Biden está actuando duro y una vez más incesantemente escalando la guerra con Rusia a través de su última movida, el envío de cazas F-16, escribe Finian Cunningham.
No es ninguna coincidencia que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, realice un giro en U para enviar cazas F-16 a Ucrania justamente en el mismo fin de semana en que el régimen de Kiev, respaldado por la OTAN, perdiera la estratégica batalla de Artyomovsk (Bajmut).
Recordemos que Biden enfáticamente declaró que no enviaría aviones de guerra norteamericanos a Ucrania, en parte debido a la preocupación de no antagonizar con Rusia.
La batalla por la ciudad núcleo del transporte en la región del Donbass, ha estado rugiendo durante los últimos ocho meses. Algunos comentaristas han comparado la lucha pivotal por Artyomovsk—una molienda de carne—con Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial, la cual en gran medida determinó la victoria final del Ejército Rojo Soviético sobre la Alemania Nazi.
A pesar de las negativas de Kiev, las fuerzas rusas finalmente han tomado control completo de Artyomovsk el día 20 de mayo y lo reacio de los medios de prensa occidentales en admitir la realidad. En verdad, la incesante narrativa occidental de una Ucrania desafiante golpeando a los rusitos es aquí también una de las bajas que yace ensangrentada en una camilla que donde se supone que también está la autoridad de esos mismos medios (conocidos también como servicios occidentales de propaganda).
Esta gran derrota para el régimen de Kiev a fines de semana altera completamente las presumidas hazañas de Washington y la OTAN. El gobierno de Biden ha apoyado a las fuerzas del presidente Vladimir Zelensky con treinta y ocho mil millones de dólares en ayuda militar durante los últimos 15 meses. Otros miembros de la OTAN como Gran Bretaña, Alemania, Francia y Polonia del mismo modo han bombeado hacia Ucrania toda suerte de armamentos avanzados.
La derrota de las fuerzas de Zelensky en Artyomovsk es equivalente a una derrota de la alianza de la OTAN dirigida por Estados Unidos.
Esta embarazosa situación explicaría el giro de Biden al ahora dar el visto bueno para los cazas F-16. El anuncio apunta hacia un cambio en los titulares en torno a una crucial derrota militar.
Por un lado, la perspectiva de aviones de guerra norteamericanos volando sobre Ucrania suena como una ominosa intervención amenazando a Rusia. El F-16 es el caballo de batalla de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que ha estado en acción en docenas de países respaldando a las fuerzas de tierra de Estados Unidos. Es capaz de transportar armamento nuclear y tiene un alcance máximo de 800 kilómetros. Esa es aproximadamente la distancia entre Kiev y Moscú. Potencialmente, los cazas de Estados Unidos podrían lanzar ataques aéreos contra la capital de Rusia.
Al hacer el anuncio, el presidente Biden dijo que él “le aseguró” el ex comediante Zelensky que los F-16 no atacarían el territorio de la Federación de Rusia. Esa promesa no tiene ningún valor puesto que se han realizado incontables ataques de sabotaje con vehículos aéreos no tripulados (drones) e intentos de asesinato por parte de agentes de Kiev en Rusia, que así lo han demostrado. Del mismo modo, el Equipo de Biden ya ha hecho saber que ellos no consideran Crimea como territorio ruso por lo tanto eso no impediría que los F-16 hicieran incursiones aéreas sobre la península del Mar Negro, aun así, Moscú es inflexible en cuanto a que Crimea es parte integral de Rusia.
En todo caso y por otra parte, “el paso adelante” de los F-16 puede ser considerado como un gesto vacío que no alterará el resultado de la guerra a favor de Rusia.
Para comenzar, Washington está diciendo que los cazas no serán suministrados directamente desde existencias en Estados Unidos sino más bien que serán reexportados desde otros países de la OTAN. Hasta ahora, los miembros de la OTAN Polonia, Italia y Alemania han descartado cualquier suministro de sus cazas de origen norteamericano.
Sin duda, los aliados europeos han vacilado ante la provocación que significa semejante medida dirigida hacia Moscú.
El perro de presa del tío Sam, Gran Bretaña, que siempre está listo para las provocaciones, no cuenta con aviones F-16.
Otro factor es el de la logística y el entrenamiento. Tomaría por lo menos seis meses a los pilotos ucranianos desarrollar su competencia en combate aéreo.
Los pilotos ucranianos han sido entrenados con los cazas Mig de la era soviética y la mayoría de ellos han sido derribados por los rusos. También tomaría meses para que los mecánicos y personal de tierra de los F-16 se establezcan lo cual significaría que el personal norteamericano pasaría ser blancos. Los norteamericanos, los ingleses y otros estados de la OTAN están ofreciendo entrenamiento para los F-16 a Ucrania. Pero por el momento, que estos aviones sean capaces de despegar en vuelos de combate sería a finales de este año.
Eso implica otro retardo en la ya muy retrasada y muy anunciada contraofensiva ucraniana.
Los sistemas de defensa antiaérea de Rusia están reconocidos como los más avanzados del mundo, superando al sistema Patriot norteamericano el cual fue puesto fuera del juego la semana pasada por los misiles hipersónicos rusos. Los sistemas de defensa antiaérea de Rusia le plantearán a los F-16 un desalentador desafío.
Se ha estimado que el caza norteamericano que ha operado con éxito en varios países contra agrupaciones militantes no estatales que han contado con insignificantes defensas antiaéreas. En esos teatros de guerra el F-16 ha sido capaz de dominar los espacios con impunidad.
No es así en Ucrania, los sistemas de defensa antiaérea a diferentes niveles de Rusia son una cuestión aparte. El sistema misilístico S-400 tierra-aire tiene un mortífero alcance de 400 kilómetros. Varias ubicaciones a lo largo de la frontera occidental de Rusia pueden cubrir una distancia hasta Kiev. Eso significa que los F-16 pueden ser borrados del cielo mucho antes que alcancen un radio de ataque dentro de Rusia. Esto también significa que los cazas podrían ser blancos de ataques incluso antes que despeguen.
La bravata F-16 de Biden es un vuelo de fantasía. Todo se trata de crear cierta conmoción a partir de un ostensible ejercicio muscular. Pero todo resulta muy absurdamente fútil. Washington ni siquiera puede financiar su incompetente y endeudado gobierno que a su vez está lanzando los F-16 y misiles por todas partes como si fueran confetis.
Militarmente los rusos tienen todo esto cubierto, igual como lo han hecho con todo el supuestamente avanzado armamentismo que los fetichistas militares de la tecnología occidentales han atiborrado en Ucrania con el propósito de fortalecer su régimen nazi favorito en Kiev.
Si Biden y sus arrogantes secuaces occidentales tuvieran algún raciocinio, para no mencionar una moral, sabiendo que la guerra no es ganable y que potencialmente podría desplazarse fuera de control y degenerar en una conflagración nuclear que acabaría con el planeta. Pero entonces, ¿qué se podría esperar de personas que se palmotean la espalda en la Cumbre del G-7 en Hiroshima, mientras que groseramente comprometen más armamento para Ucrania?
Negativo. Estos ciegos, mogigatos, imperialistas arrogantes no saben cuándo detenerse y cavar el hueco para ellos mismos – y despectivamente para el resto de todos nosotros. Los regímenes occidentales y sus lacayunos medios de prensa han invertido demasiado en sus narcisistas, fraudulentas y embusteras imágenes tratando de derrotar a Rusia y no saben cuándo capitular. Pero, eventualmente, tendrán que hacerlo.
El Sr. Biden, actuando rudo está una vez más incesantemente agravando la guerra con Rusia con su último paso de enviar los F-16. Se trata de un tiro desesperado de los dados por parte de un perdedor que será visto como un perdedor aún mayor cuando caigan las fichas.
Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona