Español
Eduardo Vasco
January 10, 2025
© Photo: Public domain

Evo Morales tendrá que derrotar no sólo al gobierno y a su antiguo aliado Arce, sino a toda la oligarquía, la derecha, la extrema derecha, la prensa burguesa y el imperialismo estadounidense, si quiere regresar a la presidencia de Bolivia.

Únete a nosotros en Telegram Twitter  VK .

Escríbenos: info@strategic-culture.su

La situación política y económica de Bolivia se deterioró a finales de 2024. Los precios de importación de diversos productos aumentaron y la inflación (8,8% entre enero y noviembre) es la más alta de los últimos 16 años.

A lo largo del año se registró un aumento de los precios al consumidor, encareciendo los principales productos de la canasta básica y hay escasez de combustibles, entre ellos gasolina y diésel. Hay largas colas en las gasolineras. Esta escasez está impactando la producción de cereales, leche y caña de azúcar. El país enfrenta una acelerada devaluación de la moneda y falta de dólares, debido al uso de reservas para reducir el precio de los subsidios a la gasolina y al diésel en los últimos años.

Este empeoramiento de la situación económica se debe también a la reducción de las exportaciones de gas y al mal uso de la exploración de litio, que además se exporta en cantidades ínfimas. Se espera que se descubran nuevos yacimientos de gas y se pueda elevar el nivel de industrialización del país, que todavía es muy bajo. Próximamente entrará en funcionamiento una nueva acería, lo que debería permitir una reducción del 50% en las importaciones de acero. Unirse a los BRICS también debería contribuir a la producción de alimentos en el país.

Sin embargo, la tendencia no se revertirá antes de las elecciones legislativas y presidenciales, previstas para el 17 de agosto de 2025. El presidente Luis Arce prácticamente no tiene posibilidades de ganar las elecciones presidenciales, ya que está siendo devorado por la crisis.

El desgaste político del presidente también se debe a la disputa con el expresidente Evo Morales. Arce ha impulsado medidas para aislar a Morales con el fin de impedirle postularse para presidente. La justicia boliviana, aliada del gobierno, decidió que el ala de Arce sea la que ostenta el control oficial del Movimiento Al Socialismo, partido creado por Evo Morales. Él, a su vez, afirmó que apelará la decisión judicial para “recuperar” el control del partido, pero lo más probable es que tenga que crear un nuevo partido para postularse a la presidencia del país.

Sin embargo, la Corte Constitucional emitió una resolución que no permite la reelección y los partidarios de la oposición, de Arce, así como la prensa y la comunidad empresarial, propagan esta decisión como si impidiera a Morales participar en las elecciones, aunque no sea el actual presidente y, por tanto, no se presente a la reelección. Un tercer flanco de la lucha de Arce contra Morales es el caso del presunto abuso sexual cometido por el expresidente contra una menor de edad, que podría derivar en su arresto.

De hecho, las autoridades bolivianas ya han iniciado una ofensiva para incriminar a Evo Morales. Tuvo que refugiarse con sus seguidores para protegerse de la persecución. Se está refugiando en el Chapare, región donde el movimiento cocalero del que surgió Morales es muy fuerte. Los cultivadores de coca y otros sectores campesinos de la región están brindando cobertura a Morales y han logrado impedir la entrada de la policía.

Morales sigue gozando de gran popularidad. El 18 de diciembre se llevaron a cabo dos actos multitudinarios para conmemorar el 19° aniversario de la victoria electoral del MAS, que llevó a Evo Morales a la presidencia de Bolivia por primera vez. Un acto estuvo encabezado por Morales y el otro acto estuvo encabezado por Luis Arce.

Si Arce, a pesar de controlar el aparato burocrático del Estado, tiene pocas posibilidades de ganar, Evo Morales sigue pareciendo el político favorito de los bolivianos. De hecho, está por delante en la mayoría de las encuestas electorales, mientras que Arce tiene menos del 6% de la preferencia del electorado. Al mismo tiempo, el MAS es considerado el partido favorito de los bolivianos, con una tasa del 25% al 30%.

La oposición de derecha, por su parte, también está dividida. A mediados de diciembre, los líderes de la oposición se reunieron para acordar una alianza electoral, pero poco después se produjo un nuevo cisma. El expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (2001-2002), uno de los dirigentes, dijo que sería el único candidato. Quiroga es admirador de Donald Trump y, aunque no hay información sobre contactos recientes con el equipo del presidente electo estadounidense, se considera que el líder opositor boliviano es muy dependiente de Washington. Pese a esto, Quiroga ha buscado tender la mano al electorado del MAS, al darse cuenta de la crisis del partido, para obtener votos que lo elijan presidente. Creó un movimiento llamado “Frente Revolucionario de Izquierda” con este propósito.

Branko Milinkovic, que era miembro del Consejo Cívico de Santa Cruz, se opuso a la reunión de la oposición. Es un político que apoya a Trump y a Jair Bolsonaro y ya se reunió con Javier Milei. También se presenta como candidato presidencial.

 

En este momento la fuerza política en Bolivia no está tanto en los partidos, sino en las personalidades políticas del país. Sin embargo, la mayoría de los posibles candidatos son políticos tradicionales, muy conocidos y poco populares, que se presentan a elecciones desde hace más de 20 años sin éxito. El expresidente Carlos Mesa (2003-2005) sigue teniendo esperanzas de volver a ser elegido, a pesar de las sucesivas derrotas de los últimos años. Sin embargo, está muy infravalorado por los votantes. Manfred Reyes, alcalde de Cochabamba, es un posible candidato exitoso.

Una encuesta electoral publicada a principios de diciembre por Panterra Research y encargada por el empresario Marcelo Claure indicó que Evo Morales y Manfred Reyes tienen la misma tasa de intención de voto (18%), seguidos por el empresario opositor Samuel Doria Medina (13%), Quiroga y el gobernador encarcelado de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho (9%). Luis Arce solo tendría el 4%. Claure es presidente del club Bolívar y vive en Estados Unidos. La misma encuesta mostró que al 84% de los bolivianos le gustaría un presidente al estilo de Javier Milei. La encuesta fue criticada y acusada de parcializada, pero puede indicar que un sector del empresariado (quizás vinculado a Estados Unidos) busca un nuevo gobierno ultraneoliberal como el de Argentina, para revertir los logros del MAS con mano de hierro, que, de hecho, es la única manera de hacerlo, porque estos logros están en gran medida arraigados en el régimen político y económico boliviano y en la conciencia de la población.

Los principales medios de comunicación, generalmente opuestos al MAS y tradicionalmente vinculados a la oligarquía, así como los partidos de oposición, están apoyando el lado de Arce contra Morales porque creen que Morales es su peor enemigo y que es más fuerte que Arce. Su estrategia, por tanto, es apoyar los ataques de Arce para sacar a Morales de la política. En un segundo momento, la oposición atacaría a Arce, que ya se está debilitando, para recuperar el poder en Bolivia.

Sin embargo, la alta popularidad de Morales –incluso según las encuestas de la oposición– indica un peligro real de victoria para lo que es considerado el peor demonio de todos por la oligarquía boliviana y su amo, el imperialismo norteamericano. En este caso, no sería posible descartar una unión de las fuerzas de la derecha y del imperialismo con Arce para reelegirlo, o incluso una alternativa de fuerza para impedir la victoria de Morales -como ya se ha intentado, mediante un intento de asesinato a finales del año pasado.

Un experimentado exdiplomático que ocupó importantes cargos en el exterior durante los gobiernos de Evo Morales cree que el gobierno de Estados Unidos está actuando en la sombra y manipulando esta situación. “Estados Unidos está dirigiendo todo esto”, afirmó.

De hecho, la importancia geopolítica de Bolivia ha crecido desde que el MAS llegó al gobierno. El país nacionalizó recursos naturales clave y estableció asociaciones con rivales estadounidenses. Además de ser ahora socio de los BRICS, la nación andina tiene importantes negocios en los sectores de energía y minerales con China y Rusia. De mantenerse la política tradicional del MAS, la tendencia es que se siga alejando del área de influencia de Estados Unidos, reduciendo las posibilidades de que las empresas estadounidenses recuperen el control de la economía boliviana, que se han acostumbrado a tratar al país como una semicolonia.

Sin embargo, el giro político de Arce hacia la derecha ha representado un cambio de dirección pequeño pero creciente para el MAS, en comparación con los primeros años de la administración de Morales. Su debilitamiento político lo deja cada vez más vulnerable a la presión de la derecha y del imperialismo estadounidense. La lucha contra el ala izquierda del MAS, liderada por Morales, está llevando al sector de Arce a apoyar a la derecha para impedir el regreso del exsindicalista al gobierno. Si un candidato de derecha es el único capaz de vencer a Morales, podría recibir el apoyo (aunque sea velado) de Arce. Aún así, si Arce logra recuperarse y tiene posibilidades de derrotar a Morales, para hacerlo necesitará el apoyo de la derecha y, por lo tanto, tendrá que hacer concesiones aún mayores.

En cualquier caso, la derrota de Evo Morales en las elecciones significaría muy probablemente un giro aún mayor en la política del gobierno boliviano (ya sea liderado por Arce o por la derecha) hacia el conservadurismo y la regresión, lo que representaría una oportunidad nunca antes vista en 20 años (a excepción del golpe de 2019) para que el imperialismo estadounidense recupere el control del país.

Evo Morales, a su vez, tendrá que derrotar no sólo al gobierno y a su antiguo aliado Arce, sino a toda la oligarquía, la derecha, la extrema derecha, la prensa burguesa y el imperialismo estadounidense, si quiere regresar a la presidencia de Bolivia. La única fuerza capaz de enfrentar exitosamente a estos sectores es la movilización radical de sus bases populares: los campesinos y los trabajadores. De ahí la necesidad de formar un partido basado en la alianza obrero-campesina, dirigido por la clase obrera, la más consciente del país, para agitar a las masas populares en torno a una política revolucionaria –aunque, al principio, su táctica sea elección de una figura que se ha mostrado oportunista y capituladora como Morales.

Bolivia: entre la radicalización y la regresión

Evo Morales tendrá que derrotar no sólo al gobierno y a su antiguo aliado Arce, sino a toda la oligarquía, la derecha, la extrema derecha, la prensa burguesa y el imperialismo estadounidense, si quiere regresar a la presidencia de Bolivia.

Únete a nosotros en Telegram Twitter  VK .

Escríbenos: info@strategic-culture.su

La situación política y económica de Bolivia se deterioró a finales de 2024. Los precios de importación de diversos productos aumentaron y la inflación (8,8% entre enero y noviembre) es la más alta de los últimos 16 años.

A lo largo del año se registró un aumento de los precios al consumidor, encareciendo los principales productos de la canasta básica y hay escasez de combustibles, entre ellos gasolina y diésel. Hay largas colas en las gasolineras. Esta escasez está impactando la producción de cereales, leche y caña de azúcar. El país enfrenta una acelerada devaluación de la moneda y falta de dólares, debido al uso de reservas para reducir el precio de los subsidios a la gasolina y al diésel en los últimos años.

Este empeoramiento de la situación económica se debe también a la reducción de las exportaciones de gas y al mal uso de la exploración de litio, que además se exporta en cantidades ínfimas. Se espera que se descubran nuevos yacimientos de gas y se pueda elevar el nivel de industrialización del país, que todavía es muy bajo. Próximamente entrará en funcionamiento una nueva acería, lo que debería permitir una reducción del 50% en las importaciones de acero. Unirse a los BRICS también debería contribuir a la producción de alimentos en el país.

Sin embargo, la tendencia no se revertirá antes de las elecciones legislativas y presidenciales, previstas para el 17 de agosto de 2025. El presidente Luis Arce prácticamente no tiene posibilidades de ganar las elecciones presidenciales, ya que está siendo devorado por la crisis.

El desgaste político del presidente también se debe a la disputa con el expresidente Evo Morales. Arce ha impulsado medidas para aislar a Morales con el fin de impedirle postularse para presidente. La justicia boliviana, aliada del gobierno, decidió que el ala de Arce sea la que ostenta el control oficial del Movimiento Al Socialismo, partido creado por Evo Morales. Él, a su vez, afirmó que apelará la decisión judicial para “recuperar” el control del partido, pero lo más probable es que tenga que crear un nuevo partido para postularse a la presidencia del país.

Sin embargo, la Corte Constitucional emitió una resolución que no permite la reelección y los partidarios de la oposición, de Arce, así como la prensa y la comunidad empresarial, propagan esta decisión como si impidiera a Morales participar en las elecciones, aunque no sea el actual presidente y, por tanto, no se presente a la reelección. Un tercer flanco de la lucha de Arce contra Morales es el caso del presunto abuso sexual cometido por el expresidente contra una menor de edad, que podría derivar en su arresto.

De hecho, las autoridades bolivianas ya han iniciado una ofensiva para incriminar a Evo Morales. Tuvo que refugiarse con sus seguidores para protegerse de la persecución. Se está refugiando en el Chapare, región donde el movimiento cocalero del que surgió Morales es muy fuerte. Los cultivadores de coca y otros sectores campesinos de la región están brindando cobertura a Morales y han logrado impedir la entrada de la policía.

Morales sigue gozando de gran popularidad. El 18 de diciembre se llevaron a cabo dos actos multitudinarios para conmemorar el 19° aniversario de la victoria electoral del MAS, que llevó a Evo Morales a la presidencia de Bolivia por primera vez. Un acto estuvo encabezado por Morales y el otro acto estuvo encabezado por Luis Arce.

Si Arce, a pesar de controlar el aparato burocrático del Estado, tiene pocas posibilidades de ganar, Evo Morales sigue pareciendo el político favorito de los bolivianos. De hecho, está por delante en la mayoría de las encuestas electorales, mientras que Arce tiene menos del 6% de la preferencia del electorado. Al mismo tiempo, el MAS es considerado el partido favorito de los bolivianos, con una tasa del 25% al 30%.

La oposición de derecha, por su parte, también está dividida. A mediados de diciembre, los líderes de la oposición se reunieron para acordar una alianza electoral, pero poco después se produjo un nuevo cisma. El expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (2001-2002), uno de los dirigentes, dijo que sería el único candidato. Quiroga es admirador de Donald Trump y, aunque no hay información sobre contactos recientes con el equipo del presidente electo estadounidense, se considera que el líder opositor boliviano es muy dependiente de Washington. Pese a esto, Quiroga ha buscado tender la mano al electorado del MAS, al darse cuenta de la crisis del partido, para obtener votos que lo elijan presidente. Creó un movimiento llamado “Frente Revolucionario de Izquierda” con este propósito.

Branko Milinkovic, que era miembro del Consejo Cívico de Santa Cruz, se opuso a la reunión de la oposición. Es un político que apoya a Trump y a Jair Bolsonaro y ya se reunió con Javier Milei. También se presenta como candidato presidencial.

 

En este momento la fuerza política en Bolivia no está tanto en los partidos, sino en las personalidades políticas del país. Sin embargo, la mayoría de los posibles candidatos son políticos tradicionales, muy conocidos y poco populares, que se presentan a elecciones desde hace más de 20 años sin éxito. El expresidente Carlos Mesa (2003-2005) sigue teniendo esperanzas de volver a ser elegido, a pesar de las sucesivas derrotas de los últimos años. Sin embargo, está muy infravalorado por los votantes. Manfred Reyes, alcalde de Cochabamba, es un posible candidato exitoso.

Una encuesta electoral publicada a principios de diciembre por Panterra Research y encargada por el empresario Marcelo Claure indicó que Evo Morales y Manfred Reyes tienen la misma tasa de intención de voto (18%), seguidos por el empresario opositor Samuel Doria Medina (13%), Quiroga y el gobernador encarcelado de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho (9%). Luis Arce solo tendría el 4%. Claure es presidente del club Bolívar y vive en Estados Unidos. La misma encuesta mostró que al 84% de los bolivianos le gustaría un presidente al estilo de Javier Milei. La encuesta fue criticada y acusada de parcializada, pero puede indicar que un sector del empresariado (quizás vinculado a Estados Unidos) busca un nuevo gobierno ultraneoliberal como el de Argentina, para revertir los logros del MAS con mano de hierro, que, de hecho, es la única manera de hacerlo, porque estos logros están en gran medida arraigados en el régimen político y económico boliviano y en la conciencia de la población.

Los principales medios de comunicación, generalmente opuestos al MAS y tradicionalmente vinculados a la oligarquía, así como los partidos de oposición, están apoyando el lado de Arce contra Morales porque creen que Morales es su peor enemigo y que es más fuerte que Arce. Su estrategia, por tanto, es apoyar los ataques de Arce para sacar a Morales de la política. En un segundo momento, la oposición atacaría a Arce, que ya se está debilitando, para recuperar el poder en Bolivia.

Sin embargo, la alta popularidad de Morales –incluso según las encuestas de la oposición– indica un peligro real de victoria para lo que es considerado el peor demonio de todos por la oligarquía boliviana y su amo, el imperialismo norteamericano. En este caso, no sería posible descartar una unión de las fuerzas de la derecha y del imperialismo con Arce para reelegirlo, o incluso una alternativa de fuerza para impedir la victoria de Morales -como ya se ha intentado, mediante un intento de asesinato a finales del año pasado.

