La neutralidad no se trata sólo de una voluntad ética, moral, ideológica o la mayor o menor posibilidad de ejercer una política exterior soberana.
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En la primera entrega, de mayo, delimité cómo entiendo a la geopolítica clásica, la hegemonía, lo civilizacional y lo militar. Dejando claro que considero ya se libra una tercera guerra mundial y lo que se analiza en adelante es el paulatino calentamiento hacia una guerra total. En la segunda entrega revisé ¿Cuáles serán las alianzas y los bloques? Y ahora me enfocaré en si existe la posibilidad de neutralidad en un escenario de guerra total y en qué consiste tal neutralidad o neutralidades. Finalmente señalaré ¿Cómo se comportará América Latina y el Caribe? (Cuarta y última entrega).
Aunque mi idea es enfocar el tema de la neutralidad en un sentido más acotado y determinado por la inercia de los hechos más que por la voluntad de los Estados o mandatarios, – el tren ya salió de la estación- es relevante abordar la suma de eventos sucedidos en la primera mitad de junio.
Por un lado, esta pregunta ya ha sido resuelta por Suiza y Finlandia y a su modo también por Hungría y Serbia -por ahora-. Los dos primeros por su apoyo directo a las sanciones, así como el ingreso en abril de 2024 de Finlandia a la OTAN, renunciando a una vecindad pacífica con Rusia. Los dos últimos porque se han abstenido todo el tiempo de participar en acciones contra Rusia como enviar material bélico y apoyar financiación o acelerar el ingreso de Ucrania la OTAN o a la Unión Europea. A Hungría quieren sacarla del Grupo de Bucarest por su posición ante el conflicto en Ucrania. A Víctor Orbán, el candidato a secretario general de la OTAN, Mark Rutte, le propuso que si apoyaba su candidatura (RT) eximirá a Hungría de un apoyo a Ucrania. Eslovaquia, quien hace un mes tuvo el atentado a su primer ministro Robert Fico (Radio Praga Internacional) ha girado con éste hacia una neutralidad relativa y temporal, que como explicaré se transmuta inexorablemente en alineamiento.
Pero además de estos casos particulares las reuniones de las últimas dos semanas evidencian una alineación hacia tal o cual tendencia, sea occidental o euroasiática. La denominada Cumbre de paz en Ucrania (El Grand Continent) que se celebró en Suiza los días 15 y 16 de junio, con cerca de 92 países participantes de los 160 invitados y con una declaración firmada por apenas 80 de los asistentes. La cumbre dejó una sensación de fracaso por la expectativa creada vs realidad concretada. Tal evento quizá sirvió para el ejercicio de pasantías de diplomáticos en formación en el marco de una intensión subrepticia, medir: i) la popularidad de Zelensky y a la vez fomentarla, cuando de facto es un presidente ilegal desde el 22 de mayo; ii) la polarización y adscripción del llamado ‘Sur Global’ a la causa OTAN-Ucrania; iii) la legitimación política que devenga en legitimación para los embargos-robos de los intereses y fondos rusos por cerca de 300.000 millones de dólares por parte de la banca europea y finalmente lavar la cara de la política occidental con un evento que sabían de antemano nada definiría, pues el complejo militar industrial sigue ganando con encargos de armamento a futuro, actualizando el stock bélico y sabiendo que a la campaña electoral de Joseph Biden no le interesa ningún tipo de acercamiento con Rusia.
Además, estuvo la reunión del G7 (New York Times) ponderando lo que se escapa a su jurisdicción: el embargo-robo del capital ruso ya señalado. Otro evento de protocolo que como señala el diario neoyorquino exhibió la debilidad de los líderes que presiden al grupo, no solo por sus bajos índices de aprobación en sus países sino por los resultados fatales para Francia, Alemania e Inglaterra en las elecciones europeas para el euro parlamento (DW) donde la propia reelección de Úrsula von der Leyen está en vilo, al menos hasta el día de la escritura de este artículo.
Finalmente, entre el 5 y el 8 de junio se llevó a cabo el XXVII Foro Económico de San Petersburgo (SPIEF) que contó con la participación de 139 países y donde se firmaron acuerdos por 72 mil millones de dólares (RT).
En medio de tal cantidad de eventos, las visitas programadas en junio de este 2024 del presidente Vladímir Putin a Corea del Norte y Vietnam, el calentamiento de la retórica bélica desde el secretario general de la OTAN sobre preparación de armas o cabezas nucleares de los países de la organización a contra pelo de la propuesta de paz del presidente ruso, los ejercicios con armas nucleares tácticas en Belarús, el arribo programado de fuerzas navales a Cuba y la disposición de Argentina a enviar aviones y armas, lo que fue tomado como acto hostil por Moscú, quien lanzó advertencia a la Casa Rosada (El Cronista), se puede apreciar que la neutralidad no es posible y de serlo, ¿en qué términos y calidades? Veamos.
Los países de América Latina llaman siempre a recordar al mundo que son un territorio de paz y como señaló el presidente colombiano Gustavo Petro, tras cancelar su participación en la cumbre de Suiza, ésta era una reunión para alinderarse para la guerra y afirmó que América Latina no quiere más guerra (Radio Nacional de Colombia). También se pronunciaron en igual sentido los presidentes Lula y Obrador de Brasil y México, respectivamente. Esta es una forma al estilo latino de neutralidad, aunque no todos en la subregión piensan así.
La ONU desde 2017 cada 12 de diciembre celebra el día internacional de la neutralidad. Y en su página web señala:
Frente a la tensión política y a la escalada de las crisis, es de gran importancia que se respeten los principios de soberanía y e igualdad soberana de los Estados. También los de integridad territorial, libre determinación y no intervención en los asuntos internos de cualquier Estado. Además, es necesario promover y alentar la solución de los conflictos internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro la paz y la seguridad internacionales.
De esta forma, la política de neutralidad contribuye a fortalecer la paz y la seguridad, tanto en las regiones pertinentes como a nivel mundial, y desempeña un papel importante para forjar relaciones pacíficas, amistosas y mutuamente beneficiosas entre los países del mundo.
Además de ser un factor clave para crear las condiciones para unas negociaciones pacíficas, la política de neutralidad permanente está relacionada estrechamente con instrumentos de la diplomacia preventiva y la mediación, los buenos oficios, las misiones de constatación de los hechos, la negociación, el uso de enviados especiales, las consultas oficiosas, la consolidación de la paz y las actividades específicas de desarrollo.
El término ‘diplomacia preventiva’ ilustra exactamente lo que está colapsando en este momento. Porque efectivamente es un tipo de neutralidad activa que fomenta el diálogo y la paz, pero que en medio del calentamiento de los mensajes indirectos -declaraciones ante medios en ruedas de prensa- entre los altos cargos de occidente, de Rusia y China, se vuelve menos eficiente o empieza a ahogarse tal noción de neutralidad. Los eventos detallados al inicio del artículo exhiben un alineamiento en alguno de los bandos. Los llamados del presidente Putin al diálogo como indica Jeffrey Sachs en entrevista, no tienen que ser exactamente lo que desea oír occidente, pero son la base para sentarse a negociar (Judging Freedom) lo que requeriría de una aceptación del fracaso de las políticas occidentales por propiciar una derrota estratégica a la Federación de Rusia.
Esto pasa por un reconocimiento de cómo se encuentran las tres batallas centrales que en mi concepto están en plena complementariedad: la militar, que Rusia lleva en el contexto de una guerra de desgaste hacia la victoria -con tiempos no definidos- de la mano de una base industrial militar óptima; la económica, que los propios indicadores del Banco Mundial revelan un crecimiento de Rusia del 4% entre 2024-25, siendo la cuarta economía global creciendo y la primera de Europa, si se considera a Rusia europea; asunto con el que no concuerdo. Mientras, las cifras de Europa, particularmente de Alemania, Francia e Italia no son alentadoras (CEOE) y como países se exhiben en aumento gradual de las importaciones de gas ruso, por otros tránsitos y por ende más caro; lo que volverá a poner la zozobra en el tercer invierno de la guerra. Finalmente, la informacional y cognitiva, que si bien la lleva ganada occidente y el propio presidente Putin reconoce tal dominancia, cada vez necesita de más eventos que fomenten el rating, ya que los buenos posicionamientos de Rusia en lo militar y lo económico -como campos reales de disputa- dificultan la efectividad de tal arma. Esta es a mi modo de ver -la carta comunicacional- un tipo de arma que podría llamarse por su letalidad para Rusia, ‘nuclear’, ‘atómica’ con la cual el occidente colectivo por un lado acosa e incita a Rusia a cometer un acto de retaliación simétrica o no, como respuesta al sinnúmero de agresiones occidentales, tales como la masacre de Crocus City Hall, golpe a los radares de detección temprana para amenazas nucleares, los bombardeos a Belgorod o en su momento los drones en Moscú. Pero como lo veo Rusia se reserva el derecho de respuesta desde su propia doctrina de defensa, porque ello implica no sólo el riesgo de una respuesta nuclear occidental en toda regla sino el descrédito de Rusia en el escenario internacional, con una bomba masiva comunicacional, lo que se decantaría en una presión diplomática sin precedentes para aislar efectivamente a Rusia de sus socios más caros al acusarlo de un crimen de guerra, contaminación ambiental etc. Es en sí el mismo modus operandi de presión y cerco que hizo que Rusia entrara en el Dombás como única opción dejada, sí o sí, ante la ya consolidada maniobra militar ucraniana en febrero de 2022.
La neutralidad no se trata sólo de una voluntad política o de una mayor o menor posibilidad de ejercer una política exterior soberana. Se trata de un curso inercial del conflicto en desarrollo como parte de hechos históricos acumulados y disputas no saldadas o aplazadas: la tercera guerra mundial en marcha. Aunque esto lo traté en la primera entrega vale la pena recordar que estamos en otro contexto y no se puede esperar una guerra global típica del siglo XX.
La suma actual de guerras proxy en el mundo desarrollada debido a la reserva de las potencias de no caer en una guerra abierta que se decantaría como guerra nuclear, permite ver la guerra total en marcha. Recuérdese los conflictos proxy de las potencias y élites en boga: guerra en Ucrania; guerra en Palestina; guerra en Siria; Guerra en el Congo (no es proxy en toda regla, pero hay negocio de armas); conflicto en el mar Rojo con Yemen – Hutíes; golpes de Estado y desplazamiento de fuerzas francesas y estadounidenses de África con copamiento de fuerzas PMC Wagner rusas, agitaciones en Georgia tendiendo a detonar revoluciones de color; iniciativa político-militar del Comando Sur en Latinoamérica y el Caribe usando la diplomacia militar para gestionar reposicionamientos en Argentina, Ecuador, Perú, Guatemala y Guayana con el conflicto por el Esequibo con Venezuela, son algunos focos de disputa de una guerra que tenderá hacia la guerra total, léase conflicto directo convencional o nuclear entre bloques y alianzas.
Es importante comprender que la neutralidad o no, se puede determinar por situaciones personales que los departamentos de inteligencia usan para presionar a los sujetos en altos cargos. Las dependencias consuetudinarias del orden mundial en declive, son aprovechadas para coaccionar a los Estados y a ello basta añadir las deudas externas nacionales y las contraídas por las élites regionales que agudizan las relaciones centro – periferia volviendo a la neutralidad asunto difuso, complicado e irrealizable.
En síntesis, con la evidencia presentada, la neutralidad según el concepto acuñado por la ONU no será posible, está agotada o agotándose. Solo habrá tipos de neutralidad parciales y conciliadas con las potencias que entrarán en conflicto por la inercia de los acontecimientos acotados históricamente, las retóricas cerradas al diálogo, el escalamiento de acciones militares y económicas, así como el ejercicio comunicacional signado por la post verdad (negación emotiva de la realidad) liderado por élites analfabetas del occidente colectivo con serias carencias diplomáticas, empeñadas en una reescritura de la historia y que apalancan animadversión hacia el universo eslavo y ruso y la vida misma. el presidente de Serbia, Aleksandar Vučić, señaló en la cumbre del G7 que está Europa a 3 o 4 meses de entrar directamente a la guerra. Después de todo a Rusia se le ha intentado fragmentar siendo zarista imperial, comunista bolchevique o capitalista. ¿Por qué nunca se ha intentado incluir a Rusia como un país fuerte, pero en igualdad de derechos y obligaciones sin temerle? (Política Exterior) ¿Por qué no aceptó el secretario de Estado estadounidense James Baker en los 90’s o Clinton en junio del año 2000 que Rusia formara parte de la OTAN? (Oliver Stone entrevista a Putin)
Asimismo, alinearse puede ser un asunto de voluntad sin coacción. Obviamente las potencias en juego no se definen como neutrales desde una perspectiva pasiva e indiferente. China, por ejemplo, maneja complicidades y apoyo a Rusia exhibiéndose en la retórica como no interventor en el grueso del conflicto, pero las propias circunstancias, la inercia de la que hablo, lo define más como un aliado que como un país neutral y lo llevará a mayores compromisos. De hecho, las relaciones ruso-chinas a todo nivel se catalogan bajo la expresión, ‘sin precedentes’ ni límites. Este será el destino de todas las naciones, con sus particularidades: el alineamiento. No hay opción de escape en una guerra que puede definirse nuclearmente, todos estamos comprometidos de una u otra forma.
La neutralidad no se trata sólo de una voluntad ética, moral, ideológica o la mayor o menor posibilidad de ejercer una política exterior soberana. Se trata de un discurrir inercial del conflicto en desarrollo, un viento de cola inevitable que compromete, condiciona; entonces la neutralidad se transmuta en alineamiento. La historia señala los agotamientos, los ciclos, las inflexiones, las continuidades y las duraciones. Los humanos que la hacen la acatan inexorablemente y en ella se consumen o reinventan y en el peor de los escenarios hasta ahora no vivido, no contado, desaparecen.