Pepe Escobar escribe sobre las principales conclusiones de su reciente viaje a Brasil.
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Al final, todo es cuestión de Soberanía. Ese fue el quid de los debates más serios que mantuve la semana pasada en Brasil, con actores académicos y en varios podcasts relacionados con las conferencias.
Acabo de sumergirme en una experiencia extraordinaria: una minigira de conferencias por Brasil que abarcó cuatro ciudades clave: Sao Paulo, Rio, Salvador y Belo Horizonte. Salas llenas, preguntas agudas, gente fabulosamente cálida, gastronomía divina: una inmersión profunda en la octava economía más grande del mundo y principal nodo de los BRICS+.
Al mismo tiempo que intentaba impresionar con las sutilezas del largo y sinuoso camino hacia la multipolaridad y los múltiples casos de choque frontal entre OTANstán y la Mayoría Global, aprendía sin parar de una serie de generosos brasileños sobre las actuales contradicciones internas de una sociedad de asombrosa complejidad.
Es como si estuviera inmerso en un viaje psicodélico dirigido por Os Mutantes, el trío icónico del movimiento Tropicalia de finales de los 60: desde el frente empresarial de Sao Paulo -con sus restaurantes de categoría mundial y sus frenéticos negocios- hasta la belleza cegadora de Río; desde Salvador -la capital del África brasileña- hasta Belo Horizonte, la capital del tercer estado más rico de la Federación, Minas Gerais, una potencia exportadora de mineral de hierro, uranio y niobio.
Chancay-Shanghai
Me enteré de cómo China eligió el estado de Bahía como posiblemente su nodo clave en Brasil, donde las inversiones chinas están por todas partes -aunque Brasil aún no sea miembro formal de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés).
En Río, me presentaron un asombroso trabajo sobre los estoicos Zenón y Cleanthes, del ensayista Ciro Moroni, que profundiza, entre otras cuestiones, en las equivalencias entre la teogonía/teología estoica y la Vedanta hindú, la tradición de la cultura, la religión y los rituales sagrados en la India hasta la época de Buda.
Y en una especie de sincronía psicodélica, me sentí como Zenón en el Ágora mientras debatíamos la guerra por poderes de la OTAN contra Rusia en Ucrania en un precioso pabellón redondo -un mini Ágora- en la legendaria Plaza de la Libertad de Belo Horizonte, frente a una fabulosa exposición de Tesoros del Arte Peruano.
Para mi asombro, un peruano, Carlos Ledesma, voló desde Lima especialmente para mi conferencia y la exposición; y entonces me habló del puerto de Chancay que se está construyendo al sur de Lima, propiedad en un 70% de COSCO y el resto de capital privado peruano; que será un puerto hermano de Shanghai.
Chancay-Shanghai: APEC en acción al otro lado del Pacífico. El próximo noviembre, habrá tres acontecimientos clave casi simultáneos en Sudamérica: el G20 en Río, la cumbre de la APEC en Lima y la inauguración de Chancay.
Chancay se verá impulsado por no menos de cinco corredores ferroviarios que podrían llegar a construirse -seguramente con inversión china- desde el Valhalla del agronegocio, en el centro-oeste brasileño, hasta Perú.
Sí, China está por todos lados en su mayor socio comercial en América Latina, para desesperación de un Hegemón que envía al humilde funcionario Little Blinken a Beijing para escuchar la letra de la nueva ley redactada por el propio Xi Jinping: es cooperación o confrontación, una «espiral descendente». Tu espiral descendente.
Un río del Tíbet a Xinjiang
En la conferencia de Belo Horizonte, compartí el escenario con el notable Sebastien Kiwonghi Bizaru, del Congo, que supervisa programas de doctorado en la Universidad Candido Mendes, además de ser profesor de Derecho Internacional, tras una extraordinaria trayectoria académica.
También es autor de un libro pionero que examina el muy discutible papel del CSNU en los conflictos de los Grandes Lagos, centrándose en Ruanda, Burundi y la República Democrática del Congo.
Con la investigadora de alto nivel Natacha Rena, estudiamos detenidamente un mapa de China, rememorando sus viajes de este a oeste del año pasado hasta la frontera de Xinjiang, mientras me informaba sobre el asombroso Proyecto del Río Honggqi -o Río de la Bandera Roja-, propuesto por primera vez en 2017: nada menos que un intento de desviar agua del Tíbet a las tierras áridas y desiertos de Xinjiang mediante la construcción de un enorme río artificial de más de 6.000 km de longitud, incluidos los canales derivados.
El río proyectado será algo menos largo que el Yangtsé y desviará 60.000 millones de metros cúbicos de agua al año, más que el caudal anual del río Amarillo. Como era de esperar, los ecologistas chinos están atacando el proyecto, que puede que ya haya recibido el visto bueno oficial y esté avanzando discretamente.
Y luego, mientras me encontraba en la carretera entre Río y Minas Gerais, se reunieron en Sao Paulo los 10 ministros de Economía y directores de Bancos Centrales de los BRICS: y todos ellos saludaron el impulso hacia mecanismos de liquidación de pagos «independientes». Rusia preside en 2024 este grupo crucial.
El Viceministro de Finanzas ruso, Ivan Chebeskov, fue directo al grano: «La mayoría de los países están de acuerdo en que el pago en monedas nacionales es lo que necesitan los BRICS». El Ministerio de Finanzas ruso privilegia la creación de una plataforma digital común que reúna las monedas digitales de los bancos centrales de los BRICS y sus sistemas nacionales de transmisión de mensajes financieros.
Crucialmente, en esta reunión de los BRICS 10, la mayoría de los miembros subrayaron que están a favor de prescindir totalmente del dólar estadounidense para comerciar.
El ministro ruso de Finanzas, Antón Siluanov, fue incluso más audaz: dijo que Rusia propone a los BRICS la creación de un sistema mundial de pagos independiente y «despolitizado».
Siluanov insinuó que el sistema podría basarse en blockchain, teniendo en cuenta su bajo coste y el mínimo control ejercido por el Hegemón.
Los BRICS trazan el mapa del nuevo mundo en Sao Paulo
Un día antes de la reunión de Sao Paulo, el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, apoyó en Moscú el desarrollo de estas estrategias de los BRICS, señalando que
si conseguimos desarrollar mecanismos financieros independientes, eso cuestionará seriamente el mecanismo de globalización dirigido actualmente por Occidente.
Dado que más de 100 naciones están investigando o implantando embrionariamente una moneda digital en sus Bancos Centrales, es inminente un gran avance en Rusia, un proceso que vengo siguiendo en detalle desde el año pasado.
Al final, todo es cuestión de Soberanía. Ese fue el quid de los debates más serios que mantuve la semana pasada en Brasil, con actores académicos y en varios podcasts relacionados con las conferencias. Es el tema general que planea sobre el gobierno de Lula, ya que el presidente parece adoptar la figura de un luchador solitario acorralado por un círculo vicioso de quintacolumnistas y élites compradoras.
En Belo Horizonte me presentaron otro libro asombroso de un antiguo y brillante funcionario del gobierno, el difunto Celso Brant. Tras un agudo análisis de la historia moderna de Brasil y sus interacciones con el imperialismo, recuerda al lector lo que el estelar escritor y poeta mexicano Octavio Paz dijo en la década de 1980 sobre Brasil y China: «Éstos serán los dos grandes protagonistas del siglo XXI».
Cuando Paz emitió su veredicto, todos los indicadores favorecían a Brasil, que desde 1870 ostentaba el mayor crecimiento del PIB del mundo. Brasil exportaba más que China, y de 1952 a 1987 crecía a un ritmo anual del 7,4%. Siguiendo la tendencia, Brasil sería ahora la 4ª mayor economía del mundo (está entre la 8ª y la 9ª, codo con codo con Italia, y podría ser la 5ª, si no fuera por la desestabilización directa del Imperio a partir de la década de 2010, que culminó con la Operación Lava Jato.).
Eso es exactamente lo que muestra Brant: cómo intervino el Hegemón para estrellar el desarrollo brasileño -y eso empezó mucho antes de la Operación Lava Jato. Kissinger ya decía en los años 70 que
Estados Unidos no permitirá el nacimiento de un nuevo Japón bajo la línea del Ecuador.
El neoliberalismo duro era la herramienta privilegiada. Mientras China, bajo el Pequeño Timonel Deng Xiaoping y luego Jiang Zemin, se volvía Plenamente Soberana, Brasil estaba sumido en la dependencia neocolonial. Lula lo intentó, y ahora lo está intentando de nuevo, contra todo pronóstico y rodeado por todos lados, con Brasil tachado de «Estado pendular» por el Think Tankland estadounidense y víctima potencial de nuevas rondas de Guerra Híbrida imperial.
Lula –y algunas sólidas élites académicas alejadas del poder– saben muy bien que, como neocolonia, Brasil nunca cumplirá su potencial de ser, codo con codo con China, como profetizó Paz, el gran protagonista del siglo XXI.
Esa fue la principal conclusión de mi recorrido psicodélico por Tropicalia: Soberanía. Viktor Orbán, acusado por simplones de ser miembro de una «Internacional Neofascista«, lo clavó con una formulación simple:
El período deshonroso de la civilización occidental llegará a su fin este año, al reemplazar el mundo construido sobre la hegemonía progresista-liberal con uno soberanista.
Traducción: observatoriodetrabajadores