

Lamentablemente, aún falta desarrollar una sólida unidad de la región. Sin esto, seguirán los mismos países tendiendo a actuar por su cuenta de manera lenta y supeditados a la paquidermia de sus élites.
De alguna manera, los dirigentes israelíes están tomando conciencia de ello y no pueden sino oponerse con una guerra permanente. Con la idea de que al menos sirve para alejar un poco más el problema, pero que en realidad no hará más que acelerar la caída.
Atacar a sus aliados y crear enemigos es la última carta que le queda al Imperio del Caos.
La estrategia de reaproximación con Brasil se basa precisamente en un esfuerzo por jalar al país fuera de la “orbita china.”
Las turbulencias internas en Israel, la aceleración del declive estadounidense y las contradicciones del plan de Trump podrían echar por tierra todo el proyecto hegemónico israelo-estadounidense para la región.
La razón fundamental por la que se ha producido esta ruptura, con respecto a una larga temporada anterior, es que el declive del imperio estadounidense se estaba acelerando demasiado (probablemente incluso más de lo previsto), lo que hacía necesarios algunos ajustes estratégicos.
Vamos a ver en prospectiva lo que ha sacado y sacará como riesgo y ganancia la posguerra ruso-occidental, principalmente para la Federación de Rusia.
Quién sabe, si las cosas salen bien, Steve Witkoff y Jared Kushner podrían aparecer algún día en Rawalpindi en un futuro no muy lejano, siguiendo las instrucciones de Trump para resucitar los moribundos Acuerdos de Abraham.