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Jhosman Barbosa
December 15, 2024
© Photo: Public domain

Gracias a las tres expositoras rusas y los dos expositores rusos por sus honestas ideas sobre esta región, que de seguro les acoge con afecto y la esperanza de la cordialidad y la cooperación en las relaciones científico técnicas y plásticas.

Únete a nosotros en Telegram Twitter  VK .

Escríbenos: info@strategic-culture.su

Los centros de poder tienen zendas bibliotecas y cuerpos de investigación pensando el mundo y las regiones particulares que en éste hallan intereses. Inglaterra, EE.UU. Alemania, pero siglos antes Grecia y el registro sistemático de los libros y obras que de todo el mundo interconectado en aquella época llegaran en barcos a Alejandría, eran secuestrados hasta se les hiciera la respectiva copia para el acervo propio. Los amautas (sabios) del Tahuantinsuyo, (el imperio de los cuatro caminos) del periodo alto del imperio Inca que vivió el arribo de los invasores europeos, en sus campañas de expansión secuestraban a los dioses y símbolos de los pueblos puestos en vasallaje y les reeducaba en los cultos al dios sol, dejando bajo cautiverio a los dioses de tales comunidades. La curiosidad por las ideas de los otros y el control de los mismos no es extraña a los imperios. El universo eslavo, en cabeza de la actual Rusia, ha ido formando significativamente desde la era soviética un fértil terreno de estudios sobre la región latinoamericana y caribeña y poco a poco en el marco de la nueva multipolaridad articulada por tres potencias: China EE.UU. y Rusia, retoma este interés marcado por el propio presidente Putin en su toma de posesión como una directriz estratégica.

De esta manera, un ciclo de conferencias sobre historiografía y cultura de Latinoamérica y el Caribe desde la perspectiva rusa se desarrolló en formato virtual todos los viernes del mes de noviembre desde Colombia en sus centros de investigación y de estudios: Asociación Colombiana de Historiadores y La Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, con el apoyo de la Embajada de la Federación de Rusia, en la gestión de contactos y traducción del ruso al español. La visión de Rusia sobre América Latina y el Caribe es relevante en el marco de la nueva recomposición global en ciernes y los últimos acontecimientos suscitados en Oriente Medio (nomenclatura occidental a superar) nos invita a pensar como región con más de 650 millones de habitantes sobre nuestro peso inocuo o inexistente en las relaciones internacionales.

Organizamos este ciclo, así como ya hemos efectuado otros sobre historiografía latinoamericana y caribeña además de un ciclo particular sobre historiografía venezolana, para aportar a profesionales, estudiantes y público en general, sobre esta forma particular en que nos aprecia el mundo eslavo, desde la perspectiva rusa.

La historiografía, en tanto registro de la historia misma, de cómo nos narramos, nos vemos y nos ven y cómo ello cambia y continúa en el tiempo, se hace significativo desde el rigor sin espectacularidad noticiosa. La historia es un elemento central del poder y su conocimiento es poder en sí. No hay cultura ni imperio ni potencia que al desarrollarse no genere una curiosidad por los otros, por sistematizarlos, comprenderlos y cooptarlos o apoyarlos en sus procesos singulares y soberanos. Aunque esto último no ha sido la regla, se espera y busca que la nueva arquitectura internacional se determine por tal enfoque.

En este artículo abordaré las cinco conferencias, que se pueden visitar, aquí, en la página de la Asociación Colombiana de Historiadores. La idea es a partir de las mismas señalar ideas críticas y animar en sí a contactos fructíferos entre pares intelectuales que también nutren las perspectivas de los decisores políticos y económicos.

Los invitados, sus perspectivas

La primera conferencia contó con la participación de la colega Liudmila Reshetnikova, Profesora asociada de la Universidad Estatal de Volgogrado (cátedra de Historia y Relaciones Internacionales). Anteriormente trabajó como experta del Centro de Diplomacia Pública de la Universidad Estatal de Volgogrado y como profesora invitada de la Universidad Mansfield de Pensilvania (EE. UU.). Su tema versó sobre los aspectos históricos, económicos y culturales de la ‘diplomacia de la diáspora’ rusa en Brasil. De tal disertación se permite apreciar que las relaciones diplomáticas entre la Rusia zarista y el imperio de Brasil iniciaron hacia 1828 y lo mismo demuestra una recepción lenta pero continua de rusos en el país luso-americano. Primero una diáspora desde el imperio ruso y luego otra desde 1930 con el espacio soviético.

La construcción de cultura, sociedad, empresa y lazos de amistad son quienes ayudan desde una perspectiva de ‘poder blando’ a configurar las relaciones diplomáticas y las lealtades, que, para el caso brasileño, se expresa en la concordancia en la alianza BRICS, aunque con divergencias como la votación negativa de Lula en su enviado a Kazán para incorporar a Venezuela en tal grupo.

Las relaciones entre países, no ha estado absenta de limitar tal diáspora por causa de los cambios ideológicos y la presión internacional. dice la invitada que:

Durante el período del Nuevo Estado (1937-1945), se prohibió cualquier manifestación de la vida pública extranjera, lo que asestó un duro golpe a la comunidad de habla rusa en la ciudad. El período posterior a la Segunda Guerra Mundial y antes del golpe militar de 1964 fue un período de deshielo. Después de 1964, bajo la dictadura militar y en el contexto de la Guerra Fría, todo lo ruso volvió a ser considerado por las autoridades como sinónimo de soviético, por lo que los extranjeros, temiendo represalias, limitaron cualquier manifestación de la vida pública al círculo familiar o parroquial.

La invitada dejó así un marco interesante para pensar y potenciar las relaciones Rusia – Latinoamérica desde esta experiencia singular brasileña, que invito a revisar en el link dispuesto.

La segunda charla estuvo a cargo del presidente de la Fundación Fidel Castro en Moscú, Leonid Savin, egresado de la Escuela Superior Teológica; Doctor en Ciencias Políticas y cuyos intereses se centran en geopolítica. Su tema de exposición fue la eurasianidad como perspectiva alternativa futura de Rusia y su perspectiva de América Latina. Delimita allí la palabra ‘eurasianidad’, como palabra que se distancia del sufijo ‘ismo’ en tanto calidad dogmática que se aprecia por ejemplo en la acepción eurasianismo. La eurasianidad es independiente de tonos ideológicos y políticos, nacida de rusófilos y que se conecta con valores universales y humanos, distante del racismo cultural; no siendo ni europeo ni asiático su simiente. En este sentido de afianzar la identidad desde la idea de euroasianidad, señala el interés aproximarse su capa intelectual a América Latina y el Caribe, su cultura su economía y su juego dentro de la geopolítica actual. Un salto cualitativo importante lo planteó el historiador, Dr. Darío Campos, egresado de la Universidad de la Amistad de los pueblos y quien acompañó la sesión en calidad de moderador e interlocutor. El Dr. Campos advirtió un cambio la postura respecto a qué significaba en la época soviética ser parte del ‘mundo civilizado’, lo que consistía en mirar hacia occidente. Para él como latinoamericano era desagradable aquella postura a la vez que contradictoria y aprecia esta euroasianidad como una perspectiva saludable que se desmarca de occidente y voltea a ver hacia el Sur Global.

En el tercer viernes tuvimos a la Dra. Elena Astakhova, directora de la revista Académica de Humanidades “Cuadernos Iberoamericanos” y profesora titular de la MGIMO, Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, participó con la ponencia titulada La visión de Latinoamérica a través de la revista académica Cuadernos Iberoamericanos. Nos acompañó como moderador e interlocutor invitado, el Dr. Rubén Darío Flores, presidente del centro cultural León Tolstoi, que cumplió ochenta años de fundación este pasado 3 de diciembre.

Para la doctora Astakhova la pregunta acerca de cómo está organizado el mundo y en ese sentido cómo se inserta en el mismo Latinoamérica, sigue siendo clave, quinientos años luego del arribo europeo a la región americana. Es interesante que hace referencia a una ‘civilización latinoamericana’ cuando no iberoamericana, como expresión de la producción inmanente de la región. Sobre esto y otros puntos de todos los conferencistas volveré al final de esta breve reseña de las ponencias.

Para la revista que lidera, su línea editorial cambió hace dos años girando hacia materiales menos políticos y sí encaminados a aspectos de la cultura, la historia, las costumbres, la cosmovisión, el arte, entre otros y nos dice Elena A. que:

“…en la actualidad a medida que se van produciendo cambios globales en todos los ámbitos de nuestra vida, en la geopolítica la cultura pasa a ser una plataforma que ayuda a desarrollar con éxito todo tipo de contactos sin distinción de la forma política de uno u otro estado y la cultura que realiza la comunicación interestatal ayuda a conseguir entendimiento entre múltiples autores”. […] la política siempre está presente, nadie puede estar al margen de la política, pero uno puede hacer una mejor comprensión política si entiende la mentalidad de la gente, su arte, conocimientos cotidianos, su manera de conducta, eso ayuda a comprender por qué escoge a este u otro líder, por qué actúa en estas u otras circunstancias.

En nuestro cuarto viernes, contamos con la presencia de Yan Burliay, Embajador extraordinario y plenipotenciario y director del Centro de Programas Iberoamericanos de la Universidad Estatal Lingüística de Moscú. Su exposición se tituló, Cooperación entre Rusia y América Latina en la esfera de las innovaciones tecnológicas. Tras hacer un sucinto recuento histórico de las relaciones ruso – latinoamericanas desde Francisco de Miranda y la causa independentista, pasando por la coincidencia cronológica de las revoluciones mexicana y bolchevique, pasa a señalar, las inversiones actuales en ciencia y tecnología, particularmente la nuclear en Argentina y Bolivia.

Fue la revolución cubana la que hizo un parteaguas significativo que fomentó el interés por la Isla y por la región. Las relaciones científico-tecnológicas con el sandinismo es una arista clave al punto de ser hoy el país de Latinoamérica con lazos de cooperación y lealtad más fuertes con Rusia. En la historia reciente, señala que un nuevo punto de inflexión en las relaciones ruso – latinoamericanas se da en 2007 con la Conferencia de Múnich en donde interviene el presidente Putin y señala las relaciones con la región como claves en la lucha contra el imperialismo. La transferencia de tecnología de punta con Caracas y La Paz, como el notable paso en las nuevas relaciones, así en campos como energía, medicina, y uso pacífico de energía nuclear.

En dicha conferencia le pregunto al Dr. Burliay, acerca de cómo nos ven desde la comunidad científica y diplomática rusa, a Latinoamérica en este momento, sobre qué aristas clave apuestan. Responde el invitado que:

desde el establecimiento de la nueva Rusia democrática, de 1991, es una política desideologizada completamente. La política exterior de Rusia se basa en primer lugar en la satisfacción de intereses nacionales en materia de seguridad, de la consolidación de la paz universal y la creación de las condiciones favorables para el desarrollo de la propia Rusia. […] En cuanto al comercio, lamentablemente no hay avances. Desde hace 30 años tuvimos el volumen comercial con todos los países en América Latina 10 mil millones de dólares hoy es de 20 mil millones de dólares, hace 30 años China tenía mil millones ahora tiene 500 mil, ese sí que es un avance. […] Por eso estoy seguro de que los espacios de transferencia de tecnología de punto de Rusia a América Latina es el campo donde podemos y debemos avanzar exitosamente

Nuestra quinta y última conferencia del ciclo, contó con la presencia de Anastasia V. Korosteleva, teóloga, analista en la Escuela Política Superior Iván Ilyin, asistente personal de Alexander. G. Dugin. Su charla versó bajo el tema, La percepción de América Latina en las obras de A.G. Dugin. Contamos nuevamente con el apoyo de traducción ruso al castellano, de la agregada de la embajada de la Federación de Rusia, en Colombia, Daria Rykova. También estuvo presente el historiador de la Universidad de Panamá, egresado de la Universidad de la Amistad de los pueblos, Dr. Cenén Aguilar. Una idea clave para comprender la visión de Dugin, en palabras de A. Korosteleva, es el de:

La Noomajía, un concepto (o método) desarrollado por el filósofo ruso Alexander Dugin, es una filosofía de la guerra, pero una guerra de un tipo especial: una guerra de ideas, significados y visiones del mundo. No se trata simplemente de un choque de diferentes puntos de vista, sino de una batalla fundamental al nivel de las mentes que determinan la esencia profunda de las civilizaciones. […] Dugin identifica tres Logos principales: el Logos de Apolo, vertical, solar; El Logos de Dioniso es el Logos medio, dramático, “oscuro” y el Logos de Cibeles es el Logos cetónico de la civilización matriarcal. […] En cambio, intentaremos cubrir solo una parte de Noomajía, dedicada al estudio de la civilización latinoamericana, arrojando luz sobre conceptos, nombres y principios clave, y también analizando cómo este concepto nos permite interpretar los procesos geopolíticos modernos”.

En ese sentido, para las formas de tensión actual, la invitada nos delimita la obra del pensador, que es clave también señalarlo se inserta dentro de la tradición de la euroasianidad, ya vista con el Dr. Savin, de la segunda sesión. El registro de nuestra cultura, definida una vez más desde afuera, como ‘civilización latinoamericana’ se hace valiosa para ver las perspectivas con las cuales nos lee un poder, una calidad de intelectuales que no se adscriben a la visión dominante de tipo europeo o anglosajón. Comenta finalmente, la colega Korosteleva:

América Latina vive actualmente una intensa lucha entre diversas fuerzas culturales e ideológicas, que tiene profundas implicaciones históricas y potencialmente globales. Actualmente existen tres niveles principales de influencia cultural en América Latina: 1) los “titanes de élite”, orientados hacia el liberalismo de derecha y Estados Unidos, con raíces históricas en el colonialismo, el mercantilismo y la política globalista; 2) Identidad católica ibérica premoderna, que conservó los valores medievales; 3) El logos de sociedades indias autóctonas, con mezclas de culturas africanas. Estas capas, entrelazadas y variando en fuerza e intensidad en diferentes regiones, forman una estructura única que determina el estado transitivo del continente y su guerra de Logos.

A pesar de las diferencias entre corrientes intelectuales, el deseo de identidad y de creación de un Logos cultural propio se intensifica. En estos momentos en América Latina existe un deseo de independencia del universalismo eurocéntrico, tanto en la derecha como en la izquierda.

Hasta aquí la totalidad de temas tratados en rigor, desde invitados e invitadas de primera clase y las contribuciones en la conversación de los moderadores invitados.

¿Podemos competir como ‘civilización latinoamericana’ en el nuevo concurso de la recomposición geopolítica global?

Más allá del goce académico e intelectual al haber organizado y acompañado cada ponencia del ciclo, existe la curiosidad sobre cómo desde el continente y la subregión de donde procedo y vivo nos podremos asegurar lugares soberanos, dignos y prominentes dentro de la arquitectura internacional de relaciones donde se promete el ‘nuevo paraíso’ para las naciones del Sur Global.

Y bueno, entonces en qué estamos después de cuatro siglos de colonialismo hispano-lusitano; la tutoría estadounidense ad nausea; las teorías del desarrollo propias de los 40’s y más puntualmente desde los 60’s; las promesas de la industrialización y la sustitución de importaciones; el reconocimiento (muchas gracias) del Boom Latinoamericano, como una impronta singular de la subregión americana a nivel literario para el mundo desde el ‘realismo mágico’ o lo ‘real maravilloso’; cómo estamos luego del fin de las esperanzas revolucionarias armadas y civiles apalancadas en las ideas que migraron en buena hora desde Europa y Europa del Este y que quedaron huérfanas en 1991, para entrar en dos ciclos progresistas 1998-2014 y 2015-2024, que se avistan como administradoras de las crisis y más liberal-reformistas que revolucionarias o izquierdistas.

Cuando se cumplan quinientos años en 2092 del arribo de Cristóbal Colon a Abya Yala -renombrada como América- ¿cuál será la inflexión?, eso que llaman los colegas rusos Burliay, Korosteleva y Astakhova ‘civilización latinoamericana’ o encarnación del ‘Logos de Ariel’. Pero falta 68 años para tal conmemoración. Es lo que la doctora Astakhova preguntaba acerca de cómo está organizado el mundo y en ese sentido cómo se inserta en el mismo Latinoamérica, sigue siendo clave, quinientos años luego del arribo europeo a la región americana.

En términos de participaciones concretas de la subregión en el mundo a nivel del PIB en la economía global, entre otras que veremos, si bien ha mejorado algunos de tales indicadores, sigue siendo una zona deprimida y vinculada a exportación de commodities e ingresos por remesas.

En el índice de poder global por países, ninguno de la región está más arriba de puestos 29 y 31, México y Argentina y Colombia puesto 47. En el índice de ciencia está Brasil en el puesto 15, Argentina en el 37 y Colombia en el 50. En el ranking de las mejores universidades del mundo a 2023, ninguna figura de la región entre las 200 primeras y bueno ya no bajé más en la revisión del índice. Claro, pueden acusarme de colonizado intelectual y demás, lo cierto es que eso determina el poder y el concurso de las naciones y regiones en el mundo; aún en el socialismo existía la competencia y se llamaba ‘emulación’. No digan que no importa, porque Colombia quedó sexto en el ranking de la OCDE y su gobierno progresista saca pecho con eso, es decir, con ser funcional en la gestión dentro de marcos neoliberales. En el índice general de competitividad global en infraestructura, 2022, el país mejor ubicado es Chile en el puesto 33. Si a ello sumamos que las instituciones que ha generado Latinoamérica, como CELAC, UNASUR, ALBA-TCP, no han logrado consolidarse y salvo la primera, pudo poner una agenda auténtica al pronunciarse sobre el caso de la exclusión de la OEA de Cuba para la cumbre de Las Américas de 2013. Podríamos seguir. La pregunta no es si es necesario que nos parezcamos a esos tipos de desarrollo y progreso. La pregunta es cuándo iniciaremos la ruta para serlo de manera decidida. Parecerse no significa ser idénticos. ¿Para cuándo el desarrollo nuclear soberano, aun en términos de defensa?

Si nos ven los colegas rusos desde el Logos de Ariel, es decir el personaje que encarna la creatividad, la plástica, la estética, la creatividad, un espíritu de la naturaleza, una fuerza bucólica, es muy diciente ello. Evidentemente no podemos encarnar a otro, un Vulcano o un Hefesto. De hecho en una interesante entrevista o diálogo entre John Mearsheimer y Alexander Dugin en el portal Thinkers Forum el pasado 9 de noviembre, éstos señalaron que efectivamente América Latina no tiene peso en asuntos como la guerra en Ucrania o el genocidio en Oriente Medio más allá de votar y condenar cual corifeo, todo aquello que le indique el establishment y aun si no están de acuerdo no importa. Y esta es nuestra expresión como región, como unidad identitaria denominada ‘civilización latinoamericana’.

Curiosamente, somos la suma de etnias y síntesis de mezclas que mejor asimiló a occidente y hasta se ha vuelto de espaldas a sus herencias. José Vasconcelos desde México y su teoría de la ‘raza cósmica’ o Fernando González en Colombia con la teoría del ‘Gran Mulato’, reconocían en esta simiente híbrida la potencia universal por ser síntesis de todas las razas o etnias del mundo.

El punto clave es que, como se ve en los indicadores y los que pueden buscar los lectores, no tenemos chance en el corto ni mediano plazo de acortar brecha de atraso en tales rubros.

Mientras seamos los obedientes ‘buenos salvajes’ controlados que seguimos esperando la transferencia tecnológica y resolviendo los problemas que nos imponen desde afuera como es el narcotráfico, tanto los consumidores y patrocinadores estadounidenses, europeos, árabes y demás, o la lucha contra el terrorismo, la concepción del enemigo interno, como extensión de la guerra de los enemigos del establishment global, nunca podremos salir de una condición de infantilismo universal. Si es cierta la voluntad rusa y china de hacer una transferencia de tecnología y ciencia efectivas sin temor a perder en el mediano plazo sus propias ventajas competitivas y maduramos nuestros potenciales auténticos, signados sí por el dolor y la tragedia, entonces tendremos una oportunidad, una segunda oportunidad representativa o dominante, reconocible como interlocutor por derecho propio no atribuido como dádiva.

Como lo señaló Gabriel García Márquez en su discurso “La soledad de América Latina” entendiendo que esa soledad es marginalidad e incomprensión de la singularidad y siendo un conocedor de la posible tragedia nuclear:

Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: “Me niego a admitir el fin del hombre”. No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que, por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.

Gracias a las tres expositoras rusas y los dos expositores rusos por sus honestas ideas sobre esta región, que de seguro les acoge con afecto y la esperanza de la cordialidad y la cooperación en las relaciones científico técnicas y plásticas. También debemos conocer al mundo en general desde estas latitudes, conocer el ethos ruso, atrevernos a escribir sus historias desde nuestras perspectivas y a conocerlos y sistematizar ese aprendizaje.

Visión desde la comunidad científica rusa sobre América Latina y el Caribe y su papel en la nueva reconfiguración global multipolar

Gracias a las tres expositoras rusas y los dos expositores rusos por sus honestas ideas sobre esta región, que de seguro les acoge con afecto y la esperanza de la cordialidad y la cooperación en las relaciones científico técnicas y plásticas.

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Los centros de poder tienen zendas bibliotecas y cuerpos de investigación pensando el mundo y las regiones particulares que en éste hallan intereses. Inglaterra, EE.UU. Alemania, pero siglos antes Grecia y el registro sistemático de los libros y obras que de todo el mundo interconectado en aquella época llegaran en barcos a Alejandría, eran secuestrados hasta se les hiciera la respectiva copia para el acervo propio. Los amautas (sabios) del Tahuantinsuyo, (el imperio de los cuatro caminos) del periodo alto del imperio Inca que vivió el arribo de los invasores europeos, en sus campañas de expansión secuestraban a los dioses y símbolos de los pueblos puestos en vasallaje y les reeducaba en los cultos al dios sol, dejando bajo cautiverio a los dioses de tales comunidades. La curiosidad por las ideas de los otros y el control de los mismos no es extraña a los imperios. El universo eslavo, en cabeza de la actual Rusia, ha ido formando significativamente desde la era soviética un fértil terreno de estudios sobre la región latinoamericana y caribeña y poco a poco en el marco de la nueva multipolaridad articulada por tres potencias: China EE.UU. y Rusia, retoma este interés marcado por el propio presidente Putin en su toma de posesión como una directriz estratégica.

De esta manera, un ciclo de conferencias sobre historiografía y cultura de Latinoamérica y el Caribe desde la perspectiva rusa se desarrolló en formato virtual todos los viernes del mes de noviembre desde Colombia en sus centros de investigación y de estudios: Asociación Colombiana de Historiadores y La Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, con el apoyo de la Embajada de la Federación de Rusia, en la gestión de contactos y traducción del ruso al español. La visión de Rusia sobre América Latina y el Caribe es relevante en el marco de la nueva recomposición global en ciernes y los últimos acontecimientos suscitados en Oriente Medio (nomenclatura occidental a superar) nos invita a pensar como región con más de 650 millones de habitantes sobre nuestro peso inocuo o inexistente en las relaciones internacionales.

Organizamos este ciclo, así como ya hemos efectuado otros sobre historiografía latinoamericana y caribeña además de un ciclo particular sobre historiografía venezolana, para aportar a profesionales, estudiantes y público en general, sobre esta forma particular en que nos aprecia el mundo eslavo, desde la perspectiva rusa.

La historiografía, en tanto registro de la historia misma, de cómo nos narramos, nos vemos y nos ven y cómo ello cambia y continúa en el tiempo, se hace significativo desde el rigor sin espectacularidad noticiosa. La historia es un elemento central del poder y su conocimiento es poder en sí. No hay cultura ni imperio ni potencia que al desarrollarse no genere una curiosidad por los otros, por sistematizarlos, comprenderlos y cooptarlos o apoyarlos en sus procesos singulares y soberanos. Aunque esto último no ha sido la regla, se espera y busca que la nueva arquitectura internacional se determine por tal enfoque.

En este artículo abordaré las cinco conferencias, que se pueden visitar, aquí, en la página de la Asociación Colombiana de Historiadores. La idea es a partir de las mismas señalar ideas críticas y animar en sí a contactos fructíferos entre pares intelectuales que también nutren las perspectivas de los decisores políticos y económicos.

Los invitados, sus perspectivas

La primera conferencia contó con la participación de la colega Liudmila Reshetnikova, Profesora asociada de la Universidad Estatal de Volgogrado (cátedra de Historia y Relaciones Internacionales). Anteriormente trabajó como experta del Centro de Diplomacia Pública de la Universidad Estatal de Volgogrado y como profesora invitada de la Universidad Mansfield de Pensilvania (EE. UU.). Su tema versó sobre los aspectos históricos, económicos y culturales de la ‘diplomacia de la diáspora’ rusa en Brasil. De tal disertación se permite apreciar que las relaciones diplomáticas entre la Rusia zarista y el imperio de Brasil iniciaron hacia 1828 y lo mismo demuestra una recepción lenta pero continua de rusos en el país luso-americano. Primero una diáspora desde el imperio ruso y luego otra desde 1930 con el espacio soviético.

La construcción de cultura, sociedad, empresa y lazos de amistad son quienes ayudan desde una perspectiva de ‘poder blando’ a configurar las relaciones diplomáticas y las lealtades, que, para el caso brasileño, se expresa en la concordancia en la alianza BRICS, aunque con divergencias como la votación negativa de Lula en su enviado a Kazán para incorporar a Venezuela en tal grupo.

Las relaciones entre países, no ha estado absenta de limitar tal diáspora por causa de los cambios ideológicos y la presión internacional. dice la invitada que:

Durante el período del Nuevo Estado (1937-1945), se prohibió cualquier manifestación de la vida pública extranjera, lo que asestó un duro golpe a la comunidad de habla rusa en la ciudad. El período posterior a la Segunda Guerra Mundial y antes del golpe militar de 1964 fue un período de deshielo. Después de 1964, bajo la dictadura militar y en el contexto de la Guerra Fría, todo lo ruso volvió a ser considerado por las autoridades como sinónimo de soviético, por lo que los extranjeros, temiendo represalias, limitaron cualquier manifestación de la vida pública al círculo familiar o parroquial.

La invitada dejó así un marco interesante para pensar y potenciar las relaciones Rusia – Latinoamérica desde esta experiencia singular brasileña, que invito a revisar en el link dispuesto.

La segunda charla estuvo a cargo del presidente de la Fundación Fidel Castro en Moscú, Leonid Savin, egresado de la Escuela Superior Teológica; Doctor en Ciencias Políticas y cuyos intereses se centran en geopolítica. Su tema de exposición fue la eurasianidad como perspectiva alternativa futura de Rusia y su perspectiva de América Latina. Delimita allí la palabra ‘eurasianidad’, como palabra que se distancia del sufijo ‘ismo’ en tanto calidad dogmática que se aprecia por ejemplo en la acepción eurasianismo. La eurasianidad es independiente de tonos ideológicos y políticos, nacida de rusófilos y que se conecta con valores universales y humanos, distante del racismo cultural; no siendo ni europeo ni asiático su simiente. En este sentido de afianzar la identidad desde la idea de euroasianidad, señala el interés aproximarse su capa intelectual a América Latina y el Caribe, su cultura su economía y su juego dentro de la geopolítica actual. Un salto cualitativo importante lo planteó el historiador, Dr. Darío Campos, egresado de la Universidad de la Amistad de los pueblos y quien acompañó la sesión en calidad de moderador e interlocutor. El Dr. Campos advirtió un cambio la postura respecto a qué significaba en la época soviética ser parte del ‘mundo civilizado’, lo que consistía en mirar hacia occidente. Para él como latinoamericano era desagradable aquella postura a la vez que contradictoria y aprecia esta euroasianidad como una perspectiva saludable que se desmarca de occidente y voltea a ver hacia el Sur Global.

En el tercer viernes tuvimos a la Dra. Elena Astakhova, directora de la revista Académica de Humanidades “Cuadernos Iberoamericanos” y profesora titular de la MGIMO, Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, participó con la ponencia titulada La visión de Latinoamérica a través de la revista académica Cuadernos Iberoamericanos. Nos acompañó como moderador e interlocutor invitado, el Dr. Rubén Darío Flores, presidente del centro cultural León Tolstoi, que cumplió ochenta años de fundación este pasado 3 de diciembre.

Para la doctora Astakhova la pregunta acerca de cómo está organizado el mundo y en ese sentido cómo se inserta en el mismo Latinoamérica, sigue siendo clave, quinientos años luego del arribo europeo a la región americana. Es interesante que hace referencia a una ‘civilización latinoamericana’ cuando no iberoamericana, como expresión de la producción inmanente de la región. Sobre esto y otros puntos de todos los conferencistas volveré al final de esta breve reseña de las ponencias.

Para la revista que lidera, su línea editorial cambió hace dos años girando hacia materiales menos políticos y sí encaminados a aspectos de la cultura, la historia, las costumbres, la cosmovisión, el arte, entre otros y nos dice Elena A. que:

“…en la actualidad a medida que se van produciendo cambios globales en todos los ámbitos de nuestra vida, en la geopolítica la cultura pasa a ser una plataforma que ayuda a desarrollar con éxito todo tipo de contactos sin distinción de la forma política de uno u otro estado y la cultura que realiza la comunicación interestatal ayuda a conseguir entendimiento entre múltiples autores”. […] la política siempre está presente, nadie puede estar al margen de la política, pero uno puede hacer una mejor comprensión política si entiende la mentalidad de la gente, su arte, conocimientos cotidianos, su manera de conducta, eso ayuda a comprender por qué escoge a este u otro líder, por qué actúa en estas u otras circunstancias.

En nuestro cuarto viernes, contamos con la presencia de Yan Burliay, Embajador extraordinario y plenipotenciario y director del Centro de Programas Iberoamericanos de la Universidad Estatal Lingüística de Moscú. Su exposición se tituló, Cooperación entre Rusia y América Latina en la esfera de las innovaciones tecnológicas. Tras hacer un sucinto recuento histórico de las relaciones ruso – latinoamericanas desde Francisco de Miranda y la causa independentista, pasando por la coincidencia cronológica de las revoluciones mexicana y bolchevique, pasa a señalar, las inversiones actuales en ciencia y tecnología, particularmente la nuclear en Argentina y Bolivia.

Fue la revolución cubana la que hizo un parteaguas significativo que fomentó el interés por la Isla y por la región. Las relaciones científico-tecnológicas con el sandinismo es una arista clave al punto de ser hoy el país de Latinoamérica con lazos de cooperación y lealtad más fuertes con Rusia. En la historia reciente, señala que un nuevo punto de inflexión en las relaciones ruso – latinoamericanas se da en 2007 con la Conferencia de Múnich en donde interviene el presidente Putin y señala las relaciones con la región como claves en la lucha contra el imperialismo. La transferencia de tecnología de punta con Caracas y La Paz, como el notable paso en las nuevas relaciones, así en campos como energía, medicina, y uso pacífico de energía nuclear.

En dicha conferencia le pregunto al Dr. Burliay, acerca de cómo nos ven desde la comunidad científica y diplomática rusa, a Latinoamérica en este momento, sobre qué aristas clave apuestan. Responde el invitado que:

desde el establecimiento de la nueva Rusia democrática, de 1991, es una política desideologizada completamente. La política exterior de Rusia se basa en primer lugar en la satisfacción de intereses nacionales en materia de seguridad, de la consolidación de la paz universal y la creación de las condiciones favorables para el desarrollo de la propia Rusia. […] En cuanto al comercio, lamentablemente no hay avances. Desde hace 30 años tuvimos el volumen comercial con todos los países en América Latina 10 mil millones de dólares hoy es de 20 mil millones de dólares, hace 30 años China tenía mil millones ahora tiene 500 mil, ese sí que es un avance. […] Por eso estoy seguro de que los espacios de transferencia de tecnología de punto de Rusia a América Latina es el campo donde podemos y debemos avanzar exitosamente

Nuestra quinta y última conferencia del ciclo, contó con la presencia de Anastasia V. Korosteleva, teóloga, analista en la Escuela Política Superior Iván Ilyin, asistente personal de Alexander. G. Dugin. Su charla versó bajo el tema, La percepción de América Latina en las obras de A.G. Dugin. Contamos nuevamente con el apoyo de traducción ruso al castellano, de la agregada de la embajada de la Federación de Rusia, en Colombia, Daria Rykova. También estuvo presente el historiador de la Universidad de Panamá, egresado de la Universidad de la Amistad de los pueblos, Dr. Cenén Aguilar. Una idea clave para comprender la visión de Dugin, en palabras de A. Korosteleva, es el de:

La Noomajía, un concepto (o método) desarrollado por el filósofo ruso Alexander Dugin, es una filosofía de la guerra, pero una guerra de un tipo especial: una guerra de ideas, significados y visiones del mundo. No se trata simplemente de un choque de diferentes puntos de vista, sino de una batalla fundamental al nivel de las mentes que determinan la esencia profunda de las civilizaciones. […] Dugin identifica tres Logos principales: el Logos de Apolo, vertical, solar; El Logos de Dioniso es el Logos medio, dramático, “oscuro” y el Logos de Cibeles es el Logos cetónico de la civilización matriarcal. […] En cambio, intentaremos cubrir solo una parte de Noomajía, dedicada al estudio de la civilización latinoamericana, arrojando luz sobre conceptos, nombres y principios clave, y también analizando cómo este concepto nos permite interpretar los procesos geopolíticos modernos”.

En ese sentido, para las formas de tensión actual, la invitada nos delimita la obra del pensador, que es clave también señalarlo se inserta dentro de la tradición de la euroasianidad, ya vista con el Dr. Savin, de la segunda sesión. El registro de nuestra cultura, definida una vez más desde afuera, como ‘civilización latinoamericana’ se hace valiosa para ver las perspectivas con las cuales nos lee un poder, una calidad de intelectuales que no se adscriben a la visión dominante de tipo europeo o anglosajón. Comenta finalmente, la colega Korosteleva:

América Latina vive actualmente una intensa lucha entre diversas fuerzas culturales e ideológicas, que tiene profundas implicaciones históricas y potencialmente globales. Actualmente existen tres niveles principales de influencia cultural en América Latina: 1) los “titanes de élite”, orientados hacia el liberalismo de derecha y Estados Unidos, con raíces históricas en el colonialismo, el mercantilismo y la política globalista; 2) Identidad católica ibérica premoderna, que conservó los valores medievales; 3) El logos de sociedades indias autóctonas, con mezclas de culturas africanas. Estas capas, entrelazadas y variando en fuerza e intensidad en diferentes regiones, forman una estructura única que determina el estado transitivo del continente y su guerra de Logos.

A pesar de las diferencias entre corrientes intelectuales, el deseo de identidad y de creación de un Logos cultural propio se intensifica. En estos momentos en América Latina existe un deseo de independencia del universalismo eurocéntrico, tanto en la derecha como en la izquierda.

Hasta aquí la totalidad de temas tratados en rigor, desde invitados e invitadas de primera clase y las contribuciones en la conversación de los moderadores invitados.

¿Podemos competir como ‘civilización latinoamericana’ en el nuevo concurso de la recomposición geopolítica global?

Más allá del goce académico e intelectual al haber organizado y acompañado cada ponencia del ciclo, existe la curiosidad sobre cómo desde el continente y la subregión de donde procedo y vivo nos podremos asegurar lugares soberanos, dignos y prominentes dentro de la arquitectura internacional de relaciones donde se promete el ‘nuevo paraíso’ para las naciones del Sur Global.

Y bueno, entonces en qué estamos después de cuatro siglos de colonialismo hispano-lusitano; la tutoría estadounidense ad nausea; las teorías del desarrollo propias de los 40’s y más puntualmente desde los 60’s; las promesas de la industrialización y la sustitución de importaciones; el reconocimiento (muchas gracias) del Boom Latinoamericano, como una impronta singular de la subregión americana a nivel literario para el mundo desde el ‘realismo mágico’ o lo ‘real maravilloso’; cómo estamos luego del fin de las esperanzas revolucionarias armadas y civiles apalancadas en las ideas que migraron en buena hora desde Europa y Europa del Este y que quedaron huérfanas en 1991, para entrar en dos ciclos progresistas 1998-2014 y 2015-2024, que se avistan como administradoras de las crisis y más liberal-reformistas que revolucionarias o izquierdistas.

Cuando se cumplan quinientos años en 2092 del arribo de Cristóbal Colon a Abya Yala -renombrada como América- ¿cuál será la inflexión?, eso que llaman los colegas rusos Burliay, Korosteleva y Astakhova ‘civilización latinoamericana’ o encarnación del ‘Logos de Ariel’. Pero falta 68 años para tal conmemoración. Es lo que la doctora Astakhova preguntaba acerca de cómo está organizado el mundo y en ese sentido cómo se inserta en el mismo Latinoamérica, sigue siendo clave, quinientos años luego del arribo europeo a la región americana.

En términos de participaciones concretas de la subregión en el mundo a nivel del PIB en la economía global, entre otras que veremos, si bien ha mejorado algunos de tales indicadores, sigue siendo una zona deprimida y vinculada a exportación de commodities e ingresos por remesas.

En el índice de poder global por países, ninguno de la región está más arriba de puestos 29 y 31, México y Argentina y Colombia puesto 47. En el índice de ciencia está Brasil en el puesto 15, Argentina en el 37 y Colombia en el 50. En el ranking de las mejores universidades del mundo a 2023, ninguna figura de la región entre las 200 primeras y bueno ya no bajé más en la revisión del índice. Claro, pueden acusarme de colonizado intelectual y demás, lo cierto es que eso determina el poder y el concurso de las naciones y regiones en el mundo; aún en el socialismo existía la competencia y se llamaba ‘emulación’. No digan que no importa, porque Colombia quedó sexto en el ranking de la OCDE y su gobierno progresista saca pecho con eso, es decir, con ser funcional en la gestión dentro de marcos neoliberales. En el índice general de competitividad global en infraestructura, 2022, el país mejor ubicado es Chile en el puesto 33. Si a ello sumamos que las instituciones que ha generado Latinoamérica, como CELAC, UNASUR, ALBA-TCP, no han logrado consolidarse y salvo la primera, pudo poner una agenda auténtica al pronunciarse sobre el caso de la exclusión de la OEA de Cuba para la cumbre de Las Américas de 2013. Podríamos seguir. La pregunta no es si es necesario que nos parezcamos a esos tipos de desarrollo y progreso. La pregunta es cuándo iniciaremos la ruta para serlo de manera decidida. Parecerse no significa ser idénticos. ¿Para cuándo el desarrollo nuclear soberano, aun en términos de defensa?

Si nos ven los colegas rusos desde el Logos de Ariel, es decir el personaje que encarna la creatividad, la plástica, la estética, la creatividad, un espíritu de la naturaleza, una fuerza bucólica, es muy diciente ello. Evidentemente no podemos encarnar a otro, un Vulcano o un Hefesto. De hecho en una interesante entrevista o diálogo entre John Mearsheimer y Alexander Dugin en el portal Thinkers Forum el pasado 9 de noviembre, éstos señalaron que efectivamente América Latina no tiene peso en asuntos como la guerra en Ucrania o el genocidio en Oriente Medio más allá de votar y condenar cual corifeo, todo aquello que le indique el establishment y aun si no están de acuerdo no importa. Y esta es nuestra expresión como región, como unidad identitaria denominada ‘civilización latinoamericana’.

Curiosamente, somos la suma de etnias y síntesis de mezclas que mejor asimiló a occidente y hasta se ha vuelto de espaldas a sus herencias. José Vasconcelos desde México y su teoría de la ‘raza cósmica’ o Fernando González en Colombia con la teoría del ‘Gran Mulato’, reconocían en esta simiente híbrida la potencia universal por ser síntesis de todas las razas o etnias del mundo.

El punto clave es que, como se ve en los indicadores y los que pueden buscar los lectores, no tenemos chance en el corto ni mediano plazo de acortar brecha de atraso en tales rubros.

Mientras seamos los obedientes ‘buenos salvajes’ controlados que seguimos esperando la transferencia tecnológica y resolviendo los problemas que nos imponen desde afuera como es el narcotráfico, tanto los consumidores y patrocinadores estadounidenses, europeos, árabes y demás, o la lucha contra el terrorismo, la concepción del enemigo interno, como extensión de la guerra de los enemigos del establishment global, nunca podremos salir de una condición de infantilismo universal. Si es cierta la voluntad rusa y china de hacer una transferencia de tecnología y ciencia efectivas sin temor a perder en el mediano plazo sus propias ventajas competitivas y maduramos nuestros potenciales auténticos, signados sí por el dolor y la tragedia, entonces tendremos una oportunidad, una segunda oportunidad representativa o dominante, reconocible como interlocutor por derecho propio no atribuido como dádiva.

Como lo señaló Gabriel García Márquez en su discurso “La soledad de América Latina” entendiendo que esa soledad es marginalidad e incomprensión de la singularidad y siendo un conocedor de la posible tragedia nuclear:

Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: “Me niego a admitir el fin del hombre”. No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que, por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.

Gracias a las tres expositoras rusas y los dos expositores rusos por sus honestas ideas sobre esta región, que de seguro les acoge con afecto y la esperanza de la cordialidad y la cooperación en las relaciones científico técnicas y plásticas. También debemos conocer al mundo en general desde estas latitudes, conocer el ethos ruso, atrevernos a escribir sus historias desde nuestras perspectivas y a conocerlos y sistematizar ese aprendizaje.

Gracias a las tres expositoras rusas y los dos expositores rusos por sus honestas ideas sobre esta región, que de seguro les acoge con afecto y la esperanza de la cordialidad y la cooperación en las relaciones científico técnicas y plásticas.

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Los centros de poder tienen zendas bibliotecas y cuerpos de investigación pensando el mundo y las regiones particulares que en éste hallan intereses. Inglaterra, EE.UU. Alemania, pero siglos antes Grecia y el registro sistemático de los libros y obras que de todo el mundo interconectado en aquella época llegaran en barcos a Alejandría, eran secuestrados hasta se les hiciera la respectiva copia para el acervo propio. Los amautas (sabios) del Tahuantinsuyo, (el imperio de los cuatro caminos) del periodo alto del imperio Inca que vivió el arribo de los invasores europeos, en sus campañas de expansión secuestraban a los dioses y símbolos de los pueblos puestos en vasallaje y les reeducaba en los cultos al dios sol, dejando bajo cautiverio a los dioses de tales comunidades. La curiosidad por las ideas de los otros y el control de los mismos no es extraña a los imperios. El universo eslavo, en cabeza de la actual Rusia, ha ido formando significativamente desde la era soviética un fértil terreno de estudios sobre la región latinoamericana y caribeña y poco a poco en el marco de la nueva multipolaridad articulada por tres potencias: China EE.UU. y Rusia, retoma este interés marcado por el propio presidente Putin en su toma de posesión como una directriz estratégica.

De esta manera, un ciclo de conferencias sobre historiografía y cultura de Latinoamérica y el Caribe desde la perspectiva rusa se desarrolló en formato virtual todos los viernes del mes de noviembre desde Colombia en sus centros de investigación y de estudios: Asociación Colombiana de Historiadores y La Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, con el apoyo de la Embajada de la Federación de Rusia, en la gestión de contactos y traducción del ruso al español. La visión de Rusia sobre América Latina y el Caribe es relevante en el marco de la nueva recomposición global en ciernes y los últimos acontecimientos suscitados en Oriente Medio (nomenclatura occidental a superar) nos invita a pensar como región con más de 650 millones de habitantes sobre nuestro peso inocuo o inexistente en las relaciones internacionales.

Organizamos este ciclo, así como ya hemos efectuado otros sobre historiografía latinoamericana y caribeña además de un ciclo particular sobre historiografía venezolana, para aportar a profesionales, estudiantes y público en general, sobre esta forma particular en que nos aprecia el mundo eslavo, desde la perspectiva rusa.

La historiografía, en tanto registro de la historia misma, de cómo nos narramos, nos vemos y nos ven y cómo ello cambia y continúa en el tiempo, se hace significativo desde el rigor sin espectacularidad noticiosa. La historia es un elemento central del poder y su conocimiento es poder en sí. No hay cultura ni imperio ni potencia que al desarrollarse no genere una curiosidad por los otros, por sistematizarlos, comprenderlos y cooptarlos o apoyarlos en sus procesos singulares y soberanos. Aunque esto último no ha sido la regla, se espera y busca que la nueva arquitectura internacional se determine por tal enfoque.

En este artículo abordaré las cinco conferencias, que se pueden visitar, aquí, en la página de la Asociación Colombiana de Historiadores. La idea es a partir de las mismas señalar ideas críticas y animar en sí a contactos fructíferos entre pares intelectuales que también nutren las perspectivas de los decisores políticos y económicos.

Los invitados, sus perspectivas

La primera conferencia contó con la participación de la colega Liudmila Reshetnikova, Profesora asociada de la Universidad Estatal de Volgogrado (cátedra de Historia y Relaciones Internacionales). Anteriormente trabajó como experta del Centro de Diplomacia Pública de la Universidad Estatal de Volgogrado y como profesora invitada de la Universidad Mansfield de Pensilvania (EE. UU.). Su tema versó sobre los aspectos históricos, económicos y culturales de la ‘diplomacia de la diáspora’ rusa en Brasil. De tal disertación se permite apreciar que las relaciones diplomáticas entre la Rusia zarista y el imperio de Brasil iniciaron hacia 1828 y lo mismo demuestra una recepción lenta pero continua de rusos en el país luso-americano. Primero una diáspora desde el imperio ruso y luego otra desde 1930 con el espacio soviético.

La construcción de cultura, sociedad, empresa y lazos de amistad son quienes ayudan desde una perspectiva de ‘poder blando’ a configurar las relaciones diplomáticas y las lealtades, que, para el caso brasileño, se expresa en la concordancia en la alianza BRICS, aunque con divergencias como la votación negativa de Lula en su enviado a Kazán para incorporar a Venezuela en tal grupo.

Las relaciones entre países, no ha estado absenta de limitar tal diáspora por causa de los cambios ideológicos y la presión internacional. dice la invitada que:

Durante el período del Nuevo Estado (1937-1945), se prohibió cualquier manifestación de la vida pública extranjera, lo que asestó un duro golpe a la comunidad de habla rusa en la ciudad. El período posterior a la Segunda Guerra Mundial y antes del golpe militar de 1964 fue un período de deshielo. Después de 1964, bajo la dictadura militar y en el contexto de la Guerra Fría, todo lo ruso volvió a ser considerado por las autoridades como sinónimo de soviético, por lo que los extranjeros, temiendo represalias, limitaron cualquier manifestación de la vida pública al círculo familiar o parroquial.

La invitada dejó así un marco interesante para pensar y potenciar las relaciones Rusia – Latinoamérica desde esta experiencia singular brasileña, que invito a revisar en el link dispuesto.

La segunda charla estuvo a cargo del presidente de la Fundación Fidel Castro en Moscú, Leonid Savin, egresado de la Escuela Superior Teológica; Doctor en Ciencias Políticas y cuyos intereses se centran en geopolítica. Su tema de exposición fue la eurasianidad como perspectiva alternativa futura de Rusia y su perspectiva de América Latina. Delimita allí la palabra ‘eurasianidad’, como palabra que se distancia del sufijo ‘ismo’ en tanto calidad dogmática que se aprecia por ejemplo en la acepción eurasianismo. La eurasianidad es independiente de tonos ideológicos y políticos, nacida de rusófilos y que se conecta con valores universales y humanos, distante del racismo cultural; no siendo ni europeo ni asiático su simiente. En este sentido de afianzar la identidad desde la idea de euroasianidad, señala el interés aproximarse su capa intelectual a América Latina y el Caribe, su cultura su economía y su juego dentro de la geopolítica actual. Un salto cualitativo importante lo planteó el historiador, Dr. Darío Campos, egresado de la Universidad de la Amistad de los pueblos y quien acompañó la sesión en calidad de moderador e interlocutor. El Dr. Campos advirtió un cambio la postura respecto a qué significaba en la época soviética ser parte del ‘mundo civilizado’, lo que consistía en mirar hacia occidente. Para él como latinoamericano era desagradable aquella postura a la vez que contradictoria y aprecia esta euroasianidad como una perspectiva saludable que se desmarca de occidente y voltea a ver hacia el Sur Global.

En el tercer viernes tuvimos a la Dra. Elena Astakhova, directora de la revista Académica de Humanidades “Cuadernos Iberoamericanos” y profesora titular de la MGIMO, Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, participó con la ponencia titulada La visión de Latinoamérica a través de la revista académica Cuadernos Iberoamericanos. Nos acompañó como moderador e interlocutor invitado, el Dr. Rubén Darío Flores, presidente del centro cultural León Tolstoi, que cumplió ochenta años de fundación este pasado 3 de diciembre.

Para la doctora Astakhova la pregunta acerca de cómo está organizado el mundo y en ese sentido cómo se inserta en el mismo Latinoamérica, sigue siendo clave, quinientos años luego del arribo europeo a la región americana. Es interesante que hace referencia a una ‘civilización latinoamericana’ cuando no iberoamericana, como expresión de la producción inmanente de la región. Sobre esto y otros puntos de todos los conferencistas volveré al final de esta breve reseña de las ponencias.

Para la revista que lidera, su línea editorial cambió hace dos años girando hacia materiales menos políticos y sí encaminados a aspectos de la cultura, la historia, las costumbres, la cosmovisión, el arte, entre otros y nos dice Elena A. que:

“…en la actualidad a medida que se van produciendo cambios globales en todos los ámbitos de nuestra vida, en la geopolítica la cultura pasa a ser una plataforma que ayuda a desarrollar con éxito todo tipo de contactos sin distinción de la forma política de uno u otro estado y la cultura que realiza la comunicación interestatal ayuda a conseguir entendimiento entre múltiples autores”. […] la política siempre está presente, nadie puede estar al margen de la política, pero uno puede hacer una mejor comprensión política si entiende la mentalidad de la gente, su arte, conocimientos cotidianos, su manera de conducta, eso ayuda a comprender por qué escoge a este u otro líder, por qué actúa en estas u otras circunstancias.

En nuestro cuarto viernes, contamos con la presencia de Yan Burliay, Embajador extraordinario y plenipotenciario y director del Centro de Programas Iberoamericanos de la Universidad Estatal Lingüística de Moscú. Su exposición se tituló, Cooperación entre Rusia y América Latina en la esfera de las innovaciones tecnológicas. Tras hacer un sucinto recuento histórico de las relaciones ruso – latinoamericanas desde Francisco de Miranda y la causa independentista, pasando por la coincidencia cronológica de las revoluciones mexicana y bolchevique, pasa a señalar, las inversiones actuales en ciencia y tecnología, particularmente la nuclear en Argentina y Bolivia.

Fue la revolución cubana la que hizo un parteaguas significativo que fomentó el interés por la Isla y por la región. Las relaciones científico-tecnológicas con el sandinismo es una arista clave al punto de ser hoy el país de Latinoamérica con lazos de cooperación y lealtad más fuertes con Rusia. En la historia reciente, señala que un nuevo punto de inflexión en las relaciones ruso – latinoamericanas se da en 2007 con la Conferencia de Múnich en donde interviene el presidente Putin y señala las relaciones con la región como claves en la lucha contra el imperialismo. La transferencia de tecnología de punta con Caracas y La Paz, como el notable paso en las nuevas relaciones, así en campos como energía, medicina, y uso pacífico de energía nuclear.

En dicha conferencia le pregunto al Dr. Burliay, acerca de cómo nos ven desde la comunidad científica y diplomática rusa, a Latinoamérica en este momento, sobre qué aristas clave apuestan. Responde el invitado que:

desde el establecimiento de la nueva Rusia democrática, de 1991, es una política desideologizada completamente. La política exterior de Rusia se basa en primer lugar en la satisfacción de intereses nacionales en materia de seguridad, de la consolidación de la paz universal y la creación de las condiciones favorables para el desarrollo de la propia Rusia. […] En cuanto al comercio, lamentablemente no hay avances. Desde hace 30 años tuvimos el volumen comercial con todos los países en América Latina 10 mil millones de dólares hoy es de 20 mil millones de dólares, hace 30 años China tenía mil millones ahora tiene 500 mil, ese sí que es un avance. […] Por eso estoy seguro de que los espacios de transferencia de tecnología de punto de Rusia a América Latina es el campo donde podemos y debemos avanzar exitosamente

Nuestra quinta y última conferencia del ciclo, contó con la presencia de Anastasia V. Korosteleva, teóloga, analista en la Escuela Política Superior Iván Ilyin, asistente personal de Alexander. G. Dugin. Su charla versó bajo el tema, La percepción de América Latina en las obras de A.G. Dugin. Contamos nuevamente con el apoyo de traducción ruso al castellano, de la agregada de la embajada de la Federación de Rusia, en Colombia, Daria Rykova. También estuvo presente el historiador de la Universidad de Panamá, egresado de la Universidad de la Amistad de los pueblos, Dr. Cenén Aguilar. Una idea clave para comprender la visión de Dugin, en palabras de A. Korosteleva, es el de:

La Noomajía, un concepto (o método) desarrollado por el filósofo ruso Alexander Dugin, es una filosofía de la guerra, pero una guerra de un tipo especial: una guerra de ideas, significados y visiones del mundo. No se trata simplemente de un choque de diferentes puntos de vista, sino de una batalla fundamental al nivel de las mentes que determinan la esencia profunda de las civilizaciones. […] Dugin identifica tres Logos principales: el Logos de Apolo, vertical, solar; El Logos de Dioniso es el Logos medio, dramático, “oscuro” y el Logos de Cibeles es el Logos cetónico de la civilización matriarcal. […] En cambio, intentaremos cubrir solo una parte de Noomajía, dedicada al estudio de la civilización latinoamericana, arrojando luz sobre conceptos, nombres y principios clave, y también analizando cómo este concepto nos permite interpretar los procesos geopolíticos modernos”.

En ese sentido, para las formas de tensión actual, la invitada nos delimita la obra del pensador, que es clave también señalarlo se inserta dentro de la tradición de la euroasianidad, ya vista con el Dr. Savin, de la segunda sesión. El registro de nuestra cultura, definida una vez más desde afuera, como ‘civilización latinoamericana’ se hace valiosa para ver las perspectivas con las cuales nos lee un poder, una calidad de intelectuales que no se adscriben a la visión dominante de tipo europeo o anglosajón. Comenta finalmente, la colega Korosteleva:

América Latina vive actualmente una intensa lucha entre diversas fuerzas culturales e ideológicas, que tiene profundas implicaciones históricas y potencialmente globales. Actualmente existen tres niveles principales de influencia cultural en América Latina: 1) los “titanes de élite”, orientados hacia el liberalismo de derecha y Estados Unidos, con raíces históricas en el colonialismo, el mercantilismo y la política globalista; 2) Identidad católica ibérica premoderna, que conservó los valores medievales; 3) El logos de sociedades indias autóctonas, con mezclas de culturas africanas. Estas capas, entrelazadas y variando en fuerza e intensidad en diferentes regiones, forman una estructura única que determina el estado transitivo del continente y su guerra de Logos.

A pesar de las diferencias entre corrientes intelectuales, el deseo de identidad y de creación de un Logos cultural propio se intensifica. En estos momentos en América Latina existe un deseo de independencia del universalismo eurocéntrico, tanto en la derecha como en la izquierda.

Hasta aquí la totalidad de temas tratados en rigor, desde invitados e invitadas de primera clase y las contribuciones en la conversación de los moderadores invitados.

¿Podemos competir como ‘civilización latinoamericana’ en el nuevo concurso de la recomposición geopolítica global?

Más allá del goce académico e intelectual al haber organizado y acompañado cada ponencia del ciclo, existe la curiosidad sobre cómo desde el continente y la subregión de donde procedo y vivo nos podremos asegurar lugares soberanos, dignos y prominentes dentro de la arquitectura internacional de relaciones donde se promete el ‘nuevo paraíso’ para las naciones del Sur Global.

Y bueno, entonces en qué estamos después de cuatro siglos de colonialismo hispano-lusitano; la tutoría estadounidense ad nausea; las teorías del desarrollo propias de los 40’s y más puntualmente desde los 60’s; las promesas de la industrialización y la sustitución de importaciones; el reconocimiento (muchas gracias) del Boom Latinoamericano, como una impronta singular de la subregión americana a nivel literario para el mundo desde el ‘realismo mágico’ o lo ‘real maravilloso’; cómo estamos luego del fin de las esperanzas revolucionarias armadas y civiles apalancadas en las ideas que migraron en buena hora desde Europa y Europa del Este y que quedaron huérfanas en 1991, para entrar en dos ciclos progresistas 1998-2014 y 2015-2024, que se avistan como administradoras de las crisis y más liberal-reformistas que revolucionarias o izquierdistas.

Cuando se cumplan quinientos años en 2092 del arribo de Cristóbal Colon a Abya Yala -renombrada como América- ¿cuál será la inflexión?, eso que llaman los colegas rusos Burliay, Korosteleva y Astakhova ‘civilización latinoamericana’ o encarnación del ‘Logos de Ariel’. Pero falta 68 años para tal conmemoración. Es lo que la doctora Astakhova preguntaba acerca de cómo está organizado el mundo y en ese sentido cómo se inserta en el mismo Latinoamérica, sigue siendo clave, quinientos años luego del arribo europeo a la región americana.

En términos de participaciones concretas de la subregión en el mundo a nivel del PIB en la economía global, entre otras que veremos, si bien ha mejorado algunos de tales indicadores, sigue siendo una zona deprimida y vinculada a exportación de commodities e ingresos por remesas.

En el índice de poder global por países, ninguno de la región está más arriba de puestos 29 y 31, México y Argentina y Colombia puesto 47. En el índice de ciencia está Brasil en el puesto 15, Argentina en el 37 y Colombia en el 50. En el ranking de las mejores universidades del mundo a 2023, ninguna figura de la región entre las 200 primeras y bueno ya no bajé más en la revisión del índice. Claro, pueden acusarme de colonizado intelectual y demás, lo cierto es que eso determina el poder y el concurso de las naciones y regiones en el mundo; aún en el socialismo existía la competencia y se llamaba ‘emulación’. No digan que no importa, porque Colombia quedó sexto en el ranking de la OCDE y su gobierno progresista saca pecho con eso, es decir, con ser funcional en la gestión dentro de marcos neoliberales. En el índice general de competitividad global en infraestructura, 2022, el país mejor ubicado es Chile en el puesto 33. Si a ello sumamos que las instituciones que ha generado Latinoamérica, como CELAC, UNASUR, ALBA-TCP, no han logrado consolidarse y salvo la primera, pudo poner una agenda auténtica al pronunciarse sobre el caso de la exclusión de la OEA de Cuba para la cumbre de Las Américas de 2013. Podríamos seguir. La pregunta no es si es necesario que nos parezcamos a esos tipos de desarrollo y progreso. La pregunta es cuándo iniciaremos la ruta para serlo de manera decidida. Parecerse no significa ser idénticos. ¿Para cuándo el desarrollo nuclear soberano, aun en términos de defensa?

Si nos ven los colegas rusos desde el Logos de Ariel, es decir el personaje que encarna la creatividad, la plástica, la estética, la creatividad, un espíritu de la naturaleza, una fuerza bucólica, es muy diciente ello. Evidentemente no podemos encarnar a otro, un Vulcano o un Hefesto. De hecho en una interesante entrevista o diálogo entre John Mearsheimer y Alexander Dugin en el portal Thinkers Forum el pasado 9 de noviembre, éstos señalaron que efectivamente América Latina no tiene peso en asuntos como la guerra en Ucrania o el genocidio en Oriente Medio más allá de votar y condenar cual corifeo, todo aquello que le indique el establishment y aun si no están de acuerdo no importa. Y esta es nuestra expresión como región, como unidad identitaria denominada ‘civilización latinoamericana’.

Curiosamente, somos la suma de etnias y síntesis de mezclas que mejor asimiló a occidente y hasta se ha vuelto de espaldas a sus herencias. José Vasconcelos desde México y su teoría de la ‘raza cósmica’ o Fernando González en Colombia con la teoría del ‘Gran Mulato’, reconocían en esta simiente híbrida la potencia universal por ser síntesis de todas las razas o etnias del mundo.

El punto clave es que, como se ve en los indicadores y los que pueden buscar los lectores, no tenemos chance en el corto ni mediano plazo de acortar brecha de atraso en tales rubros.

Mientras seamos los obedientes ‘buenos salvajes’ controlados que seguimos esperando la transferencia tecnológica y resolviendo los problemas que nos imponen desde afuera como es el narcotráfico, tanto los consumidores y patrocinadores estadounidenses, europeos, árabes y demás, o la lucha contra el terrorismo, la concepción del enemigo interno, como extensión de la guerra de los enemigos del establishment global, nunca podremos salir de una condición de infantilismo universal. Si es cierta la voluntad rusa y china de hacer una transferencia de tecnología y ciencia efectivas sin temor a perder en el mediano plazo sus propias ventajas competitivas y maduramos nuestros potenciales auténticos, signados sí por el dolor y la tragedia, entonces tendremos una oportunidad, una segunda oportunidad representativa o dominante, reconocible como interlocutor por derecho propio no atribuido como dádiva.

Como lo señaló Gabriel García Márquez en su discurso “La soledad de América Latina” entendiendo que esa soledad es marginalidad e incomprensión de la singularidad y siendo un conocedor de la posible tragedia nuclear:

Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: “Me niego a admitir el fin del hombre”. No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que, por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.

Gracias a las tres expositoras rusas y los dos expositores rusos por sus honestas ideas sobre esta región, que de seguro les acoge con afecto y la esperanza de la cordialidad y la cooperación en las relaciones científico técnicas y plásticas. También debemos conocer al mundo en general desde estas latitudes, conocer el ethos ruso, atrevernos a escribir sus historias desde nuestras perspectivas y a conocerlos y sistematizar ese aprendizaje.

The views of individual contributors do not necessarily represent those of the Strategic Culture Foundation.

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