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Jhosman Barbosa
December 27, 2023
© Photo: Public domain

La Revolución cubana es una doctrina anti-monroísta, fundada en las ideas de liberación americana de Simón Bolívar y José Martí.

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

El concepto de ‘doctrina’ puede tener definiciones desde la historia, la política, el derecho, la filosofía, la religión o el ámbito militar. En su acento etimológico significa ciencia, sabiduría, docere. En términos generales nos habla de un conjunto global de las concepciones teóricas enseñadas como verdaderas. En esencia es su propósito ser la línea esencial, basal sobre la cual se edifica, se actualiza, se pone en contexto su principio fundacional.

En ese sentido la doctrina Monroe en su idea ‘América para los americanos’ como extensión del “destino manifiesto”, se ha mantenido fiel y ha sido actualizada o complementada, no modificada, por otras formas de representación semántica: Destino manifiesto (ministro puritano John Cotton y John O’ Sullivan); Nación indispensable (T. RooseveltMadeleine Albright.); La ciudad que brilla sobre la colina (Ronald Reagan); Policía del mundo (Al menos desde F. Roosevelt hasta Bill Clinton); Nación excepcional (Obama – CIA); Un solo planeta una sola potencia (Obama y sus asesores); Orden basado en reglas (administración Biden – Departamento de Estado – CIA).

De esta forma, si en el artículo anterior se abordaba la frecuencia con la que se cita en la actualidad a la doctrina Monroe, se aprecia en las referencias anteriores que la misma expresión encuentra una suerte de extensiones y actualizaciones al colmo de los eslóganes que a bien tiene cada época y cada administración estadounidense y que le sirven como brazos que reafirman el principio doctrinal. De hecho, la Revolución cubana en sí misma encierra unos principios, sistema de ideas y, por fin, doctrina.

Se puede decir que en el caso cubano encontrar esa línea unificadora de la sociedad cubana requirió de discusiones y retroalimentaciones de la experiencia que fue vivida. La Revolución cubana se preguntó todo el tiempo y también obró con cierta espontaneidad ante los imperativos de la Guerra Fría, acerca de si ser una extensión mecánica e inmeditada de las revoluciones socialistas bolchevique o china. El propio Fernando Martínez Heredia hablaba de que la misma Revolución debió poner en marcha cierto “principio de herejía” ante los ‘manuales’ venidos de la vieja Europa y Eurasia.

De esta manera, Fidel Castro Ruz, el 30 de junio de 1960 en su discurso en la Biblioteca Nacional, usó al menos 157 veces la expresión ‘Revolución’ -refiriéndose obviamente a la cubana- y he aquí solo un par de fragmentos:

Y nosotros somos como la Revolución, es decir, que nos hemos improvisado bastante. Por eso no puede decirse que esta Revolución haya tenido ni la etapa de gestación que han tenido otras revoluciones, ni los dirigentes de la Revolución la madurez intelectual que han tenido los dirigentes de otras revoluciones.

Permítanme decirles en primer lugar que la Revolución defiende la libertad, que la Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades, que la Revolución no puede ser por esencia enemiga de las libertades; que, si la preocupación de alguno es que la Revolución vaya a asfixiar su espíritu creador, que esa preocupación es innecesaria, que esa preocupación no tiene razón de ser.

Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada…

Cuarenta años luego, el primero de mayo en su discurso del día de los trabajadores el mismo Fidel Castro señala que,

Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.”

Se aprecia un salto cualitativo en los dos discursos. En uno hay búsqueda de sentido, en el otro hay certeza de sentido y de rumbo. De esta manera, para comprender por qué la Revolución cubana hace un punto de inflexión histórico y geopolítico en la doctrina Monroe, lo primero a tener presente es que desarrolla una suma de principios doctrinales bajo la expresión misma de ‘Revolución cubana’. Que tales principios son de carácter dialéctico y desprovistos de modas o coyunturas y que ante una doctrina de expansión y dominación le era necesario el resguardo en una doctrina soberanista, rigurosa, con perspectivas primeras nacionales y también internacionales, como se verá.

Ahora bien. En una somera línea del tiempo -con algunos saltos abruptos y seguras omisiones- se aprecia que Cuba fue la primera en la mira de la doctrina Monroe, bajo el influjo de la política de la ‘fruta madura’ que también cumplió dos siglos este abril de 2023. La Enmienda Platt de 1901, la instauración de Guantánamo como una posición de soberanía estadounidense, hasta el presente y los desarrollos doctrinales geopolíticos de Alfred Manhan que contemplan a la doctrina Monroe y el destino manifiesto, continuados por N. Spykman sitúan a Cuba de natural dominio y posesión norteamericana; tanto como cualquiera de los Estados mexicanos incorporados por guerra, robo o pago obligado en el siglo XIX. La noción de ‘Mediterráneo americano’ como parte articuladora de las seis zonas de seguridad a controlar en la masa continental americana, implica el control de El Caribe y en éste es fundamental el control de Cuba.

Entonces, tras dos fundaciones institucionales clave: la OEA en 1948 y el TIAR en 1949, -las dos de innegable cariz monroísta- que dan inicio a la fase proteccionista del continente americano, excusada en la ‘amenaza soviética y comunista’, se da la Revolución cubana en 1959, cuando finalmente triunfa como control del Estado y el destierro y juicio de funcionarios batistianos. Si bien hasta 1961 la Revolución se declara socialista, ya en 1959 había izado la primera bandera anti-monroísta en la dimensión cultural con la fundación de Casa de las Américas y el premio dado por la misma institución. A contra pelo, según aprecia Jean Franco – en su célebre obra sobre la literatura latinoamericana durante la Guerra Fría – la CIA puso en circulación la revista ‘Mundo Nuevo’; donde escribieron autores del orbe latinoamericano e incluso del ‘boom latinoamericano’, casados ideológicamente con la Revolución cubana.

En lo sucedido entre 1960 y 1969, se aprecia una movilización del esfuerzo estadounidense implacable e incansable por cejar la Revolución. Desde la fundación de la Alianza para el Progreso ALPRO en 1961, pasando por la invasión frustrada de Playa Girón en 1961, dirigida por el, -según dicen y afaman- más ‘demócrata’ y brillante de los presidentes norteamericanos JFK. Luego se vivió la ‘crisis de los misiles’ en 1962 y en 1965 se fundó el Concejo de Defensa Centroamericana CONDECA y el año de 1969 se finiquitó el destino de la insurgencia en América Latina con el Informe Rockefeller y su sentencia de, ‘No se permitiría una segunda Cuba’. La presión sobre la Isla no ha parado y sería desbordante y fuera del propósito de estas reflexiones. Lo clave es resaltar que durante estas décadas y aún los años de 1980 Cuba preocupó al poder estadounidense quien le veía como un desafío y una ofensa de honor imperdonable; como una anomalía a su excepcionalismo, su destino manifiesto y su ‘América… -para ellos-’. Pero, ¿qué hacía cuba hasta los 80’s?

La doctrina Monroe ha implicado para los países de la región latinoamericana, la pérdida de soberanía en términos políticos y morales: imposibilidad de elegir y ejercer en libertad una postura propia al interior del país, sus necesidades y en las relaciones internacionales; culturales: encapsulamiento en los referentes de la cultura dominante estadounidense y occidental y su estilo de vida -‘american dream’- así como vergüenza y pérdida de las culturas y tradiciones nativas; tecnológicos y científico-técnicos: imposibilidad de construcción en tales áreas y de acuerdo a necesidades propias; renuncia a una epistemología propia y finalmente en términos de soberanía económica, comercial y financiera: están supeditados a la dinámica de la dependencia con intercambio desigual así como al confinamiento a la exportación primarias.

La Revolución cubana fue durante casi tres décadas una doctrina hecha práctica nacional e internacional, más precisamente internacionalista. Una doctrina anti-monroísta, inspirada en las ideas bolivarianistas y martianas, que atacó cada una de las anteriores pérdidas de soberanía. Se aprecia a continuación la inflexión histórico – geopolítica de la Revolución cubana, soberana y anti-monroísta:

Soberanía política y moral: Cuba, no renunció a la vía socialista y el propio Fidel Castro previó a inicios de 1989 el desmembramiento de la URSS y el socialismo. Ninguna elite soportaría lo que vendría sin un firme posicionamiento ideológico y moral, sin un respaldo popular masivo; lo que René Zavaleta denominaba ‘óptimo estatal’. También, el gobierno cubano mantiene consultas a su población y reformas constitucionales, como los Lineamientos de Política Económica y Social de 2011 a 2017 y su Plan Nacional de Desarrollo a 2030.

En el ámbito internacional, expresa sus aportes a la liberación de los pueblos de África, particularmente el Congo, y Angola, con cerca de 25 mil soldados cubanos. Este es un punto relevante. Ningún país de América Latina, sea México, Argentina o Brasil, potencias de la subregión, han manifestado un tipo de ayuda de este calado. Cuba se comportaba -a veces ante el desacuerdo de la URSS y China- como una potencia regional transcontinental. La batalla de Cuito Cuanavale en 1988 -dirigida por el propio Fidel Castro- es el referente emblemático de tal dimensión internacionalista cubana, que retoma principios universales martianos. Hay que pensar por un momento, qué significaba para los intereses y las visiones coloniales europeas y estadounidenses el hecho de que un país pequeño, con menos de 10 millones de habitantes, estaría mandando militares capacitados a más de 11 mil 300 kilómetros con el firme propósito de acabar con cuentos intereses coloniales.

Además, en el campo médico la Revolución cubana fundó en septiembre de 2005 -ya sin el amparo de las potencias comunistas- las Brigadas Henry Reeve, como expresión del poder blando de su internacionalismo, donde, según su páginaha estado presente con 28 brigadas en 22 países, donde más de 7 950 profesionales han enfrentado efectos de 16 inundaciones, ocho huracanes, ocho terremotos, así como cuatro epidemias… La Revolución cubana ha apoyado los procesos de paz en Colombia y ha brindado asilo como expresión de su criterio e independencia. Desde hace más de 32 años en la Asamblea General de Naciones Unidas, ha ganado con mayorías abrumadoras el rechazo al despropósito del bloqueo comercial, financiero, mercantil y sanitario impuesto por EE.UU. Rechazó asimismo insertarse en la OEA en 2015. Tal organización regional, -conocida sarcásticamente como el ministerio de las colonias- cuenta hoy en día con dos países menos: Nicaragua y Venezuela.

Soberanía cultural: Como se mencionó, el gobierno revolucionario fundó Casa de las Américas, para la comprensión y difusión de la singularidad cultural y literaria de América Latina y el Caribe, plataforma del boom latinoamericano. Asimismo, fundó la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños (EICTV) en 1986. La Feria del libro de La Habana es emblemática y las librerías en general promocionan la literatura escrita desde el Sur. Ha efectuado el fortalecimiento del Ballet Nacional de Cuba, como continuidad y referente mundial de la excelencia de un arte no usualmente frecuentado en la subregión. La música el son, el danzón la esencia afro – latina signan su impronta original y tradicional. Sus ajedrecistas gozan de prestigio y se encuentran bien posicionados en el mundo. Finalmente, en el deporte, sobre todo durante las tres décadas del campo socialista, logró ser potencia mundial y continental olímpico y panamericano.

Soberanía tecnológica y científico – técnica: La Revolución cubana logró la erradicación temprana del analfabetismo. Puso manos a la obra en el desarrollo de una estadística avanzada para medir y resolver necesidades bajo principios de racionalidad socialista. En lo que se llamaba por la época de los años 1960 ‘programación lineal’, se sumó a la producción de la CID-300 electrónica –video-terminales y teclados- en el marco del sistema unificado de computación de los países socialistas CAME. Es decir, estaba dentro de los planos del campo socialista que los países poco a poco escaparan de la determinación económica primario exportadora hacia actividades con alto valor agregado. Los planes quinquenales avanzaban hacia el desarrollo pleno de la agro-industria de la caña de azúcar; proceso interrumpido por el inicio del Periodo Especial en Tiempos de Paz. El desarrollo de la industria farmacológica y biotecnológica particularmente -fundado por Fidel Castro- en el inicio del Periodo Especial, permitió el desarrollo de medicinas para formas de cáncer, así como las vacunas COVID -19 (Mambisa, Abdalá, Soberana 1, 2 Plus) pese al bloqueo a insumos y la construcción de maquinaria radiológica.

Soberanía económica, comercial y financiera: Cuba se insertó desde 1972 en el Consejo de Ayuda Mutua Económica, CAME. El cambio y homologación de sus instituciones hacia el modelo soviético, el sistema de manejo de las cuentas nacionales, entre otras, fue una clara separación de occidente. En la década de 1990, Cuba por primera vez dependió únicamente de sus propios esfuerzos, hasta el arribo de Chávez al poder en Venezuela quien dio la mano a la isla. Sin embargo, la persistencia y visión de Fidel Castro en el fomento a los polos científicos, cambió la composición de la canasta de exportación, de materias primas, -servicios turismo y caña de azúcar- a productos con alto valor agregado, como la biotecnología y la medicina. El desarrollo del cooperativismo y el impulso del trabajo por cuenta propia o iniciativa privada, son consecuencia de las nuevas realidades, así como las alianzas económicas y comerciales en el contexto del realismo geopolítico actual: China, Federación de Rusia, Venezuela, Nicaragua, Irán, Corea del Norte. Esta es la dimensión que más ha sufrido la Revolución y al día de hoy Cuba vive una precariedad igual o superior a la del Periodo Especial. La economía doméstica anda en niveles críticos por bloqueo general de las remesas monetarias, impuesto por Trump.

En síntesis. La Revolución cubana es una doctrina anti-monroísta, fundada en las ideas de liberación americana de Simón Bolívar y José Martí y planteada desde el antiimperialismo como realidad y demanda propia de la época. Al mostrar la posibilidad de revelarse ante la dominación inspiró a varias naciones del mundo incluidas varias guerrillas latinoamericanas. Es un punto de inflexión histórico geopolítico porque ante la firme convicción estadounidense de dominio del continente americano presenta una doctrina de la liberación y la auto determinación. Su ejercicio del poder internacionalista le llevó hasta el corazón de África a obrar bajo el parámetro más crítico y radical de cualquier disputa de principios: el militar. Así como llevó milicias a África luego llevó médicos a todo el mundo al fundar las brigadas Henry Reeves, para intentar apoyar en la catástrofe propiciada por el huracán Catrina que golpeó el Estado de Luisiana, EE.UU. Cada una de las dimensiones de soberanía aquí detalladas es evidencia del calado moderno de la dimensión geopolítica crítica que impacta la Revolución, porque no solo atañe a una defensa o iniciativa de injerencia geográfica y militar, sino que exhibe las formas de lograr relevancia, divergencia, incorrección política y contra culturalidad. La Revolución cubana es una doctrina viva. Es una bandera cuyo tremor resulta incómodo e intolerable para las élites estadounidenses y que sin lugar a dudas les genera sentimientos de ambigüedad, frustración e incompletitud pues, ¿cómo lograr consolidar todos los eslóganes de su excepcionalismo, desprendidos del monroísmo, si a 228 millas marinas una isla desde hace ya 64 años contradice intensa y estoicamente el argumento?

La Revolución cubana: punto de inflexión histórico-geopolítico en la doctrina Monroe

La Revolución cubana es una doctrina anti-monroísta, fundada en las ideas de liberación americana de Simón Bolívar y José Martí.

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

El concepto de ‘doctrina’ puede tener definiciones desde la historia, la política, el derecho, la filosofía, la religión o el ámbito militar. En su acento etimológico significa ciencia, sabiduría, docere. En términos generales nos habla de un conjunto global de las concepciones teóricas enseñadas como verdaderas. En esencia es su propósito ser la línea esencial, basal sobre la cual se edifica, se actualiza, se pone en contexto su principio fundacional.

En ese sentido la doctrina Monroe en su idea ‘América para los americanos’ como extensión del “destino manifiesto”, se ha mantenido fiel y ha sido actualizada o complementada, no modificada, por otras formas de representación semántica: Destino manifiesto (ministro puritano John Cotton y John O’ Sullivan); Nación indispensable (T. RooseveltMadeleine Albright.); La ciudad que brilla sobre la colina (Ronald Reagan); Policía del mundo (Al menos desde F. Roosevelt hasta Bill Clinton); Nación excepcional (Obama – CIA); Un solo planeta una sola potencia (Obama y sus asesores); Orden basado en reglas (administración Biden – Departamento de Estado – CIA).

De esta forma, si en el artículo anterior se abordaba la frecuencia con la que se cita en la actualidad a la doctrina Monroe, se aprecia en las referencias anteriores que la misma expresión encuentra una suerte de extensiones y actualizaciones al colmo de los eslóganes que a bien tiene cada época y cada administración estadounidense y que le sirven como brazos que reafirman el principio doctrinal. De hecho, la Revolución cubana en sí misma encierra unos principios, sistema de ideas y, por fin, doctrina.

Se puede decir que en el caso cubano encontrar esa línea unificadora de la sociedad cubana requirió de discusiones y retroalimentaciones de la experiencia que fue vivida. La Revolución cubana se preguntó todo el tiempo y también obró con cierta espontaneidad ante los imperativos de la Guerra Fría, acerca de si ser una extensión mecánica e inmeditada de las revoluciones socialistas bolchevique o china. El propio Fernando Martínez Heredia hablaba de que la misma Revolución debió poner en marcha cierto “principio de herejía” ante los ‘manuales’ venidos de la vieja Europa y Eurasia.

De esta manera, Fidel Castro Ruz, el 30 de junio de 1960 en su discurso en la Biblioteca Nacional, usó al menos 157 veces la expresión ‘Revolución’ -refiriéndose obviamente a la cubana- y he aquí solo un par de fragmentos:

Y nosotros somos como la Revolución, es decir, que nos hemos improvisado bastante. Por eso no puede decirse que esta Revolución haya tenido ni la etapa de gestación que han tenido otras revoluciones, ni los dirigentes de la Revolución la madurez intelectual que han tenido los dirigentes de otras revoluciones.

Permítanme decirles en primer lugar que la Revolución defiende la libertad, que la Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades, que la Revolución no puede ser por esencia enemiga de las libertades; que, si la preocupación de alguno es que la Revolución vaya a asfixiar su espíritu creador, que esa preocupación es innecesaria, que esa preocupación no tiene razón de ser.

Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada…

Cuarenta años luego, el primero de mayo en su discurso del día de los trabajadores el mismo Fidel Castro señala que,

Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.”

Se aprecia un salto cualitativo en los dos discursos. En uno hay búsqueda de sentido, en el otro hay certeza de sentido y de rumbo. De esta manera, para comprender por qué la Revolución cubana hace un punto de inflexión histórico y geopolítico en la doctrina Monroe, lo primero a tener presente es que desarrolla una suma de principios doctrinales bajo la expresión misma de ‘Revolución cubana’. Que tales principios son de carácter dialéctico y desprovistos de modas o coyunturas y que ante una doctrina de expansión y dominación le era necesario el resguardo en una doctrina soberanista, rigurosa, con perspectivas primeras nacionales y también internacionales, como se verá.

Ahora bien. En una somera línea del tiempo -con algunos saltos abruptos y seguras omisiones- se aprecia que Cuba fue la primera en la mira de la doctrina Monroe, bajo el influjo de la política de la ‘fruta madura’ que también cumplió dos siglos este abril de 2023. La Enmienda Platt de 1901, la instauración de Guantánamo como una posición de soberanía estadounidense, hasta el presente y los desarrollos doctrinales geopolíticos de Alfred Manhan que contemplan a la doctrina Monroe y el destino manifiesto, continuados por N. Spykman sitúan a Cuba de natural dominio y posesión norteamericana; tanto como cualquiera de los Estados mexicanos incorporados por guerra, robo o pago obligado en el siglo XIX. La noción de ‘Mediterráneo americano’ como parte articuladora de las seis zonas de seguridad a controlar en la masa continental americana, implica el control de El Caribe y en éste es fundamental el control de Cuba.

Entonces, tras dos fundaciones institucionales clave: la OEA en 1948 y el TIAR en 1949, -las dos de innegable cariz monroísta- que dan inicio a la fase proteccionista del continente americano, excusada en la ‘amenaza soviética y comunista’, se da la Revolución cubana en 1959, cuando finalmente triunfa como control del Estado y el destierro y juicio de funcionarios batistianos. Si bien hasta 1961 la Revolución se declara socialista, ya en 1959 había izado la primera bandera anti-monroísta en la dimensión cultural con la fundación de Casa de las Américas y el premio dado por la misma institución. A contra pelo, según aprecia Jean Franco – en su célebre obra sobre la literatura latinoamericana durante la Guerra Fría – la CIA puso en circulación la revista ‘Mundo Nuevo’; donde escribieron autores del orbe latinoamericano e incluso del ‘boom latinoamericano’, casados ideológicamente con la Revolución cubana.

En lo sucedido entre 1960 y 1969, se aprecia una movilización del esfuerzo estadounidense implacable e incansable por cejar la Revolución. Desde la fundación de la Alianza para el Progreso ALPRO en 1961, pasando por la invasión frustrada de Playa Girón en 1961, dirigida por el, -según dicen y afaman- más ‘demócrata’ y brillante de los presidentes norteamericanos JFK. Luego se vivió la ‘crisis de los misiles’ en 1962 y en 1965 se fundó el Concejo de Defensa Centroamericana CONDECA y el año de 1969 se finiquitó el destino de la insurgencia en América Latina con el Informe Rockefeller y su sentencia de, ‘No se permitiría una segunda Cuba’. La presión sobre la Isla no ha parado y sería desbordante y fuera del propósito de estas reflexiones. Lo clave es resaltar que durante estas décadas y aún los años de 1980 Cuba preocupó al poder estadounidense quien le veía como un desafío y una ofensa de honor imperdonable; como una anomalía a su excepcionalismo, su destino manifiesto y su ‘América… -para ellos-’. Pero, ¿qué hacía cuba hasta los 80’s?

La doctrina Monroe ha implicado para los países de la región latinoamericana, la pérdida de soberanía en términos políticos y morales: imposibilidad de elegir y ejercer en libertad una postura propia al interior del país, sus necesidades y en las relaciones internacionales; culturales: encapsulamiento en los referentes de la cultura dominante estadounidense y occidental y su estilo de vida -‘american dream’- así como vergüenza y pérdida de las culturas y tradiciones nativas; tecnológicos y científico-técnicos: imposibilidad de construcción en tales áreas y de acuerdo a necesidades propias; renuncia a una epistemología propia y finalmente en términos de soberanía económica, comercial y financiera: están supeditados a la dinámica de la dependencia con intercambio desigual así como al confinamiento a la exportación primarias.

La Revolución cubana fue durante casi tres décadas una doctrina hecha práctica nacional e internacional, más precisamente internacionalista. Una doctrina anti-monroísta, inspirada en las ideas bolivarianistas y martianas, que atacó cada una de las anteriores pérdidas de soberanía. Se aprecia a continuación la inflexión histórico – geopolítica de la Revolución cubana, soberana y anti-monroísta:

Soberanía política y moral: Cuba, no renunció a la vía socialista y el propio Fidel Castro previó a inicios de 1989 el desmembramiento de la URSS y el socialismo. Ninguna elite soportaría lo que vendría sin un firme posicionamiento ideológico y moral, sin un respaldo popular masivo; lo que René Zavaleta denominaba ‘óptimo estatal’. También, el gobierno cubano mantiene consultas a su población y reformas constitucionales, como los Lineamientos de Política Económica y Social de 2011 a 2017 y su Plan Nacional de Desarrollo a 2030.

En el ámbito internacional, expresa sus aportes a la liberación de los pueblos de África, particularmente el Congo, y Angola, con cerca de 25 mil soldados cubanos. Este es un punto relevante. Ningún país de América Latina, sea México, Argentina o Brasil, potencias de la subregión, han manifestado un tipo de ayuda de este calado. Cuba se comportaba -a veces ante el desacuerdo de la URSS y China- como una potencia regional transcontinental. La batalla de Cuito Cuanavale en 1988 -dirigida por el propio Fidel Castro- es el referente emblemático de tal dimensión internacionalista cubana, que retoma principios universales martianos. Hay que pensar por un momento, qué significaba para los intereses y las visiones coloniales europeas y estadounidenses el hecho de que un país pequeño, con menos de 10 millones de habitantes, estaría mandando militares capacitados a más de 11 mil 300 kilómetros con el firme propósito de acabar con cuentos intereses coloniales.

Además, en el campo médico la Revolución cubana fundó en septiembre de 2005 -ya sin el amparo de las potencias comunistas- las Brigadas Henry Reeve, como expresión del poder blando de su internacionalismo, donde, según su páginaha estado presente con 28 brigadas en 22 países, donde más de 7 950 profesionales han enfrentado efectos de 16 inundaciones, ocho huracanes, ocho terremotos, así como cuatro epidemias… La Revolución cubana ha apoyado los procesos de paz en Colombia y ha brindado asilo como expresión de su criterio e independencia. Desde hace más de 32 años en la Asamblea General de Naciones Unidas, ha ganado con mayorías abrumadoras el rechazo al despropósito del bloqueo comercial, financiero, mercantil y sanitario impuesto por EE.UU. Rechazó asimismo insertarse en la OEA en 2015. Tal organización regional, -conocida sarcásticamente como el ministerio de las colonias- cuenta hoy en día con dos países menos: Nicaragua y Venezuela.

Soberanía cultural: Como se mencionó, el gobierno revolucionario fundó Casa de las Américas, para la comprensión y difusión de la singularidad cultural y literaria de América Latina y el Caribe, plataforma del boom latinoamericano. Asimismo, fundó la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños (EICTV) en 1986. La Feria del libro de La Habana es emblemática y las librerías en general promocionan la literatura escrita desde el Sur. Ha efectuado el fortalecimiento del Ballet Nacional de Cuba, como continuidad y referente mundial de la excelencia de un arte no usualmente frecuentado en la subregión. La música el son, el danzón la esencia afro – latina signan su impronta original y tradicional. Sus ajedrecistas gozan de prestigio y se encuentran bien posicionados en el mundo. Finalmente, en el deporte, sobre todo durante las tres décadas del campo socialista, logró ser potencia mundial y continental olímpico y panamericano.

Soberanía tecnológica y científico – técnica: La Revolución cubana logró la erradicación temprana del analfabetismo. Puso manos a la obra en el desarrollo de una estadística avanzada para medir y resolver necesidades bajo principios de racionalidad socialista. En lo que se llamaba por la época de los años 1960 ‘programación lineal’, se sumó a la producción de la CID-300 electrónica –video-terminales y teclados- en el marco del sistema unificado de computación de los países socialistas CAME. Es decir, estaba dentro de los planos del campo socialista que los países poco a poco escaparan de la determinación económica primario exportadora hacia actividades con alto valor agregado. Los planes quinquenales avanzaban hacia el desarrollo pleno de la agro-industria de la caña de azúcar; proceso interrumpido por el inicio del Periodo Especial en Tiempos de Paz. El desarrollo de la industria farmacológica y biotecnológica particularmente -fundado por Fidel Castro- en el inicio del Periodo Especial, permitió el desarrollo de medicinas para formas de cáncer, así como las vacunas COVID -19 (Mambisa, Abdalá, Soberana 1, 2 Plus) pese al bloqueo a insumos y la construcción de maquinaria radiológica.

Soberanía económica, comercial y financiera: Cuba se insertó desde 1972 en el Consejo de Ayuda Mutua Económica, CAME. El cambio y homologación de sus instituciones hacia el modelo soviético, el sistema de manejo de las cuentas nacionales, entre otras, fue una clara separación de occidente. En la década de 1990, Cuba por primera vez dependió únicamente de sus propios esfuerzos, hasta el arribo de Chávez al poder en Venezuela quien dio la mano a la isla. Sin embargo, la persistencia y visión de Fidel Castro en el fomento a los polos científicos, cambió la composición de la canasta de exportación, de materias primas, -servicios turismo y caña de azúcar- a productos con alto valor agregado, como la biotecnología y la medicina. El desarrollo del cooperativismo y el impulso del trabajo por cuenta propia o iniciativa privada, son consecuencia de las nuevas realidades, así como las alianzas económicas y comerciales en el contexto del realismo geopolítico actual: China, Federación de Rusia, Venezuela, Nicaragua, Irán, Corea del Norte. Esta es la dimensión que más ha sufrido la Revolución y al día de hoy Cuba vive una precariedad igual o superior a la del Periodo Especial. La economía doméstica anda en niveles críticos por bloqueo general de las remesas monetarias, impuesto por Trump.

En síntesis. La Revolución cubana es una doctrina anti-monroísta, fundada en las ideas de liberación americana de Simón Bolívar y José Martí y planteada desde el antiimperialismo como realidad y demanda propia de la época. Al mostrar la posibilidad de revelarse ante la dominación inspiró a varias naciones del mundo incluidas varias guerrillas latinoamericanas. Es un punto de inflexión histórico geopolítico porque ante la firme convicción estadounidense de dominio del continente americano presenta una doctrina de la liberación y la auto determinación. Su ejercicio del poder internacionalista le llevó hasta el corazón de África a obrar bajo el parámetro más crítico y radical de cualquier disputa de principios: el militar. Así como llevó milicias a África luego llevó médicos a todo el mundo al fundar las brigadas Henry Reeves, para intentar apoyar en la catástrofe propiciada por el huracán Catrina que golpeó el Estado de Luisiana, EE.UU. Cada una de las dimensiones de soberanía aquí detalladas es evidencia del calado moderno de la dimensión geopolítica crítica que impacta la Revolución, porque no solo atañe a una defensa o iniciativa de injerencia geográfica y militar, sino que exhibe las formas de lograr relevancia, divergencia, incorrección política y contra culturalidad. La Revolución cubana es una doctrina viva. Es una bandera cuyo tremor resulta incómodo e intolerable para las élites estadounidenses y que sin lugar a dudas les genera sentimientos de ambigüedad, frustración e incompletitud pues, ¿cómo lograr consolidar todos los eslóganes de su excepcionalismo, desprendidos del monroísmo, si a 228 millas marinas una isla desde hace ya 64 años contradice intensa y estoicamente el argumento?

La Revolución cubana es una doctrina anti-monroísta, fundada en las ideas de liberación americana de Simón Bolívar y José Martí.

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

El concepto de ‘doctrina’ puede tener definiciones desde la historia, la política, el derecho, la filosofía, la religión o el ámbito militar. En su acento etimológico significa ciencia, sabiduría, docere. En términos generales nos habla de un conjunto global de las concepciones teóricas enseñadas como verdaderas. En esencia es su propósito ser la línea esencial, basal sobre la cual se edifica, se actualiza, se pone en contexto su principio fundacional.

En ese sentido la doctrina Monroe en su idea ‘América para los americanos’ como extensión del “destino manifiesto”, se ha mantenido fiel y ha sido actualizada o complementada, no modificada, por otras formas de representación semántica: Destino manifiesto (ministro puritano John Cotton y John O’ Sullivan); Nación indispensable (T. RooseveltMadeleine Albright.); La ciudad que brilla sobre la colina (Ronald Reagan); Policía del mundo (Al menos desde F. Roosevelt hasta Bill Clinton); Nación excepcional (Obama – CIA); Un solo planeta una sola potencia (Obama y sus asesores); Orden basado en reglas (administración Biden – Departamento de Estado – CIA).

De esta forma, si en el artículo anterior se abordaba la frecuencia con la que se cita en la actualidad a la doctrina Monroe, se aprecia en las referencias anteriores que la misma expresión encuentra una suerte de extensiones y actualizaciones al colmo de los eslóganes que a bien tiene cada época y cada administración estadounidense y que le sirven como brazos que reafirman el principio doctrinal. De hecho, la Revolución cubana en sí misma encierra unos principios, sistema de ideas y, por fin, doctrina.

Se puede decir que en el caso cubano encontrar esa línea unificadora de la sociedad cubana requirió de discusiones y retroalimentaciones de la experiencia que fue vivida. La Revolución cubana se preguntó todo el tiempo y también obró con cierta espontaneidad ante los imperativos de la Guerra Fría, acerca de si ser una extensión mecánica e inmeditada de las revoluciones socialistas bolchevique o china. El propio Fernando Martínez Heredia hablaba de que la misma Revolución debió poner en marcha cierto “principio de herejía” ante los ‘manuales’ venidos de la vieja Europa y Eurasia.

De esta manera, Fidel Castro Ruz, el 30 de junio de 1960 en su discurso en la Biblioteca Nacional, usó al menos 157 veces la expresión ‘Revolución’ -refiriéndose obviamente a la cubana- y he aquí solo un par de fragmentos:

Y nosotros somos como la Revolución, es decir, que nos hemos improvisado bastante. Por eso no puede decirse que esta Revolución haya tenido ni la etapa de gestación que han tenido otras revoluciones, ni los dirigentes de la Revolución la madurez intelectual que han tenido los dirigentes de otras revoluciones.

Permítanme decirles en primer lugar que la Revolución defiende la libertad, que la Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades, que la Revolución no puede ser por esencia enemiga de las libertades; que, si la preocupación de alguno es que la Revolución vaya a asfixiar su espíritu creador, que esa preocupación es innecesaria, que esa preocupación no tiene razón de ser.

Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada…

Cuarenta años luego, el primero de mayo en su discurso del día de los trabajadores el mismo Fidel Castro señala que,

Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.”

Se aprecia un salto cualitativo en los dos discursos. En uno hay búsqueda de sentido, en el otro hay certeza de sentido y de rumbo. De esta manera, para comprender por qué la Revolución cubana hace un punto de inflexión histórico y geopolítico en la doctrina Monroe, lo primero a tener presente es que desarrolla una suma de principios doctrinales bajo la expresión misma de ‘Revolución cubana’. Que tales principios son de carácter dialéctico y desprovistos de modas o coyunturas y que ante una doctrina de expansión y dominación le era necesario el resguardo en una doctrina soberanista, rigurosa, con perspectivas primeras nacionales y también internacionales, como se verá.

