Español
Eduardo Vasco
May 31, 2024
© Photo: Public domain

Las tuberías de todo el centro de La Habana, por no hablar de toda la ciudad o incluso de todo el país, están corroídas, deterioradas, viejas y en mal estado.

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

Marco luchaba por ir al baño y corrió hacia la casa de su abuela, que estaba vacía. Sus amigos lo esperaban en la calle. Subió los tres tramos de escaleras y llegó a la cabina para orinar. Cuando terminó, cerró la puerta sin darse cuenta de que había dejado la luz encendida. Su madre estaba en el balcón buscándolo. Olió a gas. Se extendió por toda la casa. Una tubería que pasaba por la puerta tenía una fuga. Marco finalmente se dio cuenta de que la luz estaba encendida y la apagó. Pero en ese momento, el gas metano ya estaba subiendo por el inodoro.

─ ¡Buuuum!

La explosión fue tan fuerte que dio la impresión de que había caído una bomba sobre el edificio de tres pisos, ubicado justo detrás del Capitolio de La Habana. Los muros fueron destruidos. Los muebles se hicieron añicos. Los aparatos de aire acondicionado instalados en las habitaciones salieron volando y terminaron en mitad de la calle. El adolescente salió corriendo de la casa, atónito, sin ver nada, ya que sus cejas y cabello se incendiaron, lo que también atrapó sus brazos, que ayudaron a proteger a su madre de las llamas mientras la escoltaba. Hubo que ser trasladada al policlínico y estuvo 20 días en cuidados intensivos. Todo quedó reducido a cenizas: la cocina, el baño, los dormitorios, la sala, el balcón. Las banderas cubanas que Isabel había colgado en el balcón, a la espera de que el presidente estadounidense, Barack Obama, pasara por el barrio, en aquella histórica visita a la isla en marzo de 2016, se convirtieron en polvo.

Las tuberías de todo el centro de La Habana, por no hablar de toda la ciudad o incluso de todo el país, están corroídas, deterioradas, viejas y en mal estado.

La Empresa Conformadora de Metales (Conformat), en Matanzas, fabrica y repara cilindros de gas en todo el país. Estos son exactamente los cilindros que utiliza la población para cocinar los alimentos. Ni siquiera ella puede con sus tareas. Opera al 40% de su capacidad de producción por falta de recursos económicos y materiales, sufriendo inseguridad en la recepción de materias primas. Hasta mayo de 2023, la empresa había producido 17 mil contenedores conocidos popularmente como “balitas”. El objetivo es llegar a 70.000 a finales de año, apenas ¼ de la capacidad de la fábrica, que en condiciones normales puede producir 250.000 unidades por turno de trabajo.

Pero no funciona en condiciones normales. La empresa prácticamente ya no puede adquirir los insumos necesarios debido a los impactos del bloqueo económico norteamericano, según Amaury Doblado Lauzurique, especialista en comercio exterior de Conformat. Necesita importar no menos del 96% de los componentes de cada unidad y Cuba no puede comprar esos componentes.

Isabel no estaba en casa. Pasó unos días en un balneario en las afueras de La Habana, para descansar y tratar de recuperarse de los problemas óseos que ya la afectaban. Llora de dolor casi todos los días. La señora de 74 años ya no tiene fuerzas en las piernas para caminar. Además de la osteoporosis, una hernia de disco que se produjo hace menos de cinco años la dejó incapaz de caminar. No pudo ser operada porque ya padecía otras enfermedades que pondrían en riesgo la operación. Y porque los hospitales ya no cuentan con todos los recursos necesarios para realizar operaciones. En este momento están intentando operar lo menos posible, centrándose en las emergencias. Ni siquiera hay suturas.

Su casa fue reconstruida después del incendio gracias al apoyo del gobierno, brigadas de voluntarios y amigos brasileños. La anciana pasa la mayor parte del día sentada en el sillón de la sala, donde habla con sus invitados, usa su celular y, por las noches, ve la telenovela. Tres días a la semana ve la telenovela de Rede Globo. En primera fila del público, con los ojos pegados a la pantalla del televisor, siempre está Luis, su marido. Desde hace más de 30 años, Cuba deja de funcionar cuando comienza un episodio de una telenovela brasileña. Es una atracción para todas las edades, ya sean niños, jóvenes o personas mayores. Hombres y mujeres. Después de la telenovela, Luis estira a Isabel del sillón y la coloca en una silla de ruedas hacia el dormitorio de la pareja. Durante la noche se puede oírla llorar de tanto dolor. Cuando amanece, Isabel se somete a tratamientos en la cama, donde recibe masajes y medicamentos. Luego la llevan nuevamente, en silla de ruedas, a la sala de estar.

Tiene dos sillas de ruedas. Ambos fueron enviados por familiares que viven en Estados Unidos. Ya no hay sillas de ruedas en Cuba. El que ella usa habitualmente lo trajeron en barco, con mucho retraso en el camino. Era una silla usada que le envió su cuñada. El otro, que tiene las ruedas podridas y necesita ser reparado para que Isabel pueda usarlo fuera de casa, también estaba usado cuando salió de EE.UU. en barco y tardó seis meses en llegar a Cuba. Tiene también una tercera silla, que es geriátrica para bañarse, y también vino de EE.UU.: su hermana la consiguió a través de una iglesia, la envió a Cuba y, después de meses, finalmente llegó a su destino.

Prácticamente todo lo que necesita falta en Cuba. Las vitaminas que toma para fortalecer sus piernas se las trajeron sus amigos brasileños. También enviaron dipironas, que Isabel recogió para ella misma y también distribuyó a familiares, amigos y vecinos que, como ella, necesitan el medicamento y no lo encuentran en las farmacias.

─ No hay nada en las farmacias. Es increíble que tengamos que vivir de nuestros amigos. Gracias a mis amigos brasileños tengo medicinas.

Sin embargo, la ayuda solidaria de amigos y familiares que viven fuera del país no puede satisfacer todas sus necesidades. Necesita tomar medicamentos para su diabetes, hipertensión, tiroides y tratamiento post-infarto. Isabel también necesita antibióticos, que no están disponibles ni siquiera para quien los presente con receta. Ha venido recibiendo cada mes menos medicamentos, porque (a pesar de que el sistema de salud es gratuito y de calidad reconocida mundialmente) Cuba no tiene la materia prima para producirlos y no puede importar ni los medicamentos ni las materias primas, porque el bloqueo norteamericano la detiene.

─ Aquí en Cuba priorizamos a las personas que tienen muchas enfermedades y tratamos de garantizar sus medicamentos. Pero todo depende del ingreso de materias primas al país para que se puedan producir estos medicamentos.

En el último mes, Isabel sólo recibió insulina lenta, y no insulina rápida, que es más importante para ella. Hace tres meses que no recibe enalapril, que toma para controlar la presión arterial. De todos los medicamentos que necesita, solo recibió dos en el último mes, incluida la insulina, que estaba incompleta. Guillermo, de unos 50 años, también sufre de falta de medicación: es deprimido, bipolar y ansioso, necesita tomar cinco psicofármacos al día, va a la farmacia una vez a la semana a buscar sus medicamentos, se enfrenta a una cola enorme y no puede encontrarlos. Tampoco existen medicamentos que acompañen la acupuntura que recibe. Al menos todavía se le administra la inyección que debe aplicarse cada 21 días en el Hospital Psiquiátrico de La Habana. Vive en una casa sumamente humilde y mal iluminada en el Barrio Chino, con su madre Mirian, su hermano Osmani y su sobrina Sofía.

Uno de los principales focos de trabajo del sistema de salud cubano es a través de los médicos de familia, que son empleados estatales designados para atender una zona determinada, en cada calle, en cada barrio. El médico de cabecera de Isabel llega a su domicilio, le mide la presión arterial y envía un informe de análisis al policlínico. Desde allí se revisan los medicamentos que el paciente necesita y se envían a su domicilio. Pero hace tiempo que no la visitan, porque en el policlínico ya no hay medicamentos, como reactivos para azúcar en sangre y riñones, que Isabel tendría que utilizar. Además, anteriormente los pacientes acudían al policlínico para tratar casos de baja gravedad, como una fractura de brazo. Debido a la falta de equipamiento en las policlínicas (ya no hay forma de enyesar el brazo del paciente, porque no hay yeso), los pacientes han ido directamente al hospital. China envió una vez un barco con yeso a los policlínicos cubanos, pero el bloqueo de Estados Unidos le impidió abordar Cuba.

La leche y el pollo, esenciales en la dieta de Isabel, escasean. Ni siquiera recuerda la última vez que recibió leche subsidiada por la libreta del gobierno. Tras el triunfo de la Revolución, el gobierno cubano instituyó un sistema de libretas para que los ciudadanos pudieran comprar productos básicos a un precio simbólico. Esta es una necesidad en un país que necesita importar el 80% de los alimentos y el 40% de los medicamentos que consume. Con el endurecimiento del bloqueo en los últimos años, los artículos de la libreta han disminuido. Actualmente cuenta con productos como arroz, frijoles, huevos, pollo, leche, aceite de oliva, jabón y pasta de dientes. El café también está subsidiado y cuesta sólo ocho pesos, mientras que fuera de la libreta se compra por 150 pesos. El paquete, sin embargo, no dura ni un mes y ante la falta incluso del café que siempre ha producido el país, se mezcla con otros sucedáneos.

Ante la escasez, el gobierno tiene que racionarlo todo y la leche ahora sólo está disponible para niños menores de siete años. El pollo es una prioridad para los menores de 13 años, mientras que a los mayores les quedan otros tipos de carne, como la carne molida y la mortadela. La libreta se libera cada 15 días para que se puedan realizar nuevas compras en mercados específicos en los siguientes tres días. De ahí las enormes colas que se forman un día en las calles del país y las mismas aceras vacías al día siguiente. En La Habana también existe una segunda libreta, para productos como embutidos, hot dogs y detergentes, todavía subsidiados, pero con un precio ligeramente mayor. Pero cualquiera que pasee por las calles del centro de La Habana verá muchos pequeños comercios (no se les puede llamar pulperías, ni pequeños mercados) vacíos de productos. Tanto de propiedad estatal como privada. La escasez prevalece, incluso en los restaurantes más populares, con pocas opciones en el menú.

En julio de 2021, la ONG española Justicia Alimentaria emitió una “Alerta Alimentaria en Cuba” ante el “empeoramiento de la vulnerabilidad alimentaria de las familias cubanas”.

Cuba se encuentra sumida en una crisis económica sin precedentes derivada del bloqueo por parte de los Estados Unidos y agudizada por la pandemia COVID-19 asfixiando  el turismo —elemento central de la economía nacional— y cancelando, prácticamente,  el sector privado pequeño y mediano (fundamentalmente dedicado a los servicios), con consecuencias nefastas para la población. Debemos añadir, además, el deterioro de la producción, la escasez de alimentos, combustibles, etc. que han restringido fuertemente no solo la importación de alimentos sino de los propios insumos para la producción propia de alimentos, configurando un panorama muy difícil de gestionar doméstica, institucional y nacionalmente.

El artículo destaca que el cambio climático de las últimas décadas exige que el sector agrícola se adapte para mantener la producción y la ganadería. Sin embargo,

(…) A pesar de los esfuerzos de la sociedad y administración cubana por generar sistemas resilentes, el bloqueo impide seguir poniendo en práctica los cambios necesarios para contrarestar el avance imparable del cambio climático que está ya afectando gravemente a la región.

En este momento somos testigos como esta alta afectación medioambiental unida a este bloqueo norteamericano que obstaculiza el acceso a suministros, tecnología y servicios, afecta cada vez más de forma directa a la viabilidad de las explotaciones agrícolas y pecuarias y al sustento de miles de familias campesinas.

La ONG afirma también que el bloqueo económico “compromete el derecho a alimentación llevando al país al borde de una crisis alimentaria”. De hecho, entre agosto de 2021 y febrero de 2022 la agricultura se vio afectada por más de 270 millones de dólares, según denuncia de Cuba ante la ONU (entre enero y julio de 2021, los daños a la agricultura y la alimentación habían sido de 369,6 millones de dólares). Debido a que no puede comprar carne directamente del mercado norteamericano, la empresa hispanocubana BRAVO S.A. tuvo un gasto adicional de más de 525 mil dólares, viéndose obligada a pagar más por fletes y transporte de mercancías provenientes de otros países, más lejanos.

Como dato adicional, la falta de combustible en los procesos agrícolas y preindustriales, como resultado de las medidas contra las empresas, buques y navieras que transportan combustible a Cuba, ocasionó una afectación en el período de 5 millones 181 mil 480 dólares.

En marzo de 2020, la relatora especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación denunció los impactos de las sanciones que constituyen el bloqueo económico en la dieta de los cubanos, especialmente en situación de pandemia. “La continua imposición de sanciones económicas paralizantes contra Siria, Venezuela, Irán, Cuba y, en menor medida, Zimbabwe, por nombrar los casos más destacados, socava gravemente el derecho fundamental de los ciudadanos comunes a una alimentación suficiente y adecuada”, afirmó Hilal Elver. Concluyó que era “una cuestión de urgencia humanitaria y práctica levantar inmediatamente las sanciones económicas unilaterales”.

Lo que más necesita la gente (alimentos y medicinas) es exactamente lo que más le falta a Cuba. Algunos extrañan más la comida, otros extrañan más la medicina. Pero los artículos básicos de la libreta son precisamente aquellos que el gobierno no puede proporcionar, no pueden producirse y no pueden llegar a Cuba. A principios de 2023, incluso el suministro de harina de trigo para la producción de pan se vio comprometido. Si bien hubo financiamiento, ventana de carga y proveedores, en los meses de abril y mayo los tres buques de trigo que se esperaban no llegaron al país, precisamente por el bloqueo, según el director de logística de la empresa OSDE Alimentaria, Osmany Rodríguez. Un barco que desembarcó en Cienfuegos tardó más de 60 días en salir de su puerto de origen, lo que encareció los costos de la operación. “Hemos logrado contratar harina en países del área y en muchas ocasiones navieras que radican en esos países no aceptan venir a Cuba y tenemos que buscar barcos de otros orígenes y mandarlos a esos lugares y eso lógicamente tiene un costo”, declaró Emerio González Lorenzo, presidente del Grupo Empresarial de la Industria Alimentaria. Por ello, en Santiago de Cuba, por ejemplo, el pan debía elaborarse con un 15% de harina de maíz en su composición. Yunaithe López Cantero, presidenta de la Asamblea Municipal de Regla, informa que este municipio habanero produce toda la harina que se distribuye a nivel nacional, pero sus molinos están parados porque no pueden abastecerse ─ además, también falta equipamiento básico para el hospital de maternidad local.

Isabel se lamenta cuando dice que los enfermos, como ella, son los más afectados por el bloqueo.

─ Si no existiera el bloqueo, estaríamos en una situación mucho mejor. Tenemos las manos atadas y aún así seguimos luchando. Yo, que soy vieja, quería caminar, ayudar, hacer más.

Víctimas del bloqueo: ancianos sufren por falta de medicamentos en Cuba

Las tuberías de todo el centro de La Habana, por no hablar de toda la ciudad o incluso de todo el país, están corroídas, deterioradas, viejas y en mal estado.

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

Marco luchaba por ir al baño y corrió hacia la casa de su abuela, que estaba vacía. Sus amigos lo esperaban en la calle. Subió los tres tramos de escaleras y llegó a la cabina para orinar. Cuando terminó, cerró la puerta sin darse cuenta de que había dejado la luz encendida. Su madre estaba en el balcón buscándolo. Olió a gas. Se extendió por toda la casa. Una tubería que pasaba por la puerta tenía una fuga. Marco finalmente se dio cuenta de que la luz estaba encendida y la apagó. Pero en ese momento, el gas metano ya estaba subiendo por el inodoro.

─ ¡Buuuum!

La explosión fue tan fuerte que dio la impresión de que había caído una bomba sobre el edificio de tres pisos, ubicado justo detrás del Capitolio de La Habana. Los muros fueron destruidos. Los muebles se hicieron añicos. Los aparatos de aire acondicionado instalados en las habitaciones salieron volando y terminaron en mitad de la calle. El adolescente salió corriendo de la casa, atónito, sin ver nada, ya que sus cejas y cabello se incendiaron, lo que también atrapó sus brazos, que ayudaron a proteger a su madre de las llamas mientras la escoltaba. Hubo que ser trasladada al policlínico y estuvo 20 días en cuidados intensivos. Todo quedó reducido a cenizas: la cocina, el baño, los dormitorios, la sala, el balcón. Las banderas cubanas que Isabel había colgado en el balcón, a la espera de que el presidente estadounidense, Barack Obama, pasara por el barrio, en aquella histórica visita a la isla en marzo de 2016, se convirtieron en polvo.

Las tuberías de todo el centro de La Habana, por no hablar de toda la ciudad o incluso de todo el país, están corroídas, deterioradas, viejas y en mal estado.

La Empresa Conformadora de Metales (Conformat), en Matanzas, fabrica y repara cilindros de gas en todo el país. Estos son exactamente los cilindros que utiliza la población para cocinar los alimentos. Ni siquiera ella puede con sus tareas. Opera al 40% de su capacidad de producción por falta de recursos económicos y materiales, sufriendo inseguridad en la recepción de materias primas. Hasta mayo de 2023, la empresa había producido 17 mil contenedores conocidos popularmente como “balitas”. El objetivo es llegar a 70.000 a finales de año, apenas ¼ de la capacidad de la fábrica, que en condiciones normales puede producir 250.000 unidades por turno de trabajo.

Pero no funciona en condiciones normales. La empresa prácticamente ya no puede adquirir los insumos necesarios debido a los impactos del bloqueo económico norteamericano, según Amaury Doblado Lauzurique, especialista en comercio exterior de Conformat. Necesita importar no menos del 96% de los componentes de cada unidad y Cuba no puede comprar esos componentes.

Isabel no estaba en casa. Pasó unos días en un balneario en las afueras de La Habana, para descansar y tratar de recuperarse de los problemas óseos que ya la afectaban. Llora de dolor casi todos los días. La señora de 74 años ya no tiene fuerzas en las piernas para caminar. Además de la osteoporosis, una hernia de disco que se produjo hace menos de cinco años la dejó incapaz de caminar. No pudo ser operada porque ya padecía otras enfermedades que pondrían en riesgo la operación. Y porque los hospitales ya no cuentan con todos los recursos necesarios para realizar operaciones. En este momento están intentando operar lo menos posible, centrándose en las emergencias. Ni siquiera hay suturas.

Su casa fue reconstruida después del incendio gracias al apoyo del gobierno, brigadas de voluntarios y amigos brasileños. La anciana pasa la mayor parte del día sentada en el sillón de la sala, donde habla con sus invitados, usa su celular y, por las noches, ve la telenovela. Tres días a la semana ve la telenovela de Rede Globo. En primera fila del público, con los ojos pegados a la pantalla del televisor, siempre está Luis, su marido. Desde hace más de 30 años, Cuba deja de funcionar cuando comienza un episodio de una telenovela brasileña. Es una atracción para todas las edades, ya sean niños, jóvenes o personas mayores. Hombres y mujeres. Después de la telenovela, Luis estira a Isabel del sillón y la coloca en una silla de ruedas hacia el dormitorio de la pareja. Durante la noche se puede oírla llorar de tanto dolor. Cuando amanece, Isabel se somete a tratamientos en la cama, donde recibe masajes y medicamentos. Luego la llevan nuevamente, en silla de ruedas, a la sala de estar.

Tiene dos sillas de ruedas. Ambos fueron enviados por familiares que viven en Estados Unidos. Ya no hay sillas de ruedas en Cuba. El que ella usa habitualmente lo trajeron en barco, con mucho retraso en el camino. Era una silla usada que le envió su cuñada. El otro, que tiene las ruedas podridas y necesita ser reparado para que Isabel pueda usarlo fuera de casa, también estaba usado cuando salió de EE.UU. en barco y tardó seis meses en llegar a Cuba. Tiene también una tercera silla, que es geriátrica para bañarse, y también vino de EE.UU.: su hermana la consiguió a través de una iglesia, la envió a Cuba y, después de meses, finalmente llegó a su destino.

Prácticamente todo lo que necesita falta en Cuba. Las vitaminas que toma para fortalecer sus piernas se las trajeron sus amigos brasileños. También enviaron dipironas, que Isabel recogió para ella misma y también distribuyó a familiares, amigos y vecinos que, como ella, necesitan el medicamento y no lo encuentran en las farmacias.

─ No hay nada en las farmacias. Es increíble que tengamos que vivir de nuestros amigos. Gracias a mis amigos brasileños tengo medicinas.

Sin embargo, la ayuda solidaria de amigos y familiares que viven fuera del país no puede satisfacer todas sus necesidades. Necesita tomar medicamentos para su diabetes, hipertensión, tiroides y tratamiento post-infarto. Isabel también necesita antibióticos, que no están disponibles ni siquiera para quien los presente con receta. Ha venido recibiendo cada mes menos medicamentos, porque (a pesar de que el sistema de salud es gratuito y de calidad reconocida mundialmente) Cuba no tiene la materia prima para producirlos y no puede importar ni los medicamentos ni las materias primas, porque el bloqueo norteamericano la detiene.

─ Aquí en Cuba priorizamos a las personas que tienen muchas enfermedades y tratamos de garantizar sus medicamentos. Pero todo depende del ingreso de materias primas al país para que se puedan producir estos medicamentos.

En el último mes, Isabel sólo recibió insulina lenta, y no insulina rápida, que es más importante para ella. Hace tres meses que no recibe enalapril, que toma para controlar la presión arterial. De todos los medicamentos que necesita, solo recibió dos en el último mes, incluida la insulina, que estaba incompleta. Guillermo, de unos 50 años, también sufre de falta de medicación: es deprimido, bipolar y ansioso, necesita tomar cinco psicofármacos al día, va a la farmacia una vez a la semana a buscar sus medicamentos, se enfrenta a una cola enorme y no puede encontrarlos. Tampoco existen medicamentos que acompañen la acupuntura que recibe. Al menos todavía se le administra la inyección que debe aplicarse cada 21 días en el Hospital Psiquiátrico de La Habana. Vive en una casa sumamente humilde y mal iluminada en el Barrio Chino, con su madre Mirian, su hermano Osmani y su sobrina Sofía.

Uno de los principales focos de trabajo del sistema de salud cubano es a través de los médicos de familia, que son empleados estatales designados para atender una zona determinada, en cada calle, en cada barrio. El médico de cabecera de Isabel llega a su domicilio, le mide la presión arterial y envía un informe de análisis al policlínico. Desde allí se revisan los medicamentos que el paciente necesita y se envían a su domicilio. Pero hace tiempo que no la visitan, porque en el policlínico ya no hay medicamentos, como reactivos para azúcar en sangre y riñones, que Isabel tendría que utilizar. Además, anteriormente los pacientes acudían al policlínico para tratar casos de baja gravedad, como una fractura de brazo. Debido a la falta de equipamiento en las policlínicas (ya no hay forma de enyesar el brazo del paciente, porque no hay yeso), los pacientes han ido directamente al hospital. China envió una vez un barco con yeso a los policlínicos cubanos, pero el bloqueo de Estados Unidos le impidió abordar Cuba.

La leche y el pollo, esenciales en la dieta de Isabel, escasean. Ni siquiera recuerda la última vez que recibió leche subsidiada por la libreta del gobierno. Tras el triunfo de la Revolución, el gobierno cubano instituyó un sistema de libretas para que los ciudadanos pudieran comprar productos básicos a un precio simbólico. Esta es una necesidad en un país que necesita importar el 80% de los alimentos y el 40% de los medicamentos que consume. Con el endurecimiento del bloqueo en los últimos años, los artículos de la libreta han disminuido. Actualmente cuenta con productos como arroz, frijoles, huevos, pollo, leche, aceite de oliva, jabón y pasta de dientes. El café también está subsidiado y cuesta sólo ocho pesos, mientras que fuera de la libreta se compra por 150 pesos. El paquete, sin embargo, no dura ni un mes y ante la falta incluso del café que siempre ha producido el país, se mezcla con otros sucedáneos.

Ante la escasez, el gobierno tiene que racionarlo todo y la leche ahora sólo está disponible para niños menores de siete años. El pollo es una prioridad para los menores de 13 años, mientras que a los mayores les quedan otros tipos de carne, como la carne molida y la mortadela. La libreta se libera cada 15 días para que se puedan realizar nuevas compras en mercados específicos en los siguientes tres días. De ahí las enormes colas que se forman un día en las calles del país y las mismas aceras vacías al día siguiente. En La Habana también existe una segunda libreta, para productos como embutidos, hot dogs y detergentes, todavía subsidiados, pero con un precio ligeramente mayor. Pero cualquiera que pasee por las calles del centro de La Habana verá muchos pequeños comercios (no se les puede llamar pulperías, ni pequeños mercados) vacíos de productos. Tanto de propiedad estatal como privada. La escasez prevalece, incluso en los restaurantes más populares, con pocas opciones en el menú.

En julio de 2021, la ONG española Justicia Alimentaria emitió una “Alerta Alimentaria en Cuba” ante el “empeoramiento de la vulnerabilidad alimentaria de las familias cubanas”.

Cuba se encuentra sumida en una crisis económica sin precedentes derivada del bloqueo por parte de los Estados Unidos y agudizada por la pandemia COVID-19 asfixiando  el turismo —elemento central de la economía nacional— y cancelando, prácticamente,  el sector privado pequeño y mediano (fundamentalmente dedicado a los servicios), con consecuencias nefastas para la población. Debemos añadir, además, el deterioro de la producción, la escasez de alimentos, combustibles, etc. que han restringido fuertemente no solo la importación de alimentos sino de los propios insumos para la producción propia de alimentos, configurando un panorama muy difícil de gestionar doméstica, institucional y nacionalmente.

El artículo destaca que el cambio climático de las últimas décadas exige que el sector agrícola se adapte para mantener la producción y la ganadería. Sin embargo,

(…) A pesar de los esfuerzos de la sociedad y administración cubana por generar sistemas resilentes, el bloqueo impide seguir poniendo en práctica los cambios necesarios para contrarestar el avance imparable del cambio climático que está ya afectando gravemente a la región.

En este momento somos testigos como esta alta afectación medioambiental unida a este bloqueo norteamericano que obstaculiza el acceso a suministros, tecnología y servicios, afecta cada vez más de forma directa a la viabilidad de las explotaciones agrícolas y pecuarias y al sustento de miles de familias campesinas.

La ONG afirma también que el bloqueo económico “compromete el derecho a alimentación llevando al país al borde de una crisis alimentaria”. De hecho, entre agosto de 2021 y febrero de 2022 la agricultura se vio afectada por más de 270 millones de dólares, según denuncia de Cuba ante la ONU (entre enero y julio de 2021, los daños a la agricultura y la alimentación habían sido de 369,6 millones de dólares). Debido a que no puede comprar carne directamente del mercado norteamericano, la empresa hispanocubana BRAVO S.A. tuvo un gasto adicional de más de 525 mil dólares, viéndose obligada a pagar más por fletes y transporte de mercancías provenientes de otros países, más lejanos.

Como dato adicional, la falta de combustible en los procesos agrícolas y preindustriales, como resultado de las medidas contra las empresas, buques y navieras que transportan combustible a Cuba, ocasionó una afectación en el período de 5 millones 181 mil 480 dólares.

En marzo de 2020, la relatora especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación denunció los impactos de las sanciones que constituyen el bloqueo económico en la dieta de los cubanos, especialmente en situación de pandemia. “La continua imposición de sanciones económicas paralizantes contra Siria, Venezuela, Irán, Cuba y, en menor medida, Zimbabwe, por nombrar los casos más destacados, socava gravemente el derecho fundamental de los ciudadanos comunes a una alimentación suficiente y adecuada”, afirmó Hilal Elver. Concluyó que era “una cuestión de urgencia humanitaria y práctica levantar inmediatamente las sanciones económicas unilaterales”.

Lo que más necesita la gente (alimentos y medicinas) es exactamente lo que más le falta a Cuba. Algunos extrañan más la comida, otros extrañan más la medicina. Pero los artículos básicos de la libreta son precisamente aquellos que el gobierno no puede proporcionar, no pueden producirse y no pueden llegar a Cuba. A principios de 2023, incluso el suministro de harina de trigo para la producción de pan se vio comprometido. Si bien hubo financiamiento, ventana de carga y proveedores, en los meses de abril y mayo los tres buques de trigo que se esperaban no llegaron al país, precisamente por el bloqueo, según el director de logística de la empresa OSDE Alimentaria, Osmany Rodríguez. Un barco que desembarcó en Cienfuegos tardó más de 60 días en salir de su puerto de origen, lo que encareció los costos de la operación. “Hemos logrado contratar harina en países del área y en muchas ocasiones navieras que radican en esos países no aceptan venir a Cuba y tenemos que buscar barcos de otros orígenes y mandarlos a esos lugares y eso lógicamente tiene un costo”, declaró Emerio González Lorenzo, presidente del Grupo Empresarial de la Industria Alimentaria. Por ello, en Santiago de Cuba, por ejemplo, el pan debía elaborarse con un 15% de harina de maíz en su composición. Yunaithe López Cantero, presidenta de la Asamblea Municipal de Regla, informa que este municipio habanero produce toda la harina que se distribuye a nivel nacional, pero sus molinos están parados porque no pueden abastecerse ─ además, también falta equipamiento básico para el hospital de maternidad local.

Isabel se lamenta cuando dice que los enfermos, como ella, son los más afectados por el bloqueo.

─ Si no existiera el bloqueo, estaríamos en una situación mucho mejor. Tenemos las manos atadas y aún así seguimos luchando. Yo, que soy vieja, quería caminar, ayudar, hacer más.

Las tuberías de todo el centro de La Habana, por no hablar de toda la ciudad o incluso de todo el país, están corroídas, deterioradas, viejas y en mal estado.

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

Marco luchaba por ir al baño y corrió hacia la casa de su abuela, que estaba vacía. Sus amigos lo esperaban en la calle. Subió los tres tramos de escaleras y llegó a la cabina para orinar. Cuando terminó, cerró la puerta sin darse cuenta de que había dejado la luz encendida. Su madre estaba en el balcón buscándolo. Olió a gas. Se extendió por toda la casa. Una tubería que pasaba por la puerta tenía una fuga. Marco finalmente se dio cuenta de que la luz estaba encendida y la apagó. Pero en ese momento, el gas metano ya estaba subiendo por el inodoro.

─ ¡Buuuum!

La explosión fue tan fuerte que dio la impresión de que había caído una bomba sobre el edificio de tres pisos, ubicado justo detrás del Capitolio de La Habana. Los muros fueron destruidos. Los muebles se hicieron añicos. Los aparatos de aire acondicionado instalados en las habitaciones salieron volando y terminaron en mitad de la calle. El adolescente salió corriendo de la casa, atónito, sin ver nada, ya que sus cejas y cabello se incendiaron, lo que también atrapó sus brazos, que ayudaron a proteger a su madre de las llamas mientras la escoltaba. Hubo que ser trasladada al policlínico y estuvo 20 días en cuidados intensivos. Todo quedó reducido a cenizas: la cocina, el baño, los dormitorios, la sala, el balcón. Las banderas cubanas que Isabel había colgado en el balcón, a la espera de que el presidente estadounidense, Barack Obama, pasara por el barrio, en aquella histórica visita a la isla en marzo de 2016, se convirtieron en polvo.

Las tuberías de todo el centro de La Habana, por no hablar de toda la ciudad o incluso de todo el país, están corroídas, deterioradas, viejas y en mal estado.

La Empresa Conformadora de Metales (Conformat), en Matanzas, fabrica y repara cilindros de gas en todo el país. Estos son exactamente los cilindros que utiliza la población para cocinar los alimentos. Ni siquiera ella puede con sus tareas. Opera al 40% de su capacidad de producción por falta de recursos económicos y materiales, sufriendo inseguridad en la recepción de materias primas. Hasta mayo de 2023, la empresa había producido 17 mil contenedores conocidos popularmente como “balitas”. El objetivo es llegar a 70.000 a finales de año, apenas ¼ de la capacidad de la fábrica, que en condiciones normales puede producir 250.000 unidades por turno de trabajo.

Pero no funciona en condiciones normales. La empresa prácticamente ya no puede adquirir los insumos necesarios debido a los impactos del bloqueo económico norteamericano, según Amaury Doblado Lauzurique, especialista en comercio exterior de Conformat. Necesita importar no menos del 96% de los componentes de cada unidad y Cuba no puede comprar esos componentes.

Isabel no estaba en casa. Pasó unos días en un balneario en las afueras de La Habana, para descansar y tratar de recuperarse de los problemas óseos que ya la afectaban. Llora de dolor casi todos los días. La señora de 74 años ya no tiene fuerzas en las piernas para caminar. Además de la osteoporosis, una hernia de disco que se produjo hace menos de cinco años la dejó incapaz de caminar. No pudo ser operada porque ya padecía otras enfermedades que pondrían en riesgo la operación. Y porque los hospitales ya no cuentan con todos los recursos necesarios para realizar operaciones. En este momento están intentando operar lo menos posible, centrándose en las emergencias. Ni siquiera hay suturas.

Su casa fue reconstruida después del incendio gracias al apoyo del gobierno, brigadas de voluntarios y amigos brasileños. La anciana pasa la mayor parte del día sentada en el sillón de la sala, donde habla con sus invitados, usa su celular y, por las noches, ve la telenovela. Tres días a la semana ve la telenovela de Rede Globo. En primera fila del público, con los ojos pegados a la pantalla del televisor, siempre está Luis, su marido. Desde hace más de 30 años, Cuba deja de funcionar cuando comienza un episodio de una telenovela brasileña. Es una atracción para todas las edades, ya sean niños, jóvenes o personas mayores. Hombres y mujeres. Después de la telenovela, Luis estira a Isabel del sillón y la coloca en una silla de ruedas hacia el dormitorio de la pareja. Durante la noche se puede oírla llorar de tanto dolor. Cuando amanece, Isabel se somete a tratamientos en la cama, donde recibe masajes y medicamentos. Luego la llevan nuevamente, en silla de ruedas, a la sala de estar.

Tiene dos sillas de ruedas. Ambos fueron enviados por familiares que viven en Estados Unidos. Ya no hay sillas de ruedas en Cuba. El que ella usa habitualmente lo trajeron en barco, con mucho retraso en el camino. Era una silla usada que le envió su cuñada. El otro, que tiene las ruedas podridas y necesita ser reparado para que Isabel pueda usarlo fuera de casa, también estaba usado cuando salió de EE.UU. en barco y tardó seis meses en llegar a Cuba. Tiene también una tercera silla, que es geriátrica para bañarse, y también vino de EE.UU.: su hermana la consiguió a través de una iglesia, la envió a Cuba y, después de meses, finalmente llegó a su destino.

Prácticamente todo lo que necesita falta en Cuba. Las vitaminas que toma para fortalecer sus piernas se las trajeron sus amigos brasileños. También enviaron dipironas, que Isabel recogió para ella misma y también distribuyó a familiares, amigos y vecinos que, como ella, necesitan el medicamento y no lo encuentran en las farmacias.

─ No hay nada en las farmacias. Es increíble que tengamos que vivir de nuestros amigos. Gracias a mis amigos brasileños tengo medicinas.

Sin embargo, la ayuda solidaria de amigos y familiares que viven fuera del país no puede satisfacer todas sus necesidades. Necesita tomar medicamentos para su diabetes, hipertensión, tiroides y tratamiento post-infarto. Isabel también necesita antibióticos, que no están disponibles ni siquiera para quien los presente con receta. Ha venido recibiendo cada mes menos medicamentos, porque (a pesar de que el sistema de salud es gratuito y de calidad reconocida mundialmente) Cuba no tiene la materia prima para producirlos y no puede importar ni los medicamentos ni las materias primas, porque el bloqueo norteamericano la detiene.

─ Aquí en Cuba priorizamos a las personas que tienen muchas enfermedades y tratamos de garantizar sus medicamentos. Pero todo depende del ingreso de materias primas al país para que se puedan producir estos medicamentos.

En el último mes, Isabel sólo recibió insulina lenta, y no insulina rápida, que es más importante para ella. Hace tres meses que no recibe enalapril, que toma para controlar la presión arterial. De todos los medicamentos que necesita, solo recibió dos en el último mes, incluida la insulina, que estaba incompleta. Guillermo, de unos 50 años, también sufre de falta de medicación: es deprimido, bipolar y ansioso, necesita tomar cinco psicofármacos al día, va a la farmacia una vez a la semana a buscar sus medicamentos, se enfrenta a una cola enorme y no puede encontrarlos. Tampoco existen medicamentos que acompañen la acupuntura que recibe. Al menos todavía se le administra la inyección que debe aplicarse cada 21 días en el Hospital Psiquiátrico de La Habana. Vive en una casa sumamente humilde y mal iluminada en el Barrio Chino, con su madre Mirian, su hermano Osmani y su sobrina Sofía.

Uno de los principales focos de trabajo del sistema de salud cubano es a través de los médicos de familia, que son empleados estatales designados para atender una zona determinada, en cada calle, en cada barrio. El médico de cabecera de Isabel llega a su domicilio, le mide la presión arterial y envía un informe de análisis al policlínico. Desde allí se revisan los medicamentos que el paciente necesita y se envían a su domicilio. Pero hace tiempo que no la visitan, porque en el policlínico ya no hay medicamentos, como reactivos para azúcar en sangre y riñones, que Isabel tendría que utilizar. Además, anteriormente los pacientes acudían al policlínico para tratar casos de baja gravedad, como una fractura de brazo. Debido a la falta de equipamiento en las policlínicas (ya no hay forma de enyesar el brazo del paciente, porque no hay yeso), los pacientes han ido directamente al hospital. China envió una vez un barco con yeso a los policlínicos cubanos, pero el bloqueo de Estados Unidos le impidió abordar Cuba.

La leche y el pollo, esenciales en la dieta de Isabel, escasean. Ni siquiera recuerda la última vez que recibió leche subsidiada por la libreta del gobierno. Tras el triunfo de la Revolución, el gobierno cubano instituyó un sistema de libretas para que los ciudadanos pudieran comprar productos básicos a un precio simbólico. Esta es una necesidad en un país que necesita importar el 80% de los alimentos y el 40% de los medicamentos que consume. Con el endurecimiento del bloqueo en los últimos años, los artículos de la libreta han disminuido. Actualmente cuenta con productos como arroz, frijoles, huevos, pollo, leche, aceite de oliva, jabón y pasta de dientes. El café también está subsidiado y cuesta sólo ocho pesos, mientras que fuera de la libreta se compra por 150 pesos. El paquete, sin embargo, no dura ni un mes y ante la falta incluso del café que siempre ha producido el país, se mezcla con otros sucedáneos.

Ante la escasez, el gobierno tiene que racionarlo todo y la leche ahora sólo está disponible para niños menores de siete años. El pollo es una prioridad para los menores de 13 años, mientras que a los mayores les quedan otros tipos de carne, como la carne molida y la mortadela. La libreta se libera cada 15 días para que se puedan realizar nuevas compras en mercados específicos en los siguientes tres días. De ahí las enormes colas que se forman un día en las calles del país y las mismas aceras vacías al día siguiente. En La Habana también existe una segunda libreta, para productos como embutidos, hot dogs y detergentes, todavía subsidiados, pero con un precio ligeramente mayor. Pero cualquiera que pasee por las calles del centro de La Habana verá muchos pequeños comercios (no se les puede llamar pulperías, ni pequeños mercados) vacíos de productos. Tanto de propiedad estatal como privada. La escasez prevalece, incluso en los restaurantes más populares, con pocas opciones en el menú.

En julio de 2021, la ONG española Justicia Alimentaria emitió una “Alerta Alimentaria en Cuba” ante el “empeoramiento de la vulnerabilidad alimentaria de las familias cubanas”.

Cuba se encuentra sumida en una crisis económica sin precedentes derivada del bloqueo por parte de los Estados Unidos y agudizada por la pandemia COVID-19 asfixiando  el turismo —elemento central de la economía nacional— y cancelando, prácticamente,  el sector privado pequeño y mediano (fundamentalmente dedicado a los servicios), con consecuencias nefastas para la población. Debemos añadir, además, el deterioro de la producción, la escasez de alimentos, combustibles, etc. que han restringido fuertemente no solo la importación de alimentos sino de los propios insumos para la producción propia de alimentos, configurando un panorama muy difícil de gestionar doméstica, institucional y nacionalmente.

El artículo destaca que el cambio climático de las últimas décadas exige que el sector agrícola se adapte para mantener la producción y la ganadería. Sin embargo,

(…) A pesar de los esfuerzos de la sociedad y administración cubana por generar sistemas resilentes, el bloqueo impide seguir poniendo en práctica los cambios necesarios para contrarestar el avance imparable del cambio climático que está ya afectando gravemente a la región.

En este momento somos testigos como esta alta afectación medioambiental unida a este bloqueo norteamericano que obstaculiza el acceso a suministros, tecnología y servicios, afecta cada vez más de forma directa a la viabilidad de las explotaciones agrícolas y pecuarias y al sustento de miles de familias campesinas.

La ONG afirma también que el bloqueo económico “compromete el derecho a alimentación llevando al país al borde de una crisis alimentaria”. De hecho, entre agosto de 2021 y febrero de 2022 la agricultura se vio afectada por más de 270 millones de dólares, según denuncia de Cuba ante la ONU (entre enero y julio de 2021, los daños a la agricultura y la alimentación habían sido de 369,6 millones de dólares). Debido a que no puede comprar carne directamente del mercado norteamericano, la empresa hispanocubana BRAVO S.A. tuvo un gasto adicional de más de 525 mil dólares, viéndose obligada a pagar más por fletes y transporte de mercancías provenientes de otros países, más lejanos.

Como dato adicional, la falta de combustible en los procesos agrícolas y preindustriales, como resultado de las medidas contra las empresas, buques y navieras que transportan combustible a Cuba, ocasionó una afectación en el período de 5 millones 181 mil 480 dólares.

En marzo de 2020, la relatora especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación denunció los impactos de las sanciones que constituyen el bloqueo económico en la dieta de los cubanos, especialmente en situación de pandemia. “La continua imposición de sanciones económicas paralizantes contra Siria, Venezuela, Irán, Cuba y, en menor medida, Zimbabwe, por nombrar los casos más destacados, socava gravemente el derecho fundamental de los ciudadanos comunes a una alimentación suficiente y adecuada”, afirmó Hilal Elver. Concluyó que era “una cuestión de urgencia humanitaria y práctica levantar inmediatamente las sanciones económicas unilaterales”.

Lo que más necesita la gente (alimentos y medicinas) es exactamente lo que más le falta a Cuba. Algunos extrañan más la comida, otros extrañan más la medicina. Pero los artículos básicos de la libreta son precisamente aquellos que el gobierno no puede proporcionar, no pueden producirse y no pueden llegar a Cuba. A principios de 2023, incluso el suministro de harina de trigo para la producción de pan se vio comprometido. Si bien hubo financiamiento, ventana de carga y proveedores, en los meses de abril y mayo los tres buques de trigo que se esperaban no llegaron al país, precisamente por el bloqueo, según el director de logística de la empresa OSDE Alimentaria, Osmany Rodríguez. Un barco que desembarcó en Cienfuegos tardó más de 60 días en salir de su puerto de origen, lo que encareció los costos de la operación. “Hemos logrado contratar harina en países del área y en muchas ocasiones navieras que radican en esos países no aceptan venir a Cuba y tenemos que buscar barcos de otros orígenes y mandarlos a esos lugares y eso lógicamente tiene un costo”, declaró Emerio González Lorenzo, presidente del Grupo Empresarial de la Industria Alimentaria. Por ello, en Santiago de Cuba, por ejemplo, el pan debía elaborarse con un 15% de harina de maíz en su composición. Yunaithe López Cantero, presidenta de la Asamblea Municipal de Regla, informa que este municipio habanero produce toda la harina que se distribuye a nivel nacional, pero sus molinos están parados porque no pueden abastecerse ─ además, también falta equipamiento básico para el hospital de maternidad local.

Isabel se lamenta cuando dice que los enfermos, como ella, son los más afectados por el bloqueo.

─ Si no existiera el bloqueo, estaríamos en una situación mucho mejor. Tenemos las manos atadas y aún así seguimos luchando. Yo, que soy vieja, quería caminar, ayudar, hacer más.

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June 22, 2024

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