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Eduardo Vasco
May 25, 2024
© Photo: REUTERS/Matias Baglietto

Al mismo tiempo que financia o cubre actividades terroristas promovidas desde Miami contra Cuba, Estados Unidos considera a La Habana un “Estado patrocinador del terrorismo”.

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“La mayoría de los cubanos apoyan a Castro (…) la única manera de retirarles su apoyo interno es a través del desencanto y la insatisfacción que surgen del malestar económico y de las dificultades materiales (…) hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba (...) una línea de acción que, siendo lo más hábil y discreta posible, logre los mayores avances en privar a Cuba de dinero y suministros, para reducir sus recursos financieros y salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. – Memorando del 6 de abril de 1960 del Subsecretario Adjunto para Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado de Estados Unidos, Lester Mallory.

El bloqueo fue impuesto definitivamente el 7 de febrero de 1962 por el presidente John Kennedy, del Partido Demócrata. Aumentado durante las siguientes décadas, impide, en la práctica, que Cuba mantenga relaciones comerciales normales con el resto del mundo. Washington dejó de comerciar con La Habana. Cualquier producto que tenga más del 10% de componentes de origen norteamericano no puede ser adquirido por Cuba. Cualquier barco que ingrese a Cuba tiene impedido atracar en EE.UU. durante seis meses. Cuba no puede realizar transacciones en dólares. Los bancos internacionales no realizan transacciones hacia y desde Cuba. Se puede decir que, desde que se impuso el bloqueo, Cuba es rehén de las leyes establecidas en su contra por otro país, por la mayor potencia de la historia de la humanidad, que domina la economía mundial durante más de 70 años. En la práctica, Estados Unidos le dice al mundo: “o comercias con Cuba o comercias conmigo”. Esta es la herramienta de asfixia contra el pequeño país.

Durante tres décadas, Cuba logró liberarse de los peores efectos del bloqueo gracias a la existencia de la Unión Soviética y del Consejo de Asistencia Económica Mutua (Comecon), en el que países mucho más desarrollados económicamente que ella, como Alemania del Este, Checoslovaquia y Polonia, además de la propia URSS, intercambiaron productos industrializados que Cuba siempre necesitó a cambio de las materias primas o productos de escaso valor añadido que producía (principalmente azúcar, puros, ron y níquel). Fue un intercambio no capitalista, entre un bloque de países que sufrían un boicot económico por parte de Estados Unidos. Pero, con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS, Cuba quedó prácticamente sola. El 24 de julio de 1991, cinco meses antes de que Mijaíl Gorbachov proclamara el fin de la URSS, el Senado estadounidense aprobó varias enmiendas al Proyecto de Ley de Ayuda Exterior para imponer una serie de condiciones para que la URSS pudiera recibir ayuda de Estados Unidos – entre ellas, el fin de la ayuda militar y económica a Cuba. Aunque la sostuvo durante 30 años, la relación económica con la URSS y el Comecon no condujo a un verdadero desarrollo industrial en la isla, lo que, sumado a la escasez de recursos naturales para la producción económica, la mantuvo casi enteramente dependiente de asociaciones económicas para sobrevivir.

Fue a partir de la década de 1990 que los cubanos entendieron realmente lo que era el bloqueo. Apagones diarios de más de diez horas, autos desaparecidos por falta de combustible, sin siquiera aspirina para el dolor de cabeza, decenas de miles de cubanos se arrojaron al mar como última opción que encontraron para escapar de esa desgracia. En Cuba ya no quedaba nada. La zafra anual de azúcar, el mayor producto de exportación, había caído de ocho a tres millones de toneladas, al agotarse el combustible para tractores, cosechadoras y camiones. El tractor tuvo que ser sustituido por el buey para arar la tierra. El Producto Interno Bruto (PIB) disminuyó un 14,9% en 1993. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), “tanto la prevalencia como el número de personas que padecían privación de alimentos aumentaron durante la primera mitad de los años noventa”. Además de profundizar el bloqueo, imponiendo nuevas medidas como las leyes Torricelli y Helms-Burton, el gobierno estadounidense mantuvo desde 1966 la Ley de Ajuste Cubano, para fomentar la inmigración a EE.UU., garantizando a cada cubano un privilegio que ningún otro extranjero tiene: si lograba llegar a Estados Unidos, obtendría la residencia permanente y, un año después, los mismos derechos que los ciudadanos americanos.

Al mismo tiempo que financia o cubre actividades terroristas promovidas desde Miami contra Cuba, Estados Unidos considera a La Habana un “Estado patrocinador del terrorismo”. El expresidente republicano Donald Trump volvió a incluir a la isla en esta lista, que permite sanciones contra cualquier ciudadano cubano, impedido, por ejemplo, de realizar transacciones bancarias. También añadió 243 nuevas medidas al sistema de bloqueo. Estas acciones fueron mantenidas por el demócrata Joe Biden.

A principios de 2022, en exactamente 60 años, el bloqueo había causado una pérdida de casi 1,4 billones de dólares a la ya históricamente pobre economía cubana – además, el valor de los activos del Estado cubano congelados en el Chase Manhattan Bank superó los 600 millones de dólares y actualmente un fondo buitre intenta robar 100 millones de dólares al Estado cubano. El recrudecimiento del bloqueo con las medidas antes mencionadas, sumado a la pandemia de Covid-19, provocó, entre agosto de 2021 y febrero de 2022, pérdidas un 49% mayores que las del período anterior (de enero a julio de 2021). El confinamiento y la pandemia provocaron una caída del PIB casi igual a la de 1993: en 2020 fue del 10,9% y, entre 2020 y septiembre de 2021, del 13%.

Bajo el bloqueo ni siquiera se permite la ayuda humanitaria. Al inicio de la pandemia, en 2020, un barco con mascarillas, ventiladores y pruebas enviado por la empresa china Alibaba a Cuba no pudo llegar a los puertos de la isla, porque los propietarios del barco serían sancionados por EE.UU. Cuando, en agosto de 2022, un incendio en un depósito de combustible en la ciudad de Matanzas dejó 14 muertos y conmocionó a todo el país y a la comunidad internacional, los bancos vetaron las donaciones financieras de grupos de amistad a Cuba.

El informe de Cuba a la Asamblea General de las Naciones Unidas, que resume los impactos del bloqueo entre enero y julio de 2021, señala:

No hay un solo sector de la vida social y económica de Cuba que escape a estos efectos. Varias generaciones de cubanos y cubanas han nacido y vivido bajo el asedio de esta política criminal, que viola los derechos de la población y afecta el paradigma de bienestar y desarrollo al que aspira todo cubano.

Comprender la esencia del bloqueo implica inevitablemente comprender la intención de esta política: asfixiar la economía cubana y dejar al pueblo vulnerable al hambre y la necesidad. Cada medida en esta estructura de medidas coercitivas unilaterales busca deliberadamente este fin. Es un acto de guerra económica en tiempos de paz.

El bloqueo a Cuba: un arma para “provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”

Al mismo tiempo que financia o cubre actividades terroristas promovidas desde Miami contra Cuba, Estados Unidos considera a La Habana un “Estado patrocinador del terrorismo”.

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“La mayoría de los cubanos apoyan a Castro (…) la única manera de retirarles su apoyo interno es a través del desencanto y la insatisfacción que surgen del malestar económico y de las dificultades materiales (…) hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba (...) una línea de acción que, siendo lo más hábil y discreta posible, logre los mayores avances en privar a Cuba de dinero y suministros, para reducir sus recursos financieros y salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. – Memorando del 6 de abril de 1960 del Subsecretario Adjunto para Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado de Estados Unidos, Lester Mallory.

El bloqueo fue impuesto definitivamente el 7 de febrero de 1962 por el presidente John Kennedy, del Partido Demócrata. Aumentado durante las siguientes décadas, impide, en la práctica, que Cuba mantenga relaciones comerciales normales con el resto del mundo. Washington dejó de comerciar con La Habana. Cualquier producto que tenga más del 10% de componentes de origen norteamericano no puede ser adquirido por Cuba. Cualquier barco que ingrese a Cuba tiene impedido atracar en EE.UU. durante seis meses. Cuba no puede realizar transacciones en dólares. Los bancos internacionales no realizan transacciones hacia y desde Cuba. Se puede decir que, desde que se impuso el bloqueo, Cuba es rehén de las leyes establecidas en su contra por otro país, por la mayor potencia de la historia de la humanidad, que domina la economía mundial durante más de 70 años. En la práctica, Estados Unidos le dice al mundo: “o comercias con Cuba o comercias conmigo”. Esta es la herramienta de asfixia contra el pequeño país.

Durante tres décadas, Cuba logró liberarse de los peores efectos del bloqueo gracias a la existencia de la Unión Soviética y del Consejo de Asistencia Económica Mutua (Comecon), en el que países mucho más desarrollados económicamente que ella, como Alemania del Este, Checoslovaquia y Polonia, además de la propia URSS, intercambiaron productos industrializados que Cuba siempre necesitó a cambio de las materias primas o productos de escaso valor añadido que producía (principalmente azúcar, puros, ron y níquel). Fue un intercambio no capitalista, entre un bloque de países que sufrían un boicot económico por parte de Estados Unidos. Pero, con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS, Cuba quedó prácticamente sola. El 24 de julio de 1991, cinco meses antes de que Mijaíl Gorbachov proclamara el fin de la URSS, el Senado estadounidense aprobó varias enmiendas al Proyecto de Ley de Ayuda Exterior para imponer una serie de condiciones para que la URSS pudiera recibir ayuda de Estados Unidos – entre ellas, el fin de la ayuda militar y económica a Cuba. Aunque la sostuvo durante 30 años, la relación económica con la URSS y el Comecon no condujo a un verdadero desarrollo industrial en la isla, lo que, sumado a la escasez de recursos naturales para la producción económica, la mantuvo casi enteramente dependiente de asociaciones económicas para sobrevivir.

Fue a partir de la década de 1990 que los cubanos entendieron realmente lo que era el bloqueo. Apagones diarios de más de diez horas, autos desaparecidos por falta de combustible, sin siquiera aspirina para el dolor de cabeza, decenas de miles de cubanos se arrojaron al mar como última opción que encontraron para escapar de esa desgracia. En Cuba ya no quedaba nada. La zafra anual de azúcar, el mayor producto de exportación, había caído de ocho a tres millones de toneladas, al agotarse el combustible para tractores, cosechadoras y camiones. El tractor tuvo que ser sustituido por el buey para arar la tierra. El Producto Interno Bruto (PIB) disminuyó un 14,9% en 1993. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), “tanto la prevalencia como el número de personas que padecían privación de alimentos aumentaron durante la primera mitad de los años noventa”. Además de profundizar el bloqueo, imponiendo nuevas medidas como las leyes Torricelli y Helms-Burton, el gobierno estadounidense mantuvo desde 1966 la Ley de Ajuste Cubano, para fomentar la inmigración a EE.UU., garantizando a cada cubano un privilegio que ningún otro extranjero tiene: si lograba llegar a Estados Unidos, obtendría la residencia permanente y, un año después, los mismos derechos que los ciudadanos americanos.

Al mismo tiempo que financia o cubre actividades terroristas promovidas desde Miami contra Cuba, Estados Unidos considera a La Habana un “Estado patrocinador del terrorismo”. El expresidente republicano Donald Trump volvió a incluir a la isla en esta lista, que permite sanciones contra cualquier ciudadano cubano, impedido, por ejemplo, de realizar transacciones bancarias. También añadió 243 nuevas medidas al sistema de bloqueo. Estas acciones fueron mantenidas por el demócrata Joe Biden.

A principios de 2022, en exactamente 60 años, el bloqueo había causado una pérdida de casi 1,4 billones de dólares a la ya históricamente pobre economía cubana – además, el valor de los activos del Estado cubano congelados en el Chase Manhattan Bank superó los 600 millones de dólares y actualmente un fondo buitre intenta robar 100 millones de dólares al Estado cubano. El recrudecimiento del bloqueo con las medidas antes mencionadas, sumado a la pandemia de Covid-19, provocó, entre agosto de 2021 y febrero de 2022, pérdidas un 49% mayores que las del período anterior (de enero a julio de 2021). El confinamiento y la pandemia provocaron una caída del PIB casi igual a la de 1993: en 2020 fue del 10,9% y, entre 2020 y septiembre de 2021, del 13%.

Bajo el bloqueo ni siquiera se permite la ayuda humanitaria. Al inicio de la pandemia, en 2020, un barco con mascarillas, ventiladores y pruebas enviado por la empresa china Alibaba a Cuba no pudo llegar a los puertos de la isla, porque los propietarios del barco serían sancionados por EE.UU. Cuando, en agosto de 2022, un incendio en un depósito de combustible en la ciudad de Matanzas dejó 14 muertos y conmocionó a todo el país y a la comunidad internacional, los bancos vetaron las donaciones financieras de grupos de amistad a Cuba.

El informe de Cuba a la Asamblea General de las Naciones Unidas, que resume los impactos del bloqueo entre enero y julio de 2021, señala:

No hay un solo sector de la vida social y económica de Cuba que escape a estos efectos. Varias generaciones de cubanos y cubanas han nacido y vivido bajo el asedio de esta política criminal, que viola los derechos de la población y afecta el paradigma de bienestar y desarrollo al que aspira todo cubano.

Comprender la esencia del bloqueo implica inevitablemente comprender la intención de esta política: asfixiar la economía cubana y dejar al pueblo vulnerable al hambre y la necesidad. Cada medida en esta estructura de medidas coercitivas unilaterales busca deliberadamente este fin. Es un acto de guerra económica en tiempos de paz.

Al mismo tiempo que financia o cubre actividades terroristas promovidas desde Miami contra Cuba, Estados Unidos considera a La Habana un “Estado patrocinador del terrorismo”.

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“La mayoría de los cubanos apoyan a Castro (…) la única manera de retirarles su apoyo interno es a través del desencanto y la insatisfacción que surgen del malestar económico y de las dificultades materiales (…) hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba (...) una línea de acción que, siendo lo más hábil y discreta posible, logre los mayores avances en privar a Cuba de dinero y suministros, para reducir sus recursos financieros y salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. – Memorando del 6 de abril de 1960 del Subsecretario Adjunto para Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado de Estados Unidos, Lester Mallory.

El bloqueo fue impuesto definitivamente el 7 de febrero de 1962 por el presidente John Kennedy, del Partido Demócrata. Aumentado durante las siguientes décadas, impide, en la práctica, que Cuba mantenga relaciones comerciales normales con el resto del mundo. Washington dejó de comerciar con La Habana. Cualquier producto que tenga más del 10% de componentes de origen norteamericano no puede ser adquirido por Cuba. Cualquier barco que ingrese a Cuba tiene impedido atracar en EE.UU. durante seis meses. Cuba no puede realizar transacciones en dólares. Los bancos internacionales no realizan transacciones hacia y desde Cuba. Se puede decir que, desde que se impuso el bloqueo, Cuba es rehén de las leyes establecidas en su contra por otro país, por la mayor potencia de la historia de la humanidad, que domina la economía mundial durante más de 70 años. En la práctica, Estados Unidos le dice al mundo: “o comercias con Cuba o comercias conmigo”. Esta es la herramienta de asfixia contra el pequeño país.

Durante tres décadas, Cuba logró liberarse de los peores efectos del bloqueo gracias a la existencia de la Unión Soviética y del Consejo de Asistencia Económica Mutua (Comecon), en el que países mucho más desarrollados económicamente que ella, como Alemania del Este, Checoslovaquia y Polonia, además de la propia URSS, intercambiaron productos industrializados que Cuba siempre necesitó a cambio de las materias primas o productos de escaso valor añadido que producía (principalmente azúcar, puros, ron y níquel). Fue un intercambio no capitalista, entre un bloque de países que sufrían un boicot económico por parte de Estados Unidos. Pero, con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS, Cuba quedó prácticamente sola. El 24 de julio de 1991, cinco meses antes de que Mijaíl Gorbachov proclamara el fin de la URSS, el Senado estadounidense aprobó varias enmiendas al Proyecto de Ley de Ayuda Exterior para imponer una serie de condiciones para que la URSS pudiera recibir ayuda de Estados Unidos – entre ellas, el fin de la ayuda militar y económica a Cuba. Aunque la sostuvo durante 30 años, la relación económica con la URSS y el Comecon no condujo a un verdadero desarrollo industrial en la isla, lo que, sumado a la escasez de recursos naturales para la producción económica, la mantuvo casi enteramente dependiente de asociaciones económicas para sobrevivir.

Fue a partir de la década de 1990 que los cubanos entendieron realmente lo que era el bloqueo. Apagones diarios de más de diez horas, autos desaparecidos por falta de combustible, sin siquiera aspirina para el dolor de cabeza, decenas de miles de cubanos se arrojaron al mar como última opción que encontraron para escapar de esa desgracia. En Cuba ya no quedaba nada. La zafra anual de azúcar, el mayor producto de exportación, había caído de ocho a tres millones de toneladas, al agotarse el combustible para tractores, cosechadoras y camiones. El tractor tuvo que ser sustituido por el buey para arar la tierra. El Producto Interno Bruto (PIB) disminuyó un 14,9% en 1993. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), “tanto la prevalencia como el número de personas que padecían privación de alimentos aumentaron durante la primera mitad de los años noventa”. Además de profundizar el bloqueo, imponiendo nuevas medidas como las leyes Torricelli y Helms-Burton, el gobierno estadounidense mantuvo desde 1966 la Ley de Ajuste Cubano, para fomentar la inmigración a EE.UU., garantizando a cada cubano un privilegio que ningún otro extranjero tiene: si lograba llegar a Estados Unidos, obtendría la residencia permanente y, un año después, los mismos derechos que los ciudadanos americanos.

Al mismo tiempo que financia o cubre actividades terroristas promovidas desde Miami contra Cuba, Estados Unidos considera a La Habana un “Estado patrocinador del terrorismo”. El expresidente republicano Donald Trump volvió a incluir a la isla en esta lista, que permite sanciones contra cualquier ciudadano cubano, impedido, por ejemplo, de realizar transacciones bancarias. También añadió 243 nuevas medidas al sistema de bloqueo. Estas acciones fueron mantenidas por el demócrata Joe Biden.

A principios de 2022, en exactamente 60 años, el bloqueo había causado una pérdida de casi 1,4 billones de dólares a la ya históricamente pobre economía cubana – además, el valor de los activos del Estado cubano congelados en el Chase Manhattan Bank superó los 600 millones de dólares y actualmente un fondo buitre intenta robar 100 millones de dólares al Estado cubano. El recrudecimiento del bloqueo con las medidas antes mencionadas, sumado a la pandemia de Covid-19, provocó, entre agosto de 2021 y febrero de 2022, pérdidas un 49% mayores que las del período anterior (de enero a julio de 2021). El confinamiento y la pandemia provocaron una caída del PIB casi igual a la de 1993: en 2020 fue del 10,9% y, entre 2020 y septiembre de 2021, del 13%.

Bajo el bloqueo ni siquiera se permite la ayuda humanitaria. Al inicio de la pandemia, en 2020, un barco con mascarillas, ventiladores y pruebas enviado por la empresa china Alibaba a Cuba no pudo llegar a los puertos de la isla, porque los propietarios del barco serían sancionados por EE.UU. Cuando, en agosto de 2022, un incendio en un depósito de combustible en la ciudad de Matanzas dejó 14 muertos y conmocionó a todo el país y a la comunidad internacional, los bancos vetaron las donaciones financieras de grupos de amistad a Cuba.

El informe de Cuba a la Asamblea General de las Naciones Unidas, que resume los impactos del bloqueo entre enero y julio de 2021, señala:

No hay un solo sector de la vida social y económica de Cuba que escape a estos efectos. Varias generaciones de cubanos y cubanas han nacido y vivido bajo el asedio de esta política criminal, que viola los derechos de la población y afecta el paradigma de bienestar y desarrollo al que aspira todo cubano.

Comprender la esencia del bloqueo implica inevitablemente comprender la intención de esta política: asfixiar la economía cubana y dejar al pueblo vulnerable al hambre y la necesidad. Cada medida en esta estructura de medidas coercitivas unilaterales busca deliberadamente este fin. Es un acto de guerra económica en tiempos de paz.

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