Ahora bien. En una somera línea del tiempo -con algunos saltos abruptos y seguras omisiones- se aprecia que Cuba fue la primera en la mira de la doctrina Monroe, bajo el influjo de la política de la ‘fruta madura’ que también cumplió dos siglos este abril de 2023. La Enmienda Platt de 1901, la instauración de Guantánamo como una posición de soberanía estadounidense, hasta el presente y los desarrollos doctrinales geopolíticos de Alfred Manhan que contemplan a la doctrina Monroe y el destino manifiesto, continuados por N. Spykman sitúan a Cuba de natural dominio y posesión norteamericana; tanto como cualquiera de los Estados mexicanos incorporados por guerra, robo o pago obligado en el siglo XIX. La noción de ‘Mediterráneo americano’ como parte articuladora de las seis zonas de seguridad a controlar en la masa continental americana, implica el control de El Caribe y en éste es fundamental el control de Cuba.

Entonces, tras dos fundaciones institucionales clave: la OEA en 1948 y el TIAR en 1949, -las dos de innegable cariz monroísta- que dan inicio a la fase proteccionista del continente americano, excusada en la ‘amenaza soviética y comunista’, se da la Revolución cubana en 1959, cuando finalmente triunfa como control del Estado y el destierro y juicio de funcionarios batistianos. Si bien hasta 1961 la Revolución se declara socialista, ya en 1959 había izado la primera bandera anti-monroísta en la dimensión cultural con la fundación de Casa de las Américas y el premio dado por la misma institución. A contra pelo, según aprecia Jean Franco – en su célebre obra sobre la literatura latinoamericana durante la Guerra Fría – la CIA puso en circulación la revista ‘Mundo Nuevo’; donde escribieron autores del orbe latinoamericano e incluso del ‘boom latinoamericano’, casados ideológicamente con la Revolución cubana.

En lo sucedido entre 1960 y 1969, se aprecia una movilización del esfuerzo estadounidense implacable e incansable por cejar la Revolución. Desde la fundación de la Alianza para el Progreso ALPRO en 1961, pasando por la invasión frustrada de Playa Girón en 1961, dirigida por el, -según dicen y afaman- más ‘demócrata’ y brillante de los presidentes norteamericanos JFK. Luego se vivió la ‘crisis de los misiles’ en 1962 y en 1965 se fundó el Concejo de Defensa Centroamericana CONDECA y el año de 1969 se finiquitó el destino de la insurgencia en América Latina con el Informe Rockefeller y su sentencia de, ‘No se permitiría una segunda Cuba’. La presión sobre la Isla no ha parado y sería desbordante y fuera del propósito de estas reflexiones. Lo clave es resaltar que durante estas décadas y aún los años de 1980 Cuba preocupó al poder estadounidense quien le veía como un desafío y una ofensa de honor imperdonable; como una anomalía a su excepcionalismo, su destino manifiesto y su ‘América… -para ellos-’. Pero, ¿qué hacía cuba hasta los 80’s?

La doctrina Monroe ha implicado para los países de la región latinoamericana, la pérdida de soberanía en términos políticos y morales: imposibilidad de elegir y ejercer en libertad una postura propia al interior del país, sus necesidades y en las relaciones internacionales; culturales: encapsulamiento en los referentes de la cultura dominante estadounidense y occidental y su estilo de vida -‘american dream’- así como vergüenza y pérdida de las culturas y tradiciones nativas; tecnológicos y científico-técnicos: imposibilidad de construcción en tales áreas y de acuerdo a necesidades propias; renuncia a una epistemología propia y finalmente en términos de soberanía económica, comercial y financiera: están supeditados a la dinámica de la dependencia con intercambio desigual así como al confinamiento a la exportación primarias.

La Revolución cubana fue durante casi tres décadas una doctrina hecha práctica nacional e internacional, más precisamente internacionalista. Una doctrina anti-monroísta, inspirada en las ideas bolivarianistas y martianas, que atacó cada una de las anteriores pérdidas de soberanía. Se aprecia a continuación la inflexión histórico – geopolítica de la Revolución cubana, soberana y anti-monroísta:

Soberanía política y moral: Cuba, no renunció a la vía socialista y el propio Fidel Castro previó a inicios de 1989 el desmembramiento de la URSS y el socialismo. Ninguna elite soportaría lo que vendría sin un firme posicionamiento ideológico y moral, sin un respaldo popular masivo; lo que René Zavaleta denominaba ‘óptimo estatal’. También, el gobierno cubano mantiene consultas a su población y reformas constitucionales, como los Lineamientos de Política Económica y Social de 2011 a 2017 y su Plan Nacional de Desarrollo a 2030.

En el ámbito internacional, expresa sus aportes a la liberación de los pueblos de África, particularmente el Congo, y Angola, con cerca de 25 mil soldados cubanos. Este es un punto relevante. Ningún país de América Latina, sea México, Argentina o Brasil, potencias de la subregión, han manifestado un tipo de ayuda de este calado. Cuba se comportaba -a veces ante el desacuerdo de la URSS y China- como una potencia regional transcontinental. La batalla de Cuito Cuanavale en 1988 -dirigida por el propio Fidel Castro- es el referente emblemático de tal dimensión internacionalista cubana, que retoma principios universales martianos. Hay que pensar por un momento, qué significaba para los intereses y las visiones coloniales europeas y estadounidenses el hecho de que un país pequeño, con menos de 10 millones de habitantes, estaría mandando militares capacitados a más de 11 mil 300 kilómetros con el firme propósito de acabar con cuentos intereses coloniales.

Además, en el campo médico la Revolución cubana fundó en septiembre de 2005 -ya sin el amparo de las potencias comunistas- las Brigadas Henry Reeve, como expresión del poder blando de su internacionalismo, donde, según su páginaha estado presente con 28 brigadas en 22 países, donde más de 7 950 profesionales han enfrentado efectos de 16 inundaciones, ocho huracanes, ocho terremotos, así como cuatro epidemias… La Revolución cubana ha apoyado los procesos de paz en Colombia y ha brindado asilo como expresión de su criterio e independencia. Desde hace más de 32 años en la Asamblea General de Naciones Unidas, ha ganado con mayorías abrumadoras el rechazo al despropósito del bloqueo comercial, financiero, mercantil y sanitario impuesto por EE.UU. Rechazó asimismo insertarse en la OEA en 2015. Tal organización regional, -conocida sarcásticamente como el ministerio de las colonias- cuenta hoy en día con dos países menos: Nicaragua y Venezuela.

Soberanía cultural: Como se mencionó, el gobierno revolucionario fundó Casa de las Américas, para la comprensión y difusión de la singularidad cultural y literaria de América Latina y el Caribe, plataforma del boom latinoamericano. Asimismo, fundó la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños (EICTV) en 1986. La Feria del libro de La Habana es emblemática y las librerías en general promocionan la literatura escrita desde el Sur. Ha efectuado el fortalecimiento del Ballet Nacional de Cuba, como continuidad y referente mundial de la excelencia de un arte no usualmente frecuentado en la subregión. La música el son, el danzón la esencia afro – latina signan su impronta original y tradicional. Sus ajedrecistas gozan de prestigio y se encuentran bien posicionados en el mundo. Finalmente, en el deporte, sobre todo durante las tres décadas del campo socialista, logró ser potencia mundial y continental olímpico y panamericano.

Soberanía tecnológica y científico – técnica: La Revolución cubana logró la erradicación temprana del analfabetismo. Puso manos a la obra en el desarrollo de una estadística avanzada para medir y resolver necesidades bajo principios de racionalidad socialista. En lo que se llamaba por la época de los años 1960 ‘programación lineal’, se sumó a la producción de la CID-300 electrónica –video-terminales y teclados- en el marco del sistema unificado de computación de los países socialistas CAME. Es decir, estaba dentro de los planos del campo socialista que los países poco a poco escaparan de la determinación económica primario exportadora hacia actividades con alto valor agregado. Los planes quinquenales avanzaban hacia el desarrollo pleno de la agro-industria de la caña de azúcar; proceso interrumpido por el inicio del Periodo Especial en Tiempos de Paz. El desarrollo de la industria farmacológica y biotecnológica particularmente -fundado por Fidel Castro- en el inicio del Periodo Especial, permitió el desarrollo de medicinas para formas de cáncer, así como las vacunas COVID -19 (Mambisa, Abdalá, Soberana 1, 2 Plus) pese al bloqueo a insumos y la construcción de maquinaria radiológica.

Soberanía económica, comercial y financiera: Cuba se insertó desde 1972 en el Consejo de Ayuda Mutua Económica, CAME. El cambio y homologación de sus instituciones hacia el modelo soviético, el sistema de manejo de las cuentas nacionales, entre otras, fue una clara separación de occidente. En la década de 1990, Cuba por primera vez dependió únicamente de sus propios esfuerzos, hasta el arribo de Chávez al poder en Venezuela quien dio la mano a la isla. Sin embargo, la persistencia y visión de Fidel Castro en el fomento a los polos científicos, cambió la composición de la canasta de exportación, de materias primas, -servicios turismo y caña de azúcar- a productos con alto valor agregado, como la biotecnología y la medicina. El desarrollo del cooperativismo y el impulso del trabajo por cuenta propia o iniciativa privada, son consecuencia de las nuevas realidades, así como las alianzas económicas y comerciales en el contexto del realismo geopolítico actual: China, Federación de Rusia, Venezuela, Nicaragua, Irán, Corea del Norte. Esta es la dimensión que más ha sufrido la Revolución y al día de hoy Cuba vive una precariedad igual o superior a la del Periodo Especial. La economía doméstica anda en niveles críticos por bloqueo general de las remesas monetarias, impuesto por Trump.

En síntesis. La Revolución cubana es una doctrina anti-monroísta, fundada en las ideas de liberación americana de Simón Bolívar y José Martí y planteada desde el antiimperialismo como realidad y demanda propia de la época. Al mostrar la posibilidad de revelarse ante la dominación inspiró a varias naciones del mundo incluidas varias guerrillas latinoamericanas. Es un punto de inflexión histórico geopolítico porque ante la firme convicción estadounidense de dominio del continente americano presenta una doctrina de la liberación y la auto determinación. Su ejercicio del poder internacionalista le llevó hasta el corazón de África a obrar bajo el parámetro más crítico y radical de cualquier disputa de principios: el militar. Así como llevó milicias a África luego llevó médicos a todo el mundo al fundar las brigadas Henry Reeves, para intentar apoyar en la catástrofe propiciada por el huracán Catrina que golpeó el Estado de Luisiana, EE.UU. Cada una de las dimensiones de soberanía aquí detalladas es evidencia del calado moderno de la dimensión geopolítica crítica que impacta la Revolución, porque no solo atañe a una defensa o iniciativa de injerencia geográfica y militar, sino que exhibe las formas de lograr relevancia, divergencia, incorrección política y contra culturalidad. La Revolución cubana es una doctrina viva. Es una bandera cuyo tremor resulta incómodo e intolerable para las élites estadounidenses y que sin lugar a dudas les genera sentimientos de ambigüedad, frustración e incompletitud pues, ¿cómo lograr consolidar todos los eslóganes de su excepcionalismo, desprendidos del monroísmo, si a 228 millas marinas una isla desde hace ya 64 años contradice intensa y estoicamente el argumento?

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