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Jhosman Barbosa
November 9, 2024
© Photo: Presidencia Colombia

El programa de ‘Paz Total’ es y será un fracaso, si no se entiende dentro de una larga transición, que además puede ser paralizada con un cambio de doctrina política, léase regreso de la ultra derecha al gobierno.

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Escríbenos: info@strategic-culture.su

El programa de ‘Paz Total’ es y será un fracaso, si no se entiende dentro de una larga transición, que además puede ser paralizada con un cambio de doctrina política, léase regreso de la ultra derecha al gobierno. Pero además, ningún gobierno, de derecha, ultra derecha o progresista, está en capacidad de negociar con grupos al margen de la ley, en términos de cierta desagradable reciprocidad -al no ser enemigos derrotados- o llevar en términos militares a estos grupos armados a rendiciones incondicionales mientras Estados Unidos y sus negociantes de armas, sus negociantes de cocaína y marihuana, que se conectan con una forma de guerra perpetua contra el desarrollo de los países marginales y mediante la Balcanización, como debilitamiento del Estado-Nación, lo quieran. Es una totalidad: es también una forma de contener mediante el caos controlado, una región de relevancia geopolítica.

Me atreveré a desarrollar cuatro ejes para que el lector comprenda que estas reflexiones van más allá de una animadversión -inexistente- a la gestión gubernamental y la administración Petro. Se valora la persistencia en rumbos del hacer en la paz, pero tales iniciativas chocan con la economía política de la guerra, de la geopolítica, del desarrollo, del desarrollo territorial y por ende nunca se decanta en una paz ni en una ‘paz total’.

La tesis de la producción – consumo de pasta de coca a la baja

El gobierno colombiano ha desarrollado una tesis interesante acerca de cómo el estímulo de drogas más baratas como el fentanilo y otros compuestos químicos han relegado a un segundo plano a la pasta de coca, como principal insumo para la heroína, el crack, roca de coca pura y otras derivaciones. Hay que tener presente que según indicadores de – UNODC (United Nations Office on Drugs and Crime), a 2024 los precios por kilo de pasta de coca para ‘retail’ (reventa) se ubican entre 80 y 120 mil USD para EE.UU. y entre 100 y 150 mil para Europa. Aunque para Europa las cifras varían según el país, siendo más caro en Reino Unido, Irlanda o Finlandia. Además, los precios de la heroína, que es la pasta de coca cortada, varían al alza o la baja según el país. Por ejemplo, en Dinamarca es más cara la heroína que la coca (110USD – 142USD, respectivamente para el 2022).

Ahora bien, revisando los precios aproximados por kilo de fentanilo en la página de la DEA, se detalla que:

La Producción en China: $3,000 – $5,000 USD por kilo, la exportación desde China: $5,000 – $10,000 USD por kilo, la entrada en Estados Unidos: $20,000 – $40,000 USD por kilo, la venta al por mayor en Estados Unidos: $40,000 – $60,000 USD por kilo y la venta al detal en Estados Unidos: $80,000 – $120,000 USD por kilo. Pero esto se optimiza al sacar un rendimiento, por un kilo de fentanilo de hasta 1 millón de dosis y cada dosis puede venderse entre $10 – $20 USD, de lo cual se tiene un rendimiento por kilo de $10 millones – $20 millones USD aproximadamente. Evidentemente, no hay comparación cuando cada gramo de coca o heroína oscila entre 90 y 120 dólares.

Al igual que el fentanilo, los rendimientos más magros quedan en los países productores, teniendo los siguientes valores para el caso de Colombia y la coca: Producción en Colombia: $1,500 – $3,000 USD por kilo, exportación desde Colombia: $5,000 – $10,000 USD por kilo, (UNODC) entrada en Estados Unidos: $20,000 – $40,000 USD por kilo y venta al por mayor en Estados Unidos: $40,000 – $60,000 USD por kilo. (DEA)

En tal orden de ideas, la tesis del presidente Petro se avista correcta. Colombia puede desmarcarse como proveedor del mercado de sustancias psicoactivas, al tener un producto que no compite con los nuevos productos sintéticos. Sin embargo, cuando vemos los precios en la página del Observatorio de Drogas de Colombia (ODC), al apreciar Boletín sobre precios de las drogas ilícitas Año 2022 el gráfico titulado Precios de los principales derivados del cultivo de coca (pág. 4) señala que: “Durante el año 2022, el precio promedio del kilogramo de hoja de coca en Colombia fue de $ 2.550, lo que significó un aumento de $ 250 frente al año 2021, mientras que en términos de variación porcentual esta fue de 10.9%.” De hecho, entre el año 2006 y 2022 el cambio es leve.

Es clave anotar que el fentanilo es un compuesto químico que está presente desde los años 60’s y ha evolucionado hacia posiciones de mercado desde 2010- 2015. Lo que permite pensar que pese a sus diferencias de acceso de precio entre éste y la coca y la heroína, aun hay una demanda fuerte de estas últimas.

En este sentido, las incautaciones de pasta de coca en Colombia, para 2017 y 2021, fueron del orden de 490 toneladas y 759, (ONU-Incautaciones) respectivamente. Según los informes del gobierno Petro, entre agosto de 2022, año de inicio del mandato, y marzo del siguiente año, se incautaron 1100 toneladas de coca en drogas: 265 kilos de heroína, 64 toneladas de base de cocaína, 605 toneladas de clorhidrato de cocaína 429 toneladas de marihuana y 1,4 toneladas de bazuco. (El Tiempo) Para lo que va del 2023 -24, también se han incautado al menos 3100 ampolletas de fentanilo. Hasta septiembre de 2024, se han incautado casi 700 toneladas de coca, con un incremento del 25% respecto al mismo periodo del año anterior.

A todas estas cifras se pueden sumar las dadas por minería ilegal, que también son grandes, así como las de tráfico de personas, de órganos, para explotación sexual, etc.

Pero, estas cifras, ¿qué nos dicen realmente de la economía política del narcotráfico y de la guerra, sin duda altamente relacionadas?

Norberto Emmerich, en su obra, Geopolítica del narcotráfico en América Latina, señala que,

  1. El narcotráfico sólo puede ser comprendido estudiando la formación histórica del Estado nacional.
  2. El narcotráfico es un proceso, no una acumulación de hechos pasibles de ser estudiados uno por uno.
  3. El narcotráfico es una actividad invisible. Sólo es parcialmente visible en la etapa de crímenes predatorios, cuando está pugnando por la conquista de un territorio.
  4. El narcotráfico, por tener un carácter organizacional, cumple rutinas organizacionales estandarizadas, o sea procedimientos predecibles, estructurados, repetitivos y burocráticos.
  5. El narcotráfico es coactivo, monopólico, territorial y estable. Tiene un comportamiento político con fines estatales.
  6. Narcotráfico y drogas son entidades vinculadas, pero distintas.
  7. La vinculación del narcotráfico es más fuerte con el Estado que con las drogas.
  8. Definir al narcotráfico como tráfico de drogas es etimológicamente correcto, ontológicamente equivocado y políticamente inútil. El narcotráfico es un proceso organizacional cuya finalidad es conquistar territorio para producir o vender drogas.

Esto quiere decir que las cifras vistas nos dan un panorama del mercado y de la fuerza de tensión entre política anti drogas, producción de drogas, de nuevas drogas y además de controles territoriales que son, en términos de David Harvey, espacios de producción y producción de espacios. Y, ¿cómo se garantiza esos espacios? Con controles territoriales mediante grupos armados.

La fuerza pública en manos de un gobierno de transición

El fenómeno que es nuevo para Colombia y es fundamental en los gobiernos progresistas de América Latina, consiste en que aquellas fuerzas materiales que son instrumento de control y represión del Estado, ahora y con mucho arte y cuidado, van obedeciendo a criterios diferentes a los de la derecha. Mediante formas y estrategias híbridas se debe lograr que aquellas fuerzas que te atacaban al ser oposición ahora asuman líneas de acción a veces en contra de la estructura misma que ha dominado en Colombia desde hace dos siglos y ha configurado las mafias, la corrupción y el control estatal. Los ocho puntos de Emmerich, aplican perfecto a tal condición. El propio presidente Petro, en su época de senador, destapó la llamada ‘parapolítica’ en donde se comprobó que mafias, narcos y políticos regionales dominaban y dominan territorios en una doble acción de lo legal-ilegal.

Es relevante también señalar que a la formación histórica del Estado nacional, Emmerich considere relevante su comprensión para entender el narcotráfico, lo que exige una revisión singular de cada Estado; como en igual sentido la describe René Zavaleta a la formación estatal en América Latina. Es clave entender que son formaciones sociales de producción dentro de un gran y dominante modo de producción capitalista. Zavaleta sumaba que, la acumulación de capital en esta subregión se hizo a partir del despojo violento y por ende la violencia encarna una forma de acumulación de capital en tanto tierra, recursos etc. Entonces, la forma de apreciar lo que pasa en Colombia, se configura desde una revisión histórica de su formación como Estado-nación, lo que permite comprender por qué ninguna negociación tendrá éxito mientras nos se cambien tales condiciones estructurales.

En sí, las élites militares expresan elites locales familiares y políticas. Durante el actual gobierno se han encontrado los entramados de corrupción y relación entre mandos o agentes militares medios y altos con grupos armados, tráfico y venta de armas, secuestro, extorción y vinculaciones de espionaje, como el del sistema de vigilancia israelí, Pegasus, que ha sido aplicado sobre movimientos sociales, lideres sociales y políticos, entre otros.

Todos los componentes del Estado dispuestos para vigilancia, control, disuasión, persecución, eliminación etc., ahora dispuesto para un gobierno progresista, se estremecen al interior de su estructura pues se tornan en la herramienta que era aplicada al enemigo de clase, como herramienta que ahora va contra la élite, contra sus prácticas. Es la cooptación de los aparatos de control estatal y enfocados desde el antagonista: las izquierdas, los progresismos.

La complejidad de esto no la conozco ni la podría desarrollar aquí. Pero lo dejo como una arista clave para comprender porqué la propia política de paz, que se ha llevado con negligencia por las élites locales en connivencia con las élites e intereses internacionales, particularmente estadounidenses, es aún más compleja para un gobierno que no tiene en sí identidad de clase ni afinidades de cultura o tradición con esos grupos élite consuetudinarios. La estrategia, que es correcta, consiste en cambiar los sistemas de acenso a cadenas de mando para permitir que poblaciones marginadas lleguen a ocupar altos mandos. Es noticia reciente que, el coronel de Caballería Alex Jefferson Mena Mena, será el primer afrocolombiano, ascendido a Brigadier General. Casos así, la motivación de capacitación de las tropas en especialidades no solo militares, la dignificación de los salarios y de la alimentación, constituyen estrategias importantes para cambiar la conciencia de rango y clase subalterna a la de pueblo en armas, si se quiere la expresión. También se deben aprovechar rupturas y rencillas al interior de esa élite castrense y política y por qué no, provocarlas. Pero cuatro años no son suficientes y es clave pensar en un relevo deseable y correcto de la administración Petro. Tampoco es garantía que los ascensos dados tengan en sí una conciencia no de élite que reproduzca el patrón de dominación.

Otras derivas militares claves

En este orden de ideas, la política llamada ‘Paz Total’ se enfrenta a condiciones histórico estructurales demasiado anquilosadas. No me atrevo a señalar cuál o cómo debió darse una iniciativa en este sentido y si era pertinente salirse a un ámbito tan ambicioso por fuera del marco de los Acuerdos del Colón dados entre el Estado colombiano y las FARC-EP, con mediación de garantes internacionales, en 2016. Lo cierto es que el Informe anual del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos – 2023 muestra un panorama delicado en varios rubros. Por ejemplo, señala:

Principales preocupaciones: La expansión territorial y la profundización de las estrategias violentas de control social y territorial de grupos armados no estatales y organizaciones criminales contra la población civil, organizaciones étnico-territoriales y las organizaciones de base. La necesidad de una mejor articulación para la implementación territorial de las políticas de Paz Total, seguridad, desmantelamiento y drogas. La necesidad de fortalecer la capacidad de respuesta estatal a situaciones de graves afectaciones a los derechos humanos en los territorios. La necesidad de desarrollar un nuevo modelo de protección para personas defensoras con su plena participación.

Aunque también señala avances, el cuadro general es crítico y en ningún momento puede endilgarse a la gestión del actual gobierno, pues es un problema estructural, no abordado con criterios radicales y en donde se han coludido élites y grupos al margen de la ley, como se vio. El informe de Human Rights Watch, 2024, no es más alentador y señala la suma de grupos armados, no siendo totalmente fiel a la realidad, pues descuenta grupos mexicanos, brasileños (no verificados en cantidad) y tropas estadounidenses. Así, sumando las cifras de INDEPAZ, proporcionadas en el diario El Tiempo, existen a 2024, del ELN, 2450 integrantes con presencia en 211 municipios de 23 departamentos, divididos en 8 frentes. Disidencias, (que se derivan de las antiguas FARC-EP antes del acuerdo de paz) 5200 integrantes, con tres grandes estructuras: bloque oriental, segunda Marquetalia, comando coordinador de occidente, con presencia en 123 municipios y 22 departamentos. Grupos narco paramilitares. Con 8360 integrantes, autodefensas gaitanistas – Clan del Golfo, los Caparros, los Panchecas, los Peluzos y los Rastrojos y otros llamados grupos confederados con menos de 15 a 30 integrantes. (vea detalles en el link) Esto nos da un total de aproximadamente quince mil alzados en armas, vinculados a la violencia. Hay que sumar a ello los componentes militares estadounidenses y colombianos en esta lucha.

El comando Sur, declara como cifra ‘oficial’ solo 1200 operativos y apoyos técnicos para toda Latinoamérica, lo cual es risible. Solo para Perú ya se acaban de disponer 600 efectivos permanentes. De hecho, John Bolton, en 2020 solicitó 5000 tropas norteamericanas en el ánimo de plantear una ofensiva conjunta con su proxy colombiano sobre Venezuela. Si bien estas tropas no se usan para exponerlas en guerra directa, están en constante aprendizaje y presencia ante los avances de Rusia y China en el Sur de América.

En mi concepto, y así lo plasmé en artículos en la Jornada de Oriente, de México, el acuerdo entre gobierno y FARC-EP fue un acuerdo entre cúpulas y élites. Que nunca se correspondió con un proceso de integración ni de reforma agraria ni de la propiedad. Atomizó los grupos armados e hizo de la experticia en armas la forma de vida de los excombatientes. Ese proceso, no fue exitoso y bien lo vemos; aunque haya cosas que se puedan y deban salvar como la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP.

Teniendo en cuenta someramente este panorama, intentar entablar negociaciones con cada grupo o grupúsculo, vinculado a producción y tráfico de drogas, de minerales, personas, órganos o prostitución, se vuelve una tarea si no ociosa, tediosa. La última semana de octubre y ya desde abril de 2024, la banda de Los Costeños” y “Los Rastrojos Costeños” han solicitado sumarse a procesos de negociación con el gobierno y mediación de autoridades estadounidenses. Así, con el ELN, las jornadas han ido y venido con acercamientos e incumplimientos que las partes se espetan, uno al otro. El proceso de negociación con las FARC-EP, tardó seis años, mantenidos por una de las pocas reelecciones presidenciales en la historia de Colombia, la de Juan Manuel Santos. La dimensión y ambición de una Paz Total, con la complejidad aquí apenas esbozada, pues no se han tocado cuestiones como la etnia, la migración, la condición de territorio, de trashumancia hacia EE.UU., el género, como enfoques diferenciados y complejos, la restitución de tierras, el cambio de cultivos ilícitos por legales o la compra de la producción de hoja de coca propuesta a los cocaleros de El Plateado, Cauca, por parte del gobierno colombiano, avalado por el Secretario General de ONU, hacen parte de otros asuntos aquí no revisados.

Lo coyuntural en lo estructural

La derrota de la Paz Total no es del gobierno actual, es de toda la sociedad. Paz Total es el nombre dado a un proyecto ambicioso de frenar dos siglos de predominante acento clasista, elitista, racista, machista, indolente con el compatriota y coludido con las élites transnacionales. Pero también es un proyecto cándido, que raya con la ingenuidad que es propia de sectores sin experiencia en la gestión administrativa y que apenas empiezan a aprender. Quién imaginaría al líder Petro, pacifista, ambientalista dando órdenes de operativos, de ataques y de capturas. Pero pasa. Es el presidente elegido, es su obligación. En medio de las traiciones o faltas a acuerdos de cese al fuego, de secuestros o atentados, el gobierno ha lanzado poco a poco una línea más dura y reconfigurado sus comandos operativos.

La Paz Total, como enfoque de negociación con grupos al margen de la ley, se encuentra inevitablemente intrincado con las líneas generales del acuerdo de paz, con el Plan Nacional de Desarrollo, con algunas carteras ministeriales claves, con el ordenamiento del territorio a partir del agua, con la producción industrial y agroindustrial, y por ende con ciclos circulares virtuosos de producción que implica el manejo de los residuos; todo lo cual conecta, en últimas, con la visión general de cambio climático y el cambio de matriz energética.

Pero este enfoque es solo una coyuntura dentro de la estructura de la formación social de producción colombiana, vinculada al capitalismo como modo de producción dominante; razón por la cual también responde a una supra estructura, donde habita lo ético, lo ideológico, lo político, lo moral, lo intelectual y todos los valores de una cadena de sucesión de privilegios de más de dos siglos y en donde en los años que llevan esas élites vinculadas al narcotráfico, dieron al imaginario el refuerzo de lo fácil, de lo avivato, del llamado ‘papayazo’ de la incultura colombiana.

Entonces, la Paz Total tiene un enfoque apenas nuevo dentro de la gran estructura y será retado, repelido y fracasará en su fin negociador con estos grupos por las razones señaladas y no por que la paz total no sea el anhelo correcto de una nación.

La Paz Total requiere de una continuación con un gobierno afín en 2026 que tenga el valor de seguir removiendo las viejas estructuras de poder acumuladas durante dos siglos y que son además transnacionales. El progresismo es o debería ser ‘revolución mediante las reformas’. Y ello implica muchas aristas y percances, como hemos visto en Brasil, Ecuador o Bolivia.

Colombia: todas las negociaciones con grupos al margen de la ley fracasarán mientras…

El programa de ‘Paz Total’ es y será un fracaso, si no se entiende dentro de una larga transición, que además puede ser paralizada con un cambio de doctrina política, léase regreso de la ultra derecha al gobierno.

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El programa de ‘Paz Total’ es y será un fracaso, si no se entiende dentro de una larga transición, que además puede ser paralizada con un cambio de doctrina política, léase regreso de la ultra derecha al gobierno. Pero además, ningún gobierno, de derecha, ultra derecha o progresista, está en capacidad de negociar con grupos al margen de la ley, en términos de cierta desagradable reciprocidad -al no ser enemigos derrotados- o llevar en términos militares a estos grupos armados a rendiciones incondicionales mientras Estados Unidos y sus negociantes de armas, sus negociantes de cocaína y marihuana, que se conectan con una forma de guerra perpetua contra el desarrollo de los países marginales y mediante la Balcanización, como debilitamiento del Estado-Nación, lo quieran. Es una totalidad: es también una forma de contener mediante el caos controlado, una región de relevancia geopolítica.

Me atreveré a desarrollar cuatro ejes para que el lector comprenda que estas reflexiones van más allá de una animadversión -inexistente- a la gestión gubernamental y la administración Petro. Se valora la persistencia en rumbos del hacer en la paz, pero tales iniciativas chocan con la economía política de la guerra, de la geopolítica, del desarrollo, del desarrollo territorial y por ende nunca se decanta en una paz ni en una ‘paz total’.

La tesis de la producción – consumo de pasta de coca a la baja

El gobierno colombiano ha desarrollado una tesis interesante acerca de cómo el estímulo de drogas más baratas como el fentanilo y otros compuestos químicos han relegado a un segundo plano a la pasta de coca, como principal insumo para la heroína, el crack, roca de coca pura y otras derivaciones. Hay que tener presente que según indicadores de – UNODC (United Nations Office on Drugs and Crime), a 2024 los precios por kilo de pasta de coca para ‘retail’ (reventa) se ubican entre 80 y 120 mil USD para EE.UU. y entre 100 y 150 mil para Europa. Aunque para Europa las cifras varían según el país, siendo más caro en Reino Unido, Irlanda o Finlandia. Además, los precios de la heroína, que es la pasta de coca cortada, varían al alza o la baja según el país. Por ejemplo, en Dinamarca es más cara la heroína que la coca (110USD – 142USD, respectivamente para el 2022).

Ahora bien, revisando los precios aproximados por kilo de fentanilo en la página de la DEA, se detalla que:

La Producción en China: $3,000 – $5,000 USD por kilo, la exportación desde China: $5,000 – $10,000 USD por kilo, la entrada en Estados Unidos: $20,000 – $40,000 USD por kilo, la venta al por mayor en Estados Unidos: $40,000 – $60,000 USD por kilo y la venta al detal en Estados Unidos: $80,000 – $120,000 USD por kilo. Pero esto se optimiza al sacar un rendimiento, por un kilo de fentanilo de hasta 1 millón de dosis y cada dosis puede venderse entre $10 – $20 USD, de lo cual se tiene un rendimiento por kilo de $10 millones – $20 millones USD aproximadamente. Evidentemente, no hay comparación cuando cada gramo de coca o heroína oscila entre 90 y 120 dólares.

Al igual que el fentanilo, los rendimientos más magros quedan en los países productores, teniendo los siguientes valores para el caso de Colombia y la coca: Producción en Colombia: $1,500 – $3,000 USD por kilo, exportación desde Colombia: $5,000 – $10,000 USD por kilo, (UNODC) entrada en Estados Unidos: $20,000 – $40,000 USD por kilo y venta al por mayor en Estados Unidos: $40,000 – $60,000 USD por kilo. (DEA)

En tal orden de ideas, la tesis del presidente Petro se avista correcta. Colombia puede desmarcarse como proveedor del mercado de sustancias psicoactivas, al tener un producto que no compite con los nuevos productos sintéticos. Sin embargo, cuando vemos los precios en la página del Observatorio de Drogas de Colombia (ODC), al apreciar Boletín sobre precios de las drogas ilícitas Año 2022 el gráfico titulado Precios de los principales derivados del cultivo de coca (pág. 4) señala que: “Durante el año 2022, el precio promedio del kilogramo de hoja de coca en Colombia fue de $ 2.550, lo que significó un aumento de $ 250 frente al año 2021, mientras que en términos de variación porcentual esta fue de 10.9%.” De hecho, entre el año 2006 y 2022 el cambio es leve.

Es clave anotar que el fentanilo es un compuesto químico que está presente desde los años 60’s y ha evolucionado hacia posiciones de mercado desde 2010- 2015. Lo que permite pensar que pese a sus diferencias de acceso de precio entre éste y la coca y la heroína, aun hay una demanda fuerte de estas últimas.

En este sentido, las incautaciones de pasta de coca en Colombia, para 2017 y 2021, fueron del orden de 490 toneladas y 759, (ONU-Incautaciones) respectivamente. Según los informes del gobierno Petro, entre agosto de 2022, año de inicio del mandato, y marzo del siguiente año, se incautaron 1100 toneladas de coca en drogas: 265 kilos de heroína, 64 toneladas de base de cocaína, 605 toneladas de clorhidrato de cocaína 429 toneladas de marihuana y 1,4 toneladas de bazuco. (El Tiempo) Para lo que va del 2023 -24, también se han incautado al menos 3100 ampolletas de fentanilo. Hasta septiembre de 2024, se han incautado casi 700 toneladas de coca, con un incremento del 25% respecto al mismo periodo del año anterior.

A todas estas cifras se pueden sumar las dadas por minería ilegal, que también son grandes, así como las de tráfico de personas, de órganos, para explotación sexual, etc.

Pero, estas cifras, ¿qué nos dicen realmente de la economía política del narcotráfico y de la guerra, sin duda altamente relacionadas?

Norberto Emmerich, en su obra, Geopolítica del narcotráfico en América Latina, señala que,

  1. El narcotráfico sólo puede ser comprendido estudiando la formación histórica del Estado nacional.
  2. El narcotráfico es un proceso, no una acumulación de hechos pasibles de ser estudiados uno por uno.
  3. El narcotráfico es una actividad invisible. Sólo es parcialmente visible en la etapa de crímenes predatorios, cuando está pugnando por la conquista de un territorio.
  4. El narcotráfico, por tener un carácter organizacional, cumple rutinas organizacionales estandarizadas, o sea procedimientos predecibles, estructurados, repetitivos y burocráticos.
  5. El narcotráfico es coactivo, monopólico, territorial y estable. Tiene un comportamiento político con fines estatales.
  6. Narcotráfico y drogas son entidades vinculadas, pero distintas.
  7. La vinculación del narcotráfico es más fuerte con el Estado que con las drogas.
  8. Definir al narcotráfico como tráfico de drogas es etimológicamente correcto, ontológicamente equivocado y políticamente inútil. El narcotráfico es un proceso organizacional cuya finalidad es conquistar territorio para producir o vender drogas.

Esto quiere decir que las cifras vistas nos dan un panorama del mercado y de la fuerza de tensión entre política anti drogas, producción de drogas, de nuevas drogas y además de controles territoriales que son, en términos de David Harvey, espacios de producción y producción de espacios. Y, ¿cómo se garantiza esos espacios? Con controles territoriales mediante grupos armados.

La fuerza pública en manos de un gobierno de transición

El fenómeno que es nuevo para Colombia y es fundamental en los gobiernos progresistas de América Latina, consiste en que aquellas fuerzas materiales que son instrumento de control y represión del Estado, ahora y con mucho arte y cuidado, van obedeciendo a criterios diferentes a los de la derecha. Mediante formas y estrategias híbridas se debe lograr que aquellas fuerzas que te atacaban al ser oposición ahora asuman líneas de acción a veces en contra de la estructura misma que ha dominado en Colombia desde hace dos siglos y ha configurado las mafias, la corrupción y el control estatal. Los ocho puntos de Emmerich, aplican perfecto a tal condición. El propio presidente Petro, en su época de senador, destapó la llamada ‘parapolítica’ en donde se comprobó que mafias, narcos y políticos regionales dominaban y dominan territorios en una doble acción de lo legal-ilegal.

Es relevante también señalar que a la formación histórica del Estado nacional, Emmerich considere relevante su comprensión para entender el narcotráfico, lo que exige una revisión singular de cada Estado; como en igual sentido la describe René Zavaleta a la formación estatal en América Latina. Es clave entender que son formaciones sociales de producción dentro de un gran y dominante modo de producción capitalista. Zavaleta sumaba que, la acumulación de capital en esta subregión se hizo a partir del despojo violento y por ende la violencia encarna una forma de acumulación de capital en tanto tierra, recursos etc. Entonces, la forma de apreciar lo que pasa en Colombia, se configura desde una revisión histórica de su formación como Estado-nación, lo que permite comprender por qué ninguna negociación tendrá éxito mientras nos se cambien tales condiciones estructurales.

En sí, las élites militares expresan elites locales familiares y políticas. Durante el actual gobierno se han encontrado los entramados de corrupción y relación entre mandos o agentes militares medios y altos con grupos armados, tráfico y venta de armas, secuestro, extorción y vinculaciones de espionaje, como el del sistema de vigilancia israelí, Pegasus, que ha sido aplicado sobre movimientos sociales, lideres sociales y políticos, entre otros.

Todos los componentes del Estado dispuestos para vigilancia, control, disuasión, persecución, eliminación etc., ahora dispuesto para un gobierno progresista, se estremecen al interior de su estructura pues se tornan en la herramienta que era aplicada al enemigo de clase, como herramienta que ahora va contra la élite, contra sus prácticas. Es la cooptación de los aparatos de control estatal y enfocados desde el antagonista: las izquierdas, los progresismos.

La complejidad de esto no la conozco ni la podría desarrollar aquí. Pero lo dejo como una arista clave para comprender porqué la propia política de paz, que se ha llevado con negligencia por las élites locales en connivencia con las élites e intereses internacionales, particularmente estadounidenses, es aún más compleja para un gobierno que no tiene en sí identidad de clase ni afinidades de cultura o tradición con esos grupos élite consuetudinarios. La estrategia, que es correcta, consiste en cambiar los sistemas de acenso a cadenas de mando para permitir que poblaciones marginadas lleguen a ocupar altos mandos. Es noticia reciente que, el coronel de Caballería Alex Jefferson Mena Mena, será el primer afrocolombiano, ascendido a Brigadier General. Casos así, la motivación de capacitación de las tropas en especialidades no solo militares, la dignificación de los salarios y de la alimentación, constituyen estrategias importantes para cambiar la conciencia de rango y clase subalterna a la de pueblo en armas, si se quiere la expresión. También se deben aprovechar rupturas y rencillas al interior de esa élite castrense y política y por qué no, provocarlas. Pero cuatro años no son suficientes y es clave pensar en un relevo deseable y correcto de la administración Petro. Tampoco es garantía que los ascensos dados tengan en sí una conciencia no de élite que reproduzca el patrón de dominación.

Otras derivas militares claves

En este orden de ideas, la política llamada ‘Paz Total’ se enfrenta a condiciones histórico estructurales demasiado anquilosadas. No me atrevo a señalar cuál o cómo debió darse una iniciativa en este sentido y si era pertinente salirse a un ámbito tan ambicioso por fuera del marco de los Acuerdos del Colón dados entre el Estado colombiano y las FARC-EP, con mediación de garantes internacionales, en 2016. Lo cierto es que el Informe anual del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos – 2023 muestra un panorama delicado en varios rubros. Por ejemplo, señala:

Principales preocupaciones: La expansión territorial y la profundización de las estrategias violentas de control social y territorial de grupos armados no estatales y organizaciones criminales contra la población civil, organizaciones étnico-territoriales y las organizaciones de base. La necesidad de una mejor articulación para la implementación territorial de las políticas de Paz Total, seguridad, desmantelamiento y drogas. La necesidad de fortalecer la capacidad de respuesta estatal a situaciones de graves afectaciones a los derechos humanos en los territorios. La necesidad de desarrollar un nuevo modelo de protección para personas defensoras con su plena participación.

Aunque también señala avances, el cuadro general es crítico y en ningún momento puede endilgarse a la gestión del actual gobierno, pues es un problema estructural, no abordado con criterios radicales y en donde se han coludido élites y grupos al margen de la ley, como se vio. El informe de Human Rights Watch, 2024, no es más alentador y señala la suma de grupos armados, no siendo totalmente fiel a la realidad, pues descuenta grupos mexicanos, brasileños (no verificados en cantidad) y tropas estadounidenses. Así, sumando las cifras de INDEPAZ, proporcionadas en el diario El Tiempo, existen a 2024, del ELN, 2450 integrantes con presencia en 211 municipios de 23 departamentos, divididos en 8 frentes. Disidencias, (que se derivan de las antiguas FARC-EP antes del acuerdo de paz) 5200 integrantes, con tres grandes estructuras: bloque oriental, segunda Marquetalia, comando coordinador de occidente, con presencia en 123 municipios y 22 departamentos. Grupos narco paramilitares. Con 8360 integrantes, autodefensas gaitanistas – Clan del Golfo, los Caparros, los Panchecas, los Peluzos y los Rastrojos y otros llamados grupos confederados con menos de 15 a 30 integrantes. (vea detalles en el link) Esto nos da un total de aproximadamente quince mil alzados en armas, vinculados a la violencia. Hay que sumar a ello los componentes militares estadounidenses y colombianos en esta lucha.

El comando Sur, declara como cifra ‘oficial’ solo 1200 operativos y apoyos técnicos para toda Latinoamérica, lo cual es risible. Solo para Perú ya se acaban de disponer 600 efectivos permanentes. De hecho, John Bolton, en 2020 solicitó 5000 tropas norteamericanas en el ánimo de plantear una ofensiva conjunta con su proxy colombiano sobre Venezuela. Si bien estas tropas no se usan para exponerlas en guerra directa, están en constante aprendizaje y presencia ante los avances de Rusia y China en el Sur de América.

En mi concepto, y así lo plasmé en artículos en la Jornada de Oriente, de México, el acuerdo entre gobierno y FARC-EP fue un acuerdo entre cúpulas y élites. Que nunca se correspondió con un proceso de integración ni de reforma agraria ni de la propiedad. Atomizó los grupos armados e hizo de la experticia en armas la forma de vida de los excombatientes. Ese proceso, no fue exitoso y bien lo vemos; aunque haya cosas que se puedan y deban salvar como la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP.

Teniendo en cuenta someramente este panorama, intentar entablar negociaciones con cada grupo o grupúsculo, vinculado a producción y tráfico de drogas, de minerales, personas, órganos o prostitución, se vuelve una tarea si no ociosa, tediosa. La última semana de octubre y ya desde abril de 2024, la banda de Los Costeños” y “Los Rastrojos Costeños” han solicitado sumarse a procesos de negociación con el gobierno y mediación de autoridades estadounidenses. Así, con el ELN, las jornadas han ido y venido con acercamientos e incumplimientos que las partes se espetan, uno al otro. El proceso de negociación con las FARC-EP, tardó seis años, mantenidos por una de las pocas reelecciones presidenciales en la historia de Colombia, la de Juan Manuel Santos. La dimensión y ambición de una Paz Total, con la complejidad aquí apenas esbozada, pues no se han tocado cuestiones como la etnia, la migración, la condición de territorio, de trashumancia hacia EE.UU., el género, como enfoques diferenciados y complejos, la restitución de tierras, el cambio de cultivos ilícitos por legales o la compra de la producción de hoja de coca propuesta a los cocaleros de El Plateado, Cauca, por parte del gobierno colombiano, avalado por el Secretario General de ONU, hacen parte de otros asuntos aquí no revisados.

Lo coyuntural en lo estructural

La derrota de la Paz Total no es del gobierno actual, es de toda la sociedad. Paz Total es el nombre dado a un proyecto ambicioso de frenar dos siglos de predominante acento clasista, elitista, racista, machista, indolente con el compatriota y coludido con las élites transnacionales. Pero también es un proyecto cándido, que raya con la ingenuidad que es propia de sectores sin experiencia en la gestión administrativa y que apenas empiezan a aprender. Quién imaginaría al líder Petro, pacifista, ambientalista dando órdenes de operativos, de ataques y de capturas. Pero pasa. Es el presidente elegido, es su obligación. En medio de las traiciones o faltas a acuerdos de cese al fuego, de secuestros o atentados, el gobierno ha lanzado poco a poco una línea más dura y reconfigurado sus comandos operativos.

La Paz Total, como enfoque de negociación con grupos al margen de la ley, se encuentra inevitablemente intrincado con las líneas generales del acuerdo de paz, con el Plan Nacional de Desarrollo, con algunas carteras ministeriales claves, con el ordenamiento del territorio a partir del agua, con la producción industrial y agroindustrial, y por ende con ciclos circulares virtuosos de producción que implica el manejo de los residuos; todo lo cual conecta, en últimas, con la visión general de cambio climático y el cambio de matriz energética.

Pero este enfoque es solo una coyuntura dentro de la estructura de la formación social de producción colombiana, vinculada al capitalismo como modo de producción dominante; razón por la cual también responde a una supra estructura, donde habita lo ético, lo ideológico, lo político, lo moral, lo intelectual y todos los valores de una cadena de sucesión de privilegios de más de dos siglos y en donde en los años que llevan esas élites vinculadas al narcotráfico, dieron al imaginario el refuerzo de lo fácil, de lo avivato, del llamado ‘papayazo’ de la incultura colombiana.

Entonces, la Paz Total tiene un enfoque apenas nuevo dentro de la gran estructura y será retado, repelido y fracasará en su fin negociador con estos grupos por las razones señaladas y no por que la paz total no sea el anhelo correcto de una nación.

La Paz Total requiere de una continuación con un gobierno afín en 2026 que tenga el valor de seguir removiendo las viejas estructuras de poder acumuladas durante dos siglos y que son además transnacionales. El progresismo es o debería ser ‘revolución mediante las reformas’. Y ello implica muchas aristas y percances, como hemos visto en Brasil, Ecuador o Bolivia.

El programa de ‘Paz Total’ es y será un fracaso, si no se entiende dentro de una larga transición, que además puede ser paralizada con un cambio de doctrina política, léase regreso de la ultra derecha al gobierno.

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El programa de ‘Paz Total’ es y será un fracaso, si no se entiende dentro de una larga transición, que además puede ser paralizada con un cambio de doctrina política, léase regreso de la ultra derecha al gobierno. Pero además, ningún gobierno, de derecha, ultra derecha o progresista, está en capacidad de negociar con grupos al margen de la ley, en términos de cierta desagradable reciprocidad -al no ser enemigos derrotados- o llevar en términos militares a estos grupos armados a rendiciones incondicionales mientras Estados Unidos y sus negociantes de armas, sus negociantes de cocaína y marihuana, que se conectan con una forma de guerra perpetua contra el desarrollo de los países marginales y mediante la Balcanización, como debilitamiento del Estado-Nación, lo quieran. Es una totalidad: es también una forma de contener mediante el caos controlado, una región de relevancia geopolítica.

Me atreveré a desarrollar cuatro ejes para que el lector comprenda que estas reflexiones van más allá de una animadversión -inexistente- a la gestión gubernamental y la administración Petro. Se valora la persistencia en rumbos del hacer en la paz, pero tales iniciativas chocan con la economía política de la guerra, de la geopolítica, del desarrollo, del desarrollo territorial y por ende nunca se decanta en una paz ni en una ‘paz total’.

La tesis de la producción – consumo de pasta de coca a la baja

El gobierno colombiano ha desarrollado una tesis interesante acerca de cómo el estímulo de drogas más baratas como el fentanilo y otros compuestos químicos han relegado a un segundo plano a la pasta de coca, como principal insumo para la heroína, el crack, roca de coca pura y otras derivaciones. Hay que tener presente que según indicadores de – UNODC (United Nations Office on Drugs and Crime), a 2024 los precios por kilo de pasta de coca para ‘retail’ (reventa) se ubican entre 80 y 120 mil USD para EE.UU. y entre 100 y 150 mil para Europa. Aunque para Europa las cifras varían según el país, siendo más caro en Reino Unido, Irlanda o Finlandia. Además, los precios de la heroína, que es la pasta de coca cortada, varían al alza o la baja según el país. Por ejemplo, en Dinamarca es más cara la heroína que la coca (110USD – 142USD, respectivamente para el 2022).

Ahora bien, revisando los precios aproximados por kilo de fentanilo en la página de la DEA, se detalla que:

La Producción en China: $3,000 – $5,000 USD por kilo, la exportación desde China: $5,000 – $10,000 USD por kilo, la entrada en Estados Unidos: $20,000 – $40,000 USD por kilo, la venta al por mayor en Estados Unidos: $40,000 – $60,000 USD por kilo y la venta al detal en Estados Unidos: $80,000 – $120,000 USD por kilo. Pero esto se optimiza al sacar un rendimiento, por un kilo de fentanilo de hasta 1 millón de dosis y cada dosis puede venderse entre $10 – $20 USD, de lo cual se tiene un rendimiento por kilo de $10 millones – $20 millones USD aproximadamente. Evidentemente, no hay comparación cuando cada gramo de coca o heroína oscila entre 90 y 120 dólares.

Al igual que el fentanilo, los rendimientos más magros quedan en los países productores, teniendo los siguientes valores para el caso de Colombia y la coca: Producción en Colombia: $1,500 – $3,000 USD por kilo, exportación desde Colombia: $5,000 – $10,000 USD por kilo, (UNODC) entrada en Estados Unidos: $20,000 – $40,000 USD por kilo y venta al por mayor en Estados Unidos: $40,000 – $60,000 USD por kilo. (DEA)

En tal orden de ideas, la tesis del presidente Petro se avista correcta. Colombia puede desmarcarse como proveedor del mercado de sustancias psicoactivas, al tener un producto que no compite con los nuevos productos sintéticos. Sin embargo, cuando vemos los precios en la página del Observatorio de Drogas de Colombia (ODC), al apreciar Boletín sobre precios de las drogas ilícitas Año 2022 el gráfico titulado Precios de los principales derivados del cultivo de coca (pág. 4) señala que: “Durante el año 2022, el precio promedio del kilogramo de hoja de coca en Colombia fue de $ 2.550, lo que significó un aumento de $ 250 frente al año 2021, mientras que en términos de variación porcentual esta fue de 10.9%.” De hecho, entre el año 2006 y 2022 el cambio es leve.

Es clave anotar que el fentanilo es un compuesto químico que está presente desde los años 60’s y ha evolucionado hacia posiciones de mercado desde 2010- 2015. Lo que permite pensar que pese a sus diferencias de acceso de precio entre éste y la coca y la heroína, aun hay una demanda fuerte de estas últimas.

En este sentido, las incautaciones de pasta de coca en Colombia, para 2017 y 2021, fueron del orden de 490 toneladas y 759, (ONU-Incautaciones) respectivamente. Según los informes del gobierno Petro, entre agosto de 2022, año de inicio del mandato, y marzo del siguiente año, se incautaron 1100 toneladas de coca en drogas: 265 kilos de heroína, 64 toneladas de base de cocaína, 605 toneladas de clorhidrato de cocaína 429 toneladas de marihuana y 1,4 toneladas de bazuco. (El Tiempo) Para lo que va del 2023 -24, también se han incautado al menos 3100 ampolletas de fentanilo. Hasta septiembre de 2024, se han incautado casi 700 toneladas de coca, con un incremento del 25% respecto al mismo periodo del año anterior.

A todas estas cifras se pueden sumar las dadas por minería ilegal, que también son grandes, así como las de tráfico de personas, de órganos, para explotación sexual, etc.

Pero, estas cifras, ¿qué nos dicen realmente de la economía política del narcotráfico y de la guerra, sin duda altamente relacionadas?

Norberto Emmerich, en su obra, Geopolítica del narcotráfico en América Latina, señala que,

  1. El narcotráfico sólo puede ser comprendido estudiando la formación histórica del Estado nacional.
  2. El narcotráfico es un proceso, no una acumulación de hechos pasibles de ser estudiados uno por uno.
  3. El narcotráfico es una actividad invisible. Sólo es parcialmente visible en la etapa de crímenes predatorios, cuando está pugnando por la conquista de un territorio.
  4. El narcotráfico, por tener un carácter organizacional, cumple rutinas organizacionales estandarizadas, o sea procedimientos predecibles, estructurados, repetitivos y burocráticos.
  5. El narcotráfico es coactivo, monopólico, territorial y estable. Tiene un comportamiento político con fines estatales.
  6. Narcotráfico y drogas son entidades vinculadas, pero distintas.
  7. La vinculación del narcotráfico es más fuerte con el Estado que con las drogas.
  8. Definir al narcotráfico como tráfico de drogas es etimológicamente correcto, ontológicamente equivocado y políticamente inútil. El narcotráfico es un proceso organizacional cuya finalidad es conquistar territorio para producir o vender drogas.

Esto quiere decir que las cifras vistas nos dan un panorama del mercado y de la fuerza de tensión entre política anti drogas, producción de drogas, de nuevas drogas y además de controles territoriales que son, en términos de David Harvey, espacios de producción y producción de espacios. Y, ¿cómo se garantiza esos espacios? Con controles territoriales mediante grupos armados.

La fuerza pública en manos de un gobierno de transición

El fenómeno que es nuevo para Colombia y es fundamental en los gobiernos progresistas de América Latina, consiste en que aquellas fuerzas materiales que son instrumento de control y represión del Estado, ahora y con mucho arte y cuidado, van obedeciendo a criterios diferentes a los de la derecha. Mediante formas y estrategias híbridas se debe lograr que aquellas fuerzas que te atacaban al ser oposición ahora asuman líneas de acción a veces en contra de la estructura misma que ha dominado en Colombia desde hace dos siglos y ha configurado las mafias, la corrupción y el control estatal. Los ocho puntos de Emmerich, aplican perfecto a tal condición. El propio presidente Petro, en su época de senador, destapó la llamada ‘parapolítica’ en donde se comprobó que mafias, narcos y políticos regionales dominaban y dominan territorios en una doble acción de lo legal-ilegal.

Es relevante también señalar que a la formación histórica del Estado nacional, Emmerich considere relevante su comprensión para entender el narcotráfico, lo que exige una revisión singular de cada Estado; como en igual sentido la describe René Zavaleta a la formación estatal en América Latina. Es clave entender que son formaciones sociales de producción dentro de un gran y dominante modo de producción capitalista. Zavaleta sumaba que, la acumulación de capital en esta subregión se hizo a partir del despojo violento y por ende la violencia encarna una forma de acumulación de capital en tanto tierra, recursos etc. Entonces, la forma de apreciar lo que pasa en Colombia, se configura desde una revisión histórica de su formación como Estado-nación, lo que permite comprender por qué ninguna negociación tendrá éxito mientras nos se cambien tales condiciones estructurales.

En sí, las élites militares expresan elites locales familiares y políticas. Durante el actual gobierno se han encontrado los entramados de corrupción y relación entre mandos o agentes militares medios y altos con grupos armados, tráfico y venta de armas, secuestro, extorción y vinculaciones de espionaje, como el del sistema de vigilancia israelí, Pegasus, que ha sido aplicado sobre movimientos sociales, lideres sociales y políticos, entre otros.

Todos los componentes del Estado dispuestos para vigilancia, control, disuasión, persecución, eliminación etc., ahora dispuesto para un gobierno progresista, se estremecen al interior de su estructura pues se tornan en la herramienta que era aplicada al enemigo de clase, como herramienta que ahora va contra la élite, contra sus prácticas. Es la cooptación de los aparatos de control estatal y enfocados desde el antagonista: las izquierdas, los progresismos.

La complejidad de esto no la conozco ni la podría desarrollar aquí. Pero lo dejo como una arista clave para comprender porqué la propia política de paz, que se ha llevado con negligencia por las élites locales en connivencia con las élites e intereses internacionales, particularmente estadounidenses, es aún más compleja para un gobierno que no tiene en sí identidad de clase ni afinidades de cultura o tradición con esos grupos élite consuetudinarios. La estrategia, que es correcta, consiste en cambiar los sistemas de acenso a cadenas de mando para permitir que poblaciones marginadas lleguen a ocupar altos mandos. Es noticia reciente que, el coronel de Caballería Alex Jefferson Mena Mena, será el primer afrocolombiano, ascendido a Brigadier General. Casos así, la motivación de capacitación de las tropas en especialidades no solo militares, la dignificación de los salarios y de la alimentación, constituyen estrategias importantes para cambiar la conciencia de rango y clase subalterna a la de pueblo en armas, si se quiere la expresión. También se deben aprovechar rupturas y rencillas al interior de esa élite castrense y política y por qué no, provocarlas. Pero cuatro años no son suficientes y es clave pensar en un relevo deseable y correcto de la administración Petro. Tampoco es garantía que los ascensos dados tengan en sí una conciencia no de élite que reproduzca el patrón de dominación.

Otras derivas militares claves

En este orden de ideas, la política llamada ‘Paz Total’ se enfrenta a condiciones histórico estructurales demasiado anquilosadas. No me atrevo a señalar cuál o cómo debió darse una iniciativa en este sentido y si era pertinente salirse a un ámbito tan ambicioso por fuera del marco de los Acuerdos del Colón dados entre el Estado colombiano y las FARC-EP, con mediación de garantes internacionales, en 2016. Lo cierto es que el Informe anual del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos – 2023 muestra un panorama delicado en varios rubros. Por ejemplo, señala:

Principales preocupaciones: La expansión territorial y la profundización de las estrategias violentas de control social y territorial de grupos armados no estatales y organizaciones criminales contra la población civil, organizaciones étnico-territoriales y las organizaciones de base. La necesidad de una mejor articulación para la implementación territorial de las políticas de Paz Total, seguridad, desmantelamiento y drogas. La necesidad de fortalecer la capacidad de respuesta estatal a situaciones de graves afectaciones a los derechos humanos en los territorios. La necesidad de desarrollar un nuevo modelo de protección para personas defensoras con su plena participación.

Aunque también señala avances, el cuadro general es crítico y en ningún momento puede endilgarse a la gestión del actual gobierno, pues es un problema estructural, no abordado con criterios radicales y en donde se han coludido élites y grupos al margen de la ley, como se vio. El informe de Human Rights Watch, 2024, no es más alentador y señala la suma de grupos armados, no siendo totalmente fiel a la realidad, pues descuenta grupos mexicanos, brasileños (no verificados en cantidad) y tropas estadounidenses. Así, sumando las cifras de INDEPAZ, proporcionadas en el diario El Tiempo, existen a 2024, del ELN, 2450 integrantes con presencia en 211 municipios de 23 departamentos, divididos en 8 frentes. Disidencias, (que se derivan de las antiguas FARC-EP antes del acuerdo de paz) 5200 integrantes, con tres grandes estructuras: bloque oriental, segunda Marquetalia, comando coordinador de occidente, con presencia en 123 municipios y 22 departamentos. Grupos narco paramilitares. Con 8360 integrantes, autodefensas gaitanistas – Clan del Golfo, los Caparros, los Panchecas, los Peluzos y los Rastrojos y otros llamados grupos confederados con menos de 15 a 30 integrantes. (vea detalles en el link) Esto nos da un total de aproximadamente quince mil alzados en armas, vinculados a la violencia. Hay que sumar a ello los componentes militares estadounidenses y colombianos en esta lucha.

El comando Sur, declara como cifra ‘oficial’ solo 1200 operativos y apoyos técnicos para toda Latinoamérica, lo cual es risible. Solo para Perú ya se acaban de disponer 600 efectivos permanentes. De hecho, John Bolton, en 2020 solicitó 5000 tropas norteamericanas en el ánimo de plantear una ofensiva conjunta con su proxy colombiano sobre Venezuela. Si bien estas tropas no se usan para exponerlas en guerra directa, están en constante aprendizaje y presencia ante los avances de Rusia y China en el Sur de América.

En mi concepto, y así lo plasmé en artículos en la Jornada de Oriente, de México, el acuerdo entre gobierno y FARC-EP fue un acuerdo entre cúpulas y élites. Que nunca se correspondió con un proceso de integración ni de reforma agraria ni de la propiedad. Atomizó los grupos armados e hizo de la experticia en armas la forma de vida de los excombatientes. Ese proceso, no fue exitoso y bien lo vemos; aunque haya cosas que se puedan y deban salvar como la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP.

Teniendo en cuenta someramente este panorama, intentar entablar negociaciones con cada grupo o grupúsculo, vinculado a producción y tráfico de drogas, de minerales, personas, órganos o prostitución, se vuelve una tarea si no ociosa, tediosa. La última semana de octubre y ya desde abril de 2024, la banda de Los Costeños” y “Los Rastrojos Costeños” han solicitado sumarse a procesos de negociación con el gobierno y mediación de autoridades estadounidenses. Así, con el ELN, las jornadas han ido y venido con acercamientos e incumplimientos que las partes se espetan, uno al otro. El proceso de negociación con las FARC-EP, tardó seis años, mantenidos por una de las pocas reelecciones presidenciales en la historia de Colombia, la de Juan Manuel Santos. La dimensión y ambición de una Paz Total, con la complejidad aquí apenas esbozada, pues no se han tocado cuestiones como la etnia, la migración, la condición de territorio, de trashumancia hacia EE.UU., el género, como enfoques diferenciados y complejos, la restitución de tierras, el cambio de cultivos ilícitos por legales o la compra de la producción de hoja de coca propuesta a los cocaleros de El Plateado, Cauca, por parte del gobierno colombiano, avalado por el Secretario General de ONU, hacen parte de otros asuntos aquí no revisados.

Lo coyuntural en lo estructural

La derrota de la Paz Total no es del gobierno actual, es de toda la sociedad. Paz Total es el nombre dado a un proyecto ambicioso de frenar dos siglos de predominante acento clasista, elitista, racista, machista, indolente con el compatriota y coludido con las élites transnacionales. Pero también es un proyecto cándido, que raya con la ingenuidad que es propia de sectores sin experiencia en la gestión administrativa y que apenas empiezan a aprender. Quién imaginaría al líder Petro, pacifista, ambientalista dando órdenes de operativos, de ataques y de capturas. Pero pasa. Es el presidente elegido, es su obligación. En medio de las traiciones o faltas a acuerdos de cese al fuego, de secuestros o atentados, el gobierno ha lanzado poco a poco una línea más dura y reconfigurado sus comandos operativos.

La Paz Total, como enfoque de negociación con grupos al margen de la ley, se encuentra inevitablemente intrincado con las líneas generales del acuerdo de paz, con el Plan Nacional de Desarrollo, con algunas carteras ministeriales claves, con el ordenamiento del territorio a partir del agua, con la producción industrial y agroindustrial, y por ende con ciclos circulares virtuosos de producción que implica el manejo de los residuos; todo lo cual conecta, en últimas, con la visión general de cambio climático y el cambio de matriz energética.

Pero este enfoque es solo una coyuntura dentro de la estructura de la formación social de producción colombiana, vinculada al capitalismo como modo de producción dominante; razón por la cual también responde a una supra estructura, donde habita lo ético, lo ideológico, lo político, lo moral, lo intelectual y todos los valores de una cadena de sucesión de privilegios de más de dos siglos y en donde en los años que llevan esas élites vinculadas al narcotráfico, dieron al imaginario el refuerzo de lo fácil, de lo avivato, del llamado ‘papayazo’ de la incultura colombiana.

Entonces, la Paz Total tiene un enfoque apenas nuevo dentro de la gran estructura y será retado, repelido y fracasará en su fin negociador con estos grupos por las razones señaladas y no por que la paz total no sea el anhelo correcto de una nación.

La Paz Total requiere de una continuación con un gobierno afín en 2026 que tenga el valor de seguir removiendo las viejas estructuras de poder acumuladas durante dos siglos y que son además transnacionales. El progresismo es o debería ser ‘revolución mediante las reformas’. Y ello implica muchas aristas y percances, como hemos visto en Brasil, Ecuador o Bolivia.

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