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Jhosman Barbosa
December 30, 2025
© Photo: Public domain

La doctrina Monroe no es sólo el influjo externo sobre la región, sino que constituye el deseo y la actitud intrínseca lacaya de las élites regionales latinoamericanas y caribeñas.

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

No se trata esta reflexión de exhibir el panorama político en tanto la diversidad de candidatos e ideologías que pueda haber. Se trata de poner en contexto regional lo que puede pasar en el país de retornar a la ultraderecha y alejarse de la línea progresista que ha hecho bien su trabajo a nivel de política interior, -de la política exterior ya me he referido en otros artículos- como lo ha corroborado la propia ultraderecha comunicacional de BBC y a contracorriente de una oposición irreflexiva, ignorante, pobre argumentativa y académicamente, cuando no decididamente fascista con un odio de clase marcado.

Breve semblanza de la gestión Petro

La Corte Constitucional y el Concejo de Estado, sus magistrados, la fiscalía, la procuraduría, la contraloría, el Concejo Nacional Electoral, algunos gobernadores de regiones, cuna del paramilitarismo, todos han obrado de una forma u otra también en contra de reformas en favor de sectores populares que ha dictaminado la propia Corte Constitucional, quien insta y obliga a ser acatada en la priorización del bienestar social. Es la misma corte que negó un Estado de Emergencia Económica para el Departamento de La Guajira, decretado por el gobierno Petro a inicios de su mandato. También los medios de comunicación de ultraderecha (CARACOL, RCN, CITYTV, El Espectador, El Tiempo, WRadio [órgano de desinformación y propaganda del Grupo Prissa, de España], Revista Semana [comprada por el conglomerado económico de la familia Gilinsky, para arruinar una línea editorial de mediana calidad y volverla reaccionaria, amarillista e incendiaria] y otras de carácter regional) envenenan a una sociedad pobre en su formación política, hastiada por un conflicto armado de más de 70 años, sin identidad de clase y donde por el contrario se decanta por las formas reaccionarias de los candidatos. No hay que olvidar que Gustavo Petro Urrego llegó al poder con una balanza apenas superior tres o cuatro puntos sobre el ignorante y explotador, además de vulgar, Rodolfo Hernández, de ultraderecha.

Para el primer gobierno no emergido de las entrañas de la élite colombiana, -mismas que han asesinado a varios candidatos y prospectos de cambio nacional, desde Los Comuneros de finales del siglo XVIII, pasando por el líder liberal de ideas socialistas, Jorge Eliécer Gaitán en 1948, hasta Bernardo Jaramillo y Pardo Leal, candidatos presidenciales de la exterminada Unión Patriótica, UP- no es posible efectuar tantos cambios como se necesitan tras más de doscientos años de dominio de la élite criolla, heredera de las propiedades y el ´poder de los españoles.

Seguro hay errores de procedimiento, confianza, velocidad -mucha paciencia con el trámite de reformas en senado y cámara- y de nombramientos no idóneos en carteras ministeriales; como la primera ministra de minas y energía, Irene Vélez, -filósofa y geógrafa- ignorante de temas petroleros, energéticos y mineros o el ministro de educación, Alejandro Gaviria, exministro de salud del gobierno Santos, que se dedicó a sabotear la gestión presidencial, la reforma a la salud y a las Empresas Prestadoras de Salud EPS y su propio ministerio. Nombró al economista José Antonio Ocampo, en el ministerio de hacienda, pese a su trayectoria en CEPAL y su enfoque neoliberal, disfrazado de diversificación económica, inversión pública, etc.

Sin embargo, el último informe de gestión evidenció que la economía colombiana es una de las que más creció de la región, también fortalecida frente al dólar. Así, se denotó en su informe un crecimiento económico del 2,7% y el 3,6% en el trimestre octubre a diciembre; un aumento real del salario básico o mínimo del 17,7% entre 2023 y 2025, lo que no ha dañado ni la economía, ni las ganancias de las empresas y sectores económicos que le ODIAN por provenir del sector popular y haber formado parte del grupo subversivo M-19. Tiene la tasa de desempleo más baja de la historia, con 8,2% y pese a las jugadas del propio José Antonio Ocampo, en su corta gestión en Hacienda, unas finanzas públicas tan sanas como es posible y un presupuesto de 85 billones de pesos (22.553 millones de dólares) para 2026. Las inversiones en salud, educación, infraestructura y otros anuncios, dados en alocución presidencial del día, donde también sustentó la pertinencia de expedir un decreto de emergencia económica, por un mes, viéndose reflejado este balance en cifras en la prensa internacional, no amiga del gobierno progresista.

Aunque el gobierno diga lo contrario, considero que el proyecto de Paz Total, como lo analicé en otro artículo, fue un fracaso que ni siquiera dependía del propio gobierno, sino que encuentra sus raíces e imposibilidades en el carácter estructural del conflicto armado colombiano en el contexto de la geopolítica regional, del propio narcotráfico incluso.

La credibilidad positiva en la administración progresista se ve además de las cifras en la participación de las comunidades marginadas, minorías y sectores como mujeres en el conflicto armado y políticas de juventud. En esta línea y sabiendo que dejo sólo una idea somera de la gestión del actual gobierno colombiano, invito a leer o ver del presidente Petro  los informes de gestión, los contrastes con las cúpulas siempre desalentadas de FEDESARROLLO y tal vez un comparativo regional.

Latinoamérica y el Caribe: el mismo Monroe y casi la misma región

Cuando James Monroe dio pie a la polémica Doctrina Monroe, en 1823, retomada de las ideas de John Quincy Adams, la América, que no se dividía en centro, sur y norte, se encontraba en plena ebullición de las independencias. Un ciclo desde el inicio del siglo XIX y que se consolidó mayoritariamente hacia 1828, con la independencia de Uruguay. Claro está, los casos atípicos se avistan en las Grandes Antillas, donde Haití fue la primera entre 1791 y 1803. Siendo la última la cubana en 1898, consolidada en 1902.

La idea de las élites criollas era administrar los recursos que quedaban, siendo las tres expediciones botánicas: de Nueva España, Nuevo Reino de Granada y Virreinato del Perú, una medición poderosa de las riquezas en flora, fauna y minerales. De esta suerte y sin ahondar en más, puede señalarse que el norte a seguir era de tipo europeo, francés e inglés particularmente; la Ilustración como fuente de inspiración de los derechos, de la democracia naciente de las repúblicas y poco a poco, la impronta inglesa de trabajo asalariado vendida como última piedra en el sepulcro del sistema de propiedad de esclavos o formas parecidas, -para no detallar un grueso debate- al tipo feudal europeo, mediante el cual la encomienda y otro tanto la hacienda, articularon economía, cultura, demografía y poder regional.

La alienación era indiscutible. El norte era tomar todo lo europeo de la naciente modernidad basada en los Derechos del Hombre y el Ciudadano y dejar atrás el sistema monárquico imperial hispano – lusitano.

En tal escenario, la recién independizada Norteamérica, en 1776, contrario a la aparente ‘fraternidad’ y ‘defensa’ de lo ‘americano’ como totalidad continental y caribeña, negó o vendió caro el apoyo a las independencias de la región; triplicando el precio de las armas de fuego a los patriotas revolucionarios mexicanos o negando de facto apoyo a las campañas libertadoras de Bolívar. Si bien es cierto, llevaban poco los yanquis de independencia, su ánimo hacia sus vecinos americanos fue utilitario y mezquino. De hecho, se dedicó a exterminar a sus comunidades indoamericanas en las llamadas Guerras de indias, de Remoción de indígenas y las Guerras de las llanuras; todas dadas entre 1776 y 1890.

Las recién nacidas repúblicas, endeudadas con Inglaterra o con sus propios hacendados y criollos ricos, que se quedaron con todo lo de propiedad de los españoles insulares sin mejorar a los nativos del continente, se formaron dentro de la línea inevitable de economías de plantación y de enclave, en donde se dedicaron a continuar con las mismas exportaciones que manejaban cuando eran virreinatos españoles o portugueses. Salvo los casos de México, Argentina, Brasil y Uruguay, que se proyectaron hacia insipientes industrias. Sin embargo, el despegue de la revolución industrial en la Europa más norteña e Inglaterra, ligada al desarrollo del comercio global y los capitales financieros, crearon una brecha con los nacientes Estados latinoamericanos que hasta el día de hoy se mantiene.

Así, la vinculación de la región desde siempre a la primario exportación sin desarrollo de ciencia, tecnología, educación, investigación y demás características de lo que inevitablemente como expresión del proceso histórico hoy constituye el modelo básico de ‘progreso’ y competencia global, América Latina y el Caribe siguen dependiendo de padrinos; sean las potencias europeas en su momento o EE.UU., sea apoyándose en la URSS durante la Guerra Fría, como apoyo de la soberanía fracasada y contención de las formas imperialistas capitalistas o sea apoyándose hoy de nuevo en el opositor chino a la potencia decadente estadounidense. También la actual Rusia capitalista sui generis se ha vuelto en algunas naciones un elemento de contención y respiro soberano y al igual que la URSS, de cierta transferencia de tecnología.

A lo anterior, hay que señalar que durante el periodo unipolar post Guerra Fría, entre 1989 (derribo del muro de Berlin) y 2007 (discurso de Vladímir Putin en el foro de Múnich, Alemania) y luego en la inflexión y disputa creciente de Rusia y China vs EE.UU. que poco a poco fue tomando forma hasta lo que vemos hoy: guerra en Ucrania y hostilidades por Taiwán, y con un Estados Unidos poco vigilante de su patio, nacieron sin mucha oposición y por vía democrática -sufragio- varios gobiernos progresistas, herederos de las reivindicaciones de la izquierda y de los movimientos sociales, autónomos, campesinos, obreros e indoamericanos.

Estos gobiernos, dedicados a la revolución no alcanzada anteriormente, ahora la intentaban mediante el reformismo que conciliaba con las élites y las obligaba a recaudos fiscales más fuertes y a una inversión en el Estado de Bienestar. La experiencia venezolana fue más allá y se encaminó de la mano de las petrodivisas hacia el socialismo. El Ecuador de Rafael Correa, además de un gobierno brillante de gran inversión en infraestructura 5G, educativa y hospitalaria, dio el paso contra el señor Monroe y expulsó a la base militar estadounidense de Manta. Evo Morales reformó la constitución – de hecho, este periodo tuvo varias asambleas constituyentes- y dio impulso y dignificación al sector mayoritario de Bolivia. El indoamericano.

Basta decir que mientras EE.UU. se dedicó a invadir Oriente Medio, ampliar la OTAN cerca a la Federación de Rusia e iniciar sus ofensivas hacia China, la región latinoamericana configuró una suma mayoritaria de gobiernos anti neoliberales, soberanistas y que mediante reformas constitucionales en varios países logró reelecciones presidenciales que dieron continuidad a las políticas, bajo el ojo atento de las cúpulas y élites militares de tales países. Sin embargo, muy poco se avanzó en términos de cambios del patrón económico primario exportador. La brecha como señalé, no hizo más que crecer desde el nacimiento de las repúblicas y la primera revolución industrial en Europa.

En toda esta época, que demarco entre el triunfo electoral de Hugo Chávez Frías, en 1999 y el de gustavo Petro Urrego, en 2022, 23 años con dos oleadas progresistas (1999-2014 y 2015-2022) no lograron, salvo quizá en Venezuela y Nicaragua, construirse cuadros políticos y conciencia política y de clase trabajadora. Los progresismos, se dedican a ampliar bienes y servicios sin mediación de la conciencia de clase, sin conciencia de la enajenación que implica el consumo, lo que lleva a que la gente vote por tales gobiernos en función de un bien o servicio recibido, pero no de un concepto claro ni metas, ni idea de futuro.

Si lo duda el lector, revise cómo Argentina tras más de veinte años de progres en el poder, salvo el bache macrista, o el Brasil de Dilma, o la Bolivia de Evo – Arce y otros ejemplos, giraron a la derecha. Y claro, a Dilma la sacaron de su mandato y nadie movió un dedo. Nadie. Correa no tuvo olfato para ver a un traidor y señaló a Lenin Moreno, quien desbarató las obras y logros correístas, le emitió orden de captura y confinó al infierno al vicepresidente Jorge Glas. Esto que he señalado marca en parte la inflexión del primer ciclo progresista y evidencia la reacción de la derecha subcontinental por retomar el poder a toda costa.

Sin embargo, el espíritu de la Doctrina Monroe pasó un mal rato durante estos 23 años, durante los cuales como señalo en el subtítulo la región es casi la misma. Pudo sacudirse, pero cometió errores el progresismo. Fue tímido, concilió demasiado, subestimó a la derecha, no construyó cuadros políticos ni conciencia activa en la sociedad. Creyó que la derecha respetaría el pacto social. Nada de eso. Además, la región siguió pegada a las bonanzas de los comodites, particularmente energéticos y no ha dado el salto hacia la ciencia, la técnica y la investigación. Véase los rankings de patentes, allí se puede verificar quiénes mandan y mandarán.

Monroe: de doctrina de dominación a refugio al fin de la hegemonía estadounidense

Llegando a la actualidad, al gobierno de Donald Trump, se encuentra que a regañadientes la élite y el Estado profundo reconocen que van perdiendo en la guerra por la hegemonía con Rusia y particularmente con China; lo que le obliga a un repliegue que, sin sugerir una mesa de tipo Yalta 2.0, para repartir áreas de injerencia mundial, demuestre por fuerza que América Latina y el Caribe, es de su prioridad y propiedad total.

Es obvio que la Doctrina Monroe NO respeta otras áreas de otras potencias, simplemente repite como un mantra: ‘América para los americanos’ y los demás sectores de interés en el mundo también pueden ser norteamericanos. La retórica de Trump sobre Groenlandia, Panamá, Cuba, Venezuela o Brasil dan cuentas de ello. La agresividad en el Caribe, sobre la cual he escrito al menos 4 artículos, expresa la determinación de volver a ejercer un dominio total sea por la fuerza, la intimidación, la desestabilización de tipo libio o sirio, o mediante injerencia en las elecciones parlamentarias o presidenciales, como los casos de Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú, Chile y Honduras.

Salvo Venezuela, Cuba y Nicaragua y un poco Colombia, las demás naciones de la región se han supeditado a EE.UU. Faltan pasos más claros de intervenir EE.UU. en México donde una tibia Claudia Sheinbaum mantiene a flote algo del soberanismo mexicano y ha fortalecido el Estado de Bienestar, aunque al igual que su patrón, López Obrador, ha mirado hacia otro lado en el tema de violencia y narcotráfico, por ser un monstruo creado por EE.UU. y alimentado por éste hasta el día de hoy.

Es claro que, a las tres primeras naciones, heroicas en verdad, el gobierno estadounidense, republicano o demócrata, siempre las ha visto adversas. Fue el ‘gran demócrata’ John Kennedy, quien ordenó la invasión a playa Girón contra la naciente revolución cubana, en 1961, y este presidente ordenó el inicio del bloqueo actual. Ahora con el republicano Trump, la región está en riesgo de perder sus bastiones antiimperialistas ya nombrados.

Las elecciones presidenciales de 2026 en la región, se darán en: Costa Rica, en febrero, Perú, en abril, Colombia, mayo – junio, Haití, en julio y Brasil, en octubre. De estos países, sólo preocupa a EE.UU. Colombia, pues la Lula de Brasil se ha mostrado funcional pese a los aparentes desacuerdos por aranceles. Seguramente Lula podrá ser reelecto sin problema y aunque es país fundador BRICS+ y sería deseable para el bloque occidental su salida de tal grupo, ya existen muchos amarres de todo tipo que le vinculan fuertemente con China y Rusia. Haití, Perú y Costa Rica, donde el oficialismo va rumbo a triunfar en primera vuelta, pueden considerarse de la órbita estadounidense.

¿Puede darse EE.UU. el lujo, en medio de su rimbombante despliegue en el Caribe, de dejar a Colombia en manos del relevo político del actual gobierno Petro? La hostilidad del gobierno Trump hacia Petro es cada vez más clara, aunque algo contenida todavía. Los gobernadores y políticos colombianos anti petristas han viajado a EE.UU. para establecer hoja de ruta de cara a las próximas elecciones. La torpe política exterior de Petro ha atizado más la reacción de las élites regionales y nacionales y el emblema de campaña de la ultraderecha girará en torno a que se necesita un presidente de confianza para establecer relaciones con el mundo y una región cada vez más derechizada, a la que Petro no ha comprendido como vecinos y socios, pese a sus llamados a una nueva conferencia panamericana o la restitución de la Gran Colombia. De la propia presidencia de Nicolás Maduro ha señalado que es una dictadura; a la misma, le pidió publicación de actas en las elecciones presidenciales, así como lo hizo el tránsfuga Lula D’ Silva. Petro es de carácter voluble y compra cualquier pelea que le propongan, lo que finalmente se ve como un acto de soberanía por parte de sus adictos y a la vez es una suma de actos que lesiona la percepción regional. En este sentido, haber tenido la presidencia pro tempore de CELAC, ha servido para nada. Ni para un bloque común ante los gringos en el Caribe, ni la violación de la soberanía en las elecciones hondureñas, de las que no conozco un comunicado oficial.

La demora en acercarse a China y la actuación de Laura Sarabia en la presidencia y luego como canciller, le inhibió de acercamientos prontos y efectivos dentro del protocolo de paso a paso que requiere todo acercamiento diplomático, con varios países, incluidos la Federación de Rusia. A esta nación, Petro la considera anclada a la ‘política de la muerte’, como todas las economías petroleras; aunque esto no lo privó de ir a reunirse con los jeques árabes, petroleros, machistas y asesinos, como Bin Salmán, para lograr inversión.

En cualquier caso, Trump cumple su primer año de mandato este enero de 2026. Tendrá tres años más para organizar sus planes en la región y seguramente para su ofensiva contra Venezuela, le gustaría contar con una presidencia genuflexa, aunque desde ya cuenta con las cúpulas militares colombianas que NO son leales a Petro y le ODIAN, por su pasado y lo que representa. No importa cuánto ha dignificado Petro el sector castrense, nunca contaría con su lealtad ante embates militares estadounidenses. Colombia además es socio OTAN y en ese marco se vería obligado a cumplir con obligaciones adquiridas, como movilidad de tropas, recursos entre otros.

Colombia, de consabida importancia estratégica, como expliqué en el artículo penúltimo, dentro de la configuración geopolítica de Spykman, será influenciada agresivamente desde EE.UU. y España, así como desde las élites regionales ultraderechistas, para retornar al redil de la derecha y para que la Doctrina Monroe respire un poco más con tranquilidad. Mientras, las joyas de la corona gringa, Cuba, Venezuela y Nicaragua, seguirán en la mira. Latinoamérica y el Caribe, por culpa de la pereza y la disposición PARASITA de sus propias élites, sigue dependiendo más de los padrinos externos que de si misma y de una unidad que ya no será.

Colombia necesita de aquello que paradójicamente se alejó en la Constitución de 1991: un milagro del Divino Niño. Espero y me moveré en la dirección de que sea un milagro hecho por un acumulado de conciencia de clase en las bases, los jóvenes y estudiantes, de conciencia política de pasado y de futuro. Sin embargo, la sombra de una Doctrina Monroe en asecho no es un problema menor y obliga a estar alerta.

El teórico de la escuela realista estadounidense, John Mearsheimer, señala con acierto que EE.UU. es el pacificador natural de Europa, es quien atempera discrepancias mayores entre países. Considero que hasta ahora EE.UU. ha cuidado de que su ‘patio trasero’ no tenga conflictos internacionales en la región, pero de convenirle, como le conviene uno entre Colombia y Venezuela u otro entre Argentina y Brasil, los promoverá para mover su complejo militar industrial. Una Colombia alineada totalmente con USA se hace indispensable para una avanzada en la región para expulsar o desestabilizar en Venezuela, a sus enemigos chino-rusos. Esto no es nuevo ni es una especulación mía. Ya había creado el Grupo de Lima, para desestabilizar a Venezuela y reconocer al pueril Juan Guaidó. También, reactivó el viejo Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca TIAR, para el mismo objetivo.

De centrarse en su región, como ellos la consideran, lo harán para promover los negocios que aprendieron a mover en el mundo: drogas, armas y demás tipos de tráficos, como migrantes, trata de personas, órganos, etc. Así, las elecciones presidenciales en Colombia, corren un alto riesgo de ser intervenidas sin ningún tipo de delicadeza, como ya se vio en Honduras o Argentina. Sin Colombia no hay dominio del Caribe ni aseguramiento del sur del continente, donde incluso Colombia, por poder y experiencia militar, serviría de catapulta hacia un Brasil irredento. Quien subestima la barbarie estadounidense y de la derecha corre el mismo riesgo y destino que sufrió el progresismo, como señalé, al no hacer bien la tarea y subestimar a una derecha más cohesionada en términos de objetivos y unidad de clase.

La derechización de la región, también ha incluido la derechización o ablandamiento del progresismo, como el chileno de Boric, el boliviano de Arce, el brasileño del segundo Lula o el retorno del Frente Amplio de Uruguay, de la línea de Mujica. Asimismo, la doctrina Monroe no es sólo el influjo externo sobre la región, sino que constituye el deseo y la actitud intrínseca lacaya de las élites regionales latinoamericanas y caribeñas.

Colombia, Mr. Monroe y la rederechización de la región: a seis meses del relevo presidencial

La doctrina Monroe no es sólo el influjo externo sobre la región, sino que constituye el deseo y la actitud intrínseca lacaya de las élites regionales latinoamericanas y caribeñas.

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No se trata esta reflexión de exhibir el panorama político en tanto la diversidad de candidatos e ideologías que pueda haber. Se trata de poner en contexto regional lo que puede pasar en el país de retornar a la ultraderecha y alejarse de la línea progresista que ha hecho bien su trabajo a nivel de política interior, -de la política exterior ya me he referido en otros artículos- como lo ha corroborado la propia ultraderecha comunicacional de BBC y a contracorriente de una oposición irreflexiva, ignorante, pobre argumentativa y académicamente, cuando no decididamente fascista con un odio de clase marcado.

Breve semblanza de la gestión Petro

La Corte Constitucional y el Concejo de Estado, sus magistrados, la fiscalía, la procuraduría, la contraloría, el Concejo Nacional Electoral, algunos gobernadores de regiones, cuna del paramilitarismo, todos han obrado de una forma u otra también en contra de reformas en favor de sectores populares que ha dictaminado la propia Corte Constitucional, quien insta y obliga a ser acatada en la priorización del bienestar social. Es la misma corte que negó un Estado de Emergencia Económica para el Departamento de La Guajira, decretado por el gobierno Petro a inicios de su mandato. También los medios de comunicación de ultraderecha (CARACOL, RCN, CITYTV, El Espectador, El Tiempo, WRadio [órgano de desinformación y propaganda del Grupo Prissa, de España], Revista Semana [comprada por el conglomerado económico de la familia Gilinsky, para arruinar una línea editorial de mediana calidad y volverla reaccionaria, amarillista e incendiaria] y otras de carácter regional) envenenan a una sociedad pobre en su formación política, hastiada por un conflicto armado de más de 70 años, sin identidad de clase y donde por el contrario se decanta por las formas reaccionarias de los candidatos. No hay que olvidar que Gustavo Petro Urrego llegó al poder con una balanza apenas superior tres o cuatro puntos sobre el ignorante y explotador, además de vulgar, Rodolfo Hernández, de ultraderecha.

Para el primer gobierno no emergido de las entrañas de la élite colombiana, -mismas que han asesinado a varios candidatos y prospectos de cambio nacional, desde Los Comuneros de finales del siglo XVIII, pasando por el líder liberal de ideas socialistas, Jorge Eliécer Gaitán en 1948, hasta Bernardo Jaramillo y Pardo Leal, candidatos presidenciales de la exterminada Unión Patriótica, UP- no es posible efectuar tantos cambios como se necesitan tras más de doscientos años de dominio de la élite criolla, heredera de las propiedades y el ´poder de los españoles.

Seguro hay errores de procedimiento, confianza, velocidad -mucha paciencia con el trámite de reformas en senado y cámara- y de nombramientos no idóneos en carteras ministeriales; como la primera ministra de minas y energía, Irene Vélez, -filósofa y geógrafa- ignorante de temas petroleros, energéticos y mineros o el ministro de educación, Alejandro Gaviria, exministro de salud del gobierno Santos, que se dedicó a sabotear la gestión presidencial, la reforma a la salud y a las Empresas Prestadoras de Salud EPS y su propio ministerio. Nombró al economista José Antonio Ocampo, en el ministerio de hacienda, pese a su trayectoria en CEPAL y su enfoque neoliberal, disfrazado de diversificación económica, inversión pública, etc.

Sin embargo, el último informe de gestión evidenció que la economía colombiana es una de las que más creció de la región, también fortalecida frente al dólar. Así, se denotó en su informe un crecimiento económico del 2,7% y el 3,6% en el trimestre octubre a diciembre; un aumento real del salario básico o mínimo del 17,7% entre 2023 y 2025, lo que no ha dañado ni la economía, ni las ganancias de las empresas y sectores económicos que le ODIAN por provenir del sector popular y haber formado parte del grupo subversivo M-19. Tiene la tasa de desempleo más baja de la historia, con 8,2% y pese a las jugadas del propio José Antonio Ocampo, en su corta gestión en Hacienda, unas finanzas públicas tan sanas como es posible y un presupuesto de 85 billones de pesos (22.553 millones de dólares) para 2026. Las inversiones en salud, educación, infraestructura y otros anuncios, dados en alocución presidencial del día, donde también sustentó la pertinencia de expedir un decreto de emergencia económica, por un mes, viéndose reflejado este balance en cifras en la prensa internacional, no amiga del gobierno progresista.

Aunque el gobierno diga lo contrario, considero que el proyecto de Paz Total, como lo analicé en otro artículo, fue un fracaso que ni siquiera dependía del propio gobierno, sino que encuentra sus raíces e imposibilidades en el carácter estructural del conflicto armado colombiano en el contexto de la geopolítica regional, del propio narcotráfico incluso.

La credibilidad positiva en la administración progresista se ve además de las cifras en la participación de las comunidades marginadas, minorías y sectores como mujeres en el conflicto armado y políticas de juventud. En esta línea y sabiendo que dejo sólo una idea somera de la gestión del actual gobierno colombiano, invito a leer o ver del presidente Petro  los informes de gestión, los contrastes con las cúpulas siempre desalentadas de FEDESARROLLO y tal vez un comparativo regional.

Latinoamérica y el Caribe: el mismo Monroe y casi la misma región

Cuando James Monroe dio pie a la polémica Doctrina Monroe, en 1823, retomada de las ideas de John Quincy Adams, la América, que no se dividía en centro, sur y norte, se encontraba en plena ebullición de las independencias. Un ciclo desde el inicio del siglo XIX y que se consolidó mayoritariamente hacia 1828, con la independencia de Uruguay. Claro está, los casos atípicos se avistan en las Grandes Antillas, donde Haití fue la primera entre 1791 y 1803. Siendo la última la cubana en 1898, consolidada en 1902.

La idea de las élites criollas era administrar los recursos que quedaban, siendo las tres expediciones botánicas: de Nueva España, Nuevo Reino de Granada y Virreinato del Perú, una medición poderosa de las riquezas en flora, fauna y minerales. De esta suerte y sin ahondar en más, puede señalarse que el norte a seguir era de tipo europeo, francés e inglés particularmente; la Ilustración como fuente de inspiración de los derechos, de la democracia naciente de las repúblicas y poco a poco, la impronta inglesa de trabajo asalariado vendida como última piedra en el sepulcro del sistema de propiedad de esclavos o formas parecidas, -para no detallar un grueso debate- al tipo feudal europeo, mediante el cual la encomienda y otro tanto la hacienda, articularon economía, cultura, demografía y poder regional.

La alienación era indiscutible. El norte era tomar todo lo europeo de la naciente modernidad basada en los Derechos del Hombre y el Ciudadano y dejar atrás el sistema monárquico imperial hispano – lusitano.

En tal escenario, la recién independizada Norteamérica, en 1776, contrario a la aparente ‘fraternidad’ y ‘defensa’ de lo ‘americano’ como totalidad continental y caribeña, negó o vendió caro el apoyo a las independencias de la región; triplicando el precio de las armas de fuego a los patriotas revolucionarios mexicanos o negando de facto apoyo a las campañas libertadoras de Bolívar. Si bien es cierto, llevaban poco los yanquis de independencia, su ánimo hacia sus vecinos americanos fue utilitario y mezquino. De hecho, se dedicó a exterminar a sus comunidades indoamericanas en las llamadas Guerras de indias, de Remoción de indígenas y las Guerras de las llanuras; todas dadas entre 1776 y 1890.

Las recién nacidas repúblicas, endeudadas con Inglaterra o con sus propios hacendados y criollos ricos, que se quedaron con todo lo de propiedad de los españoles insulares sin mejorar a los nativos del continente, se formaron dentro de la línea inevitable de economías de plantación y de enclave, en donde se dedicaron a continuar con las mismas exportaciones que manejaban cuando eran virreinatos españoles o portugueses. Salvo los casos de México, Argentina, Brasil y Uruguay, que se proyectaron hacia insipientes industrias. Sin embargo, el despegue de la revolución industrial en la Europa más norteña e Inglaterra, ligada al desarrollo del comercio global y los capitales financieros, crearon una brecha con los nacientes Estados latinoamericanos que hasta el día de hoy se mantiene.

Así, la vinculación de la región desde siempre a la primario exportación sin desarrollo de ciencia, tecnología, educación, investigación y demás características de lo que inevitablemente como expresión del proceso histórico hoy constituye el modelo básico de ‘progreso’ y competencia global, América Latina y el Caribe siguen dependiendo de padrinos; sean las potencias europeas en su momento o EE.UU., sea apoyándose en la URSS durante la Guerra Fría, como apoyo de la soberanía fracasada y contención de las formas imperialistas capitalistas o sea apoyándose hoy de nuevo en el opositor chino a la potencia decadente estadounidense. También la actual Rusia capitalista sui generis se ha vuelto en algunas naciones un elemento de contención y respiro soberano y al igual que la URSS, de cierta transferencia de tecnología.

A lo anterior, hay que señalar que durante el periodo unipolar post Guerra Fría, entre 1989 (derribo del muro de Berlin) y 2007 (discurso de Vladímir Putin en el foro de Múnich, Alemania) y luego en la inflexión y disputa creciente de Rusia y China vs EE.UU. que poco a poco fue tomando forma hasta lo que vemos hoy: guerra en Ucrania y hostilidades por Taiwán, y con un Estados Unidos poco vigilante de su patio, nacieron sin mucha oposición y por vía democrática -sufragio- varios gobiernos progresistas, herederos de las reivindicaciones de la izquierda y de los movimientos sociales, autónomos, campesinos, obreros e indoamericanos.

Estos gobiernos, dedicados a la revolución no alcanzada anteriormente, ahora la intentaban mediante el reformismo que conciliaba con las élites y las obligaba a recaudos fiscales más fuertes y a una inversión en el Estado de Bienestar. La experiencia venezolana fue más allá y se encaminó de la mano de las petrodivisas hacia el socialismo. El Ecuador de Rafael Correa, además de un gobierno brillante de gran inversión en infraestructura 5G, educativa y hospitalaria, dio el paso contra el señor Monroe y expulsó a la base militar estadounidense de Manta. Evo Morales reformó la constitución – de hecho, este periodo tuvo varias asambleas constituyentes- y dio impulso y dignificación al sector mayoritario de Bolivia. El indoamericano.

Basta decir que mientras EE.UU. se dedicó a invadir Oriente Medio, ampliar la OTAN cerca a la Federación de Rusia e iniciar sus ofensivas hacia China, la región latinoamericana configuró una suma mayoritaria de gobiernos anti neoliberales, soberanistas y que mediante reformas constitucionales en varios países logró reelecciones presidenciales que dieron continuidad a las políticas, bajo el ojo atento de las cúpulas y élites militares de tales países. Sin embargo, muy poco se avanzó en términos de cambios del patrón económico primario exportador. La brecha como señalé, no hizo más que crecer desde el nacimiento de las repúblicas y la primera revolución industrial en Europa.

En toda esta época, que demarco entre el triunfo electoral de Hugo Chávez Frías, en 1999 y el de gustavo Petro Urrego, en 2022, 23 años con dos oleadas progresistas (1999-2014 y 2015-2022) no lograron, salvo quizá en Venezuela y Nicaragua, construirse cuadros políticos y conciencia política y de clase trabajadora. Los progresismos, se dedican a ampliar bienes y servicios sin mediación de la conciencia de clase, sin conciencia de la enajenación que implica el consumo, lo que lleva a que la gente vote por tales gobiernos en función de un bien o servicio recibido, pero no de un concepto claro ni metas, ni idea de futuro.

Si lo duda el lector, revise cómo Argentina tras más de veinte años de progres en el poder, salvo el bache macrista, o el Brasil de Dilma, o la Bolivia de Evo – Arce y otros ejemplos, giraron a la derecha. Y claro, a Dilma la sacaron de su mandato y nadie movió un dedo. Nadie. Correa no tuvo olfato para ver a un traidor y señaló a Lenin Moreno, quien desbarató las obras y logros correístas, le emitió orden de captura y confinó al infierno al vicepresidente Jorge Glas. Esto que he señalado marca en parte la inflexión del primer ciclo progresista y evidencia la reacción de la derecha subcontinental por retomar el poder a toda costa.

Sin embargo, el espíritu de la Doctrina Monroe pasó un mal rato durante estos 23 años, durante los cuales como señalo en el subtítulo la región es casi la misma. Pudo sacudirse, pero cometió errores el progresismo. Fue tímido, concilió demasiado, subestimó a la derecha, no construyó cuadros políticos ni conciencia activa en la sociedad. Creyó que la derecha respetaría el pacto social. Nada de eso. Además, la región siguió pegada a las bonanzas de los comodites, particularmente energéticos y no ha dado el salto hacia la ciencia, la técnica y la investigación. Véase los rankings de patentes, allí se puede verificar quiénes mandan y mandarán.

Monroe: de doctrina de dominación a refugio al fin de la hegemonía estadounidense

Llegando a la actualidad, al gobierno de Donald Trump, se encuentra que a regañadientes la élite y el Estado profundo reconocen que van perdiendo en la guerra por la hegemonía con Rusia y particularmente con China; lo que le obliga a un repliegue que, sin sugerir una mesa de tipo Yalta 2.0, para repartir áreas de injerencia mundial, demuestre por fuerza que América Latina y el Caribe, es de su prioridad y propiedad total.

Es obvio que la Doctrina Monroe NO respeta otras áreas de otras potencias, simplemente repite como un mantra: ‘América para los americanos’ y los demás sectores de interés en el mundo también pueden ser norteamericanos. La retórica de Trump sobre Groenlandia, Panamá, Cuba, Venezuela o Brasil dan cuentas de ello. La agresividad en el Caribe, sobre la cual he escrito al menos 4 artículos, expresa la determinación de volver a ejercer un dominio total sea por la fuerza, la intimidación, la desestabilización de tipo libio o sirio, o mediante injerencia en las elecciones parlamentarias o presidenciales, como los casos de Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú, Chile y Honduras.

Salvo Venezuela, Cuba y Nicaragua y un poco Colombia, las demás naciones de la región se han supeditado a EE.UU. Faltan pasos más claros de intervenir EE.UU. en México donde una tibia Claudia Sheinbaum mantiene a flote algo del soberanismo mexicano y ha fortalecido el Estado de Bienestar, aunque al igual que su patrón, López Obrador, ha mirado hacia otro lado en el tema de violencia y narcotráfico, por ser un monstruo creado por EE.UU. y alimentado por éste hasta el día de hoy.

Es claro que, a las tres primeras naciones, heroicas en verdad, el gobierno estadounidense, republicano o demócrata, siempre las ha visto adversas. Fue el ‘gran demócrata’ John Kennedy, quien ordenó la invasión a playa Girón contra la naciente revolución cubana, en 1961, y este presidente ordenó el inicio del bloqueo actual. Ahora con el republicano Trump, la región está en riesgo de perder sus bastiones antiimperialistas ya nombrados.

Las elecciones presidenciales de 2026 en la región, se darán en: Costa Rica, en febrero, Perú, en abril, Colombia, mayo – junio, Haití, en julio y Brasil, en octubre. De estos países, sólo preocupa a EE.UU. Colombia, pues la Lula de Brasil se ha mostrado funcional pese a los aparentes desacuerdos por aranceles. Seguramente Lula podrá ser reelecto sin problema y aunque es país fundador BRICS+ y sería deseable para el bloque occidental su salida de tal grupo, ya existen muchos amarres de todo tipo que le vinculan fuertemente con China y Rusia. Haití, Perú y Costa Rica, donde el oficialismo va rumbo a triunfar en primera vuelta, pueden considerarse de la órbita estadounidense.

¿Puede darse EE.UU. el lujo, en medio de su rimbombante despliegue en el Caribe, de dejar a Colombia en manos del relevo político del actual gobierno Petro? La hostilidad del gobierno Trump hacia Petro es cada vez más clara, aunque algo contenida todavía. Los gobernadores y políticos colombianos anti petristas han viajado a EE.UU. para establecer hoja de ruta de cara a las próximas elecciones. La torpe política exterior de Petro ha atizado más la reacción de las élites regionales y nacionales y el emblema de campaña de la ultraderecha girará en torno a que se necesita un presidente de confianza para establecer relaciones con el mundo y una región cada vez más derechizada, a la que Petro no ha comprendido como vecinos y socios, pese a sus llamados a una nueva conferencia panamericana o la restitución de la Gran Colombia. De la propia presidencia de Nicolás Maduro ha señalado que es una dictadura; a la misma, le pidió publicación de actas en las elecciones presidenciales, así como lo hizo el tránsfuga Lula D’ Silva. Petro es de carácter voluble y compra cualquier pelea que le propongan, lo que finalmente se ve como un acto de soberanía por parte de sus adictos y a la vez es una suma de actos que lesiona la percepción regional. En este sentido, haber tenido la presidencia pro tempore de CELAC, ha servido para nada. Ni para un bloque común ante los gringos en el Caribe, ni la violación de la soberanía en las elecciones hondureñas, de las que no conozco un comunicado oficial.

La demora en acercarse a China y la actuación de Laura Sarabia en la presidencia y luego como canciller, le inhibió de acercamientos prontos y efectivos dentro del protocolo de paso a paso que requiere todo acercamiento diplomático, con varios países, incluidos la Federación de Rusia. A esta nación, Petro la considera anclada a la ‘política de la muerte’, como todas las economías petroleras; aunque esto no lo privó de ir a reunirse con los jeques árabes, petroleros, machistas y asesinos, como Bin Salmán, para lograr inversión.

En cualquier caso, Trump cumple su primer año de mandato este enero de 2026. Tendrá tres años más para organizar sus planes en la región y seguramente para su ofensiva contra Venezuela, le gustaría contar con una presidencia genuflexa, aunque desde ya cuenta con las cúpulas militares colombianas que NO son leales a Petro y le ODIAN, por su pasado y lo que representa. No importa cuánto ha dignificado Petro el sector castrense, nunca contaría con su lealtad ante embates militares estadounidenses. Colombia además es socio OTAN y en ese marco se vería obligado a cumplir con obligaciones adquiridas, como movilidad de tropas, recursos entre otros.

Colombia, de consabida importancia estratégica, como expliqué en el artículo penúltimo, dentro de la configuración geopolítica de Spykman, será influenciada agresivamente desde EE.UU. y España, así como desde las élites regionales ultraderechistas, para retornar al redil de la derecha y para que la Doctrina Monroe respire un poco más con tranquilidad. Mientras, las joyas de la corona gringa, Cuba, Venezuela y Nicaragua, seguirán en la mira. Latinoamérica y el Caribe, por culpa de la pereza y la disposición PARASITA de sus propias élites, sigue dependiendo más de los padrinos externos que de si misma y de una unidad que ya no será.

Colombia necesita de aquello que paradójicamente se alejó en la Constitución de 1991: un milagro del Divino Niño. Espero y me moveré en la dirección de que sea un milagro hecho por un acumulado de conciencia de clase en las bases, los jóvenes y estudiantes, de conciencia política de pasado y de futuro. Sin embargo, la sombra de una Doctrina Monroe en asecho no es un problema menor y obliga a estar alerta.

El teórico de la escuela realista estadounidense, John Mearsheimer, señala con acierto que EE.UU. es el pacificador natural de Europa, es quien atempera discrepancias mayores entre países. Considero que hasta ahora EE.UU. ha cuidado de que su ‘patio trasero’ no tenga conflictos internacionales en la región, pero de convenirle, como le conviene uno entre Colombia y Venezuela u otro entre Argentina y Brasil, los promoverá para mover su complejo militar industrial. Una Colombia alineada totalmente con USA se hace indispensable para una avanzada en la región para expulsar o desestabilizar en Venezuela, a sus enemigos chino-rusos. Esto no es nuevo ni es una especulación mía. Ya había creado el Grupo de Lima, para desestabilizar a Venezuela y reconocer al pueril Juan Guaidó. También, reactivó el viejo Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca TIAR, para el mismo objetivo.

De centrarse en su región, como ellos la consideran, lo harán para promover los negocios que aprendieron a mover en el mundo: drogas, armas y demás tipos de tráficos, como migrantes, trata de personas, órganos, etc. Así, las elecciones presidenciales en Colombia, corren un alto riesgo de ser intervenidas sin ningún tipo de delicadeza, como ya se vio en Honduras o Argentina. Sin Colombia no hay dominio del Caribe ni aseguramiento del sur del continente, donde incluso Colombia, por poder y experiencia militar, serviría de catapulta hacia un Brasil irredento. Quien subestima la barbarie estadounidense y de la derecha corre el mismo riesgo y destino que sufrió el progresismo, como señalé, al no hacer bien la tarea y subestimar a una derecha más cohesionada en términos de objetivos y unidad de clase.

La derechización de la región, también ha incluido la derechización o ablandamiento del progresismo, como el chileno de Boric, el boliviano de Arce, el brasileño del segundo Lula o el retorno del Frente Amplio de Uruguay, de la línea de Mujica. Asimismo, la doctrina Monroe no es sólo el influjo externo sobre la región, sino que constituye el deseo y la actitud intrínseca lacaya de las élites regionales latinoamericanas y caribeñas.

La doctrina Monroe no es sólo el influjo externo sobre la región, sino que constituye el deseo y la actitud intrínseca lacaya de las élites regionales latinoamericanas y caribeñas.

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No se trata esta reflexión de exhibir el panorama político en tanto la diversidad de candidatos e ideologías que pueda haber. Se trata de poner en contexto regional lo que puede pasar en el país de retornar a la ultraderecha y alejarse de la línea progresista que ha hecho bien su trabajo a nivel de política interior, -de la política exterior ya me he referido en otros artículos- como lo ha corroborado la propia ultraderecha comunicacional de BBC y a contracorriente de una oposición irreflexiva, ignorante, pobre argumentativa y académicamente, cuando no decididamente fascista con un odio de clase marcado.

Breve semblanza de la gestión Petro

La Corte Constitucional y el Concejo de Estado, sus magistrados, la fiscalía, la procuraduría, la contraloría, el Concejo Nacional Electoral, algunos gobernadores de regiones, cuna del paramilitarismo, todos han obrado de una forma u otra también en contra de reformas en favor de sectores populares que ha dictaminado la propia Corte Constitucional, quien insta y obliga a ser acatada en la priorización del bienestar social. Es la misma corte que negó un Estado de Emergencia Económica para el Departamento de La Guajira, decretado por el gobierno Petro a inicios de su mandato. También los medios de comunicación de ultraderecha (CARACOL, RCN, CITYTV, El Espectador, El Tiempo, WRadio [órgano de desinformación y propaganda del Grupo Prissa, de España], Revista Semana [comprada por el conglomerado económico de la familia Gilinsky, para arruinar una línea editorial de mediana calidad y volverla reaccionaria, amarillista e incendiaria] y otras de carácter regional) envenenan a una sociedad pobre en su formación política, hastiada por un conflicto armado de más de 70 años, sin identidad de clase y donde por el contrario se decanta por las formas reaccionarias de los candidatos. No hay que olvidar que Gustavo Petro Urrego llegó al poder con una balanza apenas superior tres o cuatro puntos sobre el ignorante y explotador, además de vulgar, Rodolfo Hernández, de ultraderecha.

Para el primer gobierno no emergido de las entrañas de la élite colombiana, -mismas que han asesinado a varios candidatos y prospectos de cambio nacional, desde Los Comuneros de finales del siglo XVIII, pasando por el líder liberal de ideas socialistas, Jorge Eliécer Gaitán en 1948, hasta Bernardo Jaramillo y Pardo Leal, candidatos presidenciales de la exterminada Unión Patriótica, UP- no es posible efectuar tantos cambios como se necesitan tras más de doscientos años de dominio de la élite criolla, heredera de las propiedades y el ´poder de los españoles.

Seguro hay errores de procedimiento, confianza, velocidad -mucha paciencia con el trámite de reformas en senado y cámara- y de nombramientos no idóneos en carteras ministeriales; como la primera ministra de minas y energía, Irene Vélez, -filósofa y geógrafa- ignorante de temas petroleros, energéticos y mineros o el ministro de educación, Alejandro Gaviria, exministro de salud del gobierno Santos, que se dedicó a sabotear la gestión presidencial, la reforma a la salud y a las Empresas Prestadoras de Salud EPS y su propio ministerio. Nombró al economista José Antonio Ocampo, en el ministerio de hacienda, pese a su trayectoria en CEPAL y su enfoque neoliberal, disfrazado de diversificación económica, inversión pública, etc.

Sin embargo, el último informe de gestión evidenció que la economía colombiana es una de las que más creció de la región, también fortalecida frente al dólar. Así, se denotó en su informe un crecimiento económico del 2,7% y el 3,6% en el trimestre octubre a diciembre; un aumento real del salario básico o mínimo del 17,7% entre 2023 y 2025, lo que no ha dañado ni la economía, ni las ganancias de las empresas y sectores económicos que le ODIAN por provenir del sector popular y haber formado parte del grupo subversivo M-19. Tiene la tasa de desempleo más baja de la historia, con 8,2% y pese a las jugadas del propio José Antonio Ocampo, en su corta gestión en Hacienda, unas finanzas públicas tan sanas como es posible y un presupuesto de 85 billones de pesos (22.553 millones de dólares) para 2026. Las inversiones en salud, educación, infraestructura y otros anuncios, dados en alocución presidencial del día, donde también sustentó la pertinencia de expedir un decreto de emergencia económica, por un mes, viéndose reflejado este balance en cifras en la prensa internacional, no amiga del gobierno progresista.

Aunque el gobierno diga lo contrario, considero que el proyecto de Paz Total, como lo analicé en otro artículo, fue un fracaso que ni siquiera dependía del propio gobierno, sino que encuentra sus raíces e imposibilidades en el carácter estructural del conflicto armado colombiano en el contexto de la geopolítica regional, del propio narcotráfico incluso.

La credibilidad positiva en la administración progresista se ve además de las cifras en la participación de las comunidades marginadas, minorías y sectores como mujeres en el conflicto armado y políticas de juventud. En esta línea y sabiendo que dejo sólo una idea somera de la gestión del actual gobierno colombiano, invito a leer o ver del presidente Petro  los informes de gestión, los contrastes con las cúpulas siempre desalentadas de FEDESARROLLO y tal vez un comparativo regional.

Latinoamérica y el Caribe: el mismo Monroe y casi la misma región

Cuando James Monroe dio pie a la polémica Doctrina Monroe, en 1823, retomada de las ideas de John Quincy Adams, la América, que no se dividía en centro, sur y norte, se encontraba en plena ebullición de las independencias. Un ciclo desde el inicio del siglo XIX y que se consolidó mayoritariamente hacia 1828, con la independencia de Uruguay. Claro está, los casos atípicos se avistan en las Grandes Antillas, donde Haití fue la primera entre 1791 y 1803. Siendo la última la cubana en 1898, consolidada en 1902.

La idea de las élites criollas era administrar los recursos que quedaban, siendo las tres expediciones botánicas: de Nueva España, Nuevo Reino de Granada y Virreinato del Perú, una medición poderosa de las riquezas en flora, fauna y minerales. De esta suerte y sin ahondar en más, puede señalarse que el norte a seguir era de tipo europeo, francés e inglés particularmente; la Ilustración como fuente de inspiración de los derechos, de la democracia naciente de las repúblicas y poco a poco, la impronta inglesa de trabajo asalariado vendida como última piedra en el sepulcro del sistema de propiedad de esclavos o formas parecidas, -para no detallar un grueso debate- al tipo feudal europeo, mediante el cual la encomienda y otro tanto la hacienda, articularon economía, cultura, demografía y poder regional.

La alienación era indiscutible. El norte era tomar todo lo europeo de la naciente modernidad basada en los Derechos del Hombre y el Ciudadano y dejar atrás el sistema monárquico imperial hispano – lusitano.

En tal escenario, la recién independizada Norteamérica, en 1776, contrario a la aparente ‘fraternidad’ y ‘defensa’ de lo ‘americano’ como totalidad continental y caribeña, negó o vendió caro el apoyo a las independencias de la región; triplicando el precio de las armas de fuego a los patriotas revolucionarios mexicanos o negando de facto apoyo a las campañas libertadoras de Bolívar. Si bien es cierto, llevaban poco los yanquis de independencia, su ánimo hacia sus vecinos americanos fue utilitario y mezquino. De hecho, se dedicó a exterminar a sus comunidades indoamericanas en las llamadas Guerras de indias, de Remoción de indígenas y las Guerras de las llanuras; todas dadas entre 1776 y 1890.

Las recién nacidas repúblicas, endeudadas con Inglaterra o con sus propios hacendados y criollos ricos, que se quedaron con todo lo de propiedad de los españoles insulares sin mejorar a los nativos del continente, se formaron dentro de la línea inevitable de economías de plantación y de enclave, en donde se dedicaron a continuar con las mismas exportaciones que manejaban cuando eran virreinatos españoles o portugueses. Salvo los casos de México, Argentina, Brasil y Uruguay, que se proyectaron hacia insipientes industrias. Sin embargo, el despegue de la revolución industrial en la Europa más norteña e Inglaterra, ligada al desarrollo del comercio global y los capitales financieros, crearon una brecha con los nacientes Estados latinoamericanos que hasta el día de hoy se mantiene.

Así, la vinculación de la región desde siempre a la primario exportación sin desarrollo de ciencia, tecnología, educación, investigación y demás características de lo que inevitablemente como expresión del proceso histórico hoy constituye el modelo básico de ‘progreso’ y competencia global, América Latina y el Caribe siguen dependiendo de padrinos; sean las potencias europeas en su momento o EE.UU., sea apoyándose en la URSS durante la Guerra Fría, como apoyo de la soberanía fracasada y contención de las formas imperialistas capitalistas o sea apoyándose hoy de nuevo en el opositor chino a la potencia decadente estadounidense. También la actual Rusia capitalista sui generis se ha vuelto en algunas naciones un elemento de contención y respiro soberano y al igual que la URSS, de cierta transferencia de tecnología.

A lo anterior, hay que señalar que durante el periodo unipolar post Guerra Fría, entre 1989 (derribo del muro de Berlin) y 2007 (discurso de Vladímir Putin en el foro de Múnich, Alemania) y luego en la inflexión y disputa creciente de Rusia y China vs EE.UU. que poco a poco fue tomando forma hasta lo que vemos hoy: guerra en Ucrania y hostilidades por Taiwán, y con un Estados Unidos poco vigilante de su patio, nacieron sin mucha oposición y por vía democrática -sufragio- varios gobiernos progresistas, herederos de las reivindicaciones de la izquierda y de los movimientos sociales, autónomos, campesinos, obreros e indoamericanos.

Estos gobiernos, dedicados a la revolución no alcanzada anteriormente, ahora la intentaban mediante el reformismo que conciliaba con las élites y las obligaba a recaudos fiscales más fuertes y a una inversión en el Estado de Bienestar. La experiencia venezolana fue más allá y se encaminó de la mano de las petrodivisas hacia el socialismo. El Ecuador de Rafael Correa, además de un gobierno brillante de gran inversión en infraestructura 5G, educativa y hospitalaria, dio el paso contra el señor Monroe y expulsó a la base militar estadounidense de Manta. Evo Morales reformó la constitución – de hecho, este periodo tuvo varias asambleas constituyentes- y dio impulso y dignificación al sector mayoritario de Bolivia. El indoamericano.

Basta decir que mientras EE.UU. se dedicó a invadir Oriente Medio, ampliar la OTAN cerca a la Federación de Rusia e iniciar sus ofensivas hacia China, la región latinoamericana configuró una suma mayoritaria de gobiernos anti neoliberales, soberanistas y que mediante reformas constitucionales en varios países logró reelecciones presidenciales que dieron continuidad a las políticas, bajo el ojo atento de las cúpulas y élites militares de tales países. Sin embargo, muy poco se avanzó en términos de cambios del patrón económico primario exportador. La brecha como señalé, no hizo más que crecer desde el nacimiento de las repúblicas y la primera revolución industrial en Europa.

En toda esta época, que demarco entre el triunfo electoral de Hugo Chávez Frías, en 1999 y el de gustavo Petro Urrego, en 2022, 23 años con dos oleadas progresistas (1999-2014 y 2015-2022) no lograron, salvo quizá en Venezuela y Nicaragua, construirse cuadros políticos y conciencia política y de clase trabajadora. Los progresismos, se dedican a ampliar bienes y servicios sin mediación de la conciencia de clase, sin conciencia de la enajenación que implica el consumo, lo que lleva a que la gente vote por tales gobiernos en función de un bien o servicio recibido, pero no de un concepto claro ni metas, ni idea de futuro.

Si lo duda el lector, revise cómo Argentina tras más de veinte años de progres en el poder, salvo el bache macrista, o el Brasil de Dilma, o la Bolivia de Evo – Arce y otros ejemplos, giraron a la derecha. Y claro, a Dilma la sacaron de su mandato y nadie movió un dedo. Nadie. Correa no tuvo olfato para ver a un traidor y señaló a Lenin Moreno, quien desbarató las obras y logros correístas, le emitió orden de captura y confinó al infierno al vicepresidente Jorge Glas. Esto que he señalado marca en parte la inflexión del primer ciclo progresista y evidencia la reacción de la derecha subcontinental por retomar el poder a toda costa.

Sin embargo, el espíritu de la Doctrina Monroe pasó un mal rato durante estos 23 años, durante los cuales como señalo en el subtítulo la región es casi la misma. Pudo sacudirse, pero cometió errores el progresismo. Fue tímido, concilió demasiado, subestimó a la derecha, no construyó cuadros políticos ni conciencia activa en la sociedad. Creyó que la derecha respetaría el pacto social. Nada de eso. Además, la región siguió pegada a las bonanzas de los comodites, particularmente energéticos y no ha dado el salto hacia la ciencia, la técnica y la investigación. Véase los rankings de patentes, allí se puede verificar quiénes mandan y mandarán.

Monroe: de doctrina de dominación a refugio al fin de la hegemonía estadounidense

Llegando a la actualidad, al gobierno de Donald Trump, se encuentra que a regañadientes la élite y el Estado profundo reconocen que van perdiendo en la guerra por la hegemonía con Rusia y particularmente con China; lo que le obliga a un repliegue que, sin sugerir una mesa de tipo Yalta 2.0, para repartir áreas de injerencia mundial, demuestre por fuerza que América Latina y el Caribe, es de su prioridad y propiedad total.

Es obvio que la Doctrina Monroe NO respeta otras áreas de otras potencias, simplemente repite como un mantra: ‘América para los americanos’ y los demás sectores de interés en el mundo también pueden ser norteamericanos. La retórica de Trump sobre Groenlandia, Panamá, Cuba, Venezuela o Brasil dan cuentas de ello. La agresividad en el Caribe, sobre la cual he escrito al menos 4 artículos, expresa la determinación de volver a ejercer un dominio total sea por la fuerza, la intimidación, la desestabilización de tipo libio o sirio, o mediante injerencia en las elecciones parlamentarias o presidenciales, como los casos de Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú, Chile y Honduras.

Salvo Venezuela, Cuba y Nicaragua y un poco Colombia, las demás naciones de la región se han supeditado a EE.UU. Faltan pasos más claros de intervenir EE.UU. en México donde una tibia Claudia Sheinbaum mantiene a flote algo del soberanismo mexicano y ha fortalecido el Estado de Bienestar, aunque al igual que su patrón, López Obrador, ha mirado hacia otro lado en el tema de violencia y narcotráfico, por ser un monstruo creado por EE.UU. y alimentado por éste hasta el día de hoy.

Es claro que, a las tres primeras naciones, heroicas en verdad, el gobierno estadounidense, republicano o demócrata, siempre las ha visto adversas. Fue el ‘gran demócrata’ John Kennedy, quien ordenó la invasión a playa Girón contra la naciente revolución cubana, en 1961, y este presidente ordenó el inicio del bloqueo actual. Ahora con el republicano Trump, la región está en riesgo de perder sus bastiones antiimperialistas ya nombrados.

Las elecciones presidenciales de 2026 en la región, se darán en: Costa Rica, en febrero, Perú, en abril, Colombia, mayo – junio, Haití, en julio y Brasil, en octubre. De estos países, sólo preocupa a EE.UU. Colombia, pues la Lula de Brasil se ha mostrado funcional pese a los aparentes desacuerdos por aranceles. Seguramente Lula podrá ser reelecto sin problema y aunque es país fundador BRICS+ y sería deseable para el bloque occidental su salida de tal grupo, ya existen muchos amarres de todo tipo que le vinculan fuertemente con China y Rusia. Haití, Perú y Costa Rica, donde el oficialismo va rumbo a triunfar en primera vuelta, pueden considerarse de la órbita estadounidense.

¿Puede darse EE.UU. el lujo, en medio de su rimbombante despliegue en el Caribe, de dejar a Colombia en manos del relevo político del actual gobierno Petro? La hostilidad del gobierno Trump hacia Petro es cada vez más clara, aunque algo contenida todavía. Los gobernadores y políticos colombianos anti petristas han viajado a EE.UU. para establecer hoja de ruta de cara a las próximas elecciones. La torpe política exterior de Petro ha atizado más la reacción de las élites regionales y nacionales y el emblema de campaña de la ultraderecha girará en torno a que se necesita un presidente de confianza para establecer relaciones con el mundo y una región cada vez más derechizada, a la que Petro no ha comprendido como vecinos y socios, pese a sus llamados a una nueva conferencia panamericana o la restitución de la Gran Colombia. De la propia presidencia de Nicolás Maduro ha señalado que es una dictadura; a la misma, le pidió publicación de actas en las elecciones presidenciales, así como lo hizo el tránsfuga Lula D’ Silva. Petro es de carácter voluble y compra cualquier pelea que le propongan, lo que finalmente se ve como un acto de soberanía por parte de sus adictos y a la vez es una suma de actos que lesiona la percepción regional. En este sentido, haber tenido la presidencia pro tempore de CELAC, ha servido para nada. Ni para un bloque común ante los gringos en el Caribe, ni la violación de la soberanía en las elecciones hondureñas, de las que no conozco un comunicado oficial.

La demora en acercarse a China y la actuación de Laura Sarabia en la presidencia y luego como canciller, le inhibió de acercamientos prontos y efectivos dentro del protocolo de paso a paso que requiere todo acercamiento diplomático, con varios países, incluidos la Federación de Rusia. A esta nación, Petro la considera anclada a la ‘política de la muerte’, como todas las economías petroleras; aunque esto no lo privó de ir a reunirse con los jeques árabes, petroleros, machistas y asesinos, como Bin Salmán, para lograr inversión.

En cualquier caso, Trump cumple su primer año de mandato este enero de 2026. Tendrá tres años más para organizar sus planes en la región y seguramente para su ofensiva contra Venezuela, le gustaría contar con una presidencia genuflexa, aunque desde ya cuenta con las cúpulas militares colombianas que NO son leales a Petro y le ODIAN, por su pasado y lo que representa. No importa cuánto ha dignificado Petro el sector castrense, nunca contaría con su lealtad ante embates militares estadounidenses. Colombia además es socio OTAN y en ese marco se vería obligado a cumplir con obligaciones adquiridas, como movilidad de tropas, recursos entre otros.

Colombia, de consabida importancia estratégica, como expliqué en el artículo penúltimo, dentro de la configuración geopolítica de Spykman, será influenciada agresivamente desde EE.UU. y España, así como desde las élites regionales ultraderechistas, para retornar al redil de la derecha y para que la Doctrina Monroe respire un poco más con tranquilidad. Mientras, las joyas de la corona gringa, Cuba, Venezuela y Nicaragua, seguirán en la mira. Latinoamérica y el Caribe, por culpa de la pereza y la disposición PARASITA de sus propias élites, sigue dependiendo más de los padrinos externos que de si misma y de una unidad que ya no será.

Colombia necesita de aquello que paradójicamente se alejó en la Constitución de 1991: un milagro del Divino Niño. Espero y me moveré en la dirección de que sea un milagro hecho por un acumulado de conciencia de clase en las bases, los jóvenes y estudiantes, de conciencia política de pasado y de futuro. Sin embargo, la sombra de una Doctrina Monroe en asecho no es un problema menor y obliga a estar alerta.

El teórico de la escuela realista estadounidense, John Mearsheimer, señala con acierto que EE.UU. es el pacificador natural de Europa, es quien atempera discrepancias mayores entre países. Considero que hasta ahora EE.UU. ha cuidado de que su ‘patio trasero’ no tenga conflictos internacionales en la región, pero de convenirle, como le conviene uno entre Colombia y Venezuela u otro entre Argentina y Brasil, los promoverá para mover su complejo militar industrial. Una Colombia alineada totalmente con USA se hace indispensable para una avanzada en la región para expulsar o desestabilizar en Venezuela, a sus enemigos chino-rusos. Esto no es nuevo ni es una especulación mía. Ya había creado el Grupo de Lima, para desestabilizar a Venezuela y reconocer al pueril Juan Guaidó. También, reactivó el viejo Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca TIAR, para el mismo objetivo.

De centrarse en su región, como ellos la consideran, lo harán para promover los negocios que aprendieron a mover en el mundo: drogas, armas y demás tipos de tráficos, como migrantes, trata de personas, órganos, etc. Así, las elecciones presidenciales en Colombia, corren un alto riesgo de ser intervenidas sin ningún tipo de delicadeza, como ya se vio en Honduras o Argentina. Sin Colombia no hay dominio del Caribe ni aseguramiento del sur del continente, donde incluso Colombia, por poder y experiencia militar, serviría de catapulta hacia un Brasil irredento. Quien subestima la barbarie estadounidense y de la derecha corre el mismo riesgo y destino que sufrió el progresismo, como señalé, al no hacer bien la tarea y subestimar a una derecha más cohesionada en términos de objetivos y unidad de clase.

La derechización de la región, también ha incluido la derechización o ablandamiento del progresismo, como el chileno de Boric, el boliviano de Arce, el brasileño del segundo Lula o el retorno del Frente Amplio de Uruguay, de la línea de Mujica. Asimismo, la doctrina Monroe no es sólo el influjo externo sobre la región, sino que constituye el deseo y la actitud intrínseca lacaya de las élites regionales latinoamericanas y caribeñas.

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