El tren de alta velocidad que importa ya ha salido de la estación. El siglo XXI se perfila como el siglo asiático, euroasiático, chino.
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El pleno de cuatro días del Partido Comunista de China que se celebró la semana pasada en Pekín, diseñando una hoja de ruta económica hasta 2029 , fue un acontecimiento asombroso en más de un sentido.
Empecemos por la continuidad y la estabilidad. Tras el pleno, no hay duda de que Xi Dada, o El Gran Panda, seguirá al timón hasta 2029, el final del actual impulso económico quinquenal.
Y si Xi goza de salud suficiente, se quedará hasta 2035: el fatídico y ubérrimo año objetivo para que China exhiba un PIB per cápita de 30.000 $, con enormes reverberaciones en todo el mundo.
Aquí vemos la confluencia entre la progresión del «socialismo con características chinas» y los contornos definitorios, si no de una Pax Sinica, al menos del mundo no hegemónico y multinodal (la cursiva es mía).
El proverbial eje Think Tankland/Sinofobia estadounidense se ha puesto histérico ante el hecho de que China no pueda mantener una tasa de crecimiento del 5% anual en los próximos años, el objetivo que se volvió a subrayar en el pleno.
Un análisis ruso del Center for Geopolitical Forecasts (Centro de Previsiones Geopolíticas) señala un punto crucial:
Los propios chinos hace tiempo que no se preocupan por la tasa de crecimiento, ya que en 2018 cambiaron a una estrategia del llamado desarrollo cualitativo, es decir, no a expensas de las industrias tradicionales, sino sobre la base de las altas tecnologías y la creación de nuevas áreas, como la producción de nuevas fuentes de energía y la inteligencia artificial.
Ésa es la razón de ser de «Made in China 2025», que se está implantando a una velocidad vertiginosa: el desarrollo de alta tecnología abre el camino hacia una «economía socialista de mercado de alto nivel«, que deberá estar consolidada en 2025 y plenamente construida en 2035.
El siguiente paso será alcanzar el estatus de «potencia socialista modernizada» en 2049, en el centenario de la República Popular China (RPC).
El pleno demostró una vez más que el «socialismo con características chinas» -o, para los recalcitrantes, el capitalismo modificado por China- está «centrado en el pueblo». Los valores supremos son el interés nacional y los intereses del pueblo, como demuestra el hecho de que las grandes empresas privadas siguen bajo el control estratégico del PCCh.
Es ocioso intentar encontrar en el comunicado final del pleno alguna restricción al capital privado en el camino hacia la «prosperidad universal«.
El punto clave es que el papel del capital debe estar siempre subordinado al concepto de «socialismo con características chinas».
Observa cómo navega el barco de la reforma
Todo se explica aquí en términos casi didácticos, relatando el nacimiento de la «Decisión del Comité Central del PCCh sobre una mayor profundización integral de las reformas para promover la modernización de China«.
Lo que ahora ya se conoce coloquialmente en toda China como «La Decisión» se extiende a lo largo de 15 partes y 60 artículos, divididos en tres secciones principales, que proponen más de 300 reformas importantes.
«La Decisión«, en su totalidad, aún no se ha publicado; sólo la hoja de ruta de cómo los planificadores de Pekín llegaron hasta allí. Por supuesto, no se trata de un simple documento político: es una disertación al estilo del CPC por excelencia, en la que los detalles de las medidas económicas y políticas quedan oscurecidos por nubes de imágenes y metáforas.
Echa un vistazo, por ejemplo, a este pasaje:
Para garantizar que el barco de la reforma avanza con paso firme, la ‘Decisión’ propone que la profundización integral de la reforma debe aplicar los «seis principios»: adherirse a la dirección general del partido, adherirse al enfoque centrado en el pueblo, adherirse al principio de mantener la integridad y promover la innovación, adherirse a la construcción del sistema como línea principal, adherirse al Estado de Derecho integral y adherirse a un enfoque sistemático.
La mayor parte de la «Decisión» -6 partes de un total de 13- trata de la reforma económica. ¿Conseguirá China llevarla a cabo? Por supuesto que sí.
