auto en México vale un 60% menos que en EE.UU.; esto quiere decir que en México un carro se produce con 970 USD y en EE.UU. con 2425 USD. Los empleados del sector automotriz mexicano pidieron un aumento del 25% a los salarios, en 2024.

Ya hemos visto desde enero la lucha arancelaria, llamada al fracaso, de D. Trump, pero que expresa en sí que el marco legal del T-MEC está roto y la propia Canadá quiso poner aranceles a México y éste a su vez prometió reciprocidad. Es de nuevo el ‘orden basado en reglas’. El T-MEC cuenta con un Mecanismo Laboral, donde según la página de Sensibilización sobre la Reforma Laboral, de México:

El Mecanismo Laboral ha sido una herramienta poderosa para garantizar la protección de los derechos de libertad sindical y negociación colectiva en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), en el que más de 30 mil personas trabajadoras se han visto beneficiadas directamente y se han asegurado más de 100 millones de pesos en salarios caídos y otros beneficios laborales.

Se puede apreciar que hay asuntos de derechos que incomodan y serán superados al desarrollarse la infraestructura industrial de gran escala en Ucrania. Entonces, como muchos han visto, el gobierno de Donald Trump no tiene un plan real en ningún aspecto. Llevar fábricas de México a EEUU., bajo amenaza de aranceles o sanciones, para que pasen de pagar $9.640 mexicanos al mes es decir 2 o 3 dólares la hora (1USD = %20.80 mexicanos) a pagar 16 USD la hora, no parece competitivo.

Hay una ambivalencia. Mientras quiere explotar y llevar empresas a Ucrania de la mano de los mismos que han invertido en la guerra de derrota a Rusia como BlackRock, por otro lado, presiona para que empresas vayan a producir a territorio estadounidense; en el caso alemán, debido a la quiebra de empresas que ya no son competitivas por precios de energía, que Rusia financiaba con gas barato y, por ende, pagaba los salarios de los alemanes.

Volviendo sobre el asunto en Ucrania

Así: a) tomar las tierras raras y minerales y energéticos en Ucrania implica que tendrá salarios bajos para los trabajadores ucranianos; los que en la actualidad ganan entre 227 y 458 USD al mes; es decir, 1,9 USD la hora, en el sector automotriz. Pero el negocio de EE.UU. en Ucrania no se enfocará en el sector automotriz y hay sectores, como el agrícola o el minero que pueden tener salarios más bajos y nada dice que no pueden ser aún más bajos en una negociación en la que a Ucrania se le trata desde su ‘socio’ principal con la mano dura de un Tratado de Versalles. b) Para la fórmula del MAGA, los recursos naturales se pueden o deben relocalizar en EE.UU., aunque trabajarse allí en Ucrania sería lo óptimo para competir con China; pero puede transportar los materiales en bruto y transformarlos en EE.UU. con salarios más altos y por ende poco competitivos frente a China, que según la Agencia Internacional de Energía AEI, es el país con más tierras raras en el mundo, tanto en minado 54% como en refinado 77% además de salarios bajos y personal calificado. c) Puede quedarse en Ucrania y crear la cadena de valor completa, claro: teniendo el puerto de Odessa.

Surgen unas preguntas. ¿Cuánto tardará en tener empresas competitivas? ¿Tiene la infraestructura energética adecuada? ¿Cómo manejará la reingeniería de tipo soviético a norteamericano y qué tiempos y costos implica? ¿El siguiente gobierno se interesará en ello? ¿BlackRock tiene intenciones de quedarse allí de esa manera? ¿Se pagará con acuerdos leoninos de trabajo y salarios hechos con la endeudada y maltratada Ucrania, por la guerra de Occidente con Rusia? Y las dos preguntas centrales finales, dando por sentado que ya tiene un puerto de salida: ¿existen los minerales, las tierras raras en la cantidad, profundidad y disponibilidad adecuadas? ¿ellas pagarán el costo de inversión, cubrirán el retorno y el riesgo ante el descubrimiento futuro de nuevos yacimientos quizá mejor ubicados para la competencia en otros lugares del mundo?

O no le interesa nada de esto y lo único que quiere EE.UU. es pararse en Ucrania. Hacerla su nuevo Israel en Eurasia. Hacer por otros medios lo que no hizo con la OTAN en la guerra proxy con la Federación de Rusia. Esto lo llevaría a intervenir y ganar sin compartir con Europa, tanto los recursos naturales como las cadenas de valor.

Quizá a Rusia no le interese que económica y laboralmente se acabe de desestabilizar una Ucrania para la postguerra, que implique nuevas migraciones hacia Rusia, desempleo, delincuencia, resentimiento y por ende terrorismo en el corto y mediano plazos. Quizá vea esto que señalo y tampoco le interese negociar más que acuerdos donde Rusia tenga el control total. Pero, como me he preguntado en el último artículo, ¿Rusia se da cuenta que, por segunda vez, luego del pacto Molotov – Ribbentrop de agosto de 1939 está negociando con el nazismo?

La ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas

Si las preguntas claves -descartando que el interés estadounidense es el caballo de Troya ucraniano, como nuevo Israel en Eurasia- consisten en saber si hay o no; en qué cantidades, con qué viabilidad, con qué seguridad de retorno y la prospectiva clara de la debilidad o fortaleza de la localización de los yacimientos ucranianos, por no hablar de la innovación constante en investigación o descubrimiento de elementos más eficientes, entonces veamos información al respecto.

Lo primero, es entender a qué se refiere en verdad la expresión ‘tierras raras’. En el artículo An outlook on the rare earth elements mining industry (Una perspectiva sobre la industria minera de tierras raras) de George Barakos, investigador asociado del Instituto Helmholtz de Tecnología de Recursos de Freiberg, Alemania, de 2016, el autor señala que:

Las tierras raras (TER) son un grupo de 16 elementos químicos que consiste en 15 latánidos más itrio. El término “tierras raras” es engañoso, ya que no se refiere a su abundancia en la corteza terrestre, sino a la apariencia discreta de los minerales de los que se aislaron originalmente. Casi todas las tierras raras en la corteza terrestre son más abundantes que el oro, la plata o el platino […] Es cierto que las tierras raras no están presentes en cantidades iguales en los minerales de tierras raras. Generalmente se dividen en tierras raras ligeras (LREE) y tierras raras pesadas (HREE), siendo las HREE mucho menos abundantes y, por lo tanto, mucho más valiosas.

Las tierras raras (TER) ganaron visibilidad para el público general durante la crisis de 2010 y el aumento repentino de precios de 2011 (Massari y Ruberti, 2013). Numerosos titulares sobre las tierras raras aparecieron en los medios de comunicación y, de repente, el mundo se alarmó ante la posibilidad de que China estuviera a punto de aplastar a las industrias de alta tecnología de las economías occidentales debido a la imposición de restricciones a la exportación. En ese momento, China poseía el 95 % de la producción mundial de tierras raras.

La importancia de las tierras raras para el mundo moderno es innegable y es seguro que la demanda mundial seguirá creciendo. Sin embargo, en contraste con este crecimiento, el mercado de tierras raras sigue siendo pequeño. De hecho, podría decirse que no existe un mercado global de tierras raras. Existen mercados locales y regionales para tierras raras individuales, y debido a que la comercialización está restringida a unos pocos proveedores sin contratos a largo plazo, es casi imposible predecir los precios potenciales con certeza. Las grandes empresas mineras se ven disuadidas de involucrarse en la industria de las tierras raras. Hay menos de veinte grandes empresas que comercializan tierras raras, y estas se distribuyen a un puñado de países: China, Canadá, Australia, Estados Unidos, Rusia, India y Japón. China es el mayor proveedor de tierras raras del mundo, mientras que Estados Unidos, Japón y Alemania son los mayores importadores (Roskill, 2015).

El anterior estudio data de 2016 y a casi diez años de su escritura parece que el negocio tiende a dimensiones globales. La pregunta clave es en qué casos sería más relevante relocalizar industrias junto a los yacimientos. Como se ve, EE.UU. tiene urgencia por los mismos, de ahí su empecinamiento con Groenlandia, además de la posición de ésta en el ártico.

En el artículo El mapa de los minerales estratégicos de Ucrania (que quiere Trump), de Celia Hernando, de febrero de 2025, señala que,

a pesar de los cálculos —posiblemente exagerados— del Servicio Geológico Ucraniano, que estiman el valor de las reservas en unos 11 billones de euros —un 65% del PIB de la UE—, la viabilidad de su explotación sigue siendo incierta, tanto por las dificultades operativas derivadas del conflicto como por la volatilidad del mercado de minerales críticos.

A ello se suma que,

Estados Unidos había contactado con Kiev para intentar alcanzar una asociación que le permitiera obtener el 50% de los ingresos derivados de la explotación de los recursos ucranianos como los minerales o el petróleo y el gas, pero también los puertos. Este preacuerdo, aunque presentado como una forma de reconstrucción, significaría convertir al país en una suerte de colonia extractiva de Washington, una situación con la que Putin se ha mostrado cómodo siempre que Rusia consiga ventajas económicas.

No estoy seguro de que Putin o su élite más rusófila se sienta cómoda teniendo una colonia o protectorado en la frontera, pero el asunto es que tiene esto toda la apariencia de un caballo de Troya estadounidense.

Sin embargo, en el mismo artículo, se refiere que,

Sin descartar el potencial de las reservas ucranianas, los cálculos del organismo ucraniano, en la actualidad el país solo ocupa el puesto 40 entre los países productores de minerales. En cuanto a las tierras raras, Ucrania está lejos de figurar entre los principales productores del mundo, y lo mismo ocurre con la mayoría de sus minerales estratégicos. Solo el titanio, el litio y el grafito destacan a nivel global en cuanto a reservas, pero el verdadero alcance de su explotación y rentabilidad sigue siendo incierto. De los 37 yacimientos identificados, solo 11 están operativos, mientras que otros que datan de la época soviética nunca se han puesto en marcha por falta de rentabilidad o accesibilidad.

Otros trabajos como El potencial de tierras raras en Ucrania depende de evaluaciones soviéticas y podría no ser viable, de Liubov Georges de febrero de 2025, se inclinan por tales afirmaciones y se puede sumar de sus reflexiones que,

Los yacimientos serían difíciles de explotar. Algunos se encuentran en zonas remotas o, como en el caso del registro geológico de uno de los yacimientos, requieren tecnología de procesamiento avanzada y una red eléctrica estable para su extracción. Además, la valoración de los yacimientos se basa en datos de décadas de antigüedad: ninguna de las fuentes contactadas por Commodity Insights tenía conocimiento de ninguna exploración o evaluación comercial de dichos yacimientos en el período postsoviético.

Aunque hay investigadores que dicen que el sistema geológico soviético fue exhaustivo en el registro de potencial minero energético, lo cierto es que sólo hasta hace quince años hacia acá se volvieron claves ciertos elementos, en consonancia con el desarrollo científico-técnico capaz de generar nuevos materiales para tareas urgentes o innovaciones.

Por otra parte, el Observatorio de Conflictos y Medio Ambiente, (Conflict and Enviroment Observatory) señala en su portal un estudio titulado, Los riesgos ambientales de una avalancha crítica de minerales en Ucrania, de mayo de 2024, que,

Además, si bien la distribución de los depósitos minerales críticos varía, su procesamiento actualmente se concentra en China. Esto significa que eventos como la pandemia de COVID-19 pueden exponer las cadenas de suministro a interrupciones.

Estos riesgos y desequilibrios geopolíticos han aumentado la atención en el desarrollo de fuentes más cercanas a mercados clave como Europa, y es en este contexto que los recursos minerales críticos de Ucrania han atraído un mayor interés mundial.

Como se aprecia, el comentario desarrollado líneas antes acerca de la estrategia de alta envergadura de EE.UU. y mega monopolios como BlackRock, de cara a la competencia con China, tiene sentido a partir de la implementación de una cadena de producción, distribución, cambio y circulación multimodal, que integre varios frentes e implique una localización estratégica industrial de nuevas tecnologías y materiales en el centro de la masa continental Eurasiática: el ‘border land’ del Heartland de Mackinder. De hecho, Ucrania según se sabe traduce ‘frontera’.

No sólo Inglaterra, como señalé, ha creado acuerdos con Ucrania, con la cúpula de Zelensky y los neonazis de Azov. El texto continúa señalando que,

 Sin embargo, los preparativos para la extracción a gran escala para los mercados internacionales tras el fin de la guerra se han acelerado, comenzando con la firma de un Memorando de Entendimiento sobre materias primas entre Ucrania y la UE en julio de 2021. La UE busca la producción local y desarrollar nuevos vínculos estratégicos para reducir la dependencia de las importaciones chinas. En noviembre de 2022, el Servicio Geológico de Ucrania firmó un acuerdo de colaboración con el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo para digitalizar datos geológicos y traducir al inglés documentos históricos de prospección y estudio. Posteriormente, se implementaron cambios para simplificar y agilizar los procedimientos de Ucrania para las evaluaciones de impacto ambiental. La Ley de Materias Primas Críticas de la UE, promulgada en marzo de 2024, consolidó aún más estos vínculos.

Vuelvo así a ratificar la idea planteada arriba: la administración Trump quiere dejar por fuera de todo a la Unión Europea y a Inglaterra, léase las élites con las que pelea, incluidas las neoconservadoras estadounidenses. No quiere un competidor tecnológico que complique su enfoque hacia China, como principal amenaza. La “destrucción creativa” de Schumpeter, está en marcha. No se trata solo de vender armas sino la reconstrucción y reindustrialización ‘de Ucrania sin los ucranianos’.

A ello, hay que sumar los desastres ambientales, que, si se comprende al mundo como una estructura integrada e interdependiente, no sólo se afectará a Ucrania; Véase lo que señala la publicación respecto de la crisis ambiental:

La amenaza de contaminación del agua por el drenaje ácido de minas debido a la gestión inadecuada de los relaves mineros ya es motivo de especial preocupación en Ucrania, una amenaza que se ve agravada por el conflicto. La gestión de relaves también será un desafío clave para la industria minera y el Estado ucraniano si se explotan nuevos yacimientos minerales críticos como parte de las iniciativas de reconstrucción.

El legado ambiental de la minería en Ucrania ya es considerable y la explotación de nuevos yacimientos corre el riesgo de dañar zonas ambientalmente sensibles. De los 37 yacimientos minerales críticos que examinamos:

19 depósitos se encuentran a 1 km de un Área de Importancia Ecológica (EIA);

7 depósitos se encuentran a menos de 100 m de un EIA;

18 depósitos se encuentran a 1 km de un cuerpo de agua superficial (río, arroyo o lago);

5 depósitos se encuentran a menos de 100 m de un cuerpo de agua superficial.

Pero qué le puede importar esto a los Neonazis de Azov y a Zelensky, si deliran con hacerse con los residuos de la planta nuclear de Zaporozhie para una bomba sucia o reventar todas las plantas nucleares ucranianas como último paso ante la derrota; esto señalado por el propio ex asesor de Zelensky, Alexéi Arestóvich.

Al anterior artículo se le puede complementar con el estudio del MIT Review titulado, La carrera por producir tierras raras, en donde se aprecia una prospectiva, un futuro crítico que refuerza la anomia global, en tanto el negocio sólo se comprende ampliado ad nausea:

Abandonar los combustibles fósiles y adoptar tecnologías con bajas emisiones de carbono son nuestras mejores opciones para contrarrestar la creciente amenaza del cambio climático. El acceso a las tierras raras, componentes clave de muchas de estas tecnologías, determinará en parte qué países cumplirán sus objetivos de reducción de emisiones o de aumento de la proporción de electricidad generada a partir de fuentes no fósiles. Sin embargo, algunos países, incluido Estados Unidos, están cada vez más preocupados por la estabilidad del suministro de estos elementos.

Según la Agencia Internacional de la Energía, se prevé que la demanda de tierras raras alcance entre tres y siete veces los niveles actuales para 2040; la demanda de otros minerales críticos, como el litio, podría multiplicarse por 40. Cumplir con el Acuerdo de París de 2016, en virtud del cual los países firmantes están obligados a reducir las emisiones para limitar el aumento de la temperatura global, requeriría que la oferta mundial de minerales se cuadruplicara en el mismo plazo. Al ritmo actual, la oferta va camino de simplemente duplicarse.

Si se contrasta lo anterior, con lo que señala el Observatorio de Conflictos y Medio Ambiente, se comprende: que EE.UU. se retira del Acuerdo de París, solo en las administraciones Trump -negacionista de la crisis ambiental- y a la vez se puede uno preguntar, ¿Cómo tal explotación revierte el denominado ‘cambio climático’ si es agresivo y tóxico en otras variables?

Para cerrar esta argumentación, presento información del United States Geological Survey (USGS) -Servicio Geológico de Estados Unidos- que publicó en febrero de 2022, “una nueva lista de 50 productos minerales críticos para la economía y la seguridad nacional de Estados Unidos luego de una extensa evaluación de varias agencias”. La página señala que:

Los minerales críticos desempeñan un papel fundamental en nuestra seguridad nacional, economía, desarrollo de energías renovables e infraestructura”, declaró Tanya Trujillo, Subsecretaria del Interior para Agua y Ciencia. “La recopilación y el análisis de datos del USGS analizan el futuro para detectar problemas emergentes en cadenas de suministro cruciales y, cada tres años, identifican las vulnerabilidades actuales del país ante posibles interrupciones”.

La Ley de Energía de 2020 define un “mineral crítico” como un mineral no combustible o material mineral esencial para la seguridad económica o nacional de Estados Unidos, cuya cadena de suministro es vulnerable a interrupciones. Los minerales críticos también se caracterizan por cumplir una función esencial en la fabricación de un producto, cuya ausencia tendría consecuencias significativas para la economía o la seguridad nacional.

En resumen:

i) hay suficiente información para comprender que las tierras raras están vinculadas a: seguridad nacional estadounidense -y de otras potencias-; a la competencia por altas tecnologías que tributan a la carrera militar, aeroespacial y civil;

ii) la expectativa de negocio se proyecta creciente y entabla una ambigüedad en relación con el cuidado de recursos hídricos y naturales;

iii) la cantidad de recursos tierras raras en Ucrania, si bien pueden ser significativos, existe incertidumbre sobre su potencial, la posibilidad de explotarlos y los tiempos para su desarrollo, más aún cuando no está resuelto el conflicto armado y día a día Rusia avanza en el campo de batalla bajo la premisa de que todo se negociará con base en las condiciones objetivas en el terreno, lo que implica que, por ejemplo, al llegar a Pokrovsk donde hay reservas clave de carbón y litio de Ucrania, pasarán a manos rusas y tal ciudad industrial está dentro de la legislación rusa que incorporó el óblast de Donetsk al territorio ruso, en referendo de 2022;

iv) Ucrania se encuentra en el corazón del Heartland desarrollado por John Halford Mackinder. Está más cerca a Europa y Asia, dos zonas con potencial de consumo de mercancías y donde se encuentran los enemigos de la hegemonía occidental y estadounidense; razón por la cual es importante acapararla como un ‘nuevo Israel’, una nueva cuña incluso siempre en perspectiva militar y nuclear contra Rusia, en camino a la competencia y derrocamiento de una República Popular China en ascenso o ya en la cumbre, según cada perspectiva; v) el potencial de Ucrania como centro logístico a mediano plazo, en donde se asiente no sólo la explotación sino la transformación, refinación de tierras raras, -competir con ese rubro dominado por China, como se vio- la producción, por ejemplo, cuando el caso lo permita, de baterías de litio, el consumo y la circulación – distribución de una industria derivada de tales minerales, sería una jugada geopolítica y geoeconómica para los próximos decenios, incluyendo próximas guerras militares y comerciales. En esto radican las ‘garantías de seguridad’ que D. Trump le ofrece a Zelensky’;

vi) el ejemplo de relocalización y salarios del T-MEC, desarrollado, permite ver en prospectiva la improvisación o ambivalencia de la administración Trump, así como algunos elementos trágicos para la Ucrania de postguerra.

Así, el Puerto de Odessa en el Mar Negro, es clave en la negociación de EE.UU. con Rusia. Pero si bien este puerto articula la cadena de producción hacia el mediterráneo y por ende África, Cercano y Medio Oriente, no articula mercancías hacia Asia. Las rutas que está creando Rusia con Irán, el corredor Norte – Sur, – que tiene por objetivo vincular Asia central, Europa y el sur de Asia, y puede competir con el Canal de Suez– la Ruta Marítima del Ártico, las nuevas rutas por Mongolia de recursos energéticos y mercancías, que tienen entre otras ventajas y objetivos esquivar el conflicto generado en el Estrecho de Malaca, hablan en breve del potencial de Rusia para articular el mercado global mediante el soporte que da a la cadena de producción, consumo, distribución, cambio y circulación, para el caso planteado, de tierras raras. Con esto quiero señalar que de lograr controlar el puerto de Odessa Estados Unidos, sólo tiene la mitad del negocio. Necesita integrarse a las otras rutas potenciales de Rusia, pero esto lo lleva a chocar con Israel y su odio a Irán y con China, en relación a la competencia por el mercado asiático. Pero, ¿Qué están pensando los chinos respecto de todo este asunto? ¿Puede haber ruta de la seda sin Rusia? ¿Se dan cuenta los europeos que, al ser proguerra, anti rusos y anti chinos además de anti Trump, se cierran las vías con Eurasia? Es esta una compleja carta a jugar por Rusia para tener menos dependencia de China.

Las negociaciones ruso-estadounidenses adquieren dimensiones superlativas, de las que desafortunadamente ignoramos lo más íntimo de las mismas.

La ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas, consiste en la incertidumbre del potencial de las mismas, pero sobre todo de lo que en combinación con el puerto de Odessa y otras rutas comerciales implica para la disputa de poder global en donde Ucrania tal vez nunca volverá a ser dueña de sus riquezas ni de sí, perderá gobernabilidad. Si la crisis hipotecaria de 2008 enseñó cómo los bancos hipotecaban decenas de veces una misma propiedad hasta hacerla tóxica, Zelensky y su tropa neonazi aprendió tal truco y prometió tres veces: a Europa, a Inglaterra y a EE.UU., la ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas.

Agradezco al colega Doctorante de Estudios Latinoamericanos de la UNAM, México, maestro Robert A. Quintero L., por su aporte en las fuentes de información sobre tierras raras, base de mi argumentación en ese tema.

El puerto de Odessa y la ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas

La ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas, consiste en la incertidumbre del potencial de las mismas.

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Richard Wolff, economista marxista de la Universidad de Massachusetts Amherst, señala que no son las tierras raras el trasfondo del acuerdo entre D. Trump y V. Putin, sino la salida al mar negro por Odessa. Este argumento es interesante y quizá complementario, ya que de nada le serviría a EE.UU. tener acceso a insumos agrícolas, minerales y energéticos sin un punto de salida, particularmente un puerto mirando hacia el Mediterráneo. Esto encaja en la perspectiva de la crítica de la economía política marxista que comprende la cadena de producción, consumo, distribución, cambio, circulación. Sobre ello se volverá líneas adelante.

El puerto de Odessa y el sistema de puertos que confluyen por el Río Dniéster en Ucrania y por el Danubio entre Ucrania y Rumanía, hacia la costa del Mar Negro han movilizado armas, mercenarios, cereales y demás productos de exportación ucraniana. No pocas veces han sido objeto de ataques de precisión rusa ante estos embarques de avituallamiento militar. La gran masa continental euroasiática en esta zona, que es el centro, tiene esta única oportunidad navegable, lo que implica mejor eficiencia en la carga por tonelaje. El sistema ferroviario europeo conecta algunos países de la Europa del Este, pero aun presenta problemas para una integración eficiente, como una adecuada red eléctrica, ancho de vías y señalización estándar. A esto se suma que verificando varios mapas del sistema ferroviario europeo y particularmente el de la página oficial del eurail, se aprecia que, al llegar a Moldavia, Ucrania, Rusia y Bielorrusia, la integración ferroviaria cesa. Toneladas de carga de cereal, por ejemplo, como renglón clave de la economía ucraniana, difícilmente se movería por vía férrea, si Ucrania perdiera Odessa. Claro, siempre puede haber una concesión de uso por buena vecindad. A ello hay que sumar que si se hacen inversiones para las ‘tierras raras’ ucranianas el puerto de Odessa será clave.

De ello, un par de preguntas: Si finalmente EE.UU. se queda con un pacto sobre minerales y centros de distribución de gas y materias primas y vista de manera sucinta la centralidad del puerto, ¿esto implica que en las negociaciones con Rusia el puerto de Odessa -y la región- ya no está en discusión, como parte de los territorios que por resultados en el terreno Rusia podría exigir y tomar de continuar su avance lento y efectivo? ¿Esto no implicará cambiar a la OTAN en la frontera por EE.UU.? ¿una potencia nuclear en la misma frontera, en un acuerdo que al parecer firmaría con Ucrania por cien años? Si Rusia avanza de manera decidida en la Operación Militar Especial y toma Odessa por la fuerza ¿cómo seguirá la negociación con Estados Unidos en este aspecto? ¿Tiene capacidad diplomática o coercitiva Estados Unidos para imponerse a Rusia, -e incluso a Inglaterra- y Ucrania en este aspecto?

Una breve digresión como ejemplo: el caso de los salarios en el T-MEC

La pandemia COVID-19 enseñó la necesidad de la recomposición de las cadenas de valor o como señalé, la cadena de producción, consumo, distribución, cambio, circulación. Antes de pasar a ver la ‘rareza de las tierras raras en Ucrania’ -tema sobre el cual se ha escrito bastante últimamente- me parece clave comprender qué, cómo y hacia dónde intenta comerciar EE.UU. los recursos ucranianos. Porque una cosa es cómo lo hace Ucrania, ya que desde su geografía tiene sentido exportar y producir, pero los estadounidenses y la administración Trump aún más con el (Make American Great Again) MAGA, quieren llevar las fábricas de varias naciones, como Alemania o las norteamericanas asentadas en México hacia suelo estadounidense. El propio Richard Wolff ha advertido que nadie hará un giro tan osado -desde México- para caer en la incertidumbre de un cambio de política en otro mandato, porque además deslocalizar y relocalizar toda una infraestructura industrial es costoso, lento e implica comparativamente más pérdidas que ganancias en el corto y mediano plazo.

Una década puede tardar en estabilizarse una empresa y yo lo dudo, pues tal visión centraliza producciones y mediante tal acción pretende generar empleos y economía real. En mi concepto, pasar una fábrica de autos de México a EE.UU. tiene el problema de los salarios y demás prestaciones de ley. Los países latinoamericanos han modificado con ahínco sus constituciones y legislaciones laborales, sobre todo desde 1991 con el arribo franco del neoliberalismo, para favorecer a los inversores la posibilidad de contratos leoninos y una franja de salarios mucho más rentable para el inversor, (dumping salarial) que luego se lleva el dinero sin cargas fiscales. Para el caso propuesto como ejemplo, el T-MEC tenía la intensión en su marco de acuerdos reducir la diferencia salarial. Producir un auto en México vale un 60% menos que en EE.UU.; esto quiere decir que en México un carro se produce con 970 USD y en EE.UU. con 2425 USD. Los empleados del sector automotriz mexicano pidieron un aumento del 25% a los salarios, en 2024.

Ya hemos visto desde enero la lucha arancelaria, llamada al fracaso, de D. Trump, pero que expresa en sí que el marco legal del T-MEC está roto y la propia Canadá quiso poner aranceles a México y éste a su vez prometió reciprocidad. Es de nuevo el ‘orden basado en reglas’. El T-MEC cuenta con un Mecanismo Laboral, donde según la página de Sensibilización sobre la Reforma Laboral, de México:

El Mecanismo Laboral ha sido una herramienta poderosa para garantizar la protección de los derechos de libertad sindical y negociación colectiva en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), en el que más de 30 mil personas trabajadoras se han visto beneficiadas directamente y se han asegurado más de 100 millones de pesos en salarios caídos y otros beneficios laborales.

Se puede apreciar que hay asuntos de derechos que incomodan y serán superados al desarrollarse la infraestructura industrial de gran escala en Ucrania. Entonces, como muchos han visto, el gobierno de Donald Trump no tiene un plan real en ningún aspecto. Llevar fábricas de México a EEUU., bajo amenaza de aranceles o sanciones, para que pasen de pagar $9.640 mexicanos al mes es decir 2 o 3 dólares la hora (1USD = %20.80 mexicanos) a pagar 16 USD la hora, no parece competitivo.

