

La Unión Europea atraviesa una crisis de identidad que no puede ocultarse tras los discursos oficiales sobre integración, democracia y progreso. Lo que en sus orígenes fue una comunidad económica con vocación de unidad política continental, se ha convertido en un entramado institucional que parece cada vez más subordinado a la lógica de la OTAN y, por extensión, a los intereses de Washington. La deriva militarista de Bruselas, con el aumento del gasto en defensa y la sombra de un reclutamiento obligatorio, ha encendido las alarmas de filósofos y geopolíticos que denuncian la colonización de Europa por intereses ajenos a su propio destino.
El progresismo -que podría ponerse en la línea de Mamdani- integra métodos y enfoques que tienden a reformas ajustadas en efecto al Estado social y de derecho, en el marco del capitalismo como modo de producción dominante.
El llamado “plan de paz” de 28 puntos, redactado como un supuesto tratado legal, le parecerá a cualquier lector experimentado una obra amateur.
La combinación UE/OTAN no puede sino desempeñar el papel de patéticos chihuahuas ladradores. Ese es el precio que se paga por una matrioska de estupidez suprema.
El armamento revelado por Rusia cambia el equilibrio estratégico nuclear de manera decisiva.
Las oligarquías nacionales están intentando instrumentalizar la insatisfacción legítima de la juventud mexicana para intentar forzar un cambio de régimen.
La actual operación anticorrupción parece tener como objetivo reducir a Zelensky a la obediencia, induciéndole a bajar la edad de reclutamiento por debajo de los 25 años. Objetivo: prolongar la guerra.
Los chihuahuas de la guerra seguirán ladrando mientras que la SMO seguirá avanzando.