No hay más que ver los precedentes. En 1979, el Pequeño Timonel Deng Xiaoping empezó a transformar una nación de agricultores y campesinos en una máquina bien engrasada de trabajadores industriales eficientes. Por el camino, el PIB per cápita se multiplicó nada menos que 30 veces.
Ahora, las ramificaciones de Made in China 2025 están convirtiendo una nación de trabajadores fabriles en una nación de ingenieros. De 10,5 millones de licenciados universitarios al año, un tercio son ingenieros.
El énfasis en la IA ha llevado, entre otros ejemplos, a que la industria automovilística pueda producir un VE (Vehículo Eléctrico) de 9.000 $ de forma totalmente automatizada y obtener beneficios. China ya es líder mundial en VE (BYD construye plantas en Brasil, Tailandia, Turquía, Hungría), energía solar, drones, infraestructuras de telecomunicaciones (Huawei, ZTE), acero, construcción naval… y pronto, también semiconductores (gracias, sanciones de Trump).
Mientras el Hegemón gastaba al menos 7 billones de dólares -y contando- en guerras eternas imposibles de ganar, China gasta 1 billón de dólares en una serie de proyectos de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI) en todo el Sur Global: el énfasis está en los corredores de conectividad digital/transporte. Imperativos geoeconómicos entrelazados con una creciente influencia geopolítica.
Histeria hegemónica aparte, el hecho es que la economía china crecerá la friolera de 1,7 billones de dólares sólo en 2024. Eso es más que en todos los años, salvo en los tres últimos, debido al efecto Covid.
Y Pekín pidió prestado exactamente cero yuanes para este crecimiento. La economía estadounidense, en comparación, puede crecer en 300.000 millones de dólares en 2024; pero Washington tuvo que pedir prestados 3,3 billones de dólares para que eso ocurriera.
El investigador Geoff Roberts ha elaborado una lista muy útil de lo que China está haciendo bien.
Y cuando se trata del meollo del asunto, las cifras son asombrosas. He aquí algunas, aparte del crecimiento del PIB:
- El comercio exterior de mercancías ha aumentado un 6,1% interanual, hasta 2,9 billones de dólares.
- El superávit comercial se sitúa en 85.000 millones de dólares, un 12% más que en 2023.
- El comercio de la ASEAN aumenta un 10,5%, hasta los 80.000 millones de dólares; China es el socio comercial número uno de cada uno de los miembros de la ASEAN.
- China tuvo una cosecha récord, 150 millones de toneladas, de cereales.
- El sector de la mensajería gestionó 80.000 millones de paquetes, un 23% más que el año anterior.
- SMIC es la segunda en fabricación de semi-conductores(1) del mundo, después de la taiwanesa TSMC.
- China Telecom pagó 265 millones de dólares por el 23% de QuantumCTek, patentadora de Micius, el primer satélite de comunicaciones cuánticas del mundo.
- El sector aeroespacial comercial lanzó el 39% de los 26 cohetes chinos.
- Las patentes de invención aumentaron un 43%, hasta 524.000. China es el primer país con 4 millones de patentes de invención nacionales en vigor.
- Los 1.000 robotaxis de Baidu en Wuhan alcanzarán el punto de equilibrio en el cuarto trimestre, y serán rentables el año que viene.
- China cuenta con el 47% de los mejores talentos del mundo en IA. Ha añadido no menos de 2000 cursos de IA a los planes de estudio de escuelas y universidades desde 2019.
- En cuanto a las instituciones de categoría mundial que son líderes en investigación, 7 de cada 10 son chinas, incluida la primera: la Academia China de Ciencias, por delante de Harvard.
Los «expertos» excepcionalistas de China creen en su propia fantasía de que EE. UU., aliado con Japón, Alemania y Corea del Sur ocupados, podría igualar y superar la influencia de China con la mayoría global, porque tienen más recursos y más capital.
Un disparate. Más disparate aún es creer que los «socios» de la OTAN del Hegemón -como vasallos- seguirán al líder en la creación de tecnología punta.
El tren de alta velocidad que importa ya ha salido de la estación. El siglo XXI se perfila como el siglo asiático, euroasiático, chino.
Publicado originalmente por Strategic Culture Foundation
Traducción: Observatorio de trabajadores en lucha