Hay una ambivalencia. Mientras quiere explotar y llevar empresas a Ucrania de la mano de los mismos que han invertido en la guerra de derrota a Rusia como BlackRock, por otro lado, presiona para que empresas vayan a producir a territorio estadounidense; en el caso alemán, debido a la quiebra de empresas que ya no son competitivas por precios de energía, que Rusia financiaba con gas barato y, por ende, pagaba los salarios de los alemanes.

Volviendo sobre el asunto en Ucrania

Así: a) tomar las tierras raras y minerales y energéticos en Ucrania implica que tendrá salarios bajos para los trabajadores ucranianos; los que en la actualidad ganan entre 227 y 458 USD al mes; es decir, 1,9 USD la hora, en el sector automotriz. Pero el negocio de EE.UU. en Ucrania no se enfocará en el sector automotriz y hay sectores, como el agrícola o el minero que pueden tener salarios más bajos y nada dice que no pueden ser aún más bajos en una negociación en la que a Ucrania se le trata desde su ‘socio’ principal con la mano dura de un Tratado de Versalles. b) Para la fórmula del MAGA, los recursos naturales se pueden o deben relocalizar en EE.UU., aunque trabajarse allí en Ucrania sería lo óptimo para competir con China; pero puede transportar los materiales en bruto y transformarlos en EE.UU. con salarios más altos y por ende poco competitivos frente a China, que según la Agencia Internacional de Energía AEI, es el país con más tierras raras en el mundo, tanto en minado 54% como en refinado 77% además de salarios bajos y personal calificado. c) Puede quedarse en Ucrania y crear la cadena de valor completa, claro: teniendo el puerto de Odessa.

Surgen unas preguntas. ¿Cuánto tardará en tener empresas competitivas? ¿Tiene la infraestructura energética adecuada? ¿Cómo manejará la reingeniería de tipo soviético a norteamericano y qué tiempos y costos implica? ¿El siguiente gobierno se interesará en ello? ¿BlackRock tiene intenciones de quedarse allí de esa manera? ¿Se pagará con acuerdos leoninos de trabajo y salarios hechos con la endeudada y maltratada Ucrania, por la guerra de Occidente con Rusia? Y las dos preguntas centrales finales, dando por sentado que ya tiene un puerto de salida: ¿existen los minerales, las tierras raras en la cantidad, profundidad y disponibilidad adecuadas? ¿ellas pagarán el costo de inversión, cubrirán el retorno y el riesgo ante el descubrimiento futuro de nuevos yacimientos quizá mejor ubicados para la competencia en otros lugares del mundo?

O no le interesa nada de esto y lo único que quiere EE.UU. es pararse en Ucrania. Hacerla su nuevo Israel en Eurasia. Hacer por otros medios lo que no hizo con la OTAN en la guerra proxy con la Federación de Rusia. Esto lo llevaría a intervenir y ganar sin compartir con Europa, tanto los recursos naturales como las cadenas de valor.

Quizá a Rusia no le interese que económica y laboralmente se acabe de desestabilizar una Ucrania para la postguerra, que implique nuevas migraciones hacia Rusia, desempleo, delincuencia, resentimiento y por ende terrorismo en el corto y mediano plazos. Quizá vea esto que señalo y tampoco le interese negociar más que acuerdos donde Rusia tenga el control total. Pero, como me he preguntado en el último artículo, ¿Rusia se da cuenta que, por segunda vez, luego del pacto Molotov – Ribbentrop de agosto de 1939 está negociando con el nazismo?

La ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas

Si las preguntas claves -descartando que el interés estadounidense es el caballo de Troya ucraniano, como nuevo Israel en Eurasia- consisten en saber si hay o no; en qué cantidades, con qué viabilidad, con qué seguridad de retorno y la prospectiva clara de la debilidad o fortaleza de la localización de los yacimientos ucranianos, por no hablar de la innovación constante en investigación o descubrimiento de elementos más eficientes, entonces veamos información al respecto.

Lo primero, es entender a qué se refiere en verdad la expresión ‘tierras raras’. En el artículo An outlook on the rare earth elements mining industry (Una perspectiva sobre la industria minera de tierras raras) de George Barakos, investigador asociado del Instituto Helmholtz de Tecnología de Recursos de Freiberg, Alemania, de 2016, el autor señala que:

Las tierras raras (TER) son un grupo de 16 elementos químicos que consiste en 15 latánidos más itrio. El término “tierras raras” es engañoso, ya que no se refiere a su abundancia en la corteza terrestre, sino a la apariencia discreta de los minerales de los que se aislaron originalmente. Casi todas las tierras raras en la corteza terrestre son más abundantes que el oro, la plata o el platino […] Es cierto que las tierras raras no están presentes en cantidades iguales en los minerales de tierras raras. Generalmente se dividen en tierras raras ligeras (LREE) y tierras raras pesadas (HREE), siendo las HREE mucho menos abundantes y, por lo tanto, mucho más valiosas.

Las tierras raras (TER) ganaron visibilidad para el público general durante la crisis de 2010 y el aumento repentino de precios de 2011 (Massari y Ruberti, 2013). Numerosos titulares sobre las tierras raras aparecieron en los medios de comunicación y, de repente, el mundo se alarmó ante la posibilidad de que China estuviera a punto de aplastar a las industrias de alta tecnología de las economías occidentales debido a la imposición de restricciones a la exportación. En ese momento, China poseía el 95 % de la producción mundial de tierras raras.

La importancia de las tierras raras para el mundo moderno es innegable y es seguro que la demanda mundial seguirá creciendo. Sin embargo, en contraste con este crecimiento, el mercado de tierras raras sigue siendo pequeño. De hecho, podría decirse que no existe un mercado global de tierras raras. Existen mercados locales y regionales para tierras raras individuales, y debido a que la comercialización está restringida a unos pocos proveedores sin contratos a largo plazo, es casi imposible predecir los precios potenciales con certeza. Las grandes empresas mineras se ven disuadidas de involucrarse en la industria de las tierras raras. Hay menos de veinte grandes empresas que comercializan tierras raras, y estas se distribuyen a un puñado de países: China, Canadá, Australia, Estados Unidos, Rusia, India y Japón. China es el mayor proveedor de tierras raras del mundo, mientras que Estados Unidos, Japón y Alemania son los mayores importadores (Roskill, 2015).

El anterior estudio data de 2016 y a casi diez años de su escritura parece que el negocio tiende a dimensiones globales. La pregunta clave es en qué casos sería más relevante relocalizar industrias junto a los yacimientos. Como se ve, EE.UU. tiene urgencia por los mismos, de ahí su empecinamiento con Groenlandia, además de la posición de ésta en el ártico.

En el artículo El mapa de los minerales estratégicos de Ucrania (que quiere Trump), de Celia Hernando, de febrero de 2025, señala que,

a pesar de los cálculos —posiblemente exagerados— del Servicio Geológico Ucraniano, que estiman el valor de las reservas en unos 11 billones de euros —un 65% del PIB de la UE—, la viabilidad de su explotación sigue siendo incierta, tanto por las dificultades operativas derivadas del conflicto como por la volatilidad del mercado de minerales críticos.

A ello se suma que,

Estados Unidos había contactado con Kiev para intentar alcanzar una asociación que le permitiera obtener el 50% de los ingresos derivados de la explotación de los recursos ucranianos como los minerales o el petróleo y el gas, pero también los puertos. Este preacuerdo, aunque presentado como una forma de reconstrucción, significaría convertir al país en una suerte de colonia extractiva de Washington, una situación con la que Putin se ha mostrado cómodo siempre que Rusia consiga ventajas económicas.

No estoy seguro de que Putin o su élite más rusófila se sienta cómoda teniendo una colonia o protectorado en la frontera, pero el asunto es que tiene esto toda la apariencia de un caballo de Troya estadounidense.

Sin embargo, en el mismo artículo, se refiere que,

Sin descartar el potencial de las reservas ucranianas, los cálculos del organismo ucraniano, en la actualidad el país solo ocupa el puesto 40 entre los países productores de minerales. En cuanto a las tierras raras, Ucrania está lejos de figurar entre los principales productores del mundo, y lo mismo ocurre con la mayoría de sus minerales estratégicos. Solo el titanio, el litio y el grafito destacan a nivel global en cuanto a reservas, pero el verdadero alcance de su explotación y rentabilidad sigue siendo incierto. De los 37 yacimientos identificados, solo 11 están operativos, mientras que otros que datan de la época soviética nunca se han puesto en marcha por falta de rentabilidad o accesibilidad.

Otros trabajos como El potencial de tierras raras en Ucrania depende de evaluaciones soviéticas y podría no ser viable, de Liubov Georges de febrero de 2025, se inclinan por tales afirmaciones y se puede sumar de sus reflexiones que,

Los yacimientos serían difíciles de explotar. Algunos se encuentran en zonas remotas o, como en el caso del registro geológico de uno de los yacimientos, requieren tecnología de procesamiento avanzada y una red eléctrica estable para su extracción. Además, la valoración de los yacimientos se basa en datos de décadas de antigüedad: ninguna de las fuentes contactadas por Commodity Insights tenía conocimiento de ninguna exploración o evaluación comercial de dichos yacimientos en el período postsoviético.

Aunque hay investigadores que dicen que el sistema geológico soviético fue exhaustivo en el registro de potencial minero energético, lo cierto es que sólo hasta hace quince años hacia acá se volvieron claves ciertos elementos, en consonancia con el desarrollo científico-técnico capaz de generar nuevos materiales para tareas urgentes o innovaciones.

Por otra parte, el Observatorio de Conflictos y Medio Ambiente, (Conflict and Enviroment Observatory) señala en su portal un estudio titulado, Los riesgos ambientales de una avalancha crítica de minerales en Ucrania, de mayo de 2024, que,

Además, si bien la distribución de los depósitos minerales críticos varía, su procesamiento actualmente se concentra en China. Esto significa que eventos como la pandemia de COVID-19 pueden exponer las cadenas de suministro a interrupciones.

Estos riesgos y desequilibrios geopolíticos han aumentado la atención en el desarrollo de fuentes más cercanas a mercados clave como Europa, y es en este contexto que los recursos minerales críticos de Ucrania han atraído un mayor interés mundial.

Como se aprecia, el comentario desarrollado líneas antes acerca de la estrategia de alta envergadura de EE.UU. y mega monopolios como BlackRock, de cara a la competencia con China, tiene sentido a partir de la implementación de una cadena de producción, distribución, cambio y circulación multimodal, que integre varios frentes e implique una localización estratégica industrial de nuevas tecnologías y materiales en el centro de la masa continental Eurasiática: el ‘border land’ del Heartland de Mackinder. De hecho, Ucrania según se sabe traduce ‘frontera’.

No sólo Inglaterra, como señalé, ha creado acuerdos con Ucrania, con la cúpula de Zelensky y los neonazis de Azov. El texto continúa señalando que,

 Sin embargo, los preparativos para la extracción a gran escala para los mercados internacionales tras el fin de la guerra se han acelerado, comenzando con la firma de un Memorando de Entendimiento sobre materias primas entre Ucrania y la UE en julio de 2021. La UE busca la producción local y desarrollar nuevos vínculos estratégicos para reducir la dependencia de las importaciones chinas. En noviembre de 2022, el Servicio Geológico de Ucrania firmó un acuerdo de colaboración con el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo para digitalizar datos geológicos y traducir al inglés documentos históricos de prospección y estudio. Posteriormente, se implementaron cambios para simplificar y agilizar los procedimientos de Ucrania para las evaluaciones de impacto ambiental. La Ley de Materias Primas Críticas de la UE, promulgada en marzo de 2024, consolidó aún más estos vínculos.

Vuelvo así a ratificar la idea planteada arriba: la administración Trump quiere dejar por fuera de todo a la Unión Europea y a Inglaterra, léase las élites con las que pelea, incluidas las neoconservadoras estadounidenses. No quiere un competidor tecnológico que complique su enfoque hacia China, como principal amenaza. La “destrucción creativa” de Schumpeter, está en marcha. No se trata solo de vender armas sino la reconstrucción y reindustrialización ‘de Ucrania sin los ucranianos’.

A ello, hay que sumar los desastres ambientales, que, si se comprende al mundo como una estructura integrada e interdependiente, no sólo se afectará a Ucrania; Véase lo que señala la publicación respecto de la crisis ambiental:

La amenaza de contaminación del agua por el drenaje ácido de minas debido a la gestión inadecuada de los relaves mineros ya es motivo de especial preocupación en Ucrania, una amenaza que se ve agravada por el conflicto. La gestión de relaves también será un desafío clave para la industria minera y el Estado ucraniano si se explotan nuevos yacimientos minerales críticos como parte de las iniciativas de reconstrucción.

El legado ambiental de la minería en Ucrania ya es considerable y la explotación de nuevos yacimientos corre el riesgo de dañar zonas ambientalmente sensibles. De los 37 yacimientos minerales críticos que examinamos:

19 depósitos se encuentran a 1 km de un Área de Importancia Ecológica (EIA);

7 depósitos se encuentran a menos de 100 m de un EIA;

18 depósitos se encuentran a 1 km de un cuerpo de agua superficial (río, arroyo o lago);

5 depósitos se encuentran a menos de 100 m de un cuerpo de agua superficial.

Pero qué le puede importar esto a los Neonazis de Azov y a Zelensky, si deliran con hacerse con los residuos de la planta nuclear de Zaporozhie para una bomba sucia o reventar todas las plantas nucleares ucranianas como último paso ante la derrota; esto señalado por el propio ex asesor de Zelensky, Alexéi Arestóvich.

Al anterior artículo se le puede complementar con el estudio del MIT Review titulado, La carrera por producir tierras raras, en donde se aprecia una prospectiva, un futuro crítico que refuerza la anomia global, en tanto el negocio sólo se comprende ampliado ad nausea:

Abandonar los combustibles fósiles y adoptar tecnologías con bajas emisiones de carbono son nuestras mejores opciones para contrarrestar la creciente amenaza del cambio climático. El acceso a las tierras raras, componentes clave de muchas de estas tecnologías, determinará en parte qué países cumplirán sus objetivos de reducción de emisiones o de aumento de la proporción de electricidad generada a partir de fuentes no fósiles. Sin embargo, algunos países, incluido Estados Unidos, están cada vez más preocupados por la estabilidad del suministro de estos elementos.

Según la Agencia Internacional de la Energía, se prevé que la demanda de tierras raras alcance entre tres y siete veces los niveles actuales para 2040; la demanda de otros minerales críticos, como el litio, podría multiplicarse por 40. Cumplir con el Acuerdo de París de 2016, en virtud del cual los países firmantes están obligados a reducir las emisiones para limitar el aumento de la temperatura global, requeriría que la oferta mundial de minerales se cuadruplicara en el mismo plazo. Al ritmo actual, la oferta va camino de simplemente duplicarse.

Si se contrasta lo anterior, con lo que señala el Observatorio de Conflictos y Medio Ambiente, se comprende: que EE.UU. se retira del Acuerdo de París, solo en las administraciones Trump -negacionista de la crisis ambiental- y a la vez se puede uno preguntar, ¿Cómo tal explotación revierte el denominado ‘cambio climático’ si es agresivo y tóxico en otras variables?

Para cerrar esta argumentación, presento información del United States Geological Survey (USGS) -Servicio Geológico de Estados Unidos- que publicó en febrero de 2022, “una nueva lista de 50 productos minerales críticos para la economía y la seguridad nacional de Estados Unidos luego de una extensa evaluación de varias agencias”. La página señala que:

Los minerales críticos desempeñan un papel fundamental en nuestra seguridad nacional, economía, desarrollo de energías renovables e infraestructura”, declaró Tanya Trujillo, Subsecretaria del Interior para Agua y Ciencia. “La recopilación y el análisis de datos del USGS analizan el futuro para detectar problemas emergentes en cadenas de suministro cruciales y, cada tres años, identifican las vulnerabilidades actuales del país ante posibles interrupciones”.

La Ley de Energía de 2020 define un “mineral crítico” como un mineral no combustible o material mineral esencial para la seguridad económica o nacional de Estados Unidos, cuya cadena de suministro es vulnerable a interrupciones. Los minerales críticos también se caracterizan por cumplir una función esencial en la fabricación de un producto, cuya ausencia tendría consecuencias significativas para la economía o la seguridad nacional.

En resumen:

i) hay suficiente información para comprender que las tierras raras están vinculadas a: seguridad nacional estadounidense -y de otras potencias-; a la competencia por altas tecnologías que tributan a la carrera militar, aeroespacial y civil;

ii) la expectativa de negocio se proyecta creciente y entabla una ambigüedad en relación con el cuidado de recursos hídricos y naturales;

iii) la cantidad de recursos tierras raras en Ucrania, si bien pueden ser significativos, existe incertidumbre sobre su potencial, la posibilidad de explotarlos y los tiempos para su desarrollo, más aún cuando no está resuelto el conflicto armado y día a día Rusia avanza en el campo de batalla bajo la premisa de que todo se negociará con base en las condiciones objetivas en el terreno, lo que implica que, por ejemplo, al llegar a Pokrovsk donde hay reservas clave de carbón y litio de Ucrania, pasarán a manos rusas y tal ciudad industrial está dentro de la legislación rusa que incorporó el óblast de Donetsk al territorio ruso, en referendo de 2022;

iv) Ucrania se encuentra en el corazón del Heartland desarrollado por John Halford Mackinder. Está más cerca a Europa y Asia, dos zonas con potencial de consumo de mercancías y donde se encuentran los enemigos de la hegemonía occidental y estadounidense; razón por la cual es importante acapararla como un ‘nuevo Israel’, una nueva cuña incluso siempre en perspectiva militar y nuclear contra Rusia, en camino a la competencia y derrocamiento de una República Popular China en ascenso o ya en la cumbre, según cada perspectiva; v) el potencial de Ucrania como centro logístico a mediano plazo, en donde se asiente no sólo la explotación sino la transformación, refinación de tierras raras, -competir con ese rubro dominado por China, como se vio- la producción, por ejemplo, cuando el caso lo permita, de baterías de litio, el consumo y la circulación – distribución de una industria derivada de tales minerales, sería una jugada geopolítica y geoeconómica para los próximos decenios, incluyendo próximas guerras militares y comerciales. En esto radican las ‘garantías de seguridad’ que D. Trump le ofrece a Zelensky’;

vi) el ejemplo de relocalización y salarios del T-MEC, desarrollado, permite ver en prospectiva la improvisación o ambivalencia de la administración Trump, así como algunos elementos trágicos para la Ucrania de postguerra.

Así, el Puerto de Odessa en el Mar Negro, es clave en la negociación de EE.UU. con Rusia. Pero si bien este puerto articula la cadena de producción hacia el mediterráneo y por ende África, Cercano y Medio Oriente, no articula mercancías hacia Asia. Las rutas que está creando Rusia con Irán, el corredor Norte – Sur, – que tiene por objetivo vincular Asia central, Europa y el sur de Asia, y puede competir con el Canal de Suez– la Ruta Marítima del Ártico, las nuevas rutas por Mongolia de recursos energéticos y mercancías, que tienen entre otras ventajas y objetivos esquivar el conflicto generado en el Estrecho de Malaca, hablan en breve del potencial de Rusia para articular el mercado global mediante el soporte que da a la cadena de producción, consumo, distribución, cambio y circulación, para el caso planteado, de tierras raras. Con esto quiero señalar que de lograr controlar el puerto de Odessa Estados Unidos, sólo tiene la mitad del negocio. Necesita integrarse a las otras rutas potenciales de Rusia, pero esto lo lleva a chocar con Israel y su odio a Irán y con China, en relación a la competencia por el mercado asiático. Pero, ¿Qué están pensando los chinos respecto de todo este asunto? ¿Puede haber ruta de la seda sin Rusia? ¿Se dan cuenta los europeos que, al ser proguerra, anti rusos y anti chinos además de anti Trump, se cierran las vías con Eurasia? Es esta una compleja carta a jugar por Rusia para tener menos dependencia de China.

Las negociaciones ruso-estadounidenses adquieren dimensiones superlativas, de las que desafortunadamente ignoramos lo más íntimo de las mismas.

La ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas, consiste en la incertidumbre del potencial de las mismas, pero sobre todo de lo que en combinación con el puerto de Odessa y otras rutas comerciales implica para la disputa de poder global en donde Ucrania tal vez nunca volverá a ser dueña de sus riquezas ni de sí, perderá gobernabilidad. Si la crisis hipotecaria de 2008 enseñó cómo los bancos hipotecaban decenas de veces una misma propiedad hasta hacerla tóxica, Zelensky y su tropa neonazi aprendió tal truco y prometió tres veces: a Europa, a Inglaterra y a EE.UU., la ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas.

Agradezco al colega Doctorante de Estudios Latinoamericanos de la UNAM, México, maestro Robert A. Quintero L., por su aporte en las fuentes de información sobre tierras raras, base de mi argumentación en ese tema.

La ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas, consiste en la incertidumbre del potencial de las mismas.

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Richard Wolff, economista marxista de la Universidad de Massachusetts Amherst, señala que no son las tierras raras el trasfondo del acuerdo entre D. Trump y V. Putin, sino la salida al mar negro por Odessa. Este argumento es interesante y quizá complementario, ya que de nada le serviría a EE.UU. tener acceso a insumos agrícolas, minerales y energéticos sin un punto de salida, particularmente un puerto mirando hacia el Mediterráneo. Esto encaja en la perspectiva de la crítica de la economía política marxista que comprende la cadena de producción, consumo, distribución, cambio, circulación. Sobre ello se volverá líneas adelante.

El puerto de Odessa y el sistema de puertos que confluyen por el Río Dniéster en Ucrania y por el Danubio entre Ucrania y Rumanía, hacia la costa del Mar Negro han movilizado armas, mercenarios, cereales y demás productos de exportación ucraniana. No pocas veces han sido objeto de ataques de precisión rusa ante estos embarques de avituallamiento militar. La gran masa continental euroasiática en esta zona, que es el centro, tiene esta única oportunidad navegable, lo que implica mejor eficiencia en la carga por tonelaje. El sistema ferroviario europeo conecta algunos países de la Europa del Este, pero aun presenta problemas para una integración eficiente, como una adecuada red eléctrica, ancho de vías y señalización estándar. A esto se suma que verificando varios mapas del sistema ferroviario europeo y particularmente el de la página oficial del eurail, se aprecia que, al llegar a Moldavia, Ucrania, Rusia y Bielorrusia, la integración ferroviaria cesa. Toneladas de carga de cereal, por ejemplo, como renglón clave de la economía ucraniana, difícilmente se movería por vía férrea, si Ucrania perdiera Odessa. Claro, siempre puede haber una concesión de uso por buena vecindad. A ello hay que sumar que si se hacen inversiones para las ‘tierras raras’ ucranianas el puerto de Odessa será clave.

De ello, un par de preguntas: Si finalmente EE.UU. se queda con un pacto sobre minerales y centros de distribución de gas y materias primas y vista de manera sucinta la centralidad del puerto, ¿esto implica que en las negociaciones con Rusia el puerto de Odessa -y la región- ya no está en discusión, como parte de los territorios que por resultados en el terreno Rusia podría exigir y tomar de continuar su avance lento y efectivo? ¿Esto no implicará cambiar a la OTAN en la frontera por EE.UU.? ¿una potencia nuclear en la misma frontera, en un acuerdo que al parecer firmaría con Ucrania por cien años? Si Rusia avanza de manera decidida en la Operación Militar Especial y toma Odessa por la fuerza ¿cómo seguirá la negociación con Estados Unidos en este aspecto? ¿Tiene capacidad diplomática o coercitiva Estados Unidos para imponerse a Rusia, -e incluso a Inglaterra- y Ucrania en este aspecto?

Una breve digresión como ejemplo: el caso de los salarios en el T-MEC

La pandemia COVID-19 enseñó la necesidad de la recomposición de las cadenas de valor o como señalé, la cadena de producción, consumo, distribución, cambio, circulación. Antes de pasar a ver la ‘rareza de las tierras raras en Ucrania’ -tema sobre el cual se ha escrito bastante últimamente- me parece clave comprender qué, cómo y hacia dónde intenta comerciar EE.UU. los recursos ucranianos. Porque una cosa es cómo lo hace Ucrania, ya que desde su geografía tiene sentido exportar y producir, pero los estadounidenses y la administración Trump aún más con el (Make American Great Again) MAGA, quieren llevar las fábricas de varias naciones, como Alemania o las norteamericanas asentadas en México hacia suelo estadounidense. El propio Richard Wolff ha advertido que nadie hará un giro tan osado -desde México- para caer en la incertidumbre de un cambio de política en otro mandato, porque además deslocalizar y relocalizar toda una infraestructura industrial es costoso, lento e implica comparativamente más pérdidas que ganancias en el corto y mediano plazo.

Una década puede tardar en estabilizarse una empresa y yo lo dudo, pues tal visión centraliza producciones y mediante tal acción pretende generar empleos y economía real. En mi concepto, pasar una fábrica de autos de México a EE.UU. tiene el problema de los salarios y demás prestaciones de ley. Los países latinoamericanos han modificado con ahínco sus constituciones y legislaciones laborales, sobre todo desde 1991 con el arribo franco del neoliberalismo, para favorecer a los inversores la posibilidad de contratos leoninos y una franja de salarios mucho más rentable para el inversor, (dumping salarial) que luego se lleva el dinero sin cargas fiscales. Para el caso propuesto como ejemplo, el T-MEC tenía la intensión en su marco de acuerdos reducir la diferencia salarial. Producir un auto en México vale un 60% menos que en EE.UU.; esto quiere decir que en México un carro se produce con 970 USD y en EE.UU. con 2425 USD. Los empleados del sector automotriz mexicano pidieron un aumento del 25% a los salarios, en 2024.

Ya hemos visto desde enero la lucha arancelaria, llamada al fracaso, de D. Trump, pero que expresa en sí que el marco legal del T-MEC está roto y la propia Canadá quiso poner aranceles a México y éste a su vez prometió reciprocidad. Es de nuevo el ‘orden basado en reglas’. El T-MEC cuenta con un Mecanismo Laboral, donde según la página de Sensibilización sobre la Reforma Laboral, de México:

El Mecanismo Laboral ha sido una herramienta poderosa para garantizar la protección de los derechos de libertad sindical y negociación colectiva en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), en el que más de 30 mil personas trabajadoras se han visto beneficiadas directamente y se han asegurado más de 100 millones de pesos en salarios caídos y otros beneficios laborales.

Se puede apreciar que hay asuntos de derechos que incomodan y serán superados al desarrollarse la infraestructura industrial de gran escala en Ucrania. Entonces, como muchos han visto, el gobierno de Donald Trump no tiene un plan real en ningún aspecto. Llevar fábricas de México a EEUU., bajo amenaza de aranceles o sanciones, para que pasen de pagar $9.640 mexicanos al mes es decir 2 o 3 dólares la hora (1USD = %20.80 mexicanos) a pagar 16 USD la hora, no parece competitivo.

Hay una ambivalencia. Mientras quiere explotar y llevar empresas a Ucrania de la mano de los mismos que han invertido en la guerra de derrota a Rusia como BlackRock, por otro lado, presiona para que empresas vayan a producir a territorio estadounidense; en el caso alemán, debido a la quiebra de empresas que ya no son competitivas por precios de energía, que Rusia financiaba con gas barato y, por ende, pagaba los salarios de los alemanes.

Volviendo sobre el asunto en Ucrania

Así: a) tomar las tierras raras y minerales y energéticos en Ucrania implica que tendrá salarios bajos para los trabajadores ucranianos; los que en la actualidad ganan entre 227 y 458 USD al mes; es decir, 1,9 USD la hora, en el sector automotriz. Pero el negocio de EE.UU. en Ucrania no se enfocará en el sector automotriz y hay sectores, como el agrícola o el minero que pueden tener salarios más bajos y nada dice que no pueden ser aún más bajos en una negociación en la que a Ucrania se le trata desde su ‘socio’ principal con la mano dura de un Tratado de Versalles. b) Para la fórmula del MAGA, los recursos naturales se pueden o deben relocalizar en EE.UU., aunque trabajarse allí en Ucrania sería lo óptimo para competir con China; pero puede transportar los materiales en bruto y transformarlos en EE.UU. con salarios más altos y por ende poco competitivos frente a China, que según la Agencia Internacional de Energía AEI, es el país con más tierras raras en el mundo, tanto en minado 54% como en refinado 77% además de salarios bajos y personal calificado. c) Puede quedarse en Ucrania y crear la cadena de valor completa, claro: teniendo el puerto de Odessa.

Surgen unas preguntas. ¿Cuánto tardará en tener empresas competitivas? ¿Tiene la infraestructura energética adecuada? ¿Cómo manejará la reingeniería de tipo soviético a norteamericano y qué tiempos y costos implica? ¿El siguiente gobierno se interesará en ello? ¿BlackRock tiene intenciones de quedarse allí de esa manera? ¿Se pagará con acuerdos leoninos de trabajo y salarios hechos con la endeudada y maltratada Ucrania, por la guerra de Occidente con Rusia? Y las dos preguntas centrales finales, dando por sentado que ya tiene un puerto de salida: ¿existen los minerales, las tierras raras en la cantidad, profundidad y disponibilidad adecuadas? ¿ellas pagarán el costo de inversión, cubrirán el retorno y el riesgo ante el descubrimiento futuro de nuevos yacimientos quizá mejor ubicados para la competencia en otros lugares del mundo?

O no le interesa nada de esto y lo único que quiere EE.UU. es pararse en Ucrania. Hacerla su nuevo Israel en Eurasia. Hacer por otros medios lo que no hizo con la OTAN en la guerra proxy con la Federación de Rusia. Esto lo llevaría a intervenir y ganar sin compartir con Europa, tanto los recursos naturales como las cadenas de valor.

Quizá a Rusia no le interese que económica y laboralmente se acabe de desestabilizar una Ucrania para la postguerra, que implique nuevas migraciones hacia Rusia, desempleo, delincuencia, resentimiento y por ende terrorismo en el corto y mediano plazos. Quizá vea esto que señalo y tampoco le interese negociar más que acuerdos donde Rusia tenga el control total. Pero, como me he preguntado en el último artículo, ¿Rusia se da cuenta que, por segunda vez, luego del pacto Molotov – Ribbentrop de agosto de 1939 está negociando con el nazismo?

La ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas

Si las preguntas claves -descartando que el interés estadounidense es el caballo de Troya ucraniano, como nuevo Israel en Eurasia- consisten en saber si hay o no; en qué cantidades, con qué viabilidad, con qué seguridad de retorno y la prospectiva clara de la debilidad o fortaleza de la localización de los yacimientos ucranianos, por no hablar de la innovación constante en investigación o descubrimiento de elementos más eficientes, entonces veamos información al respecto.

Lo primero, es entender a qué se refiere en verdad la expresión ‘tierras raras’. En el artículo An outlook on the rare earth elements mining industry (Una perspectiva sobre la industria minera de tierras raras) de George Barakos, investigador asociado del Instituto Helmholtz de Tecnología de Recursos de Freiberg, Alemania, de 2016, el autor señala que:

Las tierras raras (TER) son un grupo de 16 elementos químicos que consiste en 15 latánidos más itrio. El término “tierras raras” es engañoso, ya que no se refiere a su abundancia en la corteza terrestre, sino a la apariencia discreta de los minerales de los que se aislaron originalmente. Casi todas las tierras raras en la corteza terrestre son más abundantes que el oro, la plata o el platino […] Es cierto que las tierras raras no están presentes en cantidades iguales en los minerales de tierras raras. Generalmente se dividen en tierras raras ligeras (LREE) y tierras raras pesadas (HREE), siendo las HREE mucho menos abundantes y, por lo tanto, mucho más valiosas.

Las tierras raras (TER) ganaron visibilidad para el público general durante la crisis de 2010 y el aumento repentino de precios de 2011 (Massari y Ruberti, 2013). Numerosos titulares sobre las tierras raras aparecieron en los medios de comunicación y, de repente, el mundo se alarmó ante la posibilidad de que China estuviera a punto de aplastar a las industrias de alta tecnología de las economías occidentales debido a la imposición de restricciones a la exportación. En ese momento, China poseía el 95 % de la producción mundial de tierras raras.

La importancia de las tierras raras para el mundo moderno es innegable y es seguro que la demanda mundial seguirá creciendo. Sin embargo, en contraste con este crecimiento, el mercado de tierras raras sigue siendo pequeño. De hecho, podría decirse que no existe un mercado global de tierras raras. Existen mercados locales y regionales para tierras raras individuales, y debido a que la comercialización está restringida a unos pocos proveedores sin contratos a largo plazo, es casi imposible predecir los precios potenciales con certeza. Las grandes empresas mineras se ven disuadidas de involucrarse en la industria de las tierras raras. Hay menos de veinte grandes empresas que comercializan tierras raras, y estas se distribuyen a un puñado de países: China, Canadá, Australia, Estados Unidos, Rusia, India y Japón. China es el mayor proveedor de tierras raras del mundo, mientras que Estados Unidos, Japón y Alemania son los mayores importadores (Roskill, 2015).

El anterior estudio data de 2016 y a casi diez años de su escritura parece que el negocio tiende a dimensiones globales. La pregunta clave es en qué casos sería más relevante relocalizar industrias junto a los yacimientos. Como se ve, EE.UU. tiene urgencia por los mismos, de ahí su empecinamiento con Groenlandia, además de la posición de ésta en el ártico.

En el artículo El mapa de los minerales estratégicos de Ucrania (que quiere Trump), de Celia Hernando, de febrero de 2025, señala que,

a pesar de los cálculos —posiblemente exagerados— del Servicio Geológico Ucraniano, que estiman el valor de las reservas en unos 11 billones de euros —un 65% del PIB de la UE—, la viabilidad de su explotación sigue siendo incierta, tanto por las dificultades operativas derivadas del conflicto como por la volatilidad del mercado de minerales críticos.

A ello se suma que,

Estados Unidos había contactado con Kiev para intentar alcanzar una asociación que le permitiera obtener el 50% de los ingresos derivados de la explotación de los recursos ucranianos como los minerales o el petróleo y el gas, pero también los puertos. Este preacuerdo, aunque presentado como una forma de reconstrucción, significaría convertir al país en una suerte de colonia extractiva de Washington, una situación con la que Putin se ha mostrado cómodo siempre que Rusia consiga ventajas económicas.

No estoy seguro de que Putin o su élite más rusófila se sienta cómoda teniendo una colonia o protectorado en la frontera, pero el asunto es que tiene esto toda la apariencia de un caballo de Troya estadounidense.

Sin embargo, en el mismo artículo, se refiere que,

Sin descartar el potencial de las reservas ucranianas, los cálculos del organismo ucraniano, en la actualidad el país solo ocupa el puesto 40 entre los países productores de minerales. En cuanto a las tierras raras, Ucrania está lejos de figurar entre los principales productores del mundo, y lo mismo ocurre con la mayoría de sus minerales estratégicos. Solo el titanio, el litio y el grafito destacan a nivel global en cuanto a reservas, pero el verdadero alcance de su explotación y rentabilidad sigue siendo incierto. De los 37 yacimientos identificados, solo 11 están operativos, mientras que otros que datan de la época soviética nunca se han puesto en marcha por falta de rentabilidad o accesibilidad.

Otros trabajos como El potencial de tierras raras en Ucrania depende de evaluaciones soviéticas y podría no ser viable, de Liubov Georges de febrero de 2025, se inclinan por tales afirmaciones y se puede sumar de sus reflexiones que,

Los yacimientos serían difíciles de explotar. Algunos se encuentran en zonas remotas o, como en el caso del registro geológico de uno de los yacimientos, requieren tecnología de procesamiento avanzada y una red eléctrica estable para su extracción. Además, la valoración de los yacimientos se basa en datos de décadas de antigüedad: ninguna de las fuentes contactadas por Commodity Insights tenía conocimiento de ninguna exploración o evaluación comercial de dichos yacimientos en el período postsoviético.

Aunque hay investigadores que dicen que el sistema geológico soviético fue exhaustivo en el registro de potencial minero energético, lo cierto es que sólo hasta hace quince años hacia acá se volvieron claves ciertos elementos, en consonancia con el desarrollo científico-técnico capaz de generar nuevos materiales para tareas urgentes o innovaciones.

Por otra parte, el Observatorio de Conflictos y Medio Ambiente, (Conflict and Enviroment Observatory) señala en su portal un estudio titulado, Los riesgos ambientales de una avalancha crítica de minerales en Ucrania, de mayo de 2024, que,

Además, si bien la distribución de los depósitos minerales críticos varía, su procesamiento actualmente se concentra en China. Esto significa que eventos como la pandemia de COVID-19 pueden exponer las cadenas de suministro a interrupciones.

Estos riesgos y desequilibrios geopolíticos han aumentado la atención en el desarrollo de fuentes más cercanas a mercados clave como Europa, y es en este contexto que los recursos minerales críticos de Ucrania han atraído un mayor interés mundial.

Como se aprecia, el comentario desarrollado líneas antes acerca de la estrategia de alta envergadura de EE.UU. y mega monopolios como BlackRock, de cara a la competencia con China, tiene sentido a partir de la implementación de una cadena de producción, distribución, cambio y circulación multimodal, que integre varios frentes e implique una localización estratégica industrial de nuevas tecnologías y materiales en el centro de la masa continental Eurasiática: el ‘border land’ del Heartland de Mackinder. De hecho, Ucrania según se sabe traduce ‘frontera’.

No sólo Inglaterra, como señalé, ha creado acuerdos con Ucrania, con la cúpula de Zelensky y los neonazis de Azov. El texto continúa señalando que,

 Sin embargo, los preparativos para la extracción a gran escala para los mercados internacionales tras el fin de la guerra se han acelerado, comenzando con la firma de un Memorando de Entendimiento sobre materias primas entre Ucrania y la UE en julio de 2021. La UE busca la producción local y desarrollar nuevos vínculos estratégicos para reducir la dependencia de las importaciones chinas. En noviembre de 2022, el Servicio Geológico de Ucrania firmó un acuerdo de colaboración con el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo para digitalizar datos geológicos y traducir al inglés documentos históricos de prospección y estudio. Posteriormente, se implementaron cambios para simplificar y agilizar los procedimientos de Ucrania para las evaluaciones de impacto ambiental. La Ley de Materias Primas Críticas de la UE, promulgada en marzo de 2024, consolidó aún más estos vínculos.

Vuelvo así a ratificar la idea planteada arriba: la administración Trump quiere dejar por fuera de todo a la Unión Europea y a Inglaterra, léase las élites con las que pelea, incluidas las neoconservadoras estadounidenses. No quiere un competidor tecnológico que complique su enfoque hacia China, como principal amenaza. La “destrucción creativa” de Schumpeter, está en marcha. No se trata solo de vender armas sino la reconstrucción y reindustrialización ‘de Ucrania sin los ucranianos’.

A ello, hay que sumar los desastres ambientales, que, si se comprende al mundo como una estructura integrada e interdependiente, no sólo se afectará a Ucrania; Véase lo que señala la publicación respecto de la crisis ambiental:

La amenaza de contaminación del agua por el drenaje ácido de minas debido a la gestión inadecuada de los relaves mineros ya es motivo de especial preocupación en Ucrania, una amenaza que se ve agravada por el conflicto. La gestión de relaves también será un desafío clave para la industria minera y el Estado ucraniano si se explotan nuevos yacimientos minerales críticos como parte de las iniciativas de reconstrucción.

El legado ambiental de la minería en Ucrania ya es considerable y la explotación de nuevos yacimientos corre el riesgo de dañar zonas ambientalmente sensibles. De los 37 yacimientos minerales críticos que examinamos:

19 depósitos se encuentran a 1 km de un Área de Importancia Ecológica (EIA);

7 depósitos se encuentran a menos de 100 m de un EIA;

18 depósitos se encuentran a 1 km de un cuerpo de agua superficial (río, arroyo o lago);

5 depósitos se encuentran a menos de 100 m de un cuerpo de agua superficial.

Pero qué le puede importar esto a los Neonazis de Azov y a Zelensky, si deliran con hacerse con los residuos de la planta nuclear de Zaporozhie para una bomba sucia o reventar todas las plantas nucleares ucranianas como último paso ante la derrota; esto señalado por el propio ex asesor de Zelensky, Alexéi Arestóvich.

Al anterior artículo se le puede complementar con el estudio del MIT Review titulado, La carrera por producir tierras raras, en donde se aprecia una prospectiva, un futuro crítico que refuerza la anomia global, en tanto el negocio sólo se comprende ampliado ad nausea:

Abandonar los combustibles fósiles y adoptar tecnologías con bajas emisiones de carbono son nuestras mejores opciones para contrarrestar la creciente amenaza del cambio climático. El acceso a las tierras raras, componentes clave de muchas de estas tecnologías, determinará en parte qué países cumplirán sus objetivos de reducción de emisiones o de aumento de la proporción de electricidad generada a partir de fuentes no fósiles. Sin embargo, algunos países, incluido Estados Unidos, están cada vez más preocupados por la estabilidad del suministro de estos elementos.

Según la Agencia Internacional de la Energía, se prevé que la demanda de tierras raras alcance entre tres y siete veces los niveles actuales para 2040; la demanda de otros minerales críticos, como el litio, podría multiplicarse por 40. Cumplir con el Acuerdo de París de 2016, en virtud del cual los países firmantes están obligados a reducir las emisiones para limitar el aumento de la temperatura global, requeriría que la oferta mundial de minerales se cuadruplicara en el mismo plazo. Al ritmo actual, la oferta va camino de simplemente duplicarse.

Si se contrasta lo anterior, con lo que señala el Observatorio de Conflictos y Medio Ambiente, se comprende: que EE.UU. se retira del Acuerdo de París, solo en las administraciones Trump -negacionista de la crisis ambiental- y a la vez se puede uno preguntar, ¿Cómo tal explotación revierte el denominado ‘cambio climático’ si es agresivo y tóxico en otras variables?

Para cerrar esta argumentación, presento información del United States Geological Survey (USGS) -Servicio Geológico de Estados Unidos- que publicó en febrero de 2022, “una nueva lista de 50 productos minerales críticos para la economía y la seguridad nacional de Estados Unidos luego de una extensa evaluación de varias agencias”. La página señala que:

Los minerales críticos desempeñan un papel fundamental en nuestra seguridad nacional, economía, desarrollo de energías renovables e infraestructura”, declaró Tanya Trujillo, Subsecretaria del Interior para Agua y Ciencia. “La recopilación y el análisis de datos del USGS analizan el futuro para detectar problemas emergentes en cadenas de suministro cruciales y, cada tres años, identifican las vulnerabilidades actuales del país ante posibles interrupciones”.

La Ley de Energía de 2020 define un “mineral crítico” como un mineral no combustible o material mineral esencial para la seguridad económica o nacional de Estados Unidos, cuya cadena de suministro es vulnerable a interrupciones. Los minerales críticos también se caracterizan por cumplir una función esencial en la fabricación de un producto, cuya ausencia tendría consecuencias significativas para la economía o la seguridad nacional.

En resumen:

i) hay suficiente información para comprender que las tierras raras están vinculadas a: seguridad nacional estadounidense -y de otras potencias-; a la competencia por altas tecnologías que tributan a la carrera militar, aeroespacial y civil;

ii) la expectativa de negocio se proyecta creciente y entabla una ambigüedad en relación con el cuidado de recursos hídricos y naturales;

iii) la cantidad de recursos tierras raras en Ucrania, si bien pueden ser significativos, existe incertidumbre sobre su potencial, la posibilidad de explotarlos y los tiempos para su desarrollo, más aún cuando no está resuelto el conflicto armado y día a día Rusia avanza en el campo de batalla bajo la premisa de que todo se negociará con base en las condiciones objetivas en el terreno, lo que implica que, por ejemplo, al llegar a Pokrovsk donde hay reservas clave de carbón y litio de Ucrania, pasarán a manos rusas y tal ciudad industrial está dentro de la legislación rusa que incorporó el óblast de Donetsk al territorio ruso, en referendo de 2022;

iv) Ucrania se encuentra en el corazón del Heartland desarrollado por John Halford Mackinder. Está más cerca a Europa y Asia, dos zonas con potencial de consumo de mercancías y donde se encuentran los enemigos de la hegemonía occidental y estadounidense; razón por la cual es importante acapararla como un ‘nuevo Israel’, una nueva cuña incluso siempre en perspectiva militar y nuclear contra Rusia, en camino a la competencia y derrocamiento de una República Popular China en ascenso o ya en la cumbre, según cada perspectiva; v) el potencial de Ucrania como centro logístico a mediano plazo, en donde se asiente no sólo la explotación sino la transformación, refinación de tierras raras, -competir con ese rubro dominado por China, como se vio- la producción, por ejemplo, cuando el caso lo permita, de baterías de litio, el consumo y la circulación – distribución de una industria derivada de tales minerales, sería una jugada geopolítica y geoeconómica para los próximos decenios, incluyendo próximas guerras militares y comerciales. En esto radican las ‘garantías de seguridad’ que D. Trump le ofrece a Zelensky’;

vi) el ejemplo de relocalización y salarios del T-MEC, desarrollado, permite ver en prospectiva la improvisación o ambivalencia de la administración Trump, así como algunos elementos trágicos para la Ucrania de postguerra.

Así, el Puerto de Odessa en el Mar Negro, es clave en la negociación de EE.UU. con Rusia. Pero si bien este puerto articula la cadena de producción hacia el mediterráneo y por ende África, Cercano y Medio Oriente, no articula mercancías hacia Asia. Las rutas que está creando Rusia con Irán, el corredor Norte – Sur, – que tiene por objetivo vincular Asia central, Europa y el sur de Asia, y puede competir con el Canal de Suez– la Ruta Marítima del Ártico, las nuevas rutas por Mongolia de recursos energéticos y mercancías, que tienen entre otras ventajas y objetivos esquivar el conflicto generado en el Estrecho de Malaca, hablan en breve del potencial de Rusia para articular el mercado global mediante el soporte que da a la cadena de producción, consumo, distribución, cambio y circulación, para el caso planteado, de tierras raras. Con esto quiero señalar que de lograr controlar el puerto de Odessa Estados Unidos, sólo tiene la mitad del negocio. Necesita integrarse a las otras rutas potenciales de Rusia, pero esto lo lleva a chocar con Israel y su odio a Irán y con China, en relación a la competencia por el mercado asiático. Pero, ¿Qué están pensando los chinos respecto de todo este asunto? ¿Puede haber ruta de la seda sin Rusia? ¿Se dan cuenta los europeos que, al ser proguerra, anti rusos y anti chinos además de anti Trump, se cierran las vías con Eurasia? Es esta una compleja carta a jugar por Rusia para tener menos dependencia de China.

Las negociaciones ruso-estadounidenses adquieren dimensiones superlativas, de las que desafortunadamente ignoramos lo más íntimo de las mismas.

La ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas, consiste en la incertidumbre del potencial de las mismas, pero sobre todo de lo que en combinación con el puerto de Odessa y otras rutas comerciales implica para la disputa de poder global en donde Ucrania tal vez nunca volverá a ser dueña de sus riquezas ni de sí, perderá gobernabilidad. Si la crisis hipotecaria de 2008 enseñó cómo los bancos hipotecaban decenas de veces una misma propiedad hasta hacerla tóxica, Zelensky y su tropa neonazi aprendió tal truco y prometió tres veces: a Europa, a Inglaterra y a EE.UU., la ‘rareza’ de las tierras raras ucranianas.

Agradezco al colega Doctorante de Estudios Latinoamericanos de la UNAM, México, maestro Robert A. Quintero L., por su aporte en las fuentes de información sobre tierras raras, base de mi argumentación en ese tema.

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