El multipolarismo, con el propósito de no ser solo una redistribución de la dependencia, debe ser acompañado por un proyecto de soberanía económica.
Únete a nosotros en Telegram , Twitter
y VK
.
Escríbenos: info@strategic-culture.su
Durante los últimos veinte años la crisis de legitimidad del orden internacional construido en torno a la hegemonía de Estados Unidos y sus instituciones financieras ha abierto un espacio para la reafirmación de una lógica geopolítica e la dinámica económica global, permitiendo que la geo economía rama de la geopolítica, establecerse con plena autonomía.
El paradigma neoliberal codificado en el denominado Consenso de Washington progresivamente ha demostrado limitaciones sistémicas particularmente en los países del Sur Global donde a menudo ha producido crecimiento sin desarrollo, liberalización sin industrialización y estabilización monetaria a expensas de la soberanía fiscal.
En el contexto post pandémico, esta crisis se ha profundizado: disrupciones en las cadenas de valores globales, la nacionalización de políticas industriales, el renacimiento del concepto de la seguridad económica y la des-dolarización han marcado un explícito regreso a la estratégica dimensión en la cooperación económica, al extremo que nuevas plataformas multipolares están emergiendo con fuerza, proponiendo un paradigma alternativo al modelo Atlanticista.
El bloque de los BRICS es el más emblemático caso de contingencia estructural del sistema multilateral occidental. A pesar de su heterogeneidad interna, el grupo comparte la meta de promover un orden internacional basado en la soberanía económica, respeto por las singularidades nacionales y mayor equidad en la gobernanza global a través de instrumentos tales como el Nuevo Banco de Desarrollo el Arreglo Contingente de la Reserva, el fortalecimiento de las devisas regionales a través de acuerdos dirigidos y la descentralización del dólar norteamericano y del sistema SWIFT.
La región Íbero-Americana es una arena paradigmática para evaluar la efectiva capacidad de plataformas multipolares y para ofrecer alternativas sostenibles. Históricamente subordinada a circuitos de capitales norteamericanos y europeos América Latina ha experimentado una integración globalista marcada por la exportación de materias primas, inestabilidad macro-económica recurrente y limitada autonomía industrial. No obstante, en años recientes, ha habido un creciente enfoque en la cooperación Sur-Sur gracias en parte al resurgimiento general del Sur Global como macro entidad que desafía al Occidente colectivo, ubicado en el hemisferio norte. China ya ha suplantado a Estados Unidos como el principal socio comercial de muchos países latinoamericanos, en tanto Rusia, la India e Irán están expandiendo su influencia a través de acuerdos multilaterales. Brasil y Argentina en particular, se han demostrado como privilegiados interlocutores de los BRICS aunque con trayectorias diferentes debido a sus respectivas dinámicas políticas internas.
Por lo tanto el tema central sería: ¿pueden los BRICS constituirse en una plataforma funcional para responder a las aspiraciones económicas, productivas y sociales de la región Ibero-americana?
En términos teóricos el modelo de los BRICS descansa sobre un número clave de principios:
- La no interferencia en la política y respeto por la soberanía;
- Financiamiento no condicional sobre las reformas estructurales impuestas;
- Promoción de la complementaridad productiva y no solo comercio;
- Construcción de un orden multipolar sobre la base del equilibrio y la cooperación para un éxito compartido.
En esta vena, Ibero-América debe enfrentar desafíos estructurales internos para remediar las consecuencias de la dependencia occidental. Primero y principal deberá alejarse de las exportaciones primarias, cuyas ganancias están vinculadas a centros financieros extranjeros y reestructurar sus sistemas tributarios y sistemas de transacciones internacionales con el propósito de expandir su capacidad inversionista.
Los BRICS y de manera más general, las plataformas multipolares, representan una ventana histórica de oportunidades para Ibero-América porque ellos cuentan con un espacio más amplio para la negociación, una pluralidad de socios estratégicos y la posibilidad de construir agendas económicas que son menos dependientes de las limitaciones del Norte global.
Aquí yace la gran oportunidad: los países íbero-americanos se pueden dedicar a articular nuevas políticas económicas nacionales, consecuentes con sus tradiciones culturales y con objetivos que respeten su soberanía y el interés nacional. Con esta orientación necesariamente habrá una reforma de las instituciones públicas, se purgarán los aparatos exteriores y se introducirá una nueva clase política, la cual tendrá que ser entrenada en la lógica multipolar, proyecto que requiere un urgente estudio específico.
Para que el Multipolarismo no sea solo una redistribución de la dependencia, este debe ser acompañado por un proyecto de soberanía económica. Y este es el primero y el más importante objetivo de los BRICS. El desafío es tanto interno como internacional y compromete a la capacidad de las sociedades íbero-americanas para redefinir su modelo de desarrollo más allá de la subordinación a un poder o a otro.
Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona