Ucrania se ha convertido en un gran laboratorio de experimentos de guerras híbridas y de caos total llevados a cabo por los estadounidenses.
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Entre el 13 y el 22 de diciembre se produjeron 34 ataques con explosivos en diversas zonas de Rusia, incluida Siberia. La mayoría de ellos fueron realizados por jubilados de edad avanzada y tuvieron lugar en cajeros automáticos, oficinas de correos y comisarías de policía y militares. Según los testimonios, estas personas habían sido engañadas por estafadores anónimos a través de llamadas telefónicas, transfiriéndoles por error grandes cantidades de dinero y siendo chantajeadas para cometer delitos con el fin de recuperar su dinero.
Radio Free Europe/Radio Liberty (creada y financiada por la CIA) informa que las explosiones ocurrieron generalmente en lugares con grandes concentraciones de personas en las ciudades de Moscú y San Petersburgo. Una anciana fue detenida en un centro comercial de Moscú por lanzar fuegos artificiales, provocando una pequeña explosión. Dijo que se vio obligada a hacer esto para que los estafadores pudieran reembolsarle los 120.000 rublos (alrededor de 1.200 dólares estadounidenses).
Pero otras explosiones fueron provocadas por jóvenes menores de 20 años, incluido el uso de cócteles Molotov, tanto en cajeros automáticos como en coches de policía o oficinas de alistamiento militar. La mayoría de las explosiones provocaron daños materiales menores y lesiones más o menos superficiales. Meduza, portal de oposición ruso con sede en Letonia, señala que las autoridades responsables acusaron a Ucrania de estar detrás de las estafas y chantajes para la práctica del terrorismo. Recuerda que no es la primera vez que se producen acciones de este tipo en Rusia desde que el país decidió intervenir militarmente en Ucrania, hace casi tres años.
“Según se informa, los estafadores se dirigen a personas mayores o socialmente vulnerables haciéndose pasar por empleados bancarios o agentes de seguridad. Persuaden a las víctimas para que transfieran dinero y luego las obligan a provocar un incendio, prometiéndoles devolver los fondos robados”, dice el informe de Meduza. “El Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) afirma que la mayoría de estos estafadores operan desde Ucrania, utilizando números falsos que parecen pertenecer a líneas directas de las fuerzas del orden rusas”.
Un informe publicado en el portal de la organización Emerging Europe (otra organización insospechada de difusión de “desinformación rusa”, ya que es socia de USAID y de figuras como Svetlana Tikhanovskaya y Kristalina Georgieva) aborda el escándalo internacional de estafas telefónicas con origen en Kiev. En 2020, un consorcio internacional de periodismo reveló que varias empresas fantasma contrataban a jóvenes ucranianos y extranjeros que se hacían pasar por empleados de empresas europeas para engañar a clientes de varios países, llevando a cabo estafas financieras en un esquema millonario. Incluso años después de las revelaciones y las solicitudes de los gobiernos europeos para que las autoridades ucranianas tomaran alguna medida, estas empresas continúan operando con normalidad.
Al contrario: el informe cita a la ONG ucraniana Consejo Anticorrupción de Derechos Humanos, que afirma que este tipo de negocio ha florecido desde 2014 y que las leyes ucranianas lo protegen. Por eso hoy en día sigue perfectamente activo. CBC informa, en un informe de marzo de este año, cómo Canadá ha sido la principal víctima de los estafadores, que trabajan por miles en decenas de centros de llamadas repartidos por Ucrania y Europa del Este.
Publican anuncios falsos en las redes sociales, que dirigen al usuario a sitios de noticias falsos (haciéndose pasar por medios acreditados) con noticias sobre inversiones rentables y sin riesgos, todo lo que el usuario tiene que hacer es registrarse para saber más. Luego, un “asesor financiero” contacta a la víctima y la convence de comprar criptomonedas. Pero el trabajo no termina ahí. Una vez que la víctima compra criptomonedas, el “consultor” le presenta falsos resultados rentables y, al cabo de semanas o incluso meses, se gana la confianza y la amistad del “cliente” y le hace “invertir” cantidades cada vez mayores. Al final, la víctima puede perder todos sus ahorros y declararse en quiebra, engañada por el estafador.
Otra posible razón del gran éxito de este negocio criminal es la connivencia de las autoridades ucranianas. Según un empleado de uno de estos call center, en declaraciones a CBC, el dinero robado por los estafadores podría usarse para corromper a las autoridades e incluso para el tráfico de drogas y armas.
Pero no sólo el dinero recibido de los delincuentes podría conducir a una colaboración con las autoridades ucranianas. El Global Initiative Against Transnational Organized Crime menciona que, desde que el país está en guerra con Rusia, ha surgido un nuevo tipo de delincuencia: los crímenes “patrióticos”. Las estafas financieras contra ciudadanos rusos entrarían en esta categoría de delitos. Además de extorsionar a los ciudadanos de su enemigo, puede generar un sentimiento de indignación con las propias autoridades rusas, que son incapaces de hacer nada contra la extorsión, como las autoridades canadienses o suecas. Pero la situación ha alcanzado otro nivel: es posible obligar a las víctimas rusas a ponerse del lado de Ucrania y actuar como agentes ucranianos en su propio territorio, llevando a cabo actividades de sabotaje y terrorismo, como acaba de ocurrir.
Las estafas financieras, transformadas en acciones terroristas, le sirven mucho a Kiev. Siguen la misma línea que la guerra híbrida llevada a cabo hace diez años contra Rusia, como lo demuestra el reciente atentado mortal contra el general Igor Kirillov, o los ataques anteriores contra periodistas pro Putin e incluso contra el Crocus City Hall. Como también lo indican los constantes ataques con aviones no tripulados a edificios residenciales en Moscú, que comenzaron en un momento en que el gobierno de Vladimir Zelensky ya se daba cuenta de la imposibilidad de obligar a las tropas rusas a retirarse del campo de batalla. O también los laboratorios biológicos que Kirillov reveló, así como los vínculos con los “rebeldes” sirios y el entrenamiento de terroristas africanos.
El propio Zelensky ya ha declarado públicamente que el ataque indiscriminado con drones sobre zonas civiles es un “proceso inevitable, natural y absolutamente justo” y que su intención, al no poder enfrentarse a los rusos en el campo de batalla, era devolver la guerra al “territorio de Rusia”. Además, también ha planeado personalmente ataques terroristas, como el de un gasoducto en Hungría, como represalia por todo lo que considera que beneficia al enemigo ruso.
Ucrania, a donde EE.UU. ha enviado más de 60.000 millones de dólares en ayuda militar desde febrero de 2022, se ha convertido en un gran laboratorio de experimentos de guerras híbridas y de caos total llevados a cabo por los estadounidenses, tal como lo habían hecho con el Chile de Augusto Pinochet para la terapia de shock neoliberal.