Español
Eduardo Vasco
July 27, 2024
© Photo: Public domain

Es necesario formar un Eje de Resistencia Latinoamericano y luchar por temas claves inmediatos, postula Eduardo Vasco.

Únete a nosotros en Telegram Twitter  VK .

Escríbenos: info@strategic-culture.su

Recientemente, ante las ocupaciones de universidades estadounidenses por parte de estudiantes solidarios con el pueblo palestino contra el genocidio israelí, el Ayatollah Ali Khamenei afirmó que esos estudiantes se habían convertido, por sus acciones, en parte del Eje de Resistencia.

Fue una evaluación extremadamente importante, viniendo de la persona de la que ha venido: el líder supremo de la Revolución Islámica de Irán, una de las revoluciones modernas más influyentes hasta la fecha. Indicó que la lucha radical contra el imperialismo –y su aspecto de Oriente Medio, el sionismo– no necesita ser librada sólo por árabes y musulmanes, sino por los pueblos del mundo entero.

Entre ellos, obviamente, se encuentra el pueblo de América Latina, que fue responsable de una ola de revueltas que llevaron a la implementación de gobiernos nacionalistas que atrajeron la atención de la lucha antiimperialista global a principios de este siglo. Era la versión latinoamericana del Eje de Resistencia, por así decirlo, pero sin la lucha armada. Retomar esta tendencia y radicalizarla es crucial para la derrota del imperialismo internacional.

El mundo está cambiando, como lo demuestran la victoria de los talibanes en Afganistán, la operación militar rusa y el levantamiento en Gaza. Estados Unidos se encuentra en una crisis brutal, en todos los aspectos. Los imperialismos europeo y japonés dependen del imperialismo estadounidense y poco pueden hacer. África ve varias revoluciones antiimperialistas y varios gobiernos aliándose con Rusia y China. En Asia, el imperialismo corre el riesgo de guerra en Taiwán y Corea. Los imperialistas tienen que preocuparse por perder el control en todos estos lugares y no podrán abarcar tantos frentes de lucha si el enfrentamiento se produce de manera efectiva.

Los pueblos de América Latina y los gobiernos nacionalistas/socialistas deben tener esto presente: este es el mejor momento para debilitar las posiciones de Estados Unidos en su propio “patio trasero”, y esto significa finalmente la liberación de nuestros pueblos después de siglos de lucha.

China y Rusia deben apostar fuerte por esto y apoyar esta liberación porque también debilita al imperialismo en sus propios frentes. Los chinos y los rusos no pueden –y aunque pudieran, no estarían interesados– en subordinar a Brasil, sino más bien en fortalecer a Brasil como contrapunto a su enemigo (EE.UU.) en el continente –y esto es lo que algunos brasileños pseudo nacionalistas, que piensan que Beijing y Moscú son imperialistas, no lo entienden.

Brasil debe asumir su papel natural de ser el equivalente de Rusia y China en América Latina, es decir, una gran potencia regional, desarrollada e independiente del imperialismo. Y Brasil debe asumir la responsabilidad de liderar este proceso, siendo la gran potencia latinoamericana, en alianza con el gobierno socialista de Cuba y los gobiernos nacionalistas de Nicaragua, Venezuela, Honduras, Bolivia, Colombia y México.

Es necesario formar un Eje de Resistencia Latinoamericano y luchar por temas claves inmediatos como:

1) El cierre de todas las bases militares y la expulsión de las tropas estadounidenses del continente;

2) La sustitución de la OEA por la Celac como organismo unificador de los países de América Latina y el Caribe, independiente del imperialismo americano;

3) El fortalecimiento del Foro de São Paulo como dirección ejecutiva informal, pero activa e influyente de la política latinoamericana, reformando su estructura para depurar partidos alineados con el imperialismo e integrando organizaciones que coincidan con la necesidad de una política antiimperialista;

