El discurso sobre el estado de la unión fue un vistazo sobre cómo el senil presidente de Estados Unidos quedó anclado en el pasado, divorciado de la realidad de un mundo multipolar.
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En tanto muchos se preguntarán si él mismo escribió el discurso o se lo redactaron, el presidente Joe Biden planteó su caso al público norteamericano en términos sencillos: Voten por mi porque yo estoy viviendo el sueño del Estados Unidos de hace 80 años atrás. Las referencias hacia la II Guerra Mundial deben haber asombrado al público norteamericano que se encuentra más preocupado del precio de los alimentos, de la gasolina y de las tarifas de los servicios que de lo que sucedía el año 1941.
Y aún así el año 1941 para cualquier profesor promedio de historia en Alabama le parecería una extraña escogencia de fechas arrancándolas de alguna parte para utilizarlas como referencia en el actual Estados Unidos como una superpotencia sin competidores. Como así fue después de todo, cuando las tropas alemanas asumieron su más grande desafío – Rusia—y fueron inmisericordemente derrotadas a través de, entre otras consideraciones militares –por estar engañadas acerca de su propio poderío y mala planificación militar.
Esos dos puntos podrían estar en las mentes de las elites occidentales en tanto que Biden empleó el pódium para una vez más rogarle al congreso que apruebe su paquete de ayuda para Ucrania. Incluso como el corresponsal de la BBC en Ucrania lo admitió – que Rusia ahora está avanzando y sus tropas ya no están tomando aldeas sino ciudades – pareciera que los planificadores de la OTAN en realidad han repetido la lección Barbarrosa. ¿Será esa la verdadera razón por qué el proyecto de ley no pasa? Los norteamericanos se han dado cuenta que ellos han mordido en Ucrania más de lo que pueden masticar y ya la humillación de los tres tanques Abrams de fabricación norteamericana – la más voluminosa, poco práctica y sobrevalorada pieza del moderno equipamiento militar de Estados Unidos jamás concebida – junto con el aumento de la opinión de base que sostiene que la guerra jamás se podrá ganar. Incluso el periódico The Guardian recientemente publicó un artículo de opinión de Simon Jenkins quien comenta que el caso de la OTAN en Ucrania se ha tornado “insensato” citando el descuido por la filtración telefónica alemana que reveló el plan para atacar el puente de Crimea que pareció suscitar una nueva línea de flotación del abatimiento.
Tal vez esto explique por qué Biden no se tomó mucho tiempo para insistir acerca de Ucrania en su discurso prefiriendo más bien emplear la oportunidad para atacar a Trump – táctica que seguramente confirma con certeza que él es tan estúpido como parece y el tiro le saldrá por la culata y realzará aún más la posición de Trump. En cambio Biden intentó con gran esfuerzo direccionar el dinero de regreso a los bolsillos de los norteamericanos humildes quienes no entienden cómo se supone que debe funcionar el denominado – goteo hacia abajo – cómo las grandes empresas que obtienen enormes ganancias que no siempre distribuyen través del sistema financiero – admitiendo que el sistema no está funcionando.
Sobre el papel, las cantidades indican que a Estados Unidos le está yendo bien. Traten de explicarle eso a millones de norteamericanos que enfrentan la dureza en una escala nunca antes vista. Biden será recordado en la historia como un bufón que dejó el cargo con dos guerras rugiendo en el mundo mientras él subía los impuestos a las corporaciones sin recordar dónde estaba parado o en qué día de la semana estaba. Biden será recordado por el fiasco de la retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán y por su incoherente titubeo. Y por ese maldito helado.
Pero uno tiene que preguntarse si existe un leve pero notorio cambio en la política de la Casa Blanca hacia la guerra de Ucrania – y cómo Occidente se retiraría de ella conservando la cara. Victoria Nuland, la misma arquitecta de la guerra de Ucrania dejará su cargo en el Departamento de Estado donde en realidad será recordada por su transformación de niña en el monstruo de la Laguna Negra junto a su propia transformación facial cruelmente descrita en los medios sociales en foto montajes de antes y después. El New York Times informa que ella ha renunciado pero la única pregunta real es si ella ha sido forzada o no y por quien. ¿Habrá también una nueva estrategia en la tubería para salirse de Ucrania, una con la que ella tristemente no está de acuerdo? ¿Será esto parte de la razón del por qué yo he sido informado que ocho soldados alemanes de la fuerzas especiales rápidamente abandonaron Ucrania hace unos días, luego del escándalo de la filtración telefónica que puso en evidencia a los alemanes como los aficionados que son?
Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona