Siempre será mejor la existencia del diálogo a su ausencia. En eso confío y de alguna manera el arribo a una paz universal duradera necesita de voluntad política y actos de fe.
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Por ser esta una fecha con situaciones tan particulares de inflexión desde la perspectiva de una posible paz en la guerra, en la entrega anterior, titulada 2022 – 2025: contexto y recuento del estado de la guerra en Ucrania, efectué una revisión general de los antecedentes de la guerra en Ucrania, de los que concluí:
i) La disputa por los grandes recursos y la dominación se dan en el contexto de un agotamiento del sistema capitalista en cabeza de Estados Unidos, lo que no implica su abatimiento total; sino una competencia y una construcción de enemigos al colmo de tal crisis, ii) El deterioro de las relaciones ruso estadounidenses, particularmente en la post Guerra Fría, es de carácter estructural, y iii) La construcción de Rusia, zarista, comunista o capitalista, ortodoxa o atea, como enemiga, nunca ha perdido sentido porque hay tres cosas que aún persisten como una ley o tendencia histórica del poder: tener recursos para ser transformados, tener energía para transformarlos, tener ciencia de alto valor agregado para usar los dos primeros. Al parecer, Rusia tiene los dos primeros y es un competidor en acenso en el último; propósito sobre el cual el presidente Putin llama constantemente la atención en diversas áreas del conocimiento y la industria.
Continúo en esta entrega, reflexionando sobre lo que se juega, lo que sucede y lo que se espera dentro de los escenarios de diálogo y desarrollo del conflicto en Ucrania y que desborda en sí a Ucrania y Rusia mismas, como se verá.
Situación de las negociaciones actuales
El 18 de febrero se sentaron en Arabia Saudita, delegaciones de alto nivel de Rusia y Estados Unidos. De la misma, que duró más de cuatro horas, se determinó reabrir las embajadas respectivas en cada país y continuar el trabajo diplomático. Aunque la administración Trump desea y expresa que se llegue acuerdos rápidos, para la parte rusa es un buen inicio saber que el actual gobierno comprende las necesidades de Rusia, pero es un primer paso en un largo camino.
Se aprecian urgencias diferentes o excluyentes. Sergei Lavrov, señaló el día lunes 17 de febrero que en la mesa de negociaciones al parecer solo se piensan en rendimientos comerciales y económicos y no en los DD.HH. violados por Ucrania y las consecuencias penales que de ello deviene. Sin embargo, en términos económicos se mostró a la comitiva estadounidense las pérdidas provocadas por las sanciones a Rusia del gobierno Biden por un valor de 300 mil millones de dólares a la propia economía norteamericana.
Por su parte la Unión Europea y el gobierno ucraniano, se inclinan por continuar la guerra o como dice Von Der Leyen, ‘ganar la paz por la fuerza’. Está claro que las dos partes están fuera de participación activa y objetiva; de hecho, Armin Papperger, director ejecutivo de Rheinmetall, señaló de manera cruda que, “los europeos se han quedado como niños relegados a una mesa aparte mientras Washington y Moscú discuten sobre el futuro de Ucrania”.
El hecho concreto es que ni Europa ni Ucrania tienen nada que ver con un primer acercamiento bilateral que es el reinicio de relaciones profundamente lesionadas y que en seguros comentarios previos a tal acercamiento, eslabón de un paulatino y protocolario proceso de diálogo, se determinó que Ucrania es sólo uno de los asuntos a tratar, pero no el fundamental ya que en una guerra de desgaste y correlaciones de fuerzas que no viene al caso desarrollar, Rusia si o si encontrará el dominio total en el campo de batalla. Así, el asunto central es una nueva arquitectura de seguridad y de diálogo mundial. Lo que implicará reconfigurar el sistema de seguridad europeo y general, que tendrá que contar con China en una mesa más pronto que tarde junto a Rusia y Estados Unidos. Es muy posible y sobre ello ya he escrito, que la propia fuerza de BRICS+ lleve y obligue a G7 y demás economías a plantear una nueva arquitectura comercial y también diplomática, frente a OMC, BM, y Naciones Unidas.
