Editorial
November 19, 2024
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Trump necesita escuchar al pueblo estadounidense y cumplir con su promesa de paz.

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El manifiesto de Trump “Estados Unidos Primero” sugiere que eso es lo que él hará. Cancelando la estafa de la guerra que ha sido manipulada por el gobierno de Biden, el conflicto arribará a su necesario y rápido fin.

En la medida que el polvo se asienta luego de la tumultuosa elección presidencial en Estados Unidos, la magnitud de la victoria de Donald Trump se torna más nítida. Su decisivo triunfo para convertirse en el 47º presidente de la república norteamericana, es un enfático mandato popular para el cambio.

Esto podría permitirle a Trump alcanzar un pacífico final de la desastrosa guerra en Ucrania liderada por Estados Unidos contra Rusia, tal como lo señaló esta semana el prestigioso profesor norteamericano de Derecho Internacional, Francis Boyle.

En torno a la elección, lo que estaba en juego no podía ser mayor. La continuación de un conflicto que ya tiene casi tres años de duración, como habría sido si los demócratas hubieran permanecido en el poder –cosa que potencialmente estaría conduciéndonos hacia una Tercera Guerra Mundial, una conflagración nuclear. Trump secamente ya había advertido sobre ese peligro inminente. Una parte central de su plataforma electoral fue la promesa de trabajar por una resolución diplomática.

A los 78 años de edad Donald J. Trump se convierte en el único segundo presidente en la historia de Estados Unidos en ganar dos períodos no consecutivos. La última figura en conseguirlo fue el demócrata Grover Cleveland, el año 1892, como lo señala Martin Sieff, experimentado observador de las elecciones norteamericanas.

Lo que hace que el retorno político de Trump sea tan asombroso, es su desafío al establecimiento y a la prensa corporativa, la cual durante la mayor parte del proceso apoyaba totalmente a su rival Kamala Harris. “Todas las sucias triquiñuelas, mentiras y tácticas aterradoras en la historia de la política norteamericana –la cual está repleta de eso—se emplearon en su contra….Todas ellas fallaron.” Lo señaló Sieff esta semana.

Los sondeos preelectorales hasta el día de la votación el cinco de noviembre, no estuvieron ni cerca con los resultados. Trump barrió con el panorama electoral copando incluso aquellos estados conflictivos ganando por más de cuatro millones de votos populares. Trump incluso sobrepasó el crucial umbral de 270 votos para ganar con más de 300 votos en el colegio electoral.

El factor clave para su triunfo fue la economía, cosa que Trump aprovechó.

Unido a las tribulaciones económicas del norteamericano común está el militarismo y el belicismo a lo cual los demócratas han devenido asociados. La cruel falta de prioridades para enfrentar las crecientes necesidades económicas y sociales de los pobres, los trabajadores norteamericanos, que el gobierno de Biden y su vice presidenta Kamala Harris han desplegado durante los últimos cuatro años fue equiparada con la licencia que se tomaron para financiar la guerra en Ucrania al ritmo de cientos de miles de millones de dólares de los contribuyentes.

Estaba también el factor de la espantosa complicidad del gobierno de Biden en el genocidio israelí contra Gaza durante el año pasado. Millones de jóvenes votantes musulmanes y árabes que normalmente habrían votado por los demócratas se disgustaron defraudados. Se negaron a darle sus votos a la Harris. Trump no es ningún amigo del pueblo palestino, pero por lo menos no sería acusado de complicidad en el genocidio como lo son indefectiblemente Biden y la Harris.

Trump no solo ha ganado la Casa Blanca de manera decisiva sino que su Partido Republicano también recuperó el control del Senado y la cámara de Representantes. Con ese dominio de las ramas ejecutivas y legislativas del gobierno el segundo gobierno de Trump será capaz de implementar su programa sin ningún impedimento.

Su gobierno anterior (2016-2020) fue dificultoso debido a los demócratas y los medios corporativos de prensa con sus espurias acusaciones acerca de la “colusión con Rusia”. Esa farsa propagandística quedó obsoleta.

La autoridad de la posición política de Trump se hace propicia para que él cumpla cabalmente con su promesa electoral de terminar el conflicto en Ucrania.

Trump se ha pavoneado que él puede terminar la guerra de Ucrania en 24 horas. Este es el comportamiento típico del ex magnate de bienes raíces. La realidad es que Rusia ya tiene sus claros objetivos a la vista y no será impedida para alcanzarlos. Rusia está harta con la duplicidad de Occidente y está resuelta a derrotar al régimen neonazi de Kiev para retener sus recientemente recuperados territorios históricos y asegurar lo que quede del cuarto trasero estado ucraniano para que nunca ingrese a la alianza militar de la OTAN.

La victoria militar de Rusia en Ucrania está asegurada tanto como lo está de acertada en lo justo y es legalmente correcta. Moscú planteará sus propias condiciones y no está buscando la aprobación de Washington bajo Trump ni de ningún otro.

Lo que Trump podría hacer para expeditar el fin del derramamiento de sangre y establecer la paz, es suspender de inmediato la incesante ayuda militar para el régimen de Kiev.

El manifiesto de Trump “Estados Unidos Primero” sugiere lo que él hará. Al suspender la estafa del chanchullo de la guerra la cual ha sido dirigida por el gobierno de Biden y el conflicto entonces habrá llegado a su muy necesario y rápido fin.

Esta semana, el Presidente ruso, Vladimir Putin felicitó a Trump por su elección y señaló que Moscú estaba dispuesto para iniciar un diálogo razonable. Pero pareciera patente que el diálogo girará en torno a la aceptación de las eminentemente razonables condiciones que Rusia siempre ha ofrecido –la no expansión de la OTAN a Ucrania y el reconocimiento del principio indivisible de la seguridad para todos.

Tal como categóricamente lo señaló Putin durante un discurso en el Foro de Valdai, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN deben de ahora en adelante dejar de mortificarse por cualquier noción acerca de “derrotar estratégicamente a Rusia”. El discurso de Putin fue una amplia y filosófica visión mundial en la cual también señaló que la era del dominio occidental del mundo definitivamente ha terminado –y esto para el bien común de todo el planeta.

Estados Unidos podría elegir ser parte de un mundo multipolar coexistiendo en igualdad con todas las otras naciones, acatando el derecho internacional. Pero sus malvadas ambiciones de privilegios unipolares ya no son factibles. El conflicto en Ucrania y el desafío de Rusia a la agresión de la OTAN encabezada por Estados Unidos, ha demostrado la nueva realidad geopolítica. En este nuevo y más justo orden, la OTAN resulta un anacronismo.

El surgimiento de los BRICS es un precursor del deceso del imperio occidental.

Trump es un negociador pragmático. No está imbuido por la obsesión ideológica imperial como lo está la oligarquía de Estados Unidos y como lo están los demócratas.

Pareciera también haber en Trump un decente sentido de humanidad a pesar de su bravuconería. Cuando denuncia el horror de la guerra en Ucrania, pareciera reflejar un verdadero aborrecimiento por la matanza y un deseo por que prevalezca la diplomacia.

Ahora queda por ver a quien Trump selecciona para su gabinete cuando asuma el cargo en enero 20 del 2025.

Si él se rodea con gente como Robert Kennedy Jr. y Tulsi Gabbard, que han sido vociferantes en su crítica de la guerra por encargo en Ucrania y que han exigido una razonablemente diplomática actitud hacia Rusia, entonces los síntomas serían esperanzadores en que Estados Unidos haya dado un paso significativo en la búsqueda de relaciones pacíficas.

Si por otra parte, Trump recurre a figuras belicistas como Mike Pompeo y Richard Grenell entonces su segundo período terminará como el primero y lamentablemente se habrá perdido una histórica oportunidad para una detente con Rusia.

Hay algo que pareciera estar claro, la elección demuestra que el pueblo norteamericano ha repudiado a los sectores guerreristas y a los lacayunos medios belicistas. Todo el manejo de la mensajería y la deslumbrante percepción de mando fueron ignorados. La Poderosa Wurlitzer tanto como el operativo de la CIA Frank Wisner que otrora maravillaban como maquinaria de propaganda de Estados Unidos, actualmente están jadeando y desafinando.

Trump necesita escuchar al pueblo estadounidense y cumplir con su promesa de paz.

Traducción: Sergio R. Anacona

La victoria electoral de Donald Trump brinda un cauteloso optimismo para la paz en Ucrania

Trump necesita escuchar al pueblo estadounidense y cumplir con su promesa de paz.

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El manifiesto de Trump “Estados Unidos Primero” sugiere que eso es lo que él hará. Cancelando la estafa de la guerra que ha sido manipulada por el gobierno de Biden, el conflicto arribará a su necesario y rápido fin.

En la medida que el polvo se asienta luego de la tumultuosa elección presidencial en Estados Unidos, la magnitud de la victoria de Donald Trump se torna más nítida. Su decisivo triunfo para convertirse en el 47º presidente de la república norteamericana, es un enfático mandato popular para el cambio.

Esto podría permitirle a Trump alcanzar un pacífico final de la desastrosa guerra en Ucrania liderada por Estados Unidos contra Rusia, tal como lo señaló esta semana el prestigioso profesor norteamericano de Derecho Internacional, Francis Boyle.

En torno a la elección, lo que estaba en juego no podía ser mayor. La continuación de un conflicto que ya tiene casi tres años de duración, como habría sido si los demócratas hubieran permanecido en el poder –cosa que potencialmente estaría conduciéndonos hacia una Tercera Guerra Mundial, una conflagración nuclear. Trump secamente ya había advertido sobre ese peligro inminente. Una parte central de su plataforma electoral fue la promesa de trabajar por una resolución diplomática.

A los 78 años de edad Donald J. Trump se convierte en el único segundo presidente en la historia de Estados Unidos en ganar dos períodos no consecutivos. La última figura en conseguirlo fue el demócrata Grover Cleveland, el año 1892, como lo señala Martin Sieff, experimentado observador de las elecciones norteamericanas.

Lo que hace que el retorno político de Trump sea tan asombroso, es su desafío al establecimiento y a la prensa corporativa, la cual durante la mayor parte del proceso apoyaba totalmente a su rival Kamala Harris. “Todas las sucias triquiñuelas, mentiras y tácticas aterradoras en la historia de la política norteamericana –la cual está repleta de eso—se emplearon en su contra….Todas ellas fallaron.” Lo señaló Sieff esta semana.

Los sondeos preelectorales hasta el día de la votación el cinco de noviembre, no estuvieron ni cerca con los resultados. Trump barrió con el panorama electoral copando incluso aquellos estados conflictivos ganando por más de cuatro millones de votos populares. Trump incluso sobrepasó el crucial umbral de 270 votos para ganar con más de 300 votos en el colegio electoral.

El factor clave para su triunfo fue la economía, cosa que Trump aprovechó.

Unido a las tribulaciones económicas del norteamericano común está el militarismo y el belicismo a lo cual los demócratas han devenido asociados. La cruel falta de prioridades para enfrentar las crecientes necesidades económicas y sociales de los pobres, los trabajadores norteamericanos, que el gobierno de Biden y su vice presidenta Kamala Harris han desplegado durante los últimos cuatro años fue equiparada con la licencia que se tomaron para financiar la guerra en Ucrania al ritmo de cientos de miles de millones de dólares de los contribuyentes.

Estaba también el factor de la espantosa complicidad del gobierno de Biden en el genocidio israelí contra Gaza durante el año pasado. Millones de jóvenes votantes musulmanes y árabes que normalmente habrían votado por los demócratas se disgustaron defraudados. Se negaron a darle sus votos a la Harris. Trump no es ningún amigo del pueblo palestino, pero por lo menos no sería acusado de complicidad en el genocidio como lo son indefectiblemente Biden y la Harris.

Trump no solo ha ganado la Casa Blanca de manera decisiva sino que su Partido Republicano también recuperó el control del Senado y la cámara de Representantes. Con ese dominio de las ramas ejecutivas y legislativas del gobierno el segundo gobierno de Trump será capaz de implementar su programa sin ningún impedimento.

Su gobierno anterior (2016-2020) fue dificultoso debido a los demócratas y los medios corporativos de prensa con sus espurias acusaciones acerca de la “colusión con Rusia”. Esa farsa propagandística quedó obsoleta.

La autoridad de la posición política de Trump se hace propicia para que él cumpla cabalmente con su promesa electoral de terminar el conflicto en Ucrania.

Trump se ha pavoneado que él puede terminar la guerra de Ucrania en 24 horas. Este es el comportamiento típico del ex magnate de bienes raíces. La realidad es que Rusia ya tiene sus claros objetivos a la vista y no será impedida para alcanzarlos. Rusia está harta con la duplicidad de Occidente y está resuelta a derrotar al régimen neonazi de Kiev para retener sus recientemente recuperados territorios históricos y asegurar lo que quede del cuarto trasero estado ucraniano para que nunca ingrese a la alianza militar de la OTAN.

La victoria militar de Rusia en Ucrania está asegurada tanto como lo está de acertada en lo justo y es legalmente correcta. Moscú planteará sus propias condiciones y no está buscando la aprobación de Washington bajo Trump ni de ningún otro.

Lo que Trump podría hacer para expeditar el fin del derramamiento de sangre y establecer la paz, es suspender de inmediato la incesante ayuda militar para el régimen de Kiev.

El manifiesto de Trump “Estados Unidos Primero” sugiere lo que él hará. Al suspender la estafa del chanchullo de la guerra la cual ha sido dirigida por el gobierno de Biden y el conflicto entonces habrá llegado a su muy necesario y rápido fin.

Esta semana, el Presidente ruso, Vladimir Putin felicitó a Trump por su elección y señaló que Moscú estaba dispuesto para iniciar un diálogo razonable. Pero pareciera patente que el diálogo girará en torno a la aceptación de las eminentemente razonables condiciones que Rusia siempre ha ofrecido –la no expansión de la OTAN a Ucrania y el reconocimiento del principio indivisible de la seguridad para todos.

Tal como categóricamente lo señaló Putin durante un discurso en el Foro de Valdai, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN deben de ahora en adelante dejar de mortificarse por cualquier noción acerca de “derrotar estratégicamente a Rusia”. El discurso de Putin fue una amplia y filosófica visión mundial en la cual también señaló que la era del dominio occidental del mundo definitivamente ha terminado –y esto para el bien común de todo el planeta.

Estados Unidos podría elegir ser parte de un mundo multipolar coexistiendo en igualdad con todas las otras naciones, acatando el derecho internacional. Pero sus malvadas ambiciones de privilegios unipolares ya no son factibles. El conflicto en Ucrania y el desafío de Rusia a la agresión de la OTAN encabezada por Estados Unidos, ha demostrado la nueva realidad geopolítica. En este nuevo y más justo orden, la OTAN resulta un anacronismo.

El surgimiento de los BRICS es un precursor del deceso del imperio occidental.

Trump es un negociador pragmático. No está imbuido por la obsesión ideológica imperial como lo está la oligarquía de Estados Unidos y como lo están los demócratas.

Pareciera también haber en Trump un decente sentido de humanidad a pesar de su bravuconería. Cuando denuncia el horror de la guerra en Ucrania, pareciera reflejar un verdadero aborrecimiento por la matanza y un deseo por que prevalezca la diplomacia.

Ahora queda por ver a quien Trump selecciona para su gabinete cuando asuma el cargo en enero 20 del 2025.

Si él se rodea con gente como Robert Kennedy Jr. y Tulsi Gabbard, que han sido vociferantes en su crítica de la guerra por encargo en Ucrania y que han exigido una razonablemente diplomática actitud hacia Rusia, entonces los síntomas serían esperanzadores en que Estados Unidos haya dado un paso significativo en la búsqueda de relaciones pacíficas.

Si por otra parte, Trump recurre a figuras belicistas como Mike Pompeo y Richard Grenell entonces su segundo período terminará como el primero y lamentablemente se habrá perdido una histórica oportunidad para una detente con Rusia.

Hay algo que pareciera estar claro, la elección demuestra que el pueblo norteamericano ha repudiado a los sectores guerreristas y a los lacayunos medios belicistas. Todo el manejo de la mensajería y la deslumbrante percepción de mando fueron ignorados. La Poderosa Wurlitzer tanto como el operativo de la CIA Frank Wisner que otrora maravillaban como maquinaria de propaganda de Estados Unidos, actualmente están jadeando y desafinando.

Trump necesita escuchar al pueblo estadounidense y cumplir con su promesa de paz.

Traducción: Sergio R. Anacona

Trump necesita escuchar al pueblo estadounidense y cumplir con su promesa de paz.

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El manifiesto de Trump “Estados Unidos Primero” sugiere que eso es lo que él hará. Cancelando la estafa de la guerra que ha sido manipulada por el gobierno de Biden, el conflicto arribará a su necesario y rápido fin.

En la medida que el polvo se asienta luego de la tumultuosa elección presidencial en Estados Unidos, la magnitud de la victoria de Donald Trump se torna más nítida. Su decisivo triunfo para convertirse en el 47º presidente de la república norteamericana, es un enfático mandato popular para el cambio.

Esto podría permitirle a Trump alcanzar un pacífico final de la desastrosa guerra en Ucrania liderada por Estados Unidos contra Rusia, tal como lo señaló esta semana el prestigioso profesor norteamericano de Derecho Internacional, Francis Boyle.

En torno a la elección, lo que estaba en juego no podía ser mayor. La continuación de un conflicto que ya tiene casi tres años de duración, como habría sido si los demócratas hubieran permanecido en el poder –cosa que potencialmente estaría conduciéndonos hacia una Tercera Guerra Mundial, una conflagración nuclear. Trump secamente ya había advertido sobre ese peligro inminente. Una parte central de su plataforma electoral fue la promesa de trabajar por una resolución diplomática.

A los 78 años de edad Donald J. Trump se convierte en el único segundo presidente en la historia de Estados Unidos en ganar dos períodos no consecutivos. La última figura en conseguirlo fue el demócrata Grover Cleveland, el año 1892, como lo señala Martin Sieff, experimentado observador de las elecciones norteamericanas.

Lo que hace que el retorno político de Trump sea tan asombroso, es su desafío al establecimiento y a la prensa corporativa, la cual durante la mayor parte del proceso apoyaba totalmente a su rival Kamala Harris. “Todas las sucias triquiñuelas, mentiras y tácticas aterradoras en la historia de la política norteamericana –la cual está repleta de eso—se emplearon en su contra….Todas ellas fallaron.” Lo señaló Sieff esta semana.

Los sondeos preelectorales hasta el día de la votación el cinco de noviembre, no estuvieron ni cerca con los resultados. Trump barrió con el panorama electoral copando incluso aquellos estados conflictivos ganando por más de cuatro millones de votos populares. Trump incluso sobrepasó el crucial umbral de 270 votos para ganar con más de 300 votos en el colegio electoral.

El factor clave para su triunfo fue la economía, cosa que Trump aprovechó.

Unido a las tribulaciones económicas del norteamericano común está el militarismo y el belicismo a lo cual los demócratas han devenido asociados. La cruel falta de prioridades para enfrentar las crecientes necesidades económicas y sociales de los pobres, los trabajadores norteamericanos, que el gobierno de Biden y su vice presidenta Kamala Harris han desplegado durante los últimos cuatro años fue equiparada con la licencia que se tomaron para financiar la guerra en Ucrania al ritmo de cientos de miles de millones de dólares de los contribuyentes.

Estaba también el factor de la espantosa complicidad del gobierno de Biden en el genocidio israelí contra Gaza durante el año pasado. Millones de jóvenes votantes musulmanes y árabes que normalmente habrían votado por los demócratas se disgustaron defraudados. Se negaron a darle sus votos a la Harris. Trump no es ningún amigo del pueblo palestino, pero por lo menos no sería acusado de complicidad en el genocidio como lo son indefectiblemente Biden y la Harris.

Trump no solo ha ganado la Casa Blanca de manera decisiva sino que su Partido Republicano también recuperó el control del Senado y la cámara de Representantes. Con ese dominio de las ramas ejecutivas y legislativas del gobierno el segundo gobierno de Trump será capaz de implementar su programa sin ningún impedimento.

Su gobierno anterior (2016-2020) fue dificultoso debido a los demócratas y los medios corporativos de prensa con sus espurias acusaciones acerca de la “colusión con Rusia”. Esa farsa propagandística quedó obsoleta.

La autoridad de la posición política de Trump se hace propicia para que él cumpla cabalmente con su promesa electoral de terminar el conflicto en Ucrania.

Trump se ha pavoneado que él puede terminar la guerra de Ucrania en 24 horas. Este es el comportamiento típico del ex magnate de bienes raíces. La realidad es que Rusia ya tiene sus claros objetivos a la vista y no será impedida para alcanzarlos. Rusia está harta con la duplicidad de Occidente y está resuelta a derrotar al régimen neonazi de Kiev para retener sus recientemente recuperados territorios históricos y asegurar lo que quede del cuarto trasero estado ucraniano para que nunca ingrese a la alianza militar de la OTAN.

La victoria militar de Rusia en Ucrania está asegurada tanto como lo está de acertada en lo justo y es legalmente correcta. Moscú planteará sus propias condiciones y no está buscando la aprobación de Washington bajo Trump ni de ningún otro.

Lo que Trump podría hacer para expeditar el fin del derramamiento de sangre y establecer la paz, es suspender de inmediato la incesante ayuda militar para el régimen de Kiev.

El manifiesto de Trump “Estados Unidos Primero” sugiere lo que él hará. Al suspender la estafa del chanchullo de la guerra la cual ha sido dirigida por el gobierno de Biden y el conflicto entonces habrá llegado a su muy necesario y rápido fin.

Esta semana, el Presidente ruso, Vladimir Putin felicitó a Trump por su elección y señaló que Moscú estaba dispuesto para iniciar un diálogo razonable. Pero pareciera patente que el diálogo girará en torno a la aceptación de las eminentemente razonables condiciones que Rusia siempre ha ofrecido –la no expansión de la OTAN a Ucrania y el reconocimiento del principio indivisible de la seguridad para todos.

Tal como categóricamente lo señaló Putin durante un discurso en el Foro de Valdai, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN deben de ahora en adelante dejar de mortificarse por cualquier noción acerca de “derrotar estratégicamente a Rusia”. El discurso de Putin fue una amplia y filosófica visión mundial en la cual también señaló que la era del dominio occidental del mundo definitivamente ha terminado –y esto para el bien común de todo el planeta.

Estados Unidos podría elegir ser parte de un mundo multipolar coexistiendo en igualdad con todas las otras naciones, acatando el derecho internacional. Pero sus malvadas ambiciones de privilegios unipolares ya no son factibles. El conflicto en Ucrania y el desafío de Rusia a la agresión de la OTAN encabezada por Estados Unidos, ha demostrado la nueva realidad geopolítica. En este nuevo y más justo orden, la OTAN resulta un anacronismo.

El surgimiento de los BRICS es un precursor del deceso del imperio occidental.

Trump es un negociador pragmático. No está imbuido por la obsesión ideológica imperial como lo está la oligarquía de Estados Unidos y como lo están los demócratas.

Pareciera también haber en Trump un decente sentido de humanidad a pesar de su bravuconería. Cuando denuncia el horror de la guerra en Ucrania, pareciera reflejar un verdadero aborrecimiento por la matanza y un deseo por que prevalezca la diplomacia.

Ahora queda por ver a quien Trump selecciona para su gabinete cuando asuma el cargo en enero 20 del 2025.

Si él se rodea con gente como Robert Kennedy Jr. y Tulsi Gabbard, que han sido vociferantes en su crítica de la guerra por encargo en Ucrania y que han exigido una razonablemente diplomática actitud hacia Rusia, entonces los síntomas serían esperanzadores en que Estados Unidos haya dado un paso significativo en la búsqueda de relaciones pacíficas.

Si por otra parte, Trump recurre a figuras belicistas como Mike Pompeo y Richard Grenell entonces su segundo período terminará como el primero y lamentablemente se habrá perdido una histórica oportunidad para una detente con Rusia.

Hay algo que pareciera estar claro, la elección demuestra que el pueblo norteamericano ha repudiado a los sectores guerreristas y a los lacayunos medios belicistas. Todo el manejo de la mensajería y la deslumbrante percepción de mando fueron ignorados. La Poderosa Wurlitzer tanto como el operativo de la CIA Frank Wisner que otrora maravillaban como maquinaria de propaganda de Estados Unidos, actualmente están jadeando y desafinando.

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