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Jhosman Barbosa
August 27, 2025
© Photo: Public domain

La paz para Rusia se ve lejana. Rusia está preparada.

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Cuando Trotsky escribió en 1932, su Historia de la revolución rusa, señaló allí, como participante de primera fila, que mientras el zar Nikolái II pensaba en semanas o meses, los bolcheviques pensaban en días.

El general presentaba a las masas obreras un ultimátum de tres días; es decir, daba a la revolución un plazo mayor del que ésta necesitaba para derribar a Jabalov, y a la monarquía con él. Pero estas cosas sólo se saben después del triunfo. El 25 por la tarde nadie sabía aun lo que traería dentro el día siguiente. […] Hasta el día 26 no apareció el primer manifiesto a los soldados, lanzado por una de las organizaciones socialdemócratas, afín a los bolcheviques. Este manifiesto, que tenía un carácter muy indeciso y ni siquiera hacía un llamamiento a los soldados para que se pusieran al lado del pueblo, empezó a repartirse por todos los barrios el día 27 por la mañana. “Sin embargo -atestigua Fureniev, uno de los directivos de la organización-, los acontecimientos revolucionarios se desarrollaban con tal rapidez, que nuestras consignas llegaban ya con retraso. En el momento en que las hojas llegaban a manos de los soldados, éstos entraban ya en acción.”

Tal parece que los actuales acontecimientos diplomáticos, mas no militares, ni económicos o financieros, mucho menos de bloques de interés, se mueven a una velocidad en la cual sólo queda adivinar; imaginar con justeza.

Cito a Trotsky en ese pasaje particular, porque quizá tanto yo como otros analistas, estamos como el zarismo de principios de siglo XX y los acontecimientos se suceden, de manera subrepticia, más rápido de lo que podemos comprender. Esto se debe por un lado a la falta de fuentes de primera mano y el marcado secretismo que ha signado las últimas dos semanas. En verdad no se sabe hasta dónde se están configurando nuevas alianzas, si acaso el denominado ‘Estado profundo’, -que es la suma de los neoconservadores republicanos y demócratas más los dueños del Complejo Militar Industrial, la banca que se configura empresarialmente mediante Holdings -tipo Black Rock- y el viejo capital vinculado a la financiarización- ha pactado que puede darse el paso hacia una pausa de la guerra, un renfoque de la misma hacia el pacífico o un respaldo en primera instancia a la formación del ‘gran Israel’ camino a una lucha contra Irán que escale hacia China.

Fueron a mi parecer emotivas y esperanzadoras las imágenes del encuentro entre el estadista Vladímir Putin y el showman Donald Trump, dándose la mano, sonriendo, charlando, concordando y elogiándose mutuamente. Pero ¿puede acaso toda la estructura acuñada por décadas y años ser eclipsada de tajo por tal evento, sin duda memorable? Estoy como estuvo el zar Nikolái II, perdido de los tiempos de los acontecimientos, sin comprender las velocidades de la diplomacia profunda. Pero como historiador sigo fiel a las continuidades. Recapitulo:

  1. En la dimensión más general y estructural lo que se está disputando es un nuevo paradigma de poder, en donde el choque entre unipolaridad – multipolaridad es la clave de análisis.
  2. La actual guerra no es entre sistemas antagónicos, como llevo diciendo desde 2019, sino una lucha intra capitalista, intra élites, o contradicciones no antagónicas. Lo que implica que Rusia es capitalista al igual que EE.UU. y que China puede ser tan comunista como se quiera llamar, pero hacia adentro, ya que hacia afuera no hay diferencia mayor al tratar con otras naciones, salvo que les es indiferente si son estados mafiosos o democráticos.
  3. En este orden de ideas, siendo una lucha entre élites, es clave entender que las luchas internas de las naciones se dan entre empresarios pro mercado vs sectores sociales pro Estado. Esto implica que si las administraciones de Trump, o Biden, Obama o Bush velaban más por sus empresas que su país, habría que repensar los emblemas como ‘libertad’ o ‘democracia’ dispuestos en sus luchas hegemónicas. Esto pasa también en el caso europeo e incluso el ruso; donde el presidente Putin articula, atempera y soporta los intereses de tales grupos al interior del país. De hecho, un asunto fundamental del capitalismo rampante, desde 1991, es el abandono de los Estados de Bienestar, el giro hacia la privatización. Hart y Negri, en su libro Imperio, explican que Estados Unidos, más que una nación, expresa la vinculación de las élites globales al imperio estadounidense, lo que considero se pierde de vista a menudo al analizar el comportamiento de Europa ante los acuerdos con EE.UU. desfavorables ratificados la segunda semana de agosto y su negativa a importar gas ruso, o al revisar qué significa “America Firsh” – “MAGA” realmente en EE.UU. ¿Obran por luchas nacionales o por intereses empresariales? Habrá excepciones, pero ya son más que las reglas. Las naciones se eclipsan ante el mercado. Lucha que lleva a cabo de manera exitosa Lula, Putin, Modri, y Xi Jinping, BRIC, imponiendo las empresas estatales; de hecho, EE.UU. acaba de comprar un 10% de participación en INTEL. ¿Comprendieron?
  4. Estados Unidos y Europa, no dejarán de odiar, con todas sus letras -o d i a r- a Rusia. Esto significa que toda estrategia es un juego a largo plazo para desmontar a este competidor euroasiático, camino a desmontar al competidor asiático, China. La entrevista del 18 de agosto efectuada a Paul Craig Roberts -quien estuviera como Subsecretario del Tesoro estadounidense durante el gobierno de Ronald Reagan- hace claridad sobre este realismo de poder: Estados Unidos no permite competidores.
  5. Respecto a lo anterior, el director del programa del club de debate internacional Valdái, Timoféi Bordachev, sostuvo que, El encuentro entre Vladímir Putin y Donald Trump en Alaska constituye “una de las victorias diplomáticas más importantes en la historia de Rusia”, lograda tras “varios años de sacrificios militares, persistencia política y trabajo arduo” […] pero que tal hecho “simplemente es una transición a una nueva etapa de la lucha, que para los Estados verdaderamente soberanos nunca termina”. Respecto a lo primero, la considero una visión cortoplacista del logro diplomático. ¿Fue acaso la cumbre Molotov-Ribbentrop un logro diplomático, alemán o soviético? Sin lugar a dudas ha sido un trabajo arduo y lleno de sacrificios de todo el pueblo ruso. Lo segundo, en tanto transición, en efecto el conflicto en su amplio espectro sólo se trasladará a Asia. ¿Hay una posición de ventaja ahora mediante la vía diplomática para la parte civil rusa, cuando el propio canciller Sergei Lavrov mencionó hace unas semanas que los mejores diplomáticos hoy eran los soldados en el campo de batalla? Espero no sean reflexiones en exceso optimistas, pero tengo presente el ‘momento Nikolái II’, señalado por Lev Trotsky.
  6. Luego de poner un plazo de cincuenta días Donald Trump, pasó a 12 y simultáneamente grabó con impuestos a Brasil e India. Esto ya se vio reflejado en las compras extraordinarias de petróleo por parte de China que no está comprando India por causa de los aranceles a la importación de petróleo ruso, de referencia Urals, proveniente del Báltico y el Mar negro en cantidad de 75.000 barriles diarios. Aunque pasado el susto de la amenaza estadounidense, India ha reiniciado compras más agresivas de crudo a Rusia. Respecto al cercamiento de los BRIC, sin Sudáfrica, también se ha especulado por parte de estudiosos como Jeffrey Sachs, que los estadounidenses logran reconciliar a chinos e indios, olvidando una vez más, que un apretón de manos, si bien es un comienzo, NO borra las estructuras acuñadas.
  7. Respecto a Estados Unidos, creo nos toman por tontos. Es el país que más golpes de Estado ha provocado en el mundo. Quien diseñó las revoluciones de colores, que hicieron posible el Euromaidán y que hoy aplican en Serbia, para derrocar gobiernos con golpes blandos. Sin embargo, en apariencia no sabe cómo hacerse obedecer de V. Zelensky, presidente ilegítimo de Ucrania. Si bien se comprende que Zelensky es amparado por sectores con intereses adversos a la Administración Trump, es claro para un observador documentado que esto no pasó con otros títeres de la Casa Blanca. Ahora Trump y su vicepresidente dicen que Zelensky decidirá el camino de su país, que depende de él y de Vladimir Putin si se reúnen y acuerdan. No les creo. Les conviene esta ambivalencia para seguir jugando la hipócrita carta de mediadores, cuando son los estadounidenses la vanguardia de la agresión a Rusia. Además, sigue enviando armas a Ucrania bajo la fórmula de venta a Europa. El efecto es el mismo. Abre un posible frente en el Cáucaso con Azerbaiyán, insiste en Moldavia y tenta a Valery Zaluzhny a ser candidato presidencial en Ucrania, lo que implica continuación de la guerra con un criminal ‘honorable’ en el poder, pero ¿qué garantías ofrece a Rusia? ¿Quién o cómo se pactará el desmonte de la CIA ucraniana, infiltrada hasta el tuétano del Estado?
  8. Luego de las dos reuniones entre Trump y el presidente Putin y la UE con Zelensky, nada ha variado sobre el terreno. Rusia avanza en las regiones, Ucrania ha aumentado los ataques a población civil rusa, llevó ataques a la infraestructura de gas que surte a Hungría y niega un acuerdo sobre la base del dominio ruso en el terreno, bajo el decir que “Ucrania no va ganando, pero tampoco va perdiendo”. Europa insiste, desde Úrsula von der Leyen, en doblegar a Rusia y habla de paz mediante la fuerza y hacer de Ucrania un puercoespín de acero.

Entonces, ¿Quién garantizará lo que se pacte?

No habrá garantías. En ello considero puede estar de acuerdo Rusia con von der Leyen: paz mediante la fuerza. Apretones de mano, fotos, sonrisas, elogios mutuos, nada de ello puede hacer más que las condiciones estructurales que, además, como se ve, siguen en el mismo tono o incrementarán. No habrá acuerdos, porque no hay garantías, ergo no habrá paz pronto. Hasta cuando en apariencia la hubo, desde 1946, la llamaron Guerra Fría.

Sin embargo, no dejo de sentirme en la situación del zar Nicolás II, Romanov. Mal interpretando las velocidades de información, ignorando si existen acuerdos ocultos que ya están gestionando la dinámica mundial, creyendo que hay un caos incontrolable o una ventana de negociación. Este querrá decir que las estructuras se han determinado de otra manera y que éstas han determinado de otra manera acuerdos intra capitalistas.

Además, el reordenamiento de las zonas de poder global, la postergación de la avanzada occidental sobre Rusia, el re-centramiento de la tensión en China que, aunque en tanto guerra comercial y tecnológica ya la tiene perdida occidente, quizá permite ver que se negocian zonas de injerencia ‘naturales’, donde Estados Unidos regresa de manera agresiva a su ‘patio trasero’ en el que poco a poco se diluye el progresismo y además los temas de seguridad escalan hacia conflictos regionales centrados en Venezuela y Colombia y periféricos en Brasil, Ecuador y Perú como proxys a estos dos países. Sobre esta guerra efectué ponencias y un artículo aquí en enero de 2024, titulado, Reordenamiento ideológico, político y geopolítico en Latinoamérica tras la guerra fría: ¿guerras proxy a futuro? donde analizo el escenario prometido, como cosa rara, por un estudio de la Rand Corporation, titulado Great-power Competition and conflict in Latin America – Competencia y conflicto entre grandes potencias en América Latina. Al parecer, esto ya puede estar en marcha con los tres destructores estadounidenses cerca de las costas venezolanas.

Lo único cierto es que la guerra continua, que la UE se prepara para el paquete de sanciones a Rusia número 19, que Europa y particularmente Alemania se rearma, planean un conflicto amplio para 2029. La paz para Rusia se ve lejana. Rusia está preparada. Como dijo el jefe negociador ruso Vladímir Medinsky, a los negociadores ucranianos, “Luchamos con Suecia durante 21 años. ¿Cuánto tiempo más están dispuestos a luchar ustedes?”, ¿Cuánto tiempo están dispuestas las élites a librar esta guerra intra capitalista, para definir la nueva hegemonía?

El diálogo ruso-estadounidense es un acertijo, pero ¿Quién garantizará lo que se pacte?

La paz para Rusia se ve lejana. Rusia está preparada.

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Cuando Trotsky escribió en 1932, su Historia de la revolución rusa, señaló allí, como participante de primera fila, que mientras el zar Nikolái II pensaba en semanas o meses, los bolcheviques pensaban en días.

El general presentaba a las masas obreras un ultimátum de tres días; es decir, daba a la revolución un plazo mayor del que ésta necesitaba para derribar a Jabalov, y a la monarquía con él. Pero estas cosas sólo se saben después del triunfo. El 25 por la tarde nadie sabía aun lo que traería dentro el día siguiente. […] Hasta el día 26 no apareció el primer manifiesto a los soldados, lanzado por una de las organizaciones socialdemócratas, afín a los bolcheviques. Este manifiesto, que tenía un carácter muy indeciso y ni siquiera hacía un llamamiento a los soldados para que se pusieran al lado del pueblo, empezó a repartirse por todos los barrios el día 27 por la mañana. “Sin embargo -atestigua Fureniev, uno de los directivos de la organización-, los acontecimientos revolucionarios se desarrollaban con tal rapidez, que nuestras consignas llegaban ya con retraso. En el momento en que las hojas llegaban a manos de los soldados, éstos entraban ya en acción.”

Tal parece que los actuales acontecimientos diplomáticos, mas no militares, ni económicos o financieros, mucho menos de bloques de interés, se mueven a una velocidad en la cual sólo queda adivinar; imaginar con justeza.

Cito a Trotsky en ese pasaje particular, porque quizá tanto yo como otros analistas, estamos como el zarismo de principios de siglo XX y los acontecimientos se suceden, de manera subrepticia, más rápido de lo que podemos comprender. Esto se debe por un lado a la falta de fuentes de primera mano y el marcado secretismo que ha signado las últimas dos semanas. En verdad no se sabe hasta dónde se están configurando nuevas alianzas, si acaso el denominado ‘Estado profundo’, -que es la suma de los neoconservadores republicanos y demócratas más los dueños del Complejo Militar Industrial, la banca que se configura empresarialmente mediante Holdings -tipo Black Rock- y el viejo capital vinculado a la financiarización- ha pactado que puede darse el paso hacia una pausa de la guerra, un renfoque de la misma hacia el pacífico o un respaldo en primera instancia a la formación del ‘gran Israel’ camino a una lucha contra Irán que escale hacia China.

Fueron a mi parecer emotivas y esperanzadoras las imágenes del encuentro entre el estadista Vladímir Putin y el showman Donald Trump, dándose la mano, sonriendo, charlando, concordando y elogiándose mutuamente. Pero ¿puede acaso toda la estructura acuñada por décadas y años ser eclipsada de tajo por tal evento, sin duda memorable? Estoy como estuvo el zar Nikolái II, perdido de los tiempos de los acontecimientos, sin comprender las velocidades de la diplomacia profunda. Pero como historiador sigo fiel a las continuidades. Recapitulo:

  1. En la dimensión más general y estructural lo que se está disputando es un nuevo paradigma de poder, en donde el choque entre unipolaridad – multipolaridad es la clave de análisis.
  2. La actual guerra no es entre sistemas antagónicos, como llevo diciendo desde 2019, sino una lucha intra capitalista, intra élites, o contradicciones no antagónicas. Lo que implica que Rusia es capitalista al igual que EE.UU. y que China puede ser tan comunista como se quiera llamar, pero hacia adentro, ya que hacia afuera no hay diferencia mayor al tratar con otras naciones, salvo que les es indiferente si son estados mafiosos o democráticos.
  3. En este orden de ideas, siendo una lucha entre élites, es clave entender que las luchas internas de las naciones se dan entre empresarios pro mercado vs sectores sociales pro Estado. Esto implica que si las administraciones de Trump, o Biden, Obama o Bush velaban más por sus empresas que su país, habría que repensar los emblemas como ‘libertad’ o ‘democracia’ dispuestos en sus luchas hegemónicas. Esto pasa también en el caso europeo e incluso el ruso; donde el presidente Putin articula, atempera y soporta los intereses de tales grupos al interior del país. De hecho, un asunto fundamental del capitalismo rampante, desde 1991, es el abandono de los Estados de Bienestar, el giro hacia la privatización. Hart y Negri, en su libro Imperio, explican que Estados Unidos, más que una nación, expresa la vinculación de las élites globales al imperio estadounidense, lo que considero se pierde de vista a menudo al analizar el comportamiento de Europa ante los acuerdos con EE.UU. desfavorables ratificados la segunda semana de agosto y su negativa a importar gas ruso, o al revisar qué significa “America Firsh” – “MAGA” realmente en EE.UU. ¿Obran por luchas nacionales o por intereses empresariales? Habrá excepciones, pero ya son más que las reglas. Las naciones se eclipsan ante el mercado. Lucha que lleva a cabo de manera exitosa Lula, Putin, Modri, y Xi Jinping, BRIC, imponiendo las empresas estatales; de hecho, EE.UU. acaba de comprar un 10% de participación en INTEL. ¿Comprendieron?
  4. Estados Unidos y Europa, no dejarán de odiar, con todas sus letras -o d i a r- a Rusia. Esto significa que toda estrategia es un juego a largo plazo para desmontar a este competidor euroasiático, camino a desmontar al competidor asiático, China. La entrevista del 18 de agosto efectuada a Paul Craig Roberts -quien estuviera como Subsecretario del Tesoro estadounidense durante el gobierno de Ronald Reagan- hace claridad sobre este realismo de poder: Estados Unidos no permite competidores.
  5. Respecto a lo anterior, el director del programa del club de debate internacional Valdái, Timoféi Bordachev, sostuvo que, El encuentro entre Vladímir Putin y Donald Trump en Alaska constituye “una de las victorias diplomáticas más importantes en la historia de Rusia”, lograda tras “varios años de sacrificios militares, persistencia política y trabajo arduo” […] pero que tal hecho “simplemente es una transición a una nueva etapa de la lucha, que para los Estados verdaderamente soberanos nunca termina”. Respecto a lo primero, la considero una visión cortoplacista del logro diplomático. ¿Fue acaso la cumbre Molotov-Ribbentrop un logro diplomático, alemán o soviético? Sin lugar a dudas ha sido un trabajo arduo y lleno de sacrificios de todo el pueblo ruso. Lo segundo, en tanto transición, en efecto el conflicto en su amplio espectro sólo se trasladará a Asia. ¿Hay una posición de ventaja ahora mediante la vía diplomática para la parte civil rusa, cuando el propio canciller Sergei Lavrov mencionó hace unas semanas que los mejores diplomáticos hoy eran los soldados en el campo de batalla? Espero no sean reflexiones en exceso optimistas, pero tengo presente el ‘momento Nikolái II’, señalado por Lev Trotsky.
  6. Luego de poner un plazo de cincuenta días Donald Trump, pasó a 12 y simultáneamente grabó con impuestos a Brasil e India. Esto ya se vio reflejado en las compras extraordinarias de petróleo por parte de China que no está comprando India por causa de los aranceles a la importación de petróleo ruso, de referencia Urals, proveniente del Báltico y el Mar negro en cantidad de 75.000 barriles diarios. Aunque pasado el susto de la amenaza estadounidense, India ha reiniciado compras más agresivas de crudo a Rusia. Respecto al cercamiento de los BRIC, sin Sudáfrica, también se ha especulado por parte de estudiosos como Jeffrey Sachs, que los estadounidenses logran reconciliar a chinos e indios, olvidando una vez más, que un apretón de manos, si bien es un comienzo, NO borra las estructuras acuñadas.
  7. Respecto a Estados Unidos, creo nos toman por tontos. Es el país que más golpes de Estado ha provocado en el mundo. Quien diseñó las revoluciones de colores, que hicieron posible el Euromaidán y que hoy aplican en Serbia, para derrocar gobiernos con golpes blandos. Sin embargo, en apariencia no sabe cómo hacerse obedecer de V. Zelensky, presidente ilegítimo de Ucrania. Si bien se comprende que Zelensky es amparado por sectores con intereses adversos a la Administración Trump, es claro para un observador documentado que esto no pasó con otros títeres de la Casa Blanca. Ahora Trump y su vicepresidente dicen que Zelensky decidirá el camino de su país, que depende de él y de Vladimir Putin si se reúnen y acuerdan. No les creo. Les conviene esta ambivalencia para seguir jugando la hipócrita carta de mediadores, cuando son los estadounidenses la vanguardia de la agresión a Rusia. Además, sigue enviando armas a Ucrania bajo la fórmula de venta a Europa. El efecto es el mismo. Abre un posible frente en el Cáucaso con Azerbaiyán, insiste en Moldavia y tenta a Valery Zaluzhny a ser candidato presidencial en Ucrania, lo que implica continuación de la guerra con un criminal ‘honorable’ en el poder, pero ¿qué garantías ofrece a Rusia? ¿Quién o cómo se pactará el desmonte de la CIA ucraniana, infiltrada hasta el tuétano del Estado?
  8. Luego de las dos reuniones entre Trump y el presidente Putin y la UE con Zelensky, nada ha variado sobre el terreno. Rusia avanza en las regiones, Ucrania ha aumentado los ataques a población civil rusa, llevó ataques a la infraestructura de gas que surte a Hungría y niega un acuerdo sobre la base del dominio ruso en el terreno, bajo el decir que “Ucrania no va ganando, pero tampoco va perdiendo”. Europa insiste, desde Úrsula von der Leyen, en doblegar a Rusia y habla de paz mediante la fuerza y hacer de Ucrania un puercoespín de acero.

Entonces, ¿Quién garantizará lo que se pacte?

No habrá garantías. En ello considero puede estar de acuerdo Rusia con von der Leyen: paz mediante la fuerza. Apretones de mano, fotos, sonrisas, elogios mutuos, nada de ello puede hacer más que las condiciones estructurales que, además, como se ve, siguen en el mismo tono o incrementarán. No habrá acuerdos, porque no hay garantías, ergo no habrá paz pronto. Hasta cuando en apariencia la hubo, desde 1946, la llamaron Guerra Fría.

Sin embargo, no dejo de sentirme en la situación del zar Nicolás II, Romanov. Mal interpretando las velocidades de información, ignorando si existen acuerdos ocultos que ya están gestionando la dinámica mundial, creyendo que hay un caos incontrolable o una ventana de negociación. Este querrá decir que las estructuras se han determinado de otra manera y que éstas han determinado de otra manera acuerdos intra capitalistas.

Además, el reordenamiento de las zonas de poder global, la postergación de la avanzada occidental sobre Rusia, el re-centramiento de la tensión en China que, aunque en tanto guerra comercial y tecnológica ya la tiene perdida occidente, quizá permite ver que se negocian zonas de injerencia ‘naturales’, donde Estados Unidos regresa de manera agresiva a su ‘patio trasero’ en el que poco a poco se diluye el progresismo y además los temas de seguridad escalan hacia conflictos regionales centrados en Venezuela y Colombia y periféricos en Brasil, Ecuador y Perú como proxys a estos dos países. Sobre esta guerra efectué ponencias y un artículo aquí en enero de 2024, titulado, Reordenamiento ideológico, político y geopolítico en Latinoamérica tras la guerra fría: ¿guerras proxy a futuro? donde analizo el escenario prometido, como cosa rara, por un estudio de la Rand Corporation, titulado Great-power Competition and conflict in Latin America – Competencia y conflicto entre grandes potencias en América Latina. Al parecer, esto ya puede estar en marcha con los tres destructores estadounidenses cerca de las costas venezolanas.

Lo único cierto es que la guerra continua, que la UE se prepara para el paquete de sanciones a Rusia número 19, que Europa y particularmente Alemania se rearma, planean un conflicto amplio para 2029. La paz para Rusia se ve lejana. Rusia está preparada. Como dijo el jefe negociador ruso Vladímir Medinsky, a los negociadores ucranianos, “Luchamos con Suecia durante 21 años. ¿Cuánto tiempo más están dispuestos a luchar ustedes?”, ¿Cuánto tiempo están dispuestas las élites a librar esta guerra intra capitalista, para definir la nueva hegemonía?

La paz para Rusia se ve lejana. Rusia está preparada.

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Cuando Trotsky escribió en 1932, su Historia de la revolución rusa, señaló allí, como participante de primera fila, que mientras el zar Nikolái II pensaba en semanas o meses, los bolcheviques pensaban en días.

El general presentaba a las masas obreras un ultimátum de tres días; es decir, daba a la revolución un plazo mayor del que ésta necesitaba para derribar a Jabalov, y a la monarquía con él. Pero estas cosas sólo se saben después del triunfo. El 25 por la tarde nadie sabía aun lo que traería dentro el día siguiente. […] Hasta el día 26 no apareció el primer manifiesto a los soldados, lanzado por una de las organizaciones socialdemócratas, afín a los bolcheviques. Este manifiesto, que tenía un carácter muy indeciso y ni siquiera hacía un llamamiento a los soldados para que se pusieran al lado del pueblo, empezó a repartirse por todos los barrios el día 27 por la mañana. “Sin embargo -atestigua Fureniev, uno de los directivos de la organización-, los acontecimientos revolucionarios se desarrollaban con tal rapidez, que nuestras consignas llegaban ya con retraso. En el momento en que las hojas llegaban a manos de los soldados, éstos entraban ya en acción.”

Tal parece que los actuales acontecimientos diplomáticos, mas no militares, ni económicos o financieros, mucho menos de bloques de interés, se mueven a una velocidad en la cual sólo queda adivinar; imaginar con justeza.

Cito a Trotsky en ese pasaje particular, porque quizá tanto yo como otros analistas, estamos como el zarismo de principios de siglo XX y los acontecimientos se suceden, de manera subrepticia, más rápido de lo que podemos comprender. Esto se debe por un lado a la falta de fuentes de primera mano y el marcado secretismo que ha signado las últimas dos semanas. En verdad no se sabe hasta dónde se están configurando nuevas alianzas, si acaso el denominado ‘Estado profundo’, -que es la suma de los neoconservadores republicanos y demócratas más los dueños del Complejo Militar Industrial, la banca que se configura empresarialmente mediante Holdings -tipo Black Rock- y el viejo capital vinculado a la financiarización- ha pactado que puede darse el paso hacia una pausa de la guerra, un renfoque de la misma hacia el pacífico o un respaldo en primera instancia a la formación del ‘gran Israel’ camino a una lucha contra Irán que escale hacia China.

Fueron a mi parecer emotivas y esperanzadoras las imágenes del encuentro entre el estadista Vladímir Putin y el showman Donald Trump, dándose la mano, sonriendo, charlando, concordando y elogiándose mutuamente. Pero ¿puede acaso toda la estructura acuñada por décadas y años ser eclipsada de tajo por tal evento, sin duda memorable? Estoy como estuvo el zar Nikolái II, perdido de los tiempos de los acontecimientos, sin comprender las velocidades de la diplomacia profunda. Pero como historiador sigo fiel a las continuidades. Recapitulo:

  1. En la dimensión más general y estructural lo que se está disputando es un nuevo paradigma de poder, en donde el choque entre unipolaridad – multipolaridad es la clave de análisis.
  2. La actual guerra no es entre sistemas antagónicos, como llevo diciendo desde 2019, sino una lucha intra capitalista, intra élites, o contradicciones no antagónicas. Lo que implica que Rusia es capitalista al igual que EE.UU. y que China puede ser tan comunista como se quiera llamar, pero hacia adentro, ya que hacia afuera no hay diferencia mayor al tratar con otras naciones, salvo que les es indiferente si son estados mafiosos o democráticos.
  3. En este orden de ideas, siendo una lucha entre élites, es clave entender que las luchas internas de las naciones se dan entre empresarios pro mercado vs sectores sociales pro Estado. Esto implica que si las administraciones de Trump, o Biden, Obama o Bush velaban más por sus empresas que su país, habría que repensar los emblemas como ‘libertad’ o ‘democracia’ dispuestos en sus luchas hegemónicas. Esto pasa también en el caso europeo e incluso el ruso; donde el presidente Putin articula, atempera y soporta los intereses de tales grupos al interior del país. De hecho, un asunto fundamental del capitalismo rampante, desde 1991, es el abandono de los Estados de Bienestar, el giro hacia la privatización. Hart y Negri, en su libro Imperio, explican que Estados Unidos, más que una nación, expresa la vinculación de las élites globales al imperio estadounidense, lo que considero se pierde de vista a menudo al analizar el comportamiento de Europa ante los acuerdos con EE.UU. desfavorables ratificados la segunda semana de agosto y su negativa a importar gas ruso, o al revisar qué significa “America Firsh” – “MAGA” realmente en EE.UU. ¿Obran por luchas nacionales o por intereses empresariales? Habrá excepciones, pero ya son más que las reglas. Las naciones se eclipsan ante el mercado. Lucha que lleva a cabo de manera exitosa Lula, Putin, Modri, y Xi Jinping, BRIC, imponiendo las empresas estatales; de hecho, EE.UU. acaba de comprar un 10% de participación en INTEL. ¿Comprendieron?
  4. Estados Unidos y Europa, no dejarán de odiar, con todas sus letras -o d i a r- a Rusia. Esto significa que toda estrategia es un juego a largo plazo para desmontar a este competidor euroasiático, camino a desmontar al competidor asiático, China. La entrevista del 18 de agosto efectuada a Paul Craig Roberts -quien estuviera como Subsecretario del Tesoro estadounidense durante el gobierno de Ronald Reagan- hace claridad sobre este realismo de poder: Estados Unidos no permite competidores.
  5. Respecto a lo anterior, el director del programa del club de debate internacional Valdái, Timoféi Bordachev, sostuvo que, El encuentro entre Vladímir Putin y Donald Trump en Alaska constituye “una de las victorias diplomáticas más importantes en la historia de Rusia”, lograda tras “varios años de sacrificios militares, persistencia política y trabajo arduo” […] pero que tal hecho “simplemente es una transición a una nueva etapa de la lucha, que para los Estados verdaderamente soberanos nunca termina”. Respecto a lo primero, la considero una visión cortoplacista del logro diplomático. ¿Fue acaso la cumbre Molotov-Ribbentrop un logro diplomático, alemán o soviético? Sin lugar a dudas ha sido un trabajo arduo y lleno de sacrificios de todo el pueblo ruso. Lo segundo, en tanto transición, en efecto el conflicto en su amplio espectro sólo se trasladará a Asia. ¿Hay una posición de ventaja ahora mediante la vía diplomática para la parte civil rusa, cuando el propio canciller Sergei Lavrov mencionó hace unas semanas que los mejores diplomáticos hoy eran los soldados en el campo de batalla? Espero no sean reflexiones en exceso optimistas, pero tengo presente el ‘momento Nikolái II’, señalado por Lev Trotsky.
  6. Luego de poner un plazo de cincuenta días Donald Trump, pasó a 12 y simultáneamente grabó con impuestos a Brasil e India. Esto ya se vio reflejado en las compras extraordinarias de petróleo por parte de China que no está comprando India por causa de los aranceles a la importación de petróleo ruso, de referencia Urals, proveniente del Báltico y el Mar negro en cantidad de 75.000 barriles diarios. Aunque pasado el susto de la amenaza estadounidense, India ha reiniciado compras más agresivas de crudo a Rusia. Respecto al cercamiento de los BRIC, sin Sudáfrica, también se ha especulado por parte de estudiosos como Jeffrey Sachs, que los estadounidenses logran reconciliar a chinos e indios, olvidando una vez más, que un apretón de manos, si bien es un comienzo, NO borra las estructuras acuñadas.
  7. Respecto a Estados Unidos, creo nos toman por tontos. Es el país que más golpes de Estado ha provocado en el mundo. Quien diseñó las revoluciones de colores, que hicieron posible el Euromaidán y que hoy aplican en Serbia, para derrocar gobiernos con golpes blandos. Sin embargo, en apariencia no sabe cómo hacerse obedecer de V. Zelensky, presidente ilegítimo de Ucrania. Si bien se comprende que Zelensky es amparado por sectores con intereses adversos a la Administración Trump, es claro para un observador documentado que esto no pasó con otros títeres de la Casa Blanca. Ahora Trump y su vicepresidente dicen que Zelensky decidirá el camino de su país, que depende de él y de Vladimir Putin si se reúnen y acuerdan. No les creo. Les conviene esta ambivalencia para seguir jugando la hipócrita carta de mediadores, cuando son los estadounidenses la vanguardia de la agresión a Rusia. Además, sigue enviando armas a Ucrania bajo la fórmula de venta a Europa. El efecto es el mismo. Abre un posible frente en el Cáucaso con Azerbaiyán, insiste en Moldavia y tenta a Valery Zaluzhny a ser candidato presidencial en Ucrania, lo que implica continuación de la guerra con un criminal ‘honorable’ en el poder, pero ¿qué garantías ofrece a Rusia? ¿Quién o cómo se pactará el desmonte de la CIA ucraniana, infiltrada hasta el tuétano del Estado?
  8. Luego de las dos reuniones entre Trump y el presidente Putin y la UE con Zelensky, nada ha variado sobre el terreno. Rusia avanza en las regiones, Ucrania ha aumentado los ataques a población civil rusa, llevó ataques a la infraestructura de gas que surte a Hungría y niega un acuerdo sobre la base del dominio ruso en el terreno, bajo el decir que “Ucrania no va ganando, pero tampoco va perdiendo”. Europa insiste, desde Úrsula von der Leyen, en doblegar a Rusia y habla de paz mediante la fuerza y hacer de Ucrania un puercoespín de acero.

Entonces, ¿Quién garantizará lo que se pacte?

No habrá garantías. En ello considero puede estar de acuerdo Rusia con von der Leyen: paz mediante la fuerza. Apretones de mano, fotos, sonrisas, elogios mutuos, nada de ello puede hacer más que las condiciones estructurales que, además, como se ve, siguen en el mismo tono o incrementarán. No habrá acuerdos, porque no hay garantías, ergo no habrá paz pronto. Hasta cuando en apariencia la hubo, desde 1946, la llamaron Guerra Fría.

Sin embargo, no dejo de sentirme en la situación del zar Nicolás II, Romanov. Mal interpretando las velocidades de información, ignorando si existen acuerdos ocultos que ya están gestionando la dinámica mundial, creyendo que hay un caos incontrolable o una ventana de negociación. Este querrá decir que las estructuras se han determinado de otra manera y que éstas han determinado de otra manera acuerdos intra capitalistas.

Además, el reordenamiento de las zonas de poder global, la postergación de la avanzada occidental sobre Rusia, el re-centramiento de la tensión en China que, aunque en tanto guerra comercial y tecnológica ya la tiene perdida occidente, quizá permite ver que se negocian zonas de injerencia ‘naturales’, donde Estados Unidos regresa de manera agresiva a su ‘patio trasero’ en el que poco a poco se diluye el progresismo y además los temas de seguridad escalan hacia conflictos regionales centrados en Venezuela y Colombia y periféricos en Brasil, Ecuador y Perú como proxys a estos dos países. Sobre esta guerra efectué ponencias y un artículo aquí en enero de 2024, titulado, Reordenamiento ideológico, político y geopolítico en Latinoamérica tras la guerra fría: ¿guerras proxy a futuro? donde analizo el escenario prometido, como cosa rara, por un estudio de la Rand Corporation, titulado Great-power Competition and conflict in Latin America – Competencia y conflicto entre grandes potencias en América Latina. Al parecer, esto ya puede estar en marcha con los tres destructores estadounidenses cerca de las costas venezolanas.

Lo único cierto es que la guerra continua, que la UE se prepara para el paquete de sanciones a Rusia número 19, que Europa y particularmente Alemania se rearma, planean un conflicto amplio para 2029. La paz para Rusia se ve lejana. Rusia está preparada. Como dijo el jefe negociador ruso Vladímir Medinsky, a los negociadores ucranianos, “Luchamos con Suecia durante 21 años. ¿Cuánto tiempo más están dispuestos a luchar ustedes?”, ¿Cuánto tiempo están dispuestas las élites a librar esta guerra intra capitalista, para definir la nueva hegemonía?

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