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Alastair Crooke
September 27, 2025
© Photo: Public domain

Netanyahu pronto descubrirá que Israel ha perdido a Estados Unidos, y también al resto del mundo.

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

“Gaza está en llamas; el Estado judío no cederá”, proclama emocionado el ministro de Defensa israelí Katz: “Las Fuerzas de Defensa de Israel están golpeando con mano de hierro la infraestructura terrorista”.

De hecho, en las últimas semanas Israel ha atacado “infraestructuras” en Cisjordania, Irán, Siria, Líbano, Yemen y Túnez, además de Gaza.

El llamado proyecto de “orden basado en normas” (si es que alguna vez existió más allá de la narrativa) ha sido destrozado en favor del sionismo violento: genocidio, ataques furtivos bajo el pretexto de negociaciones de paz en curso, asesinatos y decapitación de líderes políticos.

Es una guerra sin límites, sin reglas, sin ley y con un desprecio total por la Carta de las Naciones Unidas. Los límites éticos, más concretamente, se descartan como mero “relativismo moral”.

Algo profundo está remodelando la política exterior israelí. La transformación debe entenderse como un giro de 180 grados en el núcleo mismo del pensamiento sionista (un viaje de Ben Gurión a Kahane), como ha escrito Yossi Klein.

La estrategia de Israel de las últimas décadas sigue basándose en la esperanza de lograr una “desradicalización” transformadora, literalmente quimérica, tanto de los palestinos como de la región en general, una desradicalización que hará que “Israel sea seguro”. Este ha sido el objetivo “santo grial” de los sionistas desde la fundación de Israel.

El ministro de Asuntos Estratégicos israelí, Ron Dermer, afirma que tal mutación radical en la conciencia solo se logrará bombardeando a los oponentes hasta su sumisión total. (La lección que extrae de la Segunda Guerra Mundial). Un aspecto, la política exterior de Israel, queda entonces claro: es la “guerra de la selva”.

Pero hay otro aspecto, quizás más preocupante: estas normas y principios éticos que Israel busca abiertamente destruir son, en última instancia, normas y valores proclamados por Estados Unidos.

Sorprendentemente, Estados Unidos ha abandonado su ética tradicional en lo que respecta a Israel.

Y en lugar de criticar o tratar de limitar el uso por parte de Israel de acciones militares que rompen las normas, la Administración Trump las emulaataques furtivos bajo el pretexto de hablar de paz, intentos de decapitación y ataques con misiles contra buques desconocidos frente a las costas de Venezuela, vaporizando a la tripulación.

Estados Unidos está haciendo esto abiertamente, burlándose, al igual que Israel, del derecho y las convenciones internacionales.

Parece que los componentes clave del establishment estadounidense favorecen cada vez más las estrategias militares de Israel e incluso están pasando de la ética moral de una “guerra justa”, por así decirlo, a otra más cercana a la ética hebraica de “Amalek”. Esto equivale a actualizar el “software” moral occidental con la “justicia” alternativa de la guerra absoluta.

¿Tiene futuro el Estado de Israel? Israel está llevando a cabo ahora una segunda Nakba en Gaza y Cisjordania, con la sociedad judía atrapada en la represión y la negación, tal y como ocurrió en 1948.

El historiador israelí Ilan Pappe escribió en 2006, en su obra fundamental sobre la Nakba de 1948, sobre la importancia fundamental de “rescatar [los acontecimientos de 1948] del olvido”:

Una vez tomada la decisión [el 10 de marzo de 1948], se tardó seis meses en completar la misión. Cuando terminó, más de la mitad de la población nativa de Palestina, cerca de 800 000 personas, había sido desarraigada, 531 pueblos… destruidos y once barrios urbanos vaciados de sus habitantes. El plan… y, sobre todo, su aplicación sistemática en los meses siguientes fue un caso claro de operación de limpieza étnica, considerada hoy en día por el derecho internacional como un crimen contra la humanidad…

La historia de 1948 no es complicada… Es la sencilla pero horrible historia de la limpieza étnica de Palestina, un crimen contra la humanidad que Israel ha querido negar y hacer olvidar al mundo.

Recuperarla del olvido es nuestra responsabilidad, no solo como un acto de reconstrucción historiográfica muy atrasado o como un deber profesional; es… una decisión moral, el primer paso que debemos dar si queremos que la reconciliación tenga alguna posibilidad.

Recientemente escribí cómo el polémico documental de la cineasta israelí Neta Shoshani sobre la Nakba de 1948 mostraba cómo los límites éticos y legales de Israel se habían borrado en una oleada de derramamiento de sangre y violaciones.

La pérdida absoluta del ethos (no hubo rendición de cuentas ni justicia), dice Shoshani, puso en peligro la legitimidad del proyecto de fundación del Estado. Si se repite por segunda vez —la guerra actual—, advierte, “podría ser la que acabe con Israel”.

Los comentarios de Shoshani insinúan el trauma que sienten los judíos liberales seculares al ver cómo las normas y el estilo de vida de su sociedad, en gran parte secular y liberal, se ven trastocados por el giro hacia los objetivos militaristas y escatológicos de la derecha israelí.

El ministro de Finanzas Smotrich declaró recientemente que el pueblo judío está experimentando

el proceso de redención y el retorno de la presencia divina a Sión, mientras se dedica a la ‘conquista de la tierra’.

Muchos judíos europeos llegaron al nuevo Estado israelí en busca de seguridad y protección, pero también para participar en el proyecto sionista en Palestina.

Por ahora, Netanyahu afirma que cuenta con el apoyo ‘al 100 %’ de Trump y con ‘crédito ilimitado’ para la vorágine desatada en toda la región. Como escribe Ben Caspit, citando a un alto diplomático israelí:

El hecho de que Rubio aterrizara aquí pocos días después del ataque [de Doha] y no expresara casi ninguna crítica —de hecho, todo lo contrario— da un impulso a la operación de Israel en Gaza… Israel no ha recibido una línea de crédito tan generosa y prolongada de ninguna administración estadounidense.

Y Trump parece estar alejándose del apodo de “pacificador global” para concentrarse más específicamente en demostrar la “grandeza excepcional” de Estados Unidos —a través de aranceles, sanciones u operaciones militares— y mostrar así un país dominante, si no grande.

Sin embargo, los problemas son demasiado evidentes: en años anteriores, Israel había quedado relegado en gran medida a un segundo plano en la Conferencia Nacional Conservadora de Estados Unidos.

Esta vez, el Estado judío y sus guerras no pudieron evitarse. La última conferencia sobre conservadurismo derivó en una “guerra civil” entre los “realistas” neoconservadores que apoyan a Israel y aquellos que se preguntan:

¿Por qué son estas nuestras guerras? ¿Por qué los interminables problemas de Israel son responsabilidad de Estados Unidos? ¿Por qué deberíamos aceptar [a Israel como parte de] “America First”?, como explotó el editor de The American Conservative: “¡Joder, no deberíamos aceptarlo!”

La tensión dentro del Partido Republicano es evidente: los partidarios de MAGA desean apoyar a Trump, pero los grandes donantes y comentaristas judíos, como el halcón proisraelí Max Abrahms, se burlaron en la conferencia de los aislacionistas de MAGA amantes de Tucker Carlson, que se habían vuelto “locos” en su intento de desvincularse de Oriente Medio.

Trump advirtió a Netanyahu de que el genocidio en Gaza está provocando que Israel pierda el apoyo de los republicanos, especialmente entre los jóvenes.

No obstante, Trump no ha modificado su inquebrantable apoyo a Israel (por la razón que sea), pero ha tomado nota del “estado de ánimo” entre su base.

Si Trump realmente ha notado el cambio, a Netanyahu no le importa. Como informa Amir Tibon en Haaretz:

Si Trump cree que sus comentarios sobre la pérdida de ‘control sobre el Congreso’ por parte de Israel serán una llamada de atención para Netanyahu, está equivocado. Los israelíes no necesitaban a Trump para saber que su país está perdiendo la batalla por la opinión pública mundial.

Netanyahu y Ron Dermer […] están en paz con la pérdida de apoyo internacional de Israel, su mayor aislamiento, las amenazas de sanciones contra él y las órdenes de arresto contra sus líderes (incluido el propio Netanyahu). A los dos no parece importarles, y la razón, irónicamente, es precisamente el hombre que da la voz de alarma: Donald Trump.

Desde el punto de vista de Netanyahu, mientras tenga el respaldo de Trump, nada de eso importa».

Bueno, las guerras de Israel han perdido a una generación de jóvenes conservadores estadounidenses, y estos no van a volver.

Sean cuales sean las circunstancias del asesinato de Charlie Kirk, su muerte ha liberado al genio del dominio “Israel primero” en la política republicana, que ha escapado de la botella.

Cuando Netanyahu asome la cabeza, descubrirá que Israel ha perdido a Estados Unidos (y también al resto del mundo).

Traducción: Observatorio de trabajadores en lucha

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El genio del dominio «Israel Primero» ha salido de la lámpara

Netanyahu pronto descubrirá que Israel ha perdido a Estados Unidos, y también al resto del mundo.

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“Gaza está en llamas; el Estado judío no cederá”, proclama emocionado el ministro de Defensa israelí Katz: “Las Fuerzas de Defensa de Israel están golpeando con mano de hierro la infraestructura terrorista”.

De hecho, en las últimas semanas Israel ha atacado “infraestructuras” en Cisjordania, Irán, Siria, Líbano, Yemen y Túnez, además de Gaza.

El llamado proyecto de “orden basado en normas” (si es que alguna vez existió más allá de la narrativa) ha sido destrozado en favor del sionismo violento: genocidio, ataques furtivos bajo el pretexto de negociaciones de paz en curso, asesinatos y decapitación de líderes políticos.

Es una guerra sin límites, sin reglas, sin ley y con un desprecio total por la Carta de las Naciones Unidas. Los límites éticos, más concretamente, se descartan como mero “relativismo moral”.

Algo profundo está remodelando la política exterior israelí. La transformación debe entenderse como un giro de 180 grados en el núcleo mismo del pensamiento sionista (un viaje de Ben Gurión a Kahane), como ha escrito Yossi Klein.

La estrategia de Israel de las últimas décadas sigue basándose en la esperanza de lograr una “desradicalización” transformadora, literalmente quimérica, tanto de los palestinos como de la región en general, una desradicalización que hará que “Israel sea seguro”. Este ha sido el objetivo “santo grial” de los sionistas desde la fundación de Israel.

El ministro de Asuntos Estratégicos israelí, Ron Dermer, afirma que tal mutación radical en la conciencia solo se logrará bombardeando a los oponentes hasta su sumisión total. (La lección que extrae de la Segunda Guerra Mundial). Un aspecto, la política exterior de Israel, queda entonces claro: es la “guerra de la selva”.

Pero hay otro aspecto, quizás más preocupante: estas normas y principios éticos que Israel busca abiertamente destruir son, en última instancia, normas y valores proclamados por Estados Unidos.

Sorprendentemente, Estados Unidos ha abandonado su ética tradicional en lo que respecta a Israel.

Y en lugar de criticar o tratar de limitar el uso por parte de Israel de acciones militares que rompen las normas, la Administración Trump las emulaataques furtivos bajo el pretexto de hablar de paz, intentos de decapitación y ataques con misiles contra buques desconocidos frente a las costas de Venezuela, vaporizando a la tripulación.

Estados Unidos está haciendo esto abiertamente, burlándose, al igual que Israel, del derecho y las convenciones internacionales.

Parece que los componentes clave del establishment estadounidense favorecen cada vez más las estrategias militares de Israel e incluso están pasando de la ética moral de una “guerra justa”, por así decirlo, a otra más cercana a la ética hebraica de “Amalek”. Esto equivale a actualizar el “software” moral occidental con la “justicia” alternativa de la guerra absoluta.

¿Tiene futuro el Estado de Israel? Israel está llevando a cabo ahora una segunda Nakba en Gaza y Cisjordania, con la sociedad judía atrapada en la represión y la negación, tal y como ocurrió en 1948.

El historiador israelí Ilan Pappe escribió en 2006, en su obra fundamental sobre la Nakba de 1948, sobre la importancia fundamental de “rescatar [los acontecimientos de 1948] del olvido”:

Una vez tomada la decisión [el 10 de marzo de 1948], se tardó seis meses en completar la misión. Cuando terminó, más de la mitad de la población nativa de Palestina, cerca de 800 000 personas, había sido desarraigada, 531 pueblos… destruidos y once barrios urbanos vaciados de sus habitantes. El plan… y, sobre todo, su aplicación sistemática en los meses siguientes fue un caso claro de operación de limpieza étnica, considerada hoy en día por el derecho internacional como un crimen contra la humanidad…

La historia de 1948 no es complicada… Es la sencilla pero horrible historia de la limpieza étnica de Palestina, un crimen contra la humanidad que Israel ha querido negar y hacer olvidar al mundo.

Recuperarla del olvido es nuestra responsabilidad, no solo como un acto de reconstrucción historiográfica muy atrasado o como un deber profesional; es… una decisión moral, el primer paso que debemos dar si queremos que la reconciliación tenga alguna posibilidad.

Recientemente escribí cómo el polémico documental de la cineasta israelí Neta Shoshani sobre la Nakba de 1948 mostraba cómo los límites éticos y legales de Israel se habían borrado en una oleada de derramamiento de sangre y violaciones.

La pérdida absoluta del ethos (no hubo rendición de cuentas ni justicia), dice Shoshani, puso en peligro la legitimidad del proyecto de fundación del Estado. Si se repite por segunda vez —la guerra actual—, advierte, “podría ser la que acabe con Israel”.

Los comentarios de Shoshani insinúan el trauma que sienten los judíos liberales seculares al ver cómo las normas y el estilo de vida de su sociedad, en gran parte secular y liberal, se ven trastocados por el giro hacia los objetivos militaristas y escatológicos de la derecha israelí.

El ministro de Finanzas Smotrich declaró recientemente que el pueblo judío está experimentando

el proceso de redención y el retorno de la presencia divina a Sión, mientras se dedica a la ‘conquista de la tierra’.

Muchos judíos europeos llegaron al nuevo Estado israelí en busca de seguridad y protección, pero también para participar en el proyecto sionista en Palestina.

Por ahora, Netanyahu afirma que cuenta con el apoyo ‘al 100 %’ de Trump y con ‘crédito ilimitado’ para la vorágine desatada en toda la región. Como escribe Ben Caspit, citando a un alto diplomático israelí:

El hecho de que Rubio aterrizara aquí pocos días después del ataque [de Doha] y no expresara casi ninguna crítica —de hecho, todo lo contrario— da un impulso a la operación de Israel en Gaza… Israel no ha recibido una línea de crédito tan generosa y prolongada de ninguna administración estadounidense.

Y Trump parece estar alejándose del apodo de “pacificador global” para concentrarse más específicamente en demostrar la “grandeza excepcional” de Estados Unidos —a través de aranceles, sanciones u operaciones militares— y mostrar así un país dominante, si no grande.

Sin embargo, los problemas son demasiado evidentes: en años anteriores, Israel había quedado relegado en gran medida a un segundo plano en la Conferencia Nacional Conservadora de Estados Unidos.

Esta vez, el Estado judío y sus guerras no pudieron evitarse. La última conferencia sobre conservadurismo derivó en una “guerra civil” entre los “realistas” neoconservadores que apoyan a Israel y aquellos que se preguntan:

¿Por qué son estas nuestras guerras? ¿Por qué los interminables problemas de Israel son responsabilidad de Estados Unidos? ¿Por qué deberíamos aceptar [a Israel como parte de] “America First”?, como explotó el editor de The American Conservative: “¡Joder, no deberíamos aceptarlo!”

La tensión dentro del Partido Republicano es evidente: los partidarios de MAGA desean apoyar a Trump, pero los grandes donantes y comentaristas judíos, como el halcón proisraelí Max Abrahms, se burlaron en la conferencia de los aislacionistas de MAGA amantes de Tucker Carlson, que se habían vuelto “locos” en su intento de desvincularse de Oriente Medio.

Trump advirtió a Netanyahu de que el genocidio en Gaza está provocando que Israel pierda el apoyo de los republicanos, especialmente entre los jóvenes.

No obstante, Trump no ha modificado su inquebrantable apoyo a Israel (por la razón que sea), pero ha tomado nota del “estado de ánimo” entre su base.

Si Trump realmente ha notado el cambio, a Netanyahu no le importa. Como informa Amir Tibon en Haaretz:

Si Trump cree que sus comentarios sobre la pérdida de ‘control sobre el Congreso’ por parte de Israel serán una llamada de atención para Netanyahu, está equivocado. Los israelíes no necesitaban a Trump para saber que su país está perdiendo la batalla por la opinión pública mundial.

Netanyahu y Ron Dermer […] están en paz con la pérdida de apoyo internacional de Israel, su mayor aislamiento, las amenazas de sanciones contra él y las órdenes de arresto contra sus líderes (incluido el propio Netanyahu). A los dos no parece importarles, y la razón, irónicamente, es precisamente el hombre que da la voz de alarma: Donald Trump.

Desde el punto de vista de Netanyahu, mientras tenga el respaldo de Trump, nada de eso importa».

Bueno, las guerras de Israel han perdido a una generación de jóvenes conservadores estadounidenses, y estos no van a volver.

Sean cuales sean las circunstancias del asesinato de Charlie Kirk, su muerte ha liberado al genio del dominio “Israel primero” en la política republicana, que ha escapado de la botella.

Cuando Netanyahu asome la cabeza, descubrirá que Israel ha perdido a Estados Unidos (y también al resto del mundo).

Traducción: Observatorio de trabajadores en lucha