El presidente de Ucrania se enfrenta a problemas militares, escándalos de corrupción y dificultades económicas
Miriam GONZÁLEZ
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Cambió los trajes y las corbatas por la ropa táctica militar cuando el ejército ruso se plantó en las puertas de Kiev. Muchos dudaban de él dentro y fuera de Ucrania. Su popularidad antes del 24 de febrero de 2022 estaba en horas bajas y su experiencia política era escasa para la difícil tarea que se le presentaba. Tras la fulgurante victoria electoral en 2019, una parte de sus votantes se sintieron decepcionados con desempeño del joven líder. Pero en el momento adecuado Volodímir Zelenski se mantuvo firme y unió a todos los ucranianos. Llegó con un mensaje de paz como candidato y en su presidencia le esperaba la guerra total.
El actor cómico reconvertido en político fue en centro de todas las miradas. Sus discursos directos, envueltos en épica y articulados con frases memorables conmovieron a las grandes audiencias. Zelenski, conocedor del poder mediático, supo como utilizarlo en su favor. Dirigentes occidentales hacían cola para reunirse con él. Hace casi un año la revista ‘TIME’ lo nombraba persona del año. Ahora las cosas han cambiado.
Los ucranianos tienen que lidiar con un frente de combate que se extiende por casi mil kilómetros y tampoco pueden descuidar la liza diplomática para conseguir suministros militares. Por si esto fuera poco, desde hace varias semanas también deben esforzarse en atraer el interés mediático y político.
Las culpas
La guerra entró en una nueva fase. Se puede dar por concluida una contraofensiva con la que no se «lograron los resultados deseados», admitió el mandatario ucraniano. Pero eso no significa que Ucrania se rinda. Zelenski dice que las armas occidentales llegaron con retraso, aunque agradece la ayuda.
Es fácil apadrinar las victorias; las culpas no las quiere nadie. Cuando las buenas noticias del frente no son suficientes se exigen responsabilidades y explicaciones. Ese momento ha llegado. Hay discrepancias entre los mandos militares y civiles sobre el curso de la guerra. La honestidad del comandante en jefe de Ucrania, Valery Zaluzhny, al manifestar que el conflicto estaba en un «punto muerto», exasperó al presidente. Las reprimendas contra el general de mayor rango de Ucrania fueron públicas y notorias.
El alto militar es uno de los personajes más populares en el país. Según las últimas encuestas del Instituto Internacional de Sociología de Kiev, Zaluzhny conserva la confianza de más del 70% de los ucranianos mientras que la aprobación de Zelenski cayó del 91% en 2022 al 76% en octubre de este año. Zaluzhny nunca proclamó aspiraciones políticas, los rumores sobre una eventual postulación a la presidencia ucraniana no cesan.
Occidente aseguró que ayudaría a Ucrania durante todo el tiempo que fuese necesario. Hasta la «victoria». Desde Bruselas, enfatizan que Kiev pertenece a la familia europea y el proceso para alcanzar la membresía en el bloque comunitario ya empezó. Sin embargo, será lento y difícil. Ocurre los mismo con la integración en la OTAN. Los discursos grandilocuentes sobre el apoyo firme se repiten. Las municiones, misiles de largo alcance y equipos de defensa aérea llegan a cuenta gotas. Zelenski empieza a sentir, y con razón, cierta desconfianza hacia los líderes que tiempo atrás parecían ansiosos por encontrar un hueco en la apretada agenda del presidente y retratarse junto a él.
El futuro de la asistencia de Estados Unidos sigue comprometido mientras Rusia ha pasado a la ofensiva. Los funcionarios de la UE deben estar preparados para un 2024 que puede traer un nuevo inquilino a la Casa Blanca. Otra Administración diferente que quiera desembarazarse de la guerra europea.
Zelenski lucha por evitar un conflicto infinito y no está dispuesto a entregar territorios a cambio de paz. Los soldados ucranianos, a pesar de todo, siguen en pie de guerra, pero los Aliados tienen que cumplir sus promesas.