A la ignorancia cotidiana sobre quién y qué es Rusia se le suma la distante actitud del Estado colombiano, su diligente acatamiento de la línea estadounidense que ni siquiera le permite tener relaciones más francas con Cuba.
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Hace ocho años escribo acerca de problemas globales y latinoamericanos. Hace seis años regresé a Colombia de terminar mis estudios de posgrado, hace tres inicié contactos y trabajos con la embajada de la Federación de Rusia y hace un año con la de Bielorrusia. tres eventos significativos fueron una charla sobre ciber seguridad dada por el agregado cultural Señor Azamat Kusaev. Luego, una actividad académica y cultural, sobre la Gran Guerra Patria con una muestra gastronómica mixta de cocina soviética en el campo de batalla y comida de guerra en Colombia; producto del largo y doloroso conflicto armado. En este mismo formato la hemos organizado en dos instituciones universitarias en 2023 y 2024. Las dos contaron con una significativa recepción de los estudiantes y abre posibilidades para contactos inter institucionales.
El otro evento trató de inteligencia artificial y pensamiento crítico, con un investigador bielorruso. Las actividades que he desarrollado en la institución que trabajaba en un punto tocaron la fibra pro occidental de las directivas que, si bien no objetaron que se hicieran las actividades con colegas eslavos, declinaron la oportunidad de alianzas estratégicas en el ámbito de la academia y la investigación. No fue lo único que declinaron: ya no requirieron de mis servicios como investigador en 2024.
El año 2023 se cumplieron los doscientos años de la promulgación de la doctrina Monroe que fundó a la política exterior estadounidense que conocemos hoy en día. Al lado de colegas, universidades y centros de investigación de México, Chile, Canadá, Venezuela, Colombia y Rusia – Instituto Latinoamericano de la Academia de Ciencias de Moscú con dos ponencias de sus investigadores – , organizamos el Seminario Internacional de estudios sobre la doctrina Monroe, contando en los meses de junio y noviembre, con 62 ponentes de países de Eurasia, África, Europa, América Latina y el Caribe. El evento se hizo con voluntades sumadas, sin un solo peso invertido. El material también quedó depositado en el repositorio de YouTube de la Asociación Colombiana de Historiadores.
Este año desde otras instituciones en las que trabajo, me encuentro fomentando la cooperación y el acercamiento entre el universo eslavo y el colombiano. No es tarea sencilla, es lenta y a veces incompresible. Es ardua la labor de los funcionarios diplomáticos rusos en Colombia. A la ignorancia cotidiana sobre quién y qué es Rusia se le suma la distante actitud del Estado colombiano, su diligente acatamiento de la línea estadounidense que ni siquiera le permite tener relaciones más francas con Cuba, quien tanto nos ha apoyado en los acuerdos de paz y negociaciones. Esto no es un reproche. Es una realidad, es un gobierno limitado desde siempre, a gusto y disgusto.
Me detengo un momento en este aspecto de la política exterior colombiana. En Caracas, en el Coloquio Internacional Bicentenario de la batalla de Pichincha, presenté la ponencia: Geopolítica y soberanía: importancia de la autodeterminación colombiana para Latinoamérica y el Caribe en la que señalaba como tesis central que la doctrina hegemónica estadounidense usando a Colombia como base para su política multi factorial de dominación de espectro completo, definida en la doctrina del Comando Sur así como en el documento Joint visión 2030, condiciona la obtención de la soberanía de la nación colombiana solo hasta fin del ciclo hegemónico estadounidense, que puede ser un largo ciclo centenario o dos Kondrátiev iniciados en 1940 con Breton Woods. Tal situación se hace relevante para el desarrollo de una soberanía plena continental que además ha sido mermada con los actuales gobiernos de línea ultra derechista, simpatizantes del nacismo y el fascismo.
Esto lo vivimos en Colombia aún con la llegada del primer gobierno amigo de las demandas de los sectores populares del presidente Gustavo Petro, quien es un liberal reformista pero limitado para desarrollar una política exterior independiente. Los noticieros que se consideran independientes en Colombia, reproducen la misma línea comunicacional e ideológica marcada por Estados Unidos y reproducida por medios de derecha.
EE.UU. se ha posicionado a través de la música, el cine, la televisión y el imaginario de una forma de ser al estilo americano y una academia que brilla por la inercia de la hegemonía, como la rémora que avanza pegada al tiburón. Las acciones que he desarrollado en compañía de colegas e instituciones impactan la dimensión cultural, académica e investigativa. El mundo eslavo tiene características culturales y emocionales afines con el mundo latinoamericano por explotar. Tienen además un alto valor agregado en ciencias aplicadas que sería de gran utilidad para la subregión latinoamericana aprovechar, ante la falta transferencia tecnológica occidental, ese patear la escalera, popularizado por Ha-Joon Chang y origina de Friedrich List.
En febrero del presente año, viajé a Moscú, por invitación del Movimiento Internacional Rusófilo, MIR, a su evento sobre multipolaridad. Evento del cual pude generar más contactos y de cuya experiencia me he enriquecido y propuesto a los organizadores un nuevo formato para el encuentro en 2025, perfeccionando y optimizando tan monumental espacio de interacción con personas de más de cien países.
Este año como miembro de la Asociación Colombiana de Historiadores, propuse un evento que reflexione acerca de cómo nos han visto a los latinoamericanos y caribeños desde la historiografía eslava. Nuevamente, con el Dr. Rozental, director del Instituto Latinoamericano de la Academia de Ciencias de Moscú, estamos planeando el ciclo de historiografía eslava para el mes de octubre o noviembre del presente año.
Además, el 4 de marzo se tuvo una charla con el historiador bielorruso Igor Marzalyuk, en una actividad titulada Particularidades democráticas de la Asamblea Popular de Bielorrusia: perspectivas históricas y comentarios desde América Latina. En tal actividad, realizada en cooperación con la embajada de Belarús y su jefe de negocios, Sra. Olga Kupreyeva, tuve el gusto de hacer las reflexiones y comentarios respecto a la disertación del colega bielorruso. Estamos impulsando por iniciativa del agregado cultural de la embajada de la Federación de Rusia en Bogotá una posible cooperación entre la Asociación Colombiana de Historiadores y un centro de historiadores rusos y otras actividades culturales y académicas.
En síntesis, una nueva estructura internacional, en términos de un diálogo Inter civilizacional – como señala Boris Martynov, en su obra El dilema del mundo multipolar América Latina – no ha de estar atravesado por la copia de las formas de los poderes blandos decadentes ni a cualquier precio. Esto solo sería cambiar un mal por otro. Lo que he contado en estas breves líneas es la experiencia acerca de cómo y qué tipo actividades, intercambios y asociaciones son relevantes, estratégicas y provechosas para conectar lo mejor de ambos mundos, el eslavo y el latinoamericano, convencidos de que no es la ideología Woke, ni todo lo derivado del ininteligible “orden basado en reglas” lo que debe signar el nuevo ciclo histórico en transición y que con mucho sufrimiento humano estamos viviendo. Hay que recordar que el propio presidente Vladímir Putin en su discurso de posesión como presidente, en marzo de 2024, señaló a América Latina como parte de las prioridades diplomáticas a fortalecer.
Hay varias instituciones y organizaciones en la región latinoamericana y caribeña proponiendo eventos y trabajo mancomunado por la apertura al mundo ruso eslavo y que espera seguir contando con el apoyo entusiasta de los cuerpos diplomáticos culturales de las embajadas. Invito al fomento y fortalecimiento del poder blando, uno lleno de estética, ciencia, tecnología y vida plena al modo, costumbre y posibilidad de cada región de la que emanen robustas soberanías. No es una tarea fácil y que implica paciencia y pedagogía. Que sea pues una certeza para el eterno presente, la sentencia de El príncipe idiota, de Fiodor Dostoievski: “La belleza, salvará al mundo”.