4) El apoyo concreto del Foro de São Paulo a la oposición a los gobiernos títeres de Estados Unidos, como los de Javier Milei en Argentina, Dina Boluarte en Perú y Daniel Noboa en Ecuador;

5) Desdolarización y creación de una moneda única latinoamericana, como ya sugirió el Presidente Lula;

6) El fin de la presencia de agencias estadounidenses como la CIA, el FBI, la DEA, la NED, la USAID, etc.;

7) La prohibición del financiamiento imperialista de las ONG;

8) La limpieza completa del sistema judicial continental, que es el principal instrumento de golpes de Estado y persecución política patrocinados por Washington en la región;

9) La depuración de los elementos vende-patria en las fuerzas armadas y la creación de un mecanismo de defensa militar para todo el continente (el presidente Lula ya ha sugerido un embrión de este mecanismo para “garantizar la soberanía de los países” de América del Sur, en sus palabras);

10) La revisión, actualización y eventual abandono de todos los acuerdos celebrados por los países latinoamericanos con Estados Unidos y Europa que comprometan la soberanía de nuestros países;

11) La cancelación inmediata de cualquier “asociación” mínima con la OTAN, que no es más que una invitación a la agresión armada del imperialismo en la región;

12) La fuerte inversión multiestatal en Telesur como cadena de TV para todos los países de América Latina, con canales 24 horas también en portugués y francés en TV abierta para integrar a nuestra gente;

13) La nacionalización de los recursos naturales y de la tierra;

14) La creación de un tratado de integración económica latinoamericana que implique la ejecución de obras de infraestructura, industrialización e integración bancaria con participación mayoritaria y privilegiada de empresas de los países miembros, con participación minoritaria de los bloques socios (BRICS, Organización de Cooperación de Shanghai, Unión Económica Euroasiática, Unión Africana, etc.) y con financiamiento de un banco de desarrollo de países latinoamericanos, en asociación con BNDES y el Banco de los BRICS;

15) Integración política y económica con estos y otros bloques socios formados por países igualmente oprimidos por el imperialismo en África y Asia;

16) La cancelación inmediata de la deuda externa, una de las mayores heridas abiertas y focos de esclavitud en los países del continente.

El momento es propicio, con la mayoría de los países más importantes del continente bajo gobiernos nacionalistas y de izquierda y con Estados Unidos inmerso en una crisis política y centrado en las elecciones presidenciales en el próximo medio año.

Sólo el establecimiento de una política claramente antiimperialista, que sea viable en este momento histórico frente al surgimiento de luchas similares (y exitosas) en otros continentes, podrá liberar a los países de América Latina de una opresión asfixiante y desestabilizadora para los propios gobiernos nacionalistas que hoy están en el poder.

Es necesario abrir un frente contra EE.UU. en América Latina

Es necesario formar un Eje de Resistencia Latinoamericano y luchar por temas claves inmediatos, postula Eduardo Vasco.

Únete a nosotros en Telegram Twitter  VK .

Escríbenos: info@strategic-culture.su

Recientemente, ante las ocupaciones de universidades estadounidenses por parte de estudiantes solidarios con el pueblo palestino contra el genocidio israelí, el Ayatollah Ali Khamenei afirmó que esos estudiantes se habían convertido, por sus acciones, en parte del Eje de Resistencia.

Fue una evaluación extremadamente importante, viniendo de la persona de la que ha venido: el líder supremo de la Revolución Islámica de Irán, una de las revoluciones modernas más influyentes hasta la fecha. Indicó que la lucha radical contra el imperialismo –y su aspecto de Oriente Medio, el sionismo– no necesita ser librada sólo por árabes y musulmanes, sino por los pueblos del mundo entero.

Entre ellos, obviamente, se encuentra el pueblo de América Latina, que fue responsable de una ola de revueltas que llevaron a la implementación de gobiernos nacionalistas que atrajeron la atención de la lucha antiimperialista global a principios de este siglo. Era la versión latinoamericana del Eje de Resistencia, por así decirlo, pero sin la lucha armada. Retomar esta tendencia y radicalizarla es crucial para la derrota del imperialismo internacional.

El mundo está cambiando, como lo demuestran la victoria de los talibanes en Afganistán, la operación militar rusa y el levantamiento en Gaza. Estados Unidos se encuentra en una crisis brutal, en todos los aspectos. Los imperialismos europeo y japonés dependen del imperialismo estadounidense y poco pueden hacer. África ve varias revoluciones antiimperialistas y varios gobiernos aliándose con Rusia y China. En Asia, el imperialismo corre el riesgo de guerra en Taiwán y Corea. Los imperialistas tienen que preocuparse por perder el control en todos estos lugares y no podrán abarcar tantos frentes de lucha si el enfrentamiento se produce de manera efectiva.

Los pueblos de América Latina y los gobiernos nacionalistas/socialistas deben tener esto presente: este es el mejor momento para debilitar las posiciones de Estados Unidos en su propio “patio trasero”, y esto significa finalmente la liberación de nuestros pueblos después de siglos de lucha.

China y Rusia deben apostar fuerte por esto y apoyar esta liberación porque también debilita al imperialismo en sus propios frentes. Los chinos y los rusos no pueden –y aunque pudieran, no estarían interesados– en subordinar a Brasil, sino más bien en fortalecer a Brasil como contrapunto a su enemigo (EE.UU.) en el continente –y esto es lo que algunos brasileños pseudo nacionalistas, que piensan que Beijing y Moscú son imperialistas, no lo entienden.

Brasil debe asumir su papel natural de ser el equivalente de Rusia y China en América Latina, es decir, una gran potencia regional, desarrollada e independiente del imperialismo. Y Brasil debe asumir la responsabilidad de liderar este proceso, siendo la gran potencia latinoamericana, en alianza con el gobierno socialista de Cuba y los gobiernos nacionalistas de Nicaragua, Venezuela, Honduras, Bolivia, Colombia y México.

Es necesario formar un Eje de Resistencia Latinoamericano y luchar por temas claves inmediatos como:

1) El cierre de todas las bases militares y la expulsión de las tropas estadounidenses del continente;

2) La sustitución de la OEA por la Celac como organismo unificador de los países de América Latina y el Caribe, independiente del imperialismo americano;

3) El fortalecimiento del Foro de São Paulo como dirección ejecutiva informal, pero activa e influyente de la política latinoamericana, reformando su estructura para depurar partidos alineados con el imperialismo e integrando organizaciones que coincidan con la necesidad de una política antiimperialista;

4) El apoyo concreto del Foro de São Paulo a la oposición a los gobiernos títeres de Estados Unidos, como los de Javier Milei en Argentina, Dina Boluarte en Perú y Daniel Noboa en Ecuador;

5) Desdolarización y creación de una moneda única latinoamericana, como ya sugirió el Presidente Lula;

6) El fin de la presencia de agencias estadounidenses como la CIA, el FBI, la DEA, la NED, la USAID, etc.;

7) La prohibición del financiamiento imperialista de las ONG;

8) La limpieza completa del sistema judicial continental, que es el principal instrumento de golpes de Estado y persecución política patrocinados por Washington en la región;

9) La depuración de los elementos vende-patria en las fuerzas armadas y la creación de un mecanismo de defensa militar para todo el continente (el presidente Lula ya ha sugerido un embrión de este mecanismo para “garantizar la soberanía de los países” de América del Sur, en sus palabras);

10) La revisión, actualización y eventual abandono de todos los acuerdos celebrados por los países latinoamericanos con Estados Unidos y Europa que comprometan la soberanía de nuestros países;

11) La cancelación inmediata de cualquier “asociación” mínima con la OTAN, que no es más que una invitación a la agresión armada del imperialismo en la región;

12) La fuerte inversión multiestatal en Telesur como cadena de TV para todos los países de América Latina, con canales 24 horas también en portugués y francés en TV abierta para integrar a nuestra gente;

13) La nacionalización de los recursos naturales y de la tierra;