Un experimentado exdiplomático que ocupó importantes cargos en el exterior durante los gobiernos de Evo Morales cree que el gobierno de Estados Unidos está actuando en la sombra y manipulando esta situación. “Estados Unidos está dirigiendo todo esto”, afirmó.

De hecho, la importancia geopolítica de Bolivia ha crecido desde que el MAS llegó al gobierno. El país nacionalizó recursos naturales clave y estableció asociaciones con rivales estadounidenses. Además de ser ahora socio de los BRICS, la nación andina tiene importantes negocios en los sectores de energía y minerales con China y Rusia. De mantenerse la política tradicional del MAS, la tendencia es que se siga alejando del área de influencia de Estados Unidos, reduciendo las posibilidades de que las empresas estadounidenses recuperen el control de la economía boliviana, que se han acostumbrado a tratar al país como una semicolonia.

Sin embargo, el giro político de Arce hacia la derecha ha representado un cambio de dirección pequeño pero creciente para el MAS, en comparación con los primeros años de la administración de Morales. Su debilitamiento político lo deja cada vez más vulnerable a la presión de la derecha y del imperialismo estadounidense. La lucha contra el ala izquierda del MAS, liderada por Morales, está llevando al sector de Arce a apoyar a la derecha para impedir el regreso del exsindicalista al gobierno. Si un candidato de derecha es el único capaz de vencer a Morales, podría recibir el apoyo (aunque sea velado) de Arce. Aún así, si Arce logra recuperarse y tiene posibilidades de derrotar a Morales, para hacerlo necesitará el apoyo de la derecha y, por lo tanto, tendrá que hacer concesiones aún mayores.

En cualquier caso, la derrota de Evo Morales en las elecciones significaría muy probablemente un giro aún mayor en la política del gobierno boliviano (ya sea liderado por Arce o por la derecha) hacia el conservadurismo y la regresión, lo que representaría una oportunidad nunca antes vista en 20 años (a excepción del golpe de 2019) para que el imperialismo estadounidense recupere el control del país.

Evo Morales, a su vez, tendrá que derrotar no sólo al gobierno y a su antiguo aliado Arce, sino a toda la oligarquía, la derecha, la extrema derecha, la prensa burguesa y el imperialismo estadounidense, si quiere regresar a la presidencia de Bolivia. La única fuerza capaz de enfrentar exitosamente a estos sectores es la movilización radical de sus bases populares: los campesinos y los trabajadores. De ahí la necesidad de formar un partido basado en la alianza obrero-campesina, dirigido por la clase obrera, la más consciente del país, para agitar a las masas populares en torno a una política revolucionaria –aunque, al principio, su táctica sea elección de una figura que se ha mostrado oportunista y capituladora como Morales.

Evo Morales tendrá que derrotar no sólo al gobierno y a su antiguo aliado Arce, sino a toda la oligarquía, la derecha, la extrema derecha, la prensa burguesa y el imperialismo estadounidense, si quiere regresar a la presidencia de Bolivia.

Únete a nosotros en Telegram Twitter  VK .

Escríbenos: info@strategic-culture.su

La situación política y económica de Bolivia se deterioró a finales de 2024. Los precios de importación de diversos productos aumentaron y la inflación (8,8% entre enero y noviembre) es la más alta de los últimos 16 años.

A lo largo del año se registró un aumento de los precios al consumidor, encareciendo los principales productos de la canasta básica y hay escasez de combustibles, entre ellos gasolina y diésel. Hay largas colas en las gasolineras. Esta escasez está impactando la producción de cereales, leche y caña de azúcar. El país enfrenta una acelerada devaluación de la moneda y falta de dólares, debido al uso de reservas para reducir el precio de los subsidios a la gasolina y al diésel en los últimos años.

Este empeoramiento de la situación económica se debe también a la reducción de las exportaciones de gas y al mal uso de la exploración de litio, que además se exporta en cantidades ínfimas. Se espera que se descubran nuevos yacimientos de gas y se pueda elevar el nivel de industrialización del país, que todavía es muy bajo. Próximamente entrará en funcionamiento una nueva acería, lo que debería permitir una reducción del 50% en las importaciones de acero. Unirse a los BRICS también debería contribuir a la producción de alimentos en el país.

Sin embargo, la tendencia no se revertirá antes de las elecciones legislativas y presidenciales, previstas para el 17 de agosto de 2025. El presidente Luis Arce prácticamente no tiene posibilidades de ganar las elecciones presidenciales, ya que está siendo devorado por la crisis.

El desgaste político del presidente también se debe a la disputa con el expresidente Evo Morales. Arce ha impulsado medidas para aislar a Morales con el fin de impedirle postularse para presidente. La justicia boliviana, aliada del gobierno, decidió que el ala de Arce sea la que ostenta el control oficial del Movimiento Al Socialismo, partido creado por Evo Morales. Él, a su vez, afirmó que apelará la decisión judicial para “recuperar” el control del partido, pero lo más probable es que tenga que crear un nuevo partido para postularse a la presidencia del país.

Sin embargo, la Corte Constitucional emitió una resolución que no permite la reelección y los partidarios de la oposición, de Arce, así como la prensa y la comunidad empresarial, propagan esta decisión como si impidiera a Morales participar en las elecciones, aunque no sea el actual presidente y, por tanto, no se presente a la reelección. Un tercer flanco de la lucha de Arce contra Morales es el caso del presunto abuso sexual cometido por el expresidente contra una menor de edad, que podría derivar en su arresto.

De hecho, las autoridades bolivianas ya han iniciado una ofensiva para incriminar a Evo Morales. Tuvo que refugiarse con sus seguidores para protegerse de la persecución. Se está refugiando en el Chapare, región donde el movimiento cocalero del que surgió Morales es muy fuerte. Los cultivadores de coca y otros sectores campesinos de la región están brindando cobertura a Morales y han logrado impedir la entrada de la policía.

Morales sigue gozando de gran popularidad. El 18 de diciembre se llevaron a cabo dos actos multitudinarios para conmemorar el 19° aniversario de la victoria electoral del MAS, que llevó a Evo Morales a la presidencia de Bolivia por primera vez. Un acto estuvo encabezado por Morales y el otro acto estuvo encabezado por Luis Arce.

Si Arce, a pesar de controlar el aparato burocrático del Estado, tiene pocas posibilidades de ganar, Evo Morales sigue pareciendo el político favorito de los bolivianos. De hecho, está por delante en la mayoría de las encuestas electorales, mientras que Arce tiene menos del 6% de la preferencia del electorado. Al mismo tiempo, el MAS es considerado el partido favorito de los bolivianos, con una tasa del 25% al 30%.

La oposición de derecha, por su parte, también está dividida. A mediados de diciembre, los líderes de la oposición se reunieron para acordar una alianza electoral, pero poco después se produjo un nuevo cisma. El expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (2001-2002), uno de los dirigentes, dijo que sería el único candidato. Quiroga es admirador de Donald Trump y, aunque no hay información sobre contactos recientes con el equipo del presidente electo estadounidense, se considera que el líder opositor boliviano es muy dependiente de Washington. Pese a esto, Quiroga ha buscado tender la mano al electorado del MAS, al darse cuenta de la crisis del partido, para obtener votos que lo elijan presidente. Creó un movimiento llamado “Frente Revolucionario de Izquierda” con este propósito.

Branko Milinkovic, que era miembro del Consejo Cívico de Santa Cruz, se opuso a la reunión de la oposición. Es un político que apoya a Trump y a Jair Bolsonaro y ya se reunió con Javier Milei. También se presenta como candidato presidencial.

 

En este momento la fuerza política en Bolivia no está tanto en los partidos, sino en las personalidades políticas del país. Sin embargo, la mayoría de los posibles candidatos son políticos tradicionales, muy conocidos y poco populares, que se presentan a elecciones desde hace más de 20 años sin éxito. El expresidente Carlos Mesa (2003-2005) sigue teniendo esperanzas de volver a ser elegido, a pesar de las sucesivas derrotas de los últimos años. Sin embargo, está muy infravalorado por los votantes. Manfred Reyes, alcalde de Cochabamba, es un posible candidato exitoso.

Una encuesta electoral publicada a principios de diciembre por Panterra Research y encargada por el empresario Marcelo Claure indicó que Evo Morales y Manfred Reyes tienen la misma tasa de intención de voto (18%), seguidos por el empresario opositor Samuel Doria Medina (13%), Quiroga y el gobernador encarcelado de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho (9%). Luis Arce solo tendría el 4%. Claure es presidente del club Bolívar y vive en Estados Unidos. La misma encuesta mostró que al 84% de los bolivianos le gustaría un presidente al estilo de Javier Milei. La encuesta fue criticada y acusada de parcializada, pero puede indicar que un sector del empresariado (quizás vinculado a Estados Unidos) busca un nuevo gobierno ultraneoliberal como el de Argentina, para revertir los logros del MAS con mano de hierro, que, de hecho, es la única manera de hacerlo, porque estos logros están en gran medida arraigados en el régimen político y económico boliviano y en la conciencia de la población.

Los principales medios de comunicación, generalmente opuestos al MAS y tradicionalmente vinculados a la oligarquía, así como los partidos de oposición, están apoyando el lado de Arce contra Morales porque creen que Morales es su peor enemigo y que es más fuerte que Arce. Su estrategia, por tanto, es apoyar los ataques de Arce para sacar a Morales de la política. En un segundo momento, la oposición atacaría a Arce, que ya se está debilitando, para recuperar el poder en Bolivia.

Sin embargo, la alta popularidad de Morales –incluso según las encuestas de la oposición– indica un peligro real de victoria para lo que es considerado el peor demonio de todos por la oligarquía boliviana y su amo, el imperialismo norteamericano. En este caso, no sería posible descartar una unión de las fuerzas de la derecha y del imperialismo con Arce para reelegirlo, o incluso una alternativa de fuerza para impedir la victoria de Morales -como ya se ha intentado, mediante un intento de asesinato a finales del año pasado.

Un experimentado exdiplomático que ocupó importantes cargos en el exterior durante los gobiernos de Evo Morales cree que el gobierno de Estados Unidos está actuando en la sombra y manipulando esta situación. “Estados Unidos está dirigiendo todo esto”, afirmó.

De hecho, la importancia geopolítica de Bolivia ha crecido desde que el MAS llegó al gobierno. El país nacionalizó recursos naturales clave y estableció asociaciones con rivales estadounidenses. Además de ser ahora socio de los BRICS, la nación andina tiene importantes negocios en los sectores de energía y minerales con China y Rusia. De mantenerse la política tradicional del MAS, la tendencia es que se siga alejando del área de influencia de Estados Unidos, reduciendo las posibilidades de que las empresas estadounidenses recuperen el control de la economía boliviana, que se han acostumbrado a tratar al país como una semicolonia.

Sin embargo, el giro político de Arce hacia la derecha ha representado un cambio de dirección pequeño pero creciente para el MAS, en comparación con los primeros años de la administración de Morales. Su debilitamiento político lo deja cada vez más vulnerable a la presión de la derecha y del imperialismo estadounidense. La lucha contra el ala izquierda del MAS, liderada por Morales, está llevando al sector de Arce a apoyar a la derecha para impedir el regreso del exsindicalista al gobierno. Si un candidato de derecha es el único capaz de vencer a Morales, podría recibir el apoyo (aunque sea velado) de Arce. Aún así, si Arce logra recuperarse y tiene posibilidades de derrotar a Morales, para hacerlo necesitará el apoyo de la derecha y, por lo tanto, tendrá que hacer concesiones aún mayores.

En cualquier caso, la derrota de Evo Morales en las elecciones significaría muy probablemente un giro aún mayor en la política del gobierno boliviano (ya sea liderado por Arce o por la derecha) hacia el conservadurismo y la regresión, lo que representaría una oportunidad nunca antes vista en 20 años (a excepción del golpe de 2019) para que el imperialismo estadounidense recupere el control del país.

Evo Morales, a su vez, tendrá que derrotar no sólo al gobierno y a su antiguo aliado Arce, sino a toda la oligarquía, la derecha, la extrema derecha, la prensa burguesa y el imperialismo estadounidense, si quiere regresar a la presidencia de Bolivia. La única fuerza capaz de enfrentar exitosamente a estos sectores es la movilización radical de sus bases populares: los campesinos y los trabajadores. De ahí la necesidad de formar un partido basado en la alianza obrero-campesina, dirigido por la clase obrera, la más consciente del país, para agitar a las masas populares en torno a una política revolucionaria –aunque, al principio, su táctica sea elección de una figura que se ha mostrado oportunista y capituladora como Morales.

The views of individual contributors do not necessarily represent those of the Strategic Culture Foundation.

See also

The views of individual contributors do not necessarily represent those of the Strategic Culture Foundation.