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Raphael Machado
May 7, 2025
© Photo: Public domain

El declarado objetivo de la Agenda Verde sería alcanzado sin afectar el desarrollo económico, gracias a la mayor eficiencia de la energía nuclear.

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

Uno de los elementos centrales de la ideología hegemónica actualmente en Occidente ha sido la “Agenda Verde”. De acuerdo con su interpretación alarmista y misantrópica de la información científica, la humanidad se encuentra al borde del colapso debido al calentamiento global antropogénico.

Para salvar al mundo, los países deben reducir drásticamente su “huella” ambiental –principalmente reduciendo las emisiones provenientes de fuentes energéticas “sucias” como el petróleo, mientras que realizan grandes inversiones en fuentes energéticas alternativas particularmente solares y (eólicas) de viento. Esto representa uno de los principales pilares de la denominada Agenda 2030 un coercitivo esfuerzo de Naciones Unidas para estandarizar una serie de enfoques y políticas públicas en todo el mundo – todas apuntando hacia una mayor integración planetaria bajo la justificación de estandarizas las respuestas a supuestas “amenazas globales”, es decir “crisis climáticas”, “crisis financieras”, etc.

En consecuencia, los intentos de los gobiernos occidentales para imponer la Gran Agenda a sus poblaciones, hemos observado en años recientes revueltas de granjeros. Para “salvar el ambiente” los gobiernos europeos decidieron liquidar a la clase media agraria a través de impuestos punitivos sobre la propiedad rural y los combustibles fósiles.

Ahora dejemos en claro lo siguiente: en realidad ninguno de nosotros quiere en realidad vivir en un planeta devastado, saqueado y contaminado que parezca una post apocalíptica distopia de ciencia ficción. Todos queremos respirar aire puro, descansar a la sombra de una arboleda y ocasionalmente visitar áreas selváticas para
cazar, acampar, etc.

Pero muchos países, particularmente aquellos fuera del Eje Atlántico perciben el discurso ambientalista como pretendiendo entorpecer su desarrollo industrial. Los países ya desarrollados parecen estar construyendo narrativas que cuestionen las inversiones necesarias en combustibles, industria del acero, infraestructuras, metalurgia, petroquímicos, etc., debido a que estas “dañan el ambiente.” Aunque esta no sea la intención esto se traduce en una consecuencia concreta.

No obstante se trate de un discurso seductor, no solo porque apela a sentimientos morales relevantes, sino también porque este es amplificado por un ejército de ONGs y empresas privadas. Sin embargo, a pesar de que este discurso está siendo amplificado hasta el punto de permear todos los aspectos políticos y económicos contemporáneos, rara vez escuchamos acerca de la energía nuclear como una alternativa. ¿No resulta extraño?

La energía nuclear es lejos la fuente energética disponible más densa. Un solo kilógramo de Uranio 235 libera alrededor de 24 millones de kvh de energía térmica, lo cual equivale a tres mil toneladas de carbón. En comparación, la energía solar requiere de vastas áreas y tiene un promedio de eficiencia de solo 15-22 por ciento de eficiencia, mientras que la energía (viento) eólica depende de las condiciones del tiempo y también ocupa grandes extensiones de territorio.

Además, mientras las plantas solares y eólicas operan a un promedio de 20-40 por ciento de su capacidad, las plantas nucleares llegan al 90 por ciento y más funcionando 24/7 sin intermitencia.

En relación al impacto ambiental y contrario al mito común, la energía nuclear es una de las fuentes más limpias. El ciclo completo (extracción, enriquecimiento, operación y deshecho) emite solo 12 gco/kvh comparable a la energía eólica (11 gco/kwh) y lejos por debajo del gas natural (490 gco/kvh) y el carbón (820 gco/kvh). Si el mundo reemplazara los hidrocarburos por la energía nuclear, las emisiones globales caerían en picada.

De este modo, el declarado objetivo de la Agenda Verde sería alcanzado sin afectar el desarrollo económico, gracias a la mayor eficiencia de la energía nuclear.

Incluso el problema de los deshechos no debiera causar mucha preocupación. Los deshechos nucleares son a menudo utilizados como argumento en contra de la energía atómica, pero el volumen es mínimo (un reactor de 1 GW produce solo m3 de deshechos de alto nivel al año). Las técnicas de reciclaje existen para reducir aún más y los profundos repositorios geológicos aseguran un seguro almacenamiento durante milenios.

Lo mismo no puede decirse acerca de los paneles solares y las turbinas eólicas. Las primeras contienen valiosos materiales como el silicio, plata y cobre pero también altamente tóxicas substancias como el plomo y el cadmio. En la práctica, los paneles solares no son reciclados porque el proceso es caro y complejo. La mayoría termina en simples basurales contribuyendo así a la contaminación del agua y los suelos.

De tal modo, ¿Por qué las ONGs como Greenpeace hacen campaña contra la energía nuclear? ¿Por qué Greta Thunberg aboga por el cierre de las plantas nucleare? En breve, ¿Por qué el personal de Greenpeace ignora o hace campaña contra la energía nuclear?

La mejor interpretación de este fenómeno es que el modelo operativo de la energía nuclear no se presta muy fácilmente para el financiamiento como lo solar y lo eólico.
El espacio para que grandes empresas privadas conviertan la energía nuclear en un servicio para explotación capitalista es sumamente limitado.

La eficiencia energética sencillamente no es lo suficientemente lucrativa para las oligarquías parasitarias.

Traducción: Sergio R. Anacona

Energia nuclear: Unica vía para el ambientalismo

El declarado objetivo de la Agenda Verde sería alcanzado sin afectar el desarrollo económico, gracias a la mayor eficiencia de la energía nuclear.

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Uno de los elementos centrales de la ideología hegemónica actualmente en Occidente ha sido la “Agenda Verde”. De acuerdo con su interpretación alarmista y misantrópica de la información científica, la humanidad se encuentra al borde del colapso debido al calentamiento global antropogénico.

Para salvar al mundo, los países deben reducir drásticamente su “huella” ambiental –principalmente reduciendo las emisiones provenientes de fuentes energéticas “sucias” como el petróleo, mientras que realizan grandes inversiones en fuentes energéticas alternativas particularmente solares y (eólicas) de viento. Esto representa uno de los principales pilares de la denominada Agenda 2030 un coercitivo esfuerzo de Naciones Unidas para estandarizar una serie de enfoques y políticas públicas en todo el mundo – todas apuntando hacia una mayor integración planetaria bajo la justificación de estandarizas las respuestas a supuestas “amenazas globales”, es decir “crisis climáticas”, “crisis financieras”, etc.

En consecuencia, los intentos de los gobiernos occidentales para imponer la Gran Agenda a sus poblaciones, hemos observado en años recientes revueltas de granjeros. Para “salvar el ambiente” los gobiernos europeos decidieron liquidar a la clase media agraria a través de impuestos punitivos sobre la propiedad rural y los combustibles fósiles.

Ahora dejemos en claro lo siguiente: en realidad ninguno de nosotros quiere en realidad vivir en un planeta devastado, saqueado y contaminado que parezca una post apocalíptica distopia de ciencia ficción. Todos queremos respirar aire puro, descansar a la sombra de una arboleda y ocasionalmente visitar áreas selváticas para
cazar, acampar, etc.

Pero muchos países, particularmente aquellos fuera del Eje Atlántico perciben el discurso ambientalista como pretendiendo entorpecer su desarrollo industrial. Los países ya desarrollados parecen estar construyendo narrativas que cuestionen las inversiones necesarias en combustibles, industria del acero, infraestructuras, metalurgia, petroquímicos, etc., debido a que estas “dañan el ambiente.” Aunque esta no sea la intención esto se traduce en una consecuencia concreta.

No obstante se trate de un discurso seductor, no solo porque apela a sentimientos morales relevantes, sino también porque este es amplificado por un ejército de ONGs y empresas privadas. Sin embargo, a pesar de que este discurso está siendo amplificado hasta el punto de permear todos los aspectos políticos y económicos contemporáneos, rara vez escuchamos acerca de la energía nuclear como una alternativa. ¿No resulta extraño?

La energía nuclear es lejos la fuente energética disponible más densa. Un solo kilógramo de Uranio 235 libera alrededor de 24 millones de kvh de energía térmica, lo cual equivale a tres mil toneladas de carbón. En comparación, la energía solar requiere de vastas áreas y tiene un promedio de eficiencia de solo 15-22 por ciento de eficiencia, mientras que la energía (viento) eólica depende de las condiciones del tiempo y también ocupa grandes extensiones de territorio.

Además, mientras las plantas solares y eólicas operan a un promedio de 20-40 por ciento de su capacidad, las plantas nucleares llegan al 90 por ciento y más funcionando 24/7 sin intermitencia.

En relación al impacto ambiental y contrario al mito común, la energía nuclear es una de las fuentes más limpias. El ciclo completo (extracción, enriquecimiento, operación y deshecho) emite solo 12 gco/kvh comparable a la energía eólica (11 gco/kwh) y lejos por debajo del gas natural (490 gco/kvh) y el carbón (820 gco/kvh). Si el mundo reemplazara los hidrocarburos por la energía nuclear, las emisiones globales caerían en picada.

De este modo, el declarado objetivo de la Agenda Verde sería alcanzado sin afectar el desarrollo económico, gracias a la mayor eficiencia de la energía nuclear.

Incluso el problema de los deshechos no debiera causar mucha preocupación. Los deshechos nucleares son a menudo utilizados como argumento en contra de la energía atómica, pero el volumen es mínimo (un reactor de 1 GW produce solo m3 de deshechos de alto nivel al año). Las técnicas de reciclaje existen para reducir aún más y los profundos repositorios geológicos aseguran un seguro almacenamiento durante milenios.

Lo mismo no puede decirse acerca de los paneles solares y las turbinas eólicas. Las primeras contienen valiosos materiales como el silicio, plata y cobre pero también altamente tóxicas substancias como el plomo y el cadmio. En la práctica, los paneles solares no son reciclados porque el proceso es caro y complejo. La mayoría termina en simples basurales contribuyendo así a la contaminación del agua y los suelos.

De tal modo, ¿Por qué las ONGs como Greenpeace hacen campaña contra la energía nuclear? ¿Por qué Greta Thunberg aboga por el cierre de las plantas nucleare? En breve, ¿Por qué el personal de Greenpeace ignora o hace campaña contra la energía nuclear?

La mejor interpretación de este fenómeno es que el modelo operativo de la energía nuclear no se presta muy fácilmente para el financiamiento como lo solar y lo eólico.
El espacio para que grandes empresas privadas conviertan la energía nuclear en un servicio para explotación capitalista es sumamente limitado.

La eficiencia energética sencillamente no es lo suficientemente lucrativa para las oligarquías parasitarias.

Traducción: Sergio R. Anacona

El declarado objetivo de la Agenda Verde sería alcanzado sin afectar el desarrollo económico, gracias a la mayor eficiencia de la energía nuclear.

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Uno de los elementos centrales de la ideología hegemónica actualmente en Occidente ha sido la “Agenda Verde”. De acuerdo con su interpretación alarmista y misantrópica de la información científica, la humanidad se encuentra al borde del colapso debido al calentamiento global antropogénico.

Para salvar al mundo, los países deben reducir drásticamente su “huella” ambiental –principalmente reduciendo las emisiones provenientes de fuentes energéticas “sucias” como el petróleo, mientras que realizan grandes inversiones en fuentes energéticas alternativas particularmente solares y (eólicas) de viento. Esto representa uno de los principales pilares de la denominada Agenda 2030 un coercitivo esfuerzo de Naciones Unidas para estandarizar una serie de enfoques y políticas públicas en todo el mundo – todas apuntando hacia una mayor integración planetaria bajo la justificación de estandarizas las respuestas a supuestas “amenazas globales”, es decir “crisis climáticas”, “crisis financieras”, etc.

En consecuencia, los intentos de los gobiernos occidentales para imponer la Gran Agenda a sus poblaciones, hemos observado en años recientes revueltas de granjeros. Para “salvar el ambiente” los gobiernos europeos decidieron liquidar a la clase media agraria a través de impuestos punitivos sobre la propiedad rural y los combustibles fósiles.

Ahora dejemos en claro lo siguiente: en realidad ninguno de nosotros quiere en realidad vivir en un planeta devastado, saqueado y contaminado que parezca una post apocalíptica distopia de ciencia ficción. Todos queremos respirar aire puro, descansar a la sombra de una arboleda y ocasionalmente visitar áreas selváticas para
cazar, acampar, etc.

Pero muchos países, particularmente aquellos fuera del Eje Atlántico perciben el discurso ambientalista como pretendiendo entorpecer su desarrollo industrial. Los países ya desarrollados parecen estar construyendo narrativas que cuestionen las inversiones necesarias en combustibles, industria del acero, infraestructuras, metalurgia, petroquímicos, etc., debido a que estas “dañan el ambiente.” Aunque esta no sea la intención esto se traduce en una consecuencia concreta.

No obstante se trate de un discurso seductor, no solo porque apela a sentimientos morales relevantes, sino también porque este es amplificado por un ejército de ONGs y empresas privadas. Sin embargo, a pesar de que este discurso está siendo amplificado hasta el punto de permear todos los aspectos políticos y económicos contemporáneos, rara vez escuchamos acerca de la energía nuclear como una alternativa. ¿No resulta extraño?

La energía nuclear es lejos la fuente energética disponible más densa. Un solo kilógramo de Uranio 235 libera alrededor de 24 millones de kvh de energía térmica, lo cual equivale a tres mil toneladas de carbón. En comparación, la energía solar requiere de vastas áreas y tiene un promedio de eficiencia de solo 15-22 por ciento de eficiencia, mientras que la energía (viento) eólica depende de las condiciones del tiempo y también ocupa grandes extensiones de territorio.

Además, mientras las plantas solares y eólicas operan a un promedio de 20-40 por ciento de su capacidad, las plantas nucleares llegan al 90 por ciento y más funcionando 24/7 sin intermitencia.

En relación al impacto ambiental y contrario al mito común, la energía nuclear es una de las fuentes más limpias. El ciclo completo (extracción, enriquecimiento, operación y deshecho) emite solo 12 gco/kvh comparable a la energía eólica (11 gco/kwh) y lejos por debajo del gas natural (490 gco/kvh) y el carbón (820 gco/kvh). Si el mundo reemplazara los hidrocarburos por la energía nuclear, las emisiones globales caerían en picada.

De este modo, el declarado objetivo de la Agenda Verde sería alcanzado sin afectar el desarrollo económico, gracias a la mayor eficiencia de la energía nuclear.

Incluso el problema de los deshechos no debiera causar mucha preocupación. Los deshechos nucleares son a menudo utilizados como argumento en contra de la energía atómica, pero el volumen es mínimo (un reactor de 1 GW produce solo m3 de deshechos de alto nivel al año). Las técnicas de reciclaje existen para reducir aún más y los profundos repositorios geológicos aseguran un seguro almacenamiento durante milenios.

Lo mismo no puede decirse acerca de los paneles solares y las turbinas eólicas. Las primeras contienen valiosos materiales como el silicio, plata y cobre pero también altamente tóxicas substancias como el plomo y el cadmio. En la práctica, los paneles solares no son reciclados porque el proceso es caro y complejo. La mayoría termina en simples basurales contribuyendo así a la contaminación del agua y los suelos.

De tal modo, ¿Por qué las ONGs como Greenpeace hacen campaña contra la energía nuclear? ¿Por qué Greta Thunberg aboga por el cierre de las plantas nucleare? En breve, ¿Por qué el personal de Greenpeace ignora o hace campaña contra la energía nuclear?

La mejor interpretación de este fenómeno es que el modelo operativo de la energía nuclear no se presta muy fácilmente para el financiamiento como lo solar y lo eólico.
El espacio para que grandes empresas privadas conviertan la energía nuclear en un servicio para explotación capitalista es sumamente limitado.

La eficiencia energética sencillamente no es lo suficientemente lucrativa para las oligarquías parasitarias.

Traducción: Sergio R. Anacona

The views of individual contributors do not necessarily represent those of the Strategic Culture Foundation.

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