Lo que hace que esta situación sea aún más peligrosa es el absurdo autoengaño de todo Occidente que hace que caminemos sonámbulos hacia la guerra nuclear.
Glenn DIESEN
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Los debates sobre la autorización de ataques con misiles de largo alcance contra Rusia son profundamente deshonestos y engañosos. Las élites político-mediáticas presentan argumentos profundamente erróneos para apoyar la conclusión de que atacar a Rusia con misiles de largo alcance no cruza la línea que separa la guerra por poderes de la guerra directa.
Puede que la OTAN consiga engañarse a sí misma, pero para Rusia no hay duda de que se trata de un acto de guerra.
1) «Ucrania tiene derecho a defenderse»
El argumento de que Ucrania tiene derecho a defenderse como justificación para que la OTAN autorice ataques de largo alcance contra Rusia es muy manipulador. Se atrae al público con una premisa muy razonable, basada en la aceptación universal del derecho a la autodefensa.
Una vez que el público ha aceptado la premisa, entonces se presenta como una conclusión inevitable que Ucrania debe ser abastecida con misiles de largo alcance para atacar a Rusia.
El alcance de la implicación de la OTAN en la guerra, como cuestión principal, se elimina posteriormente por completo del argumento.
El punto de partida de un debate honesto debería comenzar con la pregunta correcta: ¿Cuándo se cruza la línea entre la guerra por poderes y la guerra directa? Se trata de misiles estadounidenses de largo alcance, su uso depende totalmente de la inteligencia y los objetivos estadounidenses, serán operados por soldados estadounidenses y guiados por satélites estadounidenses.
Lanzarlos desde territorio ucraniano no hace que sea menos un ataque directo de EE.UU. contra Rusia. EE.UU. no utilizó estas armas contra Rusia durante tres años, ya que equivaldría a un ataque directo, pero ahora los medios de comunicación intentan vender la narrativa de que se trata simplemente de una ayuda militar incontrovertible para que Ucrania pueda defenderse.
Estados Unidos y algunos de sus aliados de la OTAN han decidido atacar directamente a Rusia, y deberían ser honestos sobre esta intención. Los intentos de presentar esto como una mera ayuda militar a Ucrania para que se defienda es un esfuerzo irresponsable para avergonzar cualquier disidencia y evitar una discusión seria sobre el ataque a la mayor potencia nuclear del mundo.
Es imperativo ponerse en el lugar de los oponentes y preguntarse cómo interpretaríamos la situación y qué haríamos si la situación fuera a la inversa. Estados Unidos y la OTAN han invadido muchos países a lo largo de los años, así que no necesitamos ahondar demasiado en nuestra imaginación para plantear un escenario hipotético.
¿Cómo reaccionaríamos si Rusia enviara misiles de largo alcance, dependientes de la inteligencia y la puntería rusas, manejados por soldados rusos y guiados por satélites rusos, para atacar a los países de la OTAN con el pretexto de ayudar simplemente a Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen u otro país a defenderse?
Nos engañamos si pretendemos que esto no se interpretaría como un ataque directo y, a pesar de los grandes riesgos que entrañaría, nos veríamos obligados a tomar represalias para restablecer nuestra capacidad de disuasión.
El presidente Putin advirtió en septiembre de 2024 que Rusia lo interpretaría como un ataque directo y el comienzo de una guerra OTAN-Rusia, y Putin argumentó que Rusia respondería en consecuencia. La claridad de su lenguaje hace casi imposible dar marcha atrás en el compromiso de devolver el golpe a la OTAN, que es una táctica deliberada en el juego de la gallina, ya que Rusia no puede escabullirse.
Las historias sobre miles de soldados norcoreanos luchando en Ucrania o en Kursk se utilizan para legitimar el ataque a Rusia. Lo más probable es que se trate de propaganda de guerra de la OTAN, ya que habría alguna prueba si miles de soldados norcoreanos estuvieran luchando.
Es probable que los norcoreanos que se entrenan en Rusia sirvan de elemento disuasorio en caso de que la OTAN entrara en guerra contra Rusia, como parece ser el caso ahora. Sin embargo, aunque los norcoreanos participen en los combates, eso no hace que la OTAN sea menos participante en la guerra al atacar a Rusia.
2) Rusia no se atreve a tomar represalias contra la OTAN
La reticencia de Rusia en el pasado a tomar represalias suficientes contra las escaladas progresivas de la OTAN se ha presentado como prueba de la falsa conclusión de que Rusia no se atreve a responder.
No cabe duda de que la contención rusa ha envalentonado a la OTAN. El presidente Biden afirmó en una ocasión que el envío de F-16 provocaría una Tercera Guerra Mundial, tales advertencias se denuncian ahora como «propaganda rusa».
El hecho de que Rusia no respondiera cuando EE.UU. cruzó esa línea significó que EE.UU. podía argumentar que no equivalía a un ataque directo. Las reglas de la guerra por poderes cambiaron posteriormente.
El dilema de Rusia en los últimos tres años ha sido responder a riesgo de desencadenar una Tercera Guerra Mundial, o abandonar gradualmente su disuasión y envalentonar a EEUU.
Con cada escalada de la OTAN, Rusia se enfrenta a un precio cada vez más alto por sus restricciones. Rusia se ha visto presionada para fijar una última línea roja, y que la OTAN ataque directamente a Rusia es sencillamente demasiado peligroso para quedar sin respuesta.
¿Cómo responderá Rusia? Hay varios pasos más en la escalera de la escalada antes de pulsar el botón nuclear.
Rusia puede intensificar los ataques contra objetivos políticos e infraestructuras ucranianas, introducir tropas norcoreanas que probablemente estaban destinadas a disuadir de una situación como ésta, atacar activos de la OTAN en el Mar Negro y centros logísticos en Polonia o Rumanía, destruir satélites utilizados para los ataques contra Rusia o atacar activos militares de EE.UU. y la OTAN en otras partes del mundo con el pretexto de permitir que otros países se defiendan.
La respuesta de Rusia también dependerá de cómo se utilicen estos misiles. El New York Times sugirió que el uso de estos misiles sería limitado y se utilizarían principalmente para ayudar a Ucrania en la ocupación de Kursk, lo que también convierte a EE.UU. en un participante aún más implicado en la ocupación del territorio ruso.
Sin embargo, Rusia debe responder con contundencia a cualquier violación de sus líneas rojas para contrarrestar el incrementalismo de la OTAN / tácticas de salami que pretenden recortar la disuasión rusa. El propósito de tal incrementalismo es evitar una respuesta excesiva por parte de Rusia.
Previsiblemente, EE.UU. impondrá restricciones a la forma en que se pueden utilizar estas armas al emprender ataques directos contra Rusia, pero poco a poco estas restricciones se irán eliminando.
El alcance de la respuesta de Rusia dependerá del grado de eficacia de estas armas. Evidentemente, la guerra la está ganando Rusia, por lo que Moscú se muestra prudente ante cualquier escalada, ya que sólo necesita tiempo.
Sin embargo, si estas armas cambiaran realmente las tornas de la guerra, entonces Rusia se consideraría obligada a lanzar un poderoso ataque contra la OTAN, ya que Rusia considera que se trata de una guerra por su supervivencia.
Por lo tanto, la OTAN debería esperar que estas armas no sean eficaces, lo que socava el razonamiento para utilizarlas en absoluto.
3) Los misiles pueden cambiar el rumbo de la guerra
La guerra ya está perdida y Washington admitió previamente que estos misiles de largo alcance no cambiarían las reglas del juego. Hay dos razones para intensificar la guerra en este momento:
desangrar aún más a Rusia y sabotear el objetivo de Trump de poner fin a la guerra.
Hay pruebas abrumadoras de que el objetivo general para sabotear todos los caminos hacia la paz y librar la guerra por poderes en Ucrania ha sido debilitar a Rusia como rival estratégico.
Incluso Zelensky reconoció en marzo de 2022 que algunos Estados occidentales querían utilizar a Ucrania como un proxy contra Rusia:
Hay a quienes en Occidente no les importa una guerra larga porque significaría agotar a Rusia, aunque esto signifique la desaparición de Ucrania y se produzca a costa de vidas ucranianas»[1]
Tanto los mediadores israelíes como los turcos confirmaron que Estados Unidos y el Reino Unido sabotearon el acuerdo de paz de Estambul para combatir a Rusia con ucranianos, mientras que entrevistas con altos diplomáticos estadounidenses y británicos revelaron que el debilitamiento de Rusia y el cambio de régimen en Moscú era el único resultado aceptable[2].
El momento de la decisión de Washington también es sospechoso y parece tener como objetivo sabotear el mandato masivo de Trump de poner fin a la guerra por poderes.
En comparación, Obama lanzó un órdago similar a las relaciones entre EE.UU. y Rusia a finales de 2016, cuando estaba entregando la Casa Blanca a Trump. Las sanciones antirrusas y la expulsión de diplomáticos rusos pretendían sabotear la promesa de Trump de llevarse bien con Rusia.
Biden parece seguir el mismo libro de jugadas al arriesgarse a una Tercera Guerra Mundial para impedir que estalle la paz en Ucrania. Biden tenía demasiados problemas cognitivos para presentarse a la reelección, pero supuestamente está mentalmente capacitado para atacar a Rusia mientras se prepara para abandonar la Casa Blanca.
La OTAN entra en guerra
El mundo es hoy más peligroso que en ningún otro momento de la historia. La decisión de EEUU de atacar a la mayor potencia nuclear del mundo es un esfuerzo desesperado por restaurar la primacía mundial.
Lo que hace que esta situación sea aún más peligrosa es el absurdo autoengaño de todo Occidente que hace que caminemos sonámbulos hacia la guerra nuclear.
Habría que presentar a la opinión pública argumentos más honestos a la hora de defender el riesgo de una tercera guerra mundial y de la aniquilación nuclear.
Notas
[1] The Economist. ‘Volodymyr Zelensky on why Ukraine must defeat Putin’ The Economist, 27 March 2022.
[2] G. Diesen, ‘Sabotage of the Istanbul Peace Negotiations’, Substack, 13 October 2024.
Publicado originalmente por Glenn’s Substack.
Traducción: Observatorio de trabajadores en lucha