La retórica desde Trump, Zelensky, los líderes europeos, de la OTAN y de Bruselas y en el marco de un año electoral o pre electoral que inició el 23 de febrero en Alemania, es de una calidad pirotécnica y espectacular de venta taquillera para los medios de comunicación, pero en realidad la situación concreta, los hechos en el terreno muestran la continuidad de la guerra y toda la dolorosa parafernalia a su alrededor. Lo que puede si ser un indicio consistente en tal retórica es el hastío de Estados Unidos y la decisión de alejarse de Zelensky, obligarle a convocar elecciones y que dé un paso al costado.
Volodómir Zelensky, pese a ser un histrión judío, ambicioso tiene suficientes luces para comprender lo que sería su destino si no cumple con la orden central: derrotar a Rusia. Si no logra esto -parece que no lo logrará- estaría condenado a muerte o una vida en calamidades y es esta la razón de su persistencia egoísta ante el dolor de un país que ayudó a arruinar, porque además tiene una intensa presión desde los neonazis extremos de Azov y los banderistas.
Por su parte la Unión Europea y la OTAN, están pagando el acumulado de 80 años de ‘dolce vita’ bajo el paraguas nuclear y militar estadounidense, además de energía barata rusa. Unas élites parásitas y cómodas que ahora deben pensar cómo estarán en una nueva arquitectura global como consecuencia de su odio obstinado, contumaz hacia Rusia. Mismo que le ha llevado a nunca querer una negociación e incluso solo aceptándola bajo una posición de fuerza de Ucrania en una mesa que nunca ayudaron a parir. Ahora, reclaman a Trump no haber sido invitados a Arabia Saudita a la mesa con Rusia. ¿Cómo entenderlos?
Pero, ¿qué buscan las partes? Por un lado, a mi modo de ver, Estados Unidos seguirá buscando la derrota total de Rusia, pero tiene un sentido de prioridades como hegemonía. Por lo tanto, es importante recordar que, en la primera presidencia de Donald Trump, 2017 – 2021, fue el periodo en que se entregaron armas, entrenamiento y fortificaciones de hormigón, logística e infraestructura para el conflicto estallado en 2022. También es en este mandato que sale EE. UU. del tratado INF, de misiles intermedios y las sanciones económicas no cesaron. Traigo estos asuntos, para develar que las palabras del presidente Trump son amañadas y falsas. Él dejó listo todo para que Biden llegara a hacer la guerra con Europa, con la OTAN. El Estado profundo pensó derrotar a Rusia militar, económica y diplomáticamente muy rápido. Subestimaron, no efectuaron los análisis prospectivos correctos, no se rodean de analistas idóneos o los silencian para oír lo que desean. ¿Oyeron, por ejemplo, al experimentado economista de la Universidad de Columbia, Jeffrey Sachs, quien habló de nuevo este viernes 21 de febrero, al Consejo Europeo? No.
Así, dentro de la estrategia de contención a China, la meta era primero derrotar al flanco ‘más débil’, el ruso y de esta manera cortar al aliado energético y comercial (240 mil millones de intercambio comercial) más importante de China. De paso, desarticular los BRICS+. Al fallar en este cálculo, ahora se dirigen a subsanar al máximo las relaciones con Rusia y así avanzar hacia China de manera agresiva, sea posicionalmente, comercial o económicamente. Como sea, no le alcanza ya a EE.UU. la contención a China, pues las brechas tecnológicas entre ambas naciones son significativas, en I.A., industria automotriz, nivel de influencia global, patentes e innovación por año, entre otras. Así, los tres años de guerra que se cumplen, fueron en realidad tres años de fortalecimiento de China, de observación de los patrones de comportamiento occidental y estadounidense, por parte de ésta, así como el aprendizaje del nuevo nivel de guerra moderna que dejó claro Rusia, es no sólo un competidor sino un actor dominante a nivel planetario, incluso sobre China y Estados Unidos.
En todo caso, no sé cómo están calculando en Rusia los derechos económicos sobre minerales y recursos naturales que Donald Trump reclama a Ucrania, pues quizá esto sea un poco tener al jefe de la OTAN con demasiados derechos económicos, que pueden devenir en derechos de asentamiento militar. Claro. Falta ver si hay tal cantidad de recursos minerales y de tierras fértiles en lo que quede de la Ucrania más occidental.
Rusia además busca cuatro cosas a mi modo de ver, aunque sin prisa: i) lograr todos los objetivos de la operación militar especial: neutralidad ucraniana, desnazificación, desmilitarización y retirada de la OTAN a todos los países que se adhirieron a tal tratado después de 1998. ii) El levantamiento de sanciones, aunque el grado de autarquía que ha alcanzado le permitirá discriminar, cuáles le interesa, pues ha logrado el fortalecimiento de la iniciativa productiva y comercial rusa, que según el presidente Putin y el canciller Lavrov, permite un margen de maniobra hacia una nueva realidad en la post guerra, de cara a lo que sí y lo que no permitirá a las empresas extranjeras que regresen a Rusia; iii) conciliar una nueva arquitectura de seguridad con EE. UU. que comprometa a Europa, de cara a los próximos cien años que incluya todas sus fronteras, así como el espacio exterior. Este punto requiere de una destreza jurídica y concreta, -cuando no un acto de fe y confianza- pues como se vio los Acuerdos de Minsk, fueron falseados por los garantes europeos, o el acuerdo nuclear, Plan de Acción Integral Conjunto, PAIC, entre Irán y el Consejo de Seguridad que en representación de EE. UU. abandonó el presidente Trump. Y iv) aunque tiene relación con el punto ‘ii’ Rusia necesita lograr cierta normalidad en la venta de hidrocarburos y en otras áreas productivas que le permitan mermar la dependencia de China, quien lejos de ser sólo un socio amable y amigo es un duro negociador y un competidor de Rusia en toda regla a largo plazo.
Dejé este punto de último, porque es un punto sustantivo en la mirada de larga duración y que concuerda con el deseo estadounidense de distanciar a Rusia de China. Esto no será fácil y Rusia ha entendido que no puede querer de nuevo, como ha pasado desde Catalina la Grande e incluso desde antes, ser querida y hermana de los europeos. Su camino radica en su singularidad euroasiática, en la eurasianidad. En cimentar la multi polaridad a contrapelo del sueño húmedo del Occidente Colectivo de ‘aislar a Rusia’. Multi polaridad de la cual es hoy Rusia un engranaje fundamental.
China, que se ha fortalecido y aprendido, observa. Pero observar nunca será suficiente.
Apelar a la memoria y la buena vecindad
Rusia y Estados Unidos son vecinos por el costado del Estrecho de Bering. Alaska tiene una particular historia para estas naciones, más allá de la venta de la misma en 1867.
Rusia y el mundo eslavo han sido puestos en un escenario de auto aniquilación para favorecer intereses de terceros. Si bien Ucrania ha sido violada por tales intereses y será lanzada bajo el autobús, dejada a su suerte, con una demografía en crisis, una memoria nacional traumada y por sanar y endeudada por los gastos de guerra, como ya aclaró Donald Trump, por su parte Rusia ha sufrido desde 2014 una suma de muertos, -más de 14 mil rusos étnicos asesinados antes de 2022- insultos, dolores, violaciones de su soberanía y acciones que ya se vieron en la entrega anterior que invito a leer, acerca de la cronología de hechos en el numeral ‘21’.
Como señaló Viktor Orban, primer ministro de Hungría, en entrevista reciente de Tucker Carlson, ante la reflexión de éste sobre si es posible restaurar pronto relaciones con Rusia, luego de tres años de vituperios, de una retórica que sataniza a Rusia, a Putin tildado como un nuevo Hitler, etc., responde Orban:
No, no hay vuelta atrás […] no es mi trabajo comentar sobre Rusia, pero Rusia es un país basado en lo militar. Así que la mentalidad para ti, la mentalidad para mí, cuando hablamos de democracia, se concentran en las ideas en rededor de la libertad. Pero eso no ocurre en Rusia, en su caso las ideas se concentran en torno a la seguridad nacional. Más que la libertad y la democracia y otros temas que son importantes [para Rusia], es la seguridad, porque es un país demasiado grande para mantenerlo unido; es el desafío histórico número uno para sus líderes. […] así que, si tienes ese tipo de país y los insultas políticamente, tratas de aislarlos políticamente, tratas de aniquilarlos económicamente y luego apoyas a sus enemigos por todos los medios y después de unos años dices: no, no lo pensamos tan seriamente, así que regresa y coopera con nosotros, no funciona. Así que cometimos un error histórico que es decisivo por al menos cien años y convocamos la cooperación ruso – china por cien años. […] probablemente Rusia haga un trato con nosotros en muchos asuntos, pero nunca renunciará a ese tipo de trasfondo final…
Entonces, si esto dice uno de los políticos más experimentados de Europa y Europa del Este, particularmente, -Orban se define a sí mismo como un animal geopolítico- ¿cómo poder restaurar la confianza entre potencias, donde Europa y Estados Unidos, han sido siempre pérfidos, falsos y oportunistas? Considero que eso es lo valioso de la memoria histórica que permite comprender que no siempre ha sido una relación de confrontación y hubo épocas y momentos de sólida complementariedad y apoyo.
Para citar algunos ejemplos, es necesario recuperar un tejido de confianza recordando episodios como: a) en la guerra de independencia estadounidense, la zarina, Catalina la Grande, sin tomar parte directa en la misma, apoyó financieramente y permitiendo el uso de puertos a los revolucionarios americanos; gesto que no tuvieron éstos con las independencias latinoamericanas y caribeñas, a quienes como en el caso de México, les cobraban diez o quince veces el valor de un rifle, bajo la respuesta: ‘la libertad cuesta’; b) el respaldo de la Rusia zarista a Estados Unidos, durante la Guerra de Secesión 1861 – 1865, con apoyo naval y uso de puertos del Pacífico; c) la mano tendida por Stalin a Roosevelt en la crisis de 1929 que impactó a EE. UU. quien mandó a Henry Ford en visita oficial, junto al ministro de agricultura, para comprender la planificación económica y social comunista soviética, dejando a cambio lecciones sobre el fordismo y el ensamblaje en serie, que devino en la fundación de la fábrica de automóviles rusa GAZ (Gorkovsky Avtomobilny Zavod); d) la estrecha cooperación en el bando aliado durante la Segunda Guerra Mundial; e) la cooperación aeroespacial en la Estación Espacial Internacional; f) el acuerdo Jrushchov – Kennedy, en 1962, sobre la ‘crisis de los misiles en Cuba’, que mostró la importancia del diálogo y la posibilidad de entendimientos, por incómodos que sean para las partes; g) el acuerdo Putin – Obama acerca del desmantelamiento de armas químicas en Siria, de 2013.
Desde allí hacer las preguntas correctas Estados Unidos en especial, en el marco del proceso de negociación: ¿por qué nos alejamos? ¿por qué creamos retóricas de animadversión, contrarias al hecho fáctico de la histórica solidaridad? ¿seguiremos heredando los viejos odios con base en retrógradas auto definiciones excepcionalistas?: el policía del mundo, la nación indispensable, la casa que brilla sobre la colina y demás auto referencias narcisistas y huecas. Hollywood y Disney, ¿saldrán de su retórica cinematográfica anti rusa, y volverán a tender puentes amables en las caricaturas, como hacía en las décadas del 20 y el 30 del siglo XX? Nada de esto es romántico o ingenuo. La nueva élite en ascenso debe comprender la relevancia para la paz de tradiciones diplomáticas de paz.
La nueva arquitectura de diálogo inter civilizacional y de seguridad
Como referí en un artículo pasado, Naciones Unidas será reformada o dejará de existir bajo la batuta de los BRICS+. Sin embargo, congresistas de los Estados Unidos han informado que pretenden retirarse de la misma, de una creación estadounidense como deseo cumplido de Roosevelt en Yalta, en febrero de 1945. Sería un anticipo inteligente y ganaría en parte la iniciativa de corrección de la diplomacia y las relaciones internacionales antes que BRICS+ lo plantee como expresión inevitable de su arquitectura desde el Sur Global, multipolar e inter civilizacional.
