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Eduardo Vasco
June 2, 2024
© Photo: Public domain

El país estaba experimentando dificultades para producir oxígeno que afectaban a todos los hospitales y necesitaba ventiladores.

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Jorge Alberto estaba sudando frío. Estaba angustiado. Nunca pensó que algún día tendría que decirle a un paciente que solo le quedaba media hora de vida. Tampoco sería uno solo, sino decenas de pacientes cuyas vidas iban desapareciendo ante sus ojos. El Hospital Clínico Quirúrgico 10 de Octubre fue uno de los hospitales con más contagios de Covid-19 en todo el país. No había lugar para nadie más. El director del hospital insistió desesperadamente en que las agencias gubernamentales enviaran oxígeno suplementario durante una hora más hasta que llegaran nuevos cilindros.

Cada tictac del reloj era una herida en el corazón. El abatimiento y el cansancio físico eran visibles en los rostros de cada médico y enfermera, todos ellos tristes y deprimidos. A Jorge Alberto le vinieron a la mente los recuerdos de tantos compañeros y amigos que, a diferencia de él, no lograron superar esa enfermedad. Pensó en las personas a las que él mismo había diagnosticado Covid-19 y que no podían sobrevivir. Hasta el día de hoy, todavía lo conmueven los fuertes recuerdos. En el futuro continuaría visitando y atendiendo a las familias de estos pacientes, porque se sentiría comprometido con su dolor.

Faltando apenas unos minutos para la tragedia, finalmente llegó un camión con unas bombonas de oxígeno. Limpiadores, guardias de seguridad, médicos y enfermeras se apresuraron a transportarlos de inmediato y conectarlos con los moribundos.

Este tipo de sufrimiento estaba a punto de terminar (o al menos mitigarse) cuando Jack Ma, el multimillonario chino propietario de la empresa comercial Alibaba, anunció, en marzo de 2020, el envío de 2 millones de mascarillas, 400.000 kits de diagnóstico de entrega rápida y 104 ventiladores para 24 países de América Latina, incluida Cuba. Todos los cubanos que conocieron la noticia celebraron y agradecieron la donación. Al fin y al cabo, si no se puede comprar regularmente un tipo de producto, ni siquiera habrá repuestos cuando esté obsoleto, e incluso faltaron repuestos para los ventiladores en Cuba. El país estaba experimentando dificultades para producir oxígeno que afectaban a todos los hospitales y necesitaba esos ventiladores.

Sin embargo, a última hora, la empresa que transportaría los materiales a Cuba se negó a aceptar el pedido. Argumentó que sufriría graves sanciones por hacerlo, basándose en la ley de Estados Unidos: la ley de bloqueo. Se trataba de la aerolínea colombiana Avianca, cuyo accionista mayoritario (Synergy Aerospace Corp.) es norteamericano. Al mes siguiente, Cuba volvió a ser impedida de recibir ventiladores pulmonares porque las empresas suizas IMT Medical AG y Acutronic Medical Systems AG (adquirida por la norteamericana Vyaire Medical Inc) se negaron a venderlos por el mismo motivo, suspendiendo inmediatamente las relaciones comerciales con La Habana. También en Suiza, los bancos ABS, Crédit Suisse, Migros Bank, UBS y ZKB bloquearon la transferencia de donaciones para enviar ayuda médica al pueblo cubano. Y Cuba se quedó sin los materiales básicos para salvar las vidas de sus ciudadanos que sufrían en las camas de los hospitales. Fue el retrato más claro de la asfixia que sufre el país caribeño. A lo largo de la pandemia, 8.500 personas murieron por Covid-19 en Cuba, una tasa de letalidad del 0,77% (inferior a las tasas del 1% en el mundo y del 1,53% en las Américas, gracias a la reconocida calidad del sistema de salud cubano, que produjo cinco vacunas diferentes contra el coronavirus).

“Condenamos el bloqueo estadounidense debido a que es una política de medidas unilaterales que limitan el desarrollo de la economía de Cuba y el sustento del pueblo cubano”, declaró Jerome Fauré, director de Oxfam en Cuba, tras estos hechos. “Estas políticas profundizarán los graves efectos de la pandemia”, advirtió. La ONG internacional también afirmó que el bloqueo “dificulta el acceso a recursos básicos, tecnologías y materias primas para fortalecer los servicios públicos y salvar más vidas en medio de la crisis sanitaria”. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, también pidió que las sanciones impuestas a varios países, incluida Cuba, sean “mitigadas o suspendidas” para “proteger los derechos y las vidas de millones de personas en estos países”. Y añadió: “Los obstáculos a la importación de suministros médicos vitales, incluido el cumplimiento excesivo de las sanciones bancarias, crearán daños duraderos a las comunidades vulnerables.” El Secretario General de la ONU, António Guterres, se dirigió a la comunidad internacional en la misma dirección, sugiriendo a los miembros del G-20 “el abandono de las sanciones impuestas contra los países para garantizar el acceso a los alimentos, la prestación de servicios de salud esenciales y el apoyo médico contra el COVID-19”. Coincidiendo con el jefe de las Naciones Unidas, el alto representante de la Unión Europea, Josep Borrell, emitió un comunicado advirtiendo que “las sanciones no deben impedir el envío de equipos y suministros esenciales necesarios para luchar contra el coronavirus y limitar su propagación en todo el mundo”.

Aún preocupados por los efectos de las medidas unilaterales en medio de la pandemia de Covid-19, un equipo de expertos de las Naciones Unidas denunció sus efectos y pidió el fin de las sanciones. “Las sanciones están trayendo sufrimiento y muerte a países como Cuba, Irán, Sudán, Siria, Venezuela y Yemen (…) Las sanciones deberían levantarse -o al – para que la gente pueda recibir artículos básicos como jabón y desinfectantes para cuidarse de la higiene, y para que los hospitales puedan recibir ventiladores y otros equipos para mantener con vida a las personas”, declararon. “Las sanciones que se han impuesto en nombre de la protección de los derechos humanos están, de hecho, matando a personas y privándolas de sus derechos fundamentales, incluidos el derecho a la salud, a la alimentación y a la vida misma”, continuaron los expertos. Agregaron: “Renovamos nuestro llamado a los países sancionadores para que levanten, suspendan o minimicen urgentemente sus sanciones para que se puedan enviar medicamentos, equipos médicos, alimentos y combustible.”

El gobierno de Estados Unidos, sin embargo, ignoró todos estos llamados. Gracias a donaciones de países como Venezuela, México y Rusia, Cuba pudo tratar mínimamente a los pacientes. También logró producir algunos ventiladores propios y cinco de ellos fueron destinados a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital 10 de Octubre.

Pero el drama del hospital y del Doctor Jorge Alberto Miranda Quintana, su director, no terminó con el fin de la pandemia.

─ Imagínense el nivel de deterioro de un hospital que trabaja intensamente con un volumen mayor que el número de camas que tiene ─ desafía.

Las tres salas de endoscopia no pueden funcionar. Carecen de equipos para videocistoscopia (contra el cáncer de vejiga y próstata), videobroncoscopia (contra el cáncer de pulmón), videogastroscopia (contra el cáncer de esófago y estómago) y videocolonoscopia (contra el cáncer de colon). Este equipo permitiría realizar diagnósticos en los sitios oncológicos más frecuentes, pero la mayoría de las empresas que suministran materiales para endoscopia se han retirado de Cuba. Otros se han asociado con empresas estadounidenses y ya no pueden vender equipos a la isla, que también necesita comprar medicamentos de quimioterapia del sector oncológico.

─ Tenemos muchas limitaciones para adquirir las tecnologías para realizar endoscopia.

En el área de oftalmología también faltan equipos láser, tomografía de coherencia óptica, retinografía, paquimetría y angiografía ocular, mientras que los equipos biométricos ya están desactualizados. Los equipos utilizados en mamografía, como máquinas de anestesia y cirugía, también están obsoletos y la tecnología para detectar el cáncer de mama sigue siendo analógica y no digital.

─ Si pudiéramos adquirir al menos este equipo, mejoraríamos mucho el sistema de atención médica, con más oportunidades de atender a los pacientes.

La falta de medicamentos en Cuba también hace que el hospital no haya recibido antibióticos, anestésicos, relajantes y medicamentos psiquiátricos. Así como se prioriza la leche para los niños, el racionamiento gubernamental prioriza los medicamentos para la zona de emergencia, donde van a parar los pocos materiales disponibles por el momento.

Cómo el bloqueo de EE.UU. multiplicó los daños causados por la Covid-19 en Cuba

El país estaba experimentando dificultades para producir oxígeno que afectaban a todos los hospitales y necesitaba ventiladores.

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Jorge Alberto estaba sudando frío. Estaba angustiado. Nunca pensó que algún día tendría que decirle a un paciente que solo le quedaba media hora de vida. Tampoco sería uno solo, sino decenas de pacientes cuyas vidas iban desapareciendo ante sus ojos. El Hospital Clínico Quirúrgico 10 de Octubre fue uno de los hospitales con más contagios de Covid-19 en todo el país. No había lugar para nadie más. El director del hospital insistió desesperadamente en que las agencias gubernamentales enviaran oxígeno suplementario durante una hora más hasta que llegaran nuevos cilindros.

Cada tictac del reloj era una herida en el corazón. El abatimiento y el cansancio físico eran visibles en los rostros de cada médico y enfermera, todos ellos tristes y deprimidos. A Jorge Alberto le vinieron a la mente los recuerdos de tantos compañeros y amigos que, a diferencia de él, no lograron superar esa enfermedad. Pensó en las personas a las que él mismo había diagnosticado Covid-19 y que no podían sobrevivir. Hasta el día de hoy, todavía lo conmueven los fuertes recuerdos. En el futuro continuaría visitando y atendiendo a las familias de estos pacientes, porque se sentiría comprometido con su dolor.

Faltando apenas unos minutos para la tragedia, finalmente llegó un camión con unas bombonas de oxígeno. Limpiadores, guardias de seguridad, médicos y enfermeras se apresuraron a transportarlos de inmediato y conectarlos con los moribundos.

Este tipo de sufrimiento estaba a punto de terminar (o al menos mitigarse) cuando Jack Ma, el multimillonario chino propietario de la empresa comercial Alibaba, anunció, en marzo de 2020, el envío de 2 millones de mascarillas, 400.000 kits de diagnóstico de entrega rápida y 104 ventiladores para 24 países de América Latina, incluida Cuba. Todos los cubanos que conocieron la noticia celebraron y agradecieron la donación. Al fin y al cabo, si no se puede comprar regularmente un tipo de producto, ni siquiera habrá repuestos cuando esté obsoleto, e incluso faltaron repuestos para los ventiladores en Cuba. El país estaba experimentando dificultades para producir oxígeno que afectaban a todos los hospitales y necesitaba esos ventiladores.

Sin embargo, a última hora, la empresa que transportaría los materiales a Cuba se negó a aceptar el pedido. Argumentó que sufriría graves sanciones por hacerlo, basándose en la ley de Estados Unidos: la ley de bloqueo. Se trataba de la aerolínea colombiana Avianca, cuyo accionista mayoritario (Synergy Aerospace Corp.) es norteamericano. Al mes siguiente, Cuba volvió a ser impedida de recibir ventiladores pulmonares porque las empresas suizas IMT Medical AG y Acutronic Medical Systems AG (adquirida por la norteamericana Vyaire Medical Inc) se negaron a venderlos por el mismo motivo, suspendiendo inmediatamente las relaciones comerciales con La Habana. También en Suiza, los bancos ABS, Crédit Suisse, Migros Bank, UBS y ZKB bloquearon la transferencia de donaciones para enviar ayuda médica al pueblo cubano. Y Cuba se quedó sin los materiales básicos para salvar las vidas de sus ciudadanos que sufrían en las camas de los hospitales. Fue el retrato más claro de la asfixia que sufre el país caribeño. A lo largo de la pandemia, 8.500 personas murieron por Covid-19 en Cuba, una tasa de letalidad del 0,77% (inferior a las tasas del 1% en el mundo y del 1,53% en las Américas, gracias a la reconocida calidad del sistema de salud cubano, que produjo cinco vacunas diferentes contra el coronavirus).

“Condenamos el bloqueo estadounidense debido a que es una política de medidas unilaterales que limitan el desarrollo de la economía de Cuba y el sustento del pueblo cubano”, declaró Jerome Fauré, director de Oxfam en Cuba, tras estos hechos. “Estas políticas profundizarán los graves efectos de la pandemia”, advirtió. La ONG internacional también afirmó que el bloqueo “dificulta el acceso a recursos básicos, tecnologías y materias primas para fortalecer los servicios públicos y salvar más vidas en medio de la crisis sanitaria”. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, también pidió que las sanciones impuestas a varios países, incluida Cuba, sean “mitigadas o suspendidas” para “proteger los derechos y las vidas de millones de personas en estos países”. Y añadió: “Los obstáculos a la importación de suministros médicos vitales, incluido el cumplimiento excesivo de las sanciones bancarias, crearán daños duraderos a las comunidades vulnerables.” El Secretario General de la ONU, António Guterres, se dirigió a la comunidad internacional en la misma dirección, sugiriendo a los miembros del G-20 “el abandono de las sanciones impuestas contra los países para garantizar el acceso a los alimentos, la prestación de servicios de salud esenciales y el apoyo médico contra el COVID-19”. Coincidiendo con el jefe de las Naciones Unidas, el alto representante de la Unión Europea, Josep Borrell, emitió un comunicado advirtiendo que “las sanciones no deben impedir el envío de equipos y suministros esenciales necesarios para luchar contra el coronavirus y limitar su propagación en todo el mundo”.

Aún preocupados por los efectos de las medidas unilaterales en medio de la pandemia de Covid-19, un equipo de expertos de las Naciones Unidas denunció sus efectos y pidió el fin de las sanciones. “Las sanciones están trayendo sufrimiento y muerte a países como Cuba, Irán, Sudán, Siria, Venezuela y Yemen (…) Las sanciones deberían levantarse -o al – para que la gente pueda recibir artículos básicos como jabón y desinfectantes para cuidarse de la higiene, y para que los hospitales puedan recibir ventiladores y otros equipos para mantener con vida a las personas”, declararon. “Las sanciones que se han impuesto en nombre de la protección de los derechos humanos están, de hecho, matando a personas y privándolas de sus derechos fundamentales, incluidos el derecho a la salud, a la alimentación y a la vida misma”, continuaron los expertos. Agregaron: “Renovamos nuestro llamado a los países sancionadores para que levanten, suspendan o minimicen urgentemente sus sanciones para que se puedan enviar medicamentos, equipos médicos, alimentos y combustible.”

El gobierno de Estados Unidos, sin embargo, ignoró todos estos llamados. Gracias a donaciones de países como Venezuela, México y Rusia, Cuba pudo tratar mínimamente a los pacientes. También logró producir algunos ventiladores propios y cinco de ellos fueron destinados a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital 10 de Octubre.

Pero el drama del hospital y del Doctor Jorge Alberto Miranda Quintana, su director, no terminó con el fin de la pandemia.

─ Imagínense el nivel de deterioro de un hospital que trabaja intensamente con un volumen mayor que el número de camas que tiene ─ desafía.

Las tres salas de endoscopia no pueden funcionar. Carecen de equipos para videocistoscopia (contra el cáncer de vejiga y próstata), videobroncoscopia (contra el cáncer de pulmón), videogastroscopia (contra el cáncer de esófago y estómago) y videocolonoscopia (contra el cáncer de colon). Este equipo permitiría realizar diagnósticos en los sitios oncológicos más frecuentes, pero la mayoría de las empresas que suministran materiales para endoscopia se han retirado de Cuba. Otros se han asociado con empresas estadounidenses y ya no pueden vender equipos a la isla, que también necesita comprar medicamentos de quimioterapia del sector oncológico.

─ Tenemos muchas limitaciones para adquirir las tecnologías para realizar endoscopia.

En el área de oftalmología también faltan equipos láser, tomografía de coherencia óptica, retinografía, paquimetría y angiografía ocular, mientras que los equipos biométricos ya están desactualizados. Los equipos utilizados en mamografía, como máquinas de anestesia y cirugía, también están obsoletos y la tecnología para detectar el cáncer de mama sigue siendo analógica y no digital.

─ Si pudiéramos adquirir al menos este equipo, mejoraríamos mucho el sistema de atención médica, con más oportunidades de atender a los pacientes.

La falta de medicamentos en Cuba también hace que el hospital no haya recibido antibióticos, anestésicos, relajantes y medicamentos psiquiátricos. Así como se prioriza la leche para los niños, el racionamiento gubernamental prioriza los medicamentos para la zona de emergencia, donde van a parar los pocos materiales disponibles por el momento.

El país estaba experimentando dificultades para producir oxígeno que afectaban a todos los hospitales y necesitaba ventiladores.

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Jorge Alberto estaba sudando frío. Estaba angustiado. Nunca pensó que algún día tendría que decirle a un paciente que solo le quedaba media hora de vida. Tampoco sería uno solo, sino decenas de pacientes cuyas vidas iban desapareciendo ante sus ojos. El Hospital Clínico Quirúrgico 10 de Octubre fue uno de los hospitales con más contagios de Covid-19 en todo el país. No había lugar para nadie más. El director del hospital insistió desesperadamente en que las agencias gubernamentales enviaran oxígeno suplementario durante una hora más hasta que llegaran nuevos cilindros.

Cada tictac del reloj era una herida en el corazón. El abatimiento y el cansancio físico eran visibles en los rostros de cada médico y enfermera, todos ellos tristes y deprimidos. A Jorge Alberto le vinieron a la mente los recuerdos de tantos compañeros y amigos que, a diferencia de él, no lograron superar esa enfermedad. Pensó en las personas a las que él mismo había diagnosticado Covid-19 y que no podían sobrevivir. Hasta el día de hoy, todavía lo conmueven los fuertes recuerdos. En el futuro continuaría visitando y atendiendo a las familias de estos pacientes, porque se sentiría comprometido con su dolor.

Faltando apenas unos minutos para la tragedia, finalmente llegó un camión con unas bombonas de oxígeno. Limpiadores, guardias de seguridad, médicos y enfermeras se apresuraron a transportarlos de inmediato y conectarlos con los moribundos.

Este tipo de sufrimiento estaba a punto de terminar (o al menos mitigarse) cuando Jack Ma, el multimillonario chino propietario de la empresa comercial Alibaba, anunció, en marzo de 2020, el envío de 2 millones de mascarillas, 400.000 kits de diagnóstico de entrega rápida y 104 ventiladores para 24 países de América Latina, incluida Cuba. Todos los cubanos que conocieron la noticia celebraron y agradecieron la donación. Al fin y al cabo, si no se puede comprar regularmente un tipo de producto, ni siquiera habrá repuestos cuando esté obsoleto, e incluso faltaron repuestos para los ventiladores en Cuba. El país estaba experimentando dificultades para producir oxígeno que afectaban a todos los hospitales y necesitaba esos ventiladores.

Sin embargo, a última hora, la empresa que transportaría los materiales a Cuba se negó a aceptar el pedido. Argumentó que sufriría graves sanciones por hacerlo, basándose en la ley de Estados Unidos: la ley de bloqueo. Se trataba de la aerolínea colombiana Avianca, cuyo accionista mayoritario (Synergy Aerospace Corp.) es norteamericano. Al mes siguiente, Cuba volvió a ser impedida de recibir ventiladores pulmonares porque las empresas suizas IMT Medical AG y Acutronic Medical Systems AG (adquirida por la norteamericana Vyaire Medical Inc) se negaron a venderlos por el mismo motivo, suspendiendo inmediatamente las relaciones comerciales con La Habana. También en Suiza, los bancos ABS, Crédit Suisse, Migros Bank, UBS y ZKB bloquearon la transferencia de donaciones para enviar ayuda médica al pueblo cubano. Y Cuba se quedó sin los materiales básicos para salvar las vidas de sus ciudadanos que sufrían en las camas de los hospitales. Fue el retrato más claro de la asfixia que sufre el país caribeño. A lo largo de la pandemia, 8.500 personas murieron por Covid-19 en Cuba, una tasa de letalidad del 0,77% (inferior a las tasas del 1% en el mundo y del 1,53% en las Américas, gracias a la reconocida calidad del sistema de salud cubano, que produjo cinco vacunas diferentes contra el coronavirus).

“Condenamos el bloqueo estadounidense debido a que es una política de medidas unilaterales que limitan el desarrollo de la economía de Cuba y el sustento del pueblo cubano”, declaró Jerome Fauré, director de Oxfam en Cuba, tras estos hechos. “Estas políticas profundizarán los graves efectos de la pandemia”, advirtió. La ONG internacional también afirmó que el bloqueo “dificulta el acceso a recursos básicos, tecnologías y materias primas para fortalecer los servicios públicos y salvar más vidas en medio de la crisis sanitaria”. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, también pidió que las sanciones impuestas a varios países, incluida Cuba, sean “mitigadas o suspendidas” para “proteger los derechos y las vidas de millones de personas en estos países”. Y añadió: “Los obstáculos a la importación de suministros médicos vitales, incluido el cumplimiento excesivo de las sanciones bancarias, crearán daños duraderos a las comunidades vulnerables.” El Secretario General de la ONU, António Guterres, se dirigió a la comunidad internacional en la misma dirección, sugiriendo a los miembros del G-20 “el abandono de las sanciones impuestas contra los países para garantizar el acceso a los alimentos, la prestación de servicios de salud esenciales y el apoyo médico contra el COVID-19”. Coincidiendo con el jefe de las Naciones Unidas, el alto representante de la Unión Europea, Josep Borrell, emitió un comunicado advirtiendo que “las sanciones no deben impedir el envío de equipos y suministros esenciales necesarios para luchar contra el coronavirus y limitar su propagación en todo el mundo”.

Aún preocupados por los efectos de las medidas unilaterales en medio de la pandemia de Covid-19, un equipo de expertos de las Naciones Unidas denunció sus efectos y pidió el fin de las sanciones. “Las sanciones están trayendo sufrimiento y muerte a países como Cuba, Irán, Sudán, Siria, Venezuela y Yemen (…) Las sanciones deberían levantarse -o al – para que la gente pueda recibir artículos básicos como jabón y desinfectantes para cuidarse de la higiene, y para que los hospitales puedan recibir ventiladores y otros equipos para mantener con vida a las personas”, declararon. “Las sanciones que se han impuesto en nombre de la protección de los derechos humanos están, de hecho, matando a personas y privándolas de sus derechos fundamentales, incluidos el derecho a la salud, a la alimentación y a la vida misma”, continuaron los expertos. Agregaron: “Renovamos nuestro llamado a los países sancionadores para que levanten, suspendan o minimicen urgentemente sus sanciones para que se puedan enviar medicamentos, equipos médicos, alimentos y combustible.”

El gobierno de Estados Unidos, sin embargo, ignoró todos estos llamados. Gracias a donaciones de países como Venezuela, México y Rusia, Cuba pudo tratar mínimamente a los pacientes. También logró producir algunos ventiladores propios y cinco de ellos fueron destinados a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital 10 de Octubre.

Pero el drama del hospital y del Doctor Jorge Alberto Miranda Quintana, su director, no terminó con el fin de la pandemia.

─ Imagínense el nivel de deterioro de un hospital que trabaja intensamente con un volumen mayor que el número de camas que tiene ─ desafía.

Las tres salas de endoscopia no pueden funcionar. Carecen de equipos para videocistoscopia (contra el cáncer de vejiga y próstata), videobroncoscopia (contra el cáncer de pulmón), videogastroscopia (contra el cáncer de esófago y estómago) y videocolonoscopia (contra el cáncer de colon). Este equipo permitiría realizar diagnósticos en los sitios oncológicos más frecuentes, pero la mayoría de las empresas que suministran materiales para endoscopia se han retirado de Cuba. Otros se han asociado con empresas estadounidenses y ya no pueden vender equipos a la isla, que también necesita comprar medicamentos de quimioterapia del sector oncológico.

─ Tenemos muchas limitaciones para adquirir las tecnologías para realizar endoscopia.

En el área de oftalmología también faltan equipos láser, tomografía de coherencia óptica, retinografía, paquimetría y angiografía ocular, mientras que los equipos biométricos ya están desactualizados. Los equipos utilizados en mamografía, como máquinas de anestesia y cirugía, también están obsoletos y la tecnología para detectar el cáncer de mama sigue siendo analógica y no digital.

─ Si pudiéramos adquirir al menos este equipo, mejoraríamos mucho el sistema de atención médica, con más oportunidades de atender a los pacientes.

La falta de medicamentos en Cuba también hace que el hospital no haya recibido antibióticos, anestésicos, relajantes y medicamentos psiquiátricos. Así como se prioriza la leche para los niños, el racionamiento gubernamental prioriza los medicamentos para la zona de emergencia, donde van a parar los pocos materiales disponibles por el momento.

The views of individual contributors do not necessarily represent those of the Strategic Culture Foundation.

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