La mayoría de los líderes occidentales sabe que el tiempo se acabó. Ellos saben que tres elecciones claves van a jugar un enorme papel en aplicar los frenos a la campaña que permanentemente provee a la cábala de Kiev.
Aparentemente no fue Albert Einstein quien dijo “La definición de locura está ocasionando lo mismo una y otra vez, pero esperando resultados diferentes”. Pero nos gusta pensar que fue él, de manera que se convirtió en una cita atribuida a él. De qué otra manera se podría describir esa fiel determinación de Occidente de empalarse a sí mismo con la agonía de la guerra de Ucrania, en tanto que a nosotros nos lleva a creer que la OTAN y Estados Unidos están decididos a atrincherarse para una larga guerra. Esta creencia es todavía alentadora a pesar de la enorme decepción de la denominada “contraofensiva” que ni siquiera ha penetrado la Línea Maginot que Rusia ha construido a lo largo de 900 kilómetros de línea fortificada.
El enceguecido dogma de los miembros de la OTAN en la última cumbre en Vilnius emana de la borrachera producto de sus propias noticias falsas que rigurosamente bombean día a día desde la factoría de propaganda en Kiev. Es tanto lo que hay sobre esto que es apenas sorprendente que Biden y sus perritos falderos europeos lo consumen en exceso sin fijarse en los hechos concretos. No se trata sencillamente que “Ucrania se ha quedado sin pertrechos” como lo dijo Biden. Es mucho más que eso.
Lo que pasa es que ha sido demostrado una y otra vez que ellos no tienen la voluntad, los recursos y la tropa calificada para enfrentar al ejército ruso y que enviar más y más pertrechos militares solo retardará la inevitable derrota. O por lo menos un armisticio que habrá de suceder a un nivel no oficial en algún momento si es que un armisticio oficial no se consigue firmar.
Zelensky se vio preocupado durante la conferencia de Vilnius. Y eso no sorprende a nadie. Incluso cuando uno se fija en las promesas hechas por los países occidentales acerca del material de guerra, no cabe duda que la velocidad de las entregas y las cantidades reales, radicalmente han bajado. De tal manera que ¿cómo podría Ucrania o la OTAN creer que pueden ganar la guerra siquiera en años venideros?
Después de todo, pelear una guerra sin pertrechos militares es como hornear pan sin harina.
La verdad es que mayoría de los líderes occidentales ya saben que el tiempo se agotó.
Ellos saben que tres importantes elecciones van a jugar un rol muy importante aplicando los frenos durante las campañas para permanentemente abastecer a la cábala de Kiev, que según algunas informes, están comprando propiedades por valor de siete millones de euros en Cannes con dinero que está siendo sifoneado. Después de todo, la guerra es un fraude y Ucrania es uno de los países más corruptos del mundo. ¿Deberíamos sorprendernos que un ministro de estado tenga cuantiosos recursos financieros para producir semejante regalo de bodas a su descendiente?
Por supuesto que las tres elecciones son las elecciones generales en el Reino Unido, la elección presidencial en Estados Unidos y las elecciones parlamentarias en Europa. Las tres se llevarán a efecto a fines del 2024 y serán la primera vez de verdad que los pueblos tendrán la oportunidad de hacer declaraciones acerca de la guerra y de los abismales rigores que esta impone a los pueblos de los países occidentales.
Es como si Joe Bien también supiera que será extremadamente difícil para él plantarse como presidente cuando tenga que explicar por qué él ha enviado más de 130 mil millones de dólares, dinero de los contribuyentes, hacia un país que muy pocos norteamericanos pueden encontrar en el mapa del mundo.
El dinero importa. Finalmente importa. El argumento por el lado norteamericano de que no importa ya que es impreso y luego entregado al complejo industrial militar tiene alguna validez ya que asegura puestos de trabajo y mantiene a esas compañías boyantes. Pero se trata de dinero público. De tal modo que con toda razón, el pueblo querrá saber por qué ese mismo dinero no se gastó entre los muy pobres.
Para los europeos es algo muy diferente. Ellos pagan un precio mucho más alto por la guerra de Ucrania y la locura de sus gobiernos que se regodean con la ayuda militar como niños disfrutando una torta de chocolate mientras los padres no los ven. La economía de Alemania está quebrada. Los jefes de hogar en el Reino Unido están enfrentados a perder sus viviendas debido a las colosales alzas de las tasas hipotecarias, con una generación entera ahora incapacitada para treparse en la escala de la vivienda. ¿Cómo explicarán eso los políticos en las urnas?
En realidad se trata del dinero. La OTAN sabe que necesita mucho más que la minúscula oferta del dos por ciento del PIB cosa que en realidad solo once de los miembros de la OTAN lo aceptan. Todas las reservas militares de los países occidentales están agotadas, de manera que no solo la OTAN y sus miembros necesitan encontrar tres mil millones más de dólares para Ucrania. Los números realmente no cuadran. Incluso a nivel de la Unión Europea, Ursula von der Leyen es casi seguro que va a ser secretaria general de la OTAN cuando expire su período como presidenta de la Comisión de la Unión Europea dentro de un año, y ya está exhibiendo su alcancía.
Ella tiene la esperanza de conseguir veinte mil millones de euros para dárselos a Ucrania los próximos cuatro años como ayuda militar. Para la guerra de Ucrania es bastante poco.
Para la Unión Europea misma no existe una señal clara cómo ella piensa obtenerlo
cuando ya le está pidiendo a los estados miembros que contribuyan con treinta mil millones de euros más del presupuesto, para pagar el otro flagrante fraude de las vacunas anti COVID cuando en cierto momento fue acusada de tener conexiones corruptas hasta que sus colegas lograron encubrir el escándalo. Europa no solo no tiene efectivo o un restante equipo militar que le quede para ofrecérselo a Ucrania, tiene graves problemas financieros propios que resolver por parte de sus propias elites y retener el poder que ellos ostentan. El único respiro sería tener mucho más efectivo proveniente de Estados Unidos, cosa que probablemente Biden no esté considerando. Los europeos han pagado en exceso. Nos hallamos ante un vacío almacén de Amazon con todos sus trabajadores haciendo cola en los bancos de alimentos.
Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona