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Eduardo Vasco
April 14, 2025
© Photo: Public domain

Con Milei, es un robo puro y simple del dinero de la población, escribe Eduardo Vasco.

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Los banqueros internacionales pusieron a Javier Milei al frente de Argentina sabiendo que la situación del país y del mundo exige una dictadura para saquear los bienes del pueblo. Ya no se trata solo de succionar las riquezas naturales, como el litio —que está siendo entregado a Elon Musk— o comprar la carne a precio de banana. Con Milei, es un robo puro y simple del dinero de la población.

Desde que llegó al poder, Milei robó el 5% del PBI argentino, generando el tan ansiado superávit fiscal, para pagar los intereses de la eterna deuda con el FMI. Pero, ¿qué es ese 5% del PBI argentino? Son partes de salarios, jubilaciones y subsidios para la compra de medicamentos, comida, transporte y luz. Milei es un Robin Hood al revés: quita a los pobres para dar a los ricos.

No es que esto sea una gran novedad en Argentina. Desde 1958, el país ya firmó 22 acuerdos con el FMI. Lo que el actual presidente está buscando será el 23° paquete de deuda con el órgano máximo de los banqueros internacionales. Argentina es la deudora de casi un tercio de todos los préstamos del FMI.

Sobre esta deuda, los observadores más atentos siempre supieron que nunca será pagada. Mauricio Macri — que todos creían insuperable en entreguismo — contrajo un préstamo récord en 2018. El dinero del rescate negociado por Alberto Fernández en 2022 se usó únicamente para pagar los préstamos anteriores. Claro, no la deuda en sí, sino los intereses y amortizaciones, altísimos.

De ahí la completa desmoralización del peronismo, que ahora denuncia el saqueo mileista y promete no reconocer la nueva deuda cuando vuelva al gobierno. Pura demagogia electoral. Los políticos peronistas también sirvieron como capangas en estos casi 70 años de esclavitud del pueblo argentino para el FMI. Sus soluciones a medias, cuando no nulas, no han hecho más que engañar a trabajadores y estudiantes sin profundizar mínimamente en la raíz del problema.

La nueva etapa de crisis económica en la que entra el mundo capitalista, sin siquiera haberse despedido de la del 2008, tensionará las relaciones de clase a nivel global. Argentina está extremadamente vulnerable. La nueva deuda, de US$ 20.000 millones, obviamente no tendrá la menor chance de sanar ni una parte de lo adeudado al FMI. Rodará y rodará, en la misma medida en que también rodarán las cabezas de los jubilados y trabajadores sacrificados por el terror neoliberal.

“Es una deuda eterna”, dijo a una radio el director del Observatorio de la Deuda Pública de Argentina, Alejandro Olmos Gaona. Según el historiador, el grueso de la deuda se generó durante la dictadura militar de 1976 a 1983. Pero era de “apenas” US$ 45.000 millones al final de la dictadura, y desde entonces, pese a los préstamos tomados una y otra vez, en lugar de saldarse, aumentó más de diez veces, descontando lo ya pagado. “Ya pagamos más de US$ 400.000 millones y hoy el pasivo total llega a US$ 480.000 millones, generando más de US$ 22.000 millones en intereses anuales.”

El gobierno manipula los datos oficiales de inflación y pobreza, lo que, lógicamente, no logra ocultar la trágica realidad. Según el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), Milei confiscó cinco de los 14 meses de jubilación de los ancianos, tal fue la pérdida acumulada por la inflación hasta enero.

Desde el inicio de su gobierno, hace un año y medio, Milei aumentó exponencialmente la represión. Buscó imponer una ley antiterrorista y el uso de las fuerzas armadas como policía, además de multar, sancionar y arrestar manifestantes. En una de las innumerables protestas que han sacudido Buenos Aires desde el año pasado, en la segunda semana de marzo más de 100 personas fueron detenidas frente al palacio del Congreso por protestar contra los recortes a las pensiones y el alto costo de vida.

Fue una de las primeras en que aparecieron masivamente los barra brava. Este es un detalle importante, pues las hinchadas organizadas son una poderosa estructura de la clase obrera en Argentina, aunque suelan estar inmersas en la degradación social. Pero su irrupción es un síntoma de la intensificación de la lucha de clases. Les falta dirección política, como a casi todas las organizaciones populares del país.

Los legisladores de derecha, tradicionales sirvientes del capital extranjero, también empujan al empeoramiento de las relaciones sociales. Avalaron el acuerdo de Milei con el FMI dentro de la Cámara de Diputados, mientras el pueblo pedía su cabeza y maldecía al Fondo Monetario afuera, una semana después de la protesta anterior.

Si, por un lado, el régimen de Milei es un prototipo de modelo a exportar por el imperialismo al resto de Latinoamérica, por otro, la revuelta social que crece en el pueblo argentino también tiende a expandirse a sus vecinos, en la medida en que los efectos de la nueva situación política, económica y social que se abre en el mundo se vuelvan insoportables.

Argentina es un barril de pólvora a punto de explotar

Con Milei, es un robo puro y simple del dinero de la población, escribe Eduardo Vasco.

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Los banqueros internacionales pusieron a Javier Milei al frente de Argentina sabiendo que la situación del país y del mundo exige una dictadura para saquear los bienes del pueblo. Ya no se trata solo de succionar las riquezas naturales, como el litio —que está siendo entregado a Elon Musk— o comprar la carne a precio de banana. Con Milei, es un robo puro y simple del dinero de la población.

Desde que llegó al poder, Milei robó el 5% del PBI argentino, generando el tan ansiado superávit fiscal, para pagar los intereses de la eterna deuda con el FMI. Pero, ¿qué es ese 5% del PBI argentino? Son partes de salarios, jubilaciones y subsidios para la compra de medicamentos, comida, transporte y luz. Milei es un Robin Hood al revés: quita a los pobres para dar a los ricos.

No es que esto sea una gran novedad en Argentina. Desde 1958, el país ya firmó 22 acuerdos con el FMI. Lo que el actual presidente está buscando será el 23° paquete de deuda con el órgano máximo de los banqueros internacionales. Argentina es la deudora de casi un tercio de todos los préstamos del FMI.

Sobre esta deuda, los observadores más atentos siempre supieron que nunca será pagada. Mauricio Macri — que todos creían insuperable en entreguismo — contrajo un préstamo récord en 2018. El dinero del rescate negociado por Alberto Fernández en 2022 se usó únicamente para pagar los préstamos anteriores. Claro, no la deuda en sí, sino los intereses y amortizaciones, altísimos.

De ahí la completa desmoralización del peronismo, que ahora denuncia el saqueo mileista y promete no reconocer la nueva deuda cuando vuelva al gobierno. Pura demagogia electoral. Los políticos peronistas también sirvieron como capangas en estos casi 70 años de esclavitud del pueblo argentino para el FMI. Sus soluciones a medias, cuando no nulas, no han hecho más que engañar a trabajadores y estudiantes sin profundizar mínimamente en la raíz del problema.

La nueva etapa de crisis económica en la que entra el mundo capitalista, sin siquiera haberse despedido de la del 2008, tensionará las relaciones de clase a nivel global. Argentina está extremadamente vulnerable. La nueva deuda, de US$ 20.000 millones, obviamente no tendrá la menor chance de sanar ni una parte de lo adeudado al FMI. Rodará y rodará, en la misma medida en que también rodarán las cabezas de los jubilados y trabajadores sacrificados por el terror neoliberal.

“Es una deuda eterna”, dijo a una radio el director del Observatorio de la Deuda Pública de Argentina, Alejandro Olmos Gaona. Según el historiador, el grueso de la deuda se generó durante la dictadura militar de 1976 a 1983. Pero era de “apenas” US$ 45.000 millones al final de la dictadura, y desde entonces, pese a los préstamos tomados una y otra vez, en lugar de saldarse, aumentó más de diez veces, descontando lo ya pagado. “Ya pagamos más de US$ 400.000 millones y hoy el pasivo total llega a US$ 480.000 millones, generando más de US$ 22.000 millones en intereses anuales.”

El gobierno manipula los datos oficiales de inflación y pobreza, lo que, lógicamente, no logra ocultar la trágica realidad. Según el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), Milei confiscó cinco de los 14 meses de jubilación de los ancianos, tal fue la pérdida acumulada por la inflación hasta enero.

Desde el inicio de su gobierno, hace un año y medio, Milei aumentó exponencialmente la represión. Buscó imponer una ley antiterrorista y el uso de las fuerzas armadas como policía, además de multar, sancionar y arrestar manifestantes. En una de las innumerables protestas que han sacudido Buenos Aires desde el año pasado, en la segunda semana de marzo más de 100 personas fueron detenidas frente al palacio del Congreso por protestar contra los recortes a las pensiones y el alto costo de vida.

Fue una de las primeras en que aparecieron masivamente los barra brava. Este es un detalle importante, pues las hinchadas organizadas son una poderosa estructura de la clase obrera en Argentina, aunque suelan estar inmersas en la degradación social. Pero su irrupción es un síntoma de la intensificación de la lucha de clases. Les falta dirección política, como a casi todas las organizaciones populares del país.

Los legisladores de derecha, tradicionales sirvientes del capital extranjero, también empujan al empeoramiento de las relaciones sociales. Avalaron el acuerdo de Milei con el FMI dentro de la Cámara de Diputados, mientras el pueblo pedía su cabeza y maldecía al Fondo Monetario afuera, una semana después de la protesta anterior.

Si, por un lado, el régimen de Milei es un prototipo de modelo a exportar por el imperialismo al resto de Latinoamérica, por otro, la revuelta social que crece en el pueblo argentino también tiende a expandirse a sus vecinos, en la medida en que los efectos de la nueva situación política, económica y social que se abre en el mundo se vuelvan insoportables.

Con Milei, es un robo puro y simple del dinero de la población, escribe Eduardo Vasco.

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Los banqueros internacionales pusieron a Javier Milei al frente de Argentina sabiendo que la situación del país y del mundo exige una dictadura para saquear los bienes del pueblo. Ya no se trata solo de succionar las riquezas naturales, como el litio —que está siendo entregado a Elon Musk— o comprar la carne a precio de banana. Con Milei, es un robo puro y simple del dinero de la población.

Desde que llegó al poder, Milei robó el 5% del PBI argentino, generando el tan ansiado superávit fiscal, para pagar los intereses de la eterna deuda con el FMI. Pero, ¿qué es ese 5% del PBI argentino? Son partes de salarios, jubilaciones y subsidios para la compra de medicamentos, comida, transporte y luz. Milei es un Robin Hood al revés: quita a los pobres para dar a los ricos.

No es que esto sea una gran novedad en Argentina. Desde 1958, el país ya firmó 22 acuerdos con el FMI. Lo que el actual presidente está buscando será el 23° paquete de deuda con el órgano máximo de los banqueros internacionales. Argentina es la deudora de casi un tercio de todos los préstamos del FMI.

Sobre esta deuda, los observadores más atentos siempre supieron que nunca será pagada. Mauricio Macri — que todos creían insuperable en entreguismo — contrajo un préstamo récord en 2018. El dinero del rescate negociado por Alberto Fernández en 2022 se usó únicamente para pagar los préstamos anteriores. Claro, no la deuda en sí, sino los intereses y amortizaciones, altísimos.

De ahí la completa desmoralización del peronismo, que ahora denuncia el saqueo mileista y promete no reconocer la nueva deuda cuando vuelva al gobierno. Pura demagogia electoral. Los políticos peronistas también sirvieron como capangas en estos casi 70 años de esclavitud del pueblo argentino para el FMI. Sus soluciones a medias, cuando no nulas, no han hecho más que engañar a trabajadores y estudiantes sin profundizar mínimamente en la raíz del problema.

La nueva etapa de crisis económica en la que entra el mundo capitalista, sin siquiera haberse despedido de la del 2008, tensionará las relaciones de clase a nivel global. Argentina está extremadamente vulnerable. La nueva deuda, de US$ 20.000 millones, obviamente no tendrá la menor chance de sanar ni una parte de lo adeudado al FMI. Rodará y rodará, en la misma medida en que también rodarán las cabezas de los jubilados y trabajadores sacrificados por el terror neoliberal.

“Es una deuda eterna”, dijo a una radio el director del Observatorio de la Deuda Pública de Argentina, Alejandro Olmos Gaona. Según el historiador, el grueso de la deuda se generó durante la dictadura militar de 1976 a 1983. Pero era de “apenas” US$ 45.000 millones al final de la dictadura, y desde entonces, pese a los préstamos tomados una y otra vez, en lugar de saldarse, aumentó más de diez veces, descontando lo ya pagado. “Ya pagamos más de US$ 400.000 millones y hoy el pasivo total llega a US$ 480.000 millones, generando más de US$ 22.000 millones en intereses anuales.”

El gobierno manipula los datos oficiales de inflación y pobreza, lo que, lógicamente, no logra ocultar la trágica realidad. Según el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), Milei confiscó cinco de los 14 meses de jubilación de los ancianos, tal fue la pérdida acumulada por la inflación hasta enero.

Desde el inicio de su gobierno, hace un año y medio, Milei aumentó exponencialmente la represión. Buscó imponer una ley antiterrorista y el uso de las fuerzas armadas como policía, además de multar, sancionar y arrestar manifestantes. En una de las innumerables protestas que han sacudido Buenos Aires desde el año pasado, en la segunda semana de marzo más de 100 personas fueron detenidas frente al palacio del Congreso por protestar contra los recortes a las pensiones y el alto costo de vida.

Fue una de las primeras en que aparecieron masivamente los barra brava. Este es un detalle importante, pues las hinchadas organizadas son una poderosa estructura de la clase obrera en Argentina, aunque suelan estar inmersas en la degradación social. Pero su irrupción es un síntoma de la intensificación de la lucha de clases. Les falta dirección política, como a casi todas las organizaciones populares del país.

Los legisladores de derecha, tradicionales sirvientes del capital extranjero, también empujan al empeoramiento de las relaciones sociales. Avalaron el acuerdo de Milei con el FMI dentro de la Cámara de Diputados, mientras el pueblo pedía su cabeza y maldecía al Fondo Monetario afuera, una semana después de la protesta anterior.

Si, por un lado, el régimen de Milei es un prototipo de modelo a exportar por el imperialismo al resto de Latinoamérica, por otro, la revuelta social que crece en el pueblo argentino también tiende a expandirse a sus vecinos, en la medida en que los efectos de la nueva situación política, económica y social que se abre en el mundo se vuelvan insoportables.

The views of individual contributors do not necessarily represent those of the Strategic Culture Foundation.

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