La guerra de Gaza ha acelerado la cooperación entre los gigantes del Sur Global que se resisten al conflicto respaldado por Occidente. Juntos, los BRICS liderado por Rusia y el Eje de Resistencia liderado por Irán pueden dar forma a un Asia Occidental libre de EEUU.
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La semana pasada, el presidente ruso Vladimir Putin hizo una notable escala en Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudí para reunirse, respectivamente, con el presidente emiratí Mohammad bin Zayed (MbZ) y con el príncipe heredero saudí Mohammad bin Salman (MbS) antes de volar de regreso a Moscú para reunirse con el presidente iraní Ebrahim Raisi.
Los tres temas clave de las tres reuniones, confirmados por fuentes diplomáticas, fueron Gaza, la OPEP+ y la expansión de los BRICS. Por supuesto, están interrelacionados.
La asociación estratégica Rusia-Irán se está desarrollando a una velocidad vertiginosa, junto con Rusia-Arabia Saudí (especialmente en lo relativo a la OPEP+) y Rusia-EAU (inversiones). Esto ya está provocando cambios drásticos en la interconexión de defensa en toda Asia Occidental. Las implicaciones a largo plazo para Israel, mucho más allá de la tragedia de Gaza, son graves.
Putin le dijo a Raisi algo extraordinario a muchos niveles:
Cuando sobrevolaba Irán, quería aterrizar en Teherán y reunirme contigo. Pero me informaron de que querías visitar Moscú. Las relaciones entre nuestros países están creciendo rápidamente. Por favor, transmite mis mejores deseos al Líder Supremo, que apoya nuestras relaciones.
La referencia de Putin a «sobrevolar Irán» conecta directamente con cuatro Sukhoi Su-35s armados que volaban en formación, escoltando al avión presidencial a lo largo de 4.000 km (si se miden en línea recta) desde Moscú a Abu Dhabi, sin aterrizar ni repostar.
Como han señalado todos los analistas militares atónitos, un F-35 estadounidense es capaz de volar como mucho 2.500 km sin repostar. Sin embargo, el elemento más importante es que tanto MbZ como MbS autorizaron la escolta de los Su-35 rusos sobre su territorio, algo extremadamente inusual en los círculos diplomáticos.
Y eso nos lleva a la conclusión clave. Con un solo movimiento en el tablero aéreo, agravado con el posterior remate con Raisi, Moscú cumplió cuatro tareas:
Putin demostró -gráficamente hablando- que se trata de una nueva Asia Occidental en la que el hegemón estadounidense es un actor secundario; destruyó el mito político neocon del «aislamiento» ruso; demostró una amplia supremacía militar y, por último, a medida que se acerca el inicio de la presidencia rusa de los BRICS, demostró que conserva todas sus cartas geopolíticas y geoeconómicas cruciales.
Mátalos, pero suavemente
Los cinco BRICS originales -encabezados por la asociación estratégica Rusia-China- abrirán sus puertas a tres grandes potencias de Asia Occidental: Irán, Saudi Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU) , el 1 de enero de 2024. Su adhesión a la potencia multipolar ofrece a estos países una plataforma excepcional para ampliar sus mercados, y es probable que vaya acompañada de una oleada de inversiones e intercambios tecnológicos.
El sofisticado juego a largo plazo entre Rusia y China está provocando un cambio completo y tectónico en la geoeconomía y la geopolítica de Asia Occidental.
El liderazgo del BRICS 10, considerando que el decimoprimer miembro, Argentina, por el momento, es un comodín en el mejor de los casos, tiene incluso el potencial, bajo una presidencia rusa, de convertirse en una contraparte eficaz de la inactividad de la ONU.
Y esto nos lleva a la compleja interacción entre los BRICS y el Eje de la Resistencia.
Al principio, había motivos para sospechar que la anodina condena del genocidio de Gaza por parte de la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica (OCI) era un signo de cobardía.
Sin embargo, una valoración renovada puede revelar que todo evoluciona orgánicamente cuando se trata de la intersección de la Gran Visión diseñada por el difunto comandante iraní de la Fuerza Quds, el general Qassem Soleimani, con la meticulosa microplanificación del líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, que conoce al dedillo la mentalidad israelí y ha considerado en detalle su devastadora respuesta militar.
Podría decirse que el foco más incandescente de las discusiones detalladas de estos últimos días en Moscú es que podemos estar acercándonos al punto en que «una señal» desencadenará una respuesta concertada del Eje de la Resistencia.
Por el momento, lo que tenemos son ataques esporádicos: Hezbolá destruyendo las torres de comunicaciones de Israel que dan a la frontera sur del Líbano, las fuerzas de resistencia iraquíes atacando las bases estadounidenses en Iraq y Siria, y Ansarallah de Yemen bloqueando concretamente el Mar Rojo para los barcos israelíes. Todo eso no forma una ofensiva concertada y coordinada… todavía.
Y eso explicaría la desesperación de la administración Biden en Washington, que se completa con rumores de que necesita que Israel termine el Plan Gaza entre Navidad y principios de enero. No sólo la óptica global del asalto a Gaza se ha vuelto horriblemente insostenible, sino que, sobre todo, una campaña militar más prolongada aumenta drásticamente la probabilidad de una «señal» al Eje de la Resistencia.
Y eso supondrá el fin de todos los elaborados planes del Hegemón para Asia Occidental.
Los objetivos geopolíticos del sionismo son bastante claros: restablecer su aura de dominio autoconstruida en Asia Occidental y mantener un control constante sobre la política exterior de EEUU y la alianza militar.
La depravación es un componente clave para lograr estos objetivos. Es tan fácil bombardear, bombardear e incendiar objetivos civiles ultrasuaves, incluidos miles de mujeres y niños, convirtiendo Gaza en un vasto cementerio, mientras el Club de la Carga del Hombre Blanco insta a las fuerzas de ocupación israelíes a matarlos, por supuesto, pero más silenciosamente.
A continuación, la atlantista tóxica y presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ofrece sobornos, en persona, a los dirigentes de Egipto y Jordania -10.000 millones de dólares a El Cairo y 5.000 millones a Ammán-, según han confirmado diplomáticos de Bruselas. Ésa es la solución alucinante de la UE para detener el genocidio de Gaza.
Todo lo que tendrían que hacer el presidente egipcio Abdel Fattah el-Sisi y el rey jordano Abdullah bin al-Hussein es «facilitar» el éxodo forzoso y la Limpieza Étnica Final de Gaza a sus respectivos territorios.
Porque el objetivo escatológico del sionismo sigue siendo una Solución Final sin diluir, pase lo que pase en el campo de batalla. Y, por supuesto, como sugiere la operación Diluvio de Al-Aqsa del 7 de octubre dirigida por Hamás, destruir la mezquita islámica de Al-Aqsa de Jerusalén y construir un Tercer Templo judío sobre sus cenizas.
Qué ocurre cuando llegue “la señal”
Así pues, lo que tenemos es esencialmente el plan de Emigración o Aniquilación del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, frente a lo que el veterano experto en Asia Occidental Alastair Crooke ha acuñado memorablemente como «Sykes-Picot ha muerto». Esa frase significa que la inclusión árabe e iraní en los BRICS acabará reescribiendo las reglas en Asia Occidental, en detrimento del proyecto sionista.
Incluso existe una gran posibilidad de que esta vez se juzguen los crímenes de guerra certificados de Israel en Gaza, ya que los palestinos, los árabes y las naciones de mayoría musulmana, con el pleno apoyo de los BRICS, forman una comisión reconocida por el Sur Global para llevar a Tel Aviv y a sus fuerzas armadas ante los tribunales.
Olvídate de la mancillada Corte Penal Internacional (CPI), servil como sigue siendo al Orden Basado en Reglas del Hegemón. Los BRICS ayudarán a devolver el derecho internacional al primer plano de la escena mundial, como se pretendía cuando nació la ONU en 1945, antes de que fuera castrada.
El genocidio de Gaza también está obligando a todas las latitudes del Sur Global a ser más inclusivas, como al ahondar en la sabiduría de nuestra común y entrelazada historia premoderna. Toda persona con conciencia se ha visto obligada a escarbar profundamente en sí misma para encontrar explicaciones a lo Inexcusable. En este sentido, ahora todos somos palestinos.
Tal y como están las cosas, ninguna potencia -Occidente porque lo rechaza; los BRICS y el Sur Global porque aún no han hecho su juego- ha sido capaz de detener una Solución Final dirigida por una ideología racista y etnocentrista.
Sin embargo, esto también abre la sorprendente posibilidad de que ninguna potencia sea lo suficientemente fuerte como para detener al Eje de la Resistencia cuando llegue la «señal» de bajar el telón del Proyecto Sionista. Para entonces, el Eje tendrá un imperativo moral supremo, reconocido, incluso instado, por las poblaciones de todo el mundo.
Así que en eso estamos ahora: evaluando la incandescente simetría entre impotencia e imperativo. El punto muerto se romperá, quizá antes de lo que todos esperamos.
Eso evoca una comparación con un punto muerto anterior. El punto muerto actual entre una versión perversa y cutre de la «civilización» hebraica y el nacionalismo islámico emergente -llamémoslo «Islam civilizacional»– es un reflejo de donde estábamos en diciembre de 2021, cuando los tratados propuestos por Rusia sobre la «indivisibilidad de la seguridad» fueron rechazados por Washington. En retrospectiva, esa fue la última oportunidad de una salida pacífica al enfrentamiento entre el Heartland y el Rimland.
El Hegemón la rechazó. Rusia hizo su jugada, y aceleró exponencialmente el declive del Hegemón.
La canción sigue siendo la misma, desde las estepas de Donbás hasta los campos petrolíferos de Asia Occidental.
¿Cómo puede el Sur Global multipolar -representado cada vez más por los BRICS ampliados- gestionar un Occidente imperialista furioso, temeroso y fuera de control que se asoma al abismo del colapso moral, político y financiero?
Traducción nuestra
Fuente original: The Cradle