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August 26, 2024
© Photo: Public domain

La conclusión es que Irán no se someterá al dictado occidental. Por tanto, en las circunstancias actuales, no es realista esperar que Teherán no reaccione ante la agresión israelí del 31 de julio. Se violó la soberanía de Irán y su respuesta será enérgica y decisiva, y también disuasoria para el futuro.

M. K. Bhadrakumar

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

Hay un proverbio zen que dice: “Si quieres escalar una montaña, empieza por la cima”. Todas las muestras de entusiasmo artificioso del presidente estadounidense, Joe Biden, y del director de la CIA, William Burns, por un acuerdo entre Israel y Hamás sobre la guerra de Gaza no pueden ocultar la sombría realidad de que, a menos que el primer ministro israelí, Netanyahu, le dé luz verde, y hasta que no lo haga, se trata de un camino a ninguna parte.

Pero ¿qué hizo Netanyahu? En vísperas de la llegada del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a Tel Aviv el domingo para presionar y engatusar a Netanyahu para que coopere, éste ordenó desdeñosamente otro ataque aéreo en la ciudad central de Deir Al-Balah, en Gaza, en el que murieron “al menos” 21 personas, entre ellas seis niños.

Biden había subrayado el día anterior que todas las partes implicadas en las negociaciones para el alto el fuego en Gaza debían desistir de poner en peligro los esfuerzos diplomáticos dirigidos por Estados Unidos para detener la guerra y lograr un acuerdo para devolver a los rehenes y conseguir un alto el fuego que pusiera fin al derramamiento de sangre.

Y esto incluso después de que un “alto funcionario de la administración” que ha participado activamente como negociador –presumiblemente, el propio Burns– se esforzara en transmitir en una sesión informativa especial desde Doha que las negociaciones habían alcanzado un punto de inflexión.

El quid de la cuestión es que los dirigentes occidentales tienen una estrategia de máxima presión hacia Irán para que actúe con moderación, mientras que no tienen el valor moral o político de enfrentarse a Netanyahu, que está socavando injustamente el proceso de Doha porque sencillamente no le interesa un acuerdo de alto el fuego que pueda conducir a su destitución, a una investigación para determinar su responsabilidad en los atentados del 7 de octubre, a la reanudación de las causas judiciales contra él y a una posible condena a prisión si es declarado culpable.

De hecho, Teherán se muestra escéptico ante la posibilidad de que la paz llegue a Gaza con la mediación estadounidense, pero procura no crear nuevos hechos sobre el terreno mientras se desarrollan las negociaciones de Doha.

Teherán ha adoptado una actitud madura y responsable para no hacer descarrilar el proceso de Doha. La cuestión es que a Irán le interesa que la horrible guerra que el Estado israelí desató en Gaza llegue a su fin de alguna manera. Hasta ahora han muerto más de 40.000 personas.

Dicho esto, la respuesta de Hamás a la “propuesta puente” de EEUU en la reunión de Doha será un factor determinante para Teherán. Según los indicios disponibles, existen serios desacuerdos sobre el mantenimiento de la presencia militar israelí en Gaza, especialmente a lo largo de la frontera con Egipto, sobre la libre circulación de los palestinos dentro del territorio y sobre la identidad y el número de prisioneros que deben ser liberados en un canje. Tanto Israel como Hamás han señalado que un acuerdo será difícil.

Por otra parte, el nuevo gobierno iraní de Masoud Pezeshkian ha destacado su deseo de un compromiso constructivo con Occidente y da prioridad a la eliminación de las sanciones occidentales. El candidato propuesto por Pezeshkian para el Ministerio de Asuntos Exteriores, Abbass Araghchi, reiteró estos parámetros políticos en su comparecencia ante el Majlis el domingo, mientras solicitaba la aprobación del Parlamento para su nombramiento.

Disipando las especulaciones de que Araghchi, diplomático de carrera con fama de moderado, podría tener dificultades para recabar apoyos en el Parlamento de mayoría conservadora, el Majlis reconoció su gran profesionalidad aprobando por unanimidad su nombre como próximo ministro de Asuntos Exteriores de Irán en una votación instantánea.

Esto da mucho que pensar a los estrategas de la Casa Blanca. Baste decir que lo que el predecesor de Pezeshkian, el difunto Ebrahim Raisi, dejó como legado en política exterior seguirá guiando al nuevo gobierno. Esto indica un alto nivel de consenso nacional.

En pocas palabras, en todos estos años desde la Revolución Islámica de 1979, no ha habido un escenario más propicio en el cálculo del poder en Teherán para un compromiso pragmático con Occidente. Sería muy imprudente por parte de Washington pasar por alto la oportunidad de entablar relaciones con Irán.

Por otra parte, las agallas de Teherán para hacer retroceder la intimidación occidental también se encuentran en un nivel sin precedentes.

La conclusión es que Irán no se someterá al dictado occidental. Por tanto, en las circunstancias actuales, no es realista esperar que Teherán no reaccione ante la agresión israelí del 31 de julio. Se violó la soberanía de Irán y su respuesta será enérgica y decisiva, y también disuasoria para el futuro.

Ninguna flexión muscular de Washington asustará a Teherán. La unidad nacional, a diferencia de EEUU, es un factor crucial. El asombroso respaldo del Majlis a toda la lista de ministros del gabinete propuesta por el presidente Masoud Pezeshkian demuestra que no hay luz diurna entre las distintas ramas del poder estatal.

Todo indica que el líder supremo, el ayatolá Jamenei, y Pezeshkian están de acuerdo, y este mensaje ha trascendido a los escalones de la formulación de políticas y del poder estatal en Teherán.

El contraste con el desorden de la política interna de confrontación de Israel no podría ser más agudo.

Por tanto, Irán hará lo que considere necesario y una obligación, y una cuestión de honor nacional. El vicecomandante del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, general Ali Fadavi , declaró el lunes:

Determinaremos el momento y la forma del castigo (a Israel). El régimen sionista usurpador cometió un gran crimen al asesinar al mártir Haniyeh, y esta vez será castigado con más severidad que antes.

En una declaración a The Wall Street Journal, la misión iraní ante la ONU afirmó que cualquier respuesta debe castigar al régimen israelí y disuadir de futuros ataques en el país, pero también “debe calibrarse cuidadosamente para evitar cualquier posible impacto adverso que pudiera influir en un posible alto el fuego”.

El momento, las condiciones y la forma de la respuesta de Irán se orquestarán meticulosamente para garantizar que se produzca en un momento de máxima sorpresa; tal vez cuando sus ojos estén fijos en los cielos y en las pantallas de sus radares, les pille por sorpresa desde tierra -o, tal vez, incluso una combinación de ambos.

La declaración iraní desde el podio de la ONU en Nueva York es un mensaje dirigido a la Casa Blanca de que la pelota está en el tejado estadounidense-israelí.

Curiosamente, coincidió con la lectura atenuada de la Casa Blanca sobre la llamada de Biden con Netanyahu el miércoles, en la que Biden señaló los “despliegues militares defensivos de Estados Unidos” y subrayó “la urgencia de cerrar el acuerdo de alto el fuego y liberación de rehenes y habló de las próximas conversaciones en El Cairo para eliminar los obstáculos que queden”. Es lógico que Teherán y Washington se estén comunicando entre sí.

Evidentemente, ante un telón de fondo con tantos matices, la paranoia sobre una guerra regional no está justificada, pues ni Irán ni EEUU quieren la guerra. En cuanto a Israel, un país pequeño, simplemente carece de capacidad para entrar en guerra con Irán, armado con tres submarinos repletos de misiles nucleares como activos estratégicos.

La asombrosa revelación de la vasta red de misiles subterráneos de Hezbolá en el sur y centro del Líbano es una prueba de realidad para la élite política israelí y las comunidades de colonos sobre a qué se enfrentan.

En palabras del ex ministro de guerra israelí Avigdor Lieberman, Israel está inmerso en una guerra de desgaste, exactamente como querían los iraníes, tras haber conseguido unir los frentes de resistencia.

Lieberman señaló que la agonía de la espera indeterminada de la operación de represalia de Teherán es en sí misma un logro para Teherán y el Eje de la Resistencia.

Publicado originalmente por Indian Punchline
Traducción: Observatorio de trabajadores en lucha

Irán golpeará a Israel, la pelota está en el tejado estadounidense-israelí

La conclusión es que Irán no se someterá al dictado occidental. Por tanto, en las circunstancias actuales, no es realista esperar que Teherán no reaccione ante la agresión israelí del 31 de julio. Se violó la soberanía de Irán y su respuesta será enérgica y decisiva, y también disuasoria para el futuro.

M. K. Bhadrakumar

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

Hay un proverbio zen que dice: “Si quieres escalar una montaña, empieza por la cima”. Todas las muestras de entusiasmo artificioso del presidente estadounidense, Joe Biden, y del director de la CIA, William Burns, por un acuerdo entre Israel y Hamás sobre la guerra de Gaza no pueden ocultar la sombría realidad de que, a menos que el primer ministro israelí, Netanyahu, le dé luz verde, y hasta que no lo haga, se trata de un camino a ninguna parte.

Pero ¿qué hizo Netanyahu? En vísperas de la llegada del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a Tel Aviv el domingo para presionar y engatusar a Netanyahu para que coopere, éste ordenó desdeñosamente otro ataque aéreo en la ciudad central de Deir Al-Balah, en Gaza, en el que murieron “al menos” 21 personas, entre ellas seis niños.

Biden había subrayado el día anterior que todas las partes implicadas en las negociaciones para el alto el fuego en Gaza debían desistir de poner en peligro los esfuerzos diplomáticos dirigidos por Estados Unidos para detener la guerra y lograr un acuerdo para devolver a los rehenes y conseguir un alto el fuego que pusiera fin al derramamiento de sangre.

Y esto incluso después de que un “alto funcionario de la administración” que ha participado activamente como negociador –presumiblemente, el propio Burns– se esforzara en transmitir en una sesión informativa especial desde Doha que las negociaciones habían alcanzado un punto de inflexión.

El quid de la cuestión es que los dirigentes occidentales tienen una estrategia de máxima presión hacia Irán para que actúe con moderación, mientras que no tienen el valor moral o político de enfrentarse a Netanyahu, que está socavando injustamente el proceso de Doha porque sencillamente no le interesa un acuerdo de alto el fuego que pueda conducir a su destitución, a una investigación para determinar su responsabilidad en los atentados del 7 de octubre, a la reanudación de las causas judiciales contra él y a una posible condena a prisión si es declarado culpable.

De hecho, Teherán se muestra escéptico ante la posibilidad de que la paz llegue a Gaza con la mediación estadounidense, pero procura no crear nuevos hechos sobre el terreno mientras se desarrollan las negociaciones de Doha.

Teherán ha adoptado una actitud madura y responsable para no hacer descarrilar el proceso de Doha. La cuestión es que a Irán le interesa que la horrible guerra que el Estado israelí desató en Gaza llegue a su fin de alguna manera. Hasta ahora han muerto más de 40.000 personas.

Dicho esto, la respuesta de Hamás a la “propuesta puente” de EEUU en la reunión de Doha será un factor determinante para Teherán. Según los indicios disponibles, existen serios desacuerdos sobre el mantenimiento de la presencia militar israelí en Gaza, especialmente a lo largo de la frontera con Egipto, sobre la libre circulación de los palestinos dentro del territorio y sobre la identidad y el número de prisioneros que deben ser liberados en un canje. Tanto Israel como Hamás han señalado que un acuerdo será difícil.

Por otra parte, el nuevo gobierno iraní de Masoud Pezeshkian ha destacado su deseo de un compromiso constructivo con Occidente y da prioridad a la eliminación de las sanciones occidentales. El candidato propuesto por Pezeshkian para el Ministerio de Asuntos Exteriores, Abbass Araghchi, reiteró estos parámetros políticos en su comparecencia ante el Majlis el domingo, mientras solicitaba la aprobación del Parlamento para su nombramiento.

Disipando las especulaciones de que Araghchi, diplomático de carrera con fama de moderado, podría tener dificultades para recabar apoyos en el Parlamento de mayoría conservadora, el Majlis reconoció su gran profesionalidad aprobando por unanimidad su nombre como próximo ministro de Asuntos Exteriores de Irán en una votación instantánea.

Esto da mucho que pensar a los estrategas de la Casa Blanca. Baste decir que lo que el predecesor de Pezeshkian, el difunto Ebrahim Raisi, dejó como legado en política exterior seguirá guiando al nuevo gobierno. Esto indica un alto nivel de consenso nacional.

En pocas palabras, en todos estos años desde la Revolución Islámica de 1979, no ha habido un escenario más propicio en el cálculo del poder en Teherán para un compromiso pragmático con Occidente. Sería muy imprudente por parte de Washington pasar por alto la oportunidad de entablar relaciones con Irán.

Por otra parte, las agallas de Teherán para hacer retroceder la intimidación occidental también se encuentran en un nivel sin precedentes.

La conclusión es que Irán no se someterá al dictado occidental. Por tanto, en las circunstancias actuales, no es realista esperar que Teherán no reaccione ante la agresión israelí del 31 de julio. Se violó la soberanía de Irán y su respuesta será enérgica y decisiva, y también disuasoria para el futuro.

Ninguna flexión muscular de Washington asustará a Teherán. La unidad nacional, a diferencia de EEUU, es un factor crucial. El asombroso respaldo del Majlis a toda la lista de ministros del gabinete propuesta por el presidente Masoud Pezeshkian demuestra que no hay luz diurna entre las distintas ramas del poder estatal.

Todo indica que el líder supremo, el ayatolá Jamenei, y Pezeshkian están de acuerdo, y este mensaje ha trascendido a los escalones de la formulación de políticas y del poder estatal en Teherán.

El contraste con el desorden de la política interna de confrontación de Israel no podría ser más agudo.

Por tanto, Irán hará lo que considere necesario y una obligación, y una cuestión de honor nacional. El vicecomandante del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, general Ali Fadavi , declaró el lunes:

Determinaremos el momento y la forma del castigo (a Israel). El régimen sionista usurpador cometió un gran crimen al asesinar al mártir Haniyeh, y esta vez será castigado con más severidad que antes.

En una declaración a The Wall Street Journal, la misión iraní ante la ONU afirmó que cualquier respuesta debe castigar al régimen israelí y disuadir de futuros ataques en el país, pero también “debe calibrarse cuidadosamente para evitar cualquier posible impacto adverso que pudiera influir en un posible alto el fuego”.

El momento, las condiciones y la forma de la respuesta de Irán se orquestarán meticulosamente para garantizar que se produzca en un momento de máxima sorpresa; tal vez cuando sus ojos estén fijos en los cielos y en las pantallas de sus radares, les pille por sorpresa desde tierra -o, tal vez, incluso una combinación de ambos.

La declaración iraní desde el podio de la ONU en Nueva York es un mensaje dirigido a la Casa Blanca de que la pelota está en el tejado estadounidense-israelí.

Curiosamente, coincidió con la lectura atenuada de la Casa Blanca sobre la llamada de Biden con Netanyahu el miércoles, en la que Biden señaló los “despliegues militares defensivos de Estados Unidos” y subrayó “la urgencia de cerrar el acuerdo de alto el fuego y liberación de rehenes y habló de las próximas conversaciones en El Cairo para eliminar los obstáculos que queden”. Es lógico que Teherán y Washington se estén comunicando entre sí.

Evidentemente, ante un telón de fondo con tantos matices, la paranoia sobre una guerra regional no está justificada, pues ni Irán ni EEUU quieren la guerra. En cuanto a Israel, un país pequeño, simplemente carece de capacidad para entrar en guerra con Irán, armado con tres submarinos repletos de misiles nucleares como activos estratégicos.

La asombrosa revelación de la vasta red de misiles subterráneos de Hezbolá en el sur y centro del Líbano es una prueba de realidad para la élite política israelí y las comunidades de colonos sobre a qué se enfrentan.

En palabras del ex ministro de guerra israelí Avigdor Lieberman, Israel está inmerso en una guerra de desgaste, exactamente como querían los iraníes, tras haber conseguido unir los frentes de resistencia.

Lieberman señaló que la agonía de la espera indeterminada de la operación de represalia de Teherán es en sí misma un logro para Teherán y el Eje de la Resistencia.

Publicado originalmente por Indian Punchline
Traducción: Observatorio de trabajadores en lucha

La conclusión es que Irán no se someterá al dictado occidental. Por tanto, en las circunstancias actuales, no es realista esperar que Teherán no reaccione ante la agresión israelí del 31 de julio. Se violó la soberanía de Irán y su respuesta será enérgica y decisiva, y también disuasoria para el futuro.

M. K. Bhadrakumar

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

Hay un proverbio zen que dice: “Si quieres escalar una montaña, empieza por la cima”. Todas las muestras de entusiasmo artificioso del presidente estadounidense, Joe Biden, y del director de la CIA, William Burns, por un acuerdo entre Israel y Hamás sobre la guerra de Gaza no pueden ocultar la sombría realidad de que, a menos que el primer ministro israelí, Netanyahu, le dé luz verde, y hasta que no lo haga, se trata de un camino a ninguna parte.

Pero ¿qué hizo Netanyahu? En vísperas de la llegada del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a Tel Aviv el domingo para presionar y engatusar a Netanyahu para que coopere, éste ordenó desdeñosamente otro ataque aéreo en la ciudad central de Deir Al-Balah, en Gaza, en el que murieron “al menos” 21 personas, entre ellas seis niños.

Biden había subrayado el día anterior que todas las partes implicadas en las negociaciones para el alto el fuego en Gaza debían desistir de poner en peligro los esfuerzos diplomáticos dirigidos por Estados Unidos para detener la guerra y lograr un acuerdo para devolver a los rehenes y conseguir un alto el fuego que pusiera fin al derramamiento de sangre.

Y esto incluso después de que un “alto funcionario de la administración” que ha participado activamente como negociador –presumiblemente, el propio Burns– se esforzara en transmitir en una sesión informativa especial desde Doha que las negociaciones habían alcanzado un punto de inflexión.

El quid de la cuestión es que los dirigentes occidentales tienen una estrategia de máxima presión hacia Irán para que actúe con moderación, mientras que no tienen el valor moral o político de enfrentarse a Netanyahu, que está socavando injustamente el proceso de Doha porque sencillamente no le interesa un acuerdo de alto el fuego que pueda conducir a su destitución, a una investigación para determinar su responsabilidad en los atentados del 7 de octubre, a la reanudación de las causas judiciales contra él y a una posible condena a prisión si es declarado culpable.

De hecho, Teherán se muestra escéptico ante la posibilidad de que la paz llegue a Gaza con la mediación estadounidense, pero procura no crear nuevos hechos sobre el terreno mientras se desarrollan las negociaciones de Doha.

Teherán ha adoptado una actitud madura y responsable para no hacer descarrilar el proceso de Doha. La cuestión es que a Irán le interesa que la horrible guerra que el Estado israelí desató en Gaza llegue a su fin de alguna manera. Hasta ahora han muerto más de 40.000 personas.

Dicho esto, la respuesta de Hamás a la “propuesta puente” de EEUU en la reunión de Doha será un factor determinante para Teherán. Según los indicios disponibles, existen serios desacuerdos sobre el mantenimiento de la presencia militar israelí en Gaza, especialmente a lo largo de la frontera con Egipto, sobre la libre circulación de los palestinos dentro del territorio y sobre la identidad y el número de prisioneros que deben ser liberados en un canje. Tanto Israel como Hamás han señalado que un acuerdo será difícil.

Por otra parte, el nuevo gobierno iraní de Masoud Pezeshkian ha destacado su deseo de un compromiso constructivo con Occidente y da prioridad a la eliminación de las sanciones occidentales. El candidato propuesto por Pezeshkian para el Ministerio de Asuntos Exteriores, Abbass Araghchi, reiteró estos parámetros políticos en su comparecencia ante el Majlis el domingo, mientras solicitaba la aprobación del Parlamento para su nombramiento.

Disipando las especulaciones de que Araghchi, diplomático de carrera con fama de moderado, podría tener dificultades para recabar apoyos en el Parlamento de mayoría conservadora, el Majlis reconoció su gran profesionalidad aprobando por unanimidad su nombre como próximo ministro de Asuntos Exteriores de Irán en una votación instantánea.

Esto da mucho que pensar a los estrategas de la Casa Blanca. Baste decir que lo que el predecesor de Pezeshkian, el difunto Ebrahim Raisi, dejó como legado en política exterior seguirá guiando al nuevo gobierno. Esto indica un alto nivel de consenso nacional.

En pocas palabras, en todos estos años desde la Revolución Islámica de 1979, no ha habido un escenario más propicio en el cálculo del poder en Teherán para un compromiso pragmático con Occidente. Sería muy imprudente por parte de Washington pasar por alto la oportunidad de entablar relaciones con Irán.

Por otra parte, las agallas de Teherán para hacer retroceder la intimidación occidental también se encuentran en un nivel sin precedentes.

La conclusión es que Irán no se someterá al dictado occidental. Por tanto, en las circunstancias actuales, no es realista esperar que Teherán no reaccione ante la agresión israelí del 31 de julio. Se violó la soberanía de Irán y su respuesta será enérgica y decisiva, y también disuasoria para el futuro.

Ninguna flexión muscular de Washington asustará a Teherán. La unidad nacional, a diferencia de EEUU, es un factor crucial. El asombroso respaldo del Majlis a toda la lista de ministros del gabinete propuesta por el presidente Masoud Pezeshkian demuestra que no hay luz diurna entre las distintas ramas del poder estatal.

Todo indica que el líder supremo, el ayatolá Jamenei, y Pezeshkian están de acuerdo, y este mensaje ha trascendido a los escalones de la formulación de políticas y del poder estatal en Teherán.

El contraste con el desorden de la política interna de confrontación de Israel no podría ser más agudo.

Por tanto, Irán hará lo que considere necesario y una obligación, y una cuestión de honor nacional. El vicecomandante del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, general Ali Fadavi , declaró el lunes:

Determinaremos el momento y la forma del castigo (a Israel). El régimen sionista usurpador cometió un gran crimen al asesinar al mártir Haniyeh, y esta vez será castigado con más severidad que antes.

En una declaración a The Wall Street Journal, la misión iraní ante la ONU afirmó que cualquier respuesta debe castigar al régimen israelí y disuadir de futuros ataques en el país, pero también “debe calibrarse cuidadosamente para evitar cualquier posible impacto adverso que pudiera influir en un posible alto el fuego”.

El momento, las condiciones y la forma de la respuesta de Irán se orquestarán meticulosamente para garantizar que se produzca en un momento de máxima sorpresa; tal vez cuando sus ojos estén fijos en los cielos y en las pantallas de sus radares, les pille por sorpresa desde tierra -o, tal vez, incluso una combinación de ambos.

La declaración iraní desde el podio de la ONU en Nueva York es un mensaje dirigido a la Casa Blanca de que la pelota está en el tejado estadounidense-israelí.

Curiosamente, coincidió con la lectura atenuada de la Casa Blanca sobre la llamada de Biden con Netanyahu el miércoles, en la que Biden señaló los “despliegues militares defensivos de Estados Unidos” y subrayó “la urgencia de cerrar el acuerdo de alto el fuego y liberación de rehenes y habló de las próximas conversaciones en El Cairo para eliminar los obstáculos que queden”. Es lógico que Teherán y Washington se estén comunicando entre sí.

Evidentemente, ante un telón de fondo con tantos matices, la paranoia sobre una guerra regional no está justificada, pues ni Irán ni EEUU quieren la guerra. En cuanto a Israel, un país pequeño, simplemente carece de capacidad para entrar en guerra con Irán, armado con tres submarinos repletos de misiles nucleares como activos estratégicos.

La asombrosa revelación de la vasta red de misiles subterráneos de Hezbolá en el sur y centro del Líbano es una prueba de realidad para la élite política israelí y las comunidades de colonos sobre a qué se enfrentan.

En palabras del ex ministro de guerra israelí Avigdor Lieberman, Israel está inmerso en una guerra de desgaste, exactamente como querían los iraníes, tras haber conseguido unir los frentes de resistencia.

Lieberman señaló que la agonía de la espera indeterminada de la operación de represalia de Teherán es en sí misma un logro para Teherán y el Eje de la Resistencia.

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