Es clave prestar atención a la fuerza mayor o menor que tome el aspecto ideológico y político en la región, que se puede exhibir como el detonante o excusa de guerras proxy.
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La tercera y última ponencia que completará las reflexiones en torno a la doctrina Monroe deriva de la presentación realizada en Caracas, Venezuela, del día 30 de noviembre en el marco del Foro Internacional Antiimperialista: Bolivarianismo vs Monroísmo, titulada, Reordenamiento ideológico, político y geopolítico en Latinoamérica tras la guerra fría: ¿guerras proxy a futuro?
Tras el fin de la Guerra Fría, América Latina y el Caribe han atravesado un periodo de privatización agresiva con la transmutación del liberalismo económico en neoliberalismo -que no eximió a las vertientes políticas conservadoras – desde inicios de los años 90 y dos oleadas progresistas entre 1998 y el presente. Esta última a contra pelo de la tendencia neoliberal ha implicado triunfos reflejados en la recuperación del papel del Estado frente al mercado y la generación de nuevas organizaciones regionales que se esmeran en desmarcarse de la tutela occidental y estadounidense, particularmente.
En la actual reconfiguración global la región que nunca ha tenido una guerra de escalas como las sufridas en África, Asia, Oriente o Europa del Este, se enfrenta por primera vez al hecho de tener una significativa presencia de China y Rusia, en el marco de la disputa global de éstas con el viejo orden occidental.
Sin embargo, la soberanía política e ideológica no es sólida en la subregión y cada vez es más frecuente la alternancia del poder entre progresistas y neoliberales; lo que se expresa en una política exterior no estatal sino partidista, léase de clase y élite en el poder. La una arruinando lo hecho por quien le precedió. Sin ir más lejos, nótese la facilidad con la que Milei en Argentina negó a su país la entrada a BRICS+ tendiendo, como lo anunció en campaña, a dirigirse a la tutela estadounidense. De esta forma es imposible tener soberanía militar sin doctrina diplomática estatal y por ende acuerdos militares sólidos e independientes; más bien, todos articulados desde los tutelajes externos donde domina el estadounidense y su Complejo Militar Industrial, CMI, al menos desde los años 50’s. En tal sentido, el Lobbie del CMI que controla a las fuerzas políticas estadounidenses puede verse atraído a emprender guerras de alta rentabilidad posibles debido al talante de los oponentes. Es decir, las industrias militares o técnico científicas rusas y chinas, con presencia en los ejércitos latinoamericanos y caribeños.
Podría preguntarse a un gran consorcio como Raytheon o Northrop Grumman, de qué le sirve a su industria armamentista vender sus stocks obsoletos cada tanto tiempo como obligación de la actualización o rearme de cada ejército en la subregión latinoamericana, donde quizá el mejor de los casos fue o es el colombiano, por una guerra de baja intensidad y prolongada que agitó en 2016 más de 3 mil millones de dólares. En términos de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y los balances y metas de crecimiento corporativo, el rearme de estos Estados no es sino apenas rentable. Es posible que el lugar más crítico de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia como síntoma del agotamiento del capitalismo tal cual lo conocemos, se esté dando de manera crónica en el CMI. Pero si además de vender armas a América Latina se incitaran guerras, las ganancias se multiplicarían. La paz no es un negocio de ningún CMI. A ello se suma un apalancamiento complementario entre: destrucción creativa (guerra más reconstrucción) y el imperativo geopolítico excepcionalista recuperando o afirmándose en el único lugar que le es para sí ‘propio’: América Latina y el Caribe. O lo que es su regreso al origen, el emblema de la doctrina Monroe: América para ‘los estadounidenses’. Todo esto no es posible con luchas contra insurgencias pequeñas, grupos criminales o facciones urbanas, es posible en la dimensión de ejércitos nacionales y bien armadas como pretexto de más inversión; es lo que Harvey llama producción de espacios y espacios para la producción; lo cual complementa a Schumpeter y su tesis de la ‘destrucción creativa’.
El arribo de China y la Federación de Rusia dentro de la actual transición a una multipolaridad policéntrica con sus capacidades militares jugando en acuerdos de cooperación técnico militar con Latinoamérica, particularmente con Cuba, Nicaragua y Venezuela, afirman la verosimilitud de esta argumentación. Entonces, dependiendo de: a) los rumbos ideológicos de los próximos gobiernos de la región donde hay partidos y no Estados expresando una política exterior alquilada del norte o frágil o maniatada en su ánimo soberanista como el caso colombiano o mexicano, b) el debilitamiento de la hegemonía estadounidense, de acuerdo al ciclo centenario o dos ciclos Kondrátiev marcado para 2040, como fecha que evoca lo cien años de Bretton Woods, c) el auge, decadencia, caída, fortalecimiento y/o nacimiento de organismos regionales y d) la mayor penetración chino-rusa (BRICS+), en las próximas dos décadas se puede desarrollar una guerra o guerras proxy como último bastión de defensa de la línea “natural” de injerencia estadounidense apalancada por el Complejo Militar Industrial. En tal sentido, la explotación de conflictos inter estatales “paz negativa” pueden darse; particularmente el colombo – venezolano, por sus contrapesos actuales de potencia militar, la una bajo tutela y línea estadounidense y la otra bajo tutela y doctrina rusa y quizá china.
En tal sentido, se sugiere la necesidad para la región de un deslinde paulatino pero decisivo de la línea del Consejo de Seguridad Hemisférica de la OEA, así como una revaloración de la “Declaración de Seguridad en las Américas”, que exprese la realidad geopolítica y multilateral actual, con una contención activa del TIAR, CONDECA, OTAN y Comando Sur. Todo ello sólo sería posible desde la formación de doctrinas diplomáticas estatales que obligasen a los partidos a una disciplina en las acciones internacionales.
En tal orden de ideas, se apreciarán a continuación de manera sucinta tres ejes de argumentación: formas de paz y rearme o carrera armamentista; la OTAN en Colombia y Rusia en Venezuela y finalmente las proyecciones que hace Rand Corporation.
- Formas de paz y rearme o carrera armamentista. Se aprecian formas de comprender la seguridad. Según, (Battaglino: 2008): En la paz positiva se enfatizan las causas estructurales de la violencia interestatal. Desde ese punto de vista, la paz no es lo contrario de la guerra, sino la ausencia de las condiciones que la favorecen. La paz negativa puede dividirse en tres subtipos. En los dos primeros –paz frágil y paz inestable– el uso de la fuerza es una opción inmediata y latente, a tal punto que condiciona las acciones políticas y las preferencias sociales de los países. El alistamiento y la preparación militar son importantes y las Fuerzas Armadas se encuentran en permanente estado de alerta. La paz fría es limítrofe con el de paz estable. Pero, aunque la frontera es tenue, no anula la característica esencial que permite incluirla dentro del grupo de paz negativa: el uso de la fuerza no ha sido descartado. Este tipo de paz final es el que ostentan, Chile vs Bolivia, Chile vs Perú, Chile vs Argentina y Venezuela vs Colombia. Esto es importante para comprender más adelante cómo se explotan estas líneas de paz que se encuentran ancladas a animadversiones históricas de las naciones, a veces desde las propias independencias del siglo XIX. Por otra parte, se hace clave distinguir entre rearme y carrera armamentista; que si bien en algunos momentos se ha producido en la subregión no llegan a ser en sí significativos, pero se avistan como vigilancia entre los Estados aun viviendo en situaciones de paz fría o estable. Por ejemplo, ante el conflicto colombiano los países vecinos han comprendido o soportado por presión estadounidense el desbordado número de efectivos y bases militares, pues en términos de gasto militar el país andino tuvo en 2022 solo siete mil millones de dólares menos que Brasil, quien le quintuplica demográficamente. Entonces. Colombia está siempre en pleno rearme o está ahora en carrera con gobiernos que ideológicamente no le son afines. Colombia es considerado un portaviones estadounidense en la subregión y eso no lo cambia el tener un gobierno progresista por ahora, si se revisa la tesis ya planteada de la alternancia ideológico política de la zona.
- La OTAN en Colombia y Rusia en Venezuela. Al revisar fragmentos de Tamara Lajtman, Aníbal García Fernández y Silvina Romano (2022), se aprecia que el Programa de Cooperación de Asociación Individual (IPCP, por sus siglas en inglés) de Colombia estableció las áreas prioritarias para la cooperación: ciberseguridad, […] seguridad marítima y el terrorismo y sus vínculos con el crimen organizado, la seguridad humana; y fortalecer las capacidades de las fuerzas armadas colombianas. Asimismo, mediante entrenamiento y ejercicios se buscan desarrollar la interoperabilidad de sus fuerzas armadas, de acuerdo con las normas y estándares de la OTAN.
También se aprecia que existen tres aliados principales extras-OTAN: Argentina (desde 1998), Brasil (desde 2019) y Colombia (2022 -sujeto a aprobación Congreso EE. UU.) Retomando la composición de los ejércitos regionales, Brasil cuenta con 334.500 militares activos, Colombia con, 200.000 y Argentina con 51.309 (dato a 2018). La OTAN cuenta con 3.5 millones de activos entre personal militar y civil. Tan sólo Brasil y Colombia aportarían más activos que los miembros europeos anexados en la década de los noventa a la OTAN (Macedonia del Norte, Montenegro, Albania, Croacia, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia, República Checa y Hungría). Las cifras y comparaciones no necesitan explicación. Si a eso le sumamos la entrelazada relación del Comando Sur con el ejército colombiano y las cada vez más frecuentes visitas de Laura Richardson a la subregión, actuando como militar, como diplomática y jefa de negocios o al menos señalando las áreas estratégicas para los mismos, se puede entender que Brasil -sin Lula – y Colombia, sobre todo, son el brazo más fuerte de contención de China y Rusia por parte de Estados Unidos. No hay que olvidar que Colombia da al pacífico, al caribe, al Amazonas, la región andina y el cinturón guyanés; limitando por más de dos mil kilómetros con un país que ha consolidado una complementariedad sólida con Rusia y China: Venezuela. Tal nación cumple con las dos complementariedades sugeridas al inicio del presente artículo: es ideológicamente hostil a EE.UU., por lo que es geopolíticamente clave para ésta y por sus socios adquiridos tras veinte años del chavismo en el poder, ofrece una capacidad militar a la cual anteponer una similar y rentable para el CMI. No hay que olvidar el hecho de que ganar la guerra en este caso es vital y en términos existenciales para EE.UU. Latinoamérica no es Ucrania. De hecho, es clave recabar en que Venezuela y Rusia han sostenido 17 reuniones bilaterales durante 21 años, con un total de 342 instrumentos suscritos en las áreas comercial, técnico-militar, energética, agrícola, alimentaria, transporte, ciencia, tecnología y salud pública. .
- El documento de la Rand Corporation. Titulado Competencia y conflicto entre grandes potencias en América Latina, (Great-power competition and conflict in Latin America), este documento de 2023 actúa como sentencia anticipada y afirma -desde un Think Tank generalmente enfocado en insinuar las tareas a desarrollar por el Pentágono y el Departamento de Estado estadounidense – que hay antagonismos históricos en la región que son explotables. Señala en su capítulo III, Conflict Scenarios with Great-Power Involvement: Venezuela and Colombia que,
We find that the countries where the potential for competition is highest are Brazil, Chile, Peru, Colombia, Argentina, and Venezuela—some of Latin America’s largest economies and most populous countries. Then, we assess the countries’ risk of internal conflict. In this analysis, a different set of countries tops the list: Colombia, Haiti, Venezuela, and Bolivia. We rely on both competition potential and conflict potential to then identify regional competition flashpoints—that is, the countries with relatively higher chances of having conflicts that draw in competing great powers.Through our analysis, we identified a narrow set of regional competition flashpoints to serve as cases for closer investigation of potential conflict scenarios: Venezuela, Colombia, and Nicaragua. (pg. 39)
Estos potenciales de competencia y conflicto o ‘competition potential and conflict potential’ miden y comparan la influencia de las tres grandes potencias, Rusia, China Estados Unidos, mediante un índice que captura la incidencia de cada país calculando una suma de los índices de búsqueda de influencia para la participación en cada ítem o dominio para cada una de las tres grandes potencias. Por ejemplo, en el Cuadro A.2, (pg. 157) –la búsqueda de influencia diplomática-, los índices de las tres grandes potencias se suman para producir un índice de potencial de competencia de 1,94 que se juega en Brasil y así con cada país. Y aunque el texto se centra en los tres países arriba señalados, es interesante ver el registro que tienen del comportamiento de China y Rusia en la región. En este rubro de competencia diplomática, tanto Colombia como Brasil lideran el índice e igual registro se aprecia en el índice de competencia de influencia militar. Sin embargo, en términos de influencia económica, Brasil sigue en primer lugar y se desplaza Colombia al sexto lugar, mientras en el índice informacional la competencia fuerte está situada en Argentina, quien a la vez era la tercera en términos de competencia económica.
Ahora bien, la forma en que se aprecia el potencial del conflicto entre grandes potencias a través de terceros o guerra proxy, lo cimienta la Rand, además de estos indicadores descritos, en las heridas abiertas propias de los procesos de independencia
The fates of the territories that constitute today’s Venezuela and Colombia have been closely intertwined ever since these territories became independent from Spain in the early 19th century. In 1819, under the leadership of Simón Bolívar, the two territories were incorporated into the so-called Gran Colombia, or the Republic of Colombia, which also included the territories that make up today’s Panama and Ecuador. Ultimately, Venezuela broke away from Gran Colombia in 1830. Although the cultural and social ties between Venezuela and Colombia remain strong to this day, the two countries have maintained a political rivalry for most of the 20th and 21st centuries. All the while, the border between them has remained relatively porous, and events in one country spill over into the other. For instance, as of 2020, the humanitarian crisis in Venezuela had caused more than 1.5 million refugees to flee across the border into Colombia (pg. 69)
En términos militares, el panorama que aprecia el informe señala que:
Brazil, Colombia, Peru, Chile, Venezuela, Argentina, Ecuador, and Nicaragua are the countries with the most-intense competition potential in the military domain. Interestingly enough, with the exception of Venezuela and Nicaragua, these are the countries in our data set with the largest GDPs in Latin America and where the potential for economic competition is the most pronounced, as discussed in the following section. Venezuela and Nicaragua are among the top countries of interest in terms of military competition potential because of their geopolitical and strategic importance, mainly for Russia. (pg. 40)
Esto permite apreciar el carácter multi factorial que encierra el potencial de conflictos que podría explotar EE.UU. en la región; aunque en Suramérica es más probable un conflicto como, Conflict Scenarios with Great-Power Involvement: Venezuela and Colombia:
The current situation in Venezuela, in combination with several other geopolitical and economic factors laid out in this chapter, makes the country a plausible contender for a conflict in which the United States would support one side and China and Russia would support the other. (pg. 63) […] The United States’ interests and objectives in Venezuela fall into four categories: geopolitical, security and stability, economic, and ideological. From a geopolitical standpoint, Russia’s and—to a lesser extent—China’s activities in the unfolding crisis in Venezuela have raised concerns about the two powers’ more-assertive stances toward Latin America. According to SOUTHCOM’s 2021 posture statement, in addition to prompting concerns about the refugees and migrants displaced during the crisis, the country represents the main foothold and access point in the region for China, Russia, and Iran; is a key enabler for the activities of transnational criminal organizations; and provides a safe haven for regional terrorist groups. (pg. 69)
El informe piensa en primera instancia en un derrocamiento del gobierno venezolano desde adentro, desestabilización y descontento, pero entiende que Colombia es un pivote para la consolidación de cualquier evento de cambio de régimen. Sin embargo, la hipótesis que en estas líneas se maneja es que toda este análisis y literatura no sólo respalda intensiones de orden geopolítico sino complementarias entre aquella y las necesidades del CMI. Es de anotar que el lector del informe podrá encontrar frecuentes referencias a intensiones e iniciativas rusas desde el espectro militar y no tanto en términos económicos, culturales o de otra índole.
United States has several other objectives in Colombia that support its overall strategic goals in the Western Hemisphere. These are as follows:
- Maintain Colombia as the United States’ “most willing and capable ally in Latin America” to support U.S. regional security and stability goals. This includes Colombia’s role as a partner to the United States in regional fora, such as the Organization of American States, and on matters related to the internal situation in Venezuela.
- Keep Colombia stable and at peace, through measures that strengthen governance and rule of law in the country, so that it can continue to be a strong partner for the United States in South America.
- Contain the threat that non-state armed groups (i.e., transnational terrorist, insurgent, and criminal organizations) pose to U.S. national security
Aunque no es materia de estas reflexiones, revisar el grado de descaro con el cual hablan del apoyo a Colombia: deseo o fomento de crecimiento de la clase media, paz, estabilidad, socio seguro y prosperidad para el país suramericano, etc., todo esto refleja un paternalismo muy conveniente y la consolidación de aquella ‘fruta madura’ que no fue Cuba, pero sí lo es Colombia. Esto afirma la certeza de que el actual gobierno de Gustavo Petro tiene muy pocos márgenes de maniobra y una agenda ceñida y revisada al ojo monroísta del Big Brother estadounidense. Volviendo al asunto, el informe señala que no es del interés estadounidense ni está dentro de sus capacidades desarrollar un conflicto entre potencias y le interesa que su zona sea de paz y:
In addition, because the U.S. government does not expect Latin America to be a theater of any major military conflict, SOUTHCOM is one of the least resourced geographic combatant commands. The lack of appropriate resourcing at the combatant command level means that existing SOUTHCOM staff in the region are not only overstretched and overworked but also unlikely to have the resources needed to keep pace with China’s and Russia’s advances in the region, especially China’s. In a conflict in which rival powers become involved, this lack of appropriate resourcing is likely to affect the extent to which ISR capabilities will be available to support the forces on the ground, and the same is true of personnel and materiel availability.Furthermore, the U.S. military has not been involved in a proxy or conventional military conflict in Latin America for several decades… (pg. 107)
A shift in the United States’ strategic approach to Colombia—away from the previous focus on counternarcotics missions and counterin surgency operations and toward Colombia becoming a security partner in the context of the competition with China and Russia in the Western Hemisphere—would likely make it easier for the United States to respond quickly to a conflict scenario in Colombia. (pg. 109)
En síntesis. En esta somera revisión es importante tener presente que hay una complementariedad al menos hasta ahora no abandonada entre intereses geopolíticos e intereses del CMI. Lo que implica que los escenarios de cambio de régimen en Venezuela desde adentro, son sólo uno de los que han contemplado en aras de la recuperación de élites abyectas que garanticen el flujo de caja y recursos naturales hacia EE.UU. Pero el hecho de que estén revisando a América Latina y el Caribe como escenarios de conflicto entre potencias, podría considerarse casi inédito en su forma y meticulosidad, pero no en su fondo intervencionista y tutelar de la doctrina Monroe.
Los Estados Unidos se encuentran en un punto de inflexión que les insta a revisar dónde más pueden generar guerras rentables; lo que implica la reestructuración de su complejo industrial para ampliar la capacidad fabril y volver sobre una vanguardia técnico-militar que le re acredite su prestigio -ya que es complicado vender armas que pierden – y adquirir contratos jugosos pero que demandan entregas que superan los tiempos de fabricación. Tal cual como ha sucedido en el conflicto en Ucrania. A esto se suma que poco a poco va siendo expulsada de zonas a extramuros de sus océanos. La multipolaridad policéntrica implica un ascenso de naciones al escenario que ostentan ejércitos disciplinados y no fácilmente soslayados, como es el caso de Hamás, en Palestina. Así, la subregión latinoamericana le da una oportunidad de ganar dinero para el CMI y ejercer dominio en la defensa de su último rescoldo geopolítico.
Esto coloca el tema de cierre del presente artículo: la fluctuación en la subregión latinoamericana y caribeña de gobiernos en el poder pro mercado vs pro Estado. Si se revisa el cambio en la composición político ideológica durante veinte años, se avista una suerte de semáforo de tendencias que han estado en disputa y que no han logrado, – ni les interesa, ni son capaces – concretar una política exterior clara. Quizá la CELAC exprese un acierto de soberanía en tanto voz regional y tuvo sus logros, por ejemplo, al jalar a Cuba del olvido diplomático regional de la OEA. Este factor de soberanía y doctrinas diplomáticas choca y se determina por el fuerte dominio de EE.UU. que entiende -así como Rusia lo comprende con Georgia o Ucrania o China con Taiwán – que Latinoamérica es de carácter ‘existencial’. Y al estilo americano, si puede ser redituable, mucho mejor.
Colombia es sin duda el bastión estadounidense y Venezuela tiene una fuerte complementariedad y dependencia con China y particularmente con Rusia. No se pueden subestimar todas las características estructurales que se han ido acuñando y que dejan ahora quizá por primera vez, latente el riesgo de que en la subregión acabe la paz entre naciones en las próximas dos décadas. Es clave prestar atención a la fuerza mayor o menor que tome el aspecto ideológico y político en la región, que se puede exhibir como el detonante o excusa de guerras proxy. Los libretos, ya están inventados.