¿Qué es lo que tiene en mente el estado profundo estadounidense? ¿Cómo se verán obligadas las élites globales a comprender los nuevos poderes emergentes? ¿Cómo se comprenderán a las regiones en el marco de una nueva arquitectura? Es decir, ¿En verdad sucederá o está sucediendo un Yalta 2.0 de repartición imperialista a espaldas de las nuevas realidades y la aspiración multipolar?
Al menos desde el martes 18 de febrero, día en que se reunieron por primera vez en tres años las comitivas ruso – estadounidenses, en los medios de comunicación pulula una noticia alucinante tras otra. La animadversión de la administración Trump con la ucraniana parece ser auténtica. La concordancia entre los gobiernos ruso y estadounidense parecen señalar en verdad un rumbo con buen viento hacia una rápida salida de, al menos los elementos estructurales de la crisis bilateral y no sólo de la guerra en Ucrania sino de todas las cuestiones comerciales, sanciones, incauto de bienes, etc. La retórica estadounidense cambió vertiginosamente 180° y el viernes 21 de febrero, ante Naciones Unidas, Marco Rubio, secretario de Estado, presentó una resolución para poner fin al conflicto, sin adjetivos negativos hacia Rusia e instando a un respaldo unísono de las naciones a tales efectos. El congreso de los Estados Unidos ha propuesto abandonar a la ONU, por considerarla obsoleta y que no da garantía a sus aliados. No voy a detallar más noticias, pero dejo éstas para exponer la velocidad con la que se despliega la diplomacia estadounidense para la resolución del conflicto ucraniano, aunque no se sabe qué tanto los otros conflictos con Eurasia. En este sentido veamos:
- Donald Trump lleva menos de dos meses y está no revolucionando, sino revolcando todo aquello que ve o le parece mal a nivel interno y externo. Esto expone al poder presidencialista estadounidense que se decanta como un autoritarismo. Si otro presidente del mundo hiciera la mitad de lo que hace y propone Trump, sería considerado un dictador. El eje clave de tal política es, recorte de presupuestos, fiscalización, auditorías, reforma de la burocracia, ‘purga’ de las instituciones y cierre de las políticas inclusivas. Esto sumado a lo que quiere obtener de Ucrania en recursos naturales -la mayoría están ya en manos rusas en los territorios del Donbás integrado por votación- implica que se encamina -en parte, aunque apalancándose en la moneda digital- a establecer un poder económico real, para avanzar hacia China en la competencia por mercados y zonas de influencia como, Latinoamérica o África -quizá- dentro de la propia China y en la competencia tecnológica de última generación: robótica e I.A. De hecho, al menos en el discurso, se han pronunciado funcionarios del gobierno como Marco Rubio, señalando que desean retirar la presión militar de la zona del pacífico próxima a China. Veremos.
- Los saludos nazis efectuados por Elon Musk y Steve Bannon, el respaldo incondicional y abyecto de Trump a Israel y el genocidio del pueblo palestino, un gabinete pro israelí y más que eso, pro sionista, sus políticas no inclusivas a la comunidad LGBTI -más allá de estar de acuerdo o no con ellas- y otros segmentos sociales, incluida la pérfida criminalización y trato inhumano en la deportación del migrante ilegal, -todo migrante no regulado es ilegal así la migración sea un derecho- permite apreciar que la administración Trump es claramente fascista.
- La velocidad con la cual quiere llevar el diálogo de restablecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales con Rusia y resolución del problema ucraniano, apunta a: i) encaminar esfuerzos hacia la contención y competencia tecnológica y comercial con China, ii) apartar lo mayor posible a Rusia de China, como ya señalé con anterioridad, iii) lavar la cara de Estados Unidos como perdedor de la mayor guerra del siglo XXI en Ucrania, iv) exhibirse como el Big Brother, que todo lo arregla, ordena y ajusta desde una ‘restauración’ de la moral y la grandeza estadounidense, (no se sabe cuál). v) endeudar más a Europa y quizá comprometerla completamente con la guerra en Ucrania, para que contenga a Rusia mientras se dedica EE.UU. a China con manos sueltas. El propio presidente de Rheinmetall señaló que la venta de armas no bajará aún con una desescalada de la guerra, porque Europa necesitará armarse. Así, en cien años, los hijos de los europeos humillados pueden voltear a mirar por el retrovisor de la historia y enfilar hacia los hijos de los estadounidenses.
- El problema que se aprecia con la improvisación estadounidense es que puede entregar a los brazos de China a Europa, reactivando así la ruta de la seda por el propio Ártico o la Rusia continental. Lo que sólo implica que Europa será compartida entre China y EE. UU. sin ser ya potencia, sino periferia de primera clase. Esto sería un error estadounidense, al igual que abandonar la OTAN, porque esto le impediría controlar desde adentro a los europeos y permitirles el acenso tecnológico y militar en unas décadas.
- Lo que no es claro todavía es si para los rusos esta velocidad será o es aceptada, porque a fin de cuentas expresa la narrativa propia del statu quo ruso; es decir, todas las prioridades que son condición y sentido de los objetivos de la operación militar especial. ¿Qué dará Rusia a Estados Unidos? Se supone que como dice el propio Donald Trump, en su metáfora del póker, ‘Rusia tiene todas las cartas’, ‘Rusia derrotó a Napoleón y Hitler’, ‘Rusia no avanzó hacia Kiev porque no quiso hacer más daño a sus hermanos’; entonces, si esa es la mano ganadora de Rusia, ¿Qué dará? Control sobre los gasoductos que pasan por Ucrania hacia Europa, lo que implica que EE. UU. seguirá cobrando caro por el mismo a Europa. Tal vez, ¿desistirá Rusia del tramo del gaseoducto Power Siberia 2, que pasa por Mongolia a China? ¿Dará en concesión a EE. UU. el Nord Stream reparado? ¿Detendrá su desarrollo balístico y nuclear? ¿En cuánto tiempo pasaría esto o los demás acuerdos? ¿Son consistentes los tiempos e intereses rusos y estadounidenses?
- De ser así, Estados Unidos, como lo dice su narrativa que respalda todas las posturas rusas y ha entablado una animadversión con Ucrania y Europa, perdió la guerra, perdió en su anhelo inmediato de derrotar estratégicamente a Rusia y acepta un mundo multipolar.
Habrá que pensar si hoy en día hablamos de Estados Nación o mega corporaciones que se esconden tras las premisas de la tradición y la memoria nacional. En el trabajo de finales de los años 90, de M. Hart y T. Negri, Imperio, se apreciaba el deslizamiento de empresas y élites internacionales desde varios lugares del mundo hacia Estados Unidos como el punto visible dominante; un lugar donde posar los ojos para ver el rostro de la hegemonía. Lo que no implicara que todo el poder fuera de las élites estadounidenses, sino la concurrencia de todas las del mundo occidental y en alguna medida, de Medio Oriente y el Pacífico. Este deslizamiento del poder occidental hacia EE.UU. queda claro cuando se ve que la UE y la OTAN que obedecían y concordaban con la administración Biden, no se comporta así con la administración Trump. ¿Por qué? Porque Trump expresa otra élite, emergente, digamos, aunque sea una analogía anacrónica, una ‘neo revolución tecno-burguesa, anti democrática dentro de la propia burguesía’. No es la misma élite que emergió del siglo XIX ni del fin de la Guerra Fría.
Tras el desarrollo de la innovación tecnológica, los conglomerados científicos en torno a la era digital y sus aplicaciones, han surgido como empresas privadas con el control significativo de áreas visiblemente estratégicas: la comunicación, la automatización, la digitalización, la seguridad, el acopio y el transporte de mercancías, la interconexión financiera y hasta la educación. Apple, Microsoft, Nvidia, Oracle, IBM, Adobe, Cisco, SpaceX, Starlink, entre otras, se encuentran como mega competidoras a nivel internacional y como dominantes dentro de Estados Unidos. De hecho, se ha intentado demandar por políticas monopolistas a algunas de éstas, sin éxito. Que el día de la posesión de Donald Trump estuvieran en un palco varios magnates tecnológicos, no es casualidad. Que Musk tenga tanta libertad de acción y lidere el departamento de fiscalización creado a su medida, llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), revela el poder corporativo y una ofensiva de una nueva élite en ascenso (y transición sin dominio consolidado) a contrapelo de la élite tradicional bancaria, rentista, especulativa. Trump es un outsider dentro de las castas políticas y de élite estadounidense y global. Es evidente una recomposición y pugna intra clasista en EE.UU. y en el mundo.
Esto implica que, muy al estilo estadounidense, se ha comprendido que la forma de dominar o participar del dominio del mundo ha cambiado. Sí con presión, sí con poder, sí con amenazas, pero distinguiendo a quiénes les puedes dar garrote. A Panamá, Colombia, México, Europa, pero no a Rusia o China o India. En ese sentido la nueva arquitectura internacional parece dirigirse no tanto a países con sillas en algo así como un nuevo Consejo de Seguridad, sino más bien a bloques con representantes entre el norte y el sur global. Evidentemente BRICS+ será difícilmente contenido y tenderá por inercia a determinar una arquitectura de relaciones internacionales que superarán a la ONU; pero me parece en esto se adelantan los congresistas de EE. UU. -o hicieron la lectura prospectiva correcta de esta tendencia de BRICS+- al proponer la salida de su país de la ONU, seguramente para proponer una arquitectura diplomática a su medida. ¿Cómo manejará esto BRICS+?
En mi concepto, la nueva arquitectura de seguridad global supera el diálogo ruso – estadounidense e incluso la inclusión de China. Podrá desarrollarse una arquitectura para Rusia, Europa y Estados Unidos en torno al Ártico y los límites de OTAN -si no desaparece- respecto a su expansión y reacomodo a sus posiciones a 1998. Pero ya hay Estados en asenso que no permitirán un Yalta 2.0 a tres bandas cerrado. Los BRICS+ tendrán que tener una silla allí más allá de la asimetría de sus economías, si en verdad se está proponiendo un dialogo inter civilizacional recíproco y honesto.
Como he expuesto, estamos vivenciando una guerra intra clasista, al interior de la élite, una nueva élite capitalista sepultando las formas o métodos de acumulación de capital con base en doctrinas decimonónicas y de Guerra Fría, unas nuevas élites dominantes fascistas, eugenésicas y claramente persistentes en reenfocar la hegemonía. Una ‘neo revolución anti democrática y tecno-burguesa’, dicho esto como un adorno romántico de las revoluciones decimonónicas democrático burguesas.
El diálogo que se inicie tras esta nueva arquitectura, no permite avistar descanso. Rusia y China deberán seguir complementándose y aplazando las inevitables contradicciones derivadas de su vecindad y competencia, para confrontar este tipo de élites que no son de una nación y seguro germinan de manera subrepticia en el seno de sus propias sociedades y beben del seno de los liberales quintacolumnistas.
En todo caso no hay contra argumento al capitalismo, ni al capitalismo en su fase desquiciada de fascismo. La universidad liberal europea y estadounidense regresó sobre Marx para analizar la crisis del capitalismo y corregir y perfeccionar su rumbo neoliberal. ¿No debería el mundo Euroasiático, asiático y el Sur Global regresar sobre el comunismo para al menos comprender cómo derrotar o contener al fascismo? Como vamos en el mundo y particularmente en América Latina, ya no parece bastar con desnazificar a Ucrania. Sólo basta echar un vistazo a Argentina, El Salvador, Ecuador, Perú o Paraguay. El fascismo estadounidense es el hueso más difícil de roer. ¿Se necesitará como he venido argumentando una guerra total abierta militar entre las élites globales, para atemperar dicho mal, no resuelto hace 80 años?
Siempre será mejor la existencia del diálogo a su ausencia. En eso confío y de alguna manera el arribo a una paz universal duradera necesita de voluntad política y actos de fe.