14) La creación de un tratado de integración económica latinoamericana que implique la ejecución de obras de infraestructura, industrialización e integración bancaria con participación mayoritaria y privilegiada de empresas de los países miembros, con participación minoritaria de los bloques socios (BRICS, Organización de Cooperación de Shanghai, Unión Económica Euroasiática, Unión Africana, etc.) y con financiamiento de un banco de desarrollo de países latinoamericanos, en asociación con BNDES y el Banco de los BRICS;

15) Integración política y económica con estos y otros bloques socios formados por países igualmente oprimidos por el imperialismo en África y Asia;

16) La cancelación inmediata de la deuda externa, una de las mayores heridas abiertas y focos de esclavitud en los países del continente.

El momento es propicio, con la mayoría de los países más importantes del continente bajo gobiernos nacionalistas y de izquierda y con Estados Unidos inmerso en una crisis política y centrado en las elecciones presidenciales en el próximo medio año.

Sólo el establecimiento de una política claramente antiimperialista, que sea viable en este momento histórico frente al surgimiento de luchas similares (y exitosas) en otros continentes, podrá liberar a los países de América Latina de una opresión asfixiante y desestabilizadora para los propios gobiernos nacionalistas que hoy están en el poder.

Es necesario formar un Eje de Resistencia Latinoamericano y luchar por temas claves inmediatos, postula Eduardo Vasco.

Únete a nosotros en Telegram Twitter  VK .

Escríbenos: info@strategic-culture.su

Recientemente, ante las ocupaciones de universidades estadounidenses por parte de estudiantes solidarios con el pueblo palestino contra el genocidio israelí, el Ayatollah Ali Khamenei afirmó que esos estudiantes se habían convertido, por sus acciones, en parte del Eje de Resistencia.

Fue una evaluación extremadamente importante, viniendo de la persona de la que ha venido: el líder supremo de la Revolución Islámica de Irán, una de las revoluciones modernas más influyentes hasta la fecha. Indicó que la lucha radical contra el imperialismo –y su aspecto de Oriente Medio, el sionismo– no necesita ser librada sólo por árabes y musulmanes, sino por los pueblos del mundo entero.

Entre ellos, obviamente, se encuentra el pueblo de América Latina, que fue responsable de una ola de revueltas que llevaron a la implementación de gobiernos nacionalistas que atrajeron la atención de la lucha antiimperialista global a principios de este siglo. Era la versión latinoamericana del Eje de Resistencia, por así decirlo, pero sin la lucha armada. Retomar esta tendencia y radicalizarla es crucial para la derrota del imperialismo internacional.

El mundo está cambiando, como lo demuestran la victoria de los talibanes en Afganistán, la operación militar rusa y el levantamiento en Gaza. Estados Unidos se encuentra en una crisis brutal, en todos los aspectos. Los imperialismos europeo y japonés dependen del imperialismo estadounidense y poco pueden hacer. África ve varias revoluciones antiimperialistas y varios gobiernos aliándose con Rusia y China. En Asia, el imperialismo corre el riesgo de guerra en Taiwán y Corea. Los imperialistas tienen que preocuparse por perder el control en todos estos lugares y no podrán abarcar tantos frentes de lucha si el enfrentamiento se produce de manera efectiva.

Los pueblos de América Latina y los gobiernos nacionalistas/socialistas deben tener esto presente: este es el mejor momento para debilitar las posiciones de Estados Unidos en su propio “patio trasero”, y esto significa finalmente la liberación de nuestros pueblos después de siglos de lucha.

China y Rusia deben apostar fuerte por esto y apoyar esta liberación porque también debilita al imperialismo en sus propios frentes. Los chinos y los rusos no pueden –y aunque pudieran, no estarían interesados– en subordinar a Brasil, sino más bien en fortalecer a Brasil como contrapunto a su enemigo (EE.UU.) en el continente –y esto es lo que algunos brasileños pseudo nacionalistas, que piensan que Beijing y Moscú son imperialistas, no lo entienden.

Brasil debe asumir su papel natural de ser el equivalente de Rusia y China en América Latina, es decir, una gran potencia regional, desarrollada e independiente del imperialismo. Y Brasil debe asumir la responsabilidad de liderar este proceso, siendo la gran potencia latinoamericana, en alianza con el gobierno socialista de Cuba y los gobiernos nacionalistas de Nicaragua, Venezuela, Honduras, Bolivia, Colombia y México.

Es necesario formar un Eje de Resistencia Latinoamericano y luchar por temas claves inmediatos como:

1) El cierre de todas las bases militares y la expulsión de las tropas estadounidenses del continente;

2) La sustitución de la OEA por la Celac como organismo unificador de los países de América Latina y el Caribe, independiente del imperialismo americano;

3) El fortalecimiento del Foro de São Paulo como dirección ejecutiva informal, pero activa e influyente de la política latinoamericana, reformando su estructura para depurar partidos alineados con el imperialismo e integrando organizaciones que coincidan con la necesidad de una política antiimperialista;

4) El apoyo concreto del Foro de São Paulo a la oposición a los gobiernos títeres de Estados Unidos, como los de Javier Milei en Argentina, Dina Boluarte en Perú y Daniel Noboa en Ecuador;

5) Desdolarización y creación de una moneda única latinoamericana, como ya sugirió el Presidente Lula;

6) El fin de la presencia de agencias estadounidenses como la CIA, el FBI, la DEA, la NED, la USAID, etc.;

7) La prohibición del financiamiento imperialista de las ONG;

8) La limpieza completa del sistema judicial continental, que es el principal instrumento de golpes de Estado y persecución política patrocinados por Washington en la región;

9) La depuración de los elementos vende-patria en las fuerzas armadas y la creación de un mecanismo de defensa militar para todo el continente (el presidente Lula ya ha sugerido un embrión de este mecanismo para “garantizar la soberanía de los países” de América del Sur, en sus palabras);

10) La revisión, actualización y eventual abandono de todos los acuerdos celebrados por los países latinoamericanos con Estados Unidos y Europa que comprometan la soberanía de nuestros países;

11) La cancelación inmediata de cualquier “asociación” mínima con la OTAN, que no es más que una invitación a la agresión armada del imperialismo en la región;

12) La fuerte inversión multiestatal en Telesur como cadena de TV para todos los países de América Latina, con canales 24 horas también en portugués y francés en TV abierta para integrar a nuestra gente;

13) La nacionalización de los recursos naturales y de la tierra;

14) La creación de un tratado de integración económica latinoamericana que implique la ejecución de obras de infraestructura, industrialización e integración bancaria con participación mayoritaria y privilegiada de empresas de los países miembros, con participación minoritaria de los bloques socios (BRICS, Organización de Cooperación de Shanghai, Unión Económica Euroasiática, Unión Africana, etc.) y con financiamiento de un banco de desarrollo de países latinoamericanos, en asociación con BNDES y el Banco de los BRICS;

15) Integración política y económica con estos y otros bloques socios formados por países igualmente oprimidos por el imperialismo en África y Asia;

16) La cancelación inmediata de la deuda externa, una de las mayores heridas abiertas y focos de esclavitud en los países del continente.

El momento es propicio, con la mayoría de los países más importantes del continente bajo gobiernos nacionalistas y de izquierda y con Estados Unidos inmerso en una crisis política y centrado en las elecciones presidenciales en el próximo medio año.

Sólo el establecimiento de una política claramente antiimperialista, que sea viable en este momento histórico frente al surgimiento de luchas similares (y exitosas) en otros continentes, podrá liberar a los países de América Latina de una opresión asfixiante y desestabilizadora para los propios gobiernos nacionalistas que hoy están en el poder.

The views of individual contributors do not necessarily represent those of the Strategic Culture Foundation.

See also

See also

The views of individual contributors do not necessarily represent those of the Strategic Culture Foundation.