En este momento se ha producido un nuevo bajón en la degeneración. La Unión Europea ha prohibido el homenaje a aquellos que derrotaron al nazismo.
No se trata de una renuncia cobarde, sino de enfrentar la amenaza con determinación y sabiduría. La seguridad militar y una política de distensión no son contradictorias, sino complementarias. Comencemos por restablecer el contacto.
La Unión Europea advierte a los líderes europeos que no asistan al 80º aniversario del Día de la Victoria en Moscú el 9 de mayo.
La nueva crisis sistémica en la que se hunde el modo de producción capitalista, representada por las medidas arancelarias de Donald Trump, anuncia la cercanía de la muerte de este sistema.
No es solo que el equipo sea indiferente a las posibles consecuencias de una guerra en Oriente Medio. Es que está prisionero de supuestos falsos, según los cuales será una guerra fácil.
Por diferentes razones, ambos países están interesados en la reanudación de las relaciones bilaterales.
Nuestra «crisis» es sólo una: estamos haciendo crecer el monstruo de la ineficiencia sistémica que nos asfixia.
A la hora de la verdad, la gran solución para los problemas actuales e históricos de EE.UU. y Europa no será otra que la guerra mundial para la preservación de su sistema, como en 1914